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Jaramillo (2009), indica que el Cambio de Uso de Suelos es un tipo de movimiento de precio de
terrenos denominado Movimientos Estructurales Particulares, se trata de cambios relativamente
repentinos que experimentan los precios de determinados terrenos y que, a pesar de una
apariencia inicial, no son resultado de fenómenos coyunturales, sino del despliegue normal y
continuo de la estructura urbana. Mirado a partir de la historia de un terreno específico, en ciertos
momentos su precio se acelera durante un periodo relativamente limitado de tiempo, luego del cual
retoma la dinámica del resto de los terrenos, en decir, el ritmo ascendente relativamente pausado
de los movimientos estructurales generales y las eventuales oscilaciones de los movimientos
coyunturales generales. Pero no se trata de un fenómeno coyuntural: mirado en el conjunto de los
terrenos de una ciudad, estas aceleraciones se están presentando de manera más o menos continua,
solo que lo hacen sobre terrenos diferentes en cada momento. Reiteramos que, aunque en cada
terreno se presentan de manera más o menos excepcional en el tiempo, no se deben confundir con
los movimientos coyunturales de los precios del suelo que obedecen a determinantes de corto plazo:
los que aquí examinamos son más bien la repercusión focalizada de los movimientos de largo plazo.
Esta distinción aparecerá más clara cuando examinemos sus principales determinantes, que pueden
agruparse en las dos siguientes categorías:
Hemos anotado que en general cada terreno soporta potencialmente varias rentas urbanas
secundarias, pero solo se manifiesta en el mercado la más elevada de ellas que corresponde al
uso de la tierra en el que el propietario puede percibir una mayor porción de excedente; por lo
tanto, ese será el uso que efectivamente tienda a desarrollarse en ese lugar. Un cambio de uso en
un área urbana implica que el ordenamiento de esas rentas secundarias potenciales se transforma,
y a partir de determinado momento la renta secundaria que se manifiesta en el mercado es distinta,
y, por lo general, más alta que la que operaba antes en ese sitio. A veces estos cambios pueden
ser descendentes cuando una transformación global en la estructura funcional de la ciudad le sustrae
a un área concreta la posibilidad de desarrollar una actividad especialmente lucrativa desde la
perspectiva terrateniente. Pero la misma existencia del propietario tiende a restringir la frecuencia
de esta eventualidad, ya que su interés lo lleva a tratar de impedir y retrasar estos cambios cuando
su traducción es una baja en los precios. Lo más corriente, entonces, es que los cambios de destino
de los terrenos se asocien a un cambio positivo en los precios.
Ahora bien, esto genera cambios bruscos en los precios del suelo en un periodo relativamente corto,
lo cual se desprende del hecho ya anotado, de que las distintas rentas secundarias, que obedcen
a determinantes diferentes, tiene a su vez dinámicas distintas. Un terreno que tiene un uso
determinado, y cuyas rentas se mueven en una primera fase con la dinámica de largo plazo de los
precios urbanos en general, y de la renta secundaria correspondiente a su uso dominante inicial,
de repente experimenta el influjo de los determinantes correspondientes a la nueva actividad en
cuya área de desenvolvimiento se ve involucrado, y súbitamente comienza a soportar como renta
secundaria la correspondiente a esta nueva actividad. Después de este lapso de mutación, la
dinámica del precio de ese lote retomará el ritmo más pausado de la dinámica global, y
corresponderá a la tendencia general de la nueva renta secundaria.
Esta aceleración en el crecimiento de los precios de un terreno obedece, por lo tanto, a que este
lote en particular, en virtud del desenvolvimiento de la estructura urbana, pasa de soportar una
renta de un uso determinado, a otro de una jerarquía mayor, que genera una renta más elevada.
Los movimientos estructurales particulares de los precios del suelo urbano ocurren, precisamente,
cuando un terreno pasa de un estrato inferior a otro superior. Es el caso, por ejemplo, de una zona
comercial cuando se está expandiendo a costa de un área que previamente estaba destinada a
vivienda: los terrenos en el margen que son involucrados y que previamente tenían como renta
secundaria relevante la renta diferencial de vivienda, a partir de su absorción por la zona comercial
comienzan a soportar la renta diferencial de comercio. Durante el periodo de transición, el
crecimiento de sus precios se acelera, para después tomar el ritmo general de los lotes comerciales.
Otro caso notable en el de los terrenos rurales periurbanos que son absorbidos por la ciudad, y
cuando esto ocurre, comienzan a soportar rentas urbanas de las que antes carecían. En general,
estas mutaciones están ligadas a la expansión física de la ciudad o de sus componentes, pero no
siempre esto es indispensable. Una ciudad que no crece notablemente puede tener, sin embargo,
apreciables reacomodamientos que ocasionan en ciertos terrenos fenómenos como los aquí aludidos.
Puede verse asi com mayor nitidez que no se trata de acontecimientos coyunturales. Mirado esto a
nivel de la ciudad en su conjunto, una expansión física tendencial y uniforme, por ejemplo, estará
generando en los terrenos de su límite, y en los bordes entre una y otra actividad – los cuales urñan
cambiando a medida que se ensancha la ciudad-, estas transformaciones bruscas en sus precios.
Para cada lote se trata de un acontecimiento relativamente excepcional, pero es algo normal y
repetido desde la perspectiva de conjunto.