Você está na página 1de 3

LOS PRESUPUESTOS DEL CAMBIO

Cuando hablamos de cambio social es necesario precisar que el cambio es un


proceso objetivo y subjetivo. Desde el punto de vista objetivo se refiere al
movimiento histórico constante a que está sujeta toda sociedad, el cual obedece a
leyes sociales universales que determinan su lógica o naturaleza (dirección,
celeridad, profundidad,…). Para la teoría marxista esa lógica responde a la
contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones
sociales de producción. Desde el segundo punto de vista, el cambio es un proceso
consciente y voluntario de transformaciones impulsadas por la acción del hombre
(grupos sociales) en el marco de condiciones históricas dadas (leyes objetivas) en
una sociedad determinada. Para la teoría marxista este cambio está motorizado
por la lucha de clases. Esas acciones buscan incidir en la dirección, profundidad y
ritmo del cambio como proceso objetivo.-
Un proyecto de cambio social, en relación con su viabilidad ( el cambio necesario y
posible) necesariamente tiene que plantearse -explícita o implícitamente- el
problema de sus presupuestos, que no son otra cosa que los limites - teóricos y
prácticos- del tipo de cambio propuesto; es decir, dicho de manera positiva, la
prefiguración racional del alcance de sus objetivos, ya sea que se trate de un
cambio mediato o de proyección estratégica o de un cambio relativamente
inmediato ( en un determinado periodo de duración variable). En ambos casos se
deben distinguir los presupuestos objetivos de los subjetivos. A continuación nos
referiremos al segundo tipo de cambio.-
Pensamos que los principales presupuestos objetivos de lo que llamamos "cambio
inmediato", en el caso concreto de El Salvador de hoy, son los siguientes:

1- Todo proyecto de cambio para ser viable tiene que plantearse dentro de los
límites del sistema económico -social que predomina en el país, que no es otro
que el capitalista (con todas sus deformaciones y particularidades). En este punto
la discusión debería centrarse de los cambios que apuntarían a la superación de
este sistema (a largo plazo) y que cambios tenderían a fortalecerlo (a corto plazo).

2- La ruta del cambio debe de considerar como una condicionante las reglas del
juego democrático (la división de poderes, las elecciones, los derechos
fundamentales,…), a no ser que nos adscribamos a un retorno a la concepción
jacobina de la toma del poder a través de la revolución violenta; la inviabilidad de
esta ruta en las condiciones históricas concretas no excluye necesariamente la
violencia social, dadas ciertas circunstancias. Otras reglas del juego son la
concertación del cambio social, su gradualidad y el respeto a la institucionalidad,
de tal manera que el acceso al gobierno sólo puede hacerse por vía electoral y el
límite del cambio estaría dado por la correlación de fuerzas que se logre en el
espacio parlamentario en donde hay que discutir y tomar acuerdos con una
pluralidad de actores políticos inherentes a una sociedad heterogénea. Esto no
quiere decir que hay que esperar estar en el Ejecutivo y Legislativo para impulsar
los cambios necesarios que vayan abriendo el camino hacia la nueva sociedad

1
que supone el cambio a largo plazo; estos cambios deben desde ya promoverse
desde abajo dentro de un proceso de construcción de poder económico-social-
mediático por medio de la organización de la población con esta perspectiva.

3- El cambio no puede abstraerse de un entorno geopolítico hegemonizado por los


Estados Unidos de América. Esto quiere decir que todo proyecto de
transformación no puede impulsarse al margen de sus políticas hacia el país y la
región, independientemente del signo ideológico de la Administración
Norteamericana; esto por razones de dependencia económica, política y
demográfica; de tal manera que un cambio de modelo económico y político de
carácter popular-progresista, para ser viable, debe considerar esos límites de
tolerancia y, más bien, negociarlos en términos de alianzas y no de confrontación.
En cuanto a los segundos presupuestos, los subjetivos, hay que considerar como
premisas las siguientes:

1- La sociedad salvadoreña, como dijimos, es ideológicamente plural; en


consecuencia, simplificando, el pensamiento de izquierda debe convivir con otros
pensamientos de derecha y de centro que, al igual que el otro, no son
homogéneos ni únicos; es más, la mayoría de la población tiende a ser,
culturalmente hablando, conservadora y autoritaria, característica que permea
todo el abanico ideológico-político. Esta característica dominante la acerca más a
una ideología de derecha conservadora qué es más refractaria al cambio y más
adicta a la seguridad y el orden.-

2- La sociedad salvadoreña actual es acentuadamente desigual en términos


económicos- sociales, lo que propicia condiciones potenciales para una
exacerbada conflictividad abierta. Esta conflictividad históricamente ha tendido a
ser administrada, tanto en el ámbito privado como el público, más por la coacción
que por el consenso; esta tendencia no puede ser ignorada dentro de una
estrategia de cambio social que pretenda enfrentar esa desigualdad estructural.

3- Como la concertación implica no sólo tolerancia sino también debate ideológico,


y en este campo estamos en desventaja, no porque carezcamos de razones
válidas sino porque el adversario cuenta con más recursos económicos, políticos,
técnicos…; la mejor apuesta para enfrentar esta desventaja es la construcción de
fuerza social e intelectual como la principal palanca del cambio social pendiente.
El balance de fuerzas que logremos en este plano será lo que determinará, en
última instancia, los alcances del proyecto de país necesario y factible.

4- No puede haber un proyecto de cambio consistente sin un sujeto de la acción


colectiva que lo asuma, impulse, conduzca y sostenga. La carencia de este sujeto
constituye una seria debilidad que limita los alcances de los objetivos de ese
proyecto. La construcción de este sujeto enfrenta como principales obstáculos la
dispersión de las expresiones de la izquierda no partidaria y el atraso ideológico-
político de un movimiento social inmovilizado por el control oficial y fragmentado
por un gremialismo economicista que le impide convertirse en actor político.-

2
Ese sujeto político alternativo a los partidos tradicionales tiene como requisito
básico que sea resultado del desarrollo cualitativo de un movimiento social de
nuevo tipo. La actual descomposición ideológica de la mayoría de organizaciones
sociales (economicismo, fraccionalismo, etc.,) no es el mejor escenario para
organizar ese sujeto de la acción colectiva(movimiento social con vocación de
poder); no existe, pues, una acumulación territorial y sectorial que sea el caldo de
cultivo de ese sujeto político; la guerra y la postguerra produjeron ese vacío; por lo
tanto, se hace indispensable impulsar un proceso de reacumulación que tienda a
ese objetivo y es una tarea prioritaria a mediano plazo.-

En conclusión, los alcances del cambio propuesto no dependen tanto de nuestra


voluntad, sino de la correlación de fuerzas que seamos capaces de construir frente
al adversario principal, en un contexto histórico dado. Para volcar esta correlación
a nuestro favor es imprescindible unificar a las distintas expresiones de la
izquierda alrededor de un proyecto común de país; además, supone hacer
alianzas con fuerzas de otro signo ideológico para aislar a ese adversario; sin
embargo, debemos tener claro que entre más amplias sean esas alianzas más
deberán limitarse los objetivos y tareas de ese proyecto.-

Sn. Salv. julio 17,2017

Você também pode gostar