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Índice de contenido general

Presentación

XV
Prólogo XVII
Introducción XIX

Volumen 1
1. Generalidades 1
2. El Derecho prehispánico 31
3. Derecho castellano 115
Índice onomástico 162
Índice analítico 165

Volumen 2
4. Derecho indiano 1
5. Derecho insurgente 219
Índice onomástico 265
Índice analítico 269

Volumen 3
6. Derecho del México Independiente 1
7. El Derecho porfirista 143
8. El Derecho revolucionario 167

Bibliografía general 217


índice onomástico , 239
índice analítico 245
w

Índice de contenido

Presentación XV

Prólogo XVII

Introducción XIX

1. Generalidades

Concepto de historia del Derecho mexicano 1


Concepto de historia 1
Concepto de Derecho 4
Concepto de mexicano 5
El hecho histórico-jurídico 6
Características 6
Origen de la asignatura 8
El Derecho como constante histórica 8
La escuela histórica del Derecho 9
Evolución de la historia del Derecho 10
Método 12
Concepto de método 13
Métodos generales 13
Métodos particulares 14
Utilidad y características de la asignatura 16
Criterios que establecen la utilidad de la asignatura
en la formación del licenciado en Derecho 18
XII índice de contenido

Limitaciones de la investigación histórico-jurídica 21


Fuentes históricas del Derecho 23
Concepto de fuentes históricas del Derecho 23
Clasificación de las fuentes históricas del Derecho 24
Marco cronológico 26
Cronología de la historia de México 26
Cronología de la historia del Derecho mexicano 28
Relatividad territorial 29

2. El Derecho prehispánico
Justificación del tema 33
Limitaciones y cronología 35
Distribución geográfica de los pueblos prehispánicos de México 38
Importancia de la agricultura en el desarrollo
de los pueblos prehispánicos 39
Derecho olmeca 41
Importancia del arte olmeca 42
Economía 43
Otros aspectos de la cultura olmeca 43
Derecho teotihuacano 44
Derecho maya-quiché 46
Cronología 47
Fuentes 48
Organización política 50
Organización social 52
Estructura económica 55
Derecho penal 55
Derecho familiar 56
Derecho mexica, azteca o tenochca 58
Origen y peregrinación 58
Etapas históricas 60
Fuentes 61
Organización política 73
índice de contenido XIII

Los tlatoanis 76
El calpulli 82
Organización social 85
Organización económica 87
Instituciones militares 90
La tenencia de la tierra 92
Estructura judicial 93
Derecho procesal 95
Derecho penal 97
Derecho fiscal 99
Derecho familiar y educación 101
El mundo prehispánico en vísperas de la conquista 112

3. Derecho castellano
Área geográfica 116
Cronología y evolución histórica 116
Fuentes 120
Elementos jurídicos formativos 121
Celtas e iberos 121
Fenicios y cartagineses 122
Derecho griego 123
Derecho romano-bizantino 125
Derecho visigótico 126
Instituciones feudales 128
Derecho árabe 135
Derecho canónico 141
Derecho franco 145
La obra jurídica de Alfonso X el Sabio 147
Derecho foral 151
Los gremios 153
El consulado y las leyes mercantiles 154
Recopilaciones 155
Las universidades medievales 156
XIV índice de contenido

El Regio Patronato
159 160
El Derecho constitucional español
162 165
Índice onomástico

índice analítico
Presentación

Conocí al profesor Marco Antonio Pérez De los Reyes en la Facultad de


Derecho de la Universidad Nacional de México hace más de 25 años y
desde aquella época he estado atento a sus trabajos y a su ejercicio docen-
te. Hace varios años le solicité que escribiera una obra sobre historia del
Derecho mexicano para la colección de Oxford, a lo cual accedió. Sin
embargo, el profesor Pérez De los Reyes me dijo que primero tendría que
cumplir con una serie de compromisos que lo retardaron en la elabora -
ción de esta obra, la que después de algún tiempo concluyó y entregó a
esta Editorial.
El autor es un especialista en el tema al que le ha consagrado su vida.
Su conocimiento de la materia es amplio, lo que le permitió escribir una
obra muy completa que ahora se publica en tres volúmenes.
Asomarse a la historia es un ejercicio fundamental para comprender
al presente y mirar hacia el futuro. En el caso del Derecho mexicano este
ejercicio es todavía más importante en la medida en que sólo puede ser
entendido si se comprende a cabalidad cómo surgieron y se transforma-
ron sus instituciones. La forma en que la mayor parte de esas institucio -
nes que vinieron de otros sistemas jurídicos y culturales fueron recibidas
y aclimatadas a nuestro medio y a la manera en que hoy funcionan.
Por las características propias de su historia, el Derecho mexicano tie-
ne raigambre precolombina y sobre todo colonial, que más tarde fue tami-
zada por las ideas liberales francesas e italianas y a través del marco consti-
tucional de Estados Unidos de América. El accidentado siglo xix contribuyó
a darle un sentido singular a este Derecho. Las alternancias en el poder
entre liberales y conservadores dejaron su impronta en el derecho patrio,
de ahí la importancia de su estudio. Como dice el autor: "la historia del
XVI Presentación

Derecho mexicano proporciona los antecedentes histórico-jurídicos de las


normas e instituciones que configuraron el actual sistema jurídico mexi-
cano y contribuye a formar un criterio jurídico recogiendo las experien-
cias de anteriores generaciones, en la creación y aplicación del Derecho".
Agradezco al profesor Pérez De los Reyes por su trabajo y sólo espero que
su obra tenga el éxito editorial que merece.

Doctor Leonel Pereznieto Castro Director


Académico de la Colección de Derecho
Prólogo

La enseñanza de la Historia del Derecho mexicano cuenta con una larga


tradición en nuestra Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Au-
tónoma de México, donde su rango ha transitado de materia optativa a
obligatoria al consolidarse el reconocimiento de su trascendencia en la
formación del abogado. Sin embargo, el acervo bibliográfico especializa-
do, además de ser reducido no se ha adecuado lo suficiente a las exigencias
académicas que plantean los planes de estudio adoptados en la última dé-
cada del siglo xx, incluida nuestra máxima casa de estudios.
Por ello resulta sumamente significativa la presentación de este libro,
fruto de la amplia experiencia académica del doctor Marco Antonio Pérez
De los Reyes, catedrático de las Facultades y Escuelas de Derecho de las
Universidades Nacional Autónoma de México, Autónoma de Nayarit, La
Salle e Iberoamericana.
A lo largo de sus 28 años de vida académica, el autor ha impartido
Historia de Derecho mexicano, Historia universal del Derecho, Derecho
romano, Derecho electoral y Sociología. Evidentemente, esta amplia con-
junción de áreas afines del conocimiento jurídico es un factor que explica
en parte la perspectiva completa e integral que sobre esta especialidad nos
ofrece el magnífico trabajo que el lector tiene en sus manos.
Esta obra está integrada por ocho capítulos. El primero de ellos, titu-
lado Generalidades, analiza el concepto de historia del Derecho, narra la
trayectoria que esta asignatura ha tenido en la Facultad de Derecho, y ter-
mina con un estudio de los diferentes métodos que son empleados para el
desarrollo de la investigación histórico-jurídica.
El capítulo 2 ubica al lector en el poco explorado campo del Derecho
prehispánico, y en él Pérez De los Reyes ofrece un estudio detallado de los
sistemas jurídicos producidos por las naciones olmeca, maya y azteca, así
XVIII Prólogo

como de la organización política, social y económica que influyó en el


desarrollo de tal riqueza legal.
El estudio del Derecho castellano se desarrolla en el capítulo 3, en
donde se analiza la evolución del reino de Castilla y del Derecho castella-
no, sin dejar de comentar la importante obra de Alfonso X el Sabio, y la
formación de las universidades en la Edad Media.
El Derecho indiano es tratado en el capítulo 4, cuyo contenido incluye
las fuentes que sirvieron para la creación de aquél, la organización guber-
namental de la época, la estructura económica, social y religiosa de las
Indias y el importante tema del régimen de propiedad.
A continuación, en el capítulo 5 el autor trata con claridad sistemática, el
tema del Derecho insurgente, además de comentar las causas de la Guerra de
Independencia, hasta la consumación de la misma, y de resaltar las aportaciones
jurídico-políticas del movimiento encabezado por José María Morelos y Pavón.
El capítulo 6 analiza el Derecho del México independiente, a partir de
una concisa cronología de los dos imperios mexicanos, y de la República,
en sus diversas manifestaciones políticas, amén de tratar las constituciones
promulgadas de 1824 a 1857, así como las relaciones Estado-Iglesia, un
tema interesante y controvertido aun en nuestros días.
El Derecho porfirista es desarrollado en el capítulo 7, en el que se
tratan tanto la rebelión de La Noria como la de Tuxtepec-Palo Blanco, la
obra gubernamental y jurídica del porfirismo, así como los aspectos socia-
les, políticos, económicos y culturales de la época.
El último apartado está dedicado al Derecho revolucionario, y ofrece
un fecundo tratamiento de la problemática prerrevolucionaria, así como
de los movimientos revolucionarios de Madero y Zapata, entre otros, hasta
concluir con el Congreso Constituyente de 1916 y 1917 que nos legó la
Carta Magna vigente. En el contenido de este capítulo destaca el cuadro
comparativo de los gobiernos posrevolucionarios, ya que presenta una
panorámica sistematizada de nuestra historia reciente.
Como es natural, la obra está sustentada en una amplia bibliografía
que reafirma la autoridad de sus contenidos, al mismo tiempo que guía al
lector que desee acceder a fuentes de referencia adicionales.
Así, podemos afirmar que el lector tiene en sus manos una excelente
obra académica orientada especialmente a los estudiosos del Derecho. Por
ello, la comunidad jurídica mexicana se congratula por recibir del doctor
Pérez De los Reyes una obra de excelencia que enriquece notablemente nues-
tro patrimonio cultural y académico, de manera que le expresamos una
merecida felicitación, así como nuestro agradecimiento por beneficiarnos
con nuevos frutos de su enseñanza magistral.
Lic. Edmundo Elias Musi
Introducción

El Derecho, considerado como ciencia, exige el conocimiento de los as-


pectos positivos de los distintos sistemas jurídicos nacionales e internacio-
nales, pero también el análisis de sus raíces históricas, que a veces son muy
profundas e implican una postura determinada respecto a la resolución
de los casos concretos litigiosos que se presentan en la actualidad.
Todo estudioso del orden jurídico se ve en la necesidad de hacer refe-
rencias frecuentes a los orígenes de las instituciones que configuran el pano-
rama del Derecho. Por esta razón, para los académicos, tanto docentes como
investigadores, y desde luego para los estudiantes de Derecho, resulta de
primordial importancia adentrarse en el conocimiento histórico-jurídico.
Esta obra procura allegar a los juristas y a los estudiantes los aspectos
más destacados de la historia jurídica nacional, que tiene un contenido muy
rico, configurado por una amalgama de sistemas jurídicos originados ven
diversas culturas de América y del Viejo Mundo. No debe olvidarse que
Historia del Derecho mexicano es una asignatura que tiene presencia en
nuestros medios académicos desde el siglo xix, si bien con otras denomina-
ciones, como es el caso de Historia del Derecho patrio, que ya se impartía
en dos cursos anuales en la antigua Escuela de Jurisprudencia, y en los que
se analizaban no sólo aspectos netamente histórico-jurídicos, sino también
constitucionales, canónicos, etc. Actualmente es materia obligatoria en los
planes de estudio de casi todas las escuelas de Derecho públicas y privadas
del país; por cierto, en la Facultad de Derecho de la UNAM hasta fechas
muy recientes, con la profunda reforma planteada por la administración
del doctor Máximo Carvajal Contreras, la asignatura que había sido optativa
se elevó a la calidad de obligatoria en el segundo semestre de la licenciatura.
Debe tomarse en cuenta que también en casi todos los planes de estu-
dio de maestrías y doctorados en Derecho encontramos esta disciplina, si
XX Introducción

bien con contenidos académicos de diversa profundidad y especialización.


A pesar de ello, la bibliografía dedicada a esta materia estuvo reducida por
casi tres décadas a la obra de Guillermo Floris Margadant, que representó
un magnífico intento de síntesis, con el dinamismo y la erudición que ca-
racterizaron al inolvidable maestro.
En fechas relativamente cercanas se han publicado algunos libros como los
de José Luis Soberanes, Ariel Rojas Caballero y Graciela Macedo Jaimes, de la
UNAM, del Centro Universitario México y la Universidad Autónoma del Estado
de México, respectivamente. Cada uno de ellos es sin duda un valioso punto de
apoyo para facilitar la labor del docente y del alumno. Destaca igualmente el
texto del Oscar Cruz Barney, el más reciente en la materia y de gran calidad.
La obra que presentamos consta de ocho unidades vinculadas en una
exposición evolutiva acorde con el desarrollo de la historia nacional, con
una primera unidad introductoria que pretende proporcionar los elementos
básicos para la investigación y el estudio metodológico de la asignatura.
El texto se ilustra con cuadros sinópticos y tablas cronológicas que
consideramos que permitirán al lector una comprensión más cabal de los
diversos temas tratados. Asimismo, al final se presenta un cuadro en el
que se concentran los aspectos más destacados de la obra política, social,
económica y jurídica de los gobiernos de los presidentes posrevolucionarios,
incluidos los años de ejercicio de Ernesto Zedillo Ponce de León. Este
cuadro evolutivo seguramente servirá para que se entienda y valore nues-
tra historia jurídica reciente, que aunque parezca difícil de aceptar resulta
casi desconocida para muchos, tal vez porque los maestros prestamos ma-
yor atención a otras épocas históricas, ya que esta deficiencia también pue-
de observarse en los estudios de historia universal.
Cierro este mensaje con unas palabras de gratitud para Oxford
University Press México, prestigiada empresa editorial que cuenta con un
acervo bibliográfico indispensable para todo abogado, y que me ha brin -
dado la oportunidad de presentar este estudio que es el fruto de 28 años al
servicio de la cátedra universitaria.
Igualmente expreso mi gratitud a la Facultad de Derecho de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, mi Alma Mater, que me confió, el
22 de abril de 1974, la delicada y honrosa misión de catedrático, dignidad
que debe encabezar mi currículo, pues representa la responsabilidad de
formar a los juristas del país. Finalmente, manifiesto mi reconocimiento
sin límites a la profesora y licenciada Susana del Rocío Barragán Alatorre,
mi esposa, porque su apoyo académico, técnico y emocional han sido fun-
damentales para que el lector llegara a tener este texto en las manos.
EL AUTOR
1. Generalidades

Concepto de historia del Derecho mexicano

El nombre de nuestra asignatura está compuesto de tres vocablos: histo -


ria, Derecho y mexicano; en consecuencia, analizaremos por separado
cada uno de ellos a fin de obtener luego, al unirlos, un concepto razona -
do de historia del Derecho mexicano, lo cual es conveniente por las carac-
terísticas peculiares de la materia.
Antes de proceder de la manera indicada, recordemos que de acuer-
do con Aristóteles, padre de la Lógica, para proporcionar una definición
es necesario señalar dos aspectos básicos: el género próximo y la diferen-
cia específica. Se denomina género próximo a la parte del universo a la que
pertenece el objeto por definir; por ejemplo, la Tierra no es una persona,
ni una religión, ni un país, sino un planeta. En cuanto al género próximo, es
el conjunto de notas características que distinguen al objeto por definir
respecto a otros que comparten su lugar dentro del género próximo; por
ejemplo, la Tierra es el tercer planeta del sistema solar, en él se desarrolla
la vida humana, tiene un satélite lunar, etcétera.
De acuerdo con lo anterior, procederemos a definir los vocablos que
forman el nombre de nuestra asignatura.

Concepto de historia

Es la ciencia que estudia los hechos humanos, pretéritos y trascendentes.


Según Raúl Bolaños Martínez, la historia "es la ciencia que estudia y
sistematiza los hechos más importantes del pasado humano, analizados en
2 Historia del Derecho mexicano

función de sus antecedentes, causas y consecuencias...". 1 M. Bloch, historia-


dor francés, la considera "la ciencia de los hombres en el tiempo" .2
Mucho se ha discutido por los especialistas si la historia debe ser
considerada una disciplina, es decir, simple narración o descripción evo-
lutiva del desarrollo de la humanidad o si, por el contrario, estamos ante
una verdadera ciencia, lo cual implicaría advertir la relación de causa-efec-
to y las consecuencias de los hechos que analiza la historia, de la misma
manera que aceptar su vinculación y posibilidad de postular leyes que
expliquen los cambios históricos presentados por la humanidad. Así, el
tratadista César Cantú afirma: "Para que la historia se convierta en ciencia
no basta que contenga tradiciones vagas e inconexas, sino que requiere
hechos averiguados, observados, clasificados y bien descritos". 3
Este afán de entender a la historia como ciencia lo encontramos ya en
autores del siglo xvIII influidos por la corriente enciclopedista, como es el
caso de Bossuet, Voltaire, Condorcet, Vico y Montesquieu, preocupados
todos ellos por la causalidad histórica y siempre con la inquietud de que los
estudios históricos sirvan de ejemplo para evitar errores cometidos por
generaciones pasadas. De ahí surgió la idea de que la historia es "la gran
maestra de la vida".
En el siglo xix se dieron los pasos necesarios para considerar la historia
como una ciencia, a lo que contribuyó muchísimo el trabajo realizado por
especialistas como Mommsen, Thierry, Fustel de Coulanges y particular-
mente Hegel, quien distinguió entre las ciencias del hombre y las ciencias de
la naturaleza, lo que luego dio pie para que Wilhem Dilthey manifestara que la
historia implica evolución, libertad, mientras que la naturaleza implica orde-
nación mecánica, necesidad.4 A su vez, Karl Marx con su materialismo his-
tórico y dialéctico, que entiende la historia como el resultado de la lucha de
clases, dio origen a un mayor rigor en el manejo de las fuentes de la historia.
Hoy es evidente que el historiador se esfuerza por ser menos anecdótico y
más cuidadoso en comprobar los hechos que manifiesta. Precisamente gra-
cias a ese cuidado en el manejo de sus fuentes, de ese apego a lo comproba-
ble y de esa necesidad de buscar la causalidad de los hechos, no tanto de
describirlos, la historia va adquiriendo rango de ciencia. En este sentido se
postulan, entre otros, Thomas Hobbes, que la define como la "ciencia del
saber de hechos"; Schopenhauer, que la llama "ciencia empírica o a posterior!

1
Edward H. Carr, La Historia, Salvat, Barcelona, 1973, pág. 30.
-'Juan Brom, Para comprender la Historia, Nuestro Tiempo, México, 1987, pág. 17.
3
César Cantú, Historia universal, Gassó Hermanos Editores, Barcelona, s/f, tomo I, pág. 88.
' H. Carr, op. cit., pág. 53.
1. Generalidades 3

fundada en la teoría de los motivos", y Wuntd, para quien la historia es


"ciencia real del espíritu sistemático".5
La historia se considera una ciencia porque presenta los elementos bási-
cos de la misma, es decir, tiene un objeto de estudio, un método y un sistema:

• Objeto de estudio. Los hechos humanos pretéritos y trascendentes.


• Método. La historia puede estudiarse con diversos métodos propios,
sin que éstos sean contradictorios entre sí; antes bien, son comple-
mentarios.
• Sistema. Hoy los amplios conocimientos conseguidos por la historia
son complejos y jerarquizados, es decir, parten de los aspectos más
generales y simples hasta alcanzar los más elevados y especializados.

Lo anterior implica la necesidad de contar con medios didácticos cada


vez más acordes con la realidad del hombre actual y su necesidad de abar-
car, en el menor tiempo posible, la mayor información en todas las áreas.
En cuanto hace a la formulación de leyes científicas, último requisito
básico para que la historia sea unánimemente aceptada como ciencia, cabe
destacar que al precisar su objeto de estudio no debemos limitarnos a
suponer que basta describir de manera real y concisa los hechos humanos
pretéritos y trascendentes, sino que resulta indispensable comprender las
causas que los motivaron y prever consecuencias, hasta donde lo permi -
ten las ciencias sociales, tomando en cuenta la variable del albedrío y que,
dadas las mismas causas y necesidades, se obtendrán resultados similares.
Según Luis Recaséns Siches,6 el albedrío se manifiesta en la libertad
de elección entre opciones reales que tienen los sujetos y las sociedades;
en consecuencia, al ser el albedrío el fruto de la más amplia libertad del
individuo puede, sin embargo, preverse en sus posibilidades y consecuen-
cias. En otras palabras, el hombre no hace lo que quiere, sino lo que pue-
de, y su albedrío se ejerce solamente en cuanto a la elección que haga entre
las opciones que se le presentan en cada caso concreto.
Por eso podemos concluir con José Fortuna 7 afirmando que el obje-
tivo de la historia "no es satisfacer nuestras curiosidades, ni enriquecer -
nos eventualmente, sino averiguar cómo funcionaron las sociedades en el
pasado, para que podamos entender cómo lo hacen hoy, ayudar a la gente
a comprender su situación, haciéndoles inteligible el pasado".
3
Juan Brom, op. cit., págs. 16 y siguientes.
6
Luis Recaséns Siches, Introducción al estudio del Derecho, 9a. ed., Ponúa, México, 1991, págs. 20 y
siguientes.
7
H. Can-, op. cit., pág. 10.
4 Historia del Derecho mexicano

Con base en los planteamientos expuestos, sostenemos que la histo-


ria es una ciencia y que en ella no cabe el refrán popular de que "la historia
la hacen los vencedores". Esto será válido en el fraude histórico, en la
llamada historia oficial, pero no en la verdadera ciencia histórica que bus-
ca, con apego irrestricto a un método, los hechos del hombre, ocurridos
en el pasado, debidamente relacionados y analizados en sus causas, con-
texto, desarrollo y consecuencias.
Es de advertirse que, como ocurre en muchos casos, el sustantivo his-
toria desempeña un doble papel: por un lado denomina al conjunto de
hechos humanos, pasados y trascendentes, y por otro a la ciencia que los
investiga, analiza y divulga. Ello significa que se define como historia a la
vez su objeto y la ciencia misma. Por último, etimológicamente historia sig-
nifica "indagación", en este caso de los hechos pretéritos de la humanidad.
Actualmente se pretende elaborar una historia integral que abarque
no sólo los aspectos políticos y anecdóticos más destacados, sino la activi-
dad total de los hombres en los ámbitos económico, jurídico, religioso,
sociológico, etc., para buscar en el pasado la explicación del presente y
crear así las condiciones que permitan prever el futuro.
Además, no debemos olvidar que los hechos estudiados por la histo-
ria, como todo lo que el hombre hace, son fenómenos plurifactoriales, es
decir, son producidos por varios factores que inciden a la vez para gene-
rarlos, aunque en proporciones diferentes.
Por otra parte, la historia, como ciencia muy amplia, ha ido especializán-
dose en varias áreas, por ejemplo, historia de la Medicina, de la Economía, del
Derecho, etc., cada una de las cuales ha de combinar sus temas y métodos de
estudio específicos con los que son propios de su tronco común: la historia.

Concepto de Derecho

Según Eduardo García Máynez, 8 el Derecho puede considerarse desde


tres puntos de vista:
a) Como conjunto de normas impero-atributivas; así, el Derecho es, en
última instancia, normatividad, y éste sería el sentido objetivo de la
definición de Derecho.
b) Como una facultad derivada de la norma, como cuando decimos
"mi derecho de libre tránsito", o "mis derechos políticos", lo que
equivale al sentido subjetivo del Derecho.
' Eduardo García Máynez, Introducción al estudio del Derecho, 42a. ed., Porrúa, México, 1991, págs. 36 y
siguientes.
1. Generalidades 5

c) Como el estudio metódico y sistematizado de la normatividad. Así,


hablamos del Derecho como profesión, como ciencia e incluso de
sus especialidades académicas, como el Derecho agrario, el Derecho
penal, etcétera.

En cuanto a la historia del Derecho mexicano, estudia al Derecho en


sus tres opciones posibles. Así, se estudian normas que estuvieron vigen-
tes en el pasado, como las Leyes de Indias o el Código Civil de 1870; de la
misma manera, facultades que se tuvieron o no en otros tiempos, como el
derecho de huelga, y finalmente, también se estudia la evolución que ha
sufrido la ciencia jurídica, por ejemplo, el Derecho administrativo que se
derivó del Derecho constitucional o la relativamente reciente creación del
área de los llamados derechos sociales. En consecuencia, más que hablar de
Derecho deberíamos considerar como objeto de estudio el sistema jurídi-
co mexicano, debido a que con el término sistema jurídico abarcamos el
Derecho en sus tres formas de manifestarse, independientemente de que
también comprenderíamos sus subsistemas de aplicación como son el
ámbito federal, el local y el municipal. En este sentido se presenta la obra
de José Luis Soberanes Fernández, titulada precisamente Historia del siste-
ma jurídico mexicano.

Concepto de mexicano

Normalmente entenderíamos como mexicano lo relativo a nacionalidad, es


decir, lo perteneciente a México como país, y así tendríamos que buscar
en el Derecho constitucional y en el Derecho internacional público y pri-
vado un concepto adecuado, que incluso encontraríamos en la Sociolo-
gía si lo consideramos vinculado al concepto de nación. De esta manera,
el art. 30 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece
quiénes son mexicanos por nacimiento o por naturalización, y los arts. 42
y 43 del mismo ordenamiento señalan las partes integrantes del territorio
nacional y de la federación. Sin embargo, en la historia del Derecho mexi-
cano se deben estudiar épocas en las que el país no tenía los límites actua-
les y tampoco existía éste como tal y, en consecuencia, menos se contaba
con un concepto o con un sentimiento de mexicanidad; tal sería el caso
de la época prehispánica o de la colonial. Por ello, proponemos que lo
mexicano sea entendido como el conjunto de elementos culturales que
contribuyeron a formar la nacionalidad mexicana actual.
Esta idea, de orden netamente cultural, permite abarcar una temática rica
y amplia, y justifica estudiar en esta obra aspectos generales del Derecho árabe,
6 Historia del Derecho mexicano

visigótico o carolingio, ya que contribuyeron, así sea de manera indirecta


y limitada, a la formación del sistema jurídico mexicano actual.
Por consiguiente, la historia del Derecho mexicano es la ciencia que estu-
dia el origen, los elementos formativos y el desarrollo del sistema jurídico na-
cional. Esta definición coincide en términos generales con la que de la historia
del Derecho nos da Jorge Basabe: "estudio de la naturaleza, elementos, caracte-
rísticas y variaciones sufridas por un sistema jurídico del pasado".'1
José Luis Soberanes Fernández considera que es la "disciplina que
estudia de manera sistemática, crítica e interpretativa los fenómenos jurí-
dicos del pasado que han tenido verdadera importancia y trascendencia
en la sociedad mexicana".10

El hecho histórico-jurídico
El objeto mismo de la historia es el hecho histórico, es decir, el actuar del
hombre en otras épocas. Alberto Malet señala: "El conjunto de los hechos
históricos ocurridos desde la más remota antigüedad hasta nuestros días
constituye la historia... Sin embargo, no todos los hechos del pasado en-
tran en la historia; sólo son hechos históricos los que han influido de
algún modo en los acontecimientos posteriores." 11
Ahora bien, nuestro objeto de estudio se limita al campo del Dere-
cho; así, puede hablarse del hecho histórico-jurídico como un aconteci-
miento humano pretérito con contenido normativo, por ejemplo, la ex-
pedición y vigencia de las Siete Partidas, el procedimiento inquisitorial, el
juicio militar incoado a Maximiliano de Habsburgo o los debates del Con-
greso Constituyente de 1916-1917.

Características
De este modo, el hecho histórico y específicamente el hecho histórico-
jurídico presenta las características siguientes:

1. Es humano. En virtud del albedrío, facultad única del ser humano, a


éste es a quien corresponde ser actor de la historia, tomando decisio-
nes y emprendiendo afanes que nacen de su libertad de elección en-
'■' Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano. Paquete Didáctico de la Dirección
de la Universidad Abierta de la Facultad de Derecho de la UNAM, México, 1983, pág. 13.
'"José Luis Soberanes Fernández, Una aproximación a la historia del sistema mexicano, Fondo de
Cultura Económica, México, 1992, pág. 10.
" Alberto Isaac J. Malet, Historia del Derecho, Editora Universal, México, 1968, pág. 4,
1. Generalidades 7

tre opciones dadas para un caso concreto. De esta manera, la historia


siempre describe y explica hechos realizados por los hombres, y si en
sus páginas aparecen descritos algunos seres irracionales, como Bu-
céfalo, el caballo de Alejandro, o eventos naturales, como la destruc-
ción de Pompeya y Herculano por la erupción del Vesubio, es por la
vinculación que tuvieron con un personaje histórico o una sociedad
antigua o por la influencia que ejercieron en ellos. Es pretérito. La
historia siempre trata de acontecimientos ocurridos con anterioridad,
ya sea lejanos o cercanos. Si describiera el presente o las
posibilidades futuras estaría invadiendo los terrenos de otras
disciplinas como la Sociología, el Derecho, la Demografía, la Econo-
mía, etc. No obstante, la historia, como ciencia que es, puede mani-
festar posibilidades para el futuro, ya que la ciencia no sólo se propo-
ne conocer y comprender sino que, y ésta es su finalidad más noble,
aplica sus logros al mejoramiento humano. También esta finalidad
se cumple en el caso de la historia, puesto que su conocimiento per -
mite al hombre intervenir con creciente libertad y conciencia en su
propio desarrollo.
Sin embargo, el objeto de estudio de la historia y de la historia
del Derecho se limita a analizar los hechos ya ocurridos.
Es de naturaleza normativa. Independientemente de su contenido eco-
nómico, político, militar, social, religioso, etc., la historia debe guar-
dar vinculación con el Derecho. De esta manera, cuando examinamos
por ejemplo el Derecho prehispánico, estudiaremos sus normas, orga-
nización política, sistema agrario y de propiedad, familia, la estructura
y el desempeño de sus tribunales, temas todos que nos dan cuenta de
su sistema normativo, sin que penetre en otros aspectos muy impor-
tantes pero ajenos al Derecho, como sería el caso de sus concepciones
religiosas o conocimientos médicos, astronómicos o matemáticos. Es
trascendente. Esto implica que sus consecuencias influyeron en ge-
neraciones incluso posteriores; por ejemplo en 1943, el Presidente
Manuel Ávila Camacho abrió al servicio de la clase trabajadora el
Instituto Mexicano del Seguro Social, institución que sigue siendo
de importancia básica en el contexto nacional.
Es único. Los hechos históricos en general son irrepetibles, lo cual des-
carta otro refrán popular que afirma que "la historia vuelve a repetir-
se", esto independientemente de las teorías cíclicas, que tratan de estu-
diar el desarrollo de la historia como una vuelta a los orígenes. Así, se
ha hablado de morfologías, es decir, grandes regularidades que se repi-
ten en ciclos, lo que de ser cierto no sólo nos permitiría comprender el
8 Historia del Derecho mexicano

pasado, sino incluso profetizar con mucha aproximación el porvenir.


En este sentido se han pronunciado historiadores como Oswald
Spengler y Arnold J. Toynbee, este último con la concepción de que la
historia es obra de individuos y de reducidas minorías elegidas.
No obstante, no debemos confundir hechos históricos de carac-
terísticas semejantes que, sin embargo, son en esencia únicos en su
propia manifestación. De lo contrario, se podría decir de los hom -
bres que son semejantes entre sí como cualquier ser irracional por -
que nacen, se desarrollan, se reproducen, envejecen y mueren, sin
tomar en cuenta la individualidad biográfica de cada uno de ellos.
6. Es inmodificable. Por virtud de la característica anterior, si el hecho ya
no ha de volver a vivirse, no puede modificarse, aunque podemos
evitar sus consecuencias posteriores, por ejemplo, derogando una
norma, reformando la Constitución, indemnizando al afectado, etc.
Pero lo ocurrido ya no puede alterarse y cualquier intento por hacer
lo originaría un fraude histórico, una pérdida de la objetividad que
debe perseguir no sólo la ciencia, sino cualquier disciplina académica.
7. Es testimonial. Si bien el hecho histórico-jurídico no se repite, quedan
huellas de su existencia, que constituyen las fuentes del Derecho; por
ejemplo, la tradición oral, los documentos, testigos, descripciones,
reportajes, grabaciones, archivos, etcétera.

Origen de la asignatura
El Derecho es una creación cultural tan antigua como puede serlo la vida
humana comunitaria; sin embargo, dentro de la ciencia jurídica la especia-
lidad encargada de historiarlo es relativamente nueva.

El Derecho como constante histórica

A través de los tiempos encontramos instituciones o creaciones humanas


que siempre han existido, aunque con distintos grados de evolución. Tal
es el caso de la familia, la religión o la educación, instituciones de presen-
cia permanente y universal a las que llamamos constantes históricas. El Dere-
cho es igualmente una constante histórica, porque ya en las sociedades
primitivas hallamos rudimentos normativos, si bien mezclados con nor-
mas de tipo religioso y social. Así, podemos concluir que no hay socie -
dad, por elemental que sea, que no cuente con un sistema normativo de
imposición coercible, es decir, con un sistema de Derecho, razón por la
cual muchos hablan de éste como una constante histórica y social.
1. Generalidades 9

La escuela histórica del Derecho

Esta escuela interpretativa del Derecho, surgida a principios del siglo xix
en Alemania, se basa en la concepción de que el Derecho no es un pro-
ducto de la razón sino del espíritu del pueblo. Por tanto, nace de la entra -
ña misma de cada pueblo y de su historia. Es, además, parte orgánica de la
vida nacional y, por ende, emanación de su sentir ético-espiritual, que
cambia cuando cambia ese sentir.12
Por lo mismo, esta escuela considera necesario que los juristas al inter-
pretar una norma lo hagan dentro del contexto de otros conocimientos con-
temporáneos de economía, sociología o política. Esto era de aplicación indis-
pensable, sostenían los historicistas, cuando se trataba del estudio del Derecho
romano, cuyas características e instituciones no serían entendidas más que a
la luz del marco cultural de la propia civilización romana, de ahí que fue en el
campo de esta especialidad donde nació y se desarrolló la escuela histórica.
En la Universidad de Gottingen, en 1788, un maestro de Derecho ro-
mano escribió la obra titulada Manual de Derecho natural, que otro ilustre
alemán, Karl Marx, denominó el antiguo testamento de la escuela histórica. En
ese libro se considera al Derecho como un producto histórico, ya que sus
normas son reflejo de cada sociedad en un contexto temporal determina -
do y, por ello, sólo pueden ser interpretadas y entendidas dentro del mismo
marco de referencia. Con estas ideas, su autor Gustav Hugo se convirtió en
el "padre de la historia del Derecho", disciplina que entonces se hizo necesa-
ria para establecer una auténtica interpretación normativa.
Entre los discípulos de Hugo sobresale Friedrich Karl von Savigny, quien
destacó como un importante tratadista de Derecho romano y cuya obra e in-
fluencia intelectual aún persisten. Él manifestaba que el Derecho es un produc-
to histórico y social, puesto que cada sociedad genera su propio sistema nor-
mativo; además, sostenía que el Derecho alemán se derivaba directamente del
Derecho romano, por lo cual se le tiene como uno de los fundadores de la
escuela romanista del Derecho. Otro discípulo famoso fue Friedrich Eichhorn,
quien escribió Historia del Estado y del Derecho, prácticamente el primer libro
de historia del Derecho. Este autor postulaba que el Derecho alemán encuen-
tra sus raíces en el sistema jurídico de los pueblos autóctonos de esa nación,
por lo que se le considera uno de los fundadores de la escuela germanista.
Como puede observarse, en una o en otra escuela se está atendiendo a los
antecedentes histórico-jurídicos, en este caso del Derecho alemán.
Seguidores de la escuela histórica del Derecho en general fueron
Mommsen y Jhering, entre otros. La escuela histórica del Derecho distin-
12
Sabinúm Ventura Silva, Derecho romano, 6a. ed., Porrúa, México, 1982, pág. 53.
10 Historia del Derecho mexicano

guió entre historia política, especialmente constitucional, e historia del


Derecho, que apareció entonces como una disciplina autónoma, e inclu -
so se intentó establecer las leyes generales de la evolución del Derecho,
más allá de la individualidad de los ordenamientos nacionales.

Evolución de la historia del Derecho


A partir del siglo xix se multiplicaron los autores y las obras que estudiaban
la evolución histórica de sus respectivos sistemas jurídicos, como se mues-
tra en el cuadro 1.1.
Cuadro 1.1. Estudiosos de la evolución histórica del Derecho
País Autores
Alemania Theodoro Mommsen, Ludwig Mittels, Heinrich Brunner y Richard Scroder, entre
otros
Francia Fustel de Coulanges, Gustave Gloze, Adhemar Esmein, Paul Viollet, Jubainville,
Brissaud, Emile Chinon, Declarevil, etcétera
Inglaterra Ernest Glasson y Edward Henks
Italia Salvioli y Solmi, entre otros
España Francisco Martínez Marina, Rafael Altamira, Eduardo de Hinojosa, Minguijón,
Torres López y Alfonso García Gallo, entre otros
Perú Román Alzamora, Eleodoro Romero, Toribio Pacheco, Fuentes, Jorge
Basabe, etcétera
Cuba F. Carrera y Justiz
Chile Valentín Letelier, Carlos Hamilton, Aníbal Bascuñón, Maquilet Quesada, Urrutia
Salas, etcétera
Argentina Daniel Antokoletz, Ricardo Levene y Donato L Frías, entre otros
Brasil Isidoro Marins
Bolivia Medrano Ossio
Colombia Martínez Sarmiento
Costa Rica Alberto Brenes Córdova

República Gustavo A. Mejía y D. Báez


Dominicana
Venezuela Jesús Vásquez Gayoso
El Salvador N. Rodríguez Ruiz
Paraguay Juan José Soler13

13
Para conocer los títulos de las obras de estos autores, las fechas de sus ediciones y sus características
más relevantes, véase Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano. Antología,
División de Universidad Abierta, Facultad de Derecho, UNAM, México, 1994, tomo I, págs. 34 a 43.
1. Generalidades 11

Para el caso de México, en 1833 el entonces Vicepresidente de la Re-


pública, Valentín Gómez Farías, en funciones de Presidente sustituyendo
al general Antonio López de Santa Anna, suprimió la Universidad de Méxi-
co, a la vez que creó la Dirección General de Instrucción Pública para el
Distrito y Territorios Federales, en la cual se fundó la Escuela de Ciencias
Jurídicas, que se instaló en el edificio que antes ocupaba el Colegio de San
Ildefonso.
La mencionada institución contemplaba en su plan de estudios dos
cursos de Derecho patrio, materia que en términos generales puede equi -
pararse a la historia del Derecho mexicano, si bien destacando únicamen te
los orígenes españoles. Diez meses más tarde, en julio de 1834, el Presi-
dente Santa Anna restableció la Universidad y dispuso que el estudio de la
jurisprudencia se llevara a cabo en los colegios de San Juan de Letrán y de
San Gregorio, en cuyas cátedras se incluía la Historia del Derecho civil,
romano, canónico, patrio y natural, en lo que constituía una verdadera
enciclopedia de estudios histórico-jurídicos. A partir de entonces los co-
nocimientos propios de la historia del Derecho mexicano quedaron, a
través de las diversas reformas académicas a los planes de estudios, en el
área del Derecho civil, romano, canónico o constitucional. Es interesante
destacar que en 1858, durante la presidencia del general Félix Zuloaga, se
estableció una cátedra de Derecho romano comparado con Derecho pa -
trio y que a partir de 1867, a la caída del Segundo Imperio, quedó asenta-
da la existencia de dos cursos de Derecho patrio, que se impartían en el
segundo y tercer años de la carrera.
En 1914 el director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, José
Natividad Macías, manifestaba:

La historia interna y externa del Derecho no consiste en una simple relación de


antecedentes, sino en la exposición sistemática de sus tendencias y de su desarrollo
evolutivo en cada época y en cada raza, es decir, en sus diferenciaciones o adaptaciones
a las necesidades sociales en los diversos pueblos a medida que éstos han avanzado en
la senda del progreso hasta el momento de la civilización actual.14

En 1929 se fundaron dos cursos de historia del Derecho mexicano,


que posteriormente se redujeron a uno que quedó en calidad de materia
optativa, para cursarse en el quinto año de la licenciatura en la Escuela
Nacional de Jurisprudencia. A partir de entonces esta asignatura se ha
incorporado prácticamente a todos los planes de estudio de la licenciatu -
ra en Derecho, en escuelas y facultades públicas o privadas, y en casi todos

Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano, op. cit., pág. 25.
12 Historia del Derecho mexicano

ellos aparece como materia obligatoria, incluso en la Facultad de Derecho


de la UNAM, a raíz de la reforma realizada hace algún tiempo.
Paralelamente, aunque con dificultad, se ha desarrollado la historio-
grafía del Derecho mexicano, es decir, el conjunto de autores nacionales o
extranjeros que han cultivado esta disciplina. No haremos mención de los
tratadistas de épocas específicas, como es el caso del Derecho indiano o del
prehispánico, en virtud de que se tratarán en detalle en su oportunidad.
Más bien queremos mencionar a los tratadistas que de alguna manera han
abarcado el panorama general de la asignatura, entre ellos Jacinto Pallares
con su Curso completo de Derecho mexicano o exposición filosófica, histórica y
doctrinal de toda la legislación mexicana, en dos tomos, de los cuales el segun-
do se dedica a temas de nuestra asignatura; José Miranda, autor español,
con su obra Las ideas y las instituciones políticas mexicanas; Toribio Esquivel
Obregón, con sus clásicos Apuntes para la historia del Derecho en México;
Javier Cervantes y su Tradición jurídica de Occidente; Guillermo Floris
Margadant y su obra precursora Introducción a la historia del Derecho mexica-
no; José Luis Soberanes Fernández, con dos textos básicos para nuestro
tema: Una aproximación a la historia del sistema jurídico mexicano e Historia del
Derecho mexicano. Cabe mencionar que en forma monográfica, es decir, de
desarrollo de temas específicos, como la encomienda indiana, el calpulli
azteca o las Leyes de Reforma, la bibliografía suele ser abundante, pero la
panorámica general de la materia es aún terreno en el que han incursiona-
do pocos tratadistas.15

Método

Aun cuando hemos insistido en el carácter científico de la disciplina que


nos ocupa, es necesario que hagamos algunas anotaciones en torno al
método al que debe apegarse nuestra investigación y exposición temática.
En el conocimiento científico se da una trilogía de elementos: a) sujeto,
quién conoce; b) objeto, qué conoce, y c) método, cómo conoce. En las
Ciencias Naturales es más difícil que se plantee el problema de la objetivi-
dad del investigador, ya que los fenómenos que estudia son, en términos
generales, ajenos a sus convicciones y posturas ideológicas o morales. Así
es posible estudiar, sin problemas de conciencia, el movimiento de los
astros, las corrientes marinas o la migración de las aves, mientras que el

15
Para ahondar en la historiografía del Derecho mexicano recomendamos consultar la magnífica
síntesis elaborada por José Luis Soberanes Fernández, Una aproximación a la historia del sistema
jurídico mexicano, op. cit., págs. 13 a 26.
1. Generalidades 13

problema de respetar la objetividad que merece la investigación científica


se presenta con mayor dificultad en el caso de las Ciencias Sociales, pues-
to que puede vulnerarse la identidad moral, filosófica, religiosa o política
del investigador al estudiar su objeto y al obtener sus conclusiones. De
esta suerte, resulta más difícil ser objetivos cuando se trata del análisis del
aborto, de la economía neoliberal o de las relaciones Iglesia-Estado. Por
eso, al estudiar los temas histórico-jurídicos debemos ser muy estrictos en
la aplicación del método apropiado, a fin de no caer en la tentación de
hacer de cada tema un motivo de interminables discusiones, la mayor parte
de las veces con resultados académicos muy pobres.

Concepto de método

La palabra método proviene del griego methos, que significa "camino, di-
rección", y se puede definir como el conjunto de procedimientos y técni-
cas aplicables para obtener un conocimiento. En cada área de conocimiento
deben aplicarse métodos específicos que serán determinados por la natu-
raleza del objeto de estudio; por eso el maestro español Alfonso García
Gallo señala: "El modo de concebir y elaborar la ciencia de la historia del
Derecho no puede quedar al arbitrio del estudioso, sino que le viene im -
puesto por el objeto de que se ocupa." 11'

Métodos generales

Se llaman métodos generales los que son aplicables en cualquier área del
conocimiento, incluso en los conocimientos vulgares que carecen de siste-
matización; están basados en los principios elementales de la lógica y, por
lo mismo, se utilizan en todo razonamiento, por sencillo que éste sea.
Esos métodos son los siguientes:

a) Inducción. Partiendo de la frecuencia de casos particulares reiterati


vos en un mismo sentido, se abre la posibilidad de formular un crite
rio general; en otras palabras, consiste en ir de lo particular a lo gene
ral. Este método en Derecho positivo es adecuado para la formación
de la jurisprudencia.
b) Deducción. Exactamente opuesto al anterior, en el que de una regla
general se desprende el caso particular, es el método propio de la
aplicación de la ley, cuando el juzgador determina lo conducente al
|1J
Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano, op. cit., pág. 36.
14 Historia del Derecho mexicano

caso concreto que le toca resolver, gracias a la identidad que se da


entre lo previsto por la norma y lo sucedido en la realidad que ahora
conoce.
c) Análisis. Consiste en la descomposición de un todo en sus elementos
integrantes para conocer sus alcances e interrelaciones; es un méto
do de constante aplicación para el jurista cuando estudia un caso
puesto a su consideración.
d) Síntesis. Es la conformación de un todo a partir de sus elementos
constitutivos, método usual en la redacción de sentencias y resolu
ciones, en donde se deben dar los antecedentes, los puntos contro-
versiales, los aspectos debidamente probados, los fundamentos lega
les y por último los puntos resolutivos de la autoridad en ese caso
concreto.

Métodos particulares

Son métodos utilizados frecuentemente en nuestra asignatura, los cuales


no se excluyen entre sí; antes bien, se complementan y nos dan, si aplicamos
varios de ellos para estudiar un hecho histórico-jurídico concreto, la opor-
tunidad de obtener mayor información y contar con una base para su ade-
cuada comprensión. Estos métodos son principalmente los siguientes:

1. Método histórico o evolutivo. Consiste en estudiar una misma institu


ción o una sociedad a lo largo de sus etapas de desarrollo; por ejem
plo, estudiar la historia de la Ciudad de México a partir de su pasado
prehispánico, novohispánico, durante el siglo xix y en las distintas
décadas del siglo xx hasta nuestros días. Este método es el común en
cualquier obra histórica nacional o universal.
2. Método cronológico. Presenta dos aspectos, el primero de los cuales con
siste en ubicar el acontecimiento por estudiar, con la mayor precisión,
dentro de una escala temporal determinada, es decir, fechar el hecho.
Esto no siempre resulta fácil, sobre todo si pensamos en acontecimien
tos ocurridos en la época prehispánica. El segundo aspecto consiste
en relacionar acontecimientos anteriores, contemporáneos o posterio
res con los que guarda relación el fenómeno histórico que queremos
analizar. Debemos recordar que ningún acontecimiento humano está
aislado, sino que mantiene estrecha vinculación con otros de tipo po
lítico, económico, ideológico, religioso, militar, etcétera.
3. Método comparativo. Pretende confrontar dos o más hechos históri
cos para observar entre ellos semejanzas y diferencias, a fin de encon-
1. Generalidades 15

trar fundamentos similares de causalidad y evolución; por ejemplo,


comparar la conquista de México con la de Perú o comparar la Gue-
rra de Independencia surgida a principios del siglo xix en casi todos
los países de América.
4. Método dialéctico. Sostiene que la historia es el resultado del enfrenta-
miento de grupos de poder y de fuerzas sociopolíticas contradicto
rias. Se parte de la tesis, confrontada con una antítesis y se llega a una
conclusión: la síntesis. Se elimina todo lo anecdótico o particular
para destacar el enfrentamiento de grupos que produce un hecho
histórico determinado. Este método es de gran utilidad al estudiar,
por ejemplo, la causalidad y los efectos de las revoluciones que de
tiempo en tiempo se manifiestan en la historia.
5. Método sociológico. Rechaza la idea de que la historia debe ser sólo la
narración de las grandes biografías, es decir, el estudio de la vida y
obra de las personalidades que tuvieron la facultad de tomar las deci
siones fundamentales en una sociedad. Por el contrario, en este mé
todo se pretende poner de relieve las costumbres, el desempeño y la
manera de ser de los pueblos y las civilizaciones. Así, es cada vez más
marcada la tendencia a estudiar a los aztecas, a los romanos o a los
vikingos, independientemente de sus líderes políticos, religiosos o
militares, atentos sólo a su forma de vida cotidiana.
6. Método descriptivo. Pone énfasis en narrar con la mayor precisión y
detalle posibles los hechos ocurridos. Este método, proclive a la anéc
dota y a la anotación de aspectos muy poco divulgados, presenta el
inconveniente de ampliar exageradamente los volúmenes de la obra
histórica, pero a la vez aporta tal cantidad de información, que resul
ta básica para apoyar la aplicación de otros métodos históricos.
7. Método comprensivo. Pretende buscar siempre la causalidad y las con
secuencias de los hechos de la historia. Así, no basta conocer que
Hernán Cortés ordenó desmantelar y hundir sus naves en las costas
de Veracruz, sino explicarnos el porqué de esta determinación, ya
que al respondernos respecto a sus razones estaremos desentrañan
do la motivación de la conquista española y los intereses políticos en
juego en su época, a la vez que podremos entender otras determina
ciones básicas de nuestra historia jurídica; por ejemplo, saber a qué
se debió la fundación de la Villa Rica y la integración del primer Ayun
tamiento indiano.
8. Método integral e historia externa del Derecho. Estudia el sistema jurídi
co en forma panorámica, abarcando sus principales áreas e institu
ciones. Por ejemplo, cuando estudiamos el sistema jurídico azteca o
16 Historia del Derecho mexicano

el novohispano se dice que estamos analizando la historia jurídica


externa basada en lo que fueron sus fuentes formales, leyes, costum-
bres, doctrina y jurisprudencia.
9. Método sistemático e historia interna del Derecho. Estudia una a una las
instituciones jurídicas a lo largo de su desarrollo histórico; por ejem-
plo, la historia del matrimonio desde los pueblos prehispánicos has -
ta nuestros días, o la historia del delito de violación, o de los títulos
de crédito, o del derecho de huelga. En este caso se dice que estamos
haciendo historia interna del Derecho, puesto que se estudia una ins-
titución jurídica en particular tratando de desentrañar sus antece-
dentes desde la antigüedad más remota. Este método es propio de
monografías, tesis, tesinas y demás estudios particularizados de las
diversas disciplinas jurídicas.
En realidad, si observamos los dos últimos enfoques de la historia
jurídica podemos afirmar que la historia externa es sólo un instrumento
para desarrollar dentro de él la historia interna. La distinción entre ambos
tipos de historia jurídica fue señalada por primera vez por Leibniz, al tra-
tar el tema de la que llamó jurisprudencia histórica. En todo caso, no se
debe perder de vista que el Derecho es un fenómeno evolutivo y que la
aplicación de estos métodos particulares nos ayuda a comprender las di-
ferentes etapas de desarrollo y las tendencias de cambio que se presentan
entre las instituciones y los sistemas jurídicos, lo que finalmente representa
la razón de ser y la importancia de nuestra materia para el trabajo práctico
del jurista actual.

Utilidad y características de la asignatura

Toda asignatura contenida en el plan de estudios de una licenciatura debe


contribuir a la formación profesional de quien la cursa, y la historia del
Derecho mexicano no es la excepción. Por eso conviene destacar sus ca-
racterísticas para luego comprender su importancia en la formación de
los futuros licenciados en Derecho del país.
La historia del Derecho mexicano como materia académica de la li-
cenciatura en Derecho presenta, en términos generales, las características
siguientes:

a) Es informativa. Proporciona una cantidad impresionante de datos


histórico-jurídicos que constituyen el acervo de la cultura jurídica
1. Generalidades 17

del país, desde los tiempos prehispánicos hasta fechas relativamente


recientes. Si sólo éste fuera su propósito, nuestra asignatura contri-
buiría a desarrollar la erudición del futuro abogado.
b) Es formativa. Propicia el desarrollo de dos aspectos básicos en el tra
bajo cotidiano del jurista. Por un lado, el análisis de un fenómeno
jurídico, que debe ser estudiado incluso en su origen histórico; por
ejemplo, si se habla del actual Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, su naturaleza, composición y facultades, es importan
te hacer lo propio con sus dos instituciones inmediatamente precur
soras: el Tribunal Federal Electoral y el Tribunal de lo Contencioso
Electoral. Por otro lado, a la capacidad de entender y aplicar correc
tamente el Derecho en un caso concreto sometido a consideración,
ya sea como litigante o como autoridad, los abogados le llamamos
criterio jurídico.
c) Es vinculatoria. En un estudio panorámico o integral de la historia
del Derecho se analizan las historias jurídicas de todas las disciplinas
normativas; por ejemplo, del Derecho del trabajo, agrario, civil, mer
cantil, constitucional, penal, fiscal, etcétera.
d) Es integral. El Derecho es la normación en que se basa una sociedad.
Consecuentemente, al estudiarlo en una época y un lugar determina
dos nos enteramos a la vez de su organización, limitaciones e ideolo
gía. Por ello conviene tener una amplia referencia respecto a otros
fenómenos de esa misma sociedad o de otras de las que recibió in
fluencia, de lo que se deduce que el estudioso de esta asignatura
debe poseer una amplia cultura general, aspecto siempre necesario
en la vida académica y profesional.
e) Es comprensiva. Para quien la cultiva, implica una doble tarea consis
tente en describir los hechos histórico-jurídicos de la manera más
precisa y fundamentada posible y luego analizar la causalidad y la
intención que movió a quienes los realizaron. De otra manera, la his
toria del Derecho sería una simple acumulación de datos poco atrac
tivos para un jurista preocupado por la resolución de casos actuales.
f) Es jurídica. Se ha discutido mucho en torno a si esta ciencia es histó
rica o es jurídica. El que sea histórica es una tesis postulada, entre
otros, por Coing y Wleacker, el primero de los cuales considera la
historia del Derecho como parte de la historia de la cultura. A su vez,
quien considera jurídica esta materia puede sustentar la defensa de la
escuela histórica del Derecho, muy en boga en el siglo xix. Orestano
afirma que la historia del Derecho ofrece al jurista una experiencia
actual de la experiencia pretérita.
18 Historia del Derecho mexicano

A su vez, Graciela Macedo Jaimes señala: "Para nosotros la historia del


Derecho es ciencia esencialmente jurídica. Si bien es cierto que para adquirir
el conocimiento del derecho pretérito se debe emplear el método histórico,
no lo es menos que el objeto de conocimiento, es decir, que el Derecho, una
vez adquirido, debe ser estudiado conforme a un método jurídico."17
Optar por considerar la historia del Derecho como una ciencia jurí -
dica, aunque participe de los métodos de la historia, es de suma trascen-
dencia tanto para el docente como para el investigador y para el estudian-
te. Debemos estar muy conscientes de que vamos a hacer historia, pero
del Derecho; de lo contrario, caeremos en la tentación muy frecuente de
hacer historia de México.

Criterios que establecen la utilidad de la asignatura en


la formación del licenciado en Derecho

Establecer la utilidad de la historia del Derecho mexicano como materia


generalmente obligatoria de los planes de estudio de la carrera de Dere-
cho nos lleva a citar a algunos autores que han impartido esta cátedra en
distintas instituciones y durante varios años:

1. José Luis Soberanes Fernández dice: "Si nos preguntamos acerca de


la utilidad práctica de la historia del Derecho podemos dar varias
respuestas válidas, pero desde nuestro personal punto de vista cree -
mos que todas se reducen a destacar el carácter interpretativo de la
disciplina." Este autor establece que las facultades y escuelas de Dere-
cho pretenden hoy no sólo dar información, sino también forma-
ción a los futuros juristas. En síntesis, Soberanes encuentra los si -
guientes aspectos prácticos en el estudio de esta asignatura:

• Desarrolla el método, siempre útil, de la interpretación histórico-


jurídica de las distintas normas e instituciones jurídicas.
• Da a conocer los antecedentes históricos del Derecho actual para
comprenderlo más cabalmente.
• Proporciona los elementos necesarios para alcanzar una visión glo
bal del Derecho, afirmando la naturaleza unitaria del mismo y per
mitiendo a los juristas tomar conciencia del momento histórico en
el cual son protagonistas. El Derecho vigente es un eslabón de la

' Graciela Macedo Jaimes, Elementos de historia del Derecho mexicano, 2a. ed., Universidad Autónoma
del Estado de México, Toluca de Lerdo, Edo. de México, 1996, vas. 16.

J
1. Generalidades 19

cadena evolutiva del Derecho, pues continúa sobre las bases jurídi-
cas del pasado a la vez que sirve a las del porvenir.

Brinda un valioso servicio a la historia universal, ya que al estu
diar el orden normativo de otras épocas se obtiene un panorama
total de los logros, alcances y limitaciones de las sociedades anti
guas.

Ofrece al legislador la indispensable cultura histórico-jurídica para
fundamentar y orientar su creatividad. Soberanes Fernández finali
za con este pensamiento de enorme trascendencia: "la ciencia his
tórico-jurídica es un valor espiritual en sí, independientemente del
servicio práctico que a historiadores y juristas puede prestar, y en
consecuencia, digna de ser estudiada por ella misma". 18

2. A su vez, María del Refugio González afirma:

su estudio resulta de sumo interés no sólo para los juristas, sino para el estudioso de
las ciencias sociales en general... Por otra parte al jurista, al estudiante de Derecho, al
juez, al legislador, el conocimiento de la historia del Derecho le proporciona una
visión de lo que ha sido su ordenamiento jurídico, la forma en que juristas de épocas
pretéritas han resuelto problemas que pueden ser semejantes a los que se les plantean,
los factores que condicionaron la creación de las normas, las causas que llevaron a los
tribunales a pronunciarse en un sentido determinado, la relatividad del Derecho; en
una palabra, les proporciona un conocimiento más profundo del Derecho que están
estudiando, aplicando o creando.

En otra parte, la autora citada manifiesta: "La enseñanza de la histo-


ria del Derecho permite al estudiante familiarizarse con las instituciones y
los conceptos de su nación; lo ayuda a desarrollar un criterio analítico
que le permite encontrar soluciones jurídicas conformes al estado de la
sociedad en que el Derecho se va a aplicar."19
En suma, González considera que la materia proporciona una visión
general para el conocimiento de las Ciencias Sociales porque:

• Da a conocer los antecedentes del Derecho actual.


• Contribuye a formar un criterio jurídico.
• Proporciona experiencia histórico-jurídica.

18
José Luis Soberanes Fernández, op. cit., págs. 10 a 13.
"' María del Refugio González, Introducción al Derecho mexicano (Historia del Derecho mexicano), UNA
México, 1981, págs. 9 a 12.
20 Historia del Derecho mexicano

3. Francisco Tomás y Valiente, destacado jurista español, al hablar de la


historia del Derecho considera que cubre los aspectos siguientes:

a) Exigencia práctica. Cuando necesitamos estudiar un texto frecuen


temente recurrimos al historiador del Derecho para aclarar su
contenido y conocer sus antecedentes.
b) Necesidad especulativa. El Derecho en su conjunto necesita ser ex
plicado y comprendido históricamente. Sólo sabiendo cómo ha
sido, podemos saber cómo es.
c) Experiencia jurídica. Mediante el estudio de la historia del Dere
cho podemos conocer antiguas soluciones jurídico-técnicas que
facilitan la creatividad del legislador actual.
d) Formación del jurista. Lo aleja del dogmatismo y le muestra la
relatividad en tiempo y lugar de la vigencia del Derecho.
e) Conocimiento profundo de la realidad. Al ser el Derecho un produc
to social delimitado claramente por coordenadas espacio-tempo
rales e influido por otros sectores de la realidad social, el estudio
de su historia nos permite no sólo conocer esa realidad, sino
comprender los factores que la condicionaron y que se plasma
ron en las normas jurídicas.20

Nuestro criterio al respecto se expresa en el sentido de que la historia


del Derecho mexicano proporciona al estudiante los beneficios siguientes
en favor de su formación profesional:

a) Enriquece su cultura jurídica, lo que es indispensable para ser un


verdadero profesional del Derecho.
b) Proporciona los antecedentes histórico-jurídicos de las normas e ins
tituciones que configuraron el actual sistema jurídico mexicano.
c) Contribuye a formar un criterio jurídico recogiendo las experiencias
de anteriores generaciones, en la creación y aplicación del Derecho.
d) Al concentrar en una materia especializada y obligatoria los temas
histórico-jurídicos, se facilitan los siguientes aspectos de la enseñan
za histórico-jurídica:

• La vinculación histórica de prácticamente todas las especialidades


del Derecho ya que, por ejemplo, al estudiar la evolución del Dere-
cho constitucional, paralelamente se observan otros orígenes his-

' Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano, op. cit., pág. 60.
1. Generalidades 21

tórico-jurídicos como los del Derecho administrativo, del trabajo,


agrario, etcétera.
Se eliminan de los temarios de otras asignaturas una gran canti-
dad de antecedentes y las horas-clase para su enseñanza.

Limitaciones de la investigación histórico-jurídica

El propósito principal que ha de buscar quien estudia esta materia es ape-


garse en todo momento a la objetividad, para lo cual debe investigar cada
tema sin interponer sus puntos de vista y preferencias particulares. A este
respecto, Floris Margadant señala que es discutible que la historia sea una
ciencia y la incertidumbre respecto de su carácter científico se presenta
también en la historia del Derecho. 21 No obstante, el historiador del Dere-
cho debe procurar ir más allá de la misma narración a fin de explicarse las
razones de la evolución del Derecho. Es entonces necesario tratar de
adentrarse en la época a que se hace referencia, ambientarse dentro de ésta,
"vivirla", si bien autores como Spengler y Worriger niegan la posibilidad
de "sentir" el ambiente de una época pretérita, porque siempre vemos lo
antiguo a través de nuestra mentalidad moderna. Pese a ello, es conve-
niente plantearse la objetividad en el estudio histórico-jurídico como meta
básica e indispensable.
En cuanto a la historia del Derecho mexicano, encontramos el pro-
blema de que los diversos autores han hecho naufragar esa objetividad
necesaria para el logro de sus investigaciones y, en términos generales,
han cedido ante la tentación de:

• Minimizar nuestro pasado prehispánico, manifestando equivocadamen


te que aquellos pueblos carecían de verdaderas instituciones jurídicas.
• Exagerar ese mismo origen precolombino, mediante una compara
ción poco afortunada con épocas posteriores y aun con nuestro tiem
po, basándose para ello en estudios todavía más discutibles.
• Rechazar nuestro pasado novohispánico suponiendo que en él sólo
hubo oscurantismo e injusticia.
• Exagerar las bondades de ese mismo periodo, al grado de que algu
nos tratadistas agotan sus exposiciones académicas en tales antece
dentes jurídicos, sin llegar a estudiar el Derecho del México Indepen
diente.

_- Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano, op. cit., pág. 62.
22 Historia del Derecho mexicano

• Criticar acerbamente la obra y las instituciones de las corrientes


iturbidista, centralista y conservadora, a veces con el grave exceso de
no mencionar siquiera las disposiciones constitucionales más impor
tantes de esas tendencias políticas.
• Hacer algo similar con las corrientes republicana, federalista y liberal,
queriendo ver en ellas sólo el caos y la ruina del país.
• Criticar y anular la obra del porfirismo, haciendo resaltar vivamente
sus errores y disminuyendo cuanto es posible sus logros y aciertos.
• Exagerar las bondades del porfirismo, sin mencionar carencias y li
mitaciones.
• Considerar dentro del tema del México revolucionario sólo válidas e
importantes las disposiciones e instituciones emanadas del grupo de
los caudillos triunfadores.

En otras palabras, nuestro error fundamental como historiadores


del Derecho ha sido igual al de muchos historiadores generales de Méxi-
co: convertir la historia en una obra literaria, en una novela con sus hé-
roes y villanos, revestidos tradicionalmente de una aureola legendaria que
suele estar muy lejos de la realidad. Esto es lamentable, ya que precisamente
esa realidad es más interesante, rica y trascendente que el mito que con-
serva a los hombres y a las sociedades en la ignorancia de su pasado y los
incapacita para entender su presente y prever su futuro como entes histó-
ricos.
En nuestra materia debemos evitar las siguientes situaciones, que li-
mitan y alteran nuestros conocimientos:

a) Prejuicios. Tendencia a justificar o criticar anticipadamente actitudes


y decisiones de personas o acciones contrarias a nuestra ideología.
b) Convencionalismos. Dar por ciertos algunos hechos sin comprobarlos
y sólo porque se han repetido popularmente a través de los tiempos.
c) Autoritarismos. Igualmente, dar por ciertos algunos hechos sin com
probarlos, con base en que están consignados en la obra de un autor
eminente.
d) Idealizaciones. Tendencia a aumentar o imaginar cómo pudo haber
sucedido un hecho histórico-jurídico, sin otro fundamento que nues
tro sentido común. Esta inventiva, que implica gran creatividad, es
apta para la novela histórica o para la poesía patriótica, que son áreas
de la cultura nacional que tienen gran valor social y político, pero
que no guardan relación con nuestra ciencia.
1. Generalidades 23

Fuentes históricas del Derecho

Eduardo García Máynez considera una feliz metáfora la expresión fuentes


del Derecho, pues se trata de toda entidad de donde brota o surge el Dere-
cho y su conocimiento.22
Tradicionalmente, las fuentes jurídicas se han clasificado en tres gran-
des grupos:
1. Fuentes reales. Son fenómenos de la realidad que determinan el conte
nido o la modificación de las normas jurídicas; por ejemplo, aspec
tos sociológicos, económicos o políticos.
2. Fuentes formales. Consisten en procesos de creación de la norma jurí
dica, como la legislación, la jurisprudencia y la costumbre, entre otras.
3. Fuentes históricas. Son testimonios que consignan la existencia y los
contenidos de normas que ya no están vigentes, como las inscripcio
nes, los papiros o los libros, por ejemplo, el Código de Hammurabi, las
Siete Partidas o la Constitución mexicana de 1824.

Por razones evidentes, a nuestra materia le compete el análisis de las


fuentes históricas del Derecho; sin embargo, congruentes con lo antes
expresado, no sólo se debe abordar el Derecho escrito, sino que es necesa-
rio llegar a establecer la relación siempre existente entre el Derecho y la
conflictiva que le dio origen, por lo que también se requiere estudiar las
fuentes reales ubicadas en épocas pretéritas, es decir, las fuentes reales
históricas.

Concepto de fuentes históricas del Derecho

Las fuentes histórico-jurídicas son todos aquellos testimonios que permi-


ten conocer la existencia y los contenidos de las fuentes reales y formales
de otras épocas. Como puede observarse, esta definición es dependiente
pues implica el previo conocimiento de lo que debe entenderse por fuen-
tes reales y fuentes formales, pero efectivamente, al historiador del Dere-
cho no le basta estudiar una norma antigua, por ejemplo, las Leyes de
Reforma, sino analizar paralelamente el contexto social, político, económi-
co y cultural que les dio vida y conocer la compleja problemática que se
planteó en el siglo xix en México entre los partidos liberal y conservador,
enfrascados en la llamada Guerra de Reforma o de los Tres Años.

- Eduardo García Máynez, op. cit., pág. 51.


24 Historia del Derecho mexicano

Clasificación de las fuentes históricas del Derecho

Las fuentes histórico-jurídicas pueden clasificarse de acuerdo con cuatro


criterios:

1. Por su relación con el historiador. Las fuentes pueden ser directas o


indirectas; son directas si se da cualquiera de estos tres casos:

a) Si el historiador es autor de lo que escribe.


b) Si fue testigo de lo que afirma.
a) Si fue contemporáneo de ese hecho, por ejemplo, las Cartas de
relación, de Hernán Cortés, o La guerra de las Galias, de Julio
César.

En cambio, son fuentes indirectas si emanan de estudios hechos


generalmente con base en fuentes directas.

2. Por su inmediatez. Las fuentes son inmediatas si se trata de aquellas


que permiten conocer de primera mano el dato históricojurídico que
se investiga, por ejemplo, la Constitución de 1857. Son fuentes mediatas
las que deben ser interpretadas para conocer el dato histórico-jurídi
co que nos interesa; por ejemplo, si leemos el Poema de Mió Cid y de
ello inferimos una serie de costumbres y disposiciones típicas de la
Edad Media.
No debemos confundir mediatez con facilidad para acudir al
documento histórico-jurídico. Así, por ejemplo, el Código de Hammu-
rabi es una fuente inmediata, aunque su lectura requiera especialistas
en escritura cuneiforme.
3. Por su naturaleza. Las fuentes pueden ser jurídicas si se trata de aque
llas que en su tiempo fueron fuentes formales del Derecho, es decir,
ley, costumbre, jurisprudencia. Son no jurídicas si jamás tuvieron
ese rango; por ejemplo, un periódico, una obra literaria.
4. Por su presentación. Pueden ser:

a) Gráficas, si contienen signos o figuras que representan ideas o


sonidos. En este caso pueden basarse en:

• Pinturas, es decir, fuentes pictóricas como los códices precor-


tesianos.
• Esculturas, o fuentes escultóricas, como el Código de Hammurabi.
1. Generalidades 25

• Fuentes escritas, que abarcan desde manuscritos antiguos has


ta las obras impresas incluso con los medios modernos, como
las que son propias de la computación.

b) No gráficas, entre las que tenemos:



Filológicas, término que se refiere al análisis de ciertas pala
bras; por ejemplo, el origen de términos como ejido, audiencia,
patria potestad, etcétera.

Objetos diversos, como emblemas, sellos o máquinas de tortu
ra, entre otros.

Folclore jurídico, que es el conjunto de tradiciones y elemen
tos culturales que tienen relación con el Derecho y la manera
de captarlo por la sociedad en cada época. Se manifiesta en
canciones, leyendas y refranes; por ejemplo, tenemos viejos
refranes del antiguo castellano como: "Ni comer sin beber, ni
firmar sin leer", "Como verás, así harás", o antiguas canciones
como una balada medieval que decía: "una morita madura le
dijo a una morita verde: el que siembra en tierra ajena su tiem
po y semilla pierde". A este respecto, cualquiera puede imagi
nar lo valioso que para un historiador del Derecho resultan los
chistes y las caricaturas que en cada época reflejan el sentir
popular acerca de fenómenos y figuras de la política, del Dere
cho y de la vida social en general.

Fuentes orales, que son frases, ideas y conceptos que se conser
van de generación en generación. En el Derecho de la India
antigua se distingue entre Scruti (cosas oídas) y Smiriti (cosas
recordadas). En el viejo Derecho romano muchas normas fue
ron transmitidas verbalmente de padres a hijos en las oracio
nes hechas a los dioses domésticos o lares, tal vez en forma
rimada; y los aztecas transmitían a sus hijos e hijas, en bellos
discursos, consejos, sentencias y valores morales.

En el manejo de las fuentes histórico-jurídicas importa no sólo su


localización y clasificación, sino sobre todo la determinación de su auten-
ticidad, su interpretación y valoración, confrontándolas entre sí y relacio-
nándolas con todo conflicto sociocultural de la época. Por ello es necesa-
rio auxiliarse de otras materias como la arqueología, la sociología, la
numismática, la filología, etc. De ahí la necesidad del historiador del Dere-
cho de trabajar en equipo.
26 Historia del Derecho mexicano

Marco cronológico

Las divisiones cronológicas que por estricta necesidad y sentido común


hacen los historiadores para ubicar los acontecimientos que estudian si-
tuándolos en una escala temporal acordada son, sin embargo, suscepti -
bles de hacernos caer en errores porque pueden eliminar aspectos impor -
tantes, o bien abarcar en dos épocas los mismos acontecimientos, ya que
esas clasificaciones son artificiales y se han establecido cuando ha pasado
muchísimo tiempo desde que sucedieron los hechos, además de que a
veces se exagera en cuanto a pormenorizar y subclasificar. No obstante, es
indispensable contar con escalas cronológicas en las cuales enmarcar los
acontecimientos históricos, sobre todo para relacionarlos con otros con
los que guardan estrecha vinculación. Nuestra asignatura requiere la cons-
tante referencia a dos escalas cronológicas estrechamente relacionadas,
como veremos a continuación.

Cronología de la historia de México

Se basa en el conjunto de hechos políticos, sociales, económicos y cultu-


rales de mayor relevancia ocurridos en el país a lo largo de los tiempos. Su
principal directriz es precisamente la evolución política de México. Así,
distinguimos las épocas siguientes:

1. Época prehispánica (12 000 años a.C, aproximadamente, a 1517 d.C.)


a) Horizonte prehistórico (12 000 años a.C. a 5 000 años a.C, aproxi
madamente)
b) Horizonte arcaico (5 000 años a.C. a 1800 años a.C, aproximada
mente)
c) Horizonte preclásico (1800 años a.C. a 100 años a.C, aproxima
damente)
d) Horizonte clásico (100 años a.C. a 850 años d.C, aproximada
mente)
e) Horizonte posclásico (850 a 1250 d.C, aproximadamente)
/) Horizonte histórico (1250, aproximadamente, a 1517)
2. Conquista española (1517 a 1521)
3. Colonia (1521 a 1821)
a) Instauración (siglo xvi)
b) Decadencia intermedia (siglo xvii)
c) Resurgimiento borbónico (siglo xviii)
d) Decadencia final (siglo xix)
7. Generalidades 27

4. Guerra de Independencia (1800 a 1821)


a) Antecedentes (1800 a 1810)
b) Iniciación (1810 a 1811)
c) Resistencia (1811 a 1820)
d) Consumación (1820 a 1821)
5. México Independiente (1821 a 1876)
6. Porfirismo (1826 a 1911)
7. Revolución (1900 a nuestros días)
a) Antecedentes (1900 a 1910)
b) Lucha armada (1900 a 1917)
c) Institucionalización (1917 a nuestros días).

Respecto a los horizontes culturales de la época prehispánica, las fe-


chas son siempre aproximadas y los autores difieren en cada caso por
periodos de 100 a 500 años. Se han tomado, en consecuencia, los datos
más concurrentes entre ellos.
En el capítulo dedicado al Derecho prehispánico se destacan las ca-
racterísticas que distinguen un horizonte cultural de otro.
Cada época está dividida tomando en cuenta acontecimientos a tal
grado trascendentes que marcan verdaderas transformaciones en nuestra
historia, de la manera siguiente:

12 000 años a.C, aproximadamente, es la antigüedad señalada a los


fósiles humanos de los primitivos pobladores.
1517 d.C, descubrimiento de México, en las costas de Yucatán, por
Francisco Hernández de Córdoba, procedente de Cuba. 1521, toma
de Tenochtitlan por Hernán Cortés (13 de agosto). 1810, iniciación
de la Guerra de Independencia, con el Grito de Dolores (16 de
septiembre).
1821, consumación de la Guerra de Independencia, con la firma del
tratado de Córdoba entre el general Agustín de Iturbide y el virrey
Juan de O'Donojú (24 de agosto).
1876, primera Presidencia provisional del general Porfirio Díaz (26
de noviembre).
1910, iniciación del movimiento revolucionario, con el ataque a la
casa de la familia Serdán en Puebla (18 de noviembre).
1911, renuncia del Presidente Porfirio Díaz (25 de mayo).
1917, promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, en vigor (5 de febrero).
28 Historia del Derecho mexicano

Cronología de la historia del Derecho mexicano

En la división cronológica anterior, debemos encuadrar la cronología de


la historia del Derecho mexicano, de la manera siguiente:
1. Derecho prehispánico Del horizonte preclásico,
1800 a.C. a 1521 d.C. De
2. Derecho indiano 1492 a 1821 De 1800 a
3. Derecho insurgente 1821 De 1821 a 1876 De
4. Derecho del México Independiente 1876 a 1911 De 1900 a
5. Derecho porfirista nuestros días.
6. Derecho revolucionario
La anterior es una división cronológica, no un programa de nuestra
asignatura. Se hace esta aclaración porque en la división aludida no apare-
ce el Derecho castellano, que debe verse como antecedente del Derecho
indiano.
En cuanto al Derecho prehispánico, debe ser considerado desde el
horizonte preclásico, en donde ya se tienen datos cronológicos suficien -
tes para analizar su marco jurídico, como en el caso de la cultura olmeca.
En los horizontes prehistórico y arcaico, aunque suponemos que de-
bieron existir rudimentos normativos, no contamos con elementos fide-
dignos para describirlos.
El Derecho indiano es el aplicado por España en sus territorios de
ultramar, por lo que comprende desde los documentos previos al descu-
brimiento hecho por Colón hasta la conclusión de la vida novohispánica,
en el caso de nuestro país. Muchas disposiciones españolas siguieron vi-
gentes en México hasta muy entrado el siglo xix, pero ya por disposición
de nuestros gobiernos nacionales independientes.
El Derecho insurgente se ubica cronológicamente en forma paralela
con los finales del Derecho indiano y constituye el antecedente básico para
la creación de las primeras instituciones de nuestra vida independiente.
En lo tocante al Derecho revolucionario, suele dividirse en dos perio-
dos para distinguir entre Derecho revolucionario y posrevolucionario,
tomando como base para ello la promulgación de la Constitución de 1917.
Se tiene duda acerca de la extensión que debe darse a esta época, y los
autores dividen sus criterios de la manera siguiente:
• Estudiar la evolución histérico-jurídica hasta la Constitución de 1917,
porque en ella se institucionalizaron los principios políticos y socia-
les de la ideología revolucionaria.
1. Generalidades 29


Estudiar hasta la década de 1930, tiempos del cardenismo, que seña
la el periodo de consolidación de las instituciones surgidas de la Re
volución, además de que en esa época concluye la lucha armada. Los
historiadores consideran la rebelión del general Saturnino Cedillo
en San Luis Potosí, sometida por el Presidente Cárdenas, como el
último movimiento bélico de la Revolución.

Estudiar hasta los últimos tres regímenes presidenciales (Miguel de
la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce
de León), para observar en ellos cómo desemboca el caudal históri-
co-jurídico emanado de la Revolución.
Incluso, autores destacados indican que debe estudiarse la historia
del Derecho mexicano desde el fin al principio, es decir, de la institución
actual hacia sus antecedentes más antiguos, en un camino de retroceso.
Este criterio fue apuntado por Fernando Vázquez Pando 23 y es un punto
de vista que muchos historiadores comparten a fin de asegurar que los estu-
diantes conozcan la etapa contemporánea de la historia, que más los afecta
como generación.
Nosotros consideramos oportuno detenernos a cierta distancia del
México actual, con el propósito de conservar esa objetividad en la que
hemos insistido, y además porque el análisis del panorama jurídico mo-
derno no es ya propiamente quehacer de la historia del Derecho mexica -
no, sino de disciplinas jurídicas positivas. En tal virtud, concluimos nues-
tro estudio con la promulgación de la Constitución de 1917 y complementamos,
a manera de cuadro sinóptico, nuestro análisis evolutivo señalando los
principales acontecimientos político-jurídicos de los gobiernos posrevo-
lucionarios, con lo cual consideramos que se equilibran los criterios
doctrinales señalados.

Relatividad territorial

El estudio histórico-jurídico de México no debe circunscribirse a la


normatividad aplicable en el espacio geográfico que actualmente ocupa
nuestro país. Por el contrario, en muchas ocasiones ese ámbito de vigencia
fue acrecentado o reducido en forma considerable; así, por ejemplo, en la
época prehispánica la cultura maya se extendió por el sureste de México,
pero abarcó también e incluso tuvo su origen en Guatemala y otras áreas de

23
Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano, op. cit., pág. 58.
30 Historia del Derecho mexicano

Centroamérica. A su vez, la influencia política, cultural y económica de la


civilización azteca abarcó asimismo vastas zonas de esa región.
Por otra parte, durante la dominación española nuestro territorio
fue dividido políticamente de manera muy diversa de la actual; de tal suerte
que Chiapas quedó fuera de su demarcación, mientras que Texas,
California y otros territorios, hoy estadounidenses, fueron provincias de
la Nueva España y pasaron a formar parte del territorio mexicano en 1836
y 1848, según el caso, a la vez que el virreinato tenía control en varios
aspectos del área administrativa en lugares lejanos como Santo Domingo
y Filipinas.
A todo lo anterior debemos agregar el hecho de que al considerar al
Derecho castellano como raíz primordial de nuestro actual sistema jurídi-
co, nos vemos obligados a estudiarlo de forma más o menos pormenori -
zada.
Así pues, queda claro que en la historia la relatividad territorial se
hace más patente al analizar una por una las diferentes etapas evolutivas
del sistema jurídico mexicano.
2. El Derecho prehispánico

Se entiende por Derecho prehispánico el conjunto de normas, instituciones


y principios filosófico-jurídicos que regularon a los pueblos autóctonos
de América.
En esta definición estamos hablando de un sistema jurídico, criterio
que no siempre es compartido por los autores de la materia. Por ejemplo,
Graciela Macedo Jaimes afirma: "En términos generales, no es dable hablar
de Derecho que no sea expresión de la voluntad de un Estado, y el Estado
cuando menos en el concepto que hoy tenemos de él, es decir, de sociedad
organizada para crear el Derecho, no existía en la época precortesiana".1
Sin embargo, contra esa opinión cabe observar que los pueblos
prehispánicos se agruparon en sociedades organizadas de algún modo y
generaron civilizaciones de gran alcance como los casos de la zapoteca,
tlaxcalteca, texcocana, maya y tolteca, entre otras, que ya permiten reco-
nocer organizaciones sociopolíticas muy complejas.
El caso de que estas culturas difieran en su estructura, postulados y
sistema político, del tradicional romano-europeo no implica que no hu-
bieran sido capaces de crear sus propias instituciones acordes con su
manera de ver la vida y los elementos propios de su circunstancia, que al
rodearlos los condicionaban.
Aquellas sociedades tuvieron la facultad de establecer sus propias
normas, muchas de las cuales eran consuetudinarias; sus propias institu-
ciones como el matrimonio, los tribunales, una forma muy compleja de

Graciela Macedo Jaimes, Elementos de historia del Derecho mexicano, 2a. ed., Universidad Autónoma
del Estado de México, Toluca de Lerdo, Edo. de México, 1996, pág. 27.
32 Historia del Derecho mexicano

tenencia de la tierra, etc.; además de especular sobre valores y aspectos


éticos que se expresaban a través de su normatividad jurídica.
Estamos hablando de diferentes pueblos autóctonos de América, cada
uno de los cuales tuvo su propio marco cronológico y geográfico de
referencia. Muchos de esos pueblos ni siquiera fueron contemporáneos
entre sí, como en el caso de los primeros olmecas y de los aztecas, separa-
dos por casi 15 siglos. Por otro lado, algunos de ellos se ubicaron en
territorios ajenos a lo que ahora es nuestro país, como los incas en Perú.
En consecuencia, no hay un Derecho prehispánico sino varios, y así pode-
mos hablar con toda propiedad de Derecho azteca, Derecho maya y Dere-
cho purépecha, entre otros, todos los cuales se agrupan en un gran rubro
que llamamos Derecho prehispánico.
Con todo esto, hay quienes juzgan muy primitivo el sistema normati-
vo prehispánico, lo que los alienta a minimizar la importancia de su estu-
dio; al respecto, debemos observar que el Derecho es un producto histó -
rico y social, como bien lo apuntaron en su momento los partidarios de la
escuela histórica alemana. Por lo mismo, los pueblos autóctonos de nues-
tro continente generaron su propia ordenación jurídica, fruto de sus ne -
cesidades particulares y de sus principios rectores como civilización, lo
cual no quiere decir que fuera mejor o peor y, menos aún, que sea válido
comparar los sistemas indígenas con el Derecho castellano que terminó
imponiéndose en estos territorios a raíz de la conquista.
No olvidemos que el Derecho castellano deriva del Derecho romano,
germano, canónico, creado en una evolución que se inició en 753 a.C. con
la fundación de Roma y que para 1521, cuando Cortés conquistó a los azte-
cas, contaba ya con 2274 años de desarrollo; 22 siglos a lo largo de los cuales
se fue nutriendo con muchas y muy variadas aportaciones. Por ello es ab-
surdo compararlo con un pueblo como el azteca, cuya ciudad capital se
fundó en 1325 d.C. y que a su caída contaba con tan sólo dos siglos de desa-
rrollo que, sin embargo, fueron suficientes para dejar honda huella de sus
alcances y madurez, puesto que en algunos aspectos el Derecho azteca al-
canza una notable evolución. Como ejemplos podemos citar:
a) La no existencia de tutela para velar por los intereses de los indivi
duos incapaces, porque contaban con la figura del calpulli de organi
zación vecinal, que absorbía esa responsabilidad.
b) El hecho de que en Texcoco todo hombre nace libre, independiente
mente de ser hijo de padres esclavos, 2 idea de un humanismo no
'■ Guillermo Floris Margadant, Introducción a la historia del Derecho mexicano, 2a. ed., Esfinge, México,
1976, pág. 22.
2. El Derecho prehispánico 33

alcanzado por los romanos, quienes sólo aceptaban el status libertatis


de aquel que pudiera demostrar que su madre esclava había sido libre
alguna vez en el desarrollo de su preñez.
Por ello no debemos pensar que los derechos prehispánicos son de-
rechos rústicos, y menos aún sin el nivel de auténticos sistemas jurídicos
y, en cambio, adentrarnos en su estudio de la manera seria y profesional
que debe caracterizar al investigador académico.

Justificación del tema

En el caso del Derecho prehispánico, antes de iniciarnos en el estudio de


sus diversas áreas es necesario justificar la existencia misma del tema, ya
que, como dijimos, no todos los autores están de acuerdo en la existencia
de un sistema jurídico entre los pueblos autóctonos de nuestro continen -
te y suponen que el Derecho, así llamado con toda propiedad, llegó a
nosotros a través de la conquista europea. En el mejor de los casos, admi-
ten la existencia de normas elementales en aquellas culturas, pero niegan
que las mismas puedan ser elevadas al rango de Derecho, por distar mu -
cho de la estructura, la técnica y el desarrollo alcanzados al respecto en el
Viejo Mundo. Para justificar la presencia del Derecho entre los pueblos
autóctonos de nuestro continente apuntaremos los aspectos siguientes:

1. Lucio Mendieta y Núñez señala que "es indudable que el Derecho no


había alcanzado en el México precolonial, complejidad y desarrollo
tan grandes como los que ofrecía en los países europeos de la época;
pero formaba un cuerpo de preceptos y de previo estudio especiali
zado para conocerlos a fondo y aplicarlos con eficacia". 3 De esta
manera, Mendieta nos recuerda que ya existía una profesión jurídica
entre los antiguos mexicas, profesión que incluso se estudiaba en el
colegio de los nobles, como veremos en su momento.
2. Recordemos que la clásica definición del Derecho considera a éste un
conjunto de normas impero-atributivas que regulan la conducta social
del individuo; a su vez, el concepto de norma como regla de conducta
nos lleva a considerar que en toda sociedad organizada debe existir un
mínimo de normas que determinen las directrices de esa organización.

s
Marco Antonio Pérez De los Reyes, Historia del Derecho mexicano. Antología, Paquete Didáctico de la
Dirección de la Universidad Abierta de la Facultad de Derecho de la UNAM, México, 1983, pág. 60.
34 Historia del Derecho mexicano

Por lo mismo, como afirma Rafael Rojina Villegas, no existe sociedad


sin Derecho, aun cuando el mismo en sus orígenes más rústicos apa-
rezca confundido con elementos místicos y religiosos. 4
3. El propio Rafael Rojina Villegas señala que podemos considerar la exis
tencia del Derecho cuando encontramos los elementos siguientes:

a) Un conglomerado humano organizado a manera de un cuerpo


social; en otras palabras, un conjunto de personas unido perma
nentemente. Obsérvese que lo que se pide es que estos individuos
mantengan lazos de unión constantes, no necesariamente que es
tén arraigados en un lugar determinado. En consecuencia, es
posible la inclusión de sociedades de tipo nómada, con tal que su
unión sea permanente.
b) Una entidad de poder, o un ente de decisión general. La expre
sión ente está utilizada de manera premeditada, porque en ella
pueden ser comprendidas todas las formas de autoridad política,
desde el mando de un cacique tribal hasta los más refinados siste
mas de gobierno modernos.
c) Que las decisiones que tome ese "ente" sean aplicadas de modo coer
citivo, porque la coercibilidad es la nota característica de la norma
jurídica, que se impone independientemente de la voluntad particu
lar de cada uno de los miembros de la sociedad en que se aplica.

Ahora bien, en los pueblos prehispánicos, por ejemplo, en la socie -


dad azteca, se dan los tres elementos antes señalados y así podemos afir -
mar la existencia de un orden jurídico en aquellos tiempos.

4. Los cronistas españoles al referirse a las costumbres originales de los


pueblos conquistados, describen con sumo detalle su vida jurídica,
dando así testimonio de la existencia de un Derecho prehispánico.
5. En algunos códices provenientes de estas culturas encontramos va
rias representaciones de su orden jurídico, sobre todo en su aspecto
jurisdiccional.
6. Muchos tratadistas por diversas causas han dedicado parte de su tra
bajo de investigación al análisis de los temas del Derecho prehispánico.
Entre ellos cabe destacar a Guillermo Floris Margadant, Fernando
Flores García, Lucio Mendieta y Núñez, Carlos Arellano García, Sara
Bialostosky y Mercedes Gayoso.

4
Marco Antonio Pérez De los Reyes, op. cit., pág. 60.
2. El Derecho prehispánico 35

Las consideraciones anteriores permiten confirmar la existencia de los


sistemas jurídicos prehispánicos y, consecuentemente, la necesidad de
estudiarlos con el ánimo de formar una verdadera especialidad temática
dentro del campo amplísimo de la historia del Derecho mexicano.

Limitaciones y cronología

El estudio del Derecho prehispánico presenta para el investigador algu -


nas dificultades que deben ser tomadas en cuenta a fin de superarlas y de
evitar desviaciones y errores en sus resultados. Tales dificultades son las
siguientes:

a) La especialización profesional. Los temas prehispánicos requieren el aná


lisis de especialistas tales como el historiador, el arqueólogo y el
antropólogo, cuyas disciplinas están fuera del alcance del jurista. Así,
es conveniente que se asesore y esté atento a los avances y descubri
mientos que se vayan presentando en estas materias.
b) El manejo de los idiomas autóctonos. En muchas ocasiones se utilizarán
términos en náhuatl, maya, purépecha, etc., y estos idiomas resultan
hoy día de difícil pronunciación, comprensión y memorización para
quienes no conocen siquiera los rudimentos de los mismos. Por eso
debemos apoyarnos en buenos diccionarios, que afortunadamente
ya están a disposición del público en general.
c) Los testimonios de las fuentes formales. Fueron principalmente los euro
peos quienes consignaron en sus escritos la existencia y las caracte
rísticas de las fuentes jurídicas prehispánicas, y consideraron que en
su mayoría eran consuetudinarias y que, salvo el caso en que se atri
buye a Nezahualcóyotl ser el autor de unas 80 leyes, de las cuales
apenas la mitad han llegado hasta nosotros citadas por historiado
res de origen indígena, no existen testimonios impresos del conte
nido de las normas autóctonas. La descripción de las costumbres y
los modos de vida de aquellos pueblos proviene de los cronistas
españoles.
La crónica es un estilo literario propio de los siglos xvi a xvm,
coincidente con el descubrimiento y la conquista de América, y me-
diante la cual se pretendía divulgar el conocimiento del Nuevo Mun-
do. Por lo mismo, es fácil encontrar en esos relatos aspectos persona-
les, anecdóticos y hasta fantásticos que nada tienen que ver con la
realidad histórica.
36 Historia del Derecho mexicano

Así, es imperioso analizar el origen de las crónicas antes de apo-


yar en ellas nuestro estudio jurídico prehispánico. En tal virtud, dis-
tinguimos dos tipos de cronistas:

1. Los conquistadores, a quienes motivó principalmente el deseo


de destacar por sus hazañas frente a los indígenas; es el caso de
Cortés y Bernal Díaz del Castillo.
2. Los misioneros, impulsados por el interés de dar a conocer a sus
hermanos de orden religiosa los aspectos principales de la vida
de los aborígenes para facilitar la penetración evangélica, como
podemos apreciar en fray Bernardino de Sahagún, Motolinía, et
cétera.

En todo caso, salvo algunas excepciones, como la de Cortés,


que estudió leyes en Salamanca y fue notario en Cuba, y la de Alonso
de Zorita, oidor de la Nueva España, los cronistas no eran juristas y de
ahí su imprecisión al describir aspectos normativos, algo que se pue-
de observar en tres aspectos:

1. Omisiones. Hay aspectos jurídicos de gran importancia que se ci


tan en una crónica, mientras que en otras similares no.
2. Contradicciones. Nos desconcierta que un autor afirme algo y otro
tan famoso como él diga lo contrario.
3. Falsas interpretaciones. Puesto que el esquema cultural de los cro
nistas es el del mundo grecorromano-cristiano-feudal, ellos inter
pretaron las instituciones de los indios tratando de ajustarías a
las suyas, lo cual es causa de imprecisiones, como cuando hablan
de esclavitud, Imperio, Senado, etcétera.
Por tanto, es necesario conocer previamente a los autores y
hacer cierta discriminación entre los mismos; es decir, preferir a
quienes vivieron en los años de la conquista y que, en consecuen-
cia, fueron testigos del mundo que describen; a quienes fueron
más cuidadosos de comprobar lo que afirman, que de dejarse
llevar por la imaginación, la propia deducción y los relatos inge-
niosos pero falsos de algunos informantes; y finalmente, a quie-
nes detallan con mayor abundancia los aspectos jurídicos de los
indígenas.
Es cierto que también hay autores indígenas tales como
Ixtlilxóchitl, Chimalpaín, Tezozómoc y Pomar, pero ellos no escri-
bieron sus obras durante la época prehispánica y de acuerdo con
2. El Derecho prehispánico 37

los modelos culturales entonces existentes, sino que lo hicieron


influidos por la educación adquirida en los primeros colegios
establecidos por los evangelizadores.
d) El marco cultural específico. Hemos dicho que cada sistema jurídico se
da en el contexto de un marco cultural específico. En tal caso, los
derechos prehispánicos se desarrollaron en los parámetros propios
de aquellas civilizaciones. Por eso debemos recordar que no es válido
hacer comparaciones con el sistema jurídico romano-castellano, sino
entender la propia y particular evolución de la vida y la normatividad
de esos pueblos. De ahí la necesidad de que el investigador conozca
cabalmente su organización política, económica, religiosa, etc., y de
ser posible sus principales ideas filosóficas y morales.

Independientemente, conviene recordar que la época prehispánica


se subdivide en seis horizontes culturales, llamados así porque en ellos se
desarrollaron culturas con diferentes grados de civilización que a veces
difieren mucho entre sí. La base que permitió elaborar esta clasificación
es la siguiente:

1. Horizonte prehistórico (12 000 a 5 000 años a.C, aproximadamente). Co


rresponde a la época de los cazadores y recolectores, es decir, los prime
ros pobladores de nuestro país. Sus sitios arqueológicos principales son
Chalco, Peñón de los Baños, Tequisquiac, Santa Isabel Iztapán y Tepexpan,
todos ellos en el Valle de México. Este horizonte concluye con la apari
ción de la agricultura en la vida económica de esas comunidades.
2. Horizonte arcaico (5 000 a 1 800 años a.C, aproximadamente). En él se
inician la agricultura y la consecuente sedentarización, lo que origina
la formación de las primeras aldeas y un mayor desarrollo de la cerá
mica. También se caracteriza por la creación de nuevos elementos
culturales como metates, molcajetes y cestos. Abarca hasta la apari
ción de los primeros centros ceremoniales. Sobresalen como zonas
arqueológicas Tehuacán, Valsequillo, Chalco, Chicoloapan, etc., en
los estados de Puebla y de México.
3. Horizonte preclásico (1 800 a 100 a.C, aproximadamente). Ésta es la
época de las primeras culturas teocráticas que se concentraron en
poblaciones cada vez más importantes, las cuales funcionaban como
centros ceremoniales; es el caso de Zacatenco, Tlatilco, Copilco,
Cuicuilco y Tlapacoya, en el Valle de México, y la región olmeca del
sur de Veracruz y Tabasco, con sitios como La Venta, Tres Zapotes,
San Lorenzo y el Cerro de las Mesas.
38 Historia del Derecho mexicano

4. Horizonte clásico (100 a.C. a 850 d.C, aproximadamente). En este hori


zonte florecen las grandes culturas bajo el poder de una teocracia
que llevó a su más alta expresión al mundo prehispánico en nuestro
país, para luego ser reemplazada por un fuerte grupo militar que
terminó apoderándose del control político de estos pueblos. Desta
can lugares como Teotihuacan, Monte Albán, Palenque y Bonampak.
5. Horizonte posclásico (850 a 1200, aproximadamente). Éste es el tiempo
de la transición de la teocracia a los gobiernos militaristas. Sobresa
len los pueblos de la zona mixteco-zapoteca y tolteca-chichimeca, de
los que ya podemos encontrar auténticas fuentes históricas para co
nocer su desarrollo con veracidad.
6. Horizonte histórico (1200 a 1517). En esta época se formaron los gran
des imperios militares mediante el sistema de conquistas y de
tributación, como es el caso de los aztecas, quienes finalmente fue
ron vencidos por las armas españolas.

Comenzaremos nuestro estudio histórico-jurídico a partir del hori-


zonte preclásico (1 800 a 100 años a.C, aproximadamente), cuando ya
encontramos elementos suficientes para reconstruir sus incipientes insti-
tuciones, en la inteligencia que en los dos horizontes anteriores, prehistó-
rico y arcaico, seguramente hubo manifestaciones normativas que espe -
ran futuras investigaciones para su conocimiento y comprensión.
Por último, cabe señalar que de los numerosos pueblos prehispánicos,
varios de los cuales son de particular importancia en la cultura universal,
nos limitaremos a estudiar a los olmecas, teotihuacanos, mayas y aztecas o
mexicas, por considerar que presentan características relevantes que pue-
den resultarnos útiles para comprender el universo de los derechos
prehispánicos de México.

Distribución geográfica de los pueblos prehispánicos de México

El mundo prehispánico de la República Mexicana actual está conformado


por una gama de pueblos con diferentes grados de civilización que requie-
ren ser clasificados y ubicados en áreas geográficas. Nuestro territorio se
encuentra en gran parte ubicado dentro de lo que los historiadores lla -
man Mesoamérica, territorio que comprende aproximadamente desde el
sur de Tamaulipas y Sinaloa hasta Costa Rica, si bien algunos lo limitan al
norte de Nicaragua. En esa amplia zona se encuentra el asentamiento de
las grandes culturas indígenas, que junto con la incaica en América del
2. El Derecho prehispánico 39

Sur representan lo más logrado de las civilizaciones autóctonas.


En lo que toca a los pueblos aborígenes, contamos con la distribu-
ción geográfica siguiente:

a) Zona maya. Comprende los estados de Chiapas, parte de Tabasco,


Campeche, Yucatán y Quintana Roo, y en el extranjero, Guatemala,
Belice, Honduras y parte de El Salvador. Destaca ahí desde luego la
cultura maya-quiché.
b) Zona oaxaqueña. Corresponde al estado de Oaxaca y parte de los
estados de Puebla, Guerrero, Chiapas y Veracruz, donde encontra
mos las culturas mixteca y zapoteca.
c) Zona costera del Golfo. Abarca desde el sur de Tamaulipas, Veracruz, gran
parte de Tabasco y algunas porciones de San Luis Potosí y de Hidalgo,
con tres culturas importantes: la huasteca, la totonaca y la olmeca.
d) Zona costera del Pacífico. Se extiende desde el sur de Sinaloa, Nayarit,
Jalisco, Colima, Michoacán y comprende partes de Guerrero y
Guanajuato. En ella destaca la cultura purépecha.
e) Meseta central. Con Morelos, Estado de México, Distrito Federal,
Tlaxcala, partes de Puebla e Hidalgo. Ahí se asentaron culturas como
la tolteca, teotihuacana, tlaxcalteca y, desde luego, la azteca.
f) Zona chichimeca o bárbara. Es muy amplia y comprende Querétaro,
San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Aguascalientes y partes de los
estados de México, Hidalgo, Jalisco, Guanajuato, Nuevo León,
Coahuila y Chihuahua. Ahí los grupos culturales son diversos, pero
con pequeños índices de desarrollo cultural. Tal es el caso de huahu-
chichiles, coahuilas, etc., todos ellos agrupados con el nombre gené
rico de chichimecas o bárbaros.

Importancia de la agricultura en el desarrollo


de los pueblos prehispánicos

Aproximadamente en el año 5 000 a.C. la vida del hombre sufrió una


gran transformación al pasar de la etapa de cazador a la de agricultor, lo
que sucedió al extinguirse la fauna del pleistoceno a consecuencia de los
radicales cambios climatológicos. De esta suerte, las comunidades se vie-
ron en la necesidad de alimentarse con frutos, raíces y semillas de su en-
torno, y esto condujo necesariamente al cultivo de la tierra. Como sabe-
mos, la agricultura constituye una nueva manera de vida, es decir, es
auténticamente una nueva cultura.
40 Historia del Derecho mexicano

En nuestro territorio detectamos los sitios donde se obtuvieron las


primeras cosechas, por ejemplo, en las cuevas de Ocampo y La Perra en
Tamaulipas; en el Valle de Tehuacán, en el Ajuereado, el Riego y Valsequillo,
Puebla; Chantuto, Chiapas; Peralta, Sonora; Abasólo, Nuevo León; en el
Valle de México en Chalco y Chicoloapan, y en Yahutitlán, Oaxaca. En
esos lugares se han encontrado restos fósiles de mazorcas junto con im-
plementos rústicos de labranza.
Paralelamente se conocen otros puntos arqueológicos del hombre
agricultor en territorios muy distantes como Huasca Prieta, Perú; Bat Cav,
Nuevo México, y Lagoa Santa, Brasil, por lo que al parecer el cultivo del
maíz fue conocido prácticamente en forma simultánea en todo el conti -
nente.
Además del maíz, tempranamente se conoció el cultivo de frijol, cala-
baza, chile, algodón, zapote blanco y negro, haba, camote, jitomate, etc.
Para sembrar los indígenas se sirvieron en Mesoamérica, hasta la llegada
de los conquistadores, de un bastón plantador llamado coa, con la ayuda de
tres individuos: uno que perforaba el terreno, otro que arrojaba las semi -
llas y el último que cubría la horadación, ya que en esta parte del continente
se carecía de animales de tiro.
La agricultura en América, igual que en su momento en el Viejo
Mundo, trajo las consecuencias siguientes:

1. Se arraigó aún más la sedentarización, porque el trabajo de la tierra


implica la permanencia en un lugar determinado, principalmente en
la cercanía de ríos y lagos, propicios para la agricultura y la sobre
vivencia humana. A su vez, la sedentarización es causa de tres fenó
menos sociales que repercuten considerablemente en los ámbitos ju
rídico, económico y político:
a) La aparición de la propiedad privada.
b) La estratificación social.
c) La identificación del grupo con arraigo en una aldea y, conse
cuentemente, el rechazo al forastero.
2. El desarrollo en gran escala de la cerámica y de las artes conectadas
con ella.
3. Las manifestaciones, cada vez más destacadas, de los ritos de fertili
dad y, por lo mismo, el predominio del grupo sacerdotal, que esta
bleció una fuerte teocracia de enorme trascendencia para los pue
blos prehispánicos.
4. El desarrollo del comercio para intercambiar los excedentes de las
cosechas obtenidas.
2. El Derecho prehispánico 41

5. Una mayor división del trabajo, que si bien ya se había dado desde la
época del hombre cazador, con la agricultura se hizo rutinaria e in -
dispensable.

Margadant apunta que si el maíz agota el suelo más rápidamente que


otros cultivos, "la deficiente técnica agrícola, haciendo disminuir las cose-
chas después de pocos años, puede haber sido el factor responsable de
los incesantes movimientos migratorios de los antiguos indios y de la re-
pentina decadencia de varias ciudades precortesianas". 5

Derecho olmeca

La cultura olmeca se considera la civilización inicial en nuestro territorio,


paralela a los pueblos que se establecieron en la época preclásica en el Valle
de México, es decir, las culturas de Copilco, Cuicuilco, Zacatenco, etc. Por
eso a la cultura olmeca se le denomina madre o reina, de ahí que resulte
interesante estudiarla desde el punto de vista de la historia del Derecho.
Los olmecas se ubicaron en el sureste de nuestro país, en la llamada
Mesopotamia mexicana, entre los ríos Grijalva y Papaloapan, y abarcaron
de esta manera el sur de Veracruz y casi todo el estado de Tabasco. Sus
principales centros arqueológicos son La Venta en Tabasco, y Tres Zapotes,
San Lorenzo y el Cerro de las Mesas, en Veracruz. La influencia de esta
cultura se encuentra en regiones como Chiapas, Oaxaca, Guerrero, sur
de Puebla, Morelos y en el Valle de México. Esto se debe, entre otras cosas,
a que en el horizonte cultural en que se desarrolló el ciclo histórico olmeca,
el preclásico, se dieron las bases culturales básicas de casi todos los pue-
blos prehispánicos asentados en nuestro actual territorio.
Alfredo Chavero en 1884 destacó la importancia de las peculiares es-
culturas encontradas en la costa del Golfo de México, algunas de ellas, como
las cabezas de niño o de bebé, de proporciones poco comunes, fueron más
tarde relacionadas con la cultura olmeca por el estadounidense Saville. Por
ese tiempo poco se conocía respecto a este pueblo y sólo se tenía alguna
noticia por las tradiciones y relatos de los aztecas y mayas. Hoy sabemos que
los olmecas se desarrollaron entre los siglos x y xi a.C, aproximadamente.
Algunos investigadores opinan que esta cultura se originó en la mis-
ma región costera del Golfo, ya que en ella se encuentran sus sitios ar-
queológicos principales; otros, en cambio, suponen que nació en Oaxaca,

5
Guillermo Floris Margadant, op. cit., pág. 10.
42 Historia del Derecho mexicano

Guerrero y Puebla, lugares donde aparecen sus formas primitivas de ma-


nifestación.
Se desconoce el nombre que se dieron a sí mismos, pues muchos
siglos después de florecida esta cultura los invasores aztecas los llamaron
olmecas o habitantes de la región del hule.
La desintegración de la cultura olmeca se inició al comenzar la era
cristiana y precisamente en la región de La Venta en Tabasco, la que hasta
entonces había sido su capital cultural. Esto se debió a la fuerte presión
que ejercieron los mayas procedentes de Guatemala y Chiapas, quienes
terminaron por someter y dispersar a los olmecas. Sin embargo, algunos
emigrantes pudieron establecerse en la zona de Veracruz, para luego su-
cumbir ante las invasiones teotihuacanas y totonacas, pero todavía mani-
festaron un renacimiento hacia el año 800 d.C. en la zona de Cholula, en
cuyo caso se habla de los neoolmecas.

Importancia del arte olmeca

En todos los pueblos, antiguos o modernos, las manifestaciones artísticas


reflejan en gran medida sus particulares formas de vida, sus valores, idea-
les y luchas cotidianas, por lo cual para la arqueología es de gran impor -
tancia estudiar minuciosamente toda expresión artística de una cultura.
Los olmecas presentan piezas arqueológicas que no tienen precedente
en ningún otro estilo de arte mesoamericano; se trata preferentemente de
esculturas de tipo humano con personajes a la vez negroides y mongo-
loides: son sujetos obesos, con cabezas en forma de pera, nuca abultada,
ojos oblicuos, comisuras hundidas, barbilla saliente, labio superior levan-
tado, nariz achatada y perforada con el propósito de usar nariguera, y
boca semejante a la de un felino, lo que refleja un culto especial por el
jaguar, tal vez antecedente de Chac, Cocijo, Tajín y Tláloc en otras cultu -
ras. También son frecuentes las representaciones de enanos, jorobados e
individuos con deformaciones patentes, a veces esculpidos con gran refi-
namiento en piedra simple o en jade.
Margadant afirma:
algunos especialistas creen encontrar en la cultura olmeca dos clases de origen étnico
distinto, conquistadores y conquistados. La barba postiza de los sacerdotes en algu-
nos bajorrelieves sugiere el recuerdo de una clase invasora dominante, de larga barba,
clase que luego se debilitó, de modo que la nueva élite dominante, ahora con la escasa
barba del indio, tuvo que procurarse barbas postizas para actos ceremoniales.6

' Guillermo Floris Margadant, op. cit., pág. 13.


2. El Derecho prehispánico 43

Entre los olmecas, los sacerdotes formaban la clase social dirigente,


que imponía su voluntad sobre campesinos y artesanos, quienes movidos
por esta teocracia desarrollaron la labor técnica de transportar y labrar
enormes bloques de piedra, auxiliados por los rústicos elementos con que
contaban, como troncos, punzones de piedra y lianas. Es de observarse
que las enormes piedras encontradas en La Venta, por ejemplo, implican
su acarreo desde regiones remotas y con las grandes dificultades que la
época y las circunstancias imponían, por lo cual es evidente que la férrea
teocracia establecida en la región logró imponer su dominio aun en zonas
muy distantes. Por eso tratadistas como Alfonso Caso y el propio Marga-
dant suponen la existencia de una capital olmeca, algo no muy aclarado,
pero que de haber existido debió de encontrarse en La Venta, en la sabana
tabasqueña.

Economía

Los olmecas se dedicaron a la agricultura, la caza, la pesca y la recolec-


ción, y con sus productos excedentes realizaron un comercio intensivo
con otros pueblos vecinos y aun distantes como los asentados en el Valle
de México, todo ello a través del trueque. Sus habitaciones, incluso las de
la clase dominante, estaban hechas de barro y varas. Además, elaboraron
vestidos, canoas, esteras, máscaras, cuerdas, pelotas y protecciones de hule
para el juego, armas de piedra y vasijas de barro.
Román Pina Chan afirma que podemos hablar en este pueblo de una
economía tributaria aldeana con producción artesanal semiurbana con-
centrada en el centro ceremonial principal, y una población campesina
periférica.7 Ello implica la existencia de una sociedad compleja compuesta
por diversos grupos de poder, cuyos elementos se advierten en las re-
presentaciones escultóricas encontradas hasta la fecha y en las cuales ob-
servamos el mayor o menor atuendo según la jerarquía que ostenten, a
pesar de que en esta cultura el ropaje era mínimo y sencillo.

Otros aspectos de la cultura olmeca

En materia religiosa, las múltiples representaciones del jaguar en el arte


olmeca demuestran que este animal ocupaba un lugar determinante en la
mitología. También rendían culto a la lluvia y al fuego, representado por

7
Marco Antonio Pérez De los Reyes, op. cit., pág. 65.
44 Historia del Derecho mexicano

un anciano con un brasero en la cabeza, llamado Huehuetéotl entre los


pueblos del centro de México. Igualmente veneraban a sus muertos, a
quienes dedicaban ricas tumbas y ofrendas.
Gracias a las estelas, monumentos en forma de lápida o pedestal, se
ha comprobado que los olmecas ya contaban con escritura jeroglífica y
un sistema calendárico y numérico a base de puntos y rayas, parecido al
de la cultura maya.
También se deduce el estatus inferior de la mujer olmeca por la escasa
representación femenina en su arte, a diferencia de las culturas del Valle de
México contemporáneas del horizonte preclásico, donde hay una abun-
dante cantidad de esculturas de mujer incluso embarazadas, porque están
relacionadas con el culto a la fertilidad de la tierra. Entre los olmecas se
llegó al extremo de negarle a la mujer su calidad de madre, puesto que en
los mitos se ponía de relieve el hecho de que el varón se internaba en las
entrañas de la Tierra, simbolizada por las fauces del jaguar, y daba la vida
al niño al nacer.
En el ámbito histórico-jurídico, la cultura olmeca contó con una so-
ciedad compleja y organizada, sometida al predominio de una élite sacer-
dotal. En consecuencia, integraba un sistema teocrático basado en una
economía con una doble función: la de autoconsumo y la de un incipien te
comercio por medio del trueque, que abarcó a pueblos vecinos y aun a los
más distantes ubicados en el Valle de México, que luego desaparecieron
sepultados por la lava de las erupciones del Xitle.

Derecho teotihuacano

La fusión de los antiguos grupos de agricultores y artesanos del Valle de


México que sobrevivieron a la erupción del Xitle, con los grupos emi -
grantes de olmecas del Golfo de México que fueron expulsados de su
región por las invasiones mayas, hizo posible la aparición de la cultura
clásica de Teotihuacan, la ciudad de los dioses. Este centro ceremonial de
primordial importancia en Mesoamérica empezó a poblarse hacia el año
500 a.C., y alcanzó tal grado de desarrollo que su influencia cultural se
extendió en todas las direcciones posibles, al punto que se encuentran
elementos suyos aun en Centroamérica.
Se trata de un pueblo principalmente agricultor, que realizaba sus
faenas con el sistema de roza o desmonte y construía terrazas de cultivo
en las laderas de los cerros, así como canales de riego y chinampas o
cultivos flotantes en las orillas de los lagos. La alimentación se comple-
2. El Derecho prehispánico 45

mentaba con productos de la caza y la pesca, así como con la recolección


de nopales y tunas.
La falta de ciertos productos y materias primas se cubría por medio
del comercio local y foráneo. Al respecto, Walter Krickeberg señala:
La antigua suposición de que un extendido comercio debía ir acompañado de una
política de expansión, no se ve confirmada en el caso de los teotihuacanos. Una política
de esta especie sólo es posible cuando se trata de un pueblo belicoso y versado en el
arte militar, pero los fundadores de la antigua ciudad sagrada no tenían el menor
interés en someter pueblos extraños. De aquí que durante las excavaciones de
Teotihuacan aparecieron las armas en número muy reducido.8

Así, se considera que las puntas de flecha de obsidiana que se han


encontrado sirvieron sobre todo para la caza, al igual que las esferitas de
barro disparadas con cerbatana.
La actividad militar fue entre los teotihuacanos muy pobre; incluso
se ha dicho que la suya era una ciudad abierta, si bien algunos arqueólogos
hacen ver que debe tomarse en cuenta que poseía una serie de defensas
naturales, insignificantes para un ejército moderno, pero que en aquel
tiempo podían obstaculizar un ataque. Sin embargo, algunos expertos
como Ignacio Bernal no están convencidos del pacifismo teotihuacano.
En Teotihuacan hubo un gobierno teocrático. La clase sacerdotal
controlaba todos los aspectos de la vida humana: prácticas religiosas y
ceremoniales, funciones políticas y administrativas, actividades comercia-
les y manufactureras. Todo lo regulaban y todo lo ordenaban los sacerdo-
tes porque representaban a los dioses, y esta representación les aseguraba
la fuerza política de que disponían ampliamente como reyes-sacerdotes.
Debieron de haber ejercido una considerable autoridad sobre sus gober-
nados, pues en caso contrario no podría explicarse la construcción de sus
templos y pirámides impresionantes que requerían un verdadero ejército
de obreros que trabajaran muchos años. Sin embargo, por sus principios
religiosos es casi seguro que el pueblo no consideraba tiránica esta impo-
sición, ya que los edificios se destinaban al culto de los dioses, lo que en
última instancia redundaba en beneficio de sus actividades cotidianas.
Es muy poco lo que conocemos acerca de las actividades normales
de un sacerdote en ese tiempo y se debe principalmente a las representa-
ciones pictóricas en murales y vasijas. Por ello sabemos que solían usar
disfraces de animales, con frecuencia jaguares, y se adornaban con gran-
des tocados de pluma, además de que llevaban pequeños utensilios para

Marco Antonio Pérez De los Reyes, op, cit., pág. 86.


46 Historia del Derecho mexicano

el copal, el tabaco y diversas semillas aromáticas que vertían en el suelo


mientras entonaban himnos ceremoniales.
Por tanto, en Teotihuacan se formaron dos clases sociales: la de los
sacerdotes gobernantes y la del pueblo productor de todas las riquezas de
que podían disponer los primeros.
La ciudad de Teotihuacan resulta impresionante por su extensión
y calidad: en su mejor época alcanzó la extensión de unos 20 kilóme -
tros cuadrados, con cerca de 200 000 habitantes. Nosotros, ahora acostum-
brados a ciudades de millones de habitantes, tal vez veamos con desdén
esta cifra, pero si recordamos que hacia el año 1 000 d.C. Roma apenas
alcanzaba los 10 000 habitantes y en toda Europa ninguna ciudad pasaba
de 20 000 almas, y que tan sólo es posible que Constantinopla rebasara un
tanto esa cifra, podemos afirmar que en su tiempo Teotihuacan fue una
de las ciudades más pobladas del mundo. Ignacio Bernal manifiesta que
la cultura teotihuacana no sólo se limitó al área de la ciudad propiamente
dicha, sino que sus habitantes salieron de ella y se impusieron cultural-
mente a otros pueblos. Esta transculturación explica la presencia de va-
rios elementos sociológicos, económicos y jurídicos que, creados por los
teotihuacanos, se repitieron en varias civilizaciones posteriores, como es
el caso del calpulli, como veremos al estudiar el Derecho azteca. 9
Hacia el año 850 d.C. se inició la decadencia de Teotihuacan, que al
fin pereció víctima de conflictos internos entre dos grupos políticos que
se disputaban el poder, los militares y los sacerdotes, y también por las
invasiones bárbaras o chichimecas, entre las que destacaron las de los
otomíes, quienes terminaron estableciéndose en la región y se mezclaron
con la población campesina original. Las clases dirigentes emigraron ha-
cia el Oriente, el Occidente y el sur llevando consigo los principios cultu-
rales de su pueblo, que fueron luego adoptados por otras culturas tan
distantes geográficamente como las centroamericanas.

Derecho maya-quiche

El complejo cultural maya representa uno de los logros más elevados de


las civilizaciones prehispánicas en Mesoamérica. Se trata de un pueblo
distribuido en una amplia zona geográfica cuyos conocimientos en casi
todos los órdenes del saber fueron muy completos. El estudio de los ma-
yas ha despertado el interés de un gran número de expertos, con los cua-

' Marco Antonio Pérez De los Reyes, op. cit., pág. 91.
2. El Derecho prehispánico 47
i j|, t

les ha surgido una especialidad, la mayología, cuyos trabajos son cada vez
más profundos. Por eso el historiador del Derecho cuenta ahí con abun-
dante material para documentar su análisis y fundamentar sus hipótesis.
La cultura maya se ubica en Centroamérica, fundamentalmente en
Guatemala, Belice, parte de El Salvador y Honduras. En esta área desta-
can, entre muchos, los sitios arqueológicos de Tikal, Copan y Quiriguá.
En territorio mexicano los tenemos en Chiapas, parte de Tabasco,
Campeche, Yucatán y Quintana Roo, en centros arqueológicos como Itzapa,
Palenque, Bonampak, Chichén Itzá, Mayapán, Uxmal y Tulum. Toda el
área está cubierta de ruinas arqueológicas, muchas de las cuales todavía
esperan mayor investigación y divulgación.

Cronología

Los arqueólogos ubican el origen de la cultura maya en la zona de Peten,


en Guatemala, limítrofe con el territorio mexicano, y por sus característi-
cas culturales mencionan dos imperios que, debe aclararse, no se refieren
a organización política alguna, sino a un concepto cultural. Estos dos
complejos o "imperios mayas" son los siguientes:

a) El Viejo Imperio maya, que se estableció en Centroamérica y Chiapas


y que tuvo su mayor desarrollo entre los años 600 a 900 d.C, es una
cultura original sin influencia determinante de ninguna otra.
b) El Nuevo Imperio maya, que se desarrolló en Tabasco, Campeche,
Yucatán, Quintana Roo y Belice, después de un periodo de abando
no de las ciudades del Viejo Imperio, muy discutido en cuanto a sus
motivos, y que se manifestó desde el año 1 000, aproximadamente,
hasta la llegada de los conquistadores, en donde ya encontramos una
marcada influencia tolteca y teotihuacana.

Ellos se daban a sí mismos el nombre de quichés y tenían una lengua


vulgar y otra culta que llamaban zuyúa, que sólo dominaban las clases en el
poder.
Su numeración era vigesimal; los números se representaban por me-
dio de puntos, rayas y un signo en forma de caracol que correspondía al
cero. En cuanto a su calendario, tenían uno de 365 días o del año solar
que llamaban haab, y el del año ritual de 260 días denominado tzolkin. Al
día lo llamaban kin, al mes de 20 días uinal, al año de 360 kines le decían
tun; el periodo de 20 años o tunes lo indicaban como katún y el ciclo de 20
katunes, es decir, 400 años, era considerado un baktún.
48 Historia del Derecho mexicano

Fuentes

Entre las fuentes clásicas para el estudio del Derecho maya podemos citar
las siguientes:

1. Los códices. Son los documentos característicos de la escritura prehis-


pánica. Se trata por lo general de extensas franjas hechas con diversos
materiales como fibras de henequén, algodón, piel, etc., ilustradas
con pinturas hechas con tintes vegetales y resinas que han demostra
do gran durabilidad y fijación. Los colores que se utilizaban eran
simbólicos; por ejemplo, el rojo representaba la muerte. Igualmente,
los dibujos tenían gran significación: tal es el caso de las huellas de pie
que representan camino o dirección, el glifo o la voluta que sale de la
boca de los personajes significa que hablan, etc. Las tiras se doblaban
a manera de cuadernillo y en sus páginas, así formadas, se desarrolla
toda una historia.
La profesión de escribano, de gran relevancia en todas las civili-
zaciones antiguas, en el caso de aztecas y mayas era estudiada por los
nobles. Entre los aztecas al pintor de códices le llamaban llacuilo y
entre los mayas, dzib.
Para el estudio en códices de algunos aspectos de la cultura
maya tenemos tres muy famosos:

a) El Códice de Dresde, encontrado en la biblioteca de esa ciudad ale


mana, que se sabe que perteneció desde el siglo xvm al rey Augus
to II de Sajonia y que posteriormente logró ser rescatado entre
las ruinas producidas por bombardeos e inundaciones sufridos
en la Segunda Guerra Mundial.
b) El Códice Matritense o de Madrid, que no debe ser confundido con
otro de nombre similar, propio de la cultura azteca. Este códice
maya también se llama Tro-Cortesiano porque en el siglo xix su pro
pietario, donjuán Tro y Ortelano, quien se decía descendiente de
Hernán Cortés, lo donó al Museo de América en Madrid.
c) El Códice Parisinus o de París, localizado desde el siglo pasado en
la Biblioteca Nacional de esa ciudad.

2. Los libros originales de la literatura maya antigua. En este caso tenemos:

a) El Libro de los Libros de Chilam Balam, del que hay varias versiones,
la más difundida de las cuales es la de Chumayel. Chilam es el
nombre que se daba al sacerdote supremo como una derivación
2. El Derecho prehispánico 49

de chiman o chemán, nombre que todavía reciben en la zona maya los


curanderos y brujos; en tanto que Balam, que significa "jaguar", era
nombre común entre los antiguos mayas. La obra contiene una
miscelánea de temas culturales diversos que reflejan mucho de la
vida y las costumbres de los mayas. b) El Popol Vuh, que trata
diversos aspectos mitológicos, entre los que destacan la creación del
mundo y del hombre. La versión más divulgada de esta obra se debe
al dominico fray Francisco Ximénez, quien la tradujo al castellano en
Santo Tomás Chichicas-tenango, Guatemala.

3. La Crónica de Calkini, de la que según Margadant solamente hay dis


ponible una edición hecha en Baltimore en 1935.
4. Relación de las cosas de Yucatán, escrita en 1566 por el franciscano fray
Diego de Landa, quien llegó a ser el segundo obispo de Yucatán y al
que se le atribuye haberse excedido en su celo apostólico destruyen
do muchos documentos y objetos de la cultura maya, pero cuya obra
se considera básica para el conocimiento de este pueblo.
5. Las Geográficas Relaciones de Motul, Mérida, Chochóla y otras zonas
mayas. En este caso se trata de contestaciones a un cuestionario que
Felipe II envió a las Indias a fines del siglo xvi y que en su mayoría
se encuentran en Sevilla, por lo que para cada cultura prehispánica se
pueden citar, cambiando únicamente la referencia geográfica.
6. Son también importantes las obras de antiguos cronistas e historia
dores como fray Francisco Ximénez, Bernardo de Lizana, Antonio
de Herrera, Diego López de Cogolludo, Gonzalo Fernández de
Oviedo y Valdés, y Gaspar Antonio Chi.
7. La Apologética Historia de las Indias, de fray Bartolomé de las Casas,
quien fue obispo de Chiapas y célebre defensor de los indígenas, que
escribió esta obra precisamente para destacar que los aborígenes vi
vían en un estado de gran civilización, con gobierno y leyes cultas,
aun antes de la conquista española.
8. Las obras de historiadores de los siglos xix y xx, como Eric Thompson,
Manuel de Rivas y Cosgaya, Silvanus Morley y Alberto Ruz Lhuillier,
descubridor este último de la tumba de Pakal en el Templo de las Ins
cripciones de Palenque, gran impulsor de los estudios sobre esta cultura y
creador del centro de estudios mayas del que fue su primer director.
También cabe destacar la invaluable aportación del maestro Pina Chan,
de la maestra Mercedes Gayoso, de Floris Margadant y muchos otros
investigadores nacionales y extranjeros de indiscutible valía.
50 Historia del Derecho mexicano

9. La obra titulada Derecho y organización social de los mayas, de Juan de


Dios Pérez Galaz, que se publicó en Mérida en 1942 y que ha sido
reeditada en México recientemente. Como su nombre lo indica, tiene
un enfoque muy directo de los temas que nos ocupan.
10. El estudio de las zonas arqueológicas mayas en general, como los
murales de Bonampak, que constituyen una verdadera lección de la
estratificación social de este pueblo, que podemos apreciar por la in
dumentaria y posición que ocupan sus personajes en una pirámide
pictórica que se ha hecho particularmente famosa.
11. Los datos proporcionados por el estudio del Derecho primitivo com
parado, en el que encontramos algunas costumbres y usos comunes
entre los pueblos prehispánicos.
12. La observación de comunidades indígenas actuales en el lugar, que
todavía conservan muchas costumbres antiguas, aún visibles a pesar
de la transculturación cristiana y moderna. Este es el caso de haab-cab,
costumbre por la cual el novio paga el "precio de la novia" trabajan
do durante un tiempo para su futuro suegro. Igualmente, el hecho
de que la mujer viuda o divorciada puede contraer nuevas nupcias
simplemente si invita a un hombre no casado a comer a su domicilio; si
él acepta, ya puede quedarse a vivir con ella en calidad de nuevo
marido.
13. El análisis de ciertas palabras mayas, como es el caso del Halach-Uinic o
"verdadero hombre", quien era el jefe supremo en las ciudades mayas.
Lo anterior es así porque al conocer el origen de un vocablo se conoce
igualmente mucho de la manera de pensar de un pueblo. Es lo que
ocurre cuando se analiza, por ejemplo, una palabra derivada del grie
go o del latín; en el caso de nuestro ejemplo, entendemos que el man
dato o la autoridad es un atributo masculino; en la mentalidad
prehispánica se consideraba que el hombre está hecho para ordenar y
la mujer, para obedecer. Sin embargo, un hombre es pequeño si tiene a
su vez otro que le ordene, por eso el jefe supremo, quien ya no es
jerárquicamente inferior a nadie, es el "verdadero hombre".

Organización política

Del llamado Viejo Imperio se conoce tan poco en lo que hace a su organi-
zación política que difícilmente se puede, con suficientes bases, tratar de
reconstruirlo. En cambio, del Nuevo Imperio se tiene mayor noticia.
Entre los mayas privó la organización de ciudad-Estado, de suerte
que cada ciudad era autónoma y predominaba sobre un grupo de aldeas
2. El Derecho prehispánico 51

vecinas. No obstante, entre esas ciudades había un lenguaje común, el


quiche, una religión compartida y algunas costumbres semejantes, igual
que conocimientos similares.
En la península de Yucatán florecieron tres ciudades importantes,
cada una con su propia familia gobernante:

Chichén-Itzá Itzaes
Uxmal Xiu
Mayapán Cocom

Las tres ciudades se confederaron para efectos militares y así se for-


mó la llamada Liga de Mayapán, que funcionó más o menos adecuada-
mente, imponiendo su poder sobre otras ciudades y aldeas, hasta que por
rencillas entre estas familias se debilitó la liga, precisamente en vísperas de
la llegada de los conquistadores, lo que les facilitó la penetración militar.
En cada ciudad gobernaba un Halach-Uinic (verdadero hombre), tam-
bién llamado Ahau, cargo que recibía el hijo mayor por herencia del pa-
dre, con posibilidad de una regencia por parte de un pariente paterno si el
heredero aún no tenía, por su edad, la capacidad de gobernar.
El Halach-Uinic era auxiliado en sus funciones por un consejo de
ancianos, el Ah-Cuch-Cab, o cargadores del pueblo, así llamado porque,
con su sabiduría, este consejo sostenía moralmente al pueblo.
A su vez, contaba el Ahau con la ayuda de tupiles, o policías verdugos,
como los llama Margadant, 10 porque a ellos competía cuidar el orden pú-
blico, realizar las aprehensiones que se requirieran y, en su caso, ejecutar a
los condenados a la pena capital. También se les llamaba tupile-boobs.
Otro personaje cercano al Ahau era el Nacom o jefe militar supremo,
a quien no se debe confundir con otro personaje del mismo nombre que
era sacerdote. El Nacom militar era designado entre los guerreros más
valientes y osados, se le nombraba por tres años y durante este lapso era
obedecido en forma absoluta, a la vez que se le rodeaba de grandes home-
najes, sólo superados por el propio Halach-Uinic. Si en combate caía heri-
do, muerto o prisionero, se daban inmediatamente por derrotados todos
los guerreros y huían del campo de batalla, aun cuando tuvieran muchas
posibilidades de triunfar. Esto, sumado a que el Nacom era el más adorna-
do en su vestimenta y plumaje, de suerte que era fácil reconocerlo, fue
sumamente provechoso para los conquistadores españoles, en cuanto su-
pieron de esa costumbre. A cambio de tantos homenajes, el Nacom debía,

1
Guillermo Floris Margadant S., op. cit., pág. 14.
52 Historia del Derecho mexicano

durante todo su periodo de mando, abstenerse de realizar actividades sexua-


les, bajo pena de ser destituido y condenado a muerte. La causa de esta
prohibición no es aclarada por las fuentes, pero tal vez obedezca a la nece-
sidad de conservarse puro y, por lo mismo, propicio a los dioses, así como
a evitar el desgaste de sus energías, que debían estar siempre al servicio del
ejército. Recuérdese que el Ahau no iba a la guerra para no arriesgarlo.
En las aldeas periféricas, finalmente satélites de la gran ciudad, go-
bernaban unos caciques impuestos por el Ahau, denominados batab o
bataboobs, si bien es cierto que en algunas fuentes estos nombres se le dan
igualmente al Halach-Uinic.u
A su vez, cada aldea contaba con un consejo de ancianos en pequeño
llamado Ah-Cuch-Caboobs, y con mensajeros ejecutores, especie de tupiles,
denominados Ah-Kule-Boobs, quienes también se encargaban de llevar y
traer mensajes entre las aldeas y la ciudad hegemónica.
Mención aparte merece, tanto en las aldeas como en las ciudades, la
popolna o casa del pueblo, adonde la gente podía acudir, como en una
verdadera casa de la cultura moderna, para aprender a danzar, pintar, can-
tar y tocar algún instrumento musical, sin que en ello hubiera limitaciones
por rangos sociales. El director de esta popolna era el Ha-Hol-Popob (a la
cabeza de la estera o petate en donde acostumbraban sentarse, un poco a
la manera de los antiguos orientales), con sus directores para cada activi-
dad, hoy decimos área: los Ah-Holops.
Todo el gobierno maya era aristocrático porque los diferentes cargos
eran ocupados por personas de la nobleza, a los que se les enseñaba en
forma exclusiva la lengua zuyua, y en ella les hablaba el Senado a los aspi-
rantes a cada rango para verificar que la conocían. El Derecho maya fue
siempre consuetudinario. La organización política de los antiguos mayas
se presenta en la figura 2.1.

Organización social

La estructura tribal de la antigua sociedad maya presentaba los grupos


sociales siguientes:

1. El Halach-Uinic y su familia, quienes estaban por sobre todos los de-


más habitantes; generalmente se les atribuía un origen divino o
semidivino. En algunos casos se presentó en forma excepcional la
presencia de mujeres en el poder, un rasgo de matriarcado, que cons-
1
Tal es el caso del tratadista Juan de Dios Pérez Galaz, citado en la parte de fuentes para el Derecho maya.
2. El Derecho prehispánico 53

En la ciudad

Halach-Uinic
(Verdadero hombre)
Tupiles o Ah-Cuch- Nacom
tupile-boobs Cab (jefe
(policías (Senado- militar
verdugos) cargadores supremo)
del pueblo)
I
En las aldeas
I
Batab o
bataboob
(cacique)
Ah-Kule- Ah-
Boobs Cuch-
(mensajeros- Caboob
ejecutores) (Senado
local)
Ah-Hol-Popob
director, a
la cabeza
de la estera

Ah-Holops
(jefes de
actividades)

Figura 2.1. Organización política de los mayas.

tituye la excepción a lo dicho respecto al mando como atributo mas-


culino. Por eso los cronistas hablan de caciques o cacicas, refiriéndose
a estas mujeres, muchas veces tan belicosas como los varones, verda-
deras "amazonas" que también se enfrentaron a los conquistadores.
Los nobles. Los almenchoob (los que tienen padre y madre), generalmen-
te destinados a ser guerreros o sacerdotes. Los sacerdotes a su vez
podían ser: Chilam (sumo sacerdote), Nacom (sacerdote sacrificador,
porque a él correspondía extraer corazones o arrojar a las doncellas a
los cenotes o pozos), Atanzahobs (quienes servían de intermediarios
54 Historia del Derecho mexicano

entre las familias para efectos de consolidar el matrimonio de sus


hijos), etc. Casi siempre los cargos sacerdotales eran hereditarios y
en ocasiones el Chilam también gobernaba, en una verdadera teocra-
cia, sobre todo en el Viejo Imperio: recuérdese en Palenque, Chiapas,
el caso de Pakal, a quien se le construyó una famosa tumba-templo.
Las mujeres podrían ser sacerdotisas, en cuyo caso, igual que los
sacerdotes, debían guardar castidad, bajo pena de muerte en caso de
no respetar esta limitación. En varias ciudades arqueológicas se en-
cuentran "palacios de las monjas", así llamadas por su similitud con la
vida de las religiosas cristianas. Un caso típico fue el de las sacerdotisas
de Ixchel (diosa de la luna), quienes sacrificaban en su honor a valien-
tes guerreros flechándolos en el corazón y en los genitales. Muchos
ídolos de esta deidad se encontraron en la isla que Hernán Cortés de-
nominó De las mujeres, en lo que ahora es el estado de Quintana Roo.
A los nobles y sus descendientes, ya en la época de la domina-
ción española, se acostumbraba llamarlos caciques o señores naturales.
El ejército raso lo formaban los holcanes, seleccionados entre el
pueblo, a quienes se reclutaba sólo cuando se necesitaban. Si un holcan
no iba a la guerra, debía sostener con su trabajo al ejército y perdía
su derecho al botín obtenido del enemigo. Al traidor se le sanciona -
ba con pena de muerte.
Cuando iban a la batalla lo hacían en silencio para sorprender al
enemigo, pero al atacar levantaban gran gritería para asustar a los
contrarios. También establecían centros de flecheros, como verdade-
ras guarniciones.12
3. Los agricultores y artesanos. Destinados a sostener al Ahau y a la noble
za; vivían en casas sencillas hechas de varas y paja, por lo que ya poco
queda de los objetos de su vida cotidiana. Se llamaban Ah-Chembal,
Uini-Coob u "hombrecitos".
3. Los esclavos o pencatoobs. Había varias causas de esclavitud, como:
a) Cautividad en guerra, si no eran destinados al sacrificio.
b) Hijos de esclavos.
c) Algunos delitos como el robo y el homicidio.
d) Niños abandonados, si bien era causa de pena de muerte hacer
pasar a un niño por abandonado para venderlo como esclavo. 13

12
Juan de Dios Pérez Galaz, Derecho y organización social de los mayas, Diana, México, 1983, págs. 63 y 64.
13
Alberto Ruz Lhuillier, Los antiguos mayas, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pág. 130 y
siguientes.
2. El Derecho prehispánico 55

Estructura económica

El territorio maya es una región fértil, rica en productos vegetales y ani-


males; así, hay una gran cantidad de frutos: aguacate, pitaya, yuca, etc., y
animales como venados, armadillos, conejos (que en algunos lugares abun-
daban, por lo que se dio nombre a la región de lugar de conejos, como en el
caso de Tuxtla, hoy Tuxtla Gutiérrez), itzcuintli (especie de pequeños pe-
rros que también servían como alimento), etc. Igualmente había aves de
plumas preciosas como el quetzal, muy apreciado para elaborar penachos,
escudos y estandartes, y que también se usaban como moneda.
Se producía cacao y con él chocolate, elaborado con agua, que se bebía
caliente o frío y que ha sido la gran aportación de Chiapas, especialmente del
Soconusco ("lugar de tunas"), la costa chiapaneca, al mundo. De la misma
manera, se contaba con pescado y productos del mar, conchas, corales, etc., y
con algunas piedras preciosas como turquesas, ópalos y esmeraldas, entre otras.
El arte maya fue muy desarrollado. Como muestra pueden citarse
los casos notables de la Cabeza de Palenque, los murales de Bonampak y
otros más.
Los mayas utilizaron sus grandes ríos como vías de transporte y for-
maron un floreciente mercado intercambiando productos con los pue-
blos de tierra adentro, incluso con los del Valle de México. Se sabe que
algunas de sus pequeñas embarcaciones ya eran conocidas por los euro -
peos antes del descubrimiento de México en 1517.
Celebraban contratos tanto civiles como mercantiles, con testigos con
los que bebían públicamente para efectuar la operación. 14

Derecho penal

El Derecho penal maya era muy severo. El procedimiento penal era uniinstancial,
ya fuera ante el Batab o ante el Ahau, según que el delito se hubiera cometi-
do en la aldea o en la ciudad; no cabía pues la apelación. En una sola au-
diencia se efectuaba todo el proceso y se llegaba a la sentencia, absolutoria o
condenatoria, expresada de viva voz. Se desarrollaba el proceso en la plaza
pública popilná. Desgraciadamente, las partes podían dar presentes al juez.
Había responsabilidad colectiva de toda la familia en caso de daño en
propiedad ajena. Sin embargo, se distinguía entre delito doloso (general-
mente castigado con pena de muerte) y delito culposo (con reparación
del daño o indemnización).

14
Juan de Dios Pérez Galaz, op. cit., pág. 95.
56 Historia del Derecho mexicano

En caso de adulterio cometido por la mujer, el marido podía optar


entre la muerte de ella y de su cómplice; entonces se les ataba a un poste y
se les dejaba caer una roca para aplastarlos, o bien se les otorgaba el per-
dón, pero con repudio de la mujer y disolución del matrimonio.
Por violación y estupro la pena era de muerte por lapidación, en
tanto que para homicidio era la muerte, en igual forma que se había infe-
rido a la víctima; pero si el homicida era un menor se le aplicaba la esclavi-
tud a favor de la familia del victimado. También merecía pena de muerte
el incendiario o el que se dedicaba al lenocinio.
En cuanto al robo, la primera vez por lo común el ladrón era perdonado,
pero en caso de reincidencia caía en esclavitud a favor del sujeto pasivo del
delito. Si el robo lo cometía un sujeto de la nobleza, además se le labraba de
por vida la cara con una navaja de obsidiana, desde la frente hasta el mentón.
No existía la prisión como pena y sólo se retenía al posible delincuen-
te atándole las manos y colocándole un aro en el cuello.
Curiosamente tenían una diosa llamada Ix-tab, deidad de los ahorcados,
que también protegía a los suicidas y los llevaba a un mundo de deleites.

Derecho familiar
El matrimonio (kaminicté) era monogámico, pero los nobles por lo gene-
ral tenían varias esposas, si bien sólo una de ellas, no necesariamente la
primera, disfrutaba de mayores derechos. Hoy en día en algunas comuni-
dades de origen maya es frecuente la poligamia.
El primer matrimonio era concertado por los padres de los contra-
yentes por medio del sacerdote llamado atanzahoob, quien en nombre del
padre del pretendiente llevaba regalos a los padres de la novia; estos rega-
los variaban en calidad según la condición social de los implicados. Gene-
ralmente se tenía que solicitar hasta dos o tres veces el permiso de los
consuegros, en cada ocasión llevando obsequios, si bien es cierto que por
lo regular se terminaba aceptando. Esta costumbre aún se observa en al-
gunas zonas indígenas del sureste de México.
Al solicitar a los padres a su hija para contraer matrimonio, el
atanzahoob o "pedidor" decía: "He venido a hacerles una petición, he veni-
do a tocar a su puerta por su regalo, por su esfuerzo. He venido a traerles
un dolor de cabeza, he venido a traerles un dolor de corazón. He venido
de rodillas, he venido bajando la cabeza, con este hijo, con este flojo, con
este haragán (el regalo es la novia, el flojo es el pretendiente)." 15
' Federico Navarrete Linares, La vida cotidiana en tiempos de los mayas, Ediciones Temas de hoy,
Colección Historia de México, México, 1996, pág. 66.
2. El Derecho prehispánico 57

La pareja era considerada como un solo rostro, el que con sus dos
lados y ambos ojos semeja al hombre y a la mujer, y así decían: "Señor
nuestro. Santo Padre, haz que entre en su cabeza, haz que entre en su
corazón, haz que decida en su cabeza, haz que decida en su corazón. Que
una persona no puede vivir sola, ni puede estar sola con un solo lado de
su rostro, un solo ojo. Porque fuiste tú quien lo hizo así, fuiste tú quien
decidió que deben haber dos ojos, dos lados de un rostro."'"
Al fijarse la fecha de la boda, el padre del futuro marido pagaba a su
consuegro el precio de la novia o haab-cab y en ocasiones se daba el com-
promiso de que, una vez casado, el yerno trabajara por un tiempo gratui -
tamente las tierras de su suegro.
A veces los contrayentes apenas se conocían, pero eso no importa ba
si eran obedientes a los deseos de sus respectivos padres; recuérdese que
los "matrimonios por amor" son prácticamente realidades de nuestro
tiempo.
La sociedad maya era masculinizada y la mujer no gozaba de un buen
estatus. De niña debía apegarse a su hogar y de adulta, al de su marido. Se
prohibía a las niñas jugar con niños y a las jóvenes hablar o siquiera ver a
los varones. Si en el camino se encontraban un hombre y una mujer, ésta
debía bajar la mirada y cederle el paso a él. Si la sorprendían hablando con
un hombre la reprimían severamente y, en caso de insistir en su conducta
"deshonesta", le aplicaban polvo de chile en los ojos y en los genitales.
Al irse a la siembra el marido, la esposa había de proporcionarle el
pozol, hecho con maíz y cacao. A su regreso debía tenerle preparada la
comida. Todos los varones comían primero, mientras las mujeres, en si-
lencio y con la vista baja, se preocupaban de servirles los platillos, y cuan-
do ellos habían concluido y se retiraban, ellas podían comer lo que sobra-
ra. Se daba lo mejor de la comida al padre y al abuelo; los niños y las
mujeres comían lo que sobrara. Todas estas costumbres, muy del gusto de
los pueblos prehispánicos, aún se observan en muchos lugares del país,
incluso en clases medias urbanas.
Las mujeres, sin embargo, eran muy trabajadoras, responsables y lim-
pias; todo el día traían cargando a sus pequeños hijos apoyados en las
caderas, mientras que, según Landa, los hombres eran apáticos y dados a
la murmuración y el ocio. A cambio de esto realizaban ritos de iniciación
y penitencias muy crueles, como el hecho de atravesar sus miembros viri-
les con espinas y pasar así hebras de henequén para quedar "ensartados" y
su sangre ofrecerla untada a sus ídolos.

"' Ibidem, pág. 72.


58 Historia del Derecho mexicano

El nombre lo daban a sus hijos generalmente tomándolo de un ani-


mal o tótem; luego se añadían el nombre de la familia de la mujer y final-
mente el de la familia del padre. No podían casarse quienes llevaran el
mismo "apellido", aunque entre ellos no hubiera realmente parentesco; a
cambio de ello, quienes se "apellidaban" igual debían prestarse entre sí
asistencia en caso de viaje de una ciudad a otra.
El repudio de él hacia ella era frecuente, por lo que había la facilidad
de matrimonios subsecuentes. Existió la exogamia para evitar la posibili-
dad del incesto, el que por cierto, de darse se castigaba con la muerte. Al
jefe de familia o patriarca lo llamaban Yum.
La sucesión se daba por la vía masculina. Se sabe que cada familia
recibía una pequeña propiedad para ser trabajada colectivamente por sus
miembros y era heredada por el hijo mayor, sin que sepamos qué se hacía
en caso de no haberlo.
A la llegada de los conquistadores los mayas presentaban, en algunos
casos, signos de decadencia. Muchos de sus descendientes se agrupan
ahora en etnias con mayor o menor grado de civilización. Se conservan
sus rasgos, su lenguaje y los topónimos, a veces ni siquiera castellanizados.
Todavía comen y beben lo suyo y las prácticas religiosas y rituales, mezcla-
das con elementos cristianos, sobreviven. Aún subsisten los testimonios
formidables de sus construcciones y de su arte, y queda para todos el
orgullo de que los consideren "los griegos de América"; pero también
tenemos el insoslayable compromiso de respetar su cultura y lograr que
alcancen, porque lo merecen, respeto y bienestar, como herederos legíti-
mos de una de las más notables civilizaciones de nuestro continente.

Derecho mexica, azteca o tenochca

La cultura más destacada del México prehispánico es la mexica, también


llamada azteca o tenochca. Tal vez eso se deba a que a la llegada de los
conquistadores era el pueblo que tenía la hegemonía y, por lo mismo, fue
el más conocido y estudiado por los cronistas europeos. De ahí que en
muchas ocasiones cuando se estudia el Derecho prehispánico sólo se hace
referencia al caso de los aztecas, sin tomar en cuenta a otros pueblos no
menos ricos en aspectos jurídicos.

Origen y peregrinación

Mucho se ha dicho, con base en los mismos textos de ellos, que su origen
se remonta a un lugar lejano ubicado en el norte del país y al que denomi-
2. El Derecho prehispánico 59

naban Aztlán o Chicomostoc ("lugar de garzas, de la blancura o de los la-


gos"), de ahí el nombre de aztecas. De ese lugar peregrinaron durante
muchos años hasta establecerse en el Valle de México y fundar su ciudad,
Tenochtitlan.
La ubicación de Aztlán ha inquietado a muchos estudiosos y se han
ido generando estas versiones:

1. No existió tal lugar; es mítico o simbólico.


2. Se encontraba en Texas o en Colorado, o en algún otro lugar de
Estados Unidos de América.
3. Se ubicó en la isla de Mexcaltitán, al norte del actual estado de Nayarit.
Por ello ese lugar se considera como la "cuna de la mexicanidad" y en
tiempos recientes se estableció allí un museo para divulgar este ori
gen. El lugar, fundamentalmente lacustre, conserva en sus trazos geo
gráficos y urbanos muchos de los aspectos que se atribuyen a la ciu
dad de Tenochtitlan, según la vieron los testigos europeos en el siglo
xvi. Esta isla pertenece actualmente al municipio de Santiago Ixcuintla,
Nayarit.
4. Se refiere a las ruinas de La Quemada, cerca de la ciudad de Zacatecas.

Los aztecas eran de origen chichimeca, es decir, bárbaros del norte;


en su peregrinación hacia el sur se integraron en un total de siete tribus, a
las que se les ha denominado nahuatlacas, por su lengua común, el náhuatl
(cuadro 2.1).

Cuadro 2.1. Tribus aztecas.


Tribu Lugares que fundaron

Tecpanecas Azcapotzalco

Xochimilcas Xochimilco y Mixquic

Chalcas Chalco y Amecameca

Tlaxcaltecas Tlaxcala

Acolhuas Texcoco y Culhuacán

Tlahuicas Tláhuac y Cuauhnáhuac (Cuernavaca)

Mexicas México-Tenochtitlan
60 Historia del Derecho mexicano

Al parecer, hacia el año 1111 o 1160 d.C. los aztecas emprendieron su


peregrinación hacia el sur. La ruta que siguieron no ha sido precisada por
los historiadores. Los aztecas decían que venían dirigidos por sus sacerdo-
tes, los que a su vez seguían las indicaciones de su deidad principal
Huitzilopochtli ("colibrí zurdo"), personaje entre real y legendario, tal vez
un destacado guerrero, quien los guiaba por medio de unos pájaros que
trinaban con un tigui, que significaba para ellos "¡seguid!" o "¡adelante!"
Es casi seguro que pasaron por Chápala en Xalisco (hoy Jalisco), late-
ralmente por Michoacán, después por Tollan o Tula, Zumpango, Xaltocan,
Ecatepec, Atizapán, Tulpetlac, Cuauhtitlán, Ixtacalco y Chapultepec. Todo
esto se narra con cierto detalle en el códice conocido como la Tira de la
Peregrinación o Códice Boturini, hecho en tiras de papel amate.
Finalmente, en 1325 pudieron establecerse, con la autorización de los
tecpanecas de Azcapotzalco, en un islote al sur-poniente del lago de Texcoco,
en donde encontraron una señal, para ellos de alta significación, según lo
narra Fernando Alvarado Tezozómoc en su Crónica Mexicayotl: "Llegaron
entonces allá donde se yergue el nopal. Cerca de las praderas vieron con
alegría cómo se erguía un águila sobre aquel nopal. Allí estaba comiendo
algo, lo desgarraba al comer. Cuando el águila vio a los aztecas inclinó su
cabeza. De lejos estuvieron mirando el águila..."17
Alfonso Caso sitúa el lugar de ese hallazgo en la actual Plaza de San
Pablo, al sureste del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Con ello llegaba a su fin la gran caminata o peregrinación, desde
Aztlán hasta Tenochtitlan (lugar de tenochcas o sacerdotes), que duró entre
165 y 214 años, según la fecha que se acepte para su inicio. Es claro que a
lo largo de ella fueron dejando asentamientos y rastros de su cultura.

Etapas históricas

La breve historia de los aztecas puede resumirse en las etapas que se mues-
tran en el cuadro 2.2.
Si tomamos en cuenta el tiempo trascurrido entre 1325 (fundación
de Tenochtitlan) y 1521 (caída de la ciudad en manos de Cortés), estamos
hablando de sólo 196 años, a lo largo de los cuales lograron los aztecas
realizar todo su ciclo histórico (origen, esplendor y decadencia). Este ci -
clo suelen tenerlo las civilizaciones al cabo de muchos siglos, como es el
caso de los egipcios, los griegos y los romanos, pero recorrerlo en tan sólo

' Carlos Martínez Marín, "Peregrinación de los Mexicas", en Historia de México, Salvat, México, 1978,
tomo 4, pág. 776.
2. El Derecho prehispánico 61

Cuadro 2.2. Etapas en la historia azteca.


Etapa histórica Cronología Características
1. La peregrinación 1111 o 1160 Originalmente habitantes de Aztlán o
d.C. a 1325 Chicomostoc, abandonan la región
y realizan su peregrinaje hacia el
Valle de México

2. La tributación 1325 a 1427 Se inicia con la fundación de


México-Tenochtitlan, pero
sometidos a tributación por
Azcapotzalco, hasta que su
cuarto tlatoani, Izcóatl, formó la
Triple Alianza y derrotó a sus
dominadores tecpanecas

3. La expansión 1427 a 1519 Mediante la Triple Alianza los


aztecas logran conquistar un
enorme territorio que abarcaba
desde el sur de Sinaloa y
Tamaulipas, hasta incluso Costa
Rica, en Centroamérica, a
excepción de Michoacán, reino
que se mantuvo independiente a
pesar de los esfuerzos de los
aztecas por dominarlo

4. La extinción 1519 a 1521 Se desarrolla la conquista de


México por Hernán Cortés, que
concluye con la toma de
Tenochtitlan el 13 de agosto de
1521

dos siglos, con un promedio de ocho generaciones (una por cada 25 años,
lo cual es razonable), es decir, de un tatarabuelo a un bisnieto, es algo insó-
lito en la historia universal, lo que hace que el pueblo mexica se convierta
en una cultura particularmente atractiva para los expertos en la materia.

Fuentes

En el caso de los aztecas, sus fuentes de información son muy ricas y variadas:

1. Códices. La palabra códice empezó a usarse desde fines del siglo xix
para designar a los manuscritos elaborados dentro de la tradición
62 Historia del Derecho mexicano

indígena, si bien códice es un manuscrito cosido en un lado, lo que


no coincide en el formato o presentación de las pinturas indígenas,
plasmadas en diversos materiales y que les servían a manera de es-
critos.
Los hay anteriores o posteriores a la conquista española, he-
chos de piel curtida, amate o de lienzo o tela. El amate se hacía con
corteza de árbol recubierta con cal alisada o pulida. Los pinceles que
se usaban eran de pelo de conejo con diferentes grosores.
Los pintores de códices o tlacuilos estudiaban en el Calmécac,
colegio de nobles. De estos "códices" hablan en algunos momentos,
entre otros, Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, fray Diego de
Landa, fray Francisco de Burgoa (cronista de Oaxaca) y fray
Bernardino de Sahagún.
Incluso se ha dicho que existían grandes depósitos de estos do-
cumentos, a manera de bibliotecas, llamadas amozcalli, o "casa de li-
bros". Al llegar la conquista se destruyeron muchas de estas "barbari-
dades", como las llama injustamente el padre Burgoa. Fray Juan de
Zumárraga, primer obispo de México, y fray Diego de Landa, segun-
do obispo de Yucatán, se caracterizaron por la enorme destrucción y
quema de códices que ordenaron debido a su celo religioso desmedi-
do. Hoy apenas se conocen unos 15 o 18 códices auténticamente
prehispánicos, que según su presentación y tamaño pueden ser lla -
mados códice, tira, rollo, lienzo y anales o crónicas.
Por su temática pueden ser míticos y religiosos, históricos, genea-
lógicos, cartográficos, económicos y etnográficos. Los dos últimos
son los más importantes para el estudio del Derecho azteca porque
describen los sistemas de producción, comercialización, costumbres
y sistema sociojurídico de este pueblo.
Los principales códices para el estudio de los aztecas fueron:

a) El Códice Mendocino, mandado elaborar en tiempos del primer


virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza. Consta de tres
partes. En la primera se relata la historia de los reyes de México-
Tenochtitlan y las dos partes restantes contienen amplia informa-
ción respecto a la vida de los indígenas en la primera mitad del
siglo xvi.
Se tenía la intención de obsequiarlo al emperador Carlos V,
pero cuando era trasladado a España el barco respectivo fue cap-
turado por piratas franceses y el códice llegó, por el mercado
negro, al famoso y controvertido viajero André Theruet, quien
2. El Derecho prehispánico 63

hacia 1590 lo vendió al capellán inglés Richard Hakluyt. Actual-


mente se encuentra en la Biblioteca de Oxford. 18
Es importante destacar que el códice contiene una biografía
muy detallada del emperador Moctezuma Xocoyotzin y algunos
datos sobre el Derecho procesal y penal de los aztecas.
Forma hoy parte de este documento una copia de la Matrícu-
la de Tributos, en la segunda parte del Códice Mendocino. Esta ma-
trícula la realizó algún tlacuilo, quizá por órdenes de Hernán Cor-
tés, para conservar información precisa respecto a la economía y
tributación prehispánicas.
La Matrícula de Tributos, conjuntamente con el códice
prehispánico Azoyu II constituyen los documentos básicos para
el conocimiento del Derecho fiscal azteca.
En 1770 el arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana la pu-
blicó con el nombre de Fragmento de un mapa de tributos, o cordille-
ra de los pueblos, que los pagaban, en qué género, en qué cantidad, y en
qué tiempo, a el emperador Moctezuma en su gentilidad. El original lo
recogió Lorenzo Boturini y Benaducci para una de las secretarías
del virreinato en 1740.
Más tarde, en 1890, se hizo otra edición dirigida por el histo-
riador Antonio Peñafiel.
La matrícula primero quedó registrada en la Secretaría General
del Virreinato, luego pasó a la Biblioteca de la Real y Pontificia Univer-
sidad de México y finalmente al Museo Nacional. En tiempos del em-
perador Iturbide, el embajador estadounidense Joel Poinsett le quitó
dos hojas al original y las llevó a Filadelfia, de donde fueron devueltas
al gobierno mexicano en 1942. Actualmente, ya completa, se halla en
el Departamento de Códices y Pictografías de la Biblioteca del Mu-
seo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México.
El documento que nos ocupa está pintado en papel de amate
(árbol de la familia de las higueras), parte está elaborado con fi -
bras de maguey y con palma de iczotl o izote y hasta con capullos
de orugas. Consta de 16 hojas de 42 por 29 centímetros. La pri -
mera hoja está prácticamente borrada, pero las restantes se con-
servan muy bien. Se puede clasificar como un códice económico-
estadístico porque trata de los tributos que pagaban los pueblos
vencidos a los aztecas, pero también puede ser considerado como

1
María Sten, Las extraordinarias historias de los códices mexicanos, 3a. ed., Joaquín Mortiz/Contrapun-
tos, México, 1975, págs. 94 y 95.
64 Historia del Derecho mexicano

geográfico-toponímico, ya que contiene en cada caso el jeroglífi-


co representativo de los diversos pueblos tributarios.
En 1968, a propósito de los XIX Juegos Olímpicos celebra-
dos en México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a
cargo de Antonio Ortiz Mena, hizo una hermosa publicación en
la que se reproduce la Matrícula de Tributos, con sus explicacio-
nes respectivas, encuadernada con tapas de madera.
b) El Códice Caspianus, que perteneció al marqués de Cospio en Ita
lia y que ahora se halla en la Universidad de Bolonia.
c) Los Códices Borgia. Se trata de un grupo de códices entre los que se
encuentran los códices Vaticano A y B, el Códice Borgia, que perte
neció a esta familia, el Códice Fejervary Mayer (que se halla en
Liverpool), el Códice Laúd (que obra en Oxford), y algunos aña
den el Códice Caspianus.
d) El Códice Ramírez, que perteneció al historiador mexicano José
Fernando Ramírez, quien lo encontró al llevar a cabo algunos
trabajos de reparación del convento de San Francisco, en la ac
tual avenida Madero de la Ciudad de México. Hoy se conserva en
el Museo Nacional de Antropología e Historia.
e) Los códices Tlotzin y Quinantzin, que se encuentran en París.
f) El Lienzo de Tlaxcala, que se refiere a diversos episodios de la
conquista de México por los españoles.
g) El Códice del Museo de América. Éste se ubica en Madrid y contiene
importantes testimonios respecto a la conquista en el Nuevo Con
tinente.
h) El Códice Telleriano, que perteneció al abad parisino Maurice de
Tellier.
i) El Códice Misantla, que se conserva en México.
j) El Códice Florentino, hoy en Florencia, Italia.
k) El Códice Matritense. Se encuentra en Madrid y no debe confun-
dirse con otro de nombre similar que se refiere a los mayas y que
ya fue mencionado en la parte respectiva.
1) El Códice Duran, que debe su nombre a fray Diego Duran, ilustre
cronista español.
m) La Tira de la Peregrinación o Códice Boturini. Es una tira larga y
estrecha (mide 549 por 19 centímetros), que se dobla como biom-
bo, formando unas 22 hojas. Se dibujó de un solo lado, con pin-
turas en negro y rojo. Se creyó que era prehispánico, pero ahora
se sabe que se elaboró en la época colonial. Se conserva en el
Museo Nacional de Antropología e Historia.
2. El Derecho prehispánico 65

n) El Códice Magliabecchiano. El original, que está en Florencia y se


elaboró después de la conquista, es de carácter religioso.
o) El Códice tonalámatl de Aubín. Su nombre se debe a un historiador
de este apellido, quien lo conservó y donó a la Biblioteca Nacio -
nal de París. Es de tipo religioso e histórico, procede probable-
mente de Tlaxcala y a la fecha se discute si se realizó antes o des-
pués de la conquista.
p) Los anales o crónicas. Son subgéneros de los códices, generalmente
con explicaciones manuscritas en castellano. Entre ellos destacan
los de Puebla, Tlaxcala, Azcapotzalco, Tlatelolco, Popotla,
Tecamachalco y Cuauhtitlán. A excepción del de Puebla, los de-
más se encuentran en México.
Para un conocimiento más cabal de los códices y anales es
interesante el estudio de Gonzalo Vilchis Prieto, Los códices
prehispánicos como fuente histórica del Derecho mexicano.

2. Las obras de los historiadores indígenas, quienes fueron cristianiza -


dos y educados por los misioneros españoles, de manera que en sus
obras ya hay influencia europea muy marcada, pero que relataron
con bastante fidelidad la vida y las costumbres del mundo pre -
hispánico. Algunos vivieron en su infancia esa época anterior a la
conquista, o bien estuvieron próximos a parientes que habían sido
testigos y actores de ese tiempo. Entre los historiadores de origen
indígena cabe mencionar a los siguientes:

a) Fernando de Alva Ixtlilxochitl (1578 o 1580-1648). Nació en


Texcoco y estaba emparentado con la nobleza de ese lugar y la de
Tenochtitlan. Se decía descendiente del mismo Nezahualcóyotl.
Estudió con los franciscanos en el Colegio de Santa Cruz de
Tlatelolco. Fue nombrado gobernador indígena de Texcoco y
Tlalmanalco y sirvió como traductor en el juzgado de Indios de
la Ciudad de México. Logró adquirir una amplia cultura. Entre
sus obras destacan Historia chichimeca y Relaciones históricas de la
nación tolteca. La Universidad Nacional Autónoma de México las
ha editado como Obras históricas y gracias a este autor conoce
mos unas 20 de las 80 u 83 leyes que se atribuyen a Nezahualcóyotl.
b) Juan Bautista Pomar (1520-1610). Nacido un año antes de la con
quista de México, también era originario de Texcoco e igual que
Alba Ixtlilxochitl, noble. Escribió Relación de las antigüedades políticas
y religiosas de las Indias, también conocida como Relaciones de Texcoco.
66 Historia del Derecho mexicano

c) Fernando (o Hernando) Alvarado Tezozómoc (1535-1590). Em


parentado con la nobleza azteca, escribió Crónica Mexicayotl y fue
traductor en la Real Audiencia de la Ciudad de México.
d) Domingo de San Antón Muñoz Chimalpaín (1579-1660), nacido
en Amecameca, escribió Memorial de Culhuacán y Relaciones de
Choleo y Amecameca.
e) Cristóbal del Castillo (1526-1606), nacido en San Juan
Teotihuacan, escribió Historia de los mexicanos, obra que fue res
catada del olvido en el siglo XIX por el insigne historiador Fran
cisco del Paso y Troncóse
f) Diego Muñoz Camargo (se desconoce su fecha de nacimiento,
pero murió ya muy anciano en 1684), originario de Tlaxcala, es
cribió Historia de Tlaxcala, que fue publicada en partes en un
periódico, en el siglo XIX, por Alfredo Chavero. Muñoz Camargo
realizó un viaje a España para solicitar permiso al rey Felipe II
para fundar pueblos en la zona de Querétaro; fue varias veces
gobernador indígena de Tlaxcala y en ese cargo falleció. Era con
siderado un hombre talentoso e influyente.
g) Mariano Fernández de Echeverría y Veytia (1718-1770), nacido en
Puebla, historiador indígena tardío, escribió Historia de Puebla de
los Ángeles (en dos tomos) y Baluartes de México.

3. Los cronistas europeos. Ya hemos señalado la importancia del género


de la crónica en el estudio de las costumbres prehispánicas. Para el
caso de los aztecas destacan los cronistas siguientes:

a) Hernán Cortés (1485-1547), nacido en Medellín, en la actual pro -


vincia de Badajoz. Murió en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevi-
lla, cuando se dirigía hacia México, la tierra por él conquistada.
Durante dos años estudió leyes en Salamanca, pero abandonó
la carrera y participó con Diego Velázquez en la conquista de Cuba.
Después fue notario en Trinidad y alcalde en Santiago en ese mismo
país. Se casó con Catalina Xuárez (sic) y emprendió la tercera expedi-
ción española a tierras mexicanas para realizar la conquista de los
aztecas. Más tarde fue nombrado marqués del Valle de Oaxaca.
Con el propósito de informar a la Corona respecto de sus
hazañas en estas tierras, escribió cinco cartas, que han sido llama-
das de Relación, cuyos originales, en manuscrito, se encuentran
en la Biblioteca Imperial de Viena y tienen un total de 325 hojas,
de las que quedaron 15 sin escribir.
2. El Derecho prehispánico 67

La primera se redactó en 1519 en plena campaña de con -


quista para la reina regente Juana la Loca; está firmada en la Villa
Rica de la Vera Cruz. Las cuatro restantes fueron para Carlos V; la
segunda en Segura de la Frontera, la tercera en Coyoacán, la cuarta
y la quinta en México-Tenochtitlan. Todas ellas se escribieron en -
tre 1520 y 1526. Además, se conocen otras cinco o seis que ya no
forman parte de ese grupo de Cartas de relación y que incluso
algunos consideran de dudosa autenticidad.
b) Andrés de Tapia (1485, muerto aproximadamente a mediados
del siglo xvi). Fue soldado de Cortés y al parecer tomó parte en
las luchas más relevantes de la conquista. Más tarde fue Justicia
Mayor (juez) en la Ciudad de México. Escribió Relación sobre la
Conquista de México y también fue contador en la Real Audiencia
de la Ciudad de México.
c) El conquistador anónimo, del que sólo se sabe, porque así titula
su escrito, que era un soldado de Cortés; la obra es Memorias de
un gentilhombre del glorioso capitán Fernando de Cortés. Fue men
cionado por algunos historiadores del siglo xix.
d) Bernal Díaz del Castillo (1492 o 1493-1588). Es el cronista por
antonomasia. Nació en Medina del Campo y murió en la Antigua
Guatemala, donde todavía se conserva la casona en la que vivió
sus últimos años y donde escribió su obra Historia verdadera de la
conquista de la Nueva España, tan bien redactada que a la fecha se
estudia entre las obras de la literatura española, aun cuando él no
fue un hombre ilustrado. Participó en las conquistas de Cuba y
México (en donde formó parte de las tres expediciones de con
quista, es decir, la de 1517, 1518 y la de 1519 a 1521), y también
acompañó a Cortés en sus expediciones por Baja California,
Tamaulipas y Las Hibueras, hoy Honduras (en esta última fue
ejecutado Cuauhtémoc). Más tarde acompañó a Pedro de
Alvarado a la conquista de Tehuantepec, Chiapas, Guatemala y
El Salvador.
A pesar de sus hazañas e incluso de haber sido herido de grave-
dad, no consiguió una recompensa digna de sus proezas. Por
eso viajó a España, pero no logró gran cosa, si bien le dieron una
encomienda y algún cargo inferior en Coatzacoalcos. Más tarde
solicitó la gubernatura del Soconusco, en la costa de Chiapas
(por cierto, Miguel de Cervantes Saavedra también pidió ese car-
go), pero ni Díaz del Castillo, ni el padre de la lengua española,
obtuvieron ese nombramiento. Para colmo, otros individuos sin
68 Historia del Derecho mexicano

más mérito que su parentesco con algunos conquistadores ya


fallecidos y de los que el vulgo hacía referencia de proezas, no
siempre reales, eran beneficiados con buenos empleos. Por eso,
decepcionado quiso escribir su obra donde, según dice, contará
la "verdadera historia" de la conquista de la Nueva España, a fin
de poner a cada quien en su sitio. Esta obra la dictó, ya casi ciego
y muy anciano, a uno de sus hijos.
Hoy su libro se considera una obra básica de la historiografía
mexicana e imprescindible en toda biblioteca.
e) Francisco López de Gomara (1511-1562). Fue catedrático de la
Universidad de Alcalá de Henares y también sacerdote y capellán
de la casa de Hernán Cortés, a quien siempre admiró, a pesar de
que personalmente apenas tuvo vinculación con el conquistador.
Su obra se titula Principios de la conquista de México.
f) Fray Francisco de Aguilar (1479-1571). Fue soldado de Cortés,
encomendero, hombre de negocios y, al final de su vida, religio
so. Su obra se titula Historia de la Nueva España.
g) Francisco Cervantes de Salazar (1513-1573). Intelectual que con
tribuyó a fundar la Real y Pontificia Universidad de México, de la
que fue rector. Felipe II lo nombró cronista de la Ciudad de Méxi
co. También fue miembro del Tribunal de la Santa Inquisición.
Escribió Crónica de la conquista de la Nueva España.
h) Pedro Martínez de Alguera (1437-1526). Nacido en Milán, fue
capellán de la reina Isabel la Católica; embajador de España; miem-
bro del Real Consejo de Indias y primer cronista e historiador de
las Indias, si bien nunca estuvo en ellas. Su obra se titula Décadas
del Nuevo Mundo, porque sus diferentes capítulos abarcan perio-
dos de 10 años.
i) Antonio de Solís Rivadeneyra (1612-1686). Este jesuíta desempeñó
varios cargos en la Corte española y fue nombrado cronista
general de las Indias. Su libro se titula Historia de la conquista de
México. Población y progresos de la América Septentrional conocida
por la Nueva España.
j) Antonio Herrera y Tordesillas (1549-1625). Fue nombrado por
Felipe III cronista general de las Indias. Su obra se titula Historia
general de los hechos de los castellanos en islas y tierra firme de la Mar
Océano.
k) Alonso de Zorita (1512-1585). Este abogado egresado de la Uni-
versidad de Salamanca ejerció su profesión en Granada hasta que
en 1547 lo nombraron oidor (magistrado) de la Real Audiencia
2. El Derecho prehispánico 69

de Santo Domingo. No se ha podido confirmar si obtuvo el gra-


do de doctor en Derecho, pero tenía fama de hombre sabio y
académico. Fue oidor también en Guatemala y más tarde en Méxi-
co. En esta ciudad el virrey Luis de Velasco I lo incorporó al
claustro de la Real y Pontificia Universidad de México, con el gra-
do de doctor en leyes. Más tarde se vio envuelto en muchas intri-
gas políticas y legales, por lo que se retiró a Granada, donde escri-
bió su libro y falleció.
Su obra se titula Breve y sumaria relación de los señores de la
Nueva España, si bien el verdadero título es mucho más largo. 1)
Fray Bernardino de Sahagún (1499 o 1500-1590). Ilustre franciscano,
escritor y gran investigador; para algunos es un precursor muy
precoz de la investigación sociológica en América cuando esta
ciencia aún no se fundaba por Augusto Comte en el siglo xix. Así,
se adelantó a su época haciendo indagaciones directas y
confrontadas. Su nombre original era Bernardino de Rivera, pero al
profesar adquirió el de Sahagún, porque provenía de una destacada
familia de ese lugar. Al parecer descendía de judíos conversos, una
hipótesis que no ha sido totalmente aceptada.
Estudió en Salamanca y se ordenó sacerdote en 1524. En
1529 pasó con otros 19 religiosos a la Nueva España; radicó un
tiempo en Tlalmanalco y luego en Tlatelolco. Igualmente estuvo
en Xochimilco y fue visitador de su orden religiosa en Michoacán.
Los indígenas le tenían especial gratitud y respeto por su pater -
nal desempeño en la evangelización y educación. García Icazbal-
ceta, historiador del siglo xix, dice de él: "era de tan bello sem-
blante que había de permanecer escondido de las miradas de las
curiosas mujeres de la Nueva España, joven y gentil, atraía con su
fisonomía varonilmente hermosa... era de ardiente caridad hacia
los indios; tenía un entusiasmo sin límites por las cosas de la anti-
güedad y era de curiosa e insaciable comezón de saberlo todo y
de explicarlo todo."19
Su obra monumental se titula Historia general de las cosas de la
Nueva España y abarca todos los aspectos de la vida social, jurídi-
ca, económica, familiar, política y religiosa del pueblo azteca. Tam-
bién se considera una obra básica para la historia de México.
Murió en el convento de San Francisco en la Ciudad de México.

19
Ángel María Garibay, proemio general a la Historia general de las cosas de la Nueva España, 5a. ed.,
Porrúa, México, 1982, pág. 13.
70 Historia del Derecho mexicano

m) Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1478-1552). Ocupó va-


rios cargos políticos y fue alcalde en Santo Domingo. Escribió
Historia general de las Indias.
n) Fray Diego Duran (1537-1588). Franciscano e incansable misione-
ro, desarrolló su labor en favor de los indios en Tlaxcala, Oaxaca,
Texcoco y México. Escribió Historia de las Indias de la Nueva Espa-
ña e islas de tierra firme. Conservó el códice que lleva su nombre.
Su libro resulta a veces ingenuo por asentar datos fantásticos que
eran simples consejas y mitos de los indígenas, sin ningún senti-
do de método ni de investigación.
o) Fray Juan de Torquemada (1580-1674). Este franciscano, que es-
cribió Monarquía indiana, tuvo fama de hombre caritativo y de
gran entrega hacia los indígenas.
p) Fray Toribio de Benavente, "Motolinía" (1482-1568). Franciscano
de vida ejemplar, escribió Historia de los indios de la Nueva Espa ña,
obra que contiene numerosos aspectos de las costumbres de los
indígenas.
q) Fray Jerónimo de Mendieta (1525-1604). Franciscano dedicado a
la evangelización, escribió Historia eclesiástica Indiana.
r) Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566). Fraile dominico, primero
fue encomendero y luego se convirtió en gran defensor de los
indios. Junto con fray Antón de Montesinos se hizo célebre por
sus sermones en Santo Domingo defendiendo los derechos de
los indígenas; Héctor Fix-Zamudio los considera precursores de la
defensa de los derechos humanos. Más tarde, el padre Las Casas
fue nombrado obispo de Chiapas, con sede en Villa Real, luego
Ciudad Real y hoy San Cristóbal de las Casas, llamada así en su
honor.
En su afán de cuidar los intereses de los indígenas escribió,
entre otras obras, la Apologética historia de las Indias.
s) Joseph Acosta (1540-1600). Nacido en Medina del Campo, jesuíta
de gran cultura, ocupó varios cargos eclesiásticos y escribió
Historia natural y moral de las Indias. Fue rector en Lima y murió en
Salamanca, España.
t) Lorenzo Boturini Benaducci (1712-1755). Este incansable viajero
era italiano e hijo de nobles. Reunió muchas figuras y documen-
tos de las culturas prehispánicas, incluso el códice que lleva su
nombre, pero se le acusó de tráfico de antigüedades ante las auto-
ridades virreinales de la Nueva España y fue enviado a España.
En el trayecto su barco fue asaltado por piratas, pero finalmente
2. El Derecho prehispánico 71

logró ser liberado y quedar absuelto de ese delito; sin embargo, su


colección le fue decomisada. Por eso escribió más tarde su libro
titulado Historia general de la América Septentrional, u) Francisco
Javier Clavijero (1731-1787). Jesuíta veracruzano, fue desterrado
junto con todos los religiosos de la Compañía de Jesús y se radicó
en Italia, donde murió. Sus restos reposan en la Rotonda de los
Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores, en la Ciudad de
México. Su libro, muy famoso por cierto, se titula Historia antigua de
México y de su conquista.
4. Historiadores del siglo xix.
Son los siguientes:
• Francisco del Paso y Troncóse Veracruzano, primero médico y
luego historiador, logró rescatar varias obras de antiguos cronis
tas y él mismo hizo importantes estudios sobre diversos aspectos
de las culturas prehispánicas. Murió trágicamente en París.
• Antonio Peñafiel.
• Antonio García Cubas.
• Joaquín García Icazbalceta.
• Alfredo Chavero, quien también fue gobernador del Distrito Fede
ral durante el porfirismo.
• Nicolás León.
• Genaro García.
• Miguel Orozco y Berra.
• Lázaro Pavía.
• Vicente Riva Palacio, quien coordinó la famosa obra México a tra
vés de los siglos.

De estos autores y de los que se enumerarán en seguida no se


detallan sus obras, salvo en casos particularmente destacados, por-
que suelen tener múltiples estudios publicados.
5. Historiadores contemporáneos.
Son los siguientes:
• Alfonso Caso. Destaca su obra El pueblo del Sol.
• Miguel León-Portilla. Ilustre maestro universitario cuyos trabajos
son de valor incalculable. A guisa de ejemplo pueden citarse Los
antiguos mexicanos, Filosofía náhuatl y Toltecayotl.
• Alfredo López Austin. Es también un destacado maestro universi
tario, autor de múltiples obras; por ejemplo, Cuerpo humano e ideo-
72 Historia del Derecho mexicano

logia. Las concepciones de los antiguos nahuas, en dos tomos, y La


Constitución Real de México-Tenochtitlan.
• J. Kohler. Profesor de la Universidad de Berlín, su obra titulada El
derecho de los aztecas fue publicada por primera vez en 1892 por la
revista Ciencia Jurídica Comparada, en Stuttgart, Alemania. Más tar
de se publicó en México por la Revista Notarial y por la Escuela
Libre de Derecho, traducida por Carlos Rovalo y Fernández. La
mentablemente ya no es posible encontrarla en edición comercial,
sino en bibliotecas públicas o privadas.
Es una magnífica obra sobre el tema, que se basa en el estudio
de las fuentes directas. Es muy completa y si bien en algunos casos
ya está superada, sigue siendo de consulta obligada, con la ventaja
de acudir a las fuentes para ampliar la información, a partir de las
citas respectivas. Su divulgación en castellano data de las primeras dé-
cadas del siglo xx, por lo que se le enumera en esta parte de las
fuentes, debido a la escasa información que se tiene sobre Kohler.
• Ángel María Garibay. Este sacerdote y destacado maestro universi
tario, estudioso apasionado de la lengua y la literatura náhuatl,
fomentó el estudio de este idioma en la Universidad, elaborando
para ello gramáticas y diccionarios y pugnando por fundar una
cátedra al respecto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Univer
sidad Nacional Autónoma de México. A su esfuerzo extraordina
rio debemos Panorama literario de los pueblos nahuas, Visión de los
vencidos (donde se describe el punto de vista de los aztecas respec
to a la conquista; esta obra se realizó con el esfuerzo conjunto de
Miguel León-Portilla), etcétera.
• Edmundo O'Gorman. Destacado maestro universitario, es también
autor de múltiples estudios acerca de las diversas épocas históricas
de México.
• Carlos Alba H., quien realizó un estudio comparado entre el Dere
cho azteca y el del México actual.
• Francisco Larroyo, ilustre pedagogo que ha estudiado detallada
mente la historia de la educación entre los aztecas y en toda la
historia de México.
• Lucio Mendieta y Núñez, sociólogo y gran jurista, cuyas obras son
ampliamente conocidas en el ambiente universitario. El libro que
ahora cabe destacar es El Derecho precolonial.
• Manuel Moreno y Moreno.
• Raúl Carranca y Trujillo, con estudios sobre el Derecho penal de los
aztecas, como en su obra La organización social de los antiguos mexicanos.
2. El Derecho prehispánico 73


Víctor M. Castillo Farreras, quien destaca con una importante obra:
Estructura económica de la sociedad mexica.

Fernando Flores García, maestro emérito de la Facultad de Derecho
de la Universidad Nacional Autónoma de México, gran impulsor del
Derecho procesal, quien sobresale en este rubro con su estudio La
administración de justicia en los pueblos aborígenes de Anáhuac, publica
do en la Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
Autónoma de México, de la que él fue director durante muchos años. 20

Silvia Garza Terazona, con su obra La mujer mesoamericana.

Romerovargas Yturbide, con su obra ya famosa Los gobiernos socia
listas de Anáhuac.
Otros autores contemporáneos que han escrito diversos ar-
tículos sobre el Derecho azteca son Toribio Esquivel Obregón,
Guillermo Floris Margadant, Sara Bialostosky, José Luis Soberanes
Fernández, Mercedes Gayoso, Marco Antonio Pérez De los Reyes y
Gonzalo Vilchis Prieto. Sin embargo, el campo de la bibliografía
sobre Derecho prehispánico es todavía reducido.

6. La arqueología. En todo momento, con sus sorprendentes estudios y


descubrimientos, va dando nuevas bases al conocimiento del México
prehispánico. Piénsese en los descubrimientos hechos en el Templo
Mayor y en el bosque de Chapultepec en fechas relativamente recientes.
7. El análisis comparativo de algunas comunidades de origen indígena
en el Valle de México, que aún conservan muchas de sus antiguas
costumbres prehispánicas.
8. El estudio comparado de pueblos prehispánicos, por la similitud de
instituciones y principios que compartían.
9. El estudio de la lengua náhuatl, que mucho ayuda a comprender más
cabalmente el origen y contenido de las instituciones prehispánicas.

Organización política

Mientras duró su peregrinación los aztecas se configuraron como un pue -


blo organizado en clanes (grupos de familias), los que a su vez integraban
una tribu, todas ellas formas elementales de organización sociopolítica.
En cuanto a su gobierno, estaban regidos por una teocracia apoyada en
un grupo militar.

' Este estudio se incluye en el núm. 57, tomo XV, enero-marzo de 1965, págs. 81 a 124 de esa
importante publicación.
74 Historia del Derecho mexicano

El lugar donde finalmente pudieron asentarse en el Valle de México


fue el islote en medio del lago de Texcoco, que denominaron México-
Tenochtitlan, si bien previamente habían pretendido establecerse en
Atizapán y en Chapultepec, lugares no muy apropiados para quedarse
por estar infestados de serpientes, el primero, y de langostas o chapulines,
el segundo. Pero el islote quedaba comprendido dentro del territorio
dominado por los tecpanecas de Azcapotzalco, que les impusieron fuer-
tes tributos. Esto se hizo más rígido para los aztecas cuando ascendió al
trono de Azcapotzalco el terrible rey Tezozómoc, de quien se dice que
gobernó 80 años, desde 1347, unos 20 años después de fundada
Tenochtitlan.
Durante el tiempo que transcurrió entre 1325 (fundación de la ciu-
dad) y 1376 (ascenso al trono de México del primer rey o tlatoani
Acamapichtli), Tenochtitlan fue gobernada por sacerdotes y caudillos.
Éstos fueron, entre otros, Ocelopan, Quiapan, Ahueyotl, Xomimitl,
Acacitli, Mentzineauh, Xocoyotl, Atototl, Xihupati y Tenochtli.
La ciudad primitiva se dividía en cuatro barrios o calpullis y se unía a
tierra firme por tres calzadas construidas artificialmente: al norte la de
Tepeyaca, que la vinculaba de paso con Tlatelolco; al poniente la de Tacuba
y al sur la de Tlalpan, que a una altura determinada se dividía hacia dos
rutas, Iztapalapa al oriente y Coyoacán al poniente.
Hacia 1376 lograron que Azcapotzalco les permitiera tener un rey o
cacique de origen militar; éste fue Acamapichtli, con lo que iniciaron su
etapa de caudillaje. Al rey lo denominaron tlatoani y con el tiempo, cuan-
do este funcionario ya era el poderoso señor de un enorme territorio, se
hizo llamar tlatoani huaytlatoani tecpalcantecutli ("el que habla").
Aún seguían siendo tributarios de Azcapotzalco y los primeros tres
reyes de México padecieron esa tiranía. Pero en 1427 murió el temido
Tezozómoc y fue sustituido por su hijo Tayatzín o Teayauhtzín, quien a su
vez murió asesinado por Maxtla, su hermano. Este fratricidio desencade-
nó la muerte del tercer tlatoani de México, Chimalpopoca (por condenar
la usurpación) y el ascenso al trono azteca de Izcóatl, quien aprovechó la
oportunidad para formar una Triple Alianza entre Tenochtitlan, Texcoco
y Tacuba, la que dio por resultado la caída de Azcapotzalco y la muerte de
Maxtla.
La Triple Alianza continuó en funciones y logró dominar territorios
muy alejados. En cada ciudad de la Alianza regía el tlatoani respectivo de
manera autónoma, si bien uniéndose en confederación para los casos
de declaración de guerra, el desarrollo de las campañas militares, la
tributación y los acuerdos de paz y alianza con otros pueblos.
2. El Derecho prehispánico 75

Gracias a ello lograron conquistar un territorio inmenso, como ya


dijimos, que comprendía desde el sur de Sinaloa y Tamaulipas hasta inclu-
so Costa Rica, con excepción de Michoacán, al que nunca lograron ven-
cer, si bien lo intentaron varias veces, y Tlaxcala, cuya posesión fue siem-
pre precaria por lo levantisca.
En suma, lo que los europeos llamaron Imperio azteca en realidad era
una confederación de tres tribus, cada una encabezada por su caudillo o
tlatoani, quien simbolizaba su poder con un carcaj de flechas y arco dora-
dos, y cuyo nombre significaba "el que habla bien". Por eso se colocaba un
glifo en la boca del personaje representado en los códices como tlatoani.
Cuando murió Izcóatl, creador de la Triple Alianza, se trató de elegir
al nuevo tlatoani de México y la pugna política se planteó entre dos sobri-
nos del rey fallecido: Moctezuma Ilhuicamina y Tlacaélel, ambos con me-
recimientos suficientes para aspirar al trono. La situación bien pudo con-
vertirse en un verdadero cisma, por lo que se acordó nombrar a Moctezuma
Ilhuicamina como tlatoani y crear una nueva investidura, un tanto paralela,
la del cihuacóatl, para Tlacaélel.
El cihuacóatl sería una especie de cogobernador, con varias funciones
específicas, como la de ser responsable de la tributación y del tesoro, auxi-
liado en esto por los calpixquis (recaudadores) y el tepalcancete o petlancete
(tesorero); igualmente precedía en ocasiones el Tribunal Supremo y orga-
nizaba y vigilaba a los tlatoques (magistrados) y a los tecuhtlis o teuctlis (jue-
ces menores). Asimismo, fungía como superior de los militares, es decir,
de los tlacatecutlis (señores de los hombres), que eran dos (uno de la orden de
los guerreros águila, y el otro de los guerreros jaguar o "tigres"); el
tlacochcálcatl (jefe de la casa de los dardos o del arsenal), así como los
telpochtlataques (comandantes de batallones de 400 hombres).
El cihuacóatl también tenía autoridad sobre los calpulleques o jefes de
barrio o calpullis. De la misma manera, vigilaba el desempeño de los
pochtecas o comerciantes, que a veces hacían la labor de auténticos
embajadores.
Así, se advierte que el cihuacóatl era una especie de primer ministro y
que en la monarquía azteca podía aplicarse el principio europeo de que
"El rey reina pero no gobierna". El nombre de cihuacóatl significa "el de la
falda de serpientes", porque en su mentalidad religioso-política debían
quedar representados en el poder los dos géneros, esto es, el masculino
con el tlatoani y el femenino con el cihuacóatl.
El tlatoani por ello era la más alta autoridad. Su poder provenía direc-
tamente de Huitzilopochtli, el dios principal, con el que incluso estaba
emparentado, si bien era elegido por un cuerpo especial. Él era el respon-
sable del buen gobierno y de dictar la ley al pueblo.
76 Historia del Derecho mexicano

El tlatoani era el gobernador vitalicio y concentraba en sus manos


gran poder político, judicial, religioso y militar. Era el más alto funciona-
rio del llamado tlatocayotl (palabra equivalente a Estado).
El cihuacóatl Tlacaélel resultó ser un verdadero estadista; su capaci-
dad, audacia y responsabilidad contribuyeron a hacer de Tenochtitlan una
hermosa capital, en donde destacaba el cultivo de las artes y de la ciencia,
y con todo ello respaldó de manera significativa el gobierno de su herma-
no Moctezuma Ilhuicamina. De esta suerte en lo sucesivo, a la muerte del
cihuacóatl, el tlatoani en turno nombraba a su sustituto. De hecho, ya siem-
pre hubo un tlatoani (jefe de Estado) y un cihuacóatl (jefe de gobierno).
Con el tlatoani, en calidad de Senado o Consejo estaba el tlatocan,
integrado por los 20 calpulleques o jefes de barrio. De este consejo emergía
otro cuerpo colegiado supremo: el tlatocaltzin. Este último era un consejo
supremo permanente y sus miembros tenían carácter vitalicio. Se integra-
ba con el cihuacóatl, los tlacatecutlis (águila y jaguar) o el tlacochcálcatl (jefe
de arsenal) y el tenochca o sumo sacerdote. En total eran cinco individuos
los que aconsejaban al tlatoani en las grandes decisiones.
A la muerte del tlatoani, el cihuacóatl continuaba dirigiendo al gobier-
no y convocaba al tlatocaltzin para que junto con los tlatoanis sobrevivien-
tes de la Alianza (Tacuba y Texcoco), a manera de grandes electores deci-
dieran, entre los siete, la designación del nuevo tlatoani.
Con todo ello, la decisión de los dos tlatoanis aliados, el cihuacóatl,
los representantes del ejército y de los sacerdotes, el poder del tlatoani
quedaba bastante limitado. En los pueblos sometidos por los aztecas go-
bernaban los tlatoanis menores.
La organización política de los aztecas puede representarse en el es-
quema de la figura 2.2, en la inteligencia de que las fuentes son con-
troversiales y que varían un tanto de una a otra. Lo más variable es la
pronunciación y ortografía de los diferentes cargos.

Los tlatoanis

Como hemos señalado, fueron 11 los reyes o tlatoanis de Tenochtitlan,


agrupados en una monarquía mítica, viril y unidinástica. 21 Las circuns-
tancias específicas de cada uno de estos gobiernos se muestran en el cua-
dro 2.3.

21
Es mítica porque todos los tlatoanis se consideraban descendientes, en alguna medida, de
Huitzilopochtli, el dios de la guerra; viril porque únicamente podía ser tlatoani un varón, y unidinástica
ya que gobernó una sola familia.
2. El Derecho prehispánico 77

Tlatoani Huaytlatoani
Tecpalcantecutli (monarca,
jefe de Estado)

Tlatocaltzin Cihuacóatl (primer Tlatoanis menores


(Gran Comisión) ministro, jefe de (de los pueblos
gobierno) vencidos)

Cihuacóatl Tepalcancete o Calpixquis


Tlacatecutlis petlancete (recauda-
(águila y jaguar) (tesorero) dores)
Tenochca
Tlacochcálca ti
Tlatoanis de Calpulleques
Texcoco y de (jefes de barrio)
Tacuba

(sólo para 1 a Tlatoques


elección de ) (magistrados)
tlatoani de
Tenochtitlar
Tecuhtlis o

teuctlis
(jueces)

Pochtecas
(comerciantes
Tlatocan Consejo embajadores)
de los 20
calpulleques o
jefes de barrio Tlacatecutlis
(comandantes
águila y jaguar)

Tlacochcálcatl
(jefe de
arsenal)

Telpochtlatoques
(jefes de 400
hombres)

Figura 2.2. Organización política azteca.


78 Historia del Derecho mexicano

Cuadro 2.3. Cronología de los tlatoanis aztecas.


Tlatoani Periodo Obra de gobierno

1. Acamapichtli ("el 1376-1396 Joven, laborioso e ingenioso, se decía


que empuña la caña descendiente del mismo Huitzilopochtli.
o el cetro") Dividió Tenochtitlan en cuatro barrios o
calpullis: 1. Moyotlan (al suroeste); 2.
Zoquipan (al sureste); 3. Cuecopan (al no-
roeste), y 4. Atzacualco (al noreste). Se sus-
tituyeron las chozas de varas y cañas por
casas de cal y canto. El rey Tezozómoc de
Azcapotzalco los obligaba a pagar fuertes tri-
butos. Los aztecas conquistaron para los
tepanecas los pueblos de Xochimilco, Mixquic,
Tláhuac y Cuauhnáhuac (Cuernavaca).

2. Huitzilihuitl 1396-1417 Se casó con la hija del rey de Cuauhnáhuac,


("colibrí celestial o por lo que los aztecas y ese pueblo estable-
pluma de colibrí") cieron vínculos. Fue igualmente tributario de
Azcapotzalco. Por esos días Tezozómoc atacó
al rey de Texcoco, Ixtlilxóchitl, con la ayuda de
los aztecas, al grado que, derrotado, fue
muerto ante la mirada de su hijo Nezahualcóyotl,
oculto entre las ramas de un árbol.

3. Chimalpopoca 1417-1427 Logró que le o torgaran la cu stodia del


("escudo que príncipe Nezahualcóyotl. Construyó un
humea") acueducto de madera para traer a Tenochtitlan
agua de Chapultepec. Fue tributario de
Azcapotzalco. Al morir Tezozómoc el trono
correspondía a su hijo Tayatzín, pero su hijo
menor Maxtla lo asesinó para coronarse.
Chimalpopoca desconoció a Maxtla y también
fue eliminado, linchado en Azcapotzalco, según
algunos, o muerto en sus habitaciones en
Tenochtitlan, según otros.

4. Izcóatl ("víbora de 1427-1440 Formó la Triple Alianza con Tenochtitlan,


pedernal") Texcoco y Tacuba (con los reyes Izcóatl,
Nezahualcóyotl y Totoquihuatzin, respectiva-
mente). Se logró la derrota y muerte de Maxtla,
con lo que los aztecas y sus aliados comen-
zaron su época de hegemonía y por lo pronto
vencieron a Coyoacán, Xochimilco, Tláhuac,
Mixquic, Chalco y Amecameca. El grupo militar
predominó sobre el pueblo agricultor y artesano
y se asignaron grandes propiedades a los
guerreros victoriosos.

(continúa)
2. El Derecho prehispánico 79

Cuadro 2.3. Cronología de los tlatoanis aztecas {continuación).

Tlatoani Periodo Obra de gobierno

5. Moctezuma 1440-1469 En su gobierno se estableció el cargo de


llhuicamina ("flechador cihuacóatl, o primer ministro, que ocupó su
del cielo") hermano Tlacaélel, para evitar una división
del pueblo azteca. Estableció el xochiyáyotl o
guerra florida. Conquistó Cuauhnáhuac (Cuer-
navaca) y las regiones de Puebla, Veracruz,
Guerrero y Oaxaca. Estableció su residencia
en Chapultepec y sustituyó el acueducto de
madera de ese lugar, por uno de piedra. Mandó
construir un muro para evitar las inundaciones
en Tenochtitlan.

6. Axayácatl 1469-1481 Conquistó Tehuantepec. Logró sofocar


("cara de agua") una rebelión en Tlatelolco encabezada por
su cacique Moquihua, quien fue derrotado y
muerto. Trató de conquistar a los purépechas de
Michoacán, pero no lo logró. Mandó labrar la
Piedra del Sol o Calendario azteca. En su
tiempo murió Nezahualcóyotl, señor de
Texcoco.

7. Tízoc 1481-1486 A pesar de que se decía partidario de la


Chalchihuitlatonacatzín paz, emprendió la guerra contra Huautla y
("agujerado con Tecolutla, y para celebrar sus triunfos hizo
esmeraldas, o pierna labrar la Piedra de TÍZOC O de los sacrificios. Se
enferma") inició la construcción del Templo Mayor de
Tenochtitlan. Murió envenenado.

8. Ahuízotl ("perro 1486-1502 Combatió a los mazahuas y otomíes (en


de agua") los actuales estados de México, Hidalgo,
Querétaro y San Luis Potosí). Inauguró el Templo
Mayor; hizo traer agua a la ciudad, por un
acueducto, desde Coyoacán. Fundó Oaxacan,
hoy Oaxaca, como un asentamiento militar.
Conquistó Chiapas y Centroamérica. Murió víc-
tima de un golpe en la cabeza al resbalar cuando
inspeccionaba los daños sufridos en
Tenochtitlan por una inundación.

9. Moctezuma 1502-1520 Organizó una severa etiqueta para su propio


Xocoyotzin ("señor homenaje; se enfrentó contra Tlaxcala y
señudo y algunos señoríos de Puebla y Oaxaca.
respetable") Embelleció Tenochtitlan a base de la explotación de
los vencidos; su palacio ostentaba grandes

(continúa)
80 Historia del Derecho mexicano

Cuadro 2.3. {Continuación.)

Tía toan i Periodo Obra de gobierno


riquezas, incluso un zoológico propio. Se ene-
mistó con Texcoco, con lo cual la Triple Alianza
quedó sin efecto, por lo que a la llegada de los
conquistadores europeos la Alianza ya no
ofreció realmente una resistencia a la pe-
netración de Cortés. Influido por una serie de
acontecimientos que Moctezuma tomó como
malos augurios, recibió en son de paz a los
españoles, quienes terminaron haciéndolo pri-
sionero y, cuando el pueblo lo repudió ape-
dreándolo, lo eliminaron un poco antes de la
llamada Noche triste en 1520.

10. Cuitláhuac junio a Originario de Iztapalapa, derrotó a los es-


("excremento noviembre pañoles en la Noche triste, el 30 de junio
divino o seco") de 1520 de 1520. Preparó la defensa de Tenochtitlan
mientras Cortés se retiraba a Tlaxcala para
recuperarse a fin de consumar la conquista
sobre los aztecas. Murió víctima de la viruela,
enfermedad traída a nuestro territorio por los
españoles.

11. Cuauhtémoc 1520-1521 Originario de Tlatelolco, defendió heroica-


("águila que mente Tenochtitlan; al final trató de escapar en
desciende") unas piraguas con su gente, pero fue sor-
prendido y hecho prisionero, en la madrugada
del 13 de agosto de 1521, con lo que Hernán
Cortés logró la conquista de los aztecas. Más
tarde fue atormentado junto con el señor de
Tacuba, Tetlepanquetzal. Luego se le bautizó
con el nombre de Fernando Alvarado. Cuando
Cortés partió hacia Las Hibueras (hoy Honduras)
lo llevó consigo, pero en las selvas del actual
Tabasco, en Izancánac, lo mandó ahorcar, junto
con otros nobles indígenas, acusándolos de
conspirar contra los conquistadores (febrero de
1525). Según la antropóioga Eulalia Guzmán,
sus restos fueron hallados en Ixcateopan,
Guerrero.
2. El Derecho prehispánico 81

Todos estos reyes pertenecían a una sola dinastía o familia, y aunque


las fuentes difieren en algunos casos específicos, su parentesco puede
representarse como se muestra en la figura 2.3.

Acamapichtli
(descendiente de
Huitzilopochtli)

hijos

Huitzilihuitl Chimalpopoca Izcóatl

hijo

Moctezuma
llhuicamina

nie os

Axayácatl Tízoc Ahuízotl


Chalchihuitlatonacatzin
hijos hijo
Moctezuma Cuitláhuac
Cuauhtémoc
Xocoyotzin
Figura 2.3. Dinastía azteca.

A la muerte de Acamapichtli gobernó su hijo Huitzilihuitl, luego el


hermano de éste, Chimalpopoca; posteriormente su hermano Izcóatl, y a
la muerte de él su sobrino Moctezuma llhuicamina. Cuando murió, le
sucedieron sus nietos Axayácatl, Tízoc y Ahuízotl (hermanos entre sí); a la
82 Historia del Derecho mexicano

muerte de Ahuízotl, su sobrino Moctezuma Xocoyotzin, luego un herma-


no de éste, Cuitláhuac y finalmente un primo de ambos, Cuauhtémoc.
Con toda esta gama de fuentes, variadas y amplias es posible estudiar
con gran profundidad el Derecho mexica o azteca, al que entre los dere -
chos prehispánicos podemos considerar un sistema jurídico evoluciona -
do, porque:

1. Los aztecas pudieron aprender las experiencias de numerosos pue


blos anteriores y contemporáneos suyos.
2. Contaron con una estructura político-administrativa más amplia y
compleja, a pesar de haber conservado su organización tribal.
3. Desarrollaron una amplia base filosófica y moral, sustentada en su
concepción religiosa.

Los principios éticos se enseñaban a hombres y mujeres desde la casa


y la escuela. La educación solía ser severa. Se les inculcaba el respeto al
anciano, a los sacerdotes y a los gobernantes, al padre, a la madre y a los
antepasados, y estaban en constante servicio a los dioses. Se tenía en alto
el concepto de yécotl (rectitud), de yectli (recto), y era una virtud que pro-
curaban implantar entre sus hijos y alumnos. Se criticaba la perversión y la
avidez o ambición que tiene el camino de los hombres y los gobernantes.
Es curioso que Sahagún afirme: "es gran vergüenza nuestra que los indios
naturales, cuerdos y sabios antiguos supiesen dar remedio a los daños
que esta tierra imprime a los que en ella viven, ablando a las cosas natura-
les con continuos ejercicios, y nosotros nos vamos al agua abajo con nues-
tras malas inclinaciones..."22

El calpulli

Calpulli equivale a calpolli, aumentativo de calli o "casa grande". Significa


"barrio o suburbio, aldea o poblado". 23 Como se ha dicho, esta organiza-
ción es de origen teotihuacano y luego fue adoptada en todo el Valle de
México por las distintas tribus prehispánicas.
Cuando se fundó Tenochtitlan en 1325, se dividió la ciudad en cua -
tro calpullis (cuyos nombres y ubicaciones ya han sido mencionados), si
bien a la llegada de Cortés en 1521 eran 20 calpullis.
22
Miguel León-Portilla, La filosofía náhuatl, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México,
1983, ,pág. 232.
23
Simeón Remi, Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana, América Nuestra, Siglo XXI, México,
1986, pág. 62.
2. El Derecho prehispánico 83

En cada calpulli había a su vez una subdivisión en tlaxicaüis o clanes,


grupos de familias que reconocían un ascendiente común: el llamado
abuelo o tata.
De esta manera, el calpulli era un "barrio de gente conocida y de
linaje antiguo", como lo define el oidor y cronista Alonso de Zorita en su
Breve y sumaria relación de los señores de la Nueva España. Esto es así porque
había finalmente un parentesco entre las familias avecindadas en cada
calpulli. Por eso éste equivale a una organización de clan.
Hoy se cuenta con mayor información respecto al calpulli y su gran
importancia dentro de la organización azteca, como célula fundamental
de su estructura política. Con base en Víctor M. Castillo Farreras 24 y com-
binando otras fuentes, se puede decir que el calpulli era una unidad:
1. Política. Porque tenía su propio gobierno integrado por un consejo
de ancianos o tatas, jefes de los clanes o patriarcas, encabezados por
el de mayor prestigio, llamado teachcauh, quien era elegido por los
propios ancianos. Además, también elegían al calpulleque o jefe de
barrio, entre las cabezas de familia más destacados por su capacidad
y por su honestidad. Igualmente era electo el tecuhtli, guerrero famo-
so por sus hazañas y al que se encargaba la vigilancia del calpulli y el
adiestramiento militar de los varones que debían prestar servicios en
el ejército azteca. Otros funcionarios menores, y ya designados por el
calpulleque, eran los tlacuilos o escribanos.
El cargo de calpulli era de elección y vitalicio, pues sólo se deja-
ba por mala salud física o mental, o por deshonestidad, en cuyo caso
se arriesgaban a sufrir la pena capital. El organigrama político del
calpulli se muestra en la figura 2.4.

Consejo de tatas, presididos por el teachcauh


Calpulleque Tecuhtli
(jefe de barrio) (jefe militar del
calpulli)
Figura 2.4. Organigrama político del calpulli.

21
Víctor M. Castillo Farreras, Estructura económica de la sociedad mexica, según las fuentes documentales,
Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 1972, pp. 73 y siguientes.
84 Historia del Derecho mexicano

Cada calpulli tenía una insignia específica que se colocaba en su


estandarte de ricas plumas. Al conjunto de calpullis le llamaban
calpultín. Al mismo calpulli en el nivel de los pueblos tributarios de la
Triple Alianza se le llamaba altepetlalli.
2. Administrativa. Porque el renglón de lo que ahora se denomina servi
cios públicos era proporcionado a la comunidad por el calpulleque, que
contaba con un grupo de esclavos para mantener limpias las calles y
plazas de su calpulli, y disponía de hombres armados para garantizar la
paz pública. Los calpulleques llevaban la cuenta de su población, sabían
cuántos nacimientos, defunciones y matrimonios se efectuaban y dia
riamente se reunían con el cihuacoátl para dar cuenta a éste del estado
que guardaban sus barrios. Recuérdese que integraban entre ellos el
consejo del tlatocan frente al tlatoani, a manera de gran Senado.
3. Fiscal. Porque el calpulleque se encargaba de reunir entre todas las
familias de su barrio el importe del tributo, a fin de que en la fecha
convenida el calpixque o recaudador lo recogiera. Por lo mismo, el
pago tributario o fiscal se pagaba por barrios y por pueblos, es decir,
era grupal.
4. Militar. Porque cada calpulli debía aportar un número determinado
de hombres para contribuir a la formación del ejército azteca. Estos
hombres eran designados por el calpulleque] el barrio se obligaba a
proporcionarles armas y adiestramiento militar, éste a cargo del tecuhtli
del calpulli.
5. Religiosa. Porque todo calpulli contaba con su deidad propia, su ante
pasado mítico o nahual, su templo o teocalli (casa de Dios) y su cuer
po de tenochcas o sacerdotes incluso con su día de fiesta local. Esto
fue muy importante para facilitar la evangelización por parte de los
misioneros cristianos, porque al formarse los barrios y pueblos de la
Colonia los dedicaron a una imagen religiosa. Así, los cuatro prime
ros barrios del centro de la vieja Tenochtitlan fueron, en la ciudad
colonial de México, los barrios de San Juan, San Pablo, San Sebastián
y Santa María o de la Merced. Hoy aún observamos la importancia
que tienen las festividades patronales de cada lugar.
6. Familiar. Porque el calpulli era un conjunto de linajes o grupos de
familias patrilineales (ambilaterales en el caso de los pillis o pipiltzines
o nobles), así como de amigos y aliados.25
7. Residencial. Porque implicaba tenencia de la tierra en forma comu
nal, en chinampas y parcelas explotadas por cada familia, además de

;
Víctor M. Castillo F., op. cit., pág. 73.
2. El Derecho prehispánico 85

la casa habitación, que debía construirse de acuerdo con la posición


social de los habitantes del calpulli.
8. Social. Porque los habitantes del calpulli pertenecían a un mismo es
trato social, pillis (nobles) o macehuallis (plebeyos) y, en consecuen
cia, no podían mezclarse entre sí.
9. Cultural. Porque, dado el mismo nivel social, los habitantes del calpulli
presentaban similares formas culturales, vestidos, adornos, costum
bres, etc. En sentido estricto, formaban una subárea cultural o una
subcultura.
10. Económica. Porque la actividad productiva era compartida por todos.
Así, había calpullis de alfareros, de fabricantes de telas, etc., además
de que la propiedad de la tierra era colectiva o familiar.
11.Laboral. Porque las labores y sus responsabilidades se compartían
entre los habitantes del calpulli en edad productiva.

Por ello, el sujeto dentro del calpulli podía hacerlo todo; fuera del
mismo, estaba condenado a la miseria y al desamparo.
El calpulleque asignaba las tierras de cada familia, que debían ser culti-
vadas. Si en un ciclo agrícola no había cosechas por descuido o negligen-
cia, el calpulleque amonestaba a la familia respectiva, pero si se daba la
reincidencia se le quitaba su parcela y se le expulsaba del calpulli.
A la llegada de los conquistadores la organización colectiva del calpulli
fue desapareciendo paulatinamente, pero en lugares apartados de la in-
fluencia europea aún subsiste.

Organización social

La sociedad mexica era estamentaria, es decir, se basaba en estamentos o


estratos sociales, definidos por un estilo común de vida y una función
social determinada. Las personas se distinguían desde su nacimiento en
una sociedad cerrada. En términos generales esta clasificación, en orden
decreciente, se puede fijar de la manera siguiente:

1. Los nobles, llamados pillis o pipiltzines. Esa nobleza era hereditaria, si


bien algunos privilegios de que disfrutaban eran propios de las funcio-
nes que desempeñaban. Entre ellos se distinguían estos tres niveles:

• Los tlatoanis, jefes de caciques.


• Los tecuhtlis, señores o principales.
• Los pillis o parientes subordinados a los anteriores.
86 Historia del Derecho mexicano

Todos ellos tenían acceso a una educación privilegiada, pero


debían mantener su dignidad y conservar sus tierras.
Los nobles se dedicaban al sacerdocio o eran grandes guerre -
ros y comandantes militares.
2. Los pochtecas, comerciantes, quienes a veces hacían labores de espio
naje y aun de embajadores, aprovechando los largos recorridos que
tenían que efectuar para comprar y vender sus mercancías.
3. Los macehuales o macehualtin. Gente común, equivalente a plebeyos,
se decían así porque su nombre significa "el que hace penitencia".
Muchos de ellos eran artesanos de diversos oficios o campesinos y se
agrupaban por especialidades en los diferentes barrios de la ciudad.
4. Los tamemes. Cargadores de oficio. Recuérdese que los aztecas no
conocieron las bestias de carga, por lo que debían trasladar sus bul
tos sobre la espalda apoyándose con una faja de manta colocada so
bre la frente. Cargaban así hasta unos 23 kilogramos y recorrían a pie
un promedio de 25 kilómetros por día.
5. Los mayeques. Eran tributarios de los pueblos vencidos por los azte
cas. Se les consideraba hombres libres, pero debían pagar tributo y
trabajar las tierras que habían sido de ellos y que ahora pertenecían, a
manera de botín, a los guerreros mexicas vencedores. Si eran campe
sinos quedaban adscritos al terreno, sin poder desplazarse, con lo
que se originó una especie de feudalismo.
6. Los esclavos o tlacollis. Podían serlo por varias causas:

a) Cautivos de guerra, porque no había canje de prisioneros; un


individuo en estas condiciones era esclavo de quien lo había apre
sado.
b) Venta. El padre podía vender a un hijo por extrema pobreza y a
condición de tener por lo menos cuatro hijos. De este modo, a uno
lo hacían esclavo y tres quedaban libres.
c) Autoventa. En ocasiones extremas se vendía a sí mismo un sujeto
o se llegaban a vender familias completas, a veces de manera per
manente o temporal, e incluso rotativa.
d) Por delito. Ciertos delitos hacían caer en esclavitud al delincuen
te en favor de la víctima.

Los esclavos se dedicaban a los trabajos del hogar, a la limpieza de las


calles y plazas y a la construcción de obras públicas.
A partir del famoso rey de Texcoco Nezahualcóyotl, legislador, filó -
sofo, poeta, guerrero, juez y constructor, los hijos de esclavos eran consi-
2. El Derecho prehispánico 87

derados libres, algo más humano que lo que al respecto disponía el Dere-
cho romano.
Las causas de liberación eran:
• El matrimonio con el dueño o la dueña, según el caso.
• Por autorrescate, pagándole al dueño su valor comercial. Esto impli
ca que el esclavo conservaba su propio patrimonio, lo cual no era
posible en el Derecho romano.
• Por disposición del dueño, sin que para esa manumitió fueran necesa
rias las solemnidades del Derecho romano.
• Por escaparse del mercado de esclavos y poner un pie en excremento
humano.
• Por alcanzar "asilo" en el templo o en el palacio real.
Si el esclavo era obediente, debía manifestar su consentimiento para
ser vendido a otro dueño; pero si era rebelde, corría el riesgo de ser sacri-
ficado a los dioses.
De acuerdo con las consideraciones anteriores, tal vez no se trataba
de una verdadera esclavitud, sino de una servidumbre extrema.
La estratificación de la sociedad azteca se presenta en el cuadro 2.4.

Cuadro 2.4. Estratificación social azteca.

Estamento Composición
Tlatoani, huaytlatoani, tecpalcantecutli Gobernante supremo de origen divino

Tlatoanis Gobernantes menores o caciques

Tecuhtlis Señores principales

Pillis Nobles subordinados

Pochtecas Comerciantes

Macehuales Artesanos y campesinos

Tamemes Cargadores

Mayeques Tributarios de los pueblos vencidos

Tlacollis Esclavos

Organización económica
En materia económica los aztecas evolucionaron mucho, tanto en el ámbi-
to local como en el intercambio a grandes distancias. Era tan significativo
88 Historia del Derecho mexicano

el comercio que los pochtecas tenían su propia organización, sus jueces,


administradores y deidades como Yacatecuhtli ("señor nariz", dios de los
que viajan).
Las expediciones mercantiles se planeaban y controlaban con
detenimiento. En ellas se invertía mucho y se corría gran peligro, pero las
ganancias lo compensaban todo. De las diferentes partes del Imperio se
traía todo tipo de mercaderías, algunas de las cuales, por su rareza, eran
especialmente deseadas por la población.
Los pochtecas mantenían estrecha relación con los artesanos para com-
prar sus mercancías, a fin de luego revenderlas en el tianguis o mercado. Para
ingresar en el grupo de los pochtecas un individuo debía hacer méritos sufi-
cientes, por lo que generalmente acudía a una expedición y luego se presenta-
ba ante las autoridades de comercio para que lo aceptaran. Si así sucedía, el
nuevo pochteca celebraba una fiesta para agradecerlo a los directivos.
Con el tiempo podía llegar a ser conductor de caravanas. Lo más
importante era llegar a ser un pochteca que no tuviera que viajar, sino que
dirigiera sus negocios desde Tenochtitlan. La actividad comercial se lla-
maba pochtecayotl y se celebraba en el tianguis, que siempre era un local
cerrado; no había vendedores ambulantes. El símbolo del mercado era un
grupo de círculos concéntricos, con varias entradas y salidas.
En el mercado las mercancías se establecían por orden de géneros
(pieles, aves, frutas, joyas, etc.); todo estaba en orden y no se escuchaban
gritos ni pregones. Había personas armadas que cuidaban que nadie
pertubara la paz pública y jueces para dirimir conflictos entre comercian-
tes y entre éstos y sus clientes.
El tianguis era un lugar concurrido. Se dice que sólo en el de Tlatelolco
se reunían diariamente hasta 60 000 personas. En el tianguis no sólo se
compraba y vendía, sino que también se podían contratar los servicios de
cargadores, peluqueros, etcétera.
Además, en los tianguis y en los calpullis o barrios había médicos,
parteras, odontólogos, especialistas en ceremonias fúnebres, astrólogos y
baños públicos, tanto para asearse como para exonerarse, para lo cual
usaban canoas como letrinas. Igualmente había lugares donde se expendía
comida y otros donde se podía albergar cualquier visitante en Tenochtitlan.
La mayor parte de los ingresos públicos provenían del tributo de los
pueblos vencidos, de ahí la importancia de las guerras de conquista, pero
también del odio y resentimiento que tenían estos pueblos hacia los azte-
cas, lo cual fue luego aprovechado por Cortés.
El comercio se ejercía mediante el trueque o utilizando semillas de ca-
cao, manojos de plumas de aves preciosas, como el quetzal, o unas pequeñas
2. El Derecho prehispánico 89

mantas de colores, láminas de cobre en forma de hachas y hasta carrizos o


puntas de plumas rellenos de polvo de oro, todo esto a manera de monedas.
Se calcula la población de Tenochtitlan en 300 000 habitantes aproxi-
madamente, lo que para su época y circunstancia era ya una cifra exagera-
da, sobre todo si se toma en cuenta lo reducido del terreno disponible. De
cualquier manera, éste era muy bien aprovechado, pues en el centro de la
isla se encontraban unos 78 edificios entre los que destacaban el gran
teocalli (templo) con sus dos salas, la de Huitzilopochtli y la de Tláloc; el
templo de Quetzalcóatl; el juego de pelota; el tzompantli o altar donde se
ponían los cráneos de los sacrificados, etcétera.
Para la agricultura se empleaban no sólo parcelas, sino también
chinampas, es decir, canoas o cajas rellenas de tierra para el cultivo flotan-
te, especialmente de hortalizas, lo que llamó mucho la atención a los con-
quistadores por su novedad, que llegaron a denominarles jardines flotan-
tes. Son famosas las descripciones que sobre la ciudad, sus tianguis y sus
chinampas hacen en sus obras los cronistas Hernán Cortés, Bernal Díaz
del Castillo y fray Bernardino de Sahagún.
En nuestros días es interesante la descripción que hace la destacada
investigadora Ángeles González Gambio 26 en torno a la figura de los
pochtecas en el mundo azteca, de la siguiente manera:

Es sabido que los gobernantes, de manera especial Ahuízotl, los tenían en mucho
aprecio y les hacían obsequios y homenajes, aunque por otro lado les prohibían que
hicieran ostentación de su riqueza. Gozaban de privilegios semejantes a los que tenían
los nobles; entre otras cosas, podían poseer tierras, usar insignias y ropas de algodón
y sandalias para ciertas ceremonias.
Se consideraban a la misma altura que los guerreros distinguidos por su valen-
tía. Cuando alguno moría en el camino, no se le enterraba, sino que arreglaban su
cuerpo con pintura y papeles, lo metían en una angarilla y lo colocaban hasta arriba de
un monte, para que fuera al cielo donde moraba el sol, junto con los soldados que
morían en combate y las mujeres fallecidas en parto.
Estos personajes cumplían importantes funciones; además de la comercial eran
embajadores, espías y promotores culturales, y cuando se requería, guerreros, lo cual
no era infrecuente; en sus largas travesías, no faltaba quien quisiera asaltarlos y se
sabe que muchos de ellos se distinguían por su valor.
La vida de estos mercaderes ocupa parte importante de la vasta obra de fray
Bernardino de Sahagún y se conoce como Pochtecayotl (el arte de traficar), maravillosa-
mente estudiada por don Ángel María Garibay y su ilustre discípulo Miguel León-
Portilla. En ella nos enteramos de "cómo comenzaron a ser tenidos por señores y
honrados como tales", "de las ceremonias que hacían cuando partían", "de las que

26
Ángeles González Gambio, Grandeza mexicana a fin de milenio, Colección iYa Leíssste?, Biblioteca
del ISSSTE, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, México,
1999, págs. 10 y 11.
90 Historia del Derecho mexicano

hacían cuando llegaban", "del modo que tenían de hacer banquetes" y muchos capítu-
los más, verdaderamente fascinantes.
Llama la atención conocer el refinamiento y pulcritud que guardaban en sus
ceremonias. Cuando llegaban a su casa por la noche, se reunía toda la familia y el
servicio y después de servir la ofrenda del dios, "se da lavamano y lavaboca a la gente,
luego se da de comer. Cuando se ha comido, otra vez se da lavamano y lavaboca y ya
sale el tazón de cacao y luego se da tabaco, se fuma".
De las provisiones que hacía un pochteca para la ceremonia de purificación nos
dice Sahagún: "preparaba maíz y frijol y grano de chía, en recipientes de palo; la van a
necesitar todos, será ayuda para que no tengan sed. Compraba chile, en seguida los
guajolotes, unas ochenta o cien piezas, luego compraba perros, que servían de sopor-
te al guajolote al darlo de comer a la gente: abajo en la cazoleta de mole ponían el
pedazo de perro y encima la carne de guajolote, luego adquiría cacao y tres o cuatro
canoas de agua". (Hay que recordar que los perros eran unos animales limpios,
criados y engordados especialmente para ese fin, se dice que eran sabrosísimos.)

Finalmente diremos que en la compraventa el comprador tenía derecho


de arrepentirse y en este caso se le devolvía lo que ya hubiera pagado. Ade-
más, para evitar la sospecha sobre el origen de las mercancías se acostumbraba
comprar exclusivamente en los mercados. Había mercados o tianguis genera-
les y otros especiales; en estos últimos se vendían ciertos géneros exclusiva-
mente. De los mercados se tenían planos donde se detallaba la localización
de puestos y mercancías que se ofrecían. Algunos mercados famosos eran,
además de Tenochtitlan, los de Tlaxcala, Texcoco, Tlatelolco y Azcapotzalco.
Se sabe, además, que se hacían préstamos que no producían interés.

Instituciones militares

Desde la época de la peregrinación los aztecas se caracterizaron por ser un


pueblo guerrero, al grado de que Huitzilopochtli, dios de la guerra, enca -
bezaba su panteón. Gracias a ello los guerreros mexicas fueron aliados
muy valiosos para los tecpanecas hasta la formación de la Triple Alianza,
cuando se independizaron de Azcapotzalco.
Se dice que con anterioridad al reinado del primer tlatoani Acamapichtli
(1375 d.C), los caudillos o dirigentes militares se distinguían por sus divi-
sas ornamentales, a la vez que a sus tropas las "uniformaban" con ropas y
escudos de colores específicos, de manera que las tropas reclutadas en cada
calpulli o en cada pueblo se diferenciaban entre sí por las insignias y los
símbolos de su región de origen. Los guerreros simples o sin grado iban a
la lucha casi desnudos, con sólo un taparrabo, pero pintaban sus cuerpos y
sus rostros con pigmentos hechos de sustancias vegetales, animales o mine-
rales. Estas pinturas se las aplicaban con los dedos o con unos "sellos" he-
chos de barro. A esa pintura o tinte le llamaban tecozahuitl.
2. El Derecho prehispánico 91

Los guerreros veteranos y destacados podían llevar el cabello recogido


en alto, amarrado con cuerdas o cintas. Igualmente usaban peinados y cascos
con cabezas de águilas y jaguares, sus dos órdenes militares supremas.
En la época de Izcóatl el atuendo militar se hizo más complejo y ele-
gante. Los grandes penachos y estandartes de plumas de bellos colores
eran verdaderamente ostentosos. También se usaron camisas de algodón,
cuero y plumas para proteger el pecho y la espalda de los dardos enemi -
gos, y los chimalli o escudos eran verdaderas obras de arte, hechos de
madera, plumas, algodón y cuero.
Para estos bellos atuendos se utilizaban asimismo pieles de coyote y
de caimán, con las que solían hacer también sus sandalias o huaraches.
Los portaestandartes llevaban a la espalda los banderines con los
colores de sus batallones. Su primer comandante era el telpochtlatoque, jefe
de 400 hombres; muy importante era además el tlacochcalcatl o jefe del
arsenal, decían ellos "jefe de la casa de los dardos", puesto que a él corres-
pondía la distribución de las armas para el combate.
La instrucción militar se proporcionaba en los calpullis y estaba a
cargo del tecuhtli, personaje del que ya se hizo alusión. 27 En principio,
todo varón era un soldado del ejército mexica, pero sólo los'nobles o
pillis tendrían jerarquía militar. A la guerra se enviaba a los hombres a
partir de los 20 años, pero si era preciso iban desde los 12 e igualmente
algunos ancianos acudían a pelear. Todos lo hacían con gusto, ya que su
filosofía implicaba prestar con ello un alto servicio a los dioses.
A partir del Üatoani Moctezuma Ilhuicamina se estableció el xochiyayotl
(guerra de las flores o florida, en virtud de que solía hacerse en tiempos
de verano), que era una guerra convencional entre la Triple Alianza
(Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba) y otra alianza tripartita (Tlaxcala, Cholula
y Huejotzingo), para hacerse mutuamente prisioneros y luego sacrificar -
los a sus dioses respectivos. Por eso, por tratarse el xochiyayotl de una
guerra periódica y pactada entre ambas partes beligerantes, Modesto Seara
Vázquez la llama antitratado de paz. 28
Lo cierto es que gracias en gran medida al xochiyayotl los aztecas lo-
graron extender de manera significativa sus conquistas.
El ejército azteca contaba además con un importante cuerpo de es -
pías, exploradores, zapadores y mensajeros. Al enemigo se le hacían tres
notificaciones con 20 días de intervalo cada una para que se entregaran
voluntariamente a las armas aztecas, con lo cual podían conservar sus au-

21
Véase todo lo referente a la organización del calpulli. 28
Guillermo Floris Margadant, op. cit., pág. 20.
92 Historia del Derecho mexicano

toridades y cierta autonomía, a cambio de pagar tributos, aceptar una


deidad azteca en sus templos y prestar servicios personales y militares a
los vencedores. De no acatar esas invitaciones debían atenerse a las conse-
cuencias, por lo cual casi siempre los territorios así emplazados quedaban
"voluntariamente" unidos a los dominios mexicas.
Las armas ofensivas y defensivas eran macanas de obsidiana, cuchi-
llos de pedernal, arcos, flechas, dardos, cerbatanas y escudos, muy primi-
tivo todo y generalmente hechos de madera, pieles, piedras y plumas.

La tenencia de la tierra

El propio Hernán Cortés señala que los aztecas no conocían la propiedad


privada en virtud de la importancia que entre ellos tenían la propiedad y
la explotación agrícola colectivas.
Hoy esta afirmación es cuestionable, y podemos señalar los tipos de
propiedad agrícola entre los mexicas que se muestran en el cuadro 2.5.

Cuadro 2.5. Tipos de propiedad agrícola entre mexicas.

1. Propiedad pública o del Estado Destinada a sostener a:

Tlatocalli El tlatoani

Tlatocamilli La familia del tlatoani

Tecpantlalli Los funcionarios de palacio

Teopantlalli Los sacerdotes


Milchimalli Los guerreros

Cacalomilli El avituallamiento de las tropas

Yaotlalli Los embajadores

2. Propiedad comunal o de los barrios Destinada a sostener a:

Calpullalli Cada familia de los barrios o calpullis

Altepetlalli Cada familia en los pueblos tributarios

3. Propiedad "privada" Propiedad de:

Pillalli Los nobles de menor jerarquía

Tecpillalli Altos nobles o de alcurnia


Tlatocatlalli Los tlatoanis
2. El Derecho prehispánico 93

Para sus medidas agrarias usaban el octacatl u octlalli, que equivalía


aproximadamente a 3.5 metros cuadrados. Sus tierras de labranza eran a
base de coa o huictli, bastón sembrador, y ya conocían las ventajas de abo-
nar la tierra con excremento y cadáveres de animales, así como con hojas
secas. Según su relación con la propiedad agrícola, los trabajadores del
campo se dividían como se muestra en el cuadro 2.6.
En cuanto a la disponibilidad de la tierra, podía ser arrendada o
usufructuada o estar vacante.
Las tierras llamadas de propiedad privada eran obtenidas por el tlatoani
o por los nobles a través de su transmisión por familia, o bien como re-
compensa por sus servicios en el desempeño de la guerra. En todo caso,
no debía enajenarse sino entre los mismos nobles, en la inteligencia que de
llegar a manos de plebeyos, las tierras serían "confiscadas" por el tlatoani
para ser luego asignadas a otro pilli o noble más cuidadoso. En conse-
cuencia, las tierras de orden privado estaban sujetas a la modalidad de
permanecer exclusivamente entre el grupo elitista. Así, existió, aunque
muy limitada, la propiedad privada entre los mexicas. 29

Estructura judicial

Había una jerarquización judicial que permitía un sistema de apelación, lo


que lleva a deducir que el proceso azteca era biinstancial y tal vez con más
de dos instancias. Además, se juzgaba por separado a los plebeyos {rnace-
huales) y a los nobles {pillis). A la justicia la llamaban tlamelahuacachinaliztli
("ordenado o recto"). El juez de primera instancia era denominado teuctli o

Cuadro 2.6. Clasificación de los trabajadores del campo.


Categoría Desempeño agrícola

Comuneros o tecalleques Usufructuarios de las tierras del calpulli o


de los altepetlalli

Renteros Para labrar tierras de los nobles o del Estado

Mayeques Campesinos de los pueblos reunidos que


cultivaban tierras de los vencedores como
un servicio personal

29
Víctor M. Castillo Ferreras, "Fuerzas y relaciones mexicas de producción', en Historia de México, op.
cit., tomo 4, pág. 872.
94 Historia del Derecho mexicano

tecuhtli y hacía justicia en el tecalli. El nombre de teuctli o tecuhtli se agrega-


ba al del sujeto, como por ejemplo, Popoca tecuhtli. El cargo era de elec-
ción popular, por parte de los jefes de familia de cada barrio o calpulli, si
bien la designación oficial la hacía el tlatoani y era de desempeño anual.
La competencia jurisdiccional era sólo para casos civiles o penales de poca
monta que se suscitaran entre los vecinos del calpulli. Había tecuhtlis para
nobles y para plebeyos.
También se elegía en cada barrio o de manera anual a sujetos encar -
gados de regular la conducta de las familias y denunciar todo tipo de
irregularidades que observaran. Éstos eran los centectlapixques, e igualmente
se contaba con algunos hombres armados para aprehender a los delin -
cuentes.
Se tenía preferencia porque el teuctli fuera elegido entre los hombres
cultos o los militares, que hubieran egresado del Calmécac, de buenas cos-
tumbres, prudente y sabio, no dado a la embriaguez ni a recibir regalos o
halagos. Se les asignaba también algunas tierras y esclavos para que no
tuvieran necesidad económica y se dedicaran de lleno a sus funciones.
Ese beneficio sólo duraba mientras ejercían su cargo. Los vecinos debían
ofrecerles agua y leña de forma gratuita.
A cambio, eran severamente reprimidos si llegaban a incurrir en fal-
tas, por ejemplo, si recibían obsequios o pedían algo por sus servicios; los
demás jueces los reprendían. Si no se corregían eran trasquilados y priva-
dos de sus cargos, lo que era tenido por verdadera infamia. En casos gra-
ves eran condenados a muerte y se les derrumbaban sus casas. En caso de
mala interpretación del derecho, también podían ser condenados a muer te
y otro tanto sucedía si conocían de causas propias o si falseaban los
datos del proceso.
A veces el tlatoani o el cihuacóatl enviaban a personas ante el teuctli
para tratar de sobornarlo, a fin de comprobar si era susceptible de aceptar
regalos o dádivas, para obrar entonces en consecuencia.
Arriba de los teuctlis estaba el tribunal llamado tlacxitlan o tecalli, inte-
grado por tres o cuatro magistrados o tlatoques tecutécatl nombrados por
el tlatoani y presididos por el tlacatécatl. Eran de carácter vitalicio y sólo
podían ser removidos por mala salud física o mental, debido a su avanza-
da edad, o claro, por faltar a sus deberes, con las penas que esto merecie-
ra. Este supremo tribunal se dividía en dos salas, una para juzgar a los
nobles {tlacxitlan) y otra para juzgar a los plebeyos (tecalli). Ese tribunal
intermedio podía condenar a muerte, pero debía obtener para ello la au -
torización del tribunal del tlatoani. Para los asuntos más graves se recurría
al tribunal del tlatoani, a veces presidido por el cihuacóatl, cada 24 días.
2. El Derecho prehíspánico 95

Este tribunal constaba de unos 12 o 14 magistrados, que tenían su sede en


una sala especial del palacio.
En Texcoco se alcanzó mayor complejidad en la justicia, gracias al
cuidado y criterio de Nezahualcóyotl; así, hubo una Corte Suprema inte -
grada por tres salas de cuatro jueces cada una y un pleno de 12 magistra -
dos designados por el tlatoani de Texcoco, quien los presidía.
Las salas de esa corte eran la civil, la penal y la militar; incluso se ha
dicho que los asuntos militares de Tenochtitlan y de Tacuba solían ser
resueltos en última instancia en esa sala militar de la corte de Texcoco.
Además, había tribunales especiales como el de Tecpan, que era de
orden militar y se denominaba tequihuacalli tecpilcalli ("casa de los guerre-
ros"), con tres jueces: el tlacotecatl (presidente), el cuauhnochtli (represen-
tante del ejército) y el tlailotlac (experto en asuntos militares y de grandes
nobles). Aparte había un tribunal de guerra con cinco capitanes que fun -
cionaba en pleno campo de batalla; tribunales religiosos para juzgar a los
tenochcas o sacerdotes; un tribunal para asuntos del mercado o tianguis y
otro para juzgar a los comerciantes o pochtecas, y aun juzgados entre los
estudiantes.
En todo proceso el acusado debía contar con un abogado o tepantla-
toani ("el que habla por otro"), profesión noble que se estudiaba en el
Calmécac. Mientras eran estudiantes solían acudir a las audiencias con los
teuctlis o con los tlatoques (jueces o magistrados) y estar de pie atrás de
los quipales o asientos de los funcionarios judiciales, para aprender obser-
vando las actuaciones de justicia. Así lo vemos en los códices respectivos.
Todo juzgado contaba con un tecpoiotl, o "mandoncillo", según
Sahagún, un joven que notificaba, a manera de un actuario moderno; y
con un cuauhnoch o ejecutor para llevar a cabo las sentencias. La organiza-
ción judicial azteca y texcocana se muestran en la figura 2.5.

Derecho procesal

Entre los aztecas el procedimiento era oral, pero se levantaba un testimo -


nio de todo lo actuado a manera de expediente, con su clásica escritura
jeroglífica. Este expediente quedaba en poder del juzgado, como si se tra-
tara de archivos judiciales, y ahí la labor del tlacuüo o escribano era muy
importante. La máxima duración de un proceso era de 80 días; curiosa-
mente, los casos más graves eran resueltos con mayor celeridad y, por
desgracia, con menos recursos de defensa.
La carga de la prueba era para el acusador. La prueba podía ser testi-
monial, confesional, presuncional o documental (por ejemplo, presentan-
96 Historia del Derecho mexicano
Supremo tribunal del
tlatoani, a veces
presidido por el
cihuacóatl y 12 o 14
magistrados
(tlatoques) Tribunales especiales
Última apelación Foráneos En cada calpulco o
calpulli rural
Tlacxitlan para pillis Militares Tequihuacalli o
(nobles) o tecalli tecpilcalli
para macehuales
De guerra en el
(plebeyos)
campo de batalla
Tres o cuatro De grandes El mismo tecpilcalli o
magistrados nobles tequihuacalli
{tlatoques) presididos
por el tlacatécatl o De comercio Los tlahtocáyotl para
tecutécatl. De comerciantes o
carácter vitalicio pochtecas para
asuntos ocurridos en
el mercado o tianguis

De los gremios Como plumarios,


joyeros, etcétera.
Conocían todo tipo de De menores o En cada colegio, el
asuntos de mediana estudiantes juez supremo era
importancia Huitznáhuatl
Organización judicial en Texcoco
Tecuhtlis o teuctlis
Corte Suprema
Jueces menores Tres salas:
electos anualmente en a) Civil
cada calpulli. Su b) Penal
nombramiento lo hacía c) Militar
oficial el tlatoani. Había
* 12 magistrados o tlatoques. En cada sala,
para nobles y para
plebeyos cuatro.
* Preside las salas y el pleno el tlatoani de
Conocían de todo tipo de Texcoco
asuntos de poca
importancia, civiles,
I
Tecuhtlis o teuctlis
penales o mixtos.
Jueces menores anualmente e cada
calpulli electos n
Figura 2.5. Organización judicial azteca.
2. El Derecho prehispánico 97

do códices). En ocasiones se aceptaban los careos, el juramento liberatorio,


la inspección ocular y la reconstrucción de hechos.
Las audiencias podían ser públicas o privadas, a decisión de los jue-
ces. Tenían ya la noción de días y horas hábiles (estas últimas eran sólo las
del sol, fuera diurnas o vespertinas). A los jueces y magistrados les daban
de comer en el juzgado para que no se interrumpiera la audiencia.
Como ya se dijo, entre los aztecas siempre existió el sistema de apela-
ción y es dudoso si había una o dos instancias hasta llegar a la sentencia
del tlahtocan o Supremo Tribunal del tlatoani, cuyos fallos eran definitivos
e inatacables. Tampoco se sabe si todo asunto partía desde el teuctli, pero
lo más seguro es que algunos de mayor monta partieran del tecutécatl o
tribunal del cihuacóatl, lo que traía, en consecuencia, un proceso biinstancial.
La sentencia se llamaba tlatzolequiliztli.
Para los juicios civiles se requería una demanda (tetlaitlaniliztli), a la
que recaía una notificación {tenanaitiliztli) librada por el teuctli. En lo pe-
nal se procedía, por denuncia o por oficio, a la aprehensión del o de los
posibles delincuentes.
Se conocían las cárceles, hechas de madera, a manera de "paloma -
res", y se llamaban telpiloyan ("lugar de presos"); en Michoacán, por cier-
to, se denominaban cataperagua.
A veces también la llamaban los aztecas cuauhcalli ("casa de enjaula-
dos"), y allí entraban los condenados a muerte o al sacrificio. Hay que
agregar el petlacalli, donde estaban los presos por faltas leves, generalmen-
te castigados con trabajos.
De todo lo anterior se deduce el alto sentido de justicia y la importan-
cia que su impartición tenía en las responsabilidades del Estado. Este as-
pecto procesal del derecho azteca siempre ha merecido el elogio de los
estudiosos, desde la época colonial hasta nuestros días.

Derecho penal

Como en casi todos los pueblos de la Antigüedad, el Derecho penal era


muy severo; así, tenemos como principales delitos y penas:

1. Delitos contra la seguridad del Imperio: Traición al soberano, espio-


naje, rebelión y hechicería que atrajera calamidades públicas:
desollamiento en vida, descuartizamiento en vida, confiscación de
bienes, demolición de la casa, esclavitud para el inculpado, los hijos,
el cónyuge y otros parientes hasta el cuarto grado. También muerte a
golpes o por lapidación.
98 Historia del Derecho mexicano
fiestas aba con quema del cabello en público o con muerte, si se
podía daba la reincidencia.
n La mentira en la mujer o en los niños. Se castigaba con
consu pequeñas incisiones en los labios y en la lengua; en
mirlo hombres adultos, arrastrándolos hasta la muerte.
perso La homosexualidad era un gran delito. Si se había dado
nas de sodomía, el sujeto activo era empalado (se le introducía
mayor un palo por el orificio anal para atravesarlo y sacarlo por el
edad. cuello); al sujeto pasivo le extraían por el ano las entrañas.
Si un Si un sacerdote o una sacerdotisa realizaban actos sexuales,
plebey eran muertos e incinerados en el propio templo.
o se El aborto era castigado con pena de muerte para la mujer y
embri para sus cómplices.
agaba, El adulterio era castigado con la muerte de la adúltera y su
se le cómplice, envolviéndolos en un petate atados y
quema ahogándolos en la laguna. Por lo general, el adulterio del
ba el marido contra su cónyuge no era castigado.
pelo El homicidio era penado con la muerte, salvo que la viuda
públic solicitara la esclavitud del homicida, a su favor. La riña y
amen- las lesiones daban origen a indemnización. La violación,
te, seel incesto y estupro merecían la pena de muerte. En
le Michoacán, al violador le abrían con una navaja de
demol obsidiana las comisuras de los labios hasta las orejas y lo
ía suempalaban después. En ocasiones, algunos grupos
9La casa yprehispánicos mutilaban sexualmente al violador.
.embri perdía Suplantación de un cargo público: pena de muerte. El
aguez sus robo de 20 mazorcas por hambre, si era de primera vez, se
1consti bienes perdonaba (robo famélico), pero si excedía esa cantidad o
. Siera en reincidencia, podía ser castigado con esclavitud o
0tutiva
era con pena de muerte, según la gravedad del delito cometido.
. de noble,
delito. Los aztecas acostumbraban dejar las primeras cinco líneas
se le de los zureos, en las orillas, para que los caminantes
1Sin cond pudieran arrancar y comer las mazorcas. Era una obra de
1embar enaba caridad (aún hoy se practica en algunos lugares y la
. go, elal llaman la viuda,
octli o
pulqu destier
e ro o a
podía la
muert
1ser e (si la
2admin embri
. istrad aguez
o con
había
1autori sido
3zación dentro
. del del
juez a
ancian palaci
os, o).
enfer- El
mos y lenoci
partur nio.
ientas. Se
En castig
2. El Derecho prehispánico 99

costumbre parecida a la que consigna la Biblia en la historia de Ruth,


cuando los pobres podían recoger el grano que fuera a dar al suelo al
efectuar la cosecha). Los aztecas llamaban titizar a esa costumbre de
dejar líneas de siembra, pero si alguno tomaba una mazorca más era
condenado a la pena de muerte.
14.El fraude y el abuso de confianza hacían caer en esclavitud.
15.El parricidio o el filicidio eran sancionados con la pena capital. Igual
sucedía al hijo que alzara la voz o levantara la mano a sus padres.
16.El exhibicionismo, por ejemplo, de quien se bañara públicamente,
era castigado con prisión y 100 azotes propinados con tiras de fibra
de maguey.

Se distinguía entre delito doloso (castigado con pena de muerte) y


delito culposo (con indemnización), pero se castigaba igual al delincuente
que a sus cómplices y encubridores. Si se trataba de un noble el castigo era
más severo que si el delincuente era plebeyo. La prostitución femenina no
era castigada, pero a la mujer pública se le pintaba el rostro para infamarla
y marginarla socialmente. La prostitución masculina era penada con la muer-
te. Igual pena se aplicaba a quien usara vestidos de otro sexo o de otra
clase social.
La pena de muerte se aplicaba por ahogamiento, ahorcamiento, lapi-
dación, agotamiento, apaleamiento, degollamiento o desgarramiento del
cuerpo.
El hecho de que los aztecas no se embriagaran y no usaran armas más
que en la guerra hizo que el orden público no se viera alterado con fre -
cuencia y que los casos de lesiones en riña fueran menores. 30 Hasta los 10
años de edad el sujeto era considerado inimputable.

Derecho fiscal

Puesto que Tenochtitlan era un islote con pocas perspectivas de creci -


miento y producción, fue mediante el tributo de los vencidos como logra-
ban los aztecas hacerse de los recursos económicos que necesitaba su pue-
blo en expansión. De ahí la importancia de las guerras de conquista de los
pueblos vecinos (próximos o distantes).
Los tributos se pagaban en especie y con periodicidad muy breve.
Los encargados de recogerlo eran los calpixques, quienes recorrían el Im-
perio para recaudar el tributo. Si se les atacaba o siquiera se les hacía obje-

" Guillermo Floris Margadant, op. cit., pág. 27.


100 Historia del Derecho mexicano

to de una descortesía, se consideraba ésta como causa de guerra contra el


pueblo en donde hubiera sucedido el hecho.
Los calpixques debían ser honestos en todo momento; de lo contra-
rio, se exponían a la pena de muerte. Rendían cuentas y entrega de lo
recaudado al tepalcancete o tesorero real.
La carga de tributación era excesiva, por lo que los pueblos tributa-
rios se sentían oprimidos por los aztecas. Esto explica en mucho el hecho
de que Cortés contara con aliados como los cempoaltecas y los tlaxcaltecas
en su lucha contra los mexicas.
A manera de ejemplo, puede verse en la matrícula de tributos del
Códice Mendocino, en la lámina XXV, lo que tributaba el Soconusco ("lugar
de las tierras agrias") en la costa de Chiapas, integrada entonces por los
pueblos de Xoconochco, Ayotlán, Coyuacán, Mapachtepe, Mazatán,
Huixtlán, Acapetlán y Huehuetlán, que tributaban, entre otras cosas, una
sarta de jade, 400 plumas de pájaros azules, 2 000 plumas de diversos pája-
ros, 800 plumas de quetzal, 2 bezotes de oro, 40 pieles de tigre (jaguar),
100 fardos de cacao, 2 piezas grandes de ámbar y 400 piezas de alfarería.
Todo se pagaba anualmente o dividiéndolo en cuatro pagos al año.
La Triple Alianza se dividía el tributo de la siguiente manera:

• Tenochtitlan: 40%
• Texcoco: 40%
• Tacuba: 20%

Los nobles no pagaban impuesto, pero se aprovechaban por medio


del tlatoani y del cihuacóatl de sus beneficios.
Desde luego, también se tributaba frijol, chile, calabaza, haba, maíz,
cacao y frutos diversos. Estos productos se presentaban en cestos de unos
25 kilogramos aproximadamente y eran transportados hasta Tenochtitlan
por esclavos de los pueblos vencidos. Igualmente era recaudado el algo-
dón, telas y vestidos del mismo material; turquesas y otras piedras finas,
obsidiana; animales muertos y vivos para servir como alimento; leña; ar-
mas y trajes de guerreros; caracoles, conchas y muchos objetos más.
La cuantía del tributo dependía de la riqueza de la región y de la
resistencia que hubiera presentado a la conquista azteca. La periodicidad
solía ser de 80 días, medio año o un año. En tiempos de Moctezuma
Xocoyotzin había 38 regiones tributarias en todo el Imperio. A veces en el
tributo se incluían productos que no se daban en la región, a fin de obli -
garla a desarrollar el comercio con otras zonas, fortaleciendo así su eco -
nomía.
2. El Derecho prehispánico 101

Los calpixques se hacían acompañar de tlacuilos para anotar todo lo


recaudado. Se entendían con los caciques o jefes, quienes a su vez previa-
mente habían recaudado el tributo. Esto significa que la tributación era
colectiva.
Con lo recaudado los aztecas satisfacían sus propias necesidades y
además afrontaba los gastos de la Corte, de los funcionarios, los sacerdo-
tes y nobles; se sostenían las guerras; se celebraban las fiestas y se efectuaban
las obras públicas.

Derecho familiar y educación

Para los aztecas la familia era una institución básica y siempre mostraron
gran respeto por ella. De alguna manera era obligatorio para los varones
casarse entre los 20 y 25 años de edad. En Tlaxcala, a quienes llegaban a
los 30 años sin casarse se les quemaba públicamente el cabello.
La familia era patrilineal. El matrimonio solía ser monogámico, pero
los nobles podían tener varias esposas, si bien una de ellas, no necesaria-
mente la primera, tenía la preferencia en derechos y sus hijos eran preferi-
dos en la herencia del padre. Esta costumbre de los pillis o nobles fue
motivo de muchos disgustos con los frailes misioneros del siglo XVI cuan-
do pretendían regularizar las uniones paganas por medio del ritual cristia-
no del matrimonio, pues los indígenas querían casarse, sí, pero con todas
sus mujeres.
Existía la costumbre de casarse la viuda con el hermano del marido
fallecido, costumbre que se llama levirato, tomando en cuenta algo similar
ocurrido en el Derecho hebreo. El consentimiento de los padres era nece-
sario para contraer matrimonio.
La mujer ocupaba un lugar inferior en la vida social y familiar. Se le
acostumbraba desde niña a ir al mercado y hacer las tareas del hogar.
Según el padre Diego Duran, gustaban las mujeres tanto de ir al mercado
que si les daban a escoger entre irse al cielo o ir al mercado, preferían lo
segundo.31
Cuando estaban embarazadas, si había un eclipse o al finalizar el ciclo
o siglo de 52 años del calendario azteca, eran encerradas en grandes tina -
jas o en el temascal y se les tapaba la cara con una máscara para evitar que
el niño naciera como un monstruo. Si morían de parto, eran deificadas y
se les llamaba mocihuaquelzis o mujeres valientes.

Silvia Garza Tarazona, La mujer mesoamericana, Colección Mujeres en su tiempo, Planeta, México,
1991, pág. 30.
102 Historia del Derecho mexicano

Según la mitología, los hijos eran concebidos en un lugar privilegia-


do del cielo, directamente criados por Ometecutli y Omecíhuatl, la pareja
divina original, y luego enviados los niños a sus padres terrenos, por lo
que eran vistos con gran regocijo y cariño, como un don del cielo o un
regalo de los dioses.
La mujer preñada debía esperar a sus hijos con tranquilidad y sosie-
go; no debía llorar, ni sufrir, tener penas, ni enojos, ni sustos para no
abortar. No debía bañarse con agua muy caliente para no quemar a su
hijo, ni comer tierra o tiza para que no se enfermaran ella y el niño, ni
mascar tzictli (chicle) porque a la criatura se le endurecía el paladar. No
debía hacer esfuerzos, ni mirar algo rojo para que el niño no naciera "de
lado" (sic).
Al momento del nacimiento, al extraer al niño la partera decía un
discurso manifestándole que venía a un mundo de trabajos, fatigas, penas
y aflicción y pedía por ello la intervención bienhechora de los dioses. Se le
colocaban en las manos al niño pequeño objetos propios de su sexo (ar -
mas o implementos de cultivo para los varones y trastos o escobas para las
niñas). Con el cordón umbilical se hacía un atado que se depositaba en el
hogar en caso de las niñas o en el campo de labranza o de batalla para los
varones. Con ello se simbolizaba que la mujer quedaba atada a su casa y
el varón, en cambio, debía buscar la vida fuera del hogar.
El nombre que se les daba a los niños constaba del día de su naci-
miento, por ejemplo, Ce Ácatl (uno caña); el designado por sus padres,
por ejemplo, Citlalcohua ("el que adquiere estrellas"); el de la familia de su
padre, por ejemplo, Popoca ("humo"), y un cuarto nombre mágico que
sólo debía ser conocido por el atonaltli (sacerdote agorero), los padres del
niño y, claro, éste mismo, porque tenía poderes mágicos y era seleccionado
por ese sacerdote consultando los buenos o malos augurios del naci -
miento de la criatura. Por ejemplo, Titil (escogido) quedaría así: Ce Ácatl
Citlacohua Popoca Titil. Lo más seguro es que fuera conocido simplemen-
te como Citlacohua.
Los misioneros se asombraron del amor que los padres aztecas pro-
fesaban a sus hijos; de ellos decían que es la gente que más ama a sus hijos
en el mundo. A diferencia de lo que sucedía en otras culturas, y sobre todo en
España, los padres preferían tener hijas porque las sentían más vinculadas a la
familia y más amorosas.
Se cuidaba la dieta de los menores para evitarles enfermedades. Ni-
ños y niñas debían comer media tortilla de los tres a los cinco años; una
de los seis a los 12, de esta edad a los 14 una y media y de los 14 años en
adelante dos tortillas. No eran partidarios de dormir mucho, por lo que a
2. El Derecho prehispánico 103

los niños y niñas los despertaban de madrugada para que ayudaran en las
tareas del hogar.
Al respecto dice el Códice Mendocino: "mira que no seas dormidora,
despierta y levántate a la medianoche... que de noche te levantes y veles...
echa de ti presto la ropa, lávate la cara, lávate las manos, lávate la boca..."
Se hacía siempre, en el hogar, la distinción entre hombres y mujeres.
Así, las mujeres solteras no podían sentarse a la mesa con sus hermanos o
con ningún hombre hasta que se casaran.
Los aztecas eran sumamente limpios. Toda casa, por humilde que
fuera, tenía su temascal o pequeña cavidad de tabiques y piedras que ca -
lentaban con leña, como verdadero sauna, frotándose el cuerpo con fibra
de maguey. Al salir de ese baño de vapor se metían a tinajas de agua fría,
que según Cortés, "...parece muy dañino", pero que en realidad los mantenía
sanos y frescos. El baño era diario para todo tipo de edades y se conside -
raba causal de divorcio que la mujer, con frecuencia, no tuviera prepara-
do el temascal y la comida al regresar su marido del trabajo cotidiano, así
como también la halitosís o mal aliento de cualquiera que lo padeciera;
por eso mascaban yerbas olorosas. Su ropa, aun entre los macehuallis, siem-
pre estaba impecable, ya no se diga en el caso de los altos nobles; se sabe
que Moctezuma Xocoyotzin se bañaba tres veces al día, sin repetir vesti-
mentas. Había incluso una deidad de los baños llamada Yoalticitl.
Los niños eran castigados con severidad por sus faltas, a veces se les
colocaba de bruces sobre un brasero con humo de chile o se les atravesaba
el cuerpo con espinas de maguey.
El padre Motolinía detalla los siguientes aspectos de la formación de
los niños mexicas:32
Es de uso general entre las madres bañar desde que nacen a sus niños chiquitos que
traen a cuestas, en los arroyos o ríos o fuentes, luego en amaneciendo. Y esto no sólo
en verano, sino mucho mejor en invierno, y en tierras frígidísimas, una de las más frías
de la Nueva España es la provincia o Valle de Toluca.
Esto guardan también los indios al pie de la letra: que como los grandes, así
hombres como mujeres, usan cargarse (las mujeres poniendo lo que llevan por carga
dentro de un lienzo como sabanilla, y anudada por los cabos la echan al cuello, y los
hombres con una faja de palma o de juncia, tejida de hasta cuatro dedos en ancho se
asientan en la frente con sus cabos de recio cordel, que llaman mecapal, para atar con
ellos la caja o carga que han de llevar, se cargan de tres y cuatro arrobas sobre las
espaldas), así a sus hijuelos chiquitos les hacen unos mecapalejos también chiquitos, con
sus cordelillos que parecen juguetes, en que les atan alguna carguilla liviana confor-
me a sus corpezuelos, no para que sirva de algún provecho, porque es nada lo que

2
Toribio Benavente, R. P. o Motolinía, Historia de los indios de la Nueva España, Editorial Nacional,
México, 1967.
104 Historia del Derecho mexicano

llevan, sino para que se hagan a la costumbre de echar sobre sí aquel yugo cuando sean
grandes. Y cuando son de ocho a diez años cargan tan buena carguilla, que a un español
de veinte se le haría de mal llevarla mucho trecho. Y las madres, por lo consiguiente,
enseñan a sus hijuelas desde que saben andar, a traer algún Machuelo de alguna cosa
liviana envuelta en su paño, y la ligadura o nudos echados al cuello, que es la usanza
femenil. Durante la niñez o puericia de los indígenas, los que los cuidaban tenían mucho
en cuenta que no viesen por sus ojos actos ni pinturas torpes, ni oyesen pláticas ni
palabras feas, porque lo que se ve, oye y habla en la niñez, adelante se toma en costum-
bre de lo usar. Y de aquí proceden todos los filósofos a enseñar que a los mozuelos,
desde su tierna edad, sus padres y ayos les ejercitan en honestos ejercicios y trabajos.

A continuación se transcriben algunos fragmentos de las pláticas y


amonestaciones que hacían los naturales a sus hijos.

Plática y exhortación que hacía un padre a su hijo


Hijo mío, criado y nacido en el mundo por Dios, en cuyo nacimiento nosotros tus
padres y parientes pusimos los ojos. No sabemos el tiempo que Dios querrá que
gocemos de tan preciosajoya. Vive, hijo, con tiento, y encomiéndate a Dios que te crió
que te ayude pues es tu padre más que yo. Sírvele con amor y hacerte a merced, y
librarte ha de peligros. Reverencia y saluda a tus mayores, no olvidando a los meno-
res. No seas como mudo, ni dejes de consolar a los pobres y afligidos con dulces y
buenas palabras. A todos honra, y más a tus padres a los cuales debes obediencia,
servicio y reverencia, y el hijo que esto no hace no será bien logrado. Mira, hijo, que
no hagas burla de los viejos, enfermos o con falta de miembros, ni del que está en
pecado o erró en algo. No afrentes a los tales ni les quieras mal.
No hieras a otros, ni des mal ejemplo, ni hables demasiado, ni cortes a otros la
plática porque no los turbes, y si no hablan derechamente, para corregir los mayores,
mira bien lo que tú hablas. Si no fuere de tu oficio, o no tuvieres algo de hablar, calla,
y si lo tuvieres, habla pero cuerdamente, y no como bobo que presume, y será estima-
do lo que dijeres. No tomes ni llegues a mujer ajena, ni por otra vía seas vicioso,
porque pecarás contra Dios, y a ti te harás mucho daño.
Con mucho trabajo, hijo, hemos de vivir: yo con trabajos y sudores te he criado,
y así he buscado lo que habrías de comer, y por ti he servido a otros. Nunca te he
desamparado, he hecho lo que debía, no he hurtado, ni he hecho vileza, por donde tú
fueses afrentado.
Mira, no presumas mucho aunque tengas muchos bienes, ni menosprecies a los
que no tuvieren tanto, porque no enojes a Dios que te los dio, y a ti no te dañes.
Si vivieres, hijo, con otro, ten cuidado de todo lo que te encomendaré, y serás
diligente y buen servicial, y aquel con quien vivieres te querrá bien y no te faltará lo
necesario.
Con estos avisos te ciño y fortifico, y te hago misericordia. Mira, hijo, que no los
olvides, ni de ti los deseches.

Respuesta del hijo


Padre mío, mucho bien y merced habéis hecho a mí, vuestro hijo. Es así lo que decís,
que con esto cumplís conmigo, y no tendré excusa si en algún tiempo hiciere lo contra-
2. El Derecho prehispánico 105

rio de lo que me habéis aconsejado. Vuestra carne y sangre soy, por lo cual confío que
otros consejos me daréis. Yo os doy las gracias, y estéis en buena hora, y reposad.

De otra exhortación que hacía un indio labrador a su hijo ya casado


Hijo mío, estés en buena hora. Contigo tienes a punto tus sandalias, bordón y azada,
con lo demás que pertenece a tu oficio, pues eres labrador, para ir a tu trabajo y
labranza en que los dioses te pusieron, y tu dicha y ventura fue tal, y que sirvas a otro
en pisar barro y hacer adobes. En ello ayudas a tu pueblo en el Señor, y con estas obras
tendrás lo necesario para ti y tu mujer y tus hijos. Toma lo que pertenece a tu oficio.
Trabaja, siembra y recoge, y come de lo que trabajares. Mira, no desmayes ni tengas
pereza porque si eres perezoso y negligente, ¿cómo podrás caber con otro?, ¿qué será
de tu mujer y de tus hijos? El buen servicio recrea y sana el cuerpo y alegra el corazón.
Haz, hijo, a tu mujer tener cuidado de lo que pertenece a su oficio, y de lo que le
conviene. Darles ambos buenos consejos como padres porque vivan bien y no des-
agraden a los dioses, ni hagan algún mal con que os afrenten. Ama y haz piedad, y no
seas soberbio ni des a otro pena; más serás bien criado y afable con todos, y recatado
delante de aquellos con quien vivieres y conversares, y serás amado y tenido en mu-
cho. No hieras ni hagas el mal a alguno, y haciendo lo que debes no te ensalces por ello
porque pecarás contra los dioses y hacerte han mal. No seas vagabundo ni mal gran-
jero, asienta y arraiga; siembra y recoge y haz casa donde dejes asentados tu mujer y
hijos cuando murieres. De esta manera irás al otro mundo contento y no angustiado
por lo que han de comer, más sabrás la raíz o asiento que les dejes en que vivan. No
más hijo, sino que estés en buen hora.

De otra exhortación que una madre hizo a su hija


Hija mía de mis entrañas nacida, yo te parí y te he criado y puesto por crianza en
concierto, como linda cuenta ensartada; y como piedra fina y perla te ha pulido y
adornado tu padre. Si no eres la que debes, ¿cómo vivirás con otras, o quién te querrá
por mujer? No seas perezosa ni descuidada, antes diligente, y limpia y adereza tu casa.
Sirve y da aguamanos a tu marido, y ten cuidado de hacer bien el pan. Las cosas de
casa ponías como conviene, apartadas cada cual en su lugar, y no como quiera mal
puestas y no dejes caer algo de las manos en presencia de otros. Por donde, hija,
fueres, ve con mesura y honestidad, no apresurada ni riéndote, ni mirando de lado
como a medio ojo, ni mires a los que viven de frente, ni a otro alguno en la cara, sino
irás tu camino derecho. De esta manera cobrarás estimación y buena fama y no te
darán pena ni tú la darás a otro; y así, de ambas partes concurrirá buena crianza y
acatamiento. Y para esto, hija, serás tú bien criada y bien hablada. Responde cortes-
mente siendo preguntada, y no seas como muda o como boba. Tendrás buen cuidado
de la hilaza y de la tela y de la labor, y serás querida y amada, y merecerás tener lo
necesario para comer y vestir, y así podrás tener segura la vida y en todo vivirás
consolada. Y por estos beneficios no te olvides de dar gracias a los dioses. Guárdate
de darte al sueño o a cama o pereza. No sigas la sombra, el frescor, ni el descanso que
acarrean las malas costumbres y enseñan regalo, ocio y vicio, y con tal ejemplo, no se
vive bien con alguno. Antes, hija mía, piensa y obra bien en todo lugar. Si fueres
llamada, acude presto a lo que manda tu padre, porque no les des pena, y te hayan de
castigar por tu inobediencia. No seas rezongona y si no lo puedes hacer con humildad
106 Historia del Derecho mexicano

te excuses. No digas que harás lo que no puedes; si otra fuere llamada y no fuere presto
al mandado, ve tú con diligencia. No te des a cosas malas, ni a la fornicación. No te
muerdas las manos como mal mirada. No sigas tu corazón porque te harás viciosa.
No tomes por compañeras a las mentirosas, ladronas, malas mujeres, callejeras,
ni perezosas, por que no te dañen ni perviertan. Mas entiende sólo a lo que conviene
a tu casa y a la de sus padres, y no salgas de ella fácilmente, ni andes por el mercado o
plaza ni en los baños, ni por los caminos, que todo esto es malo y perdición para las
mozas; porque el vicio saca deseo y desatino. No entres, hija, sin propósito en casa de
otro porque no te levanten algún testimonio, pero si entrares en casa de tus parientes
tenles acatamiento y hazles reverencia y luego toma el huso y la tela o lo que allí vieres
que conviene hacer y no estés mano sobre mano.
Cuando te casares y tus padres te dieren marido, no les seas desacatada, mas en
mandándote en hacer algo, óyelo y obedece y hazlo con alegría. No le enojes ni le
vuelvas el rostro, ponió en tu regazo y con amor. No le afrentes delante de otros
porque a ti afrentarás en ello. Tendrás cuidado de las tierras que tuvieres y de proveer
a los que te labraren. No te descuides ni andes perdida de allá para acá, porque así ni
tendrás casa ni hacienda. Si hicieres, hija, lo que te tengo dicho serás tenida en mucho
y amada de todos y más de tu marido.

Agradecimiento de la hija a su madre

Madre mía, mucho bien y merced habéis hecho a mí vuestra hija. Con vuestros sudo-
res me criasteis y me mantuvisteis, y aún no me olvidáis ahora dándome aviso, icón
qué os lo pagaré yo, madre mía, o cómo os lo serviré? Porque aún soy muchacha y
juego con la tierra y hago otras niñerías y no me sé limpiar las narices. ¡Oh!, tuviese
Dios por bien que mereciese yo tomar algo de tan buenos consejos, porque siendo yo
la que vos deseáis, halláis vos parte de los bienes que Dios me hiciere. Yo os lo
agradezco mucho, consolaos, madre mía.

En cuanto a su régimen educativo formal, a partir de Moctezuma


Ilhuicamina se ordenó que en cada barrio hubiera una escuela para for -
mar a los jóvenes y ejercitarlos en religión, buena crianza, penitencia, cos-
tumbres, ejercicios de guerra, trabajos corporales, ayunos, disciplinas y
autosacrificios. Estos colegios debían estar bajo el cuidado de maestros
y de ancianos respetables, que vigilaran la castidad de los alumnos, so pena
de la vida si eran negligentes.
A la palabra de los sabios y su testimonio le llamaban huehuetlatoni
(antigua palabra o palabras de ancianos) y los tenían en alta estima. Por
eso se puede decir que su educación era esencialmente tradicional. El tra-
dicionalismo es el intento pedagógico de basar el proceso educativo en la
mera transmisión de bienes culturales por el conocimiento de usos y cos-
tumbres del pasado, sin acoger nuevas adquisiciones. 33

' Francisco Larroyo, Historia comparada de la educación en México, 9a. ed., Porrúa, México, 1970, pág. 69.
2. El Derecho prehispánico 107

Al maestro lo llamaban Temachtiani (el que da sabiduría a los ros-


tros ajenos), puesto que el verdadero sentido del hombre, como ser racio-
nal, está dado en su calidad moral e intelectual, de aquí que destacaran las
palabras rostro y corazón como sinónimos de la formación del hombre.
Había dos instituciones educativas, el Calmécac y el Telpochcalli, que
funcionaban de la siguiente manera:
El Calmécac era un centro de educación superior, cuyo nombre aludía a la
manera como estaban situados los aposentos y salones: calli (casa), mecatl (cor-
dón o hilera).34 En él predominaba la formación religiosa y allí asistían los pillis
o nobles. Su disciplina era muy rigurosa y el plan de estudios costaba de tres
grados, cada uno con duración de cinco años, para obtener los grados de
tlamacazto (especie de monaguillo), tlamecaztli (como diácono) y tlanamácac
(sacerdote). También se estudiaba en ese lugar la astronomía, la astrología, la
medicina, la historia, la abogacía y el oficio de tlacuilo o escribano.
El Telpochcalli era la casa de la juventud o de los jóvenes [de telpoctli
(joven) y calli (casa)], en donde se daba preferencia a la formación militar.
Por lo general aquí acudían los macehualli, pero era posible también el
ingreso de pillis o nobles. El arte de la guerra se enseñaba de una manera
práctica y se trataba de habilitar a los alumnos en el autocontrol de su
cuerpo y en el desarrollo de su resistencia al dolor y a la fatiga. Los gra -
dos que se obtenían eran: instructor o tiacach, jefe de instructores o
telpuchtlato y director de instructores o tlacatécatl. Curiosamente, en este
plantel la disciplina era un tanto más relajada.
Tanto en el Calmécac como en el Telpochcalli había un anexo para
niñas, de donde egresaban para contraer matrimonio o bien, decidían
servir al templo de por vida; algunas también podían ser parteras, sacer -
dotisas, comerciantes o sirvientas.
Existía también el Cuicacoalco ("casa del canto"), en donde se enseña-
ban las artes, especialmente la poesía, la oratoria, la danza y el canto. Por
este último los aztecas tenían especial interés y procuraban que sus hijos
lo aprendieran desde muy pequeños.
Por otra parte, era una obligación básica de los padres, cualquiera
que fuese su nivel socioeconómico, procurar la educación de sus hijos.
"Es admirable que en esta época y en este continente, un pueblo indígena
de América haya implantado la educación obligatoria para todos y que no
hubiera un solo niño mexicano del siglo XVI, cualquiera que fuese su
origen social, que estuviera privado de escuela." 35

31
Miguel León-Portilla, op. cit., pág. 378.
** Miguel León-Portilla, La educación entre los mexicas. Historia de México, pág. 891.
108 Historia del Derecho mexicano

Sahagún afirma que siendo un recién nacido, ya los padres ofrecen


ante el templo que a la edad convenida (aproximadamente siete años) lo
enviarán al Calmécac o al Tepolchcalli para realizar su instrucción.
El destino final de hombres y mujeres era el matrimonio, que celebra-
ban entre los 15 y los 22 años de edad. Se dice que en Tlaxcala si un varón
pasaba de 25 años sin casarse, le quemaban el cabello públicamente, lo que
era tenido como gran afrenta.
Si el varón se encontraba todavía cursando sus estudios al pretender
contraer matrimonio, su padre debía ofrecer una rica comida a los maestros
y directivos, al concluir la cual, y mientras fumaban las hojas de yetl (tabaco),
les manifestaba que su hijo, siendo un "ingrato", ya quería alejarse de ellos y
formar su hogar, por lo que les rogaba lo comprendieran en su torpeza y le
otorgaran su autorización. Casi siempre los maestros terminaban por acce-
der, no sin llenar de reproches y de consejos al joven pretendiente.
La familia podría basarse en el matrimonio o en el concubinato, pero
en todo caso se organizaba bajo la potestad del varón, por lo que era
patriarcal. Se podían así formar los tipos de uniones familiares que se
presentan en el cuadro 2.7.
Se llegaba a dar el caso de que los pretendientes seleccionaran entre sí
sus parejas, pero lo común era que las familias pactaran el matrimonio
por alianza e interés. Solían ser endógamos, o sea que seleccionaban a la
novia entre las mujeres de su comunidad, pero no de su familia.

Cuadro 2.7. Tipos de uniones familiares entre los aztecas.

Tipo de unión Características


Matrimonio definitivo Cumpliendo todos los requisitos y ceremonial religioso. En
este caso a la mujer se la llamaba cihuatlantli (legítima)

Matrimonio provisional Sujeto a condición, por ejemplo, tener un hijo, lo que haría
prolongarlo indefinidamente. La mujer entonces era
tlacallacahuilli
Concubinato Simple unión sin formalidades, al que se recurría general-
mente por no poder costearse la fiesta de un matrimonio. La
mujer era llamada temecauh

Poligamia Sólo para los nobles. Una de las mujeres era la legítima o
cihuatlantli y las otras cihuapillis, de las cuales unas
habían sido dadas en matrimonio por sus padres (se lla-
maban cihuanemactli), o eran producto del botín de los
guerreros {tlacihuantin)
2. El Derecho prehispánico 109

Por indicaciones expresas del padre del novio, la cihuatlanque acudía a


solicitar a sus padres "la mano de la novia". Esta solicitud era acompañada de
regalos acordes con el nivel de la familia. La misma se repetía hasta dos o tres
veces, siempre hecha con regalos, para que al final, aceptada la petición, se
fijara la fecha de la boda así como el "precio de la novia", que podía variar
desde cargas de leña hasta cosas más valiosas, e incluso que el contrayente
trabajara gratuitamente durante algún tiempo en las tierras de su suegro.
Para fijar la fecha de la boda se consultaban los designios astrales y
las "cartas astrológicas" de los nuevos cónyuges.
En la víspera la novia era bañada y perfumada por la casamentera, sin
que pudiera ya pisar el suelo; por eso la misma casamentera llevaba, en el
momento adecuado, a la novia sobre su espalda para efectuar el matrimo-
nio. Los primeros en llegar a la ceremonia eran los maestros y condiscípu-
los, a quienes se les daba bebida de cacao. Luego llegaban los ancianos, a
quienes se les ofrecía comida, flores y octli o pulque. Todos llevaban pre-
sentes a los nuevos esposos.
Una vez reunidos, sentaban a la pareja sobre un petate adornado y
los parientes de mayor rango les daban consejos, minimizando las cualida-
des de su hijo o hija y enalteciendo las del yerno o nuera, según el caso.
Luego el sacerdote procedía a realizar sus ritos y finalmente anudaba sus
tilmas o mantos, para simbolizar que quedaban casados; asimismo se pro-
cedía a que ambos se dieran a puños pedazos de un tamal especial de
bodas, para significar la ayuda mutua que se debían de allí en adelante. La
mujer daba entonces siete vueltas en torno al brasero de su nuevo hogar.
Toda la ceremonia debía transcurrir en el patio de la casa, ya que los
cuartos los utilizaban sólo para dormir, y como carecían de ventanas de -
bieron de ser estrechos, fríos y oscuros. Terminada la fiesta, algunos auto-
res dicen que la pareja pasaba a consumar su matrimonio, pero otros
sugieren que hacían penitencia durante cuatro días y a partir de entonces
hacían vida íntima. Durante los días de penitencia solían bañarse el uno al
otro como muestra suprema de entrega corporal. Al siguiente día de la
primera cohabitación, se llevaba la manta ensangrentada al templo como
ofrenda por la virginidad perdida.
Eran impedimentos para contraer matrimonio: 1. que la concubina del
padre casara con el hijo; 2. el parentesco consanguíneo en línea recta ascen-
dente o descendente, sin límite de grado; 3. el de consanguinidad colateral
hasta el tercer grado inclusive, y 4. que el padrastro casara con su hijastra.
Además, la viuda debía esperar el término de la lactancia de su últi-
mo hijo (cuatro años) para contraer nuevas nupcias. Se fomentaba la prácti-
ca del levirato, para que, de ser posible, la viuda se casara con el hermano
110 Historia del Derecho mexicano

de su marido fallecido, con el fin de que la educación de los hijos quedara


aún en manos de la familia de éste.
Predominaba el sistema de separación de bienes. La patria potestad,
que implicaba el derecho de vender al hijo, si bien no de matarlo, termina-
ba cuando éste contraía matrimonio. En materia sucesoria se daba prefe -
rencia a la línea masculina. La mala conducta e ingratitud del hijo le haría
perder su calidad de heredero natural en la sucesión del padre. En las
clases nobles heredaba el hijo mayor, a la manera de los mayorazgos euro-
peos, que se estudiarán en el capítulo 4 de esta obra.
Era frecuente que el marido muriera en el campo de batalla, por lo
que una mujer podía contraer varios matrimonios a lo largo de su vida.
El divorcio se concedía con una fuerte causal, generalmente abando-
no, injurias, amenazas y lesiones o que ella fuera pendenciera, perezosa,
imprudente y respondona. En este caso se debía acudir al sacerdote, quien
pretendía reconciliarlos; si no era posible procedía, de manera forzada, a
disolver la unión conyugal. Los hijos según su sexo quedaban bajo la
custodia del padre o de la madre.
Su moral sexual era muy estricta. Sobre ese particular dice Sahagún:
Sólo podemos describir el prototipo de la casta doncella y del buen mancebo a partir
de dos textos que han conservado los consejos de la madre a su hija y del padre a su
hijo. La pureza y la virginidad, la continencia y la decencia forman el marco estricto
que la sociedad ofrece del prototipo de doncella. Veamos en qué términos la madre se
dirige a la hija.
Te quiero decir que te amo mucho, acuérdate que te traje nueve meses en mi
vientre, y desde que naciste, te criaste en mis brazos: yo te ponía en la cuna y de allí en
mi regazo y con mi leche te crié. Esto te digo porque sepas que yo y tu padre somos los
que te engendramos. Mira que tus vestidos sean honestos y como conviene; mira que
no te atavíes con cosas curiosas y mal laboradas porque esto significa fantasía y poco
seso y locura. Tampoco es menester que tus atavíos sean muy viles o sucios o rotos,
como son los de la gente baja. Y cuando hablares, no te apresures en hablar, no con
desasosiego, sino poco a poco y sosegadamente; cuando hablares, no alzarás la voz
ni hablarás muy bajo, sino con mediano sonido, no adelgazarás mucho tu voz cuando
hablares, ni cuando saludares, sino que tu palabra sea honesta y de buen sonido y la
voz mediana, no seas curiosa en tus palabras.
Mira, hija, que al andar haz de ser honesta, no andes con apresuramiento, ni
con demasiado espacio, porque es señal de pompa andar despacio, y el andar de prisa
tiene resabio de desasosiego y poco asiento. Cuando fueres por la calle o por el
camino, no lleves inclinada la cabeza o encorvado el cuerpo, ni tampoco vayas muy
levantada la cabeza y muy erguida, porque es señal de mala crianza; irás derecho y la
cabeza poco inclinada. Cuando fueres por la calle no vayas mirando acá ni acullá y
volviendo la cabeza a mirar a otra parte, mira a todos con cara serena.
Estas "técnicas del cuerpo decente" llevan la misma meta: hacer a la mujer lo
menos vistosa posible, fundirla en la masa de la sociedad. Estos patrones se oponen a
los patrones de la mujer carnal; pero también al de la dulce joven. Estos textos con-
2. El Derecho prehispánico 111

cuerdan en señalar el amor y la gentileza de los padres hacia sus hijos y la ausencia casi
total de represión física, e invitan a la joven a quebrantar las técnicas de comporta -
miento espontáneas adquiridas de niña.

Surge también la mujer carnal y así recordamos este sermón:


Mira también, hija, que nunca te acontezca afeitar la cara o poner colores en ella o en
la boca por parecer bien, porque esto es señal de mujeres mundanas y carnales; esto
es señal de mujeres que ya han perdido la vergüenza y aun el seso, que andan como
locas y borrachas, éstas se llaman rameras, y para que tu marido no te aborrezca,
atavíate, lávate, y lava tus ropas y esto sea con regla y discreción. Hija, mira que no des
tu cuerpo a alguno; mira que te guardes mucho y que nadie llegue a ti, que nadie tome tu
cuerpo. Si perdieras tu virginidad y después de esto te demandare por mujer alguno,
y te casares con él, nunca se habrá bien contigo, ni te tendrá verdadero amor, siempre
se acordará de que no te halló virgen, y esto será causa de grande aflicción y de
trabajo, siempre estará tu marido sospechoso de ti. En ninguna manera te conozca
más de un varón, ni en ningún lugar le hagas traición, que eso se llama adulterio.

El prototipo del joven enfatiza principalmente el control de la sexua-


lidad; no debe usarla sino con gran moderación. Parece que se temiera el
surgimiento de una sexualidad que se desviara de las normas sociales bien
definidas. El pervertido sexual se arriesga, al no satisfacer a su mujer, a
caer en el engranaje del adulterio y de su terrible represión.
Nota pues ahora, amado hijo, si Dios te diere vida en este mundo, la manera en que
haz de vivir en él; mira que te apartes de los deleites carnales y en ninguna manera los
desees; guárdate de todas las cosas sucias que ensucian a los hombres, no solamente
en las ánimas, pero también en los cuerpos, causando enfermedades y muertes corpo-
rales. Mira, hijo, que el mundo ya tiene un estilo de engendrar y multiplicar y para esta
generación y multiplicación, ordenó Dios que una mujer usase de un varón y un varón
de una mujer; pero esto conviene se haga con templanza y con discreción; no te
arrojes a la mujer como se arroja el perro a lo que ha de comer, aunque tengas apetito
de mujer resiste a tu corazón hasta que ya seas hombre perfecto y recio. Antes que
llegues a mujer crezcas y embarnezcas y seas perfecto hombre, y entonces estarás
hábil para el casamiento y engendrarás hijos de buena estatura y recios; si por desven-
tura antes de tiempo te dieres al deleite carnal, en este caso dijéronnos nuestros
antepasados que el que se arroja así al deleite carnal queda desmedrado, nunca es
perfecto hombre y anda descolorido y desainado y cuando te casares, serás como el
que coge miel del maguey, que no mana porque le agujerearon antes de tiempo, y el que
chupa para sacar la miel de él no saca nada, y aborrecerle ha y desecharle ha; así te
hará tu mujer, porque estás ya seco y acabado, y buscará a otro porque tú ya estás seco
y agotado; y hacerte ha adulterio porque tú te destruiste.

Cada fase de la vida sexual debe someterse al principio "del buen


momento", al periodo propicio a la madurez. Después que pase el fuego
ardiente de la juventud, el hombre busca el matrimonio y llega a la mujer
con el natural apaciguamiento sexual.
112 Historia del Derecho mexicano

En Tenochtitlan, por otro lado, la vida estaba marcada diariamente


por el ritmo de los tambores y las flautas que tocaban en los templos. Se
cuidaba en todo momento el orden, la observación de las normas y el
respeto a los dioses y a los ancianos, cuya deidad era Tonantzin, nuestra
abuela, o Huehuetéotl (el dios viejo). Los entierros solían ser solemnes,
pero austeros. El cuerpo era envuelto en un petate (de allí proviene la
expresión popular de petatearse)36 y sepultado bajo el piso de sus casas,
directamente depositado sobre la tierra y cubierto por ésta, a veces acom-
pañado con algunas ofrendas. A los grandes señores en ocasiones los
incineraban y sus cenizas, colocadas en urnas de barro, eran depositadas
en los templos.
León-Portilla señala que el ollin (movimiento) era un concepto de
suma importancia en el pensamiento náhuatl, porque de él se derivan los
de corazón, que da vida y movimiento a alguien, de ahí el término yoliliztli
(vida), que es el resultado del movimiento interior. 37 La vida, pues, es
movimiento, y éste era un concepto básico de un pueblo como el azteca,
que fue todo dinamismo y expresión.

El mundo prehispánico en vísperas de la conquista

Un poco antes de efectuarse el descubrimiento y la conquista de México,


el pueblo hegemónico era el azteca, que había impuesto en una amplia
zona (el llamado Imperio azteca) un férreo poder basado en la conquista y
la tributación, si bien respetando en cada pueblo las costumbres locales,
las deidades y hasta las autoridades, a cambio de su total sumisión.
Esto había generado un verdadero mosaico de culturas y de pueblos
que presentaba diferentes niveles de civilización, sin que existiera una uni-
dad política, como llegó a suceder, por ejemplo, en el Imperio romano.
Además, los aztecas habían generado gran resentimiento en los vencidos
debido a su celo excesivo en el cobro de los impuestos y su constante
petición de víctimas para el sacrificio. Por esa razón fue fácil para los con-
quistadores pactar alianzas o neutralidades entre esos pueblos en contra
de los aztecas, como en el caso de Cempoala, Cholula y Tlaxcala, con la
agravante de que la misma ciudad de Texcoco, parte de la Triple Alianza,
presentó de hecho un estado de neutralidad en la conquista, debido a las
muy hondas rencillas entre su tlatoani Nezahualpilli y el de México,
Moctezuma Xocoyotzin.
36
Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, 5a. ed., Porrúa,
México, 1982, pág. 127. 57 Miguel
León-Portilla, op. cit., pág. 386.
2. El Derecho prehispánico 113

De alguna manera resulta evidente que a la llegada de los españoles


las instituciones sociales, políticas, económicas y jurídicas de los aztecas
se encontraban muy desarrolladas.
Al imponerse la dominación europea se inició un largo proceso de
transculturación; los indígenas junto con sus caciques y dirigentes fueron
evangelizados y bautizados en forma masiva, y casi seguramente sin cono-
cer el contenido del dogma cristiano.
Para colmo, hacia fines del siglo xvm las antiguas familias nobles in-
dígenas estaban en plena decadencia social y económica. Algunos caci -
ques de poblaciones nativas ni siquiera eran de origen noble y sus cargos
ya no eran electivos, sino hereditarios. Posteriormente, en plena época
colonial se les dio el calificativo de principales y servían de apoyo a las
autoridades europeas a manera de auxiliares o caciques, con algunas fun-
ciones para determinar la recaudación de tributos y para el servicio perso-
nal.38 A la vez se fue distinguiendo entre gobernador y cacique indígenas.
Fue voluntad de la Corona española expresada en las Leyes de Indias
de 1680 que las comunidades indígenas continuaran gobernadas por su
buen gobierno y policía, como antes de la conquista, en todo aquello que
no fuera contrario a la fe o a las leyes del reino. No obstante, se fue impo-
niendo el derecho castellano prácticamente en todo el país.
Hoy poco sobrevive del antiguo derecho prehispánico. Tal vez aún
puede observarse algo en comunidades de gran arraigo indígena y muy
alejadas culturalmente del común de nuestra civilización, por ejemplo,
entre los coras, huicholes, tarahumaras, seris, yaquis o lacandones, quie -
nes todavía se rigen por sus "tatas mandones" o colegio de ancianos vene-
rables. Aun en materia electoral, las legislaciones modernas hacen obser-
var el respeto que merecen los usos y las costumbres locales de los pueblos
indígenas. Así, el propio art. 2o. de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos manifiesta en su primer párrafo lo siguiente:
Art. 2o. La nación mexicana es única e indivisible. La nación tiene una composición
pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que
descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la
colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, cultura-
les y políticas, o parte de ellas.

Es interesante destacar que aún perdura en muchas comunidades la


institución de la mayordomía para efectuar las fiestas patronales. El ma-

38
Osear Cruz Barney, Historia del Derecho en México, Oxford University Press, México, 1999, pág. 25.
114 Historia del Derecho mexicano

yordomo adquiere un estatus superior incluso al de las autoridades políti-


cas de la región, si bien en todo ello ya hay un sincretismo entre lo cristia-
no y lo prehispánico, aunado a una tradición cultural de varios siglos.
Donde puede verse en gran medida la supervivencia del derecho
prehispánico es en la extendida figura del tequio o cooperación en especie
y en trabajo que se prestan entre sí los habitantes de un lugar para llevar a
cabo obras de beneficio común. Si fuera en beneficio de una sola persona
o familia se llamaría guelaguetza, como se realiza entre varios pueblos del
centro y sur del país, especialmente en la región de Oaxaca.
De todo lo anterior podemos deducir que, aunque en forma limita-
da, todavía existen algunos vestigios de lo que fue el ancho mundo del
Derecho prehispánico entre las grandes civilizaciones de nuestro país.
3. Derecho castellano

El Derecho castellano es el conjunto de normas, instituciones y principios


filosófico-jurídicos que rigieron la sociedad del reino de Castilla durante
el Medioevo. Hay que recordar que en ese periodo Castilla era un reino
independiente, como lo eran también otros reinos con los que tuvo pugnas
y alianzas, por ejemplo, León, Aragón y Navarra. Este Derecho es particu-
larmente importante porque la empresa de descubrimiento, conquista y
colonización de América se hizo con el patrocinio de Castilla y, en conse-
cuencia, fueron su idioma y su Derecho, formado en el sistema jurídico
romano-germano-canónico, los que se establecieron en nuestro continen-
te. De esa manera, nos incorporamos culturalmente al mundo romano
occidental. Por eso

el sistema romano-canónico se impondrá en nuestro país a través del Derecho caste-


llano, no sólo porque así se estableció desde un principio, sino también porque las
autoridades llamadas a gobernar la Nueva España estaban formadas en la tradición
jurídica castellana y, por lo mismo, era ése el régimen que habrían de aplicar. Por
otro lado, aunque también se elaboró un ordenamiento legal propio para las Indias,
o sea el Derecho indiano, el mismo tenía un sustrato ius castellano.1

Es importante insistir en que cada reino asentado en España era inde-


pendiente, por lo que en ese tiempo y hasta muy entrado el siglo xvi no
puede hablarse de un Derecho español sino, como en este caso, de Dere -
cho castellano, ya que la unificación de todos los reinos y la consecuente
formación de España se inició con la unión matrimonial de los Reyes Cató-
1
José Luis Soberanes Fernández, Una aproximación a la historia del sistema mexicano, Fondo de Cultura
Económica, México, 1992, pág. 35.
116 Historia del Derecho mexicano

lieos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, especialmente a raíz de la


expulsión de los árabes, quienes siglos atrás habían invadido la península.

Área geográfica

En la parte centro-norte de la España actual se encuentran dos provincias


conocidas como Castilla la Vieja y Castilla la Nueva. En esta última se asien-
ta la ciudad de Madrid, capital del país, a orillas del río Manzanares. Si
bien ahora tiene un régimen autónomo, se sabe que hacia 850 d.C. el jefe
árabe Muhammad erigió una fortaleza llamada Mayrit, que fue tomada por
el rey Alfonso VI. Felipe II elevó a sede de su Corte en 1561. Castilla la
Nueva se denomina así porque a raíz de haberse consumado el triunfo
sobre los árabes, muchas familias provenientes de la Vieja Castilla llegaron
allí para establecerse.
Las colindancias de Castilla para el año 1035 eran los reinos de León al
poniente, Badajoz y Toledo al sur, Zaragoza y Navarra al oriente y el Océano
Atlántico al norte. Esta geografía política fue sumamente cambiante debido
a las guerras y alianzas entre los reinos cristianos, así como por las guerras
de conquista y reconquista sostenidas contra los invasores árabes. La región
se caracteriza por sus vastas llanuras y su clima seco y extremo.

Cronología y evolución histórica

España, en su calidad de península, conjuntamente con Portugal situado al


extremo sur de Europa, fue a lo largo de la historia lugar de migraciones y
de mestizaje. La presencia muy antigua del hombre en la región es testimo
niada por las pinturas rupestres de la cueva de Altamira, en la zona de
Santillana. Más tarde, en la Edad del Bronce, en Galicia, las islas Baleares y
Cataluña surgieron algunas tribus antecedentes del pueblo vasco; y hacia
la Edad del Hierro hicieron su aparición los iberos, "hombres del río",
llegados tal vez de los montes Atlas por el estrecho de Gibraltar. Para en
tonces se empieza a hablar del país como Sepharad por los judíos, lo que
significaba "confín o extremo"; Hesperia, por los griegos, que quiere decir
"occidente", o Hispania, con las raíces He Spania, "la esparcida". Este últi
mo nombre fue el que adoptaron para la zona los romanos y del que luego
derivó el que ahora designa al país. ,
Poco después llegaron los celtas, probablemente en el siglo v a.C,
procedentes del norte por los Pirineos y se asentaron en las montañas que
3. Derecho castellano 117

llamaron Asthor, las altas montañas, hoy Asturias. Con el tiempo ambos
pueblos se fusionaron creando la civilización celtíbera, de gran importan-
cia cultural.
También llegaron a España los fenicios procedentes del Líbano, famo-
sos comerciantes y marinos, cuyas naves surcaron el Mediterráneo y reali-
zaron no sólo una importante labor mercantil, sino que sirvieron de enlace
y de difusores de la cultura entre los diversos pueblos de la costa medite-
rránea, de ahí la relevancia de este pueblo. En aquel tiempo era básico
surtirse de metales, y precisamente España se encontraba en la llamada
ruta del estaño, camino hacia las islas del sur de la actual Inglaterra; por eso
los fenicios fundaron allí algunas colonias o factorías que les servían de
puntos de abastecimiento, de ubicación de astilleros para construir y repa-
rar sus naves, y de centros comerciales para ejercer su actividad mercantil.
Así surgió el puerto de Gadir o Gadez, hoy Cádiz, Malaca o Málaga y Abdera
o Adra. Una de sus colonias ubicada en el norte de África, casi frente a la
península itálica, en territorio del actual Túnez, fue Cartago, que con el
tiempo adquirió plena autonomía como reino independiente y que sostu-
vo tres guerras contra Roma por la hegemonía comercial del Mediterrá-
neo, las llamadas Guerras púnicas, en la época de la República romana. En
la primera de ellas Hispania fue aliada de Cartago y, en consecuencia,
sufrió los efectos de la derrota, pues los romanos vencieron en las tres
guerras. A raíz de ello hubo un asentamiento considerable de cartagineses
en territorio español conocido como Nueva Cartago o Cartagena. Igual-
mente, en la segunda Guerra púnica, unos 200 años a.C, Aníbal, rey de
Cartago, pasó por la región con su impresionante ejército y sus elefantes,
camino a Roma, si bien algunos comerciantes se fueron quedando en di-
versos lugares de esta ruta para colonizar.
A partir del siglo vn a.C. comenzaron a darse los primeros asenta-
mientos griegos, especialmente de comerciantes oriundos de la isla de
Rodas. Una de estas colonias, por cierto muy floreciente, fue Ampurias,
en Cataluña, palabra que proviene del griego emporios, es decir, "merca-
do". También en la época de la República romana sus legiones se anexaron
el territorio de Hispania, pero no con facilidad, pues por espacio de dos
siglos hubo necesidad de sostener largas y sangrientas luchas con sus habi-
tantes, siempre en guerra de guerrillas y en donde el movimiento cumbre
lo protagonizaron el jefe hispano Viriato y el general romano Escipión
Emiliano, quien tuvo que recurrir al magnicidio para vencer la resistencia
heroica de Viriato.
Sin embargo, el hecho que marca para los españoles su máximo es -
fuerzo y sacrificio por la independencia fue el sitio de la ciudad de
118 Historia del Derecho mexicano

Numancia, adonde Roma tuvo que enviar 60 mil legionarios para doblegar
a 8 mil celtíberos, en las cercanías de Garay en el río Duero, hasta que los
últimos defensores decidieron suicidarse con sus familias para no caer en
manos de Escipión Emiliano. Cuando los invasores entraron en la ciudad,
dice un testigo, el historiador romano Polibio, no encontraron más que
cadáveres y restos humeantes, metro y medio de carbones y de tierra calci-
nada;2 finalmente Hispania fue incorporada a Roma en calidad de provin-
cia, tan unida después al Imperio que algunos hispanos figuraron entre los
hombres célebres de Roma, como es el caso del filósofo Lucio Anneo
Séneca, originario de Córdoba y maestro de Nerón, y el mismo emperador
Adriano, nacido en la Bética, hoy en ruinas cerca de Sevilla, en Andalucía.
Más tarde el cristianismo se extendió en España según la tradición,
no confirmada ni negada históricamente, por el apóstol de Cristo, Santia -
go Zebedeo, llamado El mayor, quien introdujo este culto en la región y fue
perseguido con especial encono por los romanos. Esto hizo trascender a la
fama a multitud de mártires, entre los que destacan los santos Santiago,
Lorenzo, Eulalia y Fructuoso, y en Elvira, cerca de Granada, se celebró en
el 306 un concilio, el primero con sede en España. Así, a través de los
tiempos el país ibérico ha sido considerado como baluarte del cristianismo
universal. Se sabe que en España la autoridad del papa era acatada con
fidelidad, a pesar de que la Iglesia española disfrutaba de amplia autono-
mía; por eso los pontífices romanos se apoyaban en gran medida en los
obispos españoles para combatir todo tipo de herejías.
Al finalizar la Edad Antigua se acentuó el poderío militar de los pue-
blos bárbaros, extranjeros que hasta entonces habían sido sometidos por
los romanos y que procedían de todos los confines del Imperio. Los había
rubios como los germanos o de raza mongólica como los tártaros. Entre
estos grupos destacan los godos, pueblo indogermánico proveniente del
mar Báltico, quienes se dividían en godos propiamente dichos, ostrogodos
y visigodos. Estos últimos avanzaron hasta el Danubio, pero el emperador
Teodosio los derrotó y tuvieron que aceptar un pacto de alianza con los
romanos, lo que les permitió, en calidad de colonizadores, avanzar hacia el
sur del Imperio.
A la muerte de Teodosio en el año 392, el Imperio se dividió definiti-
vamente en dos partes, la oriental y la occidental, lo cual debilitó aún más
el ya decadente poder de los romanos, por lo que los pueblos bárbaros
pudieron tomar más posiciones. Así, los pueblos de origen germánico
irrumpieron en España: los suavos ocuparon Galicia, los vándalos la Bética,

'- Jean Descola, Historia de España, Juventud, Barcelona, 1974, pág. 35.
3. Derecho castellano 119

los alanos la Lusitania, hoy Portugal, y los visigodos el sur de Francia, si


bien más tarde, al mando de Alarico, saquearon Roma; este jefe visigodo
se casó con la hermana del emperador de Occidente, Honorio, llamada
Gala Placidia, con lo que intentó adoptar para su pueblo las costumbres y
la cultura romanas, pero fue asesinado por lo suyos. 3 Poco después los
visigodos penetraron en España aprovechando la división religiosa del
pueblo romano-hispano, en el que los hombres comunes eran cristianos y
la nobleza se inclinaba por el culto hereje del arrianismo; por eso hábil-
mente el rey visigodo Recaredo se convirtió al cristianismo para contar
con el apoyo del pueblo y del clero católico, ya para entonces poderoso.
Todo ello logró que al paso del tiempo los otros grupos bárbaros fueran
desplazados, incluso los romanos orientales o bizantinos que se habían
establecido en el sur de España, por lo que al final los visigodos se adueña-
ron en forma absoluta de ese país. Años atrás el rey Atanagildo había tras-
ladado su capital a Toledo, ciudad que fue sede política del gran reino
visigodo y cuya civilización fue de particular importancia en todos los ór-
denes para la historia universal. Con el tiempo este reino terminó adaptán-
dose junto a la cultura romano-cristiana, a la vez que por divisiones inter-
nas se formaron otros reinos cristianos a los que hemos hecho alusión al
inicio de este capítulo.
Algunos siglos más tarde se produjeron invasiones procedentes del
norte de África, como la de los bereberes, vocablo con el que se designaba
a númidas, libios y gétulos, pero sobre todo a los árabes musulmanes, quie-
nes dirigidos por Tarik vencieron el 19 de julio de 711 a los cristianos
encabezados por el rey Rodrigo en la célebre batalla de Guadalete, cerca
de Medina. Esta derrota facilitó la penetración de los árabes a toda la pe-
nínsula gracias a una campaña brevísima y fulminante. Para entonces el
poderío árabe, unificado por la religión musulmana, abarcaba un enorme
territorio que comprendía tres continentes gobernados por otros tantos
califatos autónomos: el de Bagdad en Asia, el de El Cairo en África y el de
Córdoba en Europa, si bien en 715 se nombró a Abdelaziz primer emir
dependiente del emirato de Damasco. Para 740 Abderramán formó el
emirato independiente de Córdoba, que en 929 fue elevado al rango de
califato.
Los cristianos ubicados en la parte de mayor dominación árabe si-
guieron practicando su fe y por eso se les llamó mozárabes, es decir, "medio
árabes", pero la convivencia de ambos pueblos presentó siempre una situa-

3
Toribio Esquivel Obregón, Apuntes para la Historia del Derecho en México, 2a. ed., Ponúa, México,
1986, pág. 36.
120 Historia del Derecho mexicano

ción de crisis y tensión puesto que el mestizaje y la transculturación no


fueron posibles debido a sus convicciones religiosas; por lo mismo, hacia
el norte se fueron formando los reinos cristianos autónomos de León,
Asturias, Navarra, Castilla, Aragón y Barcelona, estos tres últimos al prin-
cipio en calidad de condados. Todos ellos lograron gozar de una gran
autonomía gracias al apoyo del Imperio franco-carolingio, el que para pro-
teger sus fronteras del sur de una invasión musulmana, sobre todo después
de la batalla de Poitiers, en la cual con mucha dificultad Carlos Martell
logró derrotar a los árabes, se fortificó estableciendo lo que se llamaba
una marca, y aunque la permanencia de los francos en ella fue breve, logró
dar aliento a los pequeños países cristianos. Entre ellos destacó el reino de
Asturias, creación de un hombre legendario conocido como Don Pelayo,
que con el tiempo unió a Galicia, Asturias y León; estableció su capital en
esta última y desde allí fomentó la guerra contra los árabes en un movi -
miento conocido como la Reconquista, que tuvo como antecedente impor-
tante la victoria cristiana en la gruta de Covadonga hacia el año 718.
La Reconquista española fue un episodio sangriento que duró casi ocho
siglos, con suerte diversa para ambos bandos, hasta que con el debilita-
miento y la posterior división del califato árabe, a la vez que con la unifica-
ción cristiana bajo los Reyes Católicos, se logró, después de un prolongado
sitio, tomar Granada, último reducto árabe en España, el 2 de enero de
1492.
A partir de ese momento se inició la reconstrucción y unificación del
país, si bien los Reyes Católicos todavía gobernaron en forma separada sus
respectivos reinos: Castilla de Isabel y Aragón de Fernando, con el legen-
dario lema de "Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando". Sin
embargo, en ese trascendente año 1492, España se liberó de la dominación
árabe al tiempo que ganaba todo un continente para incorporarlo a sus
dominios, gracias al viaje de Cristóbal Colón. Así, poco a poco se fue for-
mando la conciencia de una unidad nacional ya con el nombre de España,
con la que entra en la Edad Moderna, independientemente de que algunas
de sus regiones conserven hasta la fecha elementos culturales autónomos
que periódicamente provocan severas crisis políticas en el país.

Fuentes

Las fuentes para el estudio del Derecho castellano son similares a las del
Derecho indiano; por eso en el capítulo siguiente se remitirá al lector al
análisis que se presenta a continuación.
3. Derecho castellano 121

A partir del surgimiento en el siglo xix de algunos estudios sobre la


historia del Derecho español, es posible enunciar las fuentes que se deta -
llan en seguida:

• Francisco Martínez Marina, quien en 1808 publicó su Ensayo histórico-


crítico sobre la legislación y principales cuerpos legales de los reinos de León
y de Castilla.
• Eduardo de Hinojosa publicó en 1887 una obra incompleta titulada
Historia general del Derecho español e igualmente Elemento germánico en
el Derecho español y Estudios sobre la historia del Derecho español.
• Rafael Altamira y Crevea publicó en 1903 su Historia del Derecho español.
• Alfonso García Gallo elaboró en 1942 dos tomos de Historia del Dere
cho español y tres tomos del Curso de historia del Derecho español, así
como el Manual de historia del Derecho español, en dos volúmenes.
• José María Marsal y Maree publicó en 1955 Síntesis histórica del Derecho
español y el indiano.
• José María Ots y Capdequí escribió en 1968 Historia del Derecho espa
ñol en América y del Derecho indiano.
• Francisco Tomás y Valiente presentó en 1987 la cuarta edición de su
Manual de historia del Derecho español.
• Antonio Muro Orejón publicó en 1989 sus Lecciones de historia del
Derecho hispano-indiano.

Otros autores con varias publicaciones tanto de historia general del


Derecho como de diversos artículos sobre aspectos específicos de Derecho
español e indiano son, entre otros, Malagón Barceló, Mantecón, Miranda,
Toribio Esquivel Obregón, Silvio Zavala, Guillermo Floris Margadant, Bea -
triz Bernal Gómez, José Luis Soberanes Fernández, José de Jesús López
Monroy y José de Jesús Ledesma Uribe.

Elementos jurídicos formativos

Celtas e iberos

Estos primitivos habitantes se organizaron en varias comunidades o ciuda -


des independientes y que en casos de guerra se confederaban a través de los
jefes de cada ciudad, los que eran electos periódicamente o ejercían su cargo
en forma vitalicia, si bien los había hereditarios. Además, contaban con un
Senado o consejo de ancianos formado por los jefes de familia. La base de su
organización social era precisamente la familia. La sociedad se dividía, como
122 Historia del Derecho mexicano

era común en esa época, en hombres libres y esclavos. Había nobles y plebe-
yos, y los últimos buscaban el apoyo de los primeros; por lo mismo, se les
sometía, a manera de la clientela en Roma, pero con tanta solidaridad que
los sujetos sometidos a un jefe militar lo protegían con sus escudos y cuerpos
y llegaban al extremo de suicidarse si aquél moría, para seguirlo.4
La familia era monogámica. El marido pagaba el "precio de la novia"
y la mujer se dedicaba al trabajo del campo. La tierra se dividía anualmen-
te entre los jefes de familia; cada quien cultivaba en forma independiente,
pero la cosecha era de todos y así se repartía.
En materia penal se aplicaba la pena capital para casos graves, como
el parricidio, en el cual la ejecución se llevaba a cabo por lapidación o por
despeñamiento; también se permitía la justicia por propia mano mediante
el duelo, así como la amigable composición. Para los prisioneros de guerra
no había más que esclavitud o ejecución, y en algunos casos se les cortaba
la mano derecha para ofrendarla a sus dioses. Sin embargo, respetaban a
los miembros de una embajada enemiga e incluso llegaron a celebrar con-
venios de hospitalidad y comercio con otros pueblos como los romanos y
los griegos. Los celtíberos tenían en tan alto concepto esos convenios, que
el vínculo así generado era permanente y se hacía obligatorio en su cumpli-
miento de padres a hijos. Se sabe además que acuñaron monedas y que
mantuvieron un comercio próspero y amplio.

Fenicios y cartagineses

En las colonias fenicias cada ciudad era administrada como un pequeño


Estado. Su gobierno era aristocrático y estaba integrado por tres magistrados,
dos de los cuales eran considerados supremos y se denominaban suffetes,
con facultades políticas y jurídicas respectivamente, y un tercer magistrado
llamado sofer, representante de la hacienda pública. Además, había una
asamblea que actuaba a manera de Consejo resolviendo las cuestiones de
mayor importancia. Los fenicios introdujeron en España sus monedas y el
uso del alfabeto griego, así como el desarrollo de algunas industrias como
la del vidrio y la de los tintes de las telas. Es interesante observar que la
organización de algunas de estas colonias era similar a una empresa mer-
cantil, de ahí su nombre de factorías.
Las ciudades fenicias establecidas en el territorio actual del Líbano,
como es el caso de Biblos, Arad, Sidón, Tiro, etc., formaron una federa-
ción cuyas relaciones se estrechaban en virtud del intercambio comercial.
4
Toribio Esquivel Obiegón, op. cit., pág. 12.
3. Derecho castellano 123

Al parecer, durante mucho tiempo la hegemonía entre ellas la ostentó Tiro.


Lamentablemente no han llegado a nosotros sus leyes escritas, si bien se
supone que las hubo.
En cuanto a Cartago, fue fundada en el siglo IX a.C. por un grupo de
prominentes fenicios desterrados de Tiro por causas políticas y, como he-
mos señalado, fue tan próspera que su expansión imperialista la hizo en -
frentarse a Roma en las Guerras púnicas. Sabemos que internamente tenía
una estructura un tanto diferente de la de otras ciudades fenicias; así, la
asamblea popular nombraba al tribunal y a sus dos suffetes, quienes des -
empeñaban funciones netamente honoríficas porque el verdadero poder
lo ejercía una delegación de la asamblea integrada por 100 personas, a la
vez que el ejército era comandado por un general supremo, cargo que
ostentaba Aníbal en la segunda Guerra púnica. Debe recordarse que las
tres Guerras púnicas fueron ganadas por Roma, que terminó destruyendo
a Cartago y reduciendo a ruinas la ciudad, de la que sólo quedan vestigios
arqueológicos.
Los fenicios no fueron vistos con simpatía por sus contemporáneos,
tal vez por su desmedido afán de lucro. Se ha dicho que en caso de que sus
murallas fueran rodeadas por barcos enemigos, ellos preferían pactar e
incluso pagar tributación antes que enfrentarse a un conflicto armado,
pero si éste se suscitaba, los varones se escondían con sus hijos y riquezas
en las montañas próximas y dejaban la defensa en manos de sus mujeres.
Por otra parte, cuando zarpaban de un puerto después de haber realizado
sus ventas solían secuestrar a algunas personas e incluso niños para ven-
derlos como esclavos en otros lugares.

Derecho griego

Los viajes comerciales y la migración de los griegos se dejaron sentir en


territorio hispano desde tiempos remotos. En la costa catalana fundaron la
importante colonia de Ampurias, amurallada y con dos zonas: la de los
colonizadores griegos y la de los pobladores autóctonos. De este lugar es-
tratégico partían los barcos griegos hacia las costas de Francia, Italia, Bre-
taña, Córcega y Cerdeña. Resulta importante destacar la estrecha relación
entre el Derecho griego y el Derecho romano: algunas de las instituciones
desarrolladas por este último derivan de los griegos, lo que se advierte por
el origen helénico de los términos:

• Enfiteusis: derecho real que permite a su titular, el enfiteuta, gozar


plenamente de un fundo ajeno.
124 Historia del Derecho mexicano


Hipoteca: derecho real de garantía.

Deuda quirografaria: reconocimiento de una obligación mediante la
escritura de puño y letra del deudor.

Anatocismo: cálculo de intereses sobre intereses, que ya desde enton
ces estaba prohibido.

Bienes parafernales: son los que pertenecen a la cónyuge y deben ser
separados de los que componen la dote.

Anticresis: prenda en la que se permite al acreedor prendario el uso y
disfrute del objeto a cambio de la renuncia de los intereses o su reduc
ción.

Pecuniario: aplicable a cuestiones económicas o patrimoniales, y pro
viene del griego pecunia, que significa "oveja", porque con este tipo
de animales se valuaban las cosas en el mercado en una época
premonetaria. También da origen a la palabra peculio.

Hiperrocha: significa "demasía" y es aplicable al caso de embargo en
que se debe devolver al deudor el excedente de lo que produzcan los
bienes embargados.

Sinalagmático: equivale a una obligación bilateral en la que ambos
sujetos son deudores y acreedores entre sí, como es el caso de una
compraventa.5

Lo que destaca especialmente de la influencia griega sobre el Dere-


cho antiguo de España es el contenido de la Lex Rhodia de Iactu, elaborada
hacia el siglo ix a.C. en la isla de Rodas. En ella se estableció la echazón o
facultad del capitán de un navio de arrojar las mercancías puestas a su
cuidado en caso de que la nave se viera ante un peligro grave y requiriera
eliminar lastre, así como la avería gruesa o reparto entre los comerciantes
que embarcaron sus mercancías en el navio, por los daños sufridos a conse-
cuencia de la echazón, y finalmente la pecunia inajecticia, antecedente del
seguro marítimo de nuestros días.
Es indudable que los griegos aportaron mucho al mundo jurídico,
político y filosófico de Occidente, como es el caso de la democracia, la
filosofía y en particular la filosofía jurídico-política, entre otros aspectos;
sin embargo, su análisis ya no es objeto de este estudio, que se limita a las
aportaciones directas que los griegos hicieron al mundo hispánico a través
de sus colonias, sobre todo en la parte sur de la península española.

Guillermo Floris Margadant S., Panorama de la Historia universal del Derecho, 5a. ed., Miguel Ángel
Porrúa, Librero-Editor, México, 1996, pág. 75.
3. Derecho castellano 125

Derecho romano-bizantino

Con la caída de Numancia aproximadamente en el año 132 a.C, Hispania


quedó convertida en provincia romana; para que una región fuera incor -
porada al poderío de Roma era costumbre que el Senado aprobara una Lex
Provintiae o Fórmula Provintiae, en la que se determinaba su organización
administrativa y el grado mayor o menor de autonomía de que gozaría,
dependiendo de la resistencia que sus habitantes hubieran presentado al
ejército invasor. España fue dividida en dos provincias: la Oriental y la
Occidental; en la época de Augusto España pasó a formar parte de una
provincia llamada Bética, a la que se le dio el rango de senatorial, es decir,
administrada por el Senado porque era para entonces una región pacífica
y leal a Roma, a diferencia de las provincias imperiales, como Palestina,
que eran levantiscas y de difícil gobierno, por lo que debían estar directa -
mente al mando del emperador. Es de advertirse además que parte del
territorio español actual quedó comprendido en dos provincias imperia -
les, la Tarraconense y la Lusitania; esta última abarcaba Portugal. En la
época de Augusto el Imperio romano estaba dividido en 22 provincias, 10
de las cuales eran senatoriales y las otras 12 imperiales.
Para la época de Diocleciano el Imperio se dividió en cuatro prefectu-
ras, cada una de las cuales se subdividía en diócesis y éstas en provincias;
así, España fue una diócesis de la prefectura de las Galias. El gobierno de
Roma en España se personificaba en un procónsul o propretor nombrado
por el Senado y este personaje reunía amplias facultades militares, admi-
nistrativas, civiles y penales. Cuando estaba en funciones daba a conocer
un edicto para la provincia, en donde manifestaba las reglas que regirían
en lo administrativo y en lo judicial durante su gobierno. Este edicto conte-
nía disposiciones comunes para todas las provincias y otras específicas
para una colonia en particular.
El emperador Vespasiano concedió la ciudadanía romana a todos los
hispanos libres, aproximadamente en el año 74 d.C, y hacia 212 Caracalla
en su Constitutio Antoniniana otorgó este beneficio a todos los ingenuos u
hombres libres del Imperio. Si bien Roma respetó en gran medida el Dere-
cho autóctono de sus colonias, a la larga se impuso el Derecho romano que
los especialistas denominaron vulgar o posclásico, llamado así porque ya no
tenía la calidad y profundidad del mejor Derecho romano, el clásico, que
se integró con las aportaciones de los grandes juristas. Un aspecto muy
importante fue en ese tiempo la penetración de la figura del municipio; es
curioso observar que hacia el año 364 d.C. Valentiniano creó la magistratura
del "defensor de la ciudad", quien debía proteger y defender al pueblo
126 Historia del Derecho mexicano

contra la insolencia de los oficiales y los excesos de poder de los goberna-


dores.
Es sabido que el Derecho romano pasó por varias codificaciones, pero
la más destacada se realizó en el siglo vi d.C. con Flavio Pedro Justiniano,
emperador de Oriente, quien con la valiosa intervención de juristas como
Triboniano, Constantino, Teófilo y Doroteo desarrolló una labor ardua y
minuciosa de recopilación y actualización, de la cual surgieron cuatro obras
monumentales:

1. El Codex. Colección de leyes o leges y de constituciones de diversos


emperadores a partir de Adriano, y que se divide en 12 libros.
2. El Digesto. Compuesto de 50 libros, también denominado Pandectas,
que contiene problemas concretos y sus soluciones a partir del crite
rio de diversos juristas prestigiosos.
3. Las Instituías, que son libros de enseñanza del Derecho, divididos en
cuatro tomos.
4. Novellas, que se refieren a las constituciones expedidas por el propio
Justiniano durante su gobierno.

Esta magna obra de recopilación se introdujo en España por la parte


sur gracias a la influencia que tuvo el Imperio romano-bizantino hacia el
siglo vi d.C, cuando el general Belisario trató de reconquistar el Imperio
de Occidente para Justiniano.
A este conjunto de textos los juristas medievales lo denominaron Cor-
pus Iuris Civiles, cuerpo del Derecho civil, para diferenciarlo del Corpus
Iuris Canonici o cuerpo del Derecho canónico, y su impacto ha sido funda-
mental para el conocimiento y la divulgación del Derecho romano hasta
nuestros días.
De esta manera el Derecho romano bizantino se estableció en España,
por lo que este país quedó comprendido dentro del sistema romanista, al
que siglos después hizo incorporar a las naciones de América por medio
de la conquista. Por eso el Derecho romano es el antecedente básico del
Derecho mexicano y así en las escuelas de Derecho se le estudia de manera
específica, como asignatura curricular.

Derecho visigótico

Los visigodos tenían un gobierno monárquico, cuyos reyes pertenecían a la


dinastía de los Balthos, que comprende de Alarico a Amalarico. Los suce-
sores de cada monarca eran electos y la nobleza ejercía un poder muy mar-
3. Derecho castellano 127

cado; al principio ésta se reunía en una asamblea de ancianos, que luego se


transformó en un consejo de Estado denominado Aula Regia, formada por
altos nobles y miembros encumbrados de la Iglesia, y que elegía al nuevo
rey. Generalmente los nobles adquirían el rango de condes y tenían el más
alto nivel; después de ellos estaban los bucelarios, que eran hombres libres
aunque sujetos a la jurisdicción de un patrón, a quien además le proporcio-
naban servicios en tiempos de paz y de guerra a cambio de la protección
que, en casos de emergencia, aquél les otorgaba. En un estrato inferior
estaban los liberti o esclavos manumitidos; los siervos de la gleba, en condi-
ción similar a la de los colonos romanos, pues al venderse la tierra se ven-
día también a los siervos adscritos a ella; estos siervos o campesinos podían
adquirir tierras, pero sin tener derecho luego a revenderlas. Finalmente
estaban los siervos comunes, que habían cometido delitos graves o de lesa
majestad o también deudores insolventes y, por lo mismo, estaban marca-
dos por la infamia social.
Ya cristianizados y romanizados, los visigodos desarrollaron un im-
portante centro de civilización que en materia jurídica se caracterizó por la
expedición de varias leyes en las que se advierte la marcada influencia del
Derecho romano unida al Derecho germánico tradicional. A esta combina-
ción de ambos órdenes jurídicos se le denomina leyes romano-bárbaras, que
en el caso de los visigodos asentados en España tuvo además la caracterís-
tica de que se aplicaron en función del origen de cada individuo y no por
territorialidad, por lo que se habla de la época del estatuto personal, de la
manera siguiente:

1. Código de Eurico, tal vez de 475, elaborado durante el reinado de este


personaje, se conoce gracias a algunos fragmentos encontrados en
bibliotecas de conventos medievales y en donde predominan las dis
posiciones de origen bárbaro; era aplicable sólo a los visigodos o en
caso de litigio entre éstos y los romanos.
2. Breviario de Alarico o Lex Romana Visigothorum, del año 506, en donde
ya encontramos mayor influencia del Derecho romano con partes del
Código de Teodosio, las Responsa de Papiniano, los códigos Gregoriano
y Hermogeniano y parte de las Instituías, de Gayo. Este texto se aplica
ba a la población romana radicada en el territorio español, pero ejer
ció gran influencia en las universidades de toda Europa y servía para
consulta y aplicación en los litigios, en la redacción de contratos y
otros documentos jurídicos. Además, se sabe que si en un principio
las leyes visigóticas no eran escritas sino de tradición oral, ya con
estos dos antecedentes tendieron a conservar en textos sus disposicio-
128 Historia del Derecho mexicano

nes normativas, a tal grado que ahora se tiene información de la exis-


tencia de otras leyes promulgadas durante los gobiernos de los reyes
Leovigildo y Recaredo, pero que por desgracia aún no han sido en-
contradas.

Como se observa, al estar regidos por lo que se conoce como el estatu-


to personal, a los visigodos se les aplicaba el Código de Eurico y a los romanos
el Breviario de Alarico, pero al cabo del tiempo y en virtud del mestizaje
entre ambos pueblos ya no era posible determinar el origen étnico de cada
sujeto, por lo que se imponía la unificación jurídica y la aplicación de un
Derecho por territorialidad, y se terminó así con la época del estatuto per-
sonal. Hacia el año 654 se expidió el Liber Judiciorum o Codex Visigothorum,
mejor conocido como Fuero Juzgo, el que por cierto, junto con otro docu-
mento jurídico llamado Fuero o Carta de Aviles, se considera entre los escri-
tos más antiguos del idioma castellano. El Fuero Juzgo fue elaborado entre
los reinados de Recesvinto y Chilperico, y es probable que haya ejercido
gran influencia en las ideas expresadas en el octavo Concilio de Toledo.

Instituciones feudales

La Edad Media, como etapa de la historia universal, abarca desde 476 hasta
1453, enmarcada en estos extremos por la caída del Imperio romano de
Occidente y del Imperio romano de Oriente. Así, comprende un periodo
de casi mil años durante los cuales se fue formando el mapa actual de los
países de Europa, con la mezcla de elementos étnicos y culturales de la
civilización romana y de los pueblos bárbaros, tal como sucedió en España
entre lo romano y lo visigótico.
Durante ese tiempo la conjunción de pueblos de diversos orígenes y de
diferentes grados de civilización originó que en algunas regiones se desa-
rrollaran prácticas jurídicas prerrománicas de antecedentes bárbaros, que
implican necesariamente una situación de retroceso, en ocasiones muy
dramático, pero que alcanzaron notable popularidad al grado que ahora
las consideramos típicas de la Edad Media. Entre estas instituciones desta-
can las que se detallan a continuación:

1. El régimen feudal. Este sistema tiene sus antecedentes en el Derecho


romano y específicamente en el colonato, que se acrecentó sobre todo
a partir de las reformas económico-políticas del emperador Diocle-
ciano. La palabra feudo deriva del germano febu y significa "rebaño o
propiedad", y se entendía como una especie de contrato de concesión
3. Derecho castellano 129

mediante el cual un individuo recibía de manos de su soberano o


señor la posesión de tierras y rentas para administrarlas a su albedrío.
Éstas podían ser heredadas a sus sucesores, todo ello a cambio de
guardar fidelidad y de prestar ciertos servicios al otorgante. En térmi-
nos generales, eran tres los votos que debía ofrecer y cumplir el señor
feudal ante su superior: a) fidelidad, es decir, no cruzar sus armas con
las del soberano; b) hospitalidad, la que se demostraba dando refugio,
escolta, alimentación y cuidados al rey y a su comitiva cuando viajaba
por el feudo, y c) consejo, por lo que el señor feudal debería acudir a
Cortes ante su soberano cuando éste lo convocara, a fin de aportar
sus mejores ideas para la solución de los problemas del reino. A cam -
bio de ello el señor feudal gozaba de amplia autonomía, lo que permi-
tió en muchas ocasiones que se implantara en los feudos una verdadera
tiranía para los vasallos, esto es, los individuos avecindados en la
región, entre los que estaban más explotados los siervos de la gleba,
que si bien no eran esclavos vivían en un régimen infrahumano. Este
sistema basado en la tajante división política y social y con base en la
obediencia y sumisión, es de carácter netamente germánico. La
estratificación social en estamentos. La palabra estamento proviene del
latín stamentum, y se entiende por tal a cada uno de los grupos
componentes de la sociedad que gozan entre sí, como grupo, de privi-
legios, derechos y obligaciones similares, con base en su nivel político
y en la distinta actividad que realizan dentro de esa sociedad. Este
tipo de estratificación, por grupos bien diferenciados, fue usual en la
Edad Media y se establecía de la manera siguiente:

a) El rey o soberano, llamado de esta última forma porque Dios ha


bía depositado el ejercicio mundano de la soberanía o poder ori
ginal en su propia persona. De ahí la idea de que el rey lo era por
la gracia de Dios y que desobedecerlo era ir contra los designios
divinos, por lo que el monarca sólo debía responder de sus actos
ante Dios. Así, una rodilla se ponía en el suelo frente al rey y las
dos frente a Dios; en consecuencia, el rey encabezaba la pirámide
social.
b) La nobleza, que mantenía una tradición de carácter histórico-polí-
tico basada en el uso de títulos heráldicos, varios de los cuales
eran de origen germánico, como es el caso de condes, duques,
marqueses (originalmente los comandantes de una fortaleza fron
teriza o marca), barones, vizcondes, etc. Estos individuos compo
nían la alta nobleza y muchos de ellos obtenían varios títulos
130 Historia del Derecho mexicano

nobiliarios heredándolos de ambos progenitores o mediante ma -


trimonios con otros nobles. En cambio, los miembros de la baja
nobleza generalmente eran llamados hidalgos, del antiguo caste-
llano "fijos da algo", es decir, "hijos de alguien", pero natural-
mente de alguien famoso y de cierta alcurnia. La herencia o transmi-
sión de la nobleza era de forma directa de los padres al primogéni-
to, que heredaba la armadura y el escudo de su padre, es decir, el
blasón. Esta línea sucesoria se denominaba linaje y conservaba los
títulos de nobleza entre una misma familia. Los hijos que no alcan-
zaban este privilegio eran llamados infantes o infanzones, caballeros,
ricos-hombres, séniores, príncipes o proceres y gozaban de prestigio y de
privilegios; muchos de ellos incluso pertenecían a la corte de los
monarcas.
c) El clero, es decir, la jerarquía de la Iglesia, que adquirió un enor
me poder político y social en la Edad Media; el clero gozaba de
grandes privilegios y representaba un importante grupo de po
der. A su vez, el clero se dividía en alto, compuesto por los gran
des funcionarios eclesiásticos, como cardenales, arzobispos, obis
pos, etc.; y bajo, integrado por religiosos de menor jerarquía.
d) El tercer Estado o Estado llano, compuesto por burgueses, habi
tantes de los burgos o ciudades, quienes se dedicaban a las labores
artesanales y a los negocios, sobre todo al manejo de los bancos y
las actividades cambiarías. Con el tiempo lograron amasar una
regular fortuna y constituyen el origen incipiente de una futura
clase media, que para proteger sus intereses guardaba celosamen
te las técnicas de su producción mediante el uso de los gremios o
grupos de artesanos productores, quienes no permitían el acceso
a ellos de las clases inferiores. Al paso de los tiempos este grupo
logró un enorme poder económico, pero no social, porque los
nobles los miraban con desdén, sabiendo que eran ricos, pero
que no podían ostentar un origen nobiliario. De esta suerte, aunque
un noble se hubiera empobrecido y fuera deudor de un burgués,
no dejaba de considerarlo como un "burro de oro", al grado que
por ejemplo Moliere, en pleno siglo XVII, todavía satiriza a estos
personajes en su célebre comedia El burgués gentilhombre. También
este tercer Estado lo configuraban los villanos, habitantes de las
villas o aldeas, quienes eran dueños de propiedades rurales a ve
ces muy valiosas y extensas, pero que tampoco podían ostentar un
origen noble; estas personas eran llamadas don o doña, apócope
de las palabras dueño o dueña. Como puede observarse, la palabra
3. Derecho castellano 131

villano no tenía en un principio el sentido peyorativo que ahora


suele dársele. En ocasiones una mujer noble se casaba con uno de
estos villanos y perdía su nobleza, pero pasados algunos años de la
muerte de su marido podía recobrarla si tomando una lanza gol-
peaba la osamenta de su esposo, diciendo tres veces "Villano toma
tu villanía, da a mi mia fidalguía".6
En el último escaño de la organización social se encontraban
los siervos de la gleba o siervos de la tierra, campesinos arraiga-
dos materialmente a la propiedad de los señores feudales. Hay
que advertir que también existían algunos campesinos libres.

Las corveés o faenas que el siervo debía ofrecer a su señor a cambio de


su protección en casos de emergencia, por ejemplo, moler su trigo,
arar sus tierras, cuidar sus rebaños, exprimir sus uvas para fabricar
vino, etc. Además, si el propio vasallo usaba los molinos del señor o
sus hornos, debía pagarle derechos que se llamaban banalidades. Las
tallas, impuestos cobrados periódicamente, lo que a veces era
motivo de fuertes tensiones en la relación señor-vasallo. El ius
primae noctis o derecho de pernada, es decir, el derecho del señor
feudal a pasar la noche de bodas con la mujer de su siervo. Esta
tradición, que estaba muy extendida en la Europa medieval, en Fran-
cia se llamaba ius cunni, en Inglaterra right of marchette, y en Italia
cazzagio. Margadant afirma que le correspondía colectivamente al
monasterio de St. Thiodard respecto del pueblo de Mount Auriol. 7
Los comitatus, o círculo de amigos y colaboradores cercanos que so-
lían acompañar a los nobles. Si se trataba del rey, su grupo se denomi-
naba trustis, y se llamaban vassi si eran los allegados de una persona
destacada que no era precisamente noble.
Los fehmgerichte, organizaciones semisecretas que buscaban a delin-
cuentes cuyos crímenes hubieran quedado impunes. En tal caso los
citaban para que manifestaran sus razones y se defendieran, pero si no
acudían a su llamado o no demostraban su inocencia eran ejecutados. 8
Las ordalías o juicios de Dios, que eran procedimientos muy diversos
para demostrar la inocencia de un inculpado. En todos los casos se
trataba de pruebas sujetas totalmente al alea y por lo común con un
alto contenido de crueldad. Ejemplo de ello es el duelo procesal en el

11
Toribio Esquivel Obregón, op. cit., pág. 43.
7
Guillermo Floris Margadant S., op. cit., pág. 156.
8
Ibidem, pág. 172.
132 Historia del Derecho mexicano

que el sujeto peleaba con otro individuo utilizando diferentes armas:


si perdía, era ejecutado porque se habría demostrado su culpabilidad.
También había pruebas de fuego en las que al acusado le colocaban
un hierro candente sobre ambas palmas de las manos y si al tercer día
estaban cicatrizando, era inocente; o pruebas de agua en donde se
hundía al sujeto en un lago o en un río para ver si sobrevivía o no.
Esto era muy frecuente en el caso de querer demostrar que una perso-
na se dedicaba a la brujería.
9. La tortura era muy usada y los procedimientos para aplicarla fueron
diversos y refinados. Esta práctica inhumana tenía como aparente jus-
tificación el hecho de que se consideraba la confesional como la reina
de las pruebas; por ello era necesario obtenerla del inculpado aunque
existieran otros medios probatorios suficientes para conocer su cul-
pabilidad. Se ha establecido que no fue sino hasta el siglo xix cuando
se abolió la tortura en los diversos ordenamientos y que precisamente
México fue uno de los primeros países en aboliría, tanto por las dispo-
siciones de Cádiz como por las de los primeros proceres de la Inde-
pendencia.
10. La caballería, que era una especie de hermandad basada en el honor
de cada integrante o caballero. Se formaba con hijos de nobles que
prestaban servicios de índole personal desde pequeños a un noble o
al propio monarca, aprendían con esmero el manejo de las armas y
las reglas de la caballería y sólo después de poseer gran dominio so
bre todo esto podían aspirar a ser armados caballeros. Para ello un
caballero los apoyaba como padrino, vistiéndolos con armadura y dán
doles un golpe con la espada en el hombro, lo que se denominaba
pescozada; previamente el interesado había pasado la noche velando
sus armas y reflexionando sobre su nuevo estado, que le permitía
considerarse miembro de una orden determinada de caballería, con
todos los honores y privilegios que eso merecía.
11.La behetría, que en términos generales era un convenio de protec
ción entre campesinos y señores, por el que éstos cedían sus tierras al
señor reservándose el derecho a cultivarlas, para lo cual entregaban
al señor un canon o tributo que podía ser en dinero, especie o servi
cio personal, a cambio de protección para él y su familia, algo muy
importante en tiempos violentos de invasiones y de peligros sin cuen
to como los de la Edad Media. En ocasiones los así protegidos, un
individuo, una familia, una aldea o incluso una pequeña ciudad, po
dían cambiar a su protector si no les cumplía y seleccionar a uno de la
misma familia del anterior, en el cual se trataba de una behetría de
3. Derecho castellano 133

linaje; o bien cambiarlo sin mayores restricciones: entonces se daba


una behetría de mar a mar. Esta figura feudal es importante porque
fue antecedente de la encomienda establecida en las Indias a raíz de la
conquista y colonización españolas, que será estudiada en el capítulo
dedicado al Derecho indiano.
12. La sippe o sibis, nombres que designan a una familia, la que siempre
debía estar al mando de un varón, desde luego el padre y esposo, y a
su muerte del hijo mayor, quien heredaba el munt o potestad sobre su
madre viuda y sobre sus hermanos, que sólo se emancipaban al tomar
las armas. Los miembros de una misma sippe estaban obligados entre
sí a guardarse fidelidad y a proporcionar auxilio a los sobrevivientes
en caso de muerte de uno de ellos. Debían asimismo vengar la muerte
del familiar por homicidio y si en este caso llegaban a obtener una
composición, repartírsela entre todos. La justicia ejercida en la op
ción señalada del familiar asesinado era conocida como venganza de
la sangre.
13. El duelo, o combate que se daba como consecuencia de la justicia por
propia mano y la venganza, todo lo cual estaba permitido e incluso
subsistió hasta muy entrado el siglo xix en diversos países. Para llevar
lo a cabo se recurría al reto o invitación formal al duelo, que revestía
diferentes formas, por ejemplo, arrojar a un sujeto un guante a los
pies y que éste lo recogiera, o bien darle una bofetada, y también
mesando, es decir, tirándole de la barba. De igual manera, para termi
nar una antigua rencilla los rijosos debían darse mutuamente el óscu
lo o beso de la paz, lo que era especialmente necesario en las vísperas
de la Navidad, de la Pascua de resurrección, de acudir en peregrina
ción o en virtud de las Cruzadas a Tierra Santa.
14. Instituciones para impedir los duelos y las venganzas. Las había de
orden religioso, como era el caso de la llamada Tregua de Dios, en
donde la Iglesia prohibía combatir entre cristianos desde el atardecer
del jueves hasta el anochecer del domingo, al considerar santos estos
días en el ritual, ya que fueron fechas en que se desarrolló la pasión y
resurrección de Cristo. A la vez, la Corona establecía la paz del rey, de
suerte que en determinadas leguas a la redonda de donde se encon
traba éste no era posible retarse y pelear. En ambos casos, la violación
de esas disposiciones traía para los implicados la aplicación de la ley
del talión.
15. La prenda extrajudicial, consistente en apoderarse de algún objeto de
un individuo para luego depositarlo en el juzgado y obligarlo a acudir
ante la justicia para responder de un derecho supuestamente violado.
134 Historia del Derecho mexicano

16. El morgengabe, indemnización hecha por el cónyuge al padre de su


esposa el día después de la boda por la virginidad perdida.
17. La wadiation, que consistía en depositar ante un tercero un objeto
simbólico, como la espada o el escudo de armas para que éste lo con
servara hasta que el depositante deudor cumpliera su adeudo ante su
acreedor. En caso contrario, el depositario lo entregaría al acreedor,
quien tendría así una prueba fehaciente del deshonor del insolvente.
18. Los esponsales, contrato celebrado entre el aspirante o pretenso y el
padre de su novia o quien fungía como tal. A partir de ese momento
entraba la novia en la potestad de su futuro cónyuge, ya se la llamaba
esposa y una vez que se casara sería llamada mujer. Si por alguna causa
imputable a ella no se casaba con quien había celebrado esponsales,
debería devolverle todo lo recibido, salvo que la hubiera besado algu
na vez, en cuyo caso podía conservar los bienes que le hubiera dado.
19. La barraganía, nombre con el que se designaba al concubinato que,
aunque mal visto por la Iglesia católica, si se trataba de una mujer
honesta podía obtener parte de los bienes gananciales, es decir, los
adquiridos después de efectuada la unión libre.
20. Los consejos de familia, formados por los parientes de mayor rango o
autoridad y que conocían de asuntos internos y graves de los miem
bros de la sippe, por ejemplo, tutelas, arbitraje por discordias inter
nas, etcétera.
21. La mesta, asociación ganadera que se organizaba para la defensa de
sus intereses y para explotar los pastos comunales o dehesas. También
se le llamaba cabana real y fue trasladada a América a raíz de la coloni
zación.
22. El compadrazgo, parentesco de tipo religioso que entonces tenía reco
nocimiento en el Derecho privado y que incluía derechos de sucesión.
23. Las ferias, o mercadeo colectivo e itinerante, originado por los peli
gros que implicaba viajar por los caminos medievales infestados de
ladrones. En realidad, viajar en esos tiempos era algo reservado a
altos funcionarios civiles o religiosos, siempre acompañados de fuer
tes escoltas, o bien algunos predicadores y frailes mendicantes, así
como juglares y trovadores. Había personas que nacían en una aldea y
ahí transcurría toda su vida y allí mismo morían, sin saber qué había
más allá de las montañas de su región; por eso cuando una caravana
de comerciantes atinaba a pasar por sus comunidades despertaba la
mayor curiosidad y tenía fuerte atractivo. A la entrada de los caminos
se encontraban los banqueros, sentados en bancos, que hacían las ve
ces de cambistas de monedas y ante quienes se podía depositar diñe-
3. Derecho castellano 135

ro a cambio de un título de crédito, como un pagaré o una letra de


cambio, para ser cobrada en otra plaza con un socio del banquero, el
cual en caso de llegar a una quiebra hacía precisamente ostentación
de su ruina quebrando su banco. Como es sabido, estas ferias tam-
bién pasaron a América y se hicieron tan populares que aún hoy se
practican con regularidad y muchas veces están relacionadas con fes-
tividades religiosas, como es el caso de la tradicional feria de San
Marcos, en Aguascalientes.
24. El mayorazgo, vinculación de bienes en una misma familia mediante
la sucesión de éstos al hijo mayor y con la posibilidad de apoyarlo con
mejoras o nuevos bienes con los que algún heredero podía aumentar
el patrimonio familiar. En un principio se requería la autorización del
rey para fundar un mayorazgo, pero posteriormente ya no fue necesa
rio este requisito.
25. Diversos impuestos, entre los que podemos destacar los pectos o pe
chos que pagaban las clases inferiores; la fumagda o impuesto que se
pagaba por cada hogar; la yugada por cada animal; la infurción por
los frutos recogidos; el diezmo consistente en la décima parte de las
ganancias obtenidas; las primicias, primeros frutos obtenidos o pri
meras crías de un ganado; el conducto y el yantar u obligaciones de
conducir al rey o al noble y alimentarlo cuando cruzara por una re
gión; el peaje y el pontaje o impuestos por el uso de caminos y puen
tes, a pesar de que en ese tiempo eran casi intransitables a causa de la
nieve y los bandidos.

Las que hemos mencionado son sólo algunas de las instituciones que
pueden apuntarse en la Edad Media europea, muchas de las cuales tienen
un origen netamente bárbaro, otras romano y algunas más musulmán. En
esa convivencia tales culturas, amalgamadas con el cristianismo, fueron
dando sus características básicas al Derecho castellano.

Derecho árabe

La península de Arabia, ubicada en Asia Menor, entre el Mar Rojo, el Golfo


de Aden, el Mar Arábigo, el Golfo de Omán y el Golfo Pérsico, rodeada a lo
lejos por el Océano índico, fue el lugar de origen de un pueblo y de una
religión que mucho han influido en la historia universal.
Los historiadores han distinguido tres razas que configuran histórica-
mente al pueblo árabe: 1. los árabes primitivos, que ya no existían en la
época de Mahoma, llamados Al-Ariba; 2. los establecidos en el Yemen y que
136 Historia del Derecho mexicano

luego se esparcieron en todas direcciones, y 3. los Mustariba, que se decían


descendientes de Ismael, hijo legítimo de Abraham, primer patriarca he -
breo. Ellos vivieron en la parte desértica y fundaron la ciudad de La Meca,
custodiada por la tribu de los koreichitas, a la que perteneció Mahoma. 9
En un principio la organización de estos pueblos era tribal; recono-
cían en cada familia a un sheik o patriarca, y en tiempos de hostilidad la
unión de familias o tribus se organizaba al mando de un emir. Su religión
era politeísta, plagada de dioses y de espíritus mágicos. En La Meca habían
hecho construir un importante templo, la Kaaba o Casa Cuadrada, en don-
de veneraban una gran roca negra y se encontraban todos sus ídolos, dife-
rentes de una tribu a otra. Este templo era custodiado y administrado por
los koreichitas ("los pequeños tiburones"), quienes hacían un gran negocio
cobrando la entrada a los creyentes de las distintas sectas, ya que para ir al
desierto o regresar de él los beduinos o comerciantes caravaneros solían
encomendarse o dar gracias a sus deidades.
En ese ambiente vivió Mahoma o Muhammed ("el alabado o glorifica-
do"), entre 570 y 632 d.C, quien en esos 62 años logró unificar a su pueblo
en una sola religión y darle un impulso histórico tan fenomenal que lo
llevó a ser dueño de la mitad del mundo conocido.
Mahoma era hijo de Abdallah y Amina y nieto de Abd-al-mutalib, uno
de los seis oligarcas o jefes de La Meca, quien precisamente sugirió el nom-
bre de su nieto ya que lo consideró destinado a realizar una gran misión.
Mahoma quedó huérfano siendo aún un niño, por lo que se hizo cargo de
él su tío Abu Talif, nada menos que el jefe de los mismos koreichitas. Así,
creció junto con su primo Alí. Ya adolescente se dedicó al comercio y gra-
cias a ello visitó varios países en la ruta de las caravanas, a pesar de lo cual
su vida era muy austera; al principio fue camellero, es decir, mozo que
cuidaba y aseaba los animales. Mahoma solía hacer todo esto con pacien-
cia, manifestando que los pobres y los huérfanos tienen mil deberes más
que los ricos.10
Más tarde se casó con una viuda 15 años mayor que él, llamaba Kadidja,
pero su vida siguió siendo austera; en la comida si había dátiles, no había
pan, o al contrario, pues ambas cosas a la vez habrían sido un exceso.11 Por
eso Aicha o Kadidja decía que era un verdadero lujo que Mahoma haya
poseído una servilleta para secarse las manos y enjugarse el rostro. 12 De

9
Consuelo Sirvent Gutiérrez y Margarita Villanueva Colín, Sistemas jurídicos contemporáneos, Colec
ción Textos Jurídicos Universitarios, Oxford University Press Hada, México, 1996, pág. 120.
10
Virgil C. Gheorghiu, La vida de Mahoma, Luis de Caralt, Barcelona, 1963, pág. 87.
11
Ibidem, págs. 100 y 101.
12
Ibidem, pág. 100.
3. Derecho castellano 137

ese matrimonio nacieron siete hijos, pero sólo uno de ellos logró sobrevi-
vir y tener descendientes: su hija Fátima.
Una vez integrado al comercio caravanero, Mahoma tuvo oportuni-
dad de visitar Yemen, Siria, Omán e Israel, y allí conoció las religiones
hebraica y cristiana, así como algunas sectas indias. Así tuvo contacto con
monjes cristianos y con nestorianos o monjes sirios.
Él de suyo era un hombre apacible y sólo se sabe que cuando tenía 14
años tuvo que participar en la llamada guerra del crimen o de la violación del
mes sagrado de los koreichitas con otras tribus, pero su papel se limitó,
según la tradición, a recoger las flechas que lanzaba el enemigo para entre-
garlas a los guerreros de su pueblo.
Ya mayor, Mahoma intervino en una decisión que podría haber pro-
vocado un cisma entre los koreichitas, respecto a quiénes tendrían el privi-
legio de colocar la piedra negra de Abraham en el nuevo templo construi-
do en La Kaaba, a raíz de un incendio que había destruido el anterior. Él
pidió que en un lienzo se colocara la piedra y éste fuera sostenido y condu-
cido por representantes de todas las facciones en discordia.
Mahoma acostumbraba hacer oración solitaria en la montaña llama-
da Hira ("montaña de la Luz"), cercana a La Meca, y según dijo allí se le
apareció el arcángel Gabriel para darle los principios de una nueva y verda-
dera fe, basada en la proclamación de un solo Dios, de nombre Alá o Allah
("el Señor de esta casa"). Esto ocurrió aproximadamente en el año 610
d.C, a propósito de la celebración del mes sagrado o Ramadán, y el hecho
se conoce como la noche del Kadir (en la que conviene velar y orar, pero
lamentablemente no se sabe con precisión en cuál de las 30 noches del mes
tuvo lugar la aparición); entonces, dice Mahoma, "me hallaba de pie, pero
enseguida caí de rodillas. Después me alcé con los brazos temblorosos". 13
Luego vino un periodo de meditación y revelación, el Farah, que terminó
tres meses después, cuando el mismo Gabriel le dijo: "Tu Señor te dará
mucho y quedarás satisfecho. ¿No te halló huérfano y te dio un refugio?,
¿no te encontró perdido y te guió?, ¿no te encontró pobre y te enriqueció?
No engañes al huérfano. No rechaces al mendigo. Y de la bondad de tu
Señor habla a los demás."14
Los primeros seguidores en esta nueva fe, llamada islámica o musulma-
na, fueron su propia esposa, su primo Alí y Zeid, un hijo suyo adoptivo.
El tratadista Jaime Vela del Río, experto, entre otros temas, en Dere-
cho musulmán afirma: "El término Derecho musulmán, que proviene del

19
Virgil C. Gheorghiu, op. cit., pág. 110. 14
Ibidem, pág. 114.
138 Historia del Derecho mexicano

adjetivo calificativo musulmán, es un término que deriva del Islam, que


viene a significar 'sumisión a Dios', y con el que se califica a la religión
recibida y predicada por Mahoma o Mahommed, el profeta del Islam." 1"'
Como se advierte, musulmán o islámico pueden considerarse sinónimos.
También nos dice Vela del Río que hoy se tiene aversión a los térmi-
nos mahometano o mahometismo, porque parecen sugerir adoración a
Mahoma, lo que desde luego está lejos del espíritu monoteísta del Islam,
que prohibe adorar imágenes, ídolos, figuras o personas comunes.
La nueva fe de Mahoma entró en conflicto con los koreishitas, quie-
nes primero trataron de humillarlo y difamarlo, pero como los adeptos se
multiplicaban trataron de eliminarlo, por lo que Mahoma decidió abando-
nar La Meca y huir a Yatreb (hoy Medina, "ciudad que protege al Profeta").
Esta huida, con unos 60 de sus seguidores, se conoce como la Hégira ("mi-
gración") y ocurrió el 16 de julio del año 622 d.C, fecha a partir de la cual
se cuenta la era musulmana.
Por ese entonces Mahoma dio a conocer a su pueblo su libro funda-
mental, el Corán, que para los creyentes fue escrito directamente por la
mano de Dios sobre una tabla de piedra preciosa blanca y a la que sólo
tendrán acceso en el cielo los puros de corazón. Contiene 114 capítulos o
suras y 6219 versículos o ayatas. Se le reveló a Mahoma desde el año 610
hasta su muerte, es decir, por más de 20 años. Está escrito a manera de
consejos y respuestas a los creyentes. Qur'an significa "leer los textos sagra-
dos" y por extensión, "lectura o escritura santa".
"Algunas religiones están construidas sobre la esperanza. El Islam está
construido sobre la fe absoluta en Dios. Dice Mahoma: Mi oración, mi vida
y mi muerte están consagradas al Eterno. Él es el soberano del universo.
No hay nada que lo iguale. Me ha ordenado el Islam, yo soy el primer
musulmán."16
La respuesta a su predicación fue muy exitosa y con el tiempo no sólo
La Meca sino toda Arabia quedó bajo la bandera del Islam (la resignación
total a la voluntad de Dios); de esta manera, el país se unificó y fortaleció.
En sus últimos días Mahoma pidió perdón públicamente a todos por lo
que hubiera podido ofender y manifestó su deseo de que cualquiera de los
presentes que tuviera algo que reclamarle lo hiciera; un sujeto tomó al pie de
la letra lo expresado y exigió el pago de tres dracmas que el profeta le
debía. Mahoma entonces ordenó a sus colaboradores que le pagaran por

15
Jaime Vela del Río, Apuntes de Derecho musulmán, Colección Dixe de Textos Jurídicos, Kadmos,
México, 1996, págs. 4 y 5. 16Virgil C.
Gheorghiu, op. cít., pág. 119.
3. Derecho castellano 139

su cuenta este adeudo. En seguida se despojó de las pocas monedas que


poseía, diciendo que los profetas no dejan herencia. Sus últimos malesta-
res trató de mitigarlos sólo con agua, pensando que ésta es la mejor medi-
cina para cualquier enfermedad. Pidió luego que le ayudaran a asearse la
boca, porque siempre fue obsesionado por la limpieza, a la que considera-
ba la mitad del culto. Falleció el 8 de junio de 632; su cadáver fue amorta-
jado en un tapiz rojo y sepultado sin sarcófago, según la costumbre árabe.
Gracias a la idea de la Guerra Santa, la religión que Mahoma predicó
se extendió por el norte de África, Asia Menor y la mitad de Europa; ac-
tualmente el bloque de países musulmanes o "árabes" es muy numeroso y
representa una fuerza política internacional considerable, con casi 400
millones de creyentes.
El culto islámico se basa en los llamados cinco pilares de la sabiduría,
que son:

1. La profesión de la fe. La creencia en un solo Dios, Alá, y en Mahoma,


su profeta.
2. La oración, cinco veces al día, presidida de abluciones y mirando ha
cia La Meca.
3. El ayuno, por 40 días al año. Se ayuna desde el alba hasta la noche y
no se puede comer, beber, fumar ni tener relaciones sexuales.
4. La limosna, que se considera un derecho de los pobres sobre los ricos.
5. La peregrinación a La Meca; todos los creyentes deben hacerla por lo
menos una vez en su vida.

El Derecho está relacionado internamente con la religión, pero el Corán


no es su única fuente; está también la Sunna, o anécdotas respecto a la vida
y la enseñanza de Mahoma, no siempre comprobadas históricamente. In-
fluye asimismo el Idjema, o doctrina elaborada por eruditos árabes y las
diferentes escuelas jurídicas que se han ido formando a lo largo de los
tiempos. Igualmente es importante el Quiyan, o razonamiento por analo-
gía, propia del trabajo de los jueces al aplicar la norma.
En España los árabes permanecieron desde 711 hasta 1492, principal-
mente en el sur del país y en pugna constante con los cristianos en esa
larga guerra de la Reconquista a la que ya se hizo alusión. En ese entonces
la cultura árabe era muy superior a la europea, con un gran desarrollo en
álgebra, arquitectura, literatura, medicina, química, farmacia, geometría y
otras especialidades, con sabios como Avicena y Averroes. Tanto en Grana-
da como en Córdoba, Sevilla y otras ciudades del sur de España han deja-
do huellas que testimonian sus logros culturales. No obstante, en materia
140 Historia del Derecho mexicano

jurídica la aportación del Derecho árabe al castellano medieval no fue tan


rica debido a que la religión y el Derecho estaban, en esa época, muy rela-
cionados y el fanatismo de ambas religiones no permitió un acercamiento
profundo.
En donde se marca el origen árabe es en el uso de ciertos vocablos
político-jurídicos tales como aduana, almacén, tarifa, albacea, alcalde, algua-
cil, alcabala, alhóndiga y almojarifazgo, entre otros.
A los cristianos que comerciaban y convivían con los árabes, pero
conservando su religión, se les llamaba mozárabes; en cambio, a los que
renegaban de su fe y adquirían la islámica se les denominaba muladíes, y a
los hijos que eran producto del mestizaje de ambos pueblos se les llama -
ba moros.
La expansión fulminante de los árabes se vio detenida por: 1. La bata-
lla de Poitiers en el norte de Francia, 2. las Cruzadas, expediciones de
carácter religioso-mercantil que Europa realizó en diversos puntos estraté-
gicos del mundo árabe, 3. las batallas de Varsovia y de Viena, donde los
árabes fueron derrotados, y 4. la batalla naval de Lepanto, ganada por la
flota española, comandada por donjuán de Austria, en el siglo xvi.
Sin embargo, los turcos encabezados por Mahomed II se apoderaron
de Estambul, la antigua Bizancio-Constantinopla, en 1492, después de derro-
tar a Constantino XII. Con ello termina la Edad Media y se inicia la Edad
Moderna; concluye así el Imperio romano-bizantino y se inicia el otomano
o del Gran Turco, que luego fue tan importante con el bisnieto de Mahomed
II, el sultán Solimán (1495-1566), llamado el Magnífico.11
El mundo se fue cubriendo de mezquitas o templos de la fe islámica.
Estaban compuestas, según la ley, por su minarete o torre para convocar a
los fieles, con cánticos, a la oración colectiva. Allí abundan las inclinaciones
de pie y de rodillas (hasta tocar con la frente el suelo), siempre descalzos,
posados sobre alfombras (en las mezquitas no hay sillas); además, existe el
pulpito o midana, donde el imán conduce la oración; el nicho o Al-Mihrab,
que indica la orientación hacia La Meca, y el cuarto de abluciones, Al-
Maidaa.l$ Todo ello amplió la cultura universal con una nueva perspectiva,
que desde luego se oponía al punto de vista cristiano que hasta entonces
prevalecía en Europa.

17
Para mayores detalles sobre los aspectos del Derecho árabe se recomienda las obras de Guillermo
Floris Margadant, Jaime Vela del Río y la de Consuelo Sirvent Gutiérrez y Margarita Villanueva
Colín, ya citados, así como Sistemas jurídicos contemporáneos, de José Humberto Zarate Pérez, Ponciano
Martínez García y Alma de los Ángeles Ríos Pérez, McGraw-Hill, México, 1997.
18
Jaime Vela del Río, op. cit., pág. 12.
3. Derecho castellano 141

En el Corán se encuentran preceptos de gran valor moral, de fe pode-


rosa y de caridad, al igual que otros de profundo divisionismo y belicosi-
dad. Por ejemplo:

Sura IV

124. ¿Quién prefiere religión más hermosa, que el que se ha entregado por entero a
Dios, obra el bien y sigue la creencia de Abraham con toda seguridad?
150. ...Hemos preparado para los infieles un suplicio ignominioso.
151. ...Dios es indulgente y misericordioso.

En lo que toca a otros aspectos jurídicos, el Corán afirma, por ejemplo:

Sura IV

2. Restituid a los huérfanos sus bienes cuando lleguen a la mayor edad.


12. En el reparto de los bienes entre vuestros hijos, Dios os manda dar al varón la
porción de dos hijas.
88. Los hombres son superiores a las mujeres, a causa de las cualidades por medio
de las cuales Dios ha elevado a éstos por encima de aquéllas y porque los hom-
bres emplean sus bienes en dotar a las mujeres.

Sura XVII

39. No camines fastuosamente por la tierra, no podéis ni hendirla en dos, ni igualar


la altura de las montañas.19

Derecho canónico

Debe entenderse por tal el sistema jurídico que regula a la Iglesia católica
apostólica romana. Se denomina así porque proviene del griego canon,
que significa "regla o precepto", y es la división establecida tradicional-
mente por la Iglesia en su normatividad.
Su origen se remonta a los comienzos del cristianismo, cuando los
apóstoles de Cristo se dispersaron por diferentes lugares para divulgar el
Evangelio. En ese tiempo, para apoyar su misión apostólica formaban cole-
gios presbiterales, que ellos mismos dirigían realizando frecuentes visitas y
escribiendo cartas o epístolas a las primitivas comunidades cristianas.
Cuando el número de conversos creció en forma considerable los
apóstoles tuvieron necesidad de delegar sus funciones en los obispos nom-
brados para tal efecto. Posteriormente, la elección de estos prelados se
19
Mahoma, el Corán, traducción de Joaquín García Bravo, Editorial Nacional, México, 1974.
í
142 Historia del Derecho mexicano

hacía de manera conjunta entre el Colegio de Obispos, el clero del lugar y


el pueblo. Además se nombraba a los presbíteros, quienes ayudaban al
obispo en la celebración de la misa, y a los diáconos, cuya misión era reali-
zar obras de caridad entre la feligresía. De esta suerte, fue necesario ir
reglamentando las funciones cada vez más complejas de la nueva Iglesia, al
margen de que las bases filosóficas-doctrinales de este Derecho se encuen-
tran en los propios textos bíblicos, de preferencia en el Nuevo Testamento
y específicamente en las Epístolas de los Apóstoles a las primeras iglesias.
Así, en el Nuevo Testamento (lo ocurrido desde la vida de Cristo y los años
posteriores) encontramos los documentos siguientes:

1. Los Evangelios según San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan,
que son los únicos reconocidos por la Iglesia; cualquier otra versión
(Santo Tomás, San Pedro, etc.) se considera apócrifa.
2. Los hechos de los apóstoles, que narran los realizados por éstos para
divulgar el Evangelio en diferentes lugares del mundo entonces cono
cido.
3. Las Epístolas o cartas de los primeros dirigentes de la Iglesia a las
diversas comunidades: 14 epístolas de San Pablo; una de Santiago;
dos de San Pedro; tres de San Juan y una de San Judas Tadeo.

El Apocalipsis, o revelación, escrito por San Juan, el último libro de la


Biblia cristiana, ya no influye propiamente en el Derecho canónico debido
a su contenido simbólico y profético.
El Derecho canónico se sustenta en su originalidad jurídica, es decir,
mandatos dados por Cristo, el fundador de la Iglesia, contenidos en los
Evangelios, así como de las decisiones tomadas por los primeros dirigentes
y obispos, y las costumbres establecidas en las comunidades recién conver-
tidas. Pero pronto la Iglesia incluyó elementos jurídicos tomados de los
Derechos hebraico, romano y germano.
Al paso del tiempo se incorporaron otras dos fuentes formativas del
Derecho canónico: la legislación nacida en los concilios o congresos de obis-
pos y de altas jerarquías eclesiásticas, y la legislación emitida por los dife-
rentes papas. Estos documentos se fueron multiplicando y como era difícil,
antes de la invención de la imprenta, divulgar las normas de ese Derecho,
se hizo necesario recurrir a colecciones privadas, con algún índice de
confiabilidad, ya que los copistas o escribanos podían alterar, aun sin que-
rerlo, el original de cada documento.
Los sacerdotes debían, por orden papal, conocer las disposiciones del
Derecho canónico; así lo estableció, por ejemplo, Celestino I en 429 ("a
3. Derecho castellano 143

ningún sacerdote le es lícito ignorar sus cánones"). 20 Surgieron de este


modo, entre otros, las siguientes colecciones de Derecho canónico, que
contenían cartas de papas y disposiciones de concilios:

1. Colección Dionisiana, realizada por un monje llamado Dionisio el Exi


guo, en Italia, en 496; esta versión se difundió tanto en Oriente como
en Occidente, antes del cisma, que creó la Iglesia de Constantinopla
hacia el siglo xi, y después de él.
2. La Hispana, realizada en España en la época del mayor esplendor de la
cultura visigótica, hacia 635, tal vez por el mismo San Isidoro de Sevi
lla o al menos bajo su dirección. Este prelado, uno de los doctores de
la Iglesia, nació en Cartagena en 560 y murió en Sevilla en 636. Suce
dió a su hermano San Leandro como arzobispo de Sevilla, presidió el
IV Concilio de Toledo, en el que se fijó la liturgia en España, y en su
tiempo se le consideró uno de los hombres más sabios y dignos de
respeto. Gracias a esta magnífica obra se conservaron muchas dispo
siciones antiguas de papas y de concilios.
3. La Ducheriana o Seudoisidoriana, que es una combinación de las dos
colecciones anteriores, elaborada en las Galias o Francia, en la época
de Carlomagno, es decir, hacia el siglo ix. Contiene muchas alteracio
nes y una gran tendencia reformista para su tiempo.
4. El Decreto de Buchardo o Bureando de Worms, del siglo xi, en Germania,
en el año 1010.
5. El Syntagma Canonum, que recopila los cánones de los concilios orien
tales y adoptó luego diversas presentaciones y nombres.
Más tarde algunos papas comenzaron a realizar importantes tra-
bajos legislativos; tal fue el caso, por ejemplo, de Alejandro III,
Inocencio III, Honorio III, Inocencio IV y Bonifacio VIII, quienes
daban a conocer sus normas por medio de decretos o decretales. Esto
hizo que Roma fuera ya el centro legislativo de la cristiandad, sobre
todo a partir de la reforma profunda del papa San Gregorio VII, el
Grande (1047-1085), quien trató de imponer orden en un complejo
conjunto de documentos canónicos, pues incluso circulaban falsifica-
ciones como las Falsas Decretales, de 850 aproximadamente, si bien
había otras colecciones más serias como la Statuta Ecclesia Antigua, de
506; la Colección Dionisio Adriana, de 778; las Recopilaciones de Ivo
de Chartres, de 1090, etcétera.21

' Varios, Nuevo Derecho canónico. Manual universitario, Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial
Católica, Madrid, 1983, pág. 39. ' Guillermo Floris Margadant S., op. cit., pág. 145.
144 Historia del Derecho mexicano

6. La Concordia Discordiantium Canonum, mejor conocida como Decreto


de Graciano, elaborada por este monje entre 1120 y 1140, hecha con
fines didácticos y donde se trató de reunir aquellas disposiciones que
podrían ser más útiles a la Iglesia.
Se dice que para su formación Graciano consultó cerca de 10 mil
documentos, de los cuales finalmente ocupó unos 3900, provenientes
de los llamados padres de la Iglesia, disposiciones conciliares y decretales
pontificias. Esta colección era privada, pero debido a su uso en uni-
versidades y en los tribunales de ese tiempo se le consideró la síntesis
básica del Derecho canónico en la época medieval.
7. La Colección de Pedro Colivacino, primera que contó con aprobación
expresa del papa Inocencio III, en 1210.
8. Las Decretales, en' cinco libros, de Gregorio IX, elaboradas por San
Raimundo de Peñafort, en España, que apareció con una temática
bien organizada y data de 1234. En esta obra se acepta oficialmente el
Derecho romano como supletorio del Derecho canónico, lo que in
fluyó mucho en el sistema jurídico español de la baja Edad Media.
A propósito de San Raimundo de Peñafort, ha sido considerado
patrón de los abogados, si bien este mismo título se le ha dado a San
Ivone (santo francés) y a Santo Tomás Moro (santo inglés), lo que muestra
que el gremio está suficientemente protegido. San Raimundo nació en
Villafranca en 1180 y murió en Barcelona en 1275; fue nombrado gene-
ral de los dominicos y se le considera uno de los fundadores de la Orden
de Nuestra Señora de la Merced. Su fiesta se celebra el 23 de enero.
9. El Liber Sextus, de 1297, del papa Bonifacio VIII, que como se observa
añade un libro a los cinco que ocuparon las Decretales de Gregorio IX.
Se hicieron de esta obra cuatro copias, una de las cuales fue enviada a
la Universidad de Salamanca, en España.
10.Las Clementinas, denominadas así por Juan XXII, porque fueron obra
de su antecesor, el papa Clemente V. Contiene importantes normas de
tipo procesal, que regulaban sobre todo el llamado juicio sumario.22
11. Las Extravagantes, por no estar contenidas ni en las Decretales de
Gregorio IX, ni en el Liber Sextus, ni en las Clementinas, y que son
decretales expedidas por Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI,
Inocencio VI, Urbano V, Gregorio XI, Urbano VI, Bonifacio IX, Ino
cencio VII, Gregorio XII, Alejandro V, Juan XXIII (sic),23 Martino V,
22
Ibidem, pág. 146.
23
Juan XXIII gobernó a la Iglesia entre 1410 y 1415 y fue el último papa en Roma porque se produjo
el cisma de Aviñón, con dos papas en este lugar: Clemente VII y Benedicto XIII (1378-1415). Era el
tiempo de los papas y los antipapas. Esto explica la repetición del nombre de Benedicto XIII en
1724 y de Juan XXIII en 1958.
3. Derecho castellano 145

Eugenio IV, Nicolás V, Calixto III, Pío II, Paulo II y Sixto IV; es decir,
abarcan un periodo que va de 1316 a 1484.
12. El Corpus Iuris Canonici, de 1580, con cuyo nombre designó Gregorio
XIII la recopilación y actualización de todas estas compilaciones ante-
riores; reconoció además su carácter oficial y lo diferenció del Corpus
Iuris Civiles de Justiniano. Tiene como antecedente el Corpus Iuris Cano-
* nici de 1500, edición privada.

Luego, el Derecho canónico se enriqueció con más disposiciones con-


ciliares, bulas y decretos papales, así como concordatos o acuerdos inter -
nacionales de la Santa Sede con otros países.
Por eso a partir de 1870, con el Concilio Vaticano I, se hizo sentir la
necesidad de un Código canónico, tema al que se dedicó Pío X, pero que fue
promulgado el 27 de mayo de 1917 por Benedicto XV, por medio de la
Constitución Apostólica Providentissima Mater Ecclesia. Este Código canónico fue
abrogado por el actual Codex Iuris Canonici, promulgado por el papa Juan
Pablo II el 25 de enero de 1983, mediante la Constitución Apostólica Sacral
Disciplinae Leges.
Todo este Derecho canónico fue muy importante, especialmente en la
Edad Media, cuando los tribunales eclesiásticos tenían una mayor esfera
de acción pues ejercían competencia en materia sucesoria, contractual y
obligacional, matrimonial y de familia. Al respecto dice Margadant: "Por
mucho tiempo, en las universidades se enseñaron estos dos Derechos, el
romano y el canónico, y sólo en la segunda mitad del siglo xvm, bajo insis-
tencia de la Corte, las universidades hispanas comenzaron a ocuparse del
Derecho de la Corona, el Derecho regio o real."
A esta confrontación entre el Derecho romano y el canónico debemos
interesantes innovaciones como la teoría de rebus sic stantibus, la extensión
de la laesio enormis hacia la protección del comprador, la teoría de la pacta
sum servando (independientemente de la firma del contrato), etc. En mate-
ria penal se debe a la Iglesia la tendencia de encarcelar en vez de ejecutar,
para ofrecer al culpable una oportunidad de rehacer sus cuentas con el
otro mundo.24

Derecho franco

En el territorio de la actual Francia ascendió al trono de los francos el rey


Carlos, conocido en la historia como Carlomagno. Gracias a múltiples con-
24
Ibidem, págs. 147 y 148.
146 Historia del Derecho mexicano

quistas previas y las del propio monarca, su reino era muy extenso: abarca-
ba Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, norte de Italia, norte de España,
Luxemburgo, Andorra y parte de Austria, vasto territorio al que se le dio
el nombre de Sacro Imperio Romano. En la Navidad del año 800 Carlomagno
fue coronado emperador del mismo por el papa León III, su aliado, al que
aquél le había reintegrado sus territorios pontificios en Italia y su autori -
dad puesta en peligro por intrigas de los cardenales de la época. Por eso, el
papa en el momento de su coronación se arrodilló ante el monarca en
señal de respeto a su investidura, encarnando en él la autoridad política y
espiritual de Europa, ya que desde la época del Imperio romano no se
había formado otro Imperio tan amplio y sólido como éste, que se exten-
día desde el río Elba hasta el Ebro.
La unidad de este reino se basaba en la lealtad que todo hombre libre
debía jurar al rey ante algún objeto sagrado, por ejemplo, la reliquia de
algún santo. Esa lealtad implicaba la obediencia a todo mandato real, el
pago de tributos y, en su caso, la prestación de servicios militares.
Carlomagno dividió el reino en provincias o condados, cuyos titula-
res eran nombrados por el emperador y vigilados por los missi dominici o
inspectores enviados por el monarca periódicamente para verificar el esta-
do de la administración pública. Los enviados podían ser laicos o religio-
sos y con el tiempo fueron facultados a nombrar regidores que acudieran
a los tribunales y cuyas opiniones debían ser tomadas en cuenta. En las
fronteras se levantaban fortalezas llamadas marcas al mando de un militar,
el marqués, cuya misión era velar por la seguridad del reino. Muchas pro-
vincias eran administradas por la Iglesia, dada la unión entre la Corona y
el papa.
En cada primavera y otoño y en distintas ciudades del reino se cele-
braban magnas asambleas entre el emperador, sus 12 pares (ministros) y
todas las autoridades civiles y religiosas. En estas reuniones, llamadas capí-
tulos, se atendían diferentes aspectos políticos, militares, religiosos, econó-
micos y culturales, y se dictaban normas o leyes capitularías, que ahora se
agrupan con el nombre de leyes carolingias o Derecho franco-caro Ungió.
Carlomagno unificó la moneda y se reservó, sobre los señores feuda-
les, el derecho de acuñarla. Así surgió el denario carolingio de plata, que
circuló en toda Europa; dividió la propiedad rural en indominicata o tierra
de los señores; mansos o tierra de los siervos, y tierras colectivas para uso
del pastoreo, recolección de frutos silvestres y trabajo de leñadores.
Los hombres del pueblo se dividían en ingenuos (libres) y servi (lega-
dos a la tierra de su señor); a su vez, los esclavos fueron haciéndose escasos
porque la Iglesia prohibía la esclavitud de los bautizados.
3. Derecho castellano 147

Igualmente, Carlomagno fomentó la cultura y la alfabetización en su


Imperio, cuando él mismo aprendió a leer y escribir siendo ya monarca.
El Derecho carolingio influyó en el norte de España, especialmente
en Cataluña y en la zona vasca, por lo que tuvo cierta divulgación en el
Medioevo castellano. Carlomagno murió en 814 en Aquisgrán y más tarde
su Imperio, después del breve reinado de su hijo Luis el Piadoso, se dividió
entre Lotario, Carlos el Calvo y Luis el Germánico, mediante el Tratado de
Verdún, en el año 843.

La obra jurídica de Alfonso X el Sabio

El siglo xin estableció una especie de prerrenacimiento en Europa; así, la


Edad Media se vio interrumpida por un alto desarrollo en el estudio de las
ciencias y especialmente de las humanidades. Previamente el monje
Guarnerio o Irnerio de la Universidad de Bolonia encontró en Pisa un
ejemplar del Digesto de Justiniano; este descubrimiento fue muy importan-
te si se toma en cuenta que en esa época no existía la imprenta y, por lo
mismo, la divulgación de las obras era muy rudimentaria. Esto ocurrió
aproximadamente en 1122.
Al principio el Digesto, trasladado por el propio Irnerio a Bolonia, fue
estudiado con fines filológicos, es decir, para ejercitar el estudio del latín,
idioma culto que junto con el griego eran las lenguas que se hablaban en
las universidades. Pero más tarde se estudió ampliamente su rico conteni-
do jurídico, pues recuérdese que se trata de un amplio conjunto de casos
concretos con sus respectivas soluciones dadas por los grandes juristas
romanos.
Así, del contenido del Digesto se hizo resumen y comentario, es decir,
glosas, y de ahí surgió la famosa escuela de los glosadores, con hombres
como Búlgaro, Martino, Hugo, Jacobo, Placentino, Vacario, Basanio y es-
pecialmente Acursio, que escribió la obra cumbre de esta escuela romanista:
la Gran Glosa, en 1227.
De esta manera, entre 1090 y 1230 los glosadores fueron sistematizando
el Digesto, pues el original es un tanto desordenado, contiene casos prácti-
cos, textos de constituciones imperiales, refranes, etc., lo que hacía difícil
su consulta para fines prácticos. De ahí la importancia del trabajo de los
glosadores, además de que con su esfuerzo contribuyeron a mantener vivo
el interés por el conocimiento del Derecho romano y preservaron, aunque
a veces alterándolo, el patrimonio jurídico de Roma que ha llegado hasta
nuestros días.
148 Historia del Derecho mexicano

Por aquel tiempo gobernaba en Castilla Fernando III, quien luego fue
canonizado, y durante su gobierno el reino alcanzó un notable grado de
prosperidad, a más de que el monarca siempre apegó todos sus actos de go-
bierno a la decisión de las Cortes y fue muy respetuoso de la libertad de sus
subditos. De alguna manera trató de fortalecer la unidad de los reinos
cristianos en su lucha de Reconquista contra los árabes, empeño en el que
se avanzó mucho gracias al esfuerzo conjunto de San Fernando y de Jaime
I, el Conquistador, rey de Aragón, quienes lograron reducir el territorio
hispano-árabe a una pequeña franja en Andalucía.
En este contexto se desarrolló la vida y la obra de Alfonso X llamado
el Sabio, hijo de Beatriz de Suabia y de Fernando III el Santo, quien nació
en Toledo en 1221 y murió en Sevilla en 1284. En 1252 ocupó los tronos de
León y de Castilla, continuó la guerra de Reconquista y se hizo famoso con
las tomas de Niebla y de Cádiz. Más tarde pretendió sus derechos al trono
del Sacro Imperio Germánico, a través de la línea materna, pero esto le
acarreó impopularidad en España debido a las drásticas medidas que tomó
en materia económica por sostener la guerra contra Alemania, por lo que
la nobleza siempre se le manifestó adversa.
Para colmo murió su hijo Fernando de la Cerda, a quien correspondía
la sucesión del trono, y entonces se trabó una lucha entre los hijos de éste
y don Sancho el Bravo, hijo segundo de Alfonso X. Las cosas llegaron al
extremo de que las Cortes, reunidas en Valladolid, lo depusieron y nom -
braron a su hijo como Sancho IV.
A pesar de estos graves problemas políticos Alfonso X realizó una
gran labor cultural; hizo de Toledo, Sevilla y Murcia tres centros básicos de
difusión intelectual. Su propia obra es muy vasta y abarca estudios científi-
cos, textos literarios y de divulgación, e incluso algunos tratados de carác-
ter militar y filosófico. Pero lo que a nosotros nos interesa destacar es su
obra jurídica, que se resume en el cuadro 3.1.
Las Siete Partidas constituyen la cumbre de la obra jurídica de Alfonso
X. Los temas que contienen son los que se muestran en el cuadro 3.2.
Al parecer, el LiberJudiciorum elaborado por los visigodos fue traducido
al castellano por órdenes de Alfonso X y adquirió el nombre de Fuero Juzgo, el
cual se otorgó a varias ciudades de Castilla. Por otra parte, comenzó a surgir la
disputa de jurisdicciones entre los casos que debían resolverse por las autori-
dades jurisdiccionales de las ciudades y los de lajusticia real. Así fue redactado
El Speculum o Espéculo, como un modelo de Código procedimental, pero por la
oposición a que se aplicara quedó sólo como antecedente u obra doctrinal.
Las Cortes de Zamora, en 1274, determinaron que se denominaría
casos de Corte a aquellos a los que se les aplicara el Derecho real, y que los
3. Derecho castellano 149

Cuadro 3.1. La obra jurídica de Alfonso X el Sabio.

Tipo Obra Comentario


Legislativa Fuero Real, de 1255, dividido Originalmente planeado para ser
en cuatro libros. El Primero un ordenamiento municipal de
contiene materia religiosa, as- Aguilar de Campo, después se
pectos relativos al rey y su convirtió en un fuero u ordenanza
familia; las leyes, los alcaldes y municipal tipo, porque fue copiado
su jurisdicción; los escribanos por otro fuero. Hacia 1272 la
y la validez de los juicios. El nobleza obligó a Alfonso X a
Segundo: los juicios y pro- abrogarlo y regresar al llamado
cedimientos; las ferias y la Fuero Viejo de Castilla, que era
prescripción. El Tercero: el más favorable a sus intereses,
Derecho familiar, sucesiones y porque estaban acostumbrados al
contratos. El Cuarto: de los Derecho germano-visigótico y no
herejes, judíos y demás al romano-legislativo que inspiraba
enemigos de la fe; de los al Fuero Real, por cierto muy
delitos y las penas; de los apegado al Fuero de Soria. Al Fuero
peregrinos o romeros y de los Real también se le llamó Fuero del
navios. Libro, Libro del Fuero de las Leyes,
Fuero Castellano, Libro de las
Flores o Flores de las Leyes.

El ordenamiento de tafurerías o Elaborado conjuntamente con el


casas de juego, es decir, el maestro Roldan.
tafur o tahúr.

Las Leyes de la Mesta. La mesta era una asociación ga-


nadera.

Las Leyes de los Adelantados De tipo militar.


Mayores.

Varios Fueros. Leyes municipales dadas en su


reinado a algunas ciudades.

Doctrinaria Speculum y Septedario. No se conocen completas, pero se


trata de una mezcla de ideas
moralistas, consejos, ejemplos,
etc. La palabra speculum o espejo
para nombrar al Derecho era muy
común en la época y simboliza que
la ley, más que ser voluntad de un
legislador, debe reflejar la costum-
bre ya establecida.

(continúa)
150 Historia del Derecho mexicano

Cuadro 3.1. {Continuación.)

Tipo Obra Comentario

Mixta Las Siete Partidas Se inspira en autores griegos y ro-


Se hizo inicialmente como Escrita entre 1256 y 1263. La manos, en textos de la Biblia y en lo
una obra orientadora, o guía inició San Fernando y la conti- escrito por padres y doctores de la
para legislar, por lo que puede nuó Alfonso X. En esta magna Iglesia, pero sobre todo en el De-
considerarse doctrinal, pero obra contribuyeron los glo- recho romano-bizantino de Justi-
en 1348 el rey Alfonso XI sadores Hugo y Jacobo, así niano y de los glosadores (que fue-
expidió el Ordenamiento de como el maestro Roldan y el ron los maestros de Alfonso X el
Alcalá de Henares, en el que obispo de Zamora, Fernando Sabio). También contiene aspectos
consideró a las Siete Martínez. La obra se divulgó del Derecho canónico y algunas
Partidas como derecho su- gracias a la edición comentada costumbres castellanas antiguas.
pletorio castellano. que en 1555 hizo Gregorio
López. Su nombre original era
El Libro o Fuero de las Leyes.
Está dividida en siete libros o
partidas.

Cuadro 3.2. Las Siete Partidas.


Partida Tema

I Las fuentes del


Derecho y Derecho
eclesiástico

II El rey y los
funcionarios públicos
con sus facultades y
deberes
III Los jueces y el
procedimiento judicial

IV
V

VI Las tres sobre Derecho


civil

Vil Del Derecho penal

El texto original de estas Partidas y de otras


disposiciones antiguas puede consultarse en la
obra Códigos españoles concordados y
anotados, editada en Madrid en el siglo xix, que
se encuentra en las bibliotecas mexicanas
especializadas en el campo jurídico.
3. Derecho castellano 151

tribunales municipales podían consultar sus dudas a los tribunales reales.


Estas dudas y sus respuestas fueron luego recopiladas en 1278 con el nom-
bre de Leyes Nuevas, y más tarde en una nueva recopilación en 1330 adqui-
rieron el nombre de Leyes de Estilo.
Según afirma el ilustre maestro español Alfonso García Gallo, "para
1265 se revisó el Espéculo, dando una nueva redacción que lleva por nom-
bre Libro del Fuero de las Leyes. Más adelante se hizo una nueva revisión,
adquiriendo en esta tercera versión el nombre de Siete Partidas..." Aunque
ya había muerto Alfonso X y probablemente reinara su nieto Fernando IV
(1295-1312), desde ese momento tomó el nombre con que se consagró
para la posteridad y es considerada la obra jurídica más importante de
toda Europa en la Edad Media. 23 En esto no están de acuerdo todos los
autores, entre ellos Francisco Tomás y Valiente, por lo que se puede con-
cluir que sobre las Siete Partidas y toda la obra jurídica de Alfonso el Sabio
todavía hay mucho por aclarar.
El Ordenamiento de Alcalá de Henares, antes mencionado, estableció en
su ley primera, título 28, el siguiente orden normativo de aplicación:

1. El propio Ordenamiento de Alcalá.


2. Los diversos fueros u ordenanzas municipales.
3. Las Siete Partidas.

Con el tiempo se aplicaron directamente las Siete Partidas, por lo que


una obra primero de carácter doctrinal se volvió luego de Derecho positivo
al aplicarse jurisdiccionalmente. Además, representó un auténtico paso del
Derecho romano-bizantino al Derecho castellano y más tarde al Derecho
indiano en la América española. De ahí la trascendencia de la obra
jurídica de Alfonso X el Sabio.

Derecho foral

La Edad Media comprende de 476 a 1453 y suele dividirse en tres periodos:

1. Temprana Edad Media: de 476, caída del Imperio romano de Occi-


dente, a 800, coronación de Carlomagno
como emperador del Sacro Imperio Roma-
no Germánico.

23
José Luis Soberanes Fernández, op. cit., pág. 42.
152 Historia del Derecho mexicano

2. Alta Edad Media: de 800 al siglo xiii, conocido como un prerre-


nacimiento y de decadencia del sistema feudal.
3. Baja Edad Media: del siglo xiii a 1453, con la caída del Imperio ro-
mano de Oriente.

En la Alta Edad Media prevaleció el feudalismo y por eso el poder del


rey era débil, mientras que en la Baja Edad Media, al decaer el sistema
feudal, el poder del monarca se vio fortalecido. Dentro de este esquema
con varias autoridades, el rey, los señores feudales, la Iglesia, etc., un me-
dio importante de actividad políticojurídica fueron las ciudades, que goza-
ban de cierta autonomía respecto al poder real, por lo que contaban con
sus propios fueros o disposiciones municipales, también llamadas cartas
pueblas si la zona había quedado devastada por las guerras contra los ára-
bes y era necesario repoblar o crear una nueva ciudad. Con el tiempo, esas
cartas pueblas (o de poblazón) se incorporaban a los fueros respectivos y de
ahí que se les nombrara indistintamente.
El contenido de los fueros estaba constituido por los privilegios que
el rey otorgaba a los habitantes de la ciudad, su organización política y
algunos aspectos de costumbre local. El fuero podía ser otorgado directa-
mente por el soberano o por el señor feudal o eclesiástico que tuviera el
dominio original. En ocasiones ese fuero era recompensa por algún servi-
cio especial que la ciudad había hecho en favor del monarca, por ejemplo
en caso de guerra, y otras simplemente en forma graciosa. Otras veces el
fuero era consecuencia de una rendición condicionada, mediante la cual
se reconocía a la ciudad su personalidad jurídica y política.
El fuero era redactado por el Ayuntamiento, o bien por un particular
tenido como hombre prudente y docto. Son ejemplo de fueros breves los
de León, Toledo y Nájera, y de extensos el de Cuenca, además del fuero
tipo.26
En caso de lagunas en un fuero determinado, se aplicaba el Fuero
Juzgo hecho por los visigodos y del que ya se hizo mención, si no la costum-
bre local, o bien el criterio judicial; al respecto, cuando el juez emitía sus
sentencias ofazañas se iban creando precedentes que luego podían aducirse
como obligatorios, a la manera de la moderna jurisprudencia.
Al paso del tiempo se redactó el Libro de los Fueros de Castilla, hacia
mediados del siglo xiii, en el que se supone que se aprovechó mucho mate-

26
Para más detalles acerca del tema se recomienda la obra de Tomás Muñoz y Romero, Colección de
fueros municipales, Madrid, 1874, mencionada por Toribio Esquivel y Obregón, op. cit., pág. 130.
3. Derecho castellano 153

rial foral, ya desaparecido para nosotros. Contiene unos 300 artículos, agru-
pados sin método, con costumbres de varias regiones, privilegios y fazañas.
Más tarde, en 1365, en tiempos del rey Pedro I se escribió el Fuero Viejo
de Castilla, en cinco libros (con Derecho público, Derecho penal, jueces y
procedimientos, obligaciones y prescripciones, y Derecho familiar).
También se le llama Fuero de los Fijosdalgo, es decir, de los nobles, a los que
sus disposiciones beneficiaban particularmente ya que se decía que: "a todo
solariego puede el señor tomarle el cuerpo e todo quanto en el mundo
ovier".27

Los gremios

Desde la época del Derecho romano surgió la idea de agruparse los traba-
jadores y productores de una misma actividad, por ejemplo, carpinteros,
herreros, panaderos, etc. En Roma no se veía con mucha simpatía a esta
unión porque permitía la mejor defensa de sus intereses y de sus tarifas,
pero ya en la Edad Media, en las aldeas y ciudades tuvieron mucho presti-
gio; se les llamaba, desde el Derecho romano, collegium, societas, gremium; y
si los organizaba la Iglesia, hermandades y cofradías. En algunos lugares se
les denominó guildas. Tenían su propia reglamentación, su santo patrono,
sus fiestas religiosas y civiles; formaban sus miembros un fondo de ahorro
para ayudar a sus lisiados y enfermos, así como para costear entierros y
ayudas para viudas y huérfanos. En una época en que no existía la seguri-
dad social, los gremios contribuyeron al bienestar de sus miembros.
La organización interna de los gremios era muy rígida. Los agremiados
se dividían, según la antigüedad en el oficio, en maestros, oficiales y apren-
dices. Cuidaban mucho su prestigio y la manera de elaborar sus productos,
por lo que los secretos de la producción eran divulgados sólo cuando se
había demostrado la lealtad al grupo.
Para aprender el oficio se celebraba un contrato con el gremio, gene-
ralmente de cuatro años, durante los cuales el aprendiz vivía en la casa del
maestro, quien lo alimentaba y vestía, mientras que el novato le debía obe-
diencia filial y podía ser castigado siempre que no lo lesionaran, en caso
de cometer alguna imprudencia.
Para pasar de la categoría de aprendiz a oficial se requería presentar
rigurosos exámenes y si se lograba acreditarlos, se podía abrir una tienda
o un taller, afiliándose al gremio y pagando las cuotas respectivas.

Ibidem, pág. 51.


154 Historia del Derecho mexicano

Este tipo de monopolios ayudó a desarrollar la actividad económica


de los artesanos y productores, pero por otro lado impidió la divulgación de
la incipiente industria, de manera que al paso del tiempo los gremios
fueron objeto de crítica y descontento social. Algunos aspectos de su
reglamentación pueden verse, entre otros ordenamientos, en las Siete Par-
tidas.

El consulado y las leyes mercantiles

Las sociedades o compañías de comercio y los negocios en general se


consideraban como contratos mercantiles. Así, las Ordenanzas de Bilbao
establecen que una compañía mercantil es un contrato o convenio que se
hace entre dos personas, en virtud del cual se obligan recíprocamente,
por cierto tiempo y en ciertas condiciones y pactos, a hacer y proseguir
conjuntamente varios negocios, por cuenta y riesgo común y de cada uno,
respectivamente, según la parte del caudal o la industria que cada uno
ponga.
De esta suerte, la sociedad era entendida como una copropiedad o
comunidad de bienes. Los comerciantes al asociarse formaron tribunales
especiales, llamados consulados, para conocer y resolver litigios relaciona-
dos con actos de comercio y entre comerciantes. Esto era conveniente por-
que así lograban una justicia más acorde con sus intereses y más rápida y
accesible.
También establecieron sus propias normas que luego se regularon
oficialmente, como sucedió en el Consulado del Mar, de Barcelona, de
1370, aproximadamente; los Roles de Olerón, con costumbres mercantiles
de Francia e Inglaterra hacia 1150; las Costumbres de Wisby, en la zona del
Mar Báltico, del siglo xn, y por esos tiempos también, en Italia, la Tabla de
Amalfi o la Constitución de Pisa de 1161.
De hecho, se dio un dualismo entre el Derecho civil o común y el
Derecho privilegiado de los comerciantes o mercantil, al calor del cual se
crearon paulatinamente la cuenta corriente, la letra de cambio, el giro, el
registro de comercio, la firma mercantil, la marca comercial, la quiebra,
etc., e incluso se dio validez probatoria en los tribunales o consulados a los
libros de contabilidad.
En mucho contribuyó a todo esto la labor de los cambistas, que a las
entradas de los caminos realizaban varias operaciones de crédito y de cam-
bio, en una época en que viajar con dinero en efectivo resultaba arriesgado
por la cantidad de bandidos que pululaban en las diferentes regiones.
3. Derecho castellano 155

Recopilaciones

Siempre ha existido la necesidad de reunir en un solo texto o documento


los distintos ordenamientos en vigor, sobre todo porque en muchas ocasio-
nes las fuentes formales del Derecho eran varías, por ejemplo, disposiciones
reales, de las Cortes, asambleas de laicos y de clérigos.
Así, la ley era dada por el rey, pero a partir del siglo XII las Cortes,
organizadas en concilios o curias mixtas (con religiosos y laicos), también
participaron en la expedición de leyes, en cuyo caso se llamaban acuerdos si
requerían su aprobación final, o pragmáticas si el monarca las daba sin
necesidad de aprobación. Luego se les denominó también reales cédulas, si
provenían de los ministros del rey.
Al principio la compilación de todas esas normas era hecha por los
particulares; después la elaboraron las autoridades y pueden considerarse
oficiales. Como ejemplo de compilaciones privadas del Derecho castella-
no tenemos las Leyes Nuevas, con base en el Fuero Real de Alfonso X, y las
Leyes de Estilo, a las que ya se hizo referencia, que son de orden procesal,
también basadas en el Fuero Real.
Las compilaciones que ya fueron consideradas se presentan en el cua-
dro 3.3.

Cuadro 3.3. Compilaciones del derecho castellano y español.

Compilación Año Características

Ordenanzas Reales 1485 Elaboradas por Alonso Díaz de


de Castilla Montalvo, con los Reyes
Católicos
Leyes de Toro 1505 Eran 83 leyes que contenían
muchos aspectos de Derecho de
familia y sucesiones. Datan del
reinado de Fernando el Católico.
Dadas en la Villa de Toro

Nueva Recopilación 1567 Reinado de Felipe II. Tienen 12


de Leyes de Castilla tomos, que en el siglo xvm se
aumentaron con otro de autos
acordados

Novísima 1805 Época de Carlos IV. Son 12


Recopilación de libros. Su recopilación se inició
Leyes de España en tiempos de Carlos III
156 Historia del Derecho mexicano

Obsérvese que estas obras no pretendían generar Derecho, sino reco-


pilarlo o reunirlo en un solo texto, si bien previamente se hacía una labor
de confrontación entre disposiciones total o parcialmente contradictorias
y se procuraba actualizar todo el material eliminando, por supuesto, las
normas derogadas o en desuso.

Las universidades medievales


Una de las más grandes creaciones de la Edad Media fue la universidad
auténticamente basada en la tradición cultural del Medioevo, que nació
como una sociedad corporativa de maestros y estudiantes, dotada de sus
propios estatutos, estructura administrativa, currículo y requisitos para
obtener grados y niveles académicos. La autonomía, es decir, su propia
regulación, es algo inherente y constante; sin ella, la universidad pierde su
naturaleza y sus objetivos.
Debe señalarse que la universidad no sólo es fuente inagotable de
conocimientos y de investigación, sino motor de impulso al cambio y a la
crítica al orden establecido, por lo que muchas veces se la ha visto como un
foco de subversión y de peligro para los grupos de poder; pero ha sido en
la universidad donde han surgido los pensamientos y las ideologías que
han transformado el mundo.
En la Edad Media predominaban los religiosos en la enseñanza supe-
rior; en los monasterios se guardaban los viejos textos de los pensadores
griegos y romanos, de ahí la trascendencia de la Iglesia como salvaguarda
de ese tesoro intelectual de la humanidad. Pero al principio las escuelas
medievales eran elementales; allí se enseñaba a leer, escribir, sumar y algu-
nos conocimientos religiosos; una que otra llegaba más lejos y eso gracias
a alguno o algunos maestros que destacaban, como ocurrió con la de Lyon,
con Anselmo, hacia el siglo xn, o la de Monte Casino con San Bernardino,
aproximadamente en el mismo periodo. En mejor situación se encontraba
Italia, con los casos de Pavía, Ravena, Bolonia y Módena.
Para entonces se hizo necesaria la traducción de obras escritas en
griego y en latín, por lo que en Toledo surgieron escritores y traductores.
San Raimundo estableció un centro muy importante en el que convergían
judíos conversos, españoles y extranjeros, lo que terminó por diversificar
el conocimiento. De esta suerte, la labor de copistas y de traductores con-
tribuyó a divulgar las ciencias exactas y las humanidades. También ayudó
el interés por el conocimiento del Derecho con base en la obra de Justiniano,
cuyo estudio fue emprendido por las escuelas de los glosadores y los
posglosadores.
3. Derecho castellano 157

Algunas universidades surgieron de manera libre y espontánea y otras


por fundación, ya pontificia, ya imperial. Se ha dicho que las universida-
des no se crearon, sino que emergieron 28 después de un largo periodo de
actividad escolar, en ocasiones discontinuo y caprichoso. A veces la llama-
da fundación no era más que el nacimiento oficial de privilegios dados a
una universidad ya existente.
Un ejemplo es la Universidad de Salerno, según la tradición creada
por un maestro griego, otro cristiano, un judío y un árabe, pero cuyo inicio
es incierto, posiblemente antes del siglo ix; se especializó en medicina, fue
reconocida en 1231 y para muchos es la primera universidad europea.
Otro ejemplo es Pavía, pintoresca ciudad italiana donde se reunían
maestros y alumnos de muchos lugares de la Lombardía y donde en la
enseñanza del Derecho se combinaba lo teórico y lo práctico en el ejercicio
de los tribunales.
Pero fue sin duda Bolonia la universidad que más nivel alcanzó en la
Edad Media en el estudio del Derecho, gracias a la labor de los glosadores.
Al principio los estudiantes celebraban contratos con sus maestros y
éstos radicaban en la ciudad de su preferencia, seleccionaban a sus alum-
nos y ambos grupos iban formando verdaderas sociedades o hermandades
llamadas universitates, que poco a poco cobraban vida jurídica propia, como
si tuvieran personalidad. Es claro que no había planes ni programas de
estudio ni método para impartir enseñanza, sino que cada maestro trabaja-
ba por su cuenta y según su instrucción. Tampoco había evaluaciones ni
calificaciones como tales.
Pero maestros y alumnos alojados en una misma ciudad, a veces en
una misma casa de huéspedes o mesón, convivían más allá de las horas
normales de actividad docente y esto enriquecía mutuamente sus expe -
riencias, como ocurre en algunas universidades europeas y estadouniden-
ses o, en el caso de México, en la actual Universidad de las Américas, en
Cholula, Puebla.
Pero también sufrían, sobre todo los extranjeros, robos, humillacio -
nes y todo tipo de afrentas, por lo que con el tiempo se pidió a la Corona o
al papa la promulgación de privilegios para las universitates. Así, Federico I
Barbarroja emitió en 1157 la Authentica Habita para proteger a quienes
viajaban a Italia por razones de estudio.

!
Rolando Tamayo Salmorán, La Universidad, epopeya medieval (notas para un estudio sobre el surgimiento
de la Universidad en el Alto Medievo), Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 1987.
158 Historia del Derecho mexicano

Se trató de sistematizar el estudio de las ciencias en dos grupos:

1. El Trivium, con gramática latina (se estudiaba a autores paganos y


cristianos), retórica (arte de la argumentación) y dialéctica (enseñan
za del razonamiento).
2. El cuadrivium, con aritmética, geometría, astronomía y música.

Margadant señala que para ingresar en el gremio de maestros se re-


quería someterse a algunos exámenes, que luego fueron utilizados por los
alumnos como culminación de su carrera, aun en aquellos casos en los que
no habían pensado en ser maestros, porque al menos podrían mostrar, al
volver a su país, un diploma. Así surgieron los exámenes correspondientes
al bachillerato, la licenciatura, la maestría y el doctorado.29
Con el tiempo, los privilegios concedidos a las universidades exigie-
ron reglamentación propia, de manera que se convirtieron en un Estado
dentro de otro Estado.
Al principio los maestros enseñaban en sus propias casas; los alumnos
vivían en pensiones o mesones y a veces se unían para formar bibliotecas comu-
nes. Así, como una reunión de colegios de maestros y alumnos surgieron univer-
sidades tan importantes como Oxford, Cambridge, la Sorbona y Bolonia. Tam-
bién se afirma que las huelgas estudiantiles causaron el éxodo o la deserción de
los alumnos; por ejemplo, los estudiantes de París al emigrar en los siglos xn y
XIII fundaron la Universidad de Oxford. Lo mismo sucedió cuando la Universi-
dad de París en 1219 prohibió la enseñanza del Derecho romano, lo que aprove-
chó la de Orleans, que no la había prohibido.30
En España las universidades recibieron la influencia de las de París y
Bolonia y tuvieron marcada inclinación hacia la ciencia árabe; así surgie-
ron la de Toledo, desde la época de Alfonso VI, la del monasterio benedic-
tino de Sahagún y, desde luego, la de Salamanca, que gozaba de gran pres-
tigio en toda Europa, más aún en el tiempo de Alfonso el Sabio. Allí también
se estudiaba música, medicina, teología, Derecho, matemáticas y lenguas
"sabias" (latín, griego, hebreo y árabe).
En el tiempo de Alfonso VIII, tal vez en 1213, se fundó en Palencia la
que se considera la primera universidad española. Luego surgieron las de
Valladolid, Barcelona, Alcalá, Zaragoza, Valencia y Sevilla, entre otras, gra-
cias a lo cual se observa que España fue un importante centro cultural
durante la Edad Media.

29
Guillermo Floris Margadant S., op. cit., pág. 201.
30
Ibidem, pág. 202.
3. Derecho castellano 159

Debe aclararse que en la legislación universitaria se habla de studia


para referirse a escuelas superiores y de universitas para aludir a una cor-
poración o reunión de maestros y alumnos. Puesto que el rey concedía
privilegios a las universidades y luego éstos eran confirmados por el papa,
se les daba el título de Real y Pontificia Universidad, tradición que en la
época indiana se trasplantó a las universidades de América.

El Regio Patronato

Siempre fue difícil para dos instituciones muy poderosas, la Iglesia y la


Corona, convivir y compartir la autoridad sin invadir las esferas religiosa y
civil, respectivamente.
Así surgió el Real Patronato, como un Derecho de la Corona para inter-
venir en la designación de las altas autoridades eclesiásticas en los territorios
dominados por el rey, específicamente en lo que toca a los obispos.
En el caso de Castilla, el Regio Patronato implicaba la facultad de la
Corona de presentar al papa candidatos para ocupar cargos eclesiásticos y
autorizar la constitución de nuevas iglesias, así como para cobrar algunos
impuestos religiosos, como el diezmo, de igual manera que negar "el paso
de la bula", es decir, el que una orden papal (bula) fuera conocida entre los
fieles de la región, lo que constituía una censura a las disposiciones ecle-
siásticas.
Las Siete Partidas reglamentaban el Real Patronato, y se daba el caso
de que algunos personajes poderosos también ejercieran patronato sobre
algunas iglesias y capillas. A veces los reyes sobrepasaban ese patronato y
trataban de imponer a sus candidatos en un cargo, y se llegó al extremo de
que los Reyes Católicos impusieron como arzobispo de Zaragoza a un bas-
tardo de sangre real de sólo seis años.31
Es importante destacar que así como la Corona tenía derechos sobre
la Iglesia por la vía del Regio Patronato, también debía cumplir con ciertas
obligaciones como protegerla, patrocinar sus misiones y apoyarla en la lu-
cha contra los herejes.
En 1443, con la bula Eximiae Devotionis, el papa Alejandro VI otorgó a
la Corona de Castilla el Patronato sobre la Iglesia que se establecía en las
Indias Occidentales. Posteriormente, el papa Inocencio VIII amplió los
derechos de la Corona de Castilla para el cobro de diezmos, a cambio de
sostener económicamente la obra misional que durante la conquista y co-

' Guillermo Floris Margadant S., Introducción a la historia del Derecho mexicano, op. cit., pág. 95.
160 Historia del Derecho mexicano

Ionización fue tan importante. Como se verá más adelante, este derecho de
patronato (del latín, patronatus, "protección") fue después motivo de gran-
des disputas entre el Vaticano y el gobierno mexicano independiente, para
determinar si éste era ahora titular del derecho concedido al gobierno
novohispano o si requería un concordato específico de la Santa Sede.

El Derecho constitucional español

En la antigua Grecia, en el pensamiento de Platón y sobre todo de Aristóteles,


existía ya la idea de un orden fundamental y original derivado de la forma
de ser de los ciudadanos de la polis, lo que explica el nombre que, actuali-
zado, damos a la obra La Constitución de Atenas, del propio Aristóteles.32
Ya en Roma la palabra constitutio, derivada del latín contituere, signifi-
caba "colocar, poner, levantar, establecer, construir, fundar", por lo que
vino a derivar en orden, forma de ser, mandato, ordenamiento. Así, estas
disposiciones fueron citadas como constitutio imperialis o constituciones im-
periales, dentro de las fuentes formales del Derecho romano.
Al finalizar la Edad Media, y sobre todo en el Renacimiento, las ciuda-
des cobraron nuevo auge. Fue entonces cuando, como ya se dijo al estudiar
el Derecho foral, las ciudades alcanzaron gran autonomía respecto al po-
der real y feudal; por eso era común agrupar esas disposiciones forales o
municipales con el nombre de constituciones, como ocurría en Alemania,
Francia e Italia (esta última caracterizada por la preponderancia y
autogobierno de sus ciudades, como es el caso de Venecia, Genova, Bolonia
y Florencia), y en la misma España, a cuyas disposiciones ya no de ciudades
sino regionales se les dio el nombre de constituciones, como fue el caso del
principado de Cataluña, con el ordenamiento dictado en Cortes por el rey.
En la Inglaterra medieval surgió la idea de establecer una norma su-
prema o básica que garantizara el Derecho de la nobleza y de los clérigos.
Así, en 1164 Enrique II firmó las Constitutions of Clarendon, y más tarde, el
19 de junio de 1215, el rey Juan Sin Tierra, presionado por los clérigos y
los barones, cansados de sus abusos de poder, firmó la Carta Magna, que
limitaba considerablemente la autoridad real. Luego se dieron las Provisio-
nes de Oxford, de 1259, mediante las cuales el rey quedó bajo el control de
15 barones. Ya en estos documentos, al igual que en la Carta Magna, se

32
A mayor abundamiento del origen antiguo y actual de la palabra Constitución, véase la magnífica
obra de Rolando Tamayo y Salmorán, Introducción al estudio de la Constitución, Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas, UNAM, México, 1989,
3. Derecho castellano 161

reconocen ciertos derechos fundamentales del individuo, como el que na-


die puede ser privado de sus derechos sin juicio previo seguido ante los
tribunales legalmente constituidos, antecedente de nuestras garantías cons-
titucionales modernas.
Para el siglo xvii era común el uso del término Constitución como base
de la organización original del Estado, retomando incluso el sentido que la
expresión guarda, desde la Antigüedad, en el pensamiento de Cicerón, y
así fue empleada por los colonos ingleses de Norteamérica, como en el
caso de los fundadores de Virginia y Rhode Island.
Al sobrevenir la independencia de Estados Unidos de América, los
diferentes estados de la Unión formaron sus respectivas constituciones, en-
tre las que destaca la de Virginia, con sus Bill ofRights o derechos indivi-
duales reconocidos por el Estado. Esta Constitución se elaboró en 1776 y
tenía como antecedente lo declarado por el Congreso el 14 de febrero de
1774, donde por primera vez se reconocieron en América varios derechos
inviolables para el ser humano. Posteriormente, en el viejo palacio de go-
bierno de Filadelfia se reunió la Convención con los delegados de las 13 ex
colonias, y el 17 de septiembre de 1787 se firmó la Constitución federal,
que fue ratificada en 1789. Este documento ya era una Constitución en
sentido moderno.
En la Revolución francesa, también en este sentido moderno y gene-
ral, se originaron los Derechos del Hombre y del Ciudadano, del 26 de
agosto de 1789, y las constituciones de 1791 (para establecer la República
Francesa), la de 1795 (para organizar la República bajo un Directorio Eje-
cutivo) y la 1799 (para dar paso al Imperio de Napoleón Bonaparte, quien
se hizo nombrar emperador el 8 de mayo de 1804).
Cuando Napoleón invadió España, como consecuencia de esta inter-
vención se firmaron dos documentos constitucionales: el Pacto de Bayona
de 1808, mal llamado Constitución de Bayona, que simplemente trataba de
justificar el ascenso al trono hispano del usurpador José Bonaparte, y la
Constitución de 1812 o de Cádiz, que se estudiará en el capítulo 5 de esta
obra debido a la enorme influencia que ejerció en la independencia de
América.
Índice onomástico
Abdelaziz, Manuel, 7 , Cárdenas,
119 Axayácatl, Lázaro, 29
Abderramán 79, 81 C Carlomagno,
, 119 é 143, 145, 146,
Acamapicht Basabe, Jorge, s 147, 151
li, 74, 78, 6 a Carlos el
81, 90 Bautista r Calvo, 147
Acosta,Jose Pomar, Juan, , Carlos Martell,
ph, 70 65 120
Adriano, Belisario, 126 2 Carlos V, 62
118 Benavente,
Carranca y
Águila, Toribio de, 70
Trujillo, Raúl,
Francisco Benedicto
72
de, 68 XII, 144
Casas,
Ahuízotl, Benedicto
Bartolomé de
79, 81, 82, XV, 145
las, 70
89 Bernal
Caso, Alfonso,
Alarico, Gómez,
60, 71
119, 126 Beatriz, 121
Castillo
AlbaH., Bernal,
Farreras,
Carlos, 72 Ignacio, 45,
Víctor M., 72,
Alejandro 46
83
III, 143 Bialostosky,
Cedillo,
Alejandro V, Sara, 34, 73
Saturnino, 29
144 Bloch, M, 2
Celestino
Alejandro Bolaños
1,142
VI, 159 Martínez,
Cerda,
Alfonso VI, Raúl, 1
Fernando de
158 Bonapartejos
la, 148
Alfonso é, 161
Cervantes de
VIII, 158 Bonaparte,
Salazar,
Alfonso X, Napoleón,
Francisco, 68
el Sabio, 161
Cervantes
147, 148, Bonifacio
Saavedra,
151, 158 VIII, 143,
Miguel de, 67
Altamira y 144
Chartres, Ivo
Crevea, Bonifacio IX,
de, 143
Rafael, 121 144
Chavero,
Alva Bossuet, 2
Alfredo, 41,
Ixtlilxóchitl, Boturini y
66, 71
Fernando Benaducci,
Chilperico, 128
de, 65 Lorenzo, 63,
Chimalpopoca,
Alvarado 70
74, 78, 81
Tezozómoc, Burgoa,
Clavijero,
Fernando, Francisco de,
Francisco
60, 66 62
Javier, 71
Amalarico, Clemente V,
C
126, 127 144
a
Aníbal, 117, Clemente VI,
l
123 144
i
Anselmo, Coing, 17
x
156 Condorcet, 2
t
Antonio Constantino,
o
Chi, Gaspar, 126
49 Constantino
I
Arellano XII, 140
I
García, Cortés,
I
Carlos, 34 Hernán, 27,
,
Aristóteles, 32, 48, 54, 62,
1, 160 66, 68,
1
Atanagildo, 89,
4
119 92,
5
Augusto, 103
125 C
C
Averroes, o
a
139 s
n
Avicena, 139 p
t
Ávila i
ú
Camacho, o
, c
,
m
a 8
r 0
q ,
u
é 8
s 1
,
d 8
e 2
,

6 De la Madrid
4 Hurtado,
Miguel, 29
C Del Castillo,
r Cristóbal, 66
i Del Paso y
s Troncoso,
t Francisco, 71
ó Díaz del
b Castillo,
a Bernal, 62,
l 67, 89
Díaz,
C Porfirio, 27
o Dilthey,
l Wilhem, 2
ó Diocleciano,
n 125, 128
, Dionisio el
Exiguo, 143
1 DonPelayo,
2 120
0 Doroteo, 126
Duran, Diego,
C 64, 70, 101
u
a Eduardo de
u Hinojosa, 121
h Enrique II,
t 160
é Escipión
m Emiliano, 117
o Esquivel
c Obregón,
, Toribio, 12,
73, 121
8 Eugenio IV,
0 145
, Eurico, 127,
128
8
1
,
8
2

C
u
i
t
l
á
h
u
a
índice onomástico 163
Federico I, de la, 49 Izcóatl, 74, 78, 81 de, 63
Barbarroja, 157 Gayo, 127 Lotario, 147
Felipe II, 49 Gayoso, Jaime I, el Luis el Germánico,
Fernández de Mercedes, Conquistador, 148 147
Echeverría y Veytia, 34, 73 Javier Cervantes, Luis el Piadoso,
Mariano, 66 Gómez 12 147
Fernández de Farías, Jhering, 9
Valentín, Juan Pablo II, 145 Macedo Jaimes,
Oviedo y Valdés,
Gonzalo, 49, 70 11 Juan Sin Tierra, 160 Graciela, 18, 31
Fernando de González Juan XXII, 144 Mahoma, 136, 137,
Aragón, 116, 120 Gambio, Juan XXIII, 144 138
Fernando III, 148 Ángeles, Justiniano, 126, Malagón Bar celó,
Fernando IV, 151 89 145, 147, 156 121
Fix-Zamudio, González, Malet, Alberto, 6
K
Héctor, 70 María del Mantecón, 121
o
Flavio Pedro Refugio, Marsal y Maree,
h
Justiniano, 126 19 José María, 121
l
Flores García, Graciano, Martínez de
e
Fernando, 34, 72 144 Alguera, Pedro, 68
r Martínez Marina,
Floris Margadant, Gregorio J. Francisco, 121
Guillermo, IX, 144
, Martino V, 144
12,21,34,41,42, Gregorio
7 Marx, Karl, 2, 9
4 VII, 143
Gregorio 2 Maximiliano de
9,51,
73, XI, 144 K Habsburgo, 6
121, Gregorio ri Mendieta, Jerónimo
145 XII, 144 c de, 70
Fort Gregorio k Mendieta y Núñez,
una, XIII, 145 e Lucio, 33, 34, 72
José, Guarneri b Mendoza, Antonio
3 o, 147 e de, 62
Fuste r Miranda, José, 12,
l de Hegel, 2 g 121
Coul Hernández de , Moctezuma
ange Córdoba, Francisco, W
27 Ilhuicamina, 75,
s, 2 a 76, 79, 81, 91
Herrera y
lt Moctezuma
Gala Tordesillas,
e Xocoyotzin, 63,
Placidia, Antonio, 68
Herrera, Antonio r, 79, 81, 82, 100,
119
García de, 49 4 1
Cubas, Hobbes, Thomas, 2 5 0
Antonio, Honorio, 119 3,
Landa, Diego de,
71 García Honorio III, 143 1
62
Gallo, Huehuetéotl, 44 0
Larroyo, Francisco,
Alfonso, Hugo, Gustav, 9 6,
72
13, 121, Huitzilihuitl, 78, 81 Ledesma Uribe, 1
151 Inocencio III, 143, José de Jesús, 121 1
García 144 Leibniz, 16 2
Icazbalcet Inocencio IV, 143 León III, 146 M
a, Inocencio VI, 144 León, Nicolás, 71 o
Joaquín, Inocencio VII, 144 León-Portilla, h
69, 71 Inocencio VIII, 159 Miguel, 71, 89, 112 a
García Irnerio, 147 Leovigildo, 128 m
Máynez, Isabel de Castilla, Lizana, Bernardo e
Eduardo, 116, 120 de, 49 d
4, 23 López Austin, ll
García, Alfredo, 71 ,
Genaro, López de 1
71 Cogolludo, Diego, 4
Garibay, 49 0
Ángel López de Gomara, M
María, Francisco, 68 o
72, 89 López de Santa li
Garza Anna, Antonio, 11 e
Terazona, López Monroy, José r
Silvia, 72 de Jesús, 121 e,
Garza, Lorenzana, 1
Mercedes Francisco Antonio 3
0
M
o
m
m
s
e
n
,
2
,
9
M
o
n
t
e
si
n
o
s,
A
n
t
ó
n
d
e,
7
0
164 índice onomástico

Montesquieu, 2 Sancho el Bravo, 148


Moreno y Moreno, Manuel, 72 Santiago Zebedeo, 118
Morley, Silvanus, 49 Savigny, Friedrich Karl von, 9
Moro, Tomás, 144 Schopenhauer, 2
Moto Unía (Toribio de Benavente), 103 Seara Vázquez, Modesto, 91
Muñoz Camargo, Diego, 66 Séneca Lucio Anneo, 118
Muñoz Chimalpaín, Antón, 66 Sixto IV, 145
Muro Orejón, Antonio, 121 Soberanes Fernández, J. Luis, 5, 6, 12, 18, 73,
Natividad Macías, José, 11 121
Solimán, 140
Nerón, 118
Solís Rivadeneyra, Antonio de, 68
Nezahalpilli, 112
Spengler, 8, 21
Nezahualcóyotl, 38, 86, 95
Nicolás V, 145 Tapia, Andrés de, 67
Tarik,119
O'Donojú, Juan de, 27 Tellier, Maurice de, 64
Ometecutli y Omecíhuatl (pareja divina origi- Teodosio, 118,127
nal), 102 Teófilo, 126
Orozco y Berra, Miguel, 71 Ortiz Tezozómoc, 74
Mena, Antonio, 64 Ots y Theruet, André, 62
Capdequí,José María, 121 Thierry, 2
Pallaresjacinto, 12 Thompson, Ene, 49
Papiniano, 127 Tízoc, 79, 81
Paulo II, 145 Tlacaélel, 75, 76
Pavía, Lázaro, 71 Tomás y Valiente, Francisco, 20, 121, 151
Pedro Colivacino, 144 Torquemada, Juan de, 70
Peñafiel, Antonio, 63, 71 Toynbee, ArnoldJ., 8
Peñafort, Raimundo de, 144 Triboriano, 126
Pérez de los Reyes, Marco Antonio, 73 Tro y Ortelano, Juan, 48
Pérez Galaz, Juan de Dios, 50 Urbano V, 144
Pina Chan, Román, 43 Urbano VI, 144
Pío II, 145
Pío X, 145 Valentín iano, 125
Platón, 160 Vázquez Pando, Fernando, 29
Polibio, 118 Vela del Ríojaime, 137
Velázquez, Diego, 66
Ramírez, José Fernando, 64 Vespasiano, 125
Recaredo, 119,128 Vico, 2
Recaséns Siches, Luis, 3 Vilchis Prieto, Gonzalo, 65, 73
Recesvinto, 128 Viriato, 117
Riva Palacio, Vicente, 71 Voltaire, 2
Rivas y Cosgaya, Manuel de, 49
Rivera, Bernardino de, 69 Wleacker, 17
Rodrigo, 119 Worms, Bucando de, 143
Rojina Villegas, Rafael, 34 Worriger, 21
Romerovargas Yturbide, 73 Wuntd, 3
Ruz Lhuillier, Alberto, 49 Ximénez, Francisco, 49
Sahagún, Bernardino de, 62, 69, 82, 89, 110 Xuárez, Catalina, 66
Salinas de Gortari, Carlos, 29 Zavala, Silvio, 121
San Bernardino, 156 Zedillo Ponce de León, Ernesto, 29
San Isidoro de Sevilla, 143 Zorita, Alonso de, 68, 83
San Ivone, 144 Zuloaga, Félix, 11
San Raimundo, 156 Zumárraga, Juan de, 62
Índice analítico

Aborto entre los aztecas, 98 Caída de Numancia, 125


Actos sexuales de sacerdotes o sacerdotisas Calkini, crónica de, 49
aztecas, 98 Calmécac, 94, 107, 108
Adulterio entre los aztecas, 98 Calpulli, 82-85
Agradecimiento de una hija azteca a su ma- como unidad, administrativa, 84
dre, 106 Agricultura y desarrollo de los cultural, 85
pueblos económica, 85
prehispánicos, 39-41 familiar, 84
Alta Edad Media, 152 Alta fiscal, 84
nobleza, 129 laboral, 85
Amor de los aztecas a sus hijos, 102 militar, 84
Anales o crónicas aztecas, 65 Análisis, política, 83
14 Anatocismo, 124 Aníbal, paso de, religiosa, 84
por España, 117 Apologética historia de residencial, 84
las Indias, 49 Arte olmeca, importancia social, 85
del, 42 Aspectos de la historia del Capítulos, 146
Derecho, 20 Aula regia, 127 Authentica Carta Magna, 160
Habita, 157 Aztecas, castigos a los niños, Cartagena, 117
103 Cartago, 117
etapas en la historia de los, 61 Cartas de relación, de Hernán Cortés, 24, 67
fuentes de la historia de los, 61-73 Cartas pueblas, 152 Casos de Corte, 148
funerales, 112 Castilla, área geográfica de, 116 Celtas e
limpieza de los, 103 iberos, 121-122 Ceremonias y ritos
moral sexual de los, 110 matrimoniales aztecas, 109 Chalco y
organización política de los, 73 Amecameca, relaciones de, 66 Chichimecas,
patria potestad entre los, 110 historia de los, 65 Chilam (sumo sacerdote),
53 Ciencias del hombre y ciencias de la
Baja Edad Media, 152 naturaleza,
Baja nobleza, 130 2
Behetría, 132 Cihuacóatl, 75
Biblia, 142 Civilización celtíbera, creación de la, 117
Bienes parafernales, 124 Clasificación de los trabajadores del campo, 93
BillofRights, 161 Clementinas, 144 Codex romano, 126 Códice,
Breviario de Alarico, 127, 128 Borgia, 64
166 índice analítico

Boturini, 60, 64 Cronología, de la historia de México, 26


Caspianus, 64 de la historia del Derecho mexicano, 28, 29
de Dresde, 48 de los tlatoanis aztecas, 78-80
del Museo de América, 64 maya, 47
Duran, 64 y evolución histórica de España, 116-120
Fejervary Mayer, 64 Cruzadas, 140 Cuadrivium, 158 Cuicacoalco,
Florentino, 64 107
Laúd, 64 Cuidados de la mujer mexica preñada, 102
Magliabecchiano, 65 Culhuacán, memorial de, 66 Cultura y
Matritense o de Madrid, 48, 64 alfabetización en el Imperio carolingio,
Mendodno, 62 147 Cursos de Historia del Derecho
Misantla, 64 mexicano, 11
Parisinus o (fe París, 48
Quinantzin, 64 Décadas del Nuevo Mundo, 68
Ramírez, 64 Decretales de Gregorio IX, 144
Telleriano, 64 Decreto, de Buchardo, 143
Tlotzin, 64 de Graciano, 144 Deducción, 13 Delitos
tonalámatl de Aubín, 65 dolosos y cuposos, distinción azteca
Códices, con representaciones del orden ju- entre, 99
rídico prehispánico, 34 Derecho, árabe, 135-141 Derecho,
mayas, 48 Código, azteca, evolución del, 32 Derecho,
canónico, 145 canónico, 141-145 Derecho,
de Eurico, 127, 128 castellano, 115-161
de Teodosio, 127 fuentes para el estudio del, 120, 121
gregoriano, 127 recopilaciones de, 155
hermogeniano, 127 Colección y español, compilaciones de, 155
de Pedro Colivacino, 144 civil romano, 126
Dionisiana, 143 constitucional español, 160-161
Dionisio Adriana, 143 familiar y educación entre los aztecas, 101 -104
Ducheriana, 143 fiscal azteca, 99-101
Hispana, 143 Colegio de foral, 151-153
Obispos, 142 Colonia, 26 franco, 145-147
Concepto de historia del Derecho mexicano, 1 griego, 123-124
Concilio Vaticano I, 145 Concilios o relación entre el Derecho romano y el, 123
congresos de obispos, 142 Conocimiento maya, fuentes clásicas del, 48
científico, elementos del, 12 Conocimiento maya-quiché, 46-58
profundo de la realidad, 20 Conquista de olmeca, 41-42
México, relación sobre la, 67 Conquista prehispánico, 31-114 definición de, 31
española, 26 Constitución Apostólica testimonios de cronistas españoles sobre
Disciplinae Leges, 145 Constitución Apostólica el, 34 vestigios
Providentissima Mater de, 114
Ecclesia, 145 romano-bizantino, 125-126
Constitución, de Atenas, 160 teotihuacano, 44-46
de Cádiz, 161 visigótico, 126-128
federal, 161 y organización social de los mayas, 50
Constitutions of Clarendon, 160 Derecho, como constante histórica, 8
Consulado y las leyes mercantiles, 154 Derecho, como producto histórico, 9
Corán, 138, 141 Corpus Iuris, Canonici, Derecho, concepto de, 4 Derecho, escuela
145 histórica del, 9
Civiles, 145 Crónica de la conquista de la
Nueva España, 68
Índice analítico 167
Derecho, fuentes Economía olmeca, Especialización históricas de
históricas del, 23- 43 profesional los aztecas, 60,
25 Edad Media, prehispánica, 35 61 Evangelios,
clasificación asociaciones Estado llano, 130 142
de, 24-25 ganaderas en la, 134 Estaño, ruta del, Evolución de la
por su compadrazgo en 117 Estratificación historia del
inmediatez, la, 134 social, azteca, 87 Derecho, 10
24 por su concubinato en e Exhibicionismo
presentació la, 134 n impúdico entre los
n, 24 por su consejos de aztecas, 99
relación con familia en la, 134 e Exhortación, de un
el depósito de s labrador azteca a
historiador, prendas en la, t su hijo
24 134 a casado,
concepto de, duelos o m 105
23 combates en la, e de una madre
formales, 23 133 n azteca a su hija,
históricas, 23 esponsales en la, t 105 Existencia de
reales, 23 134 o un sistemajurídico
Derecho, historia impuestos en la, s prehispánico,
externa del, 15 135 , 33
Derecho, historia mayorazgo en la, E
interna del, 16 135 1 x
Derecho, indiano, prenda extrajudicial 2 p
28 Derecho, en la, 133
9 er
insurgente, 28 Elementos, jurídicos
Derecho, formativos en ie
E n
musulmán, 137, España, 121-147
138 Derecho, penal s ci
que determinan la
azteca, 97 Derecho, existencia del t a
porfirista, 28 Derecho, 34 r ju
Derecho, Embriaguez u rí
preshipánico, constitutiva de c di
28,31-114 Derecho, delito entre los az- t c
procesal azteca, 95- tecas, 98 Enfiteusis, u a,
97 Derecho, 123 r 2
revolucionario, 28 Epístolas a 0
Derecho romano, del Nuevo E
126,153 Derechos Testament j xt
del Hombre y del o, 142 u ra
Ciudadano, 161 Época d v
Deuda prehispáni i a
quirografaria, 124 ca, 26 c g
Digesto romano, Esclavos i a
126, 147 Dinastía (tlacolis), a nt
azteca, 81 Dirección 86 Escuela l
e
General de de ,
s,
Instrucción Pública Ciencias
para el 1
Jurídicas, 9
Distrito y 11 4
3
Territorios plan de estudios 4
Estudio
Federales, 11 de la, 11 históricojurídico,
Distinción entre autoritarismos y, 22 Falsas decretales,
hombres y mujeres convencionalismos 143 Familia azteca,
aztecas, 103 y, 22 idealizaciones 101 Fenicios y
Distribución y, 22 objetividad cartagineses, 122,
geográfica de los en el, 21 prejuicios 123 Formación del
pueblos prehis- y, 22 Estudios jurista, 20 Fraude y
p abuso entre los
históricos, como
ánicos aztecas, 99 Fuentes
ejemplo para evitar
de normales para el
error
Méxic estudio de derecho
es del pasado,
o, 38 prehispánico,
2 Estudiosos de testimonios de las,
Divor la evolución
cio 35 Fuero(s), de
histórica del Alavés, 128
entre
Derecho, de los Fijosdalgo,
los
10 153
azteca
s, 110 Etapas en la Edad
Media, 152
Juzgo, 128, 148,
152
real de Alfonso X,
155
Viejo de Castilla,
153

Género próximo y
diferencia
específica, 1
Geográficas
Relaciones de Motul,
Mérida, Chochóla
y
otras
zonas
mayas, 49
Gran
Glosa,
147
Gremios,
153-154
Guadalete
, batalla
de, 119
Guerra(s),
de
Independ
encia, 27
de las Galias, 24
de Reconquista,
148
de Reforma, 23
púnicas, 117, 123
168 índice analítico

Halach-Uinic, 51,52 Hammurabi, Idiomas autóctonos, manejo de los, 35


Código de, 24 Hecho histórico- Iglesia, jerarquía de la, 130 Imperio
jurídico, 6-8 azteca, 75
características del, 6-8 delitos contra la seguridad del, 97
de naturaleza normativa, 7 Imperio romano, división del, 118
humano, 6 Impuestos feudales, 131 Indias, Relación de
inmodificable, 8 las antigüedades políticas y
pretérito, 7 religiosas de las, 65
testimonial, 8 Inducción, 13 Instituciones,
trascendente, 7 feudales, 128-135
único, 7 militares aztecas, 90-92 Instituías, 126
Hechos de los apóstoles, 142 Hégira Investigación histórico-jurídica, limitaciones
(migración de Mahoma), 138 déla, 21-22
Hermandades y cofradías, 153 Hidalgos, Islam, 137
130 Hiperrocha, 124 Hipoteca, 124 cinco pilares de la sabiduría del, 139
Historia, eclesiástica indiana, 70 Ixchel (diosa de la luna), sacerdotisas de, 54
como ciencia, 2, 3, 4
como conjunto de hechos humanos, 4 Jurisprudencia histórica, 16
método de la, 3, 12-16
objeto de estudio de la, 3 Kadir, noche del, 137
oficial, 4
sistema de la, 3 Lengua zuyua, 52 Lenocinio entre
Historia de la conquista de México. Población y los aztecas, 98 Lepanto, batalla
progresos de la América Septentrional conocida naval de, 140 Leyes, carolingias,
por la Nueva España, 68 Historia de la Nueva 146
España, 68 Historia de las Indias de la Nueva contexto social político, económico y cultural
España e islas de las, 23
de tierra firme, 70 de Estilo, 151, 155
Historia de los indios de la Nueva España, 70 de Indias, 5, 113
Historia del Estado y del Derecho, 9 Historia del de Reforma, 23
sistema jurídico mexicano, 5 Historia general de romano-bárbaras, 127 Liber Sextus, 144
las cosas de la Nueva España, Libro de los Fueros de Castilla, 152 Libro de los
69 Libros de Chilam Balam, 48 Libro del Fuero de
Historia general de las Indias, 70 Historia las Leyes, 151 Libros originales de la literatura
general de los hechos de los castellanos en islas y maya antigua,
tierra firme de la Mar Océano, 68 Historia 48-50
naturaly moral de las Indias, 70 Historia Lienzo de Tlaxcala, 64 Liga de Mayapán, 51
verdadera de la conquista de la Nueva Limitaciones y cronología del Derecho prehis-
España, 67 Historiadores, pánico, 35-38 Linaje, 130 Lugar de
contemporáneos, 71 la mujer en la vida social y familiar
del siglo xix, 71 azteca, 101
Homicidio entre los aztecas, 98 Lusitania, 125
Homosexualidad entre los aztecas, 98
Horizonte(s) culturales prehispánicos, 37 Macehuales, 86
arcaico, 37 Maestro azteca o temachtiani, 107
clásico, 38 Maestros, oficiales y aprendices romanos, 153
histórico, 38 Marco cronológico, 26-29
posdásico, 38 Matrícula de tributos en el Códice Mendoáno, 100
preclásico, 37
prehistórico, 37
índice analítico 169
Matrimonio entre , presbíteros y Órdenes de
los aztecas, diáconos, 142 caballería, 132
impedimentos 2 Obra jurídica de Organigrama
para 4 Alfonso X, el Sabio, político del
contraer, 147, 149, calpulli, 83
109 M 1 Organización(es),
Matrimonio y o 5 económica azteca,
concubinato entre n 0 87-90
los aztecas, 108 a interna de los
Mayas, derecho r O gremios, 153
familiar de los, 56- q r judicial azteca,
58 u d 96
derecho penal de í a policiales
los, 55, 56 a l feudales
estructura í semisecretas,
económica de los, i a 131
55 Mayeques, 86 n s política azteca,
Memorias de un d , 77
gentilhombre del i política de los
glorioso a 1 mayas, 50-52
capitán n 3 social azteca,
Fernando de a 1 85-87
Cortés, 67 Mentira , Ordenamiento social de los
en la mujer o los de Alcalá de mayas, 52-54
niños aztecas, 98 7 Henares, 151 tribal de los
Meseta central, 39 0 Ordenanzas de árabes, 136
Método(s), Bilbao, 154
comparativo, 14 M Pacto de Bayona,
comprensivo, 15 o 161
concepto de, 13 z Pagos y servicios de
cronológico, 14 á vasallos al señor
descriptivo, 15 r feudal, 131
dialéctico, 15 a Parricidio o tilicidio
generales, 13 b entre los aztecas, 99
histórico o e Pecuniario, 124
evolutivo, 14 s Pena de muerte
integral, 15 , entre los aztecas,
particulares, 14 99
sistemático, 16 1 Periodos de la Edad
sociológico, 15 1 Media, 151 -152
Mexicano, 9 Plática y
concepto de, 5 Mujeres aztecas exhortación de un
México, baluartes muertas en el padre azteca a su
de, 66 México parto, 101 Mundo hijo, 104
independiente, 27 prehispánico en Pocht
México vísperas de la con- ecas,
Tenochtitlan, 74 quista, 112-114 75, 86,
Migración y 88
mestizaje en la Nacom (sacerdote Poitie
historia de España, sacrificador), 53 rs,
116 Nobles (pillis o batall
M pipiltzines), 85 a de,
í Nobles 120,
o almenchoob, 53 140
Normas de Políti
C sociedades ca
i prehispánicas, 31 azteca
d Novellas romanas, , 83
, 126 Popol
Nueva Cartago, Vuh,
P 117 49
o Nuevo Imperio Porfir
e maya, 47 ismo,
m Nuevo Testamento, 27
a 142 Principios de la
Numancia, sitio de, conquista de
d 117, 118 México, 68
e Profesión jurídica
l Obispos, entre los antiguos
mexicas,
33
Propiedad
agrícola entre
los mexicas, 92
Provincia
Bética, 125
Provincia de
las Galias, 125
Provincia
Tarraconense,
125
Provisiones de
Oxford, 160
Puebla de los
Ángeles,
historia de, 66

Ramadán, mes del,


137
Reales cédulas,
155
Reconquista de
España, 120
Recopilaciones de
Ivo de Chartres,
143
Régimen feudal,
128, 129
Regio patronato,
159-160
Relación de causa
efecto y
consecuencias de
los
hechos históricos,
2 Relatividad
territorial, 29, 30
Responso de
Papiniano, 127
Respuesta del hijo
azteca a su padre,
104 Revolución, 27
Revolución
francesa, 161 Rey,
como cabeza de la
pirámide social,
129 Reyes
Católicos, 115, 116
unificaci
ón de
España
bajo los,
120 Riña y
lesiones
entre los
aztecas, 98
170 índice analítico

Ritos aztecas para el nacimiento, 102 Tlatoani(s), 74, 76-82, 85


Robo de mazorcas entre los aztecas, 98 de Tenochtitlan, 78-82
Tlatocan, 76
Sabios aztecas, palabra y testimonio de los, 106 Tlaxcala, historia de, 66 Tolteca, relaciones
Sacro Imperio Romano, 146,151 históricas de la nación, 65 Tortura, 132
Señor feudal, derecho de pernada del, 131 Transculturación tras la dominación europea,
Señores de la Nueva España, breve y sumaria 113
relación de los, 69 Tratado de Verdún, 147 Tributos impuestos
Separación de bienes en los matrimonios az- por aztecas a pueblos vencidos, 99 Triple
tecas, 110 Alianza, 90, 91, 112
Siete Partidas, de Alfonso X, 148, 150, 151 distribución de tributos en la, 100
Sinalagmático, 124 Trivium, 158
Síntesis, 14
Sociedades prehispánicas organizadas, 31 Universidad de Bolonia, 157 Universidad de
Statua Ecclesia Antiqua, 143 Salerno, 157 Universidades medievales,
Sunna, 139 156-159 Utilidad y características de la
Suplantación de un cargo público entre los aztecas, historia del derecho mexicano, 16-18
98
Syntagma canonum, 143 Varsovia y Viena, batallas de, 140 Viejo
Imperio maya, 47 Violación, incesto y
Tamemes, 86 estupro, castigo azteca para, 98
Tecuhtlis, 85
Telpochcalli, 107, 108 Yucatán, relación de las cosas de, 49
Temprana Edad Media, 151
Tenencia de la tierra entre los aztecas, 92, 93 Zona, chichimeca o bárbara, 39
Tenocha, 76 costera del Golfo, 39 costera del
Tenochtitlan, toma de, 27 Pacífico, 39 maya, 39 oaxaqueña,
Texcoco, relaciones de, 65 39
Tianguis, 88, 90
Tipos de uniones familiares entre los aztecas, 108
Tira de la peregrinación, 60,64
Tlacatecutlis, 75
Tlahtocan (Supremo tribunal del tlatoani), 97

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