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CONTENIDO

I.1 Antecedentes del proyecto.


I.2. Realidad de Nuestro País
I.3. Las ciudades y sus barrios
I.4. Situación de las y los jóvenes de los barrios de las ciudades de México
I.5. Justificación
Problemática Sociocultural
Problemática Educativa
Problemática Laboral
Problemática en Salud
II.1 Sociedad Civil
II.1.1 La sociedad civil como manifestaciones de la vida cotidiana
II.1.2 El proceso inconcluso de construcción de nuestra sociedad civil
II.1.3 Los barrios como unidades de la sociedad civil
II.1.3 Conclusiones
II.2 Juventud
II.2.1 Juventud, un concepto difícil de definir
II.2.2 Definición en términos temporales
II.2.3 Definición en términos del desarrollo
II.2.4 Definiciones socioculturales
II.2.5 ¿Juventud o Juventudes?
II.2.6 Proyecto histórico del joven
II.3 La Promocion Juvenil-Comunitaria
II.3.1 Introducción
II.3.2 La intervención microsocial
II.3.2.1. Definición de red social
II.3.2.2 La intervención en su nivel de barrio
II.3.3. Intervención socio-cultural
II.3.3.1. Definición de socio-cultura
II.3.3.2 Elementos de la vida socio-cultural de los barrios
II.3.3.3 El ciclo cultural de los barrios
II.3.3.4 La intervención por ciclos
II.3.3.5 Esquema de la propuesta de intervención por ciclos
II.3.5 Los centros juveniles de barrio
II.3.6 Conclusiones y perspectivas
III.1. Objetivos y Líneas de Acción
III.1.1 Objetivo General
III.1.2 Objetivos Específicos
III.1.3 Líneas de Acción de los Agentes
III.1.4 Líneas de Acción en las comunidades
III.2. Elementos de la propuesta
III.2.1. Areas
III.2.2. Dimensiones
III.2.3. Ejes
III.2.4. Proceso
III.2.5.- Sectores
III.3.1 Introducción
III.3.2 Definición de las Etapas del Proceso de Intervención
III.4.2 Desarrollo de las etapas del proceso de Intervención

I.1. Antecedentes del proyecto


La presente propuesta de intervención tiene como antecedente directo la
experiencia de trabajo con jóvenes del Centro Educativo Juvenil (Cejuv) de la
Parroquia de la Asunción a cargo del Pbro. Manuel Zubillaga. La parroquia está
ubicada en la colonia Merced Gómez, Mixcoac, de la ciudad de México en donde
se desarrolló la experiencia durante los años de 1984 a 1986, con la participación
del Instituto Mexicano de Estudios Sociales, A. C. y el apoyo financiero de la
fundación alemana Misereor.
La experiencia en esta etapa fue concebida y realizada como proyecto
piloto con la finalidad de crear un centro juvenil de autogestión educativa que
abarcara distintas áreas: religiosa, cultural y social, a través de una metodología
de trabajo flexible de servicio comunitario e investigación participativa que fuera
respuesta a los requerimientos que la realidad presentaba.
De esta forma se logró dar alternativas a los dos sectores de la población
juvenil que tenían una presencia significativa en la comunidad: los grupos
parroquiales y las bandas o pandillas juveniles.
El Centro Juvenil funcionaba por ciclos durante el año que eran
determinados por las celebraciones importantes de la comunidad.
Durante la experiencia se generó en los muchachos un proceso educativo
de personalización, de integración comunitaria y de servicio comunitario, a partir
de actividades tales como un Taller de Sociocultura Mexicana que consistía en
una investigación participativa de la realidad de la colonia, reflexiones,
conferencias, excursiones, talleres de expresión artística, encuentros,
convivencias y un servicio de apoyo para becas.
Con las pandillas, se realizó una “semana del pandillero”, actividad en la
que colaboró el P. Alejandro García “Chinchachoma” y que favoreció la conciencia
de sus valores como grupo y dió origen a iniciativas de trabajo como la Brigada
Antidroga, cine clubs, campamentos de convivencia entre bandas, capacitación
laboral, etc.
En la atención al problema específico de drogadicción, el llamado “Hogar
Integral de Juventud” bajo la dirección del Sr. Joaquín Del Bosque, dio un
importante apoyo que aún continúa.
La consolidación de esa primera etapa en el contexto de la Parroquia de la
Asunción, tuvo diversos efectos. Se inició el proceso de constituir legalmente al
CEJUV como Asociación Civil y de iniciar la conformación de un incipiente equipo
de jóvenes profesionistas para impulsar la operación del mismo.
En esta etapa se abrió también un nuevo y significativo campo al CEJUV a
partir de la primera sistematización de la experiencia piloto (Manual para la
formación de un Centro Juvenil Parroquial), así como de las metodologías (“El
Taller de Sociocultura Mexicana” y la "Brigada Antidroga").
Por otro lado, el trabajo inicial en la parroquia dió lugar a una acción de
comunicación y participación con otras comunidades parroquiales del V decanato
de la VI Vicaría arquidiocesana, y otras cuya población juvenil enfrenta una
problemática similar y tiene las mismas características en cuanto a formación y
promoción del joven; las acciones se hicieron extensivas a otras comunidades
parroquiales en colonias como Aguilas, Presidentes, Cerro del Judío, Guerrero,
Tepepan, San Felipe de Jesús y se continuó el trabajo en Merced Gómez.
En 1988, se llevó a cabo una segunda sistematización de la experiencia
compilada en el libro "Juventud y Barrio".
Después de esta sistematización se vivió una etapa de intentos de
implementar la experiencia en otras comunidades que en su mayoría no se
lograron consolidar; por lo que se requirió profundizar y definir los criterios para
elegir una comunidad. Con estas experiencias nuevas también se detectó la
necesidad de diferenciar los "diversos modelos de Centro Juvenil de Barrio" y no
un modelo único. De esta manera fueron tomando forma algunos Centros.
A partir de 1991 ya con la experiencia mas avanzada, se planteó la
realización de un trabajo colectivo del equipo del Cejuv que concluye con la
edición de éste material, consistió en:
1.-Un proceso de reflexión en torno a los vacíos o elementos faltantes en la
propuesta.
2.- Un proceso permanente de sistematización a dos niveles: tanto de las
experiencias concretas que se impulsan, como del proceso global.
De esta tarea sistematizadora se han producido algunos materiales de
apoyo para la promoción juvenil que son utilizados tanto en las comunidades
donde opera el Cejuv como en otras experiencias de jóvenes como la Brigada por
los Derechos de la Banda y la Brigada por los Derechos de los Niños.
3.- Un proceso de "evaluación participativa" del proyecto en todas las
comunidades y con todos los grupos. Los resultados del proceso evidenciaron la
necesidad de enriquecer teóricamente la propuesta inicial y de profundizar los
diversos elementos que la componen.
Con todo esto podemos hablar de un crecimiento institucional que ha hecho
posible el surgimiento del proyecto en otras ciudades tanto del país como de otros
países de América Latina, como se menciona más adelante.
A partir de los resultados de la experiencia y de la reflexión teórica se han
ido estructurando diversos cursos y un Diplomado sobre "Promoción Juvenil" en
colaboración con la Universidad Iberoamericana. Consideramos muy importante
que el tema JUVENTUD sea motivo de estudio y de investigación en el nivel
universitario.
Otro signo de esta etapa de madurez institucional está siendo la
participación del CEJUV, A. C. en diversas redes sociales, entre las que destacan:
a) El Colectivo Mexicano de Apoyo a la Niñez y el Colectivo de Acción por la
Juventud, ambos espacios dedicados a hacer pronunciamientos sociales en favor
de niños y jóvenes, estudios, intercambios de experiencias, acciones en común,
etc.
b) El Espacio Civil por la Paz y Alianza Cívica Observación 94, que
representan experiencias concretas de acción que requería la coyuntura del año
1994, de fortalecimiento de la sociedad civil y de tránsito a la democracia.
c) La participación en espacios eclesiales amplios y diversos, como la Red
Latinoamericana de Institutos de Juventud, así como la expansión del proyecto a
otros lugares del país y América Latina.
I.2. Realidad de Nuestro País
México vive hoy indiscutiblemente la peor crisis de su historia, aunado a un
cambio acelerado en todos sentidos Esta crisis es producto del proceso de cambio
llamado modernización, buscando legitimar el proyecto impuesto al país. Pero
llamar a este proceso "modernización" e identificarlo con el proyecto de nación
derivado de la Revolución Mexicana, representa una mentira, ya que se viene
realizando totalmente en contra de los objetivos y logros de la lucha revolucionaria
y con un costo social extraordinariamente elevado: pago de una deuda externa de
dimensiones nunca antes vistas, empobrecimiento creciente de la población,
disminución del nivel de vida, desmantelamiento de la planta productiva, pérdida
de empleos, imposibilidad para la mayoría de acceder a sus derechos
fundamentales: trabajo, tierra, vivienda digna, alimentación, salud, educación, la
promoción de la propia identidad cultural y la oportunidad de participar
democráticamente en la vida nacional.
La crisis no es nueva, pero aparece ahora con rasgos nuevos, neoliberales, del
capitalismo salvaje y la modernización a ultranza, que buscan:
i) En lo económico: incentivar más la formación y acumulación de capital
privado, impulsar más la libre circulación de capitales y bienes
(transnacionalización, liberalización de mercados y regionalización
económica), reprivatización de la economía, abaratamiento continuo de la
mano de obra.
ii) En lo político: una democracia restringida, promover las reformas
constitucionales y las alianzas estratégicas que lo viabilicen, reduciendo al
estado a su mínima expresión con un gasto social muy por debajo de las
necesidades sociales y orientado a paliativos a la pobreza creciente
(Pronasol, Procampo, etc.), con el fin de legitimarse y de tener un mayor
control social y político.
iii) En lo cultural: impulsar una mentalidad del fin de la historia, de la
inevitabilidad del capitalismo y la inviabilidad de la utopía, la destrucción de
culturas indígenas, el predominio de la técnica y los expertos, etc.
Así, estas políticas neoliberales "modernizadoras", que han orientado el actuar
gubernamental más reciente (de 1982 a la fecha), han provocado una mayor
concentración del poder y la riqueza y han "justificado" la renuncia al compromiso
que el Estado tiene en la distribución equitativa de los frutos del desarrollo y en la
responsabilidad de atención a los rezagos históricos que aún sufren la mayoría de
los mexicanos. "Modernización" contradictoria que implica el deterioro del poder
adquisitivo del trabajador, sobre todo, en la última década: en 1990 el poder
adquisitivo de los salarios mínimos ha descendido un 35% del existente en 1981 y
los salarios medios, un 27%, afectando incluso a la clase media. Modernización
salvaje que arroja como saldo 50 millones de pobres, 17 millones de los cuales se
encuentran en pobreza extrema, al mismo tiempo que las fortunas de un décimo
de la población, viene recibiendo el 37 % del ingreso nacional: los famosos 24
poseedores (conocidos) de más de mil millones de dólares prohijados en el
sexenio de Salinas y que juntos tienen un ingreso igual al de 25 millones de
mexicanos, no de los más pobres sino del estrato medio; los 37 empresarios
agrupados en el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios que concentran el
22% del Producto Interno Bruto. Contradicciones consideradas inevitables o
insignificantes: por un lado, sostienen que la pobreza extrema es el tributo que hay
que pagar por nuestro ingreso al primer mundo, entropía del sistema social,
irreversible y necesaria; por el otro lado, que la riqueza extrema pronto comenzará
a derramar los beneficios del progreso a otros estratos de la población.
En síntesis, nuestra sociedad nos muestra la fuerza del capital cada vez más
monopólico, y de su cultura del consumismo cada vez más depredador; de la
eficiencia cada vez más excluyente; del individualismo cada vez más
desintegrador, y que sustenta la acción de los grupos sociales que se resisten al
cambio: al reordenamiento económico, a la redistribución del ingreso, a la apertura
democrática y al respeto a la pluralidad étnica y cultural.
Sin embargo, la crisis de nuestra sociedad no es sólo desde el punto de vista
económico y político, sino además del social y cultural. Esta crisis la sufrimos
profundamente y todos los días, forma parte de la realidad cotidiana de nuestras
redes sociales. Lo que hemos aprendido es que no es un momento pasajero, sino
que es parte medular de la naturaleza misma de la modernización.
La crisis actual reclama respuestas a fondo y pensadas desde abajo. La misma
población empobrecida no ha sido un "objeto" pasivo sino que ha desarrollado
sistemas reticulares de intercambio y reciprocidad, estrategias de vida y dinámicas
organizativas y de participación. Y, en este contexto, cada vez más sectores
cuestionan el modelo de desarrollo que hemos seguido: las organizaciones
sociales y populares, las comunidades eclesiales de base, las organizaciones no
gubernamentales, las comunidades indígenas, las organizaciones de deudores,
pequeños y medianos empresarios, y ,sobre todo, los jóvenes.

I.3. Las ciudades y sus barrios


Las ciudades de nuestro país, han sido por excelencia el lugar privilegiado
para la modernización, en especial la capital, que es y ha sido, el centro político,
administrativo, social y cultural de toda la república. Las ciudades son un espacio
donde confluyen las más grandes contradicciones. En su seno conviven y se
enfrentan culturas totalmente dispares: la folklórica, tradicional-rural, moderna,
incluso posmoderna. Despilfarro y concentración de recursos, centro productor de
una prosperidad para unos cuantos, a costa de muchos; devastación ecológica,
etc.
La ciudad como un imán atrae a la población, primero del campo a la ciudad
y luego del centro a la periferia. Así, por ejemplo, en 1976 mil mexicanos
emigraban diariamente al D.F. En 1978 la cantidad se duplicó y no ha dejado de
aumentar año con año, asentándose en las periferias, formando las ciudades
perdidas, los cinturones de miseria, el otro México. A estas grandes y caóticas
concentraciones humanas, los migrantes llegan abrigando la esperanza de
"mejorar", pero en realidad los beneficios, si los hay, son muy bajos. Así, la
pobreza y la indigencia urbana han seguido creciendo: por ejemplo, entre 1984 y
1989 la pobreza urbana de México pasó de 28 a 34% y la indigencia de 7 a 9%. La
desigualdad social es un hecho que se acentúa y se palpa en toda su
contradicción en estas colonias.
El hombre en las ciudades vive en una aglomeración creciente, se masifica
y se aísla, encerrado en una conducta anónima, irresponsable ante los demás, en
donde rige el "sálvese quien pueda", vive casi siempre con ansiedad, cansancio y
tensión nerviosa, aglomeración. El resultado es la imposición del modelo que
establece que debe ganar el más hábil, es decir, el que mejor sabe aplastar a los
demás e imponerse, incluso empleando medios ilícitos ("el que no transa no
avanza"). La única ley que se cumple es la del más fuerte: la del acumulador de
capital, la del acaparador de mercancías vitales, la del negociante de la vida
misma (que lucra con todo elemento vital como agua, alimento, espacio, y con la
salud, las relaciones y el poder político; lucra con su saber aprendido en la escuela
y con su servicio profesional...). La consecuencia necesaria de esto es el
rompimiento de los compromisos comunitarios y grupales, la desintegración
familiar ante el interés individual de sus miembros; es la desvinculación de los
lazos de reciprocidad en el dar y recibir cotidianos, en síntesis, la destrucción
suicida de las redes sociales mismas.
Sólo los mismos pobres y marginados no marginan a su gente. Al contrario,
ensayan su propia sobrevivencia con mucha más esperanza y creatividad cuando
otro de los suyos, más "amolado", pide un "lugarcito": y aunque no lo tengan, se lo
dan, pues "todo cabe en un jarrito, sabiéndolo acomodar". De acuerdo a su
proceso vital, cotidiano, crean estrategias de acomodo y supervivencia, se instalan
y viven en áreas urbanas, aprovechan los recursos al máximo aún con las
desventajas en las distancias, la desintegración de los grupos de origen y las
comunidades heterogéneas donde sobresalen las diferencias culturales.
Las viviendas de la clase baja en las ciudades son principalmente conjuntos
subsidiados por el gobierno, colonias populares, vecindades y ciudades perdidas.
Un elemento clave para denominar "barrio" a cualquiera de éstos es la presencia
de una red estable de redes sociales intergeneracionales, que aseguran las
relaciones primarias cara a cara, la organicidad y la existencia de una "historia
común", condiciones para constituir una comunidad.
Muchos de los barrios son el resultado, por un lado de procesos migratorios
y, por el otro, de la necesidad de ocupar espacios urbanos para la vivienda. El uso
de suelo en la ciudad de México, no se destina con preferencia para espacios
habitacionales, sino más bien para comercios y servicios altamente rentables,
afectando doblemente a la población urbano-popular ya que, además de irlos
despojando de espacios para vivir, debilita su economía que gira, en gran parte,
en torno a las actividades comerciales, artesanales, y de servicios, que son
desplazados por estos grandes consorcios de servicos y comercios.
Este uso preferencialmente comercial del suelo tiene, así, como
consecuencia colateral pero no por eso menos directa, la conformación de
grandes asentamientos humanos en zonas geográficas consideradas de alto
riesgo, así como la consecuente falta de planeación urbana con todo lo que esto
implica, es decir, dificultad para el equipamiento urbano, para la construcción de
las mismas viviendas, las grandes distancias a los lugares de trabajo. Sin
embargo, esta población en mucho, está sostenida por sus redes sociales, que
permiten intercambios y oportunidades que aminoran o retardan el impacto que
estos cambios traen aparejado.
Hay barrios grandes, medios o pequeños según la superficie ocupada o el
volumen de población; según su densidad relativa; según su infraestructura
establecida y los servicios en funcionamiento, pero, en general, los barrios se
caracterizan por una ecología urbana deficiente y por una falta de servicios
públicos básicos como pavimientación, recolección de basura, banquetas,
alcantarillado, alumbrado, transporte, seguridad, áreas verdes, de uso comunitario
y recreativas, equipamiento escolar y hospitalario, incluso en muchas se carece de
agua potable y drenaje. Otra característica de los barrios es que son heterogéneos
en cuanto clase social (si bien predomina la clase baja). Si a todo esto sumamos
el hacinamiento, el deficiente material de construcción de la vivienda (muy
frecuentemente aunado a problemas de tenencia) y la mala higiene que
caracterizan estos espacios urbanos, el nivel de vida se muestra preocupante.
Sin embargo, la dinámica de crecimiento y desarrollo y, sobre todo, el
trabajo y las luchas sociales han logrado, un avance significativo en este terreno.
Por esta razón, diremos que los problemas actuales de los barrios populares han
adquirido un matiz más en torno al deterioro de las relaciones humanas que van
desde lo familiar, hasta la precaria relación con los vecinos y los problemas
relacionados con el ambiente. Es por ello que se ha elevado el índice de
delincuencia, la tóxicodependencia, así como la violencia física y psicológica,
intrafamiliar, entre bandas juveniles, y la ejercida por las autoridades, que
constituyen ya, sin ser alarmistas, un "estilo de vida" de los barrios populares. Una
mención especial merecen las diversas formas de control social y político, que las
autoridades ejercen especialmente en estos barrios tanto duro (represivo
abiertamente, por ejemplo, razzia o apañón) como suave (medios de
comunicación social, control político a través de la gestión o promesa de servicios,
Pronasol, etc.).
Así, no sería objetivo quedarnos con un estereotipo negativo de los barrios
ya que los aspectos mencionados se convierten periódicamente en recursos
potenciales de transformación y cambio. Dicha potencialidad se debe a que en
estos sectores el sentido de solidaridad ante situaciones críticas y un cierto
sentido de unidad ayudan a generar una gran capacidad organizativa y de lucha
aún y cuando ésto se da sólo en ciertos periodos y bajo ciertas circunstancias.

I.4. Situación de las y los jóvenes de los barrios de las ciudades de México
México, según el último censo poblacional, es un país predominantemente
joven. El 70% de su población es menor de 30 años y cerca de la tercera parte de
la misma se ubica entre los 15 y los 29 años, es decir, casi 24 millones de
mexicanos. En el Distrito Federal se concentran 11.1 millones de jóvenes, que
representan el 32.2% de su población total, siendo la segunda entidad con mayor
proporción de jóvenes respecto a la población total, superada sólo por Baja
California.
La tasa de crecimiento promedio anual nacional de la población juvenil en
los últimos 20 años (1970 a 1990) es de 3.3% (0.3% más que en el lapso 1950-
70), superior a la tasa de la población total, que fue de 2.6% (0.6% menos que de
1950 a 1970). En el mismo lapso, la tasa de crecimiento de la población juvenil del
Distrito Federal es de sólo 1.4%, la más baja de las entidades federativas pero,
aún así, mayor que la correspondiente a la población total capitalina que es de
0.9%. No solamente la población juvenil de México en 1990 es casi el doble que la
de 1970, sino que la población joven de México crece más rápidamente que el
total de la población.
A partir de los datos estadísticos pudiésemos pensar que la juventud
mexicana, al menos por su gran volumen demográfico, incide y participa en gran
medida en la toma de las grandes decisiones nacionales. Empero, la realidad se
encarga de demostrar lo contrario y evidencia las pocas oportunidades que se le
ofrecen al joven.
Un hecho del cual podemos partir es que no existe una realidad juvenil
homogénea. No es lo mismo un yuppi, recién egresado o por egresar de una las
costosas universidades privadas de la capital, que un chavo banda que habita un
edificio en ruinas. Aún entre un sector mejor delimitado, como son las y los
jóvenes de los barrios urbano-populares, no nos encontramos con una condición
de uniformidad. Sin embargo, para no caer en el riesgo de no ver el bosque por los
árboles, podemos partir de ciertos rasgos comunes a la mayoría y hablar de las
condiciones y características que subyacen a los fenómenos y que están más allá
de las especificidades:
a) Los jóvenes manifiestan necesidades comunes derivadas de la etapa psico-
fisiológica en que se encuentran: definir su personalidad, asumir valores y
rechazar otros, perfilar la propia vocación, orientar las capacidades personales
hacia un área laboral, abrirse a la experiencia de pareja. Esta construcción de su
identidad forma parte de un proceso más complejo que se da en los planos
personal y colectivo de la memoria, la práctica social, la utopía y la representación.
b) Demanda de autonomía con respecto a la generación adulta. Esta forma parte
del proceso mismo de construcción de la identidad y la demanda de autonomía y
de búsqueda desemboca, muchas veces, en un denodado cuestionamiento de las
posturas autoritarias, a las normas y valores establecidos, enfrentamiento ante el
ejercicio de la autoridad, en sinceros deseos de transformación, movilidad y
cambio.
c) Estos cambios en la conducta juvenil, el cuestionamiento y los deseos de
transformación generan fricciones y conflictos dentro de la familia, puesto que los
roles asignados se trastocan; suelen agudizarse las crisis de identificación. En
este proceso, la familia pasa a ocupar un segundo lugar de importancia para los
jóvenes y los canales de socialización más importantes los constituyen otros
jóvenes, los amigos con quienes forman grupo, comparten viviencias y
preocupaciones, refuerzan su autonomía y logran cristalizar su identidad; o bien,
hay casos en que los jóvenes forman pandillas u organizaciones de protesta en las
que manifiestan su inconformidad. Así, la juventud constituye un sector menos
conservador y más susceptible a la posibilidad del cambio, especialmente la
transformación social.
d) Suele pensarse, también, que los jóvenes son más manipulables, permeables y,
por eso mismo, más receptivos a los vicios, la moda y el consumismo.
e) La "modernización" y "desarrollo" de nuestro país encierran una serie de
paradojas profundas que vuelve contradictoria y frustante la situación juvenil;
especialmente, para las y los jóvenes de las ciudades. No hay prácticamente
dimensión o ámbito de su vida en que no tengan que poner en juego su capacidad
física y mental, para poder sobrevivir. La situación se agudiza cuando nos
referimos a la juventud de los barrios populares y marginados (que según ciertos
cálculos llega hasta el 70% de la población juvenil). Basta echar un vistazo a las
principales dimensiones y órdenes de su vida para poder ver que enfrentan
grandes dificultades y desafíos, ante los cuales podemos preguntarnos sobre sus
verdaderas expectativas a futuro.
f) A pesar de que en las ciudades se presenta un porcentaje muy pequeño de
analfabetismo juvenil (por ejemplo, en la ciudad de México es menor al 2%) y un
porcentaje elevado de jóvenes con la instrucción primaria (más del 80%), basta
considerar la proporción de los jóvenes de 15 a 24 años que asisten a la escuela
(sólo 46%) para darse cuenta de la magnitud del problema educativo. Si
consideramos los jóvenes de los 15 a los 29 años sólo 11% estudian. La vida del
joven de escasos recursos está signada por su constante deserción del sistema
escolar, las más de las veces por insuficiencia económica y la necesidad de un
ingreso más al precario gasto familiar y, así, el 55% de los jóvenes trabajan.
Restando del total los jóvenes de 15 a 29 años que estudian (11%) y los que
trabajan (55%) nos quedan 34% de jóvenes que no estudian ni trabajan. Los datos
anteriores muestran que un mínimo de jóvenes (sólo el 11%) se está preparando
"formalmente" para la vida (el trabajo incluido): paradoja semántica social de una
juventud concebida como una etapa de preparación. Existe una verdadera
contradicción entre como se concibe la juventud y las posibilidades reales que se
le ofrecen para llegar a ser lo que se espera sea, paradoja agudizada por el
neoliberalismo directamente con su tendencia a privatizar la educación y exigir
mano de obra más cualificada, e indirectamente con su impacto depauperizante
sobre la economía familiar y, por lo tanto, una mayor exigencia de incorporación al
mercado de trabajo a temprana edad.
g) Antes de los 20 años, la mayoría de los jóvenes varones son solteros, pero
entre los 20 y los 24 años más del 40% ya se iniciaron en la responsabilidad
adulta marital. En cuanto a las mujeres jóvenes el promedio de hijos nacidos vivos
es de casi uno entre las mujeres de 20 a 24 años (el 47.44% tiene hijos en este
grupo quinquenal) y de 2 hijos entre los 25 a los 29 años (el 74.33% ya tiene
hijos). Analizando estas situaciones, junto con el hecho anteriormente mencionado
del trabajo juvenil, caemos nuevamente en una paradoja social: en un porcentaje
elevado, encontramos jóvenes ya con responsabilidades adultas, incompatibles,
por lo tanto, con su juventud
h) La crisis de valores que vive nuestra sociedad trae aparejada una serie de
actitudes y conductas juveniles tales como la dificultad para la construcción de su
identidad, incredulidad en los símbolos patrios y en el discurso oficial, apartidismo,
aumento de conductas delictivas o evasión social (en una sociedad cada vez más
violenta y evasiógena). Un caso especial lo constituye la pérdida de confianza en
instituciones como la familia, la escuela, la Iglesia, anteriormente fuertes y que se
encargaban precisamente de normar y decidir el papel de los diferentes miembros
de la sociedad (función de definición social); situación propiciada en gran medida
por las modificaciones en estas formas de organización social que les han hecho
perder vigencia y autoridad. Así, muchos jóvenes manifiestan que sus familias
más bien son desunidas, reflejando en parte los cambios que ha experimentado la
familia en varios sentidos: por un lado ha dejado de ser el núcleo educador en
valores; por otro lado hoy existe un especial problema de relaciones de
generaciones. Las causas de este fenómeno familiar tienen que ver con el hecho
de que muchos de los jóvenes son más urbanos y escolarizados que sus padres y
a la transformación de los roles que tradicionalmente tenían los miembros de la
familia, especialmente el de la mujer; tiene que ver también con, por ejemplo, la
diferencia entre los padres (migrantes o hijos de migrantes) sus expectativas o
proyecciones para la vida de los hijos: así, es común encontrar conflictos de un
padre que defiende el valor trabajo-familiar, como ayuda a la economía
intrafamiliar, y proyecta para sus hijos una vida similar a la suya, enfrentado a la
madre que promueve el valor educación, porque lo concibe como requisito para
una vida distinta (implícitamente mejor) de sus hijos. Otro factor que ha minado la
institución familiar ha sido la crisis de ésta como modelo: muchos de los jóvenes
no aceptan la autoridad ejercida en la familia por sus padres, pocos se identifican
con su padre, muchos no se sienten importantes en su familia y esta sensación
parece ser más fuerte entre los jóvenes de los barrios que en otros sectores
juveniles, especialmente si no trabajan... En la búsqueda de un nuevo modelo que
los padres quisieran para relacionarse con sus hijos en un nivel menos autoritario
que el que usaron con ellos, pero que ha consistido en una excesiva permisividad
y que carece de límites en el afán de ser más cercano al hijo y que, sin embargo,
ha tenido el efecto contrario: el joven no lo ve como modelo a seguir.
Bajo estas condiciones el joven se ve obligado a crear y reorientar sus propios
valores, símbolos, actitudes y comportamientos, los cuales van desde las dudas y
los temores, la fidelidad o el antagonismo con el mundo adulto. De manera que en
la actualidad el joven pertenece a una sociedad que le exige tomar decisiones
propias, pero que al mismo tiempo limita la posibilidad de llevar a la práctica las
decisiones que toma.
i) Otra característica es la gran movilidad geográfica que tiene esta generación.
Esta movilidad la han experimentado personal y familiarmente: muchos de sus
padres son inmigrantes, ellos mismos se han mudado a menudo y la
centralización de las escuelas y los centros de trabajo exige mayores
desplazamientos que en otras épocas, ya sea dentro de su misma localidad o
hacia otra: un porcentaje elevado de los jóvenes dedican diariamente 2 horas o
más al transporte.
j) Hoy en día el joven se enfrenta con un exceso de ofertas, aunque sólo en
apariencia. El joven puede, en teoría y según la ideología dominante, alcanzar
cualquier meta, vivir cualquier experiencia, consumir cualquier objeto. El único
problema, al parecer, es el de elegir en el gran supermercado de la sociedad,
frente a un mostrador repleto de ofertas. En el mundo que enfrenta el joven se
hace una exaltación de bienestar y de una amplia gama de alternativas para vivir
con comodidades, proliferan las "necesidades". Sin embargo, en la vida cotidiana
se da una paradoja más: el joven descubre que no tiene las posibilidades reales
de conseguir aquello que se le "ofrece", que, más bien, se le exige en forma de un
monopolio radical a través de todos los medios publicitarios y de comunicación
masiva (no puede comprar), con la consiguiente frustación e impotencia que eso le
produce.
k) Otro problema para el joven: el peligro de equivocarse, de hacer una elección
que, o bien resulta menos favorable que otra o que lleva a un callejón sin salida.
Siempre existe la posibilidad de que aquella elección hubiera sido mejor, pero el
hecho mismo de elegir limita y hace que el joven pierda la sensación de
omnipotencia (todo me es posible), y esta sensación de pérdida es tal que
engendra, al menos parcialmente o temporalmente, impotencia. Es mejor sólo
elegir en parte, asegurarse la posibilidad de cambiar. Así, el joven evita elegir, y si
elige prefiere las opciones reversibles: mejor no casarse hoy, mejor sólo probar...
Este temor a lo irreversible, al compromiso, a tomar decisiones cuyos efectos no
se puedan modificar, conforman una serie de actitudes más propias de la etapa
adolescente que de aquella en la que realmente se encuentran. Así, la etapa de la
adolescencia tiende a prolongarse.
l) Ante las situaciones problemáticas que deben enfrentar los jóvenes en los
órdenes mencionados, cuando se le pide o tiene que empezar a asumir
responsabilidades de adullto, se encuentra en una incapacidad de enfrentar y
resolver los problemas que la vida adulta implica. Así la juventud enfrenta una
profunda paradoja que imposibilita “su incorporación al mundo adulto”: dado que
en la totalidad de las instancias estructurales domina la población “madura”, la
juventud no se legitima en sí misma sino sólo en sus posibilidades inciertas de
llegar a ser, en el futuro, lo que son los adultos en el presente. Pero en ello hay
evidentemente una contradicción: el joven actual no será como el adulto actual
pues le tocará vivir un mundo diferente.
m) Los constantes avances en los sistemas de comunicación que facilitan el
conocimiento de lo que sucede en otras partes del mundo, tienen un doble efecto
en el ámbito juvenil: por un lado el joven cada vez está menos en su lugar de
origen con el consiguiente desarraigo cultural que esto conlleva; pero por otro
lado, esta generación tiene una visión más universal de la realidad. Conoce los
acontecimientos a nivel macro, a nivel del planeta y tiene mayor acceso a la
comunicación, pero, al mismo tiempo, el individualismo se subraya como una
característica que se impone más fuerte que en cualquier otra época al ser
consecuencia y característica de la ideología neoliberal. Se ve y se piensa en
función de la vida individual y no en función de una causa colectiva. De alguna
manera relacionado con lo anterior, encontramos en los jóvenes una seria
dificultad para hacer uso del pensamiento abstracto. Los avances y proliferación
de los medios audiovisuales electrónicos, aunados al deterioro educativo que
resulta poco estimulante y genera un alto índice de deserción escolar, han
favorecido en el niño y el joven una inclinación por todo lo que no exige reflexión
sino que es posible captarlo a través de los sentidos. Estamos ante una cultura de
la imagen, lo vivencial, los símbolos.
n) Un elemento del que por desgracia no tenemos datos fidedignos, es la
influencia que en las actitudes agresivas de niños y jóvenes tienen los video-
juegos y los comics violentos que proliferan, aunque sabemos a partir de estudios
realizados sobre la influencia de otros medios electrónicos, que sí tienen
repercusiones serias.
o) Bombardeado por la ideología neoliberal de sobresalir individualmente se ha
desarrollado una mentalidad de "culto al cuerpo", las actividades deportivas han
ganado un importante terreno que por un lado ocupa sanamente el tiempo libre del
joven, lo dignifica y ayuda a descubrir sus valores, pero que por otro lado lleva a
muchos a una esclavitud en la que se toma al cuerpo solamente como un objeto
de belleza y a valorar a la persona por sus características físicas a partir de
parámetros subjetivos y de orígen cuestionable.
p) Aunado a lo anterior la sexualidad se vive de manera diferente. Hoy se han
superado los tabúes impuestos por la sociedad en otros tiempos y el joven de hoy
puede adquirir fácilmente información sobre la vida sexual y sobre los métodos
anticonceptivos. La escuela, los amigos, los medios de comunicación le
proporcionarán datos. Sin embargo, a pesar del exceso de información se vive la
sexualidad con muchas dudas y confusiones, especialmente por la erotización
social y su uso como anzuelo comercial.
q) Constatamos que la juventud, en general, se caracteriza por ser apolítica: los
jóvenes no creen no sólo en los partidos políticos sino que todo el sistema político
se percibe desde una perspectiva de escepticismo y burla. Este hecho está
relacionado, sin duda, con la crisis de modelos de que ya hemos hablado y se
refuerza por los recientes acontecimientos (no sólo la caída del socialismo "real"
sino la propagandización que ha hecho el sistema ideológico neoliberal) que han
puesto en tela de juicio los sistemas políticos que mantenían viva la utopía de una
sociedad más equitativa, y han producido gran frustación en lo social.
Lo anterior tiene explicación de alguna manera con el hecho de que estamos ante
una juventud sumamente pragmática. Si bien los jóvenes prefieren "no pensar", sí
se involucran cuando hay algo que "hacer" (por ejemplo, la experiencia del sismo
del 85). Les cuesta trabajo elaborar proyectos globales, pensar a futuro, pero
participan en actividades concretas de las que pueden ver los resultados a corto
plazo. Y así, vemos que se crean nuevas formas de organización social en las que
es significativa la participación juvenil: comunidades de base, grupos carismáticos
y fundamentalistas, movimientos urbanos reivindicativos (especialmente
importante el CEU), organizaciones no gubernamentales, barriales o de mujeres
en favor de los derechos humanos, de la ecología, de los niños...
r) Dentro de las contradicciones culturales del capitalismo hay un sorprendente
renacimiento de los fundamentalismos, los nacionalismos y en los jóvenes
encontramos una fuerte búsqueda de trascendencia. El joven hoy manifiesta un
cierto cansancio y hastío de lo material y busca un reencuentro con los valores
espirituales. Aunque las posibilidades que en este ámbito encuentra hoy el joven
son diversas y crean confusión en él.
s) Una de las principales características de los jóvenes de los sectores urbano
populares es que se auto-organizan en bandas. Encontramos antecedentes, a
mitad de siglo, con "el pachuco" transformado en "el chavo banda" de hoy:
rockero, punk, cholo. Hoy su presencia ha sido significativa, a menudo junto a los
estudiantes y los trabajadores jóvenes, en las grandes movilizaciones sociales
recientes: conmemoración de los veinticinco años del 2 de octubre-Tlaltelolco,
movilización del 12 de enero de 1994 por la paz en Chiapas, la observación del
proceso electoral 1994, etc. Aunque todavía no de manera generalizada, se van
abriendo espacios que viabilizan el protagonismo juvenil y social tan decisivo para
cambiar los rumbos del país. Se abren a entender la realidad nacional no como
fruto de la fatalidad del "subdesarrollo" sino como resultado de un orden impuesto
e injusto y, producto de esta visión, se dispone a participar en proyectos de
promoción y transformación social que tiene como objetivo lograr no sólo los
cambios de largo plazo, sino los que son necesarios en el corto plazo: el desarrollo
de las personas en su dignidad y en la conciencia y ejercicio de sus derechos así
como el mejoramiento de su calidad de vida familiar y comunitaria.
Así, la lista de condiciones y necesidades juveniles podría ser interminable y
pocas respuestas parece tener. Sus consecuencias inmediatas a menudo son el
desencanto, la desesperanza, la frustación y la rebeldía de los jóvenes. Estos no
alcanzan a clarificar su protagonismo y su tarea histórica en el modelo de
desarrollo y "modernización" que sigue nuestro país.
Es posible que en la reflexión anterior estén ausentes elementos
importantes de la situación juvenil, de los que seguramente no nos sentimos
capaces de hablar porque aún no vemos claramente articulados ni tienen una
expresión explícita. Todos los elementos descritos no pretenden agotar la
caracterización del joven urbano popular, con ellos sólo buscamos articular una
serie de reflexiones hacia la búsqueda de pistas para la acción.

I.5. Justificación
Este proyecto pretende dar respuesta a la realidad en que viven los
jóvenes de localidades urbano-populares de nuestro país.
La crisis que atraviesa México impacta de manera especial a la población
juvenil, y agrava las condiciones de vida en áreas fundamentales del desarrollo
juvenil como la salud, trabajo, educación y cultura. A continuación presentamos un
análisis de la situación en estas cuatro áreas en que busca incidir el proyecto:
Problemática Sociocultural
La mayoría de los estudios plantean que la problemática juvenil es la
manifestación propia de una etapa crítica, llena de desajustes y desequilibrios de
la personalidad, ocurrida en la entrada a la pubertad, con cambios hormonales,
fisiológicos y en la esfera cognoscitiva, con contrastes emocionales bruscos, y con
la presencia de nuevas inquietudes frente a su contexto. Pues parece haber un
consenso social al considerar a la etapa juvenil como un peldaño crucial en el
desarrollo y la formación de la personalidad del individuo adulto. Pero la juventud
nos plantea, en su realidad colectiva, una problemática que rebasa la esfera
personal y sitúa al “joven” en una red de relaciones sociales que determinan y/o
condicionan su “ser”, a partir del papel que le permiten tener dentro de ellas. La
juventud es pues, un fenómeno social-relacional que encuentra su realidad, sus
problemas y posibilidades concretas en la articulación de las circunstancias
sociales presentes y de las acciones que el joven adopta en respuesta a ellas.
Por ello, la juventud, como fenómeno de red social que expresa la
problemática misma del sistema institucional operante (familia, escuela, estado,
iglesia, etc.), es, casi por definición, sociocultural. La conflictividad, ambivalencia y
disfuncionalidad de dichas instituciones se reflejan en la vida de los jóvenes de
manera aún mucho más crítica, pues ellos la suelen rechazar en sus
incongruencias con mayor espontaneidad que los mismos adultos. Así, los
cambios biológicos adquieren significación y complejidad psíquica y sociocultural
para el joven, ahí donde tales cambios conllevan patrones culturales, valorativos,
normativos, e implican prohibiciones, responsabilidades, exigencias y
ambivalencias, que quizá no son tan contradictorias para otros sectores de la
población, o no lo son para jóvenes de otras ciudades. En síntesis, la juventud no
es un fenómeno aislado, sino que adquiere su particularidad en las condiciones
sociales presentes.
Por otra parte, una de las consecuencias del crecimiento de las grandes
ciudades es la vida de anonimato producto de la masificación de la población. La
vida comunitaria de colonias y barrios apenas queda articulada entre los vecinos.
Igualmente la necesidad diaria de desplazamiento crea un ambiente de
despersonalización y desinterés. A su vez, el desarrollo de los medios de
comunicación masiva permite que los jóvenes reciban continuamente mensajes y
patrones culturales ajenos, favoreciendo al desarraigo que el joven actualmente
vive frente a sus raíces culturales.
Existe además una problemática específica de la juventud relacionada
principalmente con el sentido de la valoración y normatividad cualitativa del ser
joven que, en una sociedad como la nuestra, no ofrece directrices congruentes
que definen claramente su identidad y su papel participativo en el proceso de
desarrollo, lo cual hace del joven un sector marginado o ambiguo de la población.
Tal situación se explica, en gran medida, por los patrones paradójicos imperantes
en nuestro sistema social que, por otro lado, se dan más claramente en los
jóvenes de sectores populares.
Por ello, la promoción juvenil en nuestro medio requiere hacerse con un
sentido social y educativo de carácter lo más integral posible, en la que se
impliquen y se atiendan, más que a los individuos en sus casos particulares
(aislándolos de su medio), a los grupos y ambientes juveniles, dentro y en función
de sus propias comunidades locales, mixtas y plurales, considerando además a la
cultura como acervo de herencia histórica recibida de generaciones anteriores,
como un legado, pero que a la nueva generación, le corresponde complementarla
con acciones creativas que vayan hacia la comunidad.
Los jóvenes deben descubrirse protagonistas de la cultura, son la
posibilidad del aporte creador, potencial; están recibiendo la cultura como legado y
tienen la posibilidad de criticarla y reaccionar ante ella. La juventud significa la
posibilidad de enriquecer , porque su papel es hacer su nueva versión de la cultura
recibida.
No puede haber promoción social, educativa, etc. si no se desarrollan
estos dos aspectos de la cultura: el aprender el legado, ser conscientes de él,
retomarlo con una actitud creativa.
Todo lo anterior hace ver la necesidad de espacios comunitarios de
encuentro y acercamiento, en donde el joven pueda sentirse identificado con su
propia cultura y ponga de manifiesto su potencial creativo, de acción y de
expresión.
Al hablar de espacios comunitarios, se alude a algo que rebasa a la
persona como individuo, se habla de algo colectivo, para y con los otros. No es
una actividad individualista, pero exige tener libertad individual para optar por algo
que va a servir a los demás. El aporte es individual pero dentro y para lo colectivo.
Desarrollar estos espacios donde, por un lado el joven se hace consciente de la
cultura que ha recibido con sus valores y anti-valores, y por el otro se fomenta la
creatividad en colaboración con los demás. En un primer nivel es un trabajo para
el grupo pero el efecto rebasa al grupo y se vuelca a la comunidad, en donde
comienza el fenómeno cultural.
Para la resolución de la paradoja joven-futuro/adulto-presente se tiene que
trabajar desde múltiples instancias en una profunda redefinición social del rol del
joven y en la transformación de estructuras sociales que lo excluyen. Además,
reconocer que no podemos hablar de cultura como unidad colectiva porque la
colectividad no es homogénea, hay tensiones, roces, los hombres no llegan a
consensos automáticamente, hay sectores en donde se manifiestan sub-culturas a
veces contrapuestas, el fenómeno cultural entra en esa confrontación. Se debe
promover el reconocimiento y respeto de la pluralidad, de la diversidad, de que
hay maneras diferentes de concebir la vida; Promover la cultura en estos espacios
comunitarios es promover la participación y la creatividad, permitiendo libre
expresión de nuestros aportes, no esperando que todos estén de acuerdo sino en
el respeto a la diversidad.
Comunidad, es aportar todos su propia interpretación de la vida, atreverse
a proponer a los demás. Aprender a elaborar una propuesta que tenga sentido
para nosotros en el “nosotros”. Estos espacios ayudan a que se desarrollen tipos
de concepciones, de creatividad subcultural, por ejemplo en grupos de jóvenes
frente a adultos; jóvenes frente a mujeres; jóvenes frente a niños. Hay que
reconocer que la cultura es plural, de confrontación, de propuestas de invención
frente a los demás, para que la sociedad en términos generales la asimile, la capte
y llegue dentro de la cultura mexicana un enriquecimiento que no necesariamente
tiene que ser armonioso, sino un enriquecimiento en su pluralidad, es entender el
sentido de la democracia de que yo no tengo la verdad absoluta ni debo
imponerla. Aprender la tolerancia y el respeto a la pluralidad no es fácil, se nos ha
enseñado que sólo hay que ser repetidores.
Problemática Educativa
Del total de 2,652,838 jóvenes de 15 a 29 años que vivían en 1990 en el
Distrito Federal, 1.48% no contaban con instrucción primaria, el 4.60 % tenía
primaria y el 81.60 % restante, contaba con instrucción posprimaria, en los
diferentes niveles educativos. Así, al menos en el contexto urbano, la oferta del
sistema educativo a nivel primaria y secundaria en nuestro país tiene capacidad
para responder casi la totalidad de la demanda que presentan los jóvenes. Sin
embargo, de cada 10 adolescentes que solicitan su ingreso a nivel medio superior,
sólo 4 logran concluirlo. Lo cual nos hace pensar que aunque la oferta pueda ser
adecuada, logrando ingresar un alto número de estudiantes, no se tienen
diseñadas estrategias claras que aseguren su permanencia y la conclusión de sus
estudios. Esta realidad se agudiza en niveles superiores de educación: por
ejemplo, sólo el 1% tienen oportunidad de realizar estudios universitarios. Las
graves condiciones socio-económicas en que se desarrollan los jóvenes de las
colonias urbano-populares, es un factor fundamental que precipita la deserción
esolar ya que los jóvenes se ven forzados a ingresar tempranamente al mundo
laboral para apoyar la economía familiar.
Por un lado, como ya mencionábamos, una gran proporción de jóvenes no
cuenta con los recursos económicos que les permitan mantener sus estudios o su
preparación para la vida adulta. Por otro lado, los planes educativos y el sistema
de enseñanza sólo pueden abarcar a una minoría de jóvenes mayores de 15 años,
y cuando lo logran, sitúan al joven en una posición pasiva y receptiva frente al
conocimiento proporcionado de manera repetitiva y formal.
Los programas educativos tradicionales vigentes en las escuelas públicas
tienen como criterios básicos la verticalidad y autoritarismo, donde se supone,
que, son el maestro y los adultos quienes poseen exclusivamente el conocimiento
válido, colocando al joven en una situación pasiva, en la cual tiene pocas
posibilidades de desarrollar su capacidad crítica y de toma de decisiones que le
permiten enfrentarse cotidianamente a la vida. Asimismo, el conocer se convierte
en un cúmulo de informacion que el joven tiene que aprenderse o memorizar,
muchas veces sin entender el sentido y aplicación real del mismo. Se educa para
adaptar y no para transformar o para desarrollar a la persona.
Lo que se aprende suele caracer de significado práctico para la vida
cotidiana y frecuentemente por esta falta de significación de la enseñanza, los
jóvenes desertan de la escuela, tratando de encontrar su propio camino.
De igual forma, la educación es concebida por los jóvenes más como un
requisito administrativo que facilita su incorporación al mundo laboral, que como
factor de superación o desarrollo personal, real. Generalmente, los jóvenes
requieren de un espacio en donde puedan ser escuchados y comprendidos sobre
"qué saben hacer y cómo lo hacen", más que dictarles lo que deben ser, so pena
de excluirlos del sistema educativo, vía el reporte, el castigo o el cerrarles el
ingreso a dicho sistema en cualquiera de sus niveles. Otro factor importante lo
constituye la desorientación o desconocimiento de sus aptitudes vocacionales. No
existen verdaderos canales formativos que enseñan al joven a tomar decisiones.
Esta incapacidad se refleja en la dificultad real de optar por determinado ejercicio
o estudio profesional.
Una de las contradicciones que más repercusiones tienen en la actualidad
en la vida del joven es la que existe entre la escolaridad y oferta de trabajo. La
sociedad le presenta al joven la opción de la educación formal y se le estimula
para alcanzar al nivel profesional como la mejor posibilidad de acceder a un mejor
nivel de vida. Sin embargo, el joven sabe que hoy lo que cuenta es lograr un
ingreso económico y mientras mas pronto, mejor, ya que el éxito exige experiencia
y habilidad para moverse en el actual mercado laboral siendo maleable, versátill,
capaz de adaptarse y desarrollar cualquier tipo de actividad. Es evidente que un
porcentaje significativo de jóvenes profesionistas actualmente están ejerciendo
actividades que nada tienen que ver con su profesión, este hecho desalienta a la
juventud que desea estudiar y provoca una gran frustación en aquellos que ya han
concluido una carrera.
Un elemento a subrayar en éste contexto es la limitación de la oferta y
posibilidad diferenciada de estudios según el género al que se pertenece, donde
se refleja el machismo como elemento importante del curriculum oculto.
Por lo dicho anteriormente, es preciso introducir dentro de la perspectiva
educativa necesaria para todo joven que debe prepararse para la vida, una
orientación educacional pero de sentido autogenerador, más que de tipo formal
venida del exterior. Se requiere que el colaborador del proceso educativo juvenil,
comprenda, entienda y sea capaz de apoyar y orientar el proceso vivencial que
las nuevas generaciones juveniles están experimentando desde su propia realidad
grupal y colectiva. Para ello se necesita, sobre todo, favorecer la generación de
líderes y activadores juveniles surgidos precisamente dentro de los mismos
jóvenes, capaces de recrear y transmitir a otros jóvenes el propio aprendizaje
juvenil para el nuevo mundo que les toca activar y hacer participar de manera
renovante en su relevo generacional.
Se trata de una educación (no-formal o incidental) juvenil autogestiva y
dinámica en la que el adulto “educador” participe (y aprenda) no a la manera
paternalista (menos, en la autoritaria) sino con un sentido de compromiso,
coparticipación, donación, recepción e intercambio. Lo que salga de esta
educación debe ser producto más de los jóvenes mismos en su búsqueda
“apoyada” y “apuntada” más que de la asimilación pasiva de un mensaje cerrado,
ya elaborado de antemano por los adultos o por las instituciones formales de la
sociedad global.
Problemática Laboral
El Problema de trabajo juvenil tiene diversas vertientes:
En la mayor parte de la población mexicana (cerca de un 80%) se espera
que el joven se incorpore a la fuerza de trabajo desde los 15 años o aún desde
antes. Las familias de los sectores populares (subproletarias y proletarias) cada
vez más, requieren de aportaciones al ingreso familiar por parte de los
jóvenes. De ahí la relevancia del tema y la problemática general por las
dificultades que los jóvenes tienen para incorporarse al trabajo productivo.
El 55% de los jóvenes trabajan, la mayoría de las veces, después de una
larga y, muy a menudo infructuosa, búsqueda de ingreso al mercado formal del
trabajo; muchos lo hacen a cambio de un salario irrisorio o insuficiente, con
escasas prestaciones laborales y en condiciones de trabajo no siempre
apropiadas a su seguridad y eficiencia. La gran mayoría están inmersos en el mar
de la economía subterránea y casi un tercio en el del desempleo, con escasa
orientación vocacional para el empleo y en muchas ocasiones, recurren a las
actividades delictivas para "irla pasando". La mayor proporción de los jóvenes
ocupados trabajan en el sector terciario y la menor en el primario, situación inversa
a la registrada en 1970. La distribución sectorial para las mujeres es muy desigual
(sólo 3% en el sector primario vs 66% el terciario), a diferencia de los varones
cuyos porcentajes son más semejantes (25.8% y 37.8%, en el mismo orden).
En una situación como la actual el problema del desempleo es una de las
grandes preocupaciones. Se habla de una tasa de desempleo abierto de más del
15% (algunos expertos la estiman en 30%), pero sobre todo del subempleo
(ocupación disfrazada) que abarca al 60% de la población económicamente activa.
Esta situación afecta de manera especial a la población juvenil, dado que
el joven no cuenta con capacitación en años de experiencia para competir por un
empleo que se lo exige. Esto sitúa a los jóvenes en condiciones de desventaja
patente, en una submarginación social.
Es así como se genera un círculo vicioso de causas y efectos sobre la
capacitación y ocupación juvenil que requieren de una acción decisiva en uno y
otro sentido. Pero la inclusión de esta dimensión en una promoción juvenil,
requiere de una visión de conjunto en la que se generen modelos de participación
juvenil y formas de incorporación a la actividad productiva en múltiples
alternativas y con diversos procesos interconectados entre sí.
Problemática en Salud
La salud y la enfermedad no son acontecimientos separados y exclusivos
de nuestra vida personal. La calidad de la vida, el cuidado y la promoción de la
salud, la prevención, la rehabilitación, los problemas de salud, y la muerte misma,
acontecen en el denso tejido social y ecológico en el que transcurre la historia
personal y comunitaria. La salud, su cultivo, su deterioro o pérdida irreparable
están inexorablemente ligados a los modos de vida social, a los riesgos y retos
ambientales, a los alimentos que consumimos, a la vida productiva, a la
distribución desigual de los recursos socioeconómicos y, en definitiva, al espacio
público en el que vivimos. No podemos ignorar el sistema político responsable de
definir las prioridades del país y de decretar el valor que la salud y las condiciones
que favorecen una cultura de la salud han de tener en las acciones de gobierno.
Los problemas económicos del país derivan directamente en problemas de
salud de la población que van desde las repercusiones sobre el desarrollo,
producto de una mala alimentación, hasta serios transtornos de la salud general
(física y psíquica) que derivan en problemas tan complejos como es la
drogadicción o el suicidio juvenil.
La salud juvenil está atacada por factores tan diversos y complejos que
van desde la mala alimentación hasta la drogadicción juvenil. Según datos
estadísticos sobre las principales causas de mortalidad para personas de 5 a 14
años, éstas tienen que ver con actos de violencia o imprudencia, y para personas
de 15 a 24 años se mantienen, agregándose la cirrosis y otras enfermedades
crónicas del hígado. Una serie de problemas de salud que ha cobrado
dimensiones alarmantes está relacionado con la sexualidad: embarazos
prematuros y/o indeseados, sida y enfermedades venéreas, abortos, maltrato
sexual, etc. Es claro que muchos de estos problemas podrían ser prevenidos con
las medidas adecuadas o una orientación oportuna.
Según encuestas realizadas en los barrios donde existen Centros
Juveniles resaltan las siguientes necesidades en el área de la salud: En los niños
principalmente desnutrición, enfermedades gastrointestinales, respiratorias y
caries bucal; En adolescentes sobresale la drogadicción y violencia; En jóvenes:
falta de educación sexual y Violencia; En los adultos se manifiestan con mayor
frecuencia enfermedades degenerativas y cardiovasculares; En la población
general: deficiencia en la atención médica de urgencia, contaminación, carencia
de áreas verdes.
La atención oficial queda minimizada en muchos sentidos por la
burocratización y despersonalización de las instituciones que prestan los servicios
y por la estigmatización de quienes los reciben. En mucho, las alternativas frente a
los problemas de salud juvenil quedan desarticuladas de su implicación
psicosocial y educativa. Esta desarticulación se manifiesta claramente en acciones
exclusivas que muchas veces van encaminadas solamente hacia estrategias de
rehabilitación física biológica más que en acciones preventivas (educativas, de
orientación valoral, de información, etc.).
El problema de la farmacodependencia juvenil es tan importante que para
muchos es "El problema", ya que repercute no sólo en la salud física y psíquica de
los jóvenes, situación en sí misma grave, sino que también tiene fuertes
repercusiones familiares y sociales. La importancia que ha llegado a tener entre
los jóvenes hace que se requiera una particular atención pues ésta es una de las
manifestaciones más claras de la necesidad de evasión del joven frente a una
sociedad en crisis que no le brinda perspectivas.
Las causas de la farmacodependencia juvenil son múltiples y complejas y
demanda más que de acciones paliativas de rehabilitación, otras básicamente
formativas y promocionales que ofrezcan opciones concretas de bienestar en
todos los órdenes, haciendo participar a la comunidad entera en los procesos de
rehabilitación.
En los últimos años se ha constatado que la intervención clínica
terapéutica sobre el individuo, e incluso la familia, no ha sido suficientemente
eficaz para dar solución, porque la dinámica homeostásica y homeorética del
contexto permanece inalterada y es más fuerte que los sujetos. Los efectos de la
cura, aunque se den, no permanecen en el tiempo y los casos de recaídas son
numerosos. Por esto se ha visto la necesidad de buscar formas de intervención
que modifiquen el contexto en el cual se manifiesta la situación crítica. La finalidad
misma de la prevención se redefine como la de "devolver dignidad, capacidad y
competencia al contexto del cual formamos parte", en todas sus articulaciones, a
fin de que se pueda producir un cambio con respecto a la generación,
estabilización e involución de la farmacodependencia.
La acción encauzadora en este sentido no puede quedarse en el trabajo de
rehabilitación a la población juvenil afectada, menos aún en una labor de atención
personal a casos, que pudiera extenderse indefinidamente y absorber la
dedicación de un personal profesional especializado muy numeroso. Una
estrategia dirigida a la población y a los grupos con jóvenes sanos puede generar
una acción dinámica preventiva de los mismos jóvenes no afectados directamente
para impedir las adicciones en el resto de la población joven mayoritaria no
vulnerada e incluso apta para favorecer los canales de recuperación en ambientes
juveniles sanos de aquellos que ya se encuentran iniciados en el proceso adictivo.
Ante otros elementos de la salud juvenil también se requiere de acciones
preventivas en un marco de promoción psicosocial, en el que se incluya la
nutrición, la orientación de la sexualidad, la higiene mental y física, el deporte, la
sana distracción comunitaria y juvenil, así como el desplazamiento y prevención
de adicciones (tabaquismo, alcoholismo, drogadicción) y prácticas de
promiscuidad, violencia, para-criminalidad o criminalidad, etc. Se debe
instrumentar una estrategia dirigida a las redes sociales que pueda generar un
sistema de acciones preventivas y promocionales, donde el joven desempeña el
doble papel de agente y destinatario. Este sistema debe propiciar y crear las
condiciones para el mejoramiento paulatino de la calidad de vida.
2

II.1 Sociedad Civil


II.1.1 La sociedad civil como manifestaciones de la vida cotidiana
Existen muchos enfoques teóricos para abordar el tema de la sociedad civil. Por
ejemplo, Gramci entiende por sociedad civil la suma de todas las relaciones
sociales (instituciones, movimientos, procesos, etc.) que no son parte de la
sociedad política, es decir, no reguladas por el gobierno o los partidos políticos.
Para nosotros, hablar de sociedad civil es hablar de la forma en que los miembros
de una sociedad viven entre sí en su ámbito cotidiano, como actores de un
horizonte histórico y un lugar determinados, es decir, es hablar de la vida cotidiana
del ser humano común. Ser humano común u hombre-pueblo que vive la vida en
el seno mismo de su propia red social, asumiendo el legado de quienes le
precedieron y transmitiéndolo, de alguna manera, enriquecido. El es el productor y
reproductor de la vida. Su vida necesariamente tiene que ver con su nacer, crecer,
aprender, su participar, experimentar, transmitir, luchar, su producir vida y cosas,
su legar y, finalmente, su morir.
Al hablar de la vida cotidiana, no nos referimos, necesariamente, a vida privada, o,
mucho menos, a la privatización de la existencia o individualización, porque el
hombre y la mujer la viven con "los suyos", y unos y otros conviven
intergeneracionalmente, lo cual significa que el ser humano necesariamente
asume su existencia cotidiana, como co-existencia, en convivencia directa e
indirecta. Antes de la sociedad capitalista este mundo del "nos" quedaba
comprendido en la "comunidad local". En la sociedad capitalista, se convierte más
bien en el ámbito de una "clase social", de un agrupamiento o simplemente, de un
"sector poblacional".
El propósito existencial, al nivel de "las personas comunes", es vivir un día con
otro entre "los suyos", de la mejor manera posible. Vivir cotidianamente cada vez
mejor sin perder lo logrado entre los suyos, sin dejar que se los quiten, dando
lugar a que los que vienen detrás reciban lo que se les deja, pero incorporando
algo más. Sobre todo, en lo que respecta a calidad de vida. Por eso, cuando
aparece la restricción a la expansión del propio ser, hay disminución, retroceso,
limitación, dolor. La pérdida de un ser querido, la enfermedad y la muerte, cuando
no dan lugar a recuperación de la vida, significan daños irreparables. En menor
escala, la pérdida de la salud, del propio tiempo y del propio sentir, son otros
tantos perjuicios no deseados.
El hombre y la mujer asumen la vida tal cual, recibiéndola, produciéndola,
experimentándola y tratando de continuarla siempre de alguna manera, en una
larga cadena intergeneracional: ¿de quién vine, con quién voy, quién viene
detrás? Y en todo ello una aspiración: querer ser feliz, es decir, vivir la vida en
forma sastifactoria, compartiéndola con los "suyos".
En todo esto hay una fuerza vital que busca el "nos" -aún en los casos de la
llamada "anormalidad" o"desviación"- ser como éstos frente a aquéllos, pero ser.

II.1.2 El proceso inconcluso de construcción de nuestra sociedad civil


En México, históricamente, se ha vivido, una dinámica social dual, ambigua y
ambivalente, desde tiempos prehispánicos, pero, sobre todo, a partir de la Colonia:
al lado de la cultura oficial, institucional, dominante, quedó operante, si bien de
manera informal, una cultura sumergida y resistente, aprendida en el seno del
microcosmos familiar. Esta dinámica adquiere vigencia desde el siglo XVI, en
cuanto a la división en los dos sistemas de organización social del país: la
sociedad civil y la sociedad política. La Iglesia asumió la constitución de la hoy
llamada "sociedad civil", a través de la formación de las comunidades-pueblos
referidos a las parroquias y congregacionados en múltiples corporaciones
sociales, que encauzaban la asociación productiva, artesanal, y campesina. Por
otro lado, el Gobierno Virreinal se hizo cargo de la milicia, de las intendencias y de
los controles burocráticos, sobre la base de un ordenamiento de la economía
relacionada con las tierras y minas.
A partir de la independencia, la dualidad Iglesia-Estado fue alterada y, finalmente,
rota. La pugna entre los dos poderes se continúa en la lucha entre liberales y
conservadores durante todo el siglo XIX, representando la dinámica conflictiva de
las relaciones entre las cúpulas de la sociedad civil y la sociedad política.
La Revolución tampoco cambia las bases de esa antigua dinámica y estructura
dual civil-política. El intento de Vasconcelos para retomar el espíritu misional de
los religiosos y la sustitución del liderazgo eclesial por el académico, bajo la
rectoría del gobierno revolucionario, es muy significativo, pero insuficiente, y en
buena parte, frustrado. La sociedad civil se repliega sobre sí misma, y aunque
acepta la organización de un Estado que repentinamente se autodeclara populista,
queda desarticulada en sí misma y admite con fatalismo que sus líderes sean
coptados y corrompidos sistemáticamente. Es la época del nacimiento de la
institucionalización "nueva", malamente llamada revolucionaria, engendrada
durante las décadas de los años veinte y treinta en las que se creó un sistema de
arreglos, componendas y negociación entre facciones de caudillos, militares,
caciques y anteriores hacendados. Estos últimos desplazaron su interés
productivo hacia la futura industrialización aún inexistente. La Iglesia recibió
también, en ese momento, su más fuerte golpe y perdió fuerza moral ante sus más
acendrados seguidores. Con ello, se le condujo a una perspectiva burocrática y de
"capilla para dentro" que vino a repercutir en su acción en las siguientes décadas.
Apareció, después, durante las décadas de los cuarenta y cincuenta, la
industrialización de corte capitalista, esencia del sistema socio-económico
mexicano, que ha afectado definitivamente la vida cotidiana.
En la década de los años sesenta se impone el enfoque del "desarrollo", dentro de
una clara perspectiva de crecimiento industrial, de tecnocracia y burocratismo en
un régimen autodenominado de "economía mixta": el Estado Mexicano se
convierte en la principal entidad detentadora de capital. Apuntalado por una fuerte
propaganda triunfalista: el gran mito del "milagro mexicano". Se presenta, de esta
forma, una vida cotidiana con cierta expectativa de logros de modernización, pero,
en clara ambivalencia, con una importante toma de conciencia del llamado
subdesarrollo. Es tanto el momento del debilitamiento del movimiento jaramillista
(al ser asesinados Rubén Jaramillo y su familia en 1962) como del surgimiento del
movimiento médico (1964-65), uno de los enfrentamientos clave entre la sociedad
civil y la política.
En la segunda mitad de la década, que abarca el sexenio de Díaz Ordaz, se va
agudizando la desilusión por ese desarrollo aparente y por el crecimiento de las
contradicciones del sistema, tanto en lo político, como en lo económico y en lo
cultural-ideológico. Así, en 1968, se inicia el movimiento estudiantil que, al ser
reprimido en forma sangrienta, conmueve al país. La celebración de las
olimpiadas, inauguradas a los diez días de la masacre de Tlalteloco, son un
contrapunto de ambivalencia: eficiencia de la organización mexicana y desengaño
sobre la capacidad juvenil para corregir el llamado "establecimiento" y su violencia
institucionalizada. Simultáneamente, comienza un cambio al interior de la Iglesia
Católica, derivado de la apertura conciliar y manifestado a través de una militancia
distinta. El nuevo orden social se presenta con frustación, crisis moral y con
subdesarrollo creciente.
A principios de los setentas, Echeverría quiso recuperar la confianza perdida y
hubo una cierta apertura hacia la izquierda. Hay grandes gastos de gobierno y
aparecen declaraciones públicas con una ideología tercermundista y populista. A
pesar de ello el impacto del deterioro socio-económico en la vida cotidiana popular
va en crecimiento. La corrupción administrativa también aumenta. Se reafirma un
descrédito popular al gobernante.
A finales de la década se inicia una fuerte crisis económica y la devaluación del
peso mexicano. El régimen de López Portillo comienza con un plan de
recuperación económica manifestando en tres grandes políticas: energéticos (que
abre una aparente salvación financiera al país, aunque agudiza la inflación);
ocupación-producción, y agricultura-alimentación, que de hecho se pospone hasta
la nueva década. La existencia cotidiana del pueblo sufre en este lapso el
encarecimiento del costo de la vida y el aumento de la carga fiscal. Aparentemente
hay, sin embargo, un respiro al sistema, en el que se incluye una reforma política
que reanima un poco anteriores tendencias ideólogicas y nuevos partidos políticos
de oposición, ahora legalizados.
La década de los ochentas, como es sabido, resultó catastrófica. A la crisis
aparecida al final del sexenio lopezportillista, tanto de orden económico como
moral, siguió una administración conservadora e incolora que agravó mayormente
la relación entre el Estado y la sociedad civil.
Es en este periodo, en que se inició un proyecto de corte neoliberal. Esto no quitó
el hecho de que, aún cuando el proceso nacional de industrialización sufrió una
sensible recesión, la "modernización" haya avanzado notablemente a la par que
se acentuaban los problemas del deterioro de los salarios y de los niveles de vida
del 80% de la población mexicana. La burocracia se vió igualmente expandida en
su población trabajadora y en su prepotencia antidemocrática. Su crisis por
corrupción, ineficiencia, costo económico ha caracterizado un proceso de aparente
ajuste de la misma, mediante la venta de las empresas semipúblicas. Sin
embargo, el burocratismo no parece haber disminuído como sistema de control y
manejo de los conflictos sociales. Y no sólo el Estado se ha concentrado en su
burocracia, también las instituciones académicas, las iglesias, las grandes y
medianas empresas, las organizaciones sociales, culturales, educativas, artísticas,
recreativas, deportivas, de salud.
Frente a esa realidad, la cultura de la informalidad, de la actividad sumergida y el
descrédito de todas las grandes instituciones altamente burocratizadas, viene a
ser, a la entrada de la década final de este siglo, altamente sintomática. La
cotidianidad informal contrasta fuertemente con la formalidad de las
organizaciones poderosas.
Hay en todo este proceso una determinada contradicción intríseca que ha tratado
de sintetizarse con una pseudodialéctica de la ambiguedad y de la ambivalencia, a
través de los diferentes regímenes sucesivos postrevolucionarios que han
pretendido mostrarse populistas, siendo netamente burgueses; que se dicen
revolucionarios, siendo en muy alta medida, estabilizadores de un orden social de
desigualdad e injusticia; que se plantean como democráticos, cuando en realidad
son "autocráticos", en la medida que corresponden a intereses privativos de
ciertas minorías.
A medida que la "modernización" se adelanta, no sólo trae consigo nuevas formas
de vida cotidiana, cada vez más dependientes de exterior, sino que tiende a
destruir la dinámica de la realidad endógenea al nivel de toda cultura local, pero
también de la regional y nacional. Esta destrucción no es otra cosa sino el mismo
fenómeno de expropiación de valor producido por el esfuerzo humano, expresado
en términos de vida cotidiana familiar, laboral y comunitaria, con la pérdida de su
sentido, al quedar sujeto a otra lógica: la de la modernización.
Sin embargo, la sociedad civil ha comenzado a tomar un papel protagónico y
parece entrar en un proceso de democratización social que parece despuntar en
muchos sentidos: la emergencia de las bandas juveniles como una forma de auto-
organización espontánea para manifestar su rechazo y desencanto ante los
efectos de la crisis económica y frente a una sociedad que los margina y agrede;
la respuesta de movilización urbana ante los sismos del 85; el Consejo Estudiantil
Universitario y las diversas formas organizativas de repudio y resistencia civil
posteriores a las elecciones del 88. Todo esto, sin mencionar la infinidad de
organizaciones que, a diferentes niveles, se han venido reproduciendo en todo el
país y que van desde agrupaciones más formales, como las ONG's, hasta los
pequeños y casi anónimos grupos barriales y vecinales, que en su conjunto llenan
una amplísima gama de servicios y atienden a casi todos los sectores de
población. Es decir, hoy en día hay un despertar de la sociedad civil, un reclamo
ciudadano por consolidar espacios con mayor autonomía, por una mayor
presencia e influencia en la toma de decisiones políticas. Vivimos una sociedad
civil más fuerte a través de la movilización y organización de sus principales
actores sociales -mujeres, jóvenes, ecologistas, etc.-, que exige y arrebata
espacios decisionales a la acción estatal.

El proyecto de Centros Juveniles de Barrio asume la organización comunitaria


como una de las posibilidades de expresión y fortalecimiento de la sociedad civil.
Las relaciones sociales diferentes de las relaciones políticas y que, consideramos,
en este momento es de vital importancia fortalecer desde diferentes frentes. "La
falta esencial en nuestro desarrollo como país, es precisamente la de una
sociedad civil vigorosa y capaz de generar, a partir de la hegemonía moral y real
de sus representantes, a la misma sociedad política -no al revés-, para que la
relación entre ambos pudiere significar un nuevo Estado mucho más enriquecido y
vitalizado".
El proyecto CJB, como veremos con más detalle en la sección II.3, cree en la
importancia de estructurar y fortalecer la acción de la sociedad civil en uno de los
tantos frentes de que ésta se vale para hacer presencia: a nivel micro, en los
barrios populares, a nivel de estructuración social desde los pequeños grupos con
la intencionalidad de que el trabajo juvenil- comunitario, les dé la posibilidad a los
jóvenes y adultos de un barrio de experienciar como sujetos activos en torno a una
realidad común que los una y los convoque, es decir, en donde se conviertan en
protagonistas de la transformación de su contexto social inmediato, en
corresponsables los unos de los otros y les ofrezca la posibilidad de apropiarse de
sus barrios como un espacio en el que pueden decidir y no ser decididos.

II.1.3 Los barrios como unidades de la sociedad civil


El proceso de formación de la sociedad civil se da a partir de procesos informales
de tipo histórico, mediante varias instancias de estructuración de las relaciones
sociales. En estas instancias surgen unidades grupales o sistemas que actúan
como sujetos históricos, al mismo tiempo que integran a sus miembros, a través
de una compleja red de redes sociales. La construcción de estos sistemas o
agrupamientos en todo su proceso de desarrollo es obra de “los mismos pueblos”.
Los individuos encuentran en ellos su identidad; fuera de ellos, se sienten
apátridas, sin raíz y sin sentido vital. Su sentido común como expresión de una
sabiduría humana acumulada es tomado “gratuitamente” de su grupo. Se “es” a
partir de lo que el grupo llega a ser. Se actúa en relación al grupo de pertenencia.
Se hereda de él una capacidad que puede llegar incluso a oponerse al grupo
mismo, pero que, en el fondo, existe gracias a él. Cuando el grupo rechaza al
individuo éste pierde su estabilidad social, pero, también, emocional, y reacciona
buscando su reincorporación o su integración o a otro sustituto, o bien intenta la
modificación del sistema mismo -de origen o adopción- uniéndose a otras
personas en situación semejante.
Dentro del sistema global de pertenencia existen subsistemas parciales en los que
se puede acoger o en las que es factible encauzar la diferencia, la disidencia. Así,
el cambio endógeno resulta una dinámica natural del propio sistema. Las
presiones externas provocarán otras reacciones quizá más radicales, pero el
cambio no se puede dar si al interior no existe la dinámica endógena propia.
Mientras ésta sea más poderosa, el cambio será más congruente a la propia
historia y su consistencia será auténtica.
Lo anterior, nos permite entender el sentido “natural” de los sistemas comunitarios
en sus instancias básicas. La formación de las comunidades nacionales,
regionales y locales están en esta perspectiva, junto con todas las unidades
internas de cohesión articulante entre los sujetos colectivos que la integran: el
grupo étnico en niveles clánicos, tribales o metatribales; los linajes y conjuntos
familiares de consanguinidad y afinidad; las localidades específicas de aldea,
poblado rural, suburbano y urbano, propiamente dichos.
En cada uno aparecen redes sociales intergeneracionalmente presentes, en
procesos interpuestos de sucesión. Hay un hilo conductor del sentido de la vida
social vivido en la cotidianidad de la red social o en la red de redes (cf. concepto
de holón). Las oposiciones internas no son, casi siempre, sino la expresión de la
estrategia vital dialéctica del sistema entero en expansión o en contracción.
Hay, sin embargo, dialécticas imposibles de sintetizar en el sujeto colectivo,
cuando las distancias entre unos y otros generan polarizaciones y asimetrías
irreconciliables. Se puede dar lugar a la reproducción por separación, o por simple
desprendimiento, de algunos elementos. A veces se trata de una lucha interna o
de una desintegración de la unidad anterior. La organización política juega en todo
esto un papel definitivo. La organización económica también, en el sentido de su
propio mantenimiento material y en el de su expansión productiva. Pero la
verdadera protagonista de toda la vida colectiva es la llamada “sociedad civil” con
todos sus componentes que viven la vida cotidiana en la sucesión de las
generaciones intercaladas en un entramado vivo y dinámico de relaciones: una red
de redes sociales que forma un ecosistema social autopoyético.
Sin embargo, visto en el proceso de desarrollo de la sociedad civil, la ciudad
aparece como un espacio social en el que la concentración poblacional obedece a
procesos de concentración de los recursos económicos y de poder ejercidos en
una zona, región o país entero. La ciudad moderna se convierte en la maquinaria
misma de la reproducción de la vida social. Con ello, articula a sus subunidades
componentes y obliga a sus miembros a vivir en su propia dinámica de
acumulación y de reproducción de las fuerzas sociales: población urbanizada en
una aglomeración masiva de espacios y equipamiento acumulativos, útiles a su
dinámica no sólo industrial, de bienes sino también de servicios, comercio,
consumo creciente y espacios encarecidos por su propia plusvalía. Hasta que su
contradicción interna la obligue a no soportarse a sí misma.
En su proceso de crecimiento, la ciudad responde a dos grandes procesos de
cambio en la sociedad civil: uno de tipo más bien endógeno que obedece a su
propia reproducción orgánica interna y de crecimiento natural; y el otro, al proceso
de acumulación zonal y regional y, por lo tanto, al de su crecimiento derivado de
las relaciones exógenas.
En el primer proceso, la ciudad histórica tiene en su seno una organicidad básica
que se desarrolla o se empobrece con el tiempo. Hay un equilibrio ecológico
básico en la que el espacio ocupado es administrado por una población-
comunitaria, a través del tiempo. Va quedando retratada la fisonomía del sujeto
plural colectivo en una urbanización realizada como un proceso social de
asentamiento y construcción social más que como una política urbanística hecha
por el poder político. El pueblo construye su ciudad y le da una fisonomía propia
en su variedad y en su ocupación sucesiva intergeneracional. La ciudad se hace
cotidianamente y refleja el horizonte de las redes sociales que comprende y que
se desarrollan en su seno. Las autoridades sólo responden a este proceso y lo
ayudan a plasmarse. De ahí que los barrios constituyen la organicidad de la
ciudad. En este proceso endógeno, la ciudad tiene incluso una extraordinaria
capacidad para acoger a núcleos enteros de nueva población. Más aún, la ciudad
reconoce, como entidad global, la estratificación interna de su población dividida
en clases, a veces radicalmente contrastantes. Los barrios reflejan esta sociedad
clasista pero quedan, de alguna manera, integrados en el complejo urbano. Con
tal de que se desarrollen como un ecosistema-red de redes sociales.
Pero cuando la ciudad, en su proceso de concentración regional de capital,
producción, comercialización, o de poder político, cultural y social, realiza una
expropiación mayor de la capacidad y de los recursos de la región, el proceso
cambia radicalmente. La población regional, en sus pueblos y pequeñas ciudades,
desgaja de su sociedad civil grandes contingentes de población incapaz de ser
retenidos en su lugar de origen. Los envía entonces a la gran ciudad
capitalizadora de energías. El flujo exógeno rebasa la capacidad endógena de
organicidad para un crecimiento natural acelerado, pero sobre todo, para un
proceso inmigrante de elevadas proporciones. La ciudad se convierte entonces en
una aglomeración demográfica creciente en volumen y densidades. Con
problemas de yuxtaposición de viviendas y con “fraccionamientos” malamente
encauzados por un proceso de planeación urbanística puramente formal que se va
a llamar eufemísticamente con el término de “colonias”. En realidad este sistema
no hace sino seguir el proceso de explotación de la producción de espacios
urbanos como parte misma de la dinámica acumulativa de una plusvalía capitalista
que podríamos llamar con más propiedad, capitalismo urbanístico. La sociedad
política tiene que “construir” artificialmente las nuevas unidades urbanas como
respuesta a esta doble presión capitalista y demográfica. Como esto resulta fuera
de un proceso social histórico vivido por la propia población, la sociedad política
entrega al negociante dicho proceso urbanístico. Se instituyen las colonias
mediante el fraccionamiento de la tierra que se lotifica para su venta. Se negocia
al máximo el espacio, el acondicionamiento físico, el equipamiento urbano, los
servicios básicos, y sobre todo, la construcción de la vivienda. La sociedad civil ya
no construye la ciudad que habita; la ocupa simplemente y paga por ello. Los
colonos no son en realidad “colonos” fundadores de su “barrio”, ni forman los
nodos de una red social. La colonia está formada por compradores y arrendatarios
de lotes y casas que se desconocen originalmente entre sí. No fue un proceso
conjunto ni comunitario el que generó cada nueva colonia. Fue una compraventa o
un contrato de arrendamiento. Sólo la población marginal que no pudo tener
acceso a las colonias urbanizadas, ubicada en las zonas externas del área
“preparada” es quien construye por sí misma sus viviendas y los nuevos barrios,
que con identificación peyorativa llamamos “barriadas”, o más
falsamente, “colonias proletarias”. En muchos de estos casos, se trata de redes
familiares desprendidas de redes sociales más amplias, venidas de un pueblo
rural o de una zona específica. Hay en ello mucho de un proceso “natural” de
conformación original de un barrio. Pero la ciudad está ya rebasada en su
integración conjunta y los considera impersonalmente como “zona marginal”. Los
empleadores aprovecharán la presencia de estos “marginados” para usar su mano
de obra barata en los servicios, comercio, construcción, talleres, industria,
actividades no calificadas del sector público, etc., pero sin favorecer una
vinculación entre ellos. Esta no parece convenir a los sectores medios y altos de la
población. Son peligrosos. Se alude entonces, y se promueve el modelo propio de
las colonias de las clases medias, en el que cada familia y cada quien se encierra
en sí mismo: su red se transforma en un cluster (pandilla o grupo exclusivista),
dando lugar a una situación de clausura (red con alta densidad y baja extensión) o
de aislamiento (red con baja densidad y baja extensión). El modelo de familia
nuclear, atomizado, propio de la vida moderna-urbana, separa en el espacio físico
y social a las redes de relación parental, básicas en las estrategias de subsistencia
y en el apoyo y promoción de los nuevos matrimonios. La tendencia liberal
individualista se proyecta en un sentido de rompimiento y ruptura generacional, lo
cual está grandemente relacionado con la posible separación conyugal. Este
modelo de desarrollo personal y de familias nucleares independientes entre sí, que
favorece la destrucción de las redes sociales, discutible para sectores medios de
la población, es mucho más discutible para ser pauta en el desarrollo de los
pobres. La estrategia de subsistencia de éstos está basada en las redes sociales y
sus relaciones de ayuda mutua. Idealizar su aislamiento y su compromiso
recíproco es atentar a la base de su misma subsistencia cotidiana, incluso entre
padres, hijos y hermanos entre sí. Estamos ante la sociedad masiva sin
organicidad en su base civil, la sociedad sin redes sociales. La indigencia y el
desvalimiento de los individuos, en este contexto sin sentido comunitario y sin
convivialidad básica entre sí produce una soledad de doble marginación. Las
instituciones de asistencia social no han ayudado -salvo excepciones- a mejorar el
proceso. A veces lo agravan. Favorecen comúnmente la separación de los
necesitados entre los suyos que, aunque pobres, son los únicos que pueden
reintegrar a sus propios miembros a la sociedad a la que pertenecen.
Ante esta realidad, nos planteamos como necesario redescubrir los elementos y
los recursos de estos barrios, especialmente los que no son verdaderos barrios
sino “colonias urbanas y suburbanas” de agregación inorgánica. Tanto los
marginales, como las de tipo proletarial y hasta de nivel medio. Necesitamos
analizar sus elementos como posibles instancias de mediación social autogestiva
para que, a partir de este estudio, podamos reinvertir un proceso social en el que
la promoción social no resulte, como hasta ahora, más bien anacrónica o
puramente exógena, sino parte del mismo proceso interno de solidaridad
comunitaria. Esto devolvería al barrio su potencialidad como aporte a una nueva
alternativa de desarrollo urbano, ya que hay en la historia de nuestras ciudades
toda una pista de desarrollo endógeno y de sociedad civil orgánica al nivel de su
propia composición comunitaria, construida a escala humana.
El barrio socialmente integrado en redes de una sociedad orgánicamente solidaria
puede ser una instancia de acción colectiva frente a sus necesidades cotidianas y
a sus perspectivas seculares. Sin embargo, la manifestación del barrio como
espacio-construcción-servicios puede encubrirnos algo mucho más trascendente
para la comprensión de esta realidad humana y para una consecuente acción de
asistencia social. Por ello es fundamental considerar la dinámica del barrio a partir
de su historia intergeneracional porque da una proyección especialmente
significativa.
Primeramente, nos permite un acercamiento a su identificación colectiva. No hay
personalidad sin biografía. La del barrio tradicional es muy característica. La de la
colonia formal parece no serlo. Pero, la historia se hace con el tiempo. Cada
generación aporta su cuota de historia. La misma migración y asentamiento, en un
período determinado, llega a identificar a conjuntos de familias en sus ciclos de
desarrollo, aunque a veces suceda lo contrario.
La falta de reserva territorial al nivel de colonia para prever su expansión por
crecimiento natural provoca, en una ciudad de fraccionamientos agotados, la
salida de los jóvenes. Esto trae como consecuencia, frecuentemente, el
envejecimiento natural de una colonia y la pérdida de la sucesión continuada que
da lugar al sentido comunitario.
La familia nuclear de la clase media exalta su autonomía respecto a padres y
parientes, pero también respecto a vecinos. Unos y otros parecen ser sustituidos
por las amistades más bien individuales. Esto precipita la disgregación familiar, a
veces prematuramente. Las amistades familiares son cada vez menos
compartidas por los miembros de la familia. La relación vecinal, en un plano
accidental, no reemplaza a la red interfamiliar. La atomización divide a todos,
disgrega la red social o hace sus lazos más tenues, dando lugar a la situación de
anonimato, es decir, una red social con baja densidad y alta extensión. El sistema
capitalista acaba por romper las solidaridades adscriptivas, pero también las
vecinales. El modelo propicia la desintegración social. La psicología
individualizante no es capaz de recuperar la identidad perdida. La historia familiar
queda olvidada en la trayectoria individual egocéntrica y crítica. La historia del
barrio, más aún, la historia de la red social pierde sentido.
La aplicación de este modelo en los ambientes populares es aún más catastrófica.
La estrategia de sobrevivencia familiar y de clase obliga a una más estrecha
solidaridad. "Son los míos" quienes me pueden ayudar para subsistir, es mi red
social la que me da soporte.
Cuando el modelo liberal-individualista aparece y el rompimiento de la historia
familiar conjunta -intergeneracional y lateral- es un hecho, unido a la pérdida de la
identidad y de pertenencia a una red social y, por ende, a un barrio de vecinos, el
desvalimiento es trágico. El individuo queda aislado de su mundo de apoyo.
Nadie puede recuperar este desvalimiento: las agencias de asistencia social
foráneas al barrio, y la reclusión en ellas pueden significar un mal menor, pero
suficientemente grande como para descartar frecuentemente la reintegración
social del afectado; menos aún para favorecer la solidaridad grupal.
Analizar los barrios según la historia de su solidaridad en la sucesión generacional
es útil para identificar recursos de solidaridad aparentemente perdidos pero
rescatables a condición de hacerlos conscientes en las familias y en las redes
sociales, especialmente de relación interfamiliar, que van más allá de un
encuentro fortuito o de la misma unidad familiar puramente nuclear, entre padres e
hijos, con relaciones deterioradas en su interior.
Pero también este criterio permitiría supuestamente replantear la historia sucesiva
de cualquier colonia, a partir de un momento de convivencia clave que hace
historia en ella: la fundación de un centro comunitario, la de su templo, la de su
escuela; la participación en un programa de ayuda mutua...
II.1.3 Conclusiones
La sociedad política no sustituye a la sociedad civil. Está, más bien, en función de
ella. Destruir su organicidad, apoyando preferencialmente a los procesos de
acumulación de capital, a la producción industrial de objetos superfluos y costosos
y a la monetarización y comercialización de todas las acciones humanas, es
atentar contra la propia energía social de todos. Es además, entregarse a la
dependencia externa de quienes mueven en última instancia el capital, la moneda,
el negocio, y por ello, tienen un poder trasnacional y metanacional. Apuntamos, en
cambio una estrategia diferente en la cual la acción social tenga un papel
importante a la vez que simbólico pero trascendente. Se busca un modo de
encauzar los procesos de la acción de la sociedad civil a su nivel de barrio para
que ésta, por sí misma genere su propio modelo de desarrollo, es decir, se trata
de apuntalar la base de la sociedad civil en su fuerza de interrelación grupal
propia, se trata de reactivar las capacidades y competencias de las redes sociales:
agregarlas donde estén parcialmente disgregadas, fortalecerlas donde estén
debilitadas, restablecerlas donde estén rotas y ampliarlas donde sean muy
pequeñas. Esta unidad de esfuerzos resuelve, en primera instancia, la necesidad
de apoyo efectivo y directo que está presente en el desvalido.
Sin embargo, estas acciones pequeñas (lo pequeño vuelve a ser hermoso. Cf.
Schumacher) a nivel local tienen un impacto macrosocial, como ejemplos
alternativos posibles (carácter simbólico, de dinamización de redes y de
redefinición social, por ejemplo: la marcha XiNich) y como nodos de una red mayor
de experiencias plurales.
A través de la suma de estas acciones a nivel micro, se busca ir configurando una
sociedad civil plural, tolerante, democrática, no violenta, participativa, solidaria,
autónoma, que vigile y exija a la sociedad política que cumpla sus obligaciones.

Ahora, antes de pasar a analizar con más detalle el concepto de promoción juvenil
comunitaria, es necesario precisar qué entendemos por juventud y clarificar su
papel en este contexto del protagonismo de la sociedad civil.

II.2 Juventud
La Juventud es un mal que se cura con el tiempo
II.2.1 Juventud, un concepto difícil de definir
La juventud (del latín iuvens, del verbo iuvare, ayudar) es un concepto complejo,
imposible de encerrar en una fórmula, por lo que no se ha llegado a un acuerdo
para definir quién es joven y, para intentar una aproximación, es necesario hacerlo
desde diferentes ángulos o enfoques disciplinarios.
II.2.2 Definición en términos temporales
Comúnmente, se define a la Juventud en términos cronológicos, como una etapa,
es decir, en función del tiempo que un sujeto ha vivido, situándolo en una escala
temporal y con límites que marcan un determinado período de tiempo. Así, lo que
define el ser joven, en última instancia, es estar situado dentro de ese rango de
edad. Los efectos sociales de ésta definición se manifiestan en que la edad
determina, en gran medida, la posibilidad de inclusión en instituciones como la
escuela o el trabajo, y en los derechos y las obligaciones jurídicas (servicio militar,
capacidad de votar, edad penal, minoría de edad legal, etc.). Sin embargo, no
existe consenso en los criterios que determinan los límites y, por lo tanto, la
duración de esa etapa: algunos la sitúan entre 15 y 24 años, otros entre los 15 y
29, etc. Esos criterios se establecen efectivamente, de acuerdo a condiciones
biológicas y psicológicas, a las pautas culturales y en las sociedades modernas,
principalmente responden a la lógica dispar de los mecanismos de definición y
control social (el ejemplo más ilustrativo, es la reciente propuesta en nuestro país
sobre la reducción de la edad penal a 16 años, al mismo tiempo que la renuencia
a disminuir, en el mismo sentido, la edad para votar). Al no existir un criterio
universalmente válido que determine cuando inicia y finaliza la juventud en función
de la edad, su definición debe contemplar otros aspectos de su realidad.
II.2.3 Definición en términos del desarrollo bio-fisiológico.
Desde el punto de vista del desarrollo biológico, la juventud se identifica con una
etapa de la ontogenia: la etapa del desarrollo fisiológico que se inicia cuando se da
la maduración de los órganos sexuales y la capacidad de procreación, y que
termina cuando la rótula se calcifica y, por lo tanto, no se crece más.
Paralelamente a ese punto de vista, encontramos que al crecimiento biológico
corresponden cambios cognoscitivos y emocionales, correlativos a un crecimiento
o desarrollo psicológico, aunque éste tenga su propio ritmo y leyes. La edad
psicológica corresponde en gran medida con la edad biológica, y ambas con la
cronológica. Así, hacia los 25 años (evento cronológico) se ha calcificado la rótula
(evento biológico) y se ha logrado un perfil psicológico de personalidad (evento
psicológico).
A partir de lo anterior podemos decir, en términos bio-psíquicos, que el período
juvenil es un eslabón más de la cadena vital, es la etapa intermedia que
representa la transición de la niñez a la vida adulta, en la que ya no se es niño
pero todavía no se es un adulto.
Los criterios crono, bio y psico-lógicos son fundamentales en la conformación del
concepto de juventud, sin embargo, cada vez son más determinantes las
condiciones socioculturales en las que tienen lugar éstos eventos del desarrollo
humano.
II.2.4 Definiciones socioculturales
Según una encuesta recientemente realizada en varias ciudades del país, los
mismos jóvenes piensan que "la juventud es la etapa para disfutar la vida", "época
de dudas y temores", "de lucha frente a los adultos". En cambio, desde la
perspectiva de los adultos se puede hablar de la Juventud como una categoría
socio-demográfica.
Socioculturalmente, la juventud es una fase de la vida donde, en diferentes
tiempos, se verifican los procesos de inclusión social, como "una especie de
moratoria en la cual se permite a los jóvenes prepararse cultural y
emocionalmente, ensayar, buscar y cometer errores; es una etapa de
postergación y de aplazamiento de las obligaciones y compromisos adultos; un
período de tolerancia que inicia con la madurez biológica y culmina con la
madurez social", ya que, a pesar de que el joven cuenta con la madurez biológica
para la reproducción, al persistir los lazos de dependencia económica con la
familia, la madurez social se posterga.
Así, la Juventud, podemos decir, es un concepto creado por las sociedades
modernas, a consecuencia de la complejización creciente del trabajo y de la
racionalización de todo aspecto de la vida. La organización global de la vida hace
imposible la inserción social de manera sencilla y directa, por lo que se hace
necesaria la creación de la Juventud, como un período de la vida en que se
adquieren virtualidades y competencias sociales, en vista a las responsabilidades
y retribuciones del mundo adulto y, por ello, la Juventud en el primer mundo se
encuentra ligado al sistema educativo, identificándose joven con estudiante. Pero
la modernización de nuestro país (con todo el sistema reductivo urbanizador,
industrializante, neoliberal, de partido único, etc. que vivimos) se vuelve
contradictoria, más aún, frustante para los jóvenes, y en la realidad, la duración del
período juvenil depende del sector socioeconómico de pertenencia: suele ser más
prolongado en los sectores con ingresos medios y altos que en los de bajos
ingresos, especialmente en el medio rural. Como vimos antes, las grandes
exigencias económicas y la necesidad urgente de su incorporación al mercado
laboral dificultan a la mayoría de los jóvenes su permanencia en el sistema
educativo, por lo que, comúnmente, viven esta etapa de manera más corta y la
transición a la vida adulta es más directa, adquiriendo todas las responsabilidades
económicas y familiares. Además, en las sociedades tradicionales, el concepto de
juventud es prácticamente inexistente: el individuo pasa de la infancia a la edad
adulta sin etapas que dividan a las generaciones. Se aprende el oficio de ser
adulto de manera pragmática y directa, con la exigencia cotidiana y bajo la guía de
los viejos.
Es decir, existen impedimentos estructurales a la generalización de la condición de
juventud y se puede afirmar que a los sectores más amplios de la población se les
ha expropiado el derecho a su juventud.
Junto con la anterior reflexión, es importante subrayar que no se puede hablar del
'joven' o de la 'juventud' en abstracto, sin referencia al mundo adulto y como si
fuese una realidad homogénea y uniforme. El lugar particular del joven está
determinado por la compleja relación entre su edad cronológica, la etapa bio-
psíquica que está viviendo y la estructura social: la definición (y control) social de
la edad joven, la división social del trabajo, las posiciones sociales y los criterios
para desempeñar los diversos roles, así como con el marco jurídico (explícito u
oculto) imperante. Incluso, como vimos anteriormente, depende del modelo de
desarrollo y de la etapa histórica que vive el país.
Muchos autores enfatizan la necesidad de abordar la problemática juvenil en un
marco contextual y conyuntural de cada sociedad. Por eso, en esta propuesta de
intervención, concebimos al joven como un sujeto bio-psíquico-social, histórico y
trascendente, que se encuentra en un proceso de desarrollo fisiológico,
psicológico y sociocultural y de construcción de su propia identidad en referencia e
interacción con el mundo adulto, y a la juventud como el espacio-tiempo,
principalmente socio-cultural, de una red social (inserta en una red de redes
sociales) que da una serie de condiciones que permiten ensayar el proyecto de
vida personal y colectivo y que en conjunto forma un nuevo cuerpo social, grupos
de presión y dinamizadores de la sociedad, es decir, como destinatario y agente
de promoción y transformación social, como sujeto emergente de nuevos
movimientos sociales, junto con la mujer, las culturas marginadas (indígena,
negra, migrante), etc.
II.2.5 ¿Juventud o Juventudes?
No se puede hablar de una juventud en general sino de juventudes, o para ser
más explícitos, de diferentes sectores de juventud. No es posible dar una
definición un carácter universal ya que, la condición juvenil está determinada
fuertemente por factores socioculturales. Así, es falso hablar de los jóvenes como
unidad social y como grupo único y homogéneo ya que "es común que se
presenten más diferencias entre los jóvenes que estudian, los que trabajan y los
desempleados, que entre los jóvenes y adultos de una misma clase social".
Debemos reconocer la variedad de situaciones y factores que influyen en la
definición de la juventud: clase social, condiciones socio-históricas y de vida:
laborales, educativas, familiares, culturales, etc.
II.2.6 Proyecto histórico del joven
Independientemente de las circunstancias de vida del joven, no puede negarse el
potencial de energía y trasformación que él mismo representa lo que nos urge a
ayudarlo en la realización del proyecto histórico que le toca cumplir. En la medida
en que comprendamos y valoremos los grandes "condicionamientos históricos y
mediaciones socio-causales": industrialismo, burocrátismo y cientificismo
moderno, mayores herramientas tendremos para contrarestar los efectos de la
crisis de valores y generar opciones de búsqueda y rescate de valores latentes,
olvidados, viabilizando alternativas de atención y promoción de la juventud. De
este modo, los jóvenes sumisos y obedientes, los ambivalentes, los apáticos e
indiferentes, los disfuncionales o "asociales", los antagónicos y rebeldes ante el
mundo adulto y la sociedad, los radicales y anarcos, los auto-organizados y
críticos, los idealistas, los innovadoress, los "no sé qué pero estoy", deben asumir
su responsabilidad histórica y recuperar su poder de decisión en las grandes
situaciones nacionales.
A diferencia de otras propuestas de intervención juvenil, en este proyecto el
énfasis está puesto en el joven con su contexto comunitario y en interrelación con
las otras generaciones, más que como un movimiento sólo juvenil.
En gran parte la significación de este sector se debe a su predominio numérico, su
transversalidad, la fuerza de sus subculturas, pero más que nada a su
potencialidad como desencadente de los procesos de organización y construcción
de la sociedad civil, como fuerza renovadora protagonista de la acción
promocional, al actuar como dinamizador de las redes sociales que pueden, desde
abajo, resolver muchas de las situaciones críticas a que se enfrenta el joven.
II.3 La Promocion Juvenil-Comunitaria
II.3.1 Introducción
Ante la realidad planteada es urgente la búsqueda de un modelo alternativo de
desarrollo del país, pero ¿sobre qué bases se puede revisar y replantear? En
capítulos anteriores esbozamos ciertas características que conformarían una
sociedad civil sana, mismas que consideramos los pilares más sólidos sobre los
que ésta puede construirse.
Dentro del intento alternativo de construcción social, ubicamos como necesaria la
existencia de la promoción social y dentro de ésta la Promoción Juvenil. Sin
embargo, hay que aceptar la relatividad de la promoción social frente al grave
desvalimiento de amplios sectores de la población, es decir, apostar a la
importancia de la promoción social no significa la aprobación del modelo de
sociedad que produce ese extremo crítico de la vida de los miles y millones de
necesitados. La alternativa apunta más bien a dinamizar los procesos de las
acciones colectivas para que generen un modelo de desarrollo distinto. Así, las
características esbozadas de la sociedad civil: pluralista, tolerante, solidaria,
democrática, autónoma, son, más que un nuevo modelo de desarrollo, las
condiciones básicas para que éste sea posible.
La población mayoritaria está necesitada, más que de una asistencia venida de
fuera, de una autoasistencia solidaria, apoyada por quienes tienen la obligación
social de hacerlo desde las diversas posiciones que ocupan en la estructura
social, económica y política.
La presente propuesta de estrategia de acción comunitaria quiere ofrecer una
perspectiva de acción para la promoción juvenil comunitaria, enfatizando una línea
de trabajo que se encuentra en marcha desde hace más de diez años y que
consiste precisamente en la movilización de la fuerza más importante que tiene
una sociedad: su propia población, especialmente el sector juvenil. Esta no es un
objeto pasivo de la acción pública sino la misma protagonista de su desarrollo, a
partir de la instancia más directa para el propósito de una acción social renovada y
multiplicadora: el barrio, como realidad de nuestra sociedad civil urbana, partiendo
de que es una realidad de hondas raíces socio-culturales. Nuestra acción, llámese
promoción, autogestión etc. debe valorar y renovar la potencialidad y energía del
sector juvenil, la creatividad que desborda individual y grupalmente, En la medida
en que favorezcamos la incorporación autónoma de los propios actores, mayor
conciencia y corresponsabilidad con su familia, sus barrios, sus comunidades y
con la diversidad de instituciones, empatándose así recursos y esfuerzos, mística
y convicciones, intereses y metodología, estaremos avanzando a la realización de
la vieja utopía que reza: "Juventud, divino tesoro".
Se trata de una hipótesis para la acción práctica, que si bien se ha verificado, aún
están por establecerse sus posibles limitaciones. Se requiere reconocer sus
circunstancias condicionales en vistas a las experiencias piloto, analizadas con
criterio científico, antes de llevarse programas masivos que acaban
frecuentemente en el fracaso.
II.3.2 La intervención microsocial
II.3.2.1. Definición de red social
El concepto de red es una manera de definir la realidad de cada persona, de una
microcultura reconocida, de un contexto, que se identifica en términos de
organización y/o culturales. La red establece el espacio-tiempo en que, dichos
sujetos, se identifican y son identificados. Este espacio-tiempo es el fruto de dar y
recibir significados entre los diferentes puntos-red (nodos): sujetos individuales o
colectivos.
II.3.2.2 La intervención en su nivel de barrio
Ante el hecho de que el joven (y su problemática) no puede ser concebido sin
tomar en cuenta el contexto en que vive, se desarrolla y, en última instancia, es; la
estrategia de acción se enmarca en la red social y el barrio (como grupo de redes
sociales), porque ellos son los que hacen orgánica a la comunidad e integran a los
habitantes mediante lazos interfamiliares, de vecindaje, compadrazgo, cuatismo,
etc. Acción que busca rescatar, en la realidad actual, la organicidad "natural" de
las redes sociales como fuerza autogestiva de asistencia y promoción social
propia y como medio en el que ocurre y se ejecuta, en primera instancia, la acción
preventiva, recuperadora y readaptante del necesitado.
Toda acción de promoción y asistencia social renovada, implica necesariamente:
i) identificar a y partir de las necesidades claves del barrio, sobre todo en las
sentidas y expresadas por su propia población.
La dinámica de confluencia social en cualquier instancia de encuentro colectivo
parte de la identificación conjunta de sus problemas y de sus recursos potenciales.
La instancia de un vecindaje47 no deja de ser una de las más naturales, en el
encuentro cotidiano de las familias. En particular de las mujeres diariamente
presentes en el barrio en mayor medida y horas que los hombres adultos.
También es el caso de los jóvenes, cuya confluencia puede llevarlos a una
perspectiva destructiva y de pugnas vecinales si no aparecen objetivos de
participación más constructiva. La experiencia actual de cientos de bandas y
pandillas de jóvenes en los barrios de todas nuestras grandes ciudades es un
síntoma altamente significativo de una frustración cada vez más consciente en el
tipo de sociedad marginadora en que vivimos, pero que busca contenidos de
confluencia y participación vecinal solidaria.
Una clasificación del panorama de necesidades sentidas al nivel de barrio podría
abrir una puerta de objetivos para esta participación urbana a escala de los
mundos concretos ambientales que viven todos. Parece ser que está aún por
ensayarse esta pista.
ii) identificar a y partir de los recursos del barrio, sobre todo su propia población en
su articulación natural en redes sociales.
El barrio cuenta con elementos que pueden ser considerados como recursos de
una instancia multiplicadora de acciones sociales y de asistencia comunitaria:
a) El barrio cuenta necesariamente con un espacio más o menos equipado con
mayor o menor infraestructura y de servicios. Por muy pobre que éste sea, es un
patrimonio colectivo. Las construcciones mismas lo son, aunque no sean propias
de sus ocupantes.
La posesión de un espacio crea en el hombre un sentimiento de arraigo y de
identidad. El espacio debe ser usado colectivamente. La calle no es tierra de
nadie, ni siquiera de los vehículos que transitan por ella. Es del barrio como unidad
colectiva. Hay un derecho social por el hecho de formar parte de él. Por el hecho
de ser vecino. Esto no puede considerarse una situación fortuita. Incorpora al
individuo a un grupo de referencia. El grupo tiene que ser consciente de
ello. Plenamente consciente. Con el derecho viene la obligación correlativa. La
obligación de cuidar el espacio-barrio de todos. La de mantener su equipamiento,
sus construcciones y sus mismas viviendas. También una responsabilidad por sus
espacios comunes, sobre todo sus banquetas, sus esquinas, sus zonas y áreas
verdes; sus parques y juegos; sus árboles, plantas y flores, sus instalaciones
múltiples, sus postes y alambres; sus plazuelas y zonas de espera, sus centros de
encuentro y comunicación. El barrio como espacio urbanizado no es propiedad de
la sociedad política, ni de las autoridades municipales, distritales, delegacionales.
Es de las redes sociales que conforman la comunidad local, o bien -si no existe
como tal- de sus habitantes como conjunto (48). Las autoridades externas, al nivel
de la ciudad, no sustituyen a las formas de organización local; al contrario, las
requieren.
b) El barrio posee una ecología social que significa una cierta armonía de
densidades entre población, espacios, viviendas, medios naturales, y agencias de
acción y servicio (49).
Todo barrio debe aspirar a un mínimo de autonomía ecológica y de autoservicio
equilibrado. Requiere de áreas y espacios verdes y de descanso al lado de zonas
de tránsito, puntos de abasto, de congregación y de puestos de servicio. Por más
pobre que sea. Todo habitante debe encontrar en el ámbito de su barrio, un
mínimo de apoyos de vecindaje. Si no existen habrá que crearlos como equilibrio
vital ecológico. La ecología de barrio supone un ecosistema mínimo de
intercambio y de densidades, y una relación externa, a otros niveles urbanos, para
el logro de recursos vitales.
El ecosistema de barrio implica más que una red de comercialización y servicios
profesionales, una de intercambio entre sus miembros, sobre la base de las redes
sociales y la prestación de servicios recíprocos. No hacerlo así implica
dependencia externa, generalmente costosa y expropiante de sus propios
recursos. Ello no quiere decir que el barrio tenga que ser autosuficiente en todas
sus necesidades. Esto no es posible ni conveniente. Pero lo que sí significa es que
el barrio constituya una unidad ecológica mínima, que obvie en alguna medida la
necesidad cotidiana de desplazamientos urbanos para cubrir cualquier necesidad.
Esto significa a la vez una política de descentralización no sólo de servicios
públicos, sino también de servicios institucionales. Pero quien puede hacer esto
factible es, antes que nadie, su propia población.
c) La población como recurso principal.
Lo más valioso de un barrio es su población en su variedad de categorías
sociodemográficas: edades y sexos; orígenes, niveles de educación, ocupaciones
diversas; ramas familiares, etc.
Cada categoría de personas puede tener roles diversos en su participación
colectiva, más o menos formal. Resaltamos como estrategia la participación de los
jóvenes y de las mujeres, como agentes de cambio de su propia comunidad. Su
vitalidad puede ser definitiva en la comunicación entre todos, actuando como nodo
multiplicador de la red social.
La población, además, debe ser vista en su configuración intergrupal, como
sistema, como red de redes sociales. Descubrir los agrupamientos existentes tanto
a nivel de familias, como de grupos informales primarios de amistades,
compañeros y vecinos. A diferencia de un agregado de habitantes, el barrio
presenta, en forma latente o real, conjuntos grupales dinámicos que le dan vida
interrelacional y que son la base de definición y control social espontáneo no
coercitivo (51), como ecosistema autopoyético y autoregulador.
El anonimato de unos y otros es sintomático de una ciudad cada vez más grande.
Sin embargo, aún en el caso más extremo, cada espacio vecinal presenta redes
sociales más o menos evidentes. Hay que descubrirlas y apoyarse en ellas.
Respetar la privacidad de unos y otros no significa negar la necesidad de
encuentro solidario y funcional. Todo lo contrario, la implica como responsabilidad
cumplida ante los demás.
d) Asociaciones formales.
Por ciertos propósitos y para ciertos momentos, el barrio genera en su interior, o
como una presencia en otros niveles, redes sociales artificiales estables o grupos
de acción institucional para su servicio. Es así como la escuela, la iglesia, el club,
el taller, la tienda, el mercado, la clínica o dispensario, el centro de esparcimiento,
el comedor, etc. son formas institucionales presentes en el barrio. Aunque su
origen esté fuera del mismo, la participación de la gente en estas instituciones
puede darles un carácter más o menos activo y hacerlas propias. A partir de ellas
se pueden generar nuevas redes sociales, si bien artificiales no por ello menos
reales ni menos importantes, o conectar las diversas redes. Se trataría, en un ideal
dinámico, que lo fueran al máximo. Por ejemplo, en la escuela, la presencia de
una verdadera asociación de padres de familia del barrio, o con representantes del
mismo puede ser crucial.
La experiencia en la participación funcional y formal al interior de todo sistema
institucional que incida en el barrio tiene, por parte de sus miembros, un papel
definitivo de vitalidad en esa instancia activa. Ni los saca de su escala cotidiana a
los habitantes y familias, ni les enrola en algo fuera de su interés real.
Hasta ahora, el desinterés por el ámbito del barrio, como tal, ha hecho que las
grandes instituciones urbanas tiendan a una burocratización ineficaz en la
prestación masiva de sus servicios, a partir de un cuerpo profesional ubicado en
sus instalaciones, oficinas y mesas, pero ajenas a la vida de los barrios. La
población es vista entonces, como objeto pasivo de su acción o como clientela
molesta y con ello, se enfatiza el carácter masificante del sistema urbano. Este
acaba por resultar aplastante.
e) La organización vecinal y de colonos.
Frente a dicho sistema institucional la organización vecinal propiamente dicha,
como institucionalización de la representación de los habitantes del barrio y de sus
familias, resulta prácticamente inexistente.
Se hacen algunos intentos para la constitución de redes sociales artificiales
formales: asociaciones de vecinos, comités de manzana y, en algunos casos, de
asociaciones de colonos. El fin específico está, en principio, justificado
ampliamente en función de los intereses vecinales, para el mejoramiento de sus
problemas comunes de barrio y vecindaje: los servicios públicos, la obra de
saneamiento, la recolección de basura, la remodelación ambiental, su forestación,
los festejos locales, el problema de la propiedad irregular o el de la vivienda, la
seguridad, y la asistencia de sus desvalidos. Esta organización puede ser más
funcional y permanente si parte de la existencia y dinámica de las redes sociales
ya existentes, si se las dinamiza, a partir de (y respetando) su lógica y ciclos
socioculturales propios, como veremos más adelante.
iii) la paradoja de la acción social exógena
Pero hasta ahora la fórmula de acción institucional predominante es la exógena,
sin la participación vecinal. Lo que esta propuesta quiere resaltar es la paradoja de
la acción social exógena: que debe ser sólo activadora de la acción social
endógena, y no puede ser activadora sin el concurso de quienes son, desde
adentro, desde la sociedad civil local, animadores de su propia comunidad. Es
decir, la promoción exógena debe descubrir la potencialidad de la promoción
endógena.
Todo lo dicho anteriormente nos lleva a la consideración de la estrategia que
enfoca la acción social de promoción juvenil comunitaria de este modelo de
intervención, que se basa en la posibilidad y necesidad del encuentro explícito
entre ambos tipos de agentes: el promotor local autogestivo y el animador externo
de apoyo profesional socializado.
La asistencia social participa en esta perspectiva casi siempre: dinámica exógena
al nivel de los barrios. Por lo tanto, no cuenta con agentes de las propias
comunidades como factores de canalización y multiplicación. Hay un
desconocimiento casi absoluto de toda esta potencialidad de recursos y por ello,
imposibilidad de una cobertura y adecuación directa en el objetivo de asistencia
para ayudar a integrar al necesitado en su propio medio.
Se trata de plantear un principio de autogestión básica del barrio no sólo como
agente de promoción de una acción de encauzamiento y atención de asistencia
social, sino como el mismo medio en que ocurre y se ejecuta la acción
promocional: preventiva, recuperadora y readaptante del necesitado56.
No se trata de un plan global de desarrollo prefijado y preconcebido. Se trata más
bien en darle valor esencial a la sociedad civil local frente a todo aparato político,
frente a toda maquinaria industrial, mercados libres internacionales, y ante todo
desarrollo material urbano. Se trata de una autogestión con un sentido simbólico
"realista" tradicional, basada en las prácticas de reproducción de manifestaciones
culturales: fiestas populares y religiosas, tianguis periódicos, el tequio y otras
formas de re-encuentro participativo, de ayuda mutua, de organización social
básica, a través de grupos de base y su articulación orgánica en redes
interfamiliares e intervecinales. que tiene que ver con la siguiente sección:
II.3.3. Intervención socio-cultural
II.3.3.1. Definición de socio-cultura
Al igual que con el concepto de juventud, no existe consenso en el sentido y
definición de "cultura". Pero, en términos generales, se habla de cultura en
referencia a lo educativo, lo artístico y a cierto tipo de refinamiento. Esta visión es
muy parcial y cargada de una ideología aburguesada. Los griegos definieron a la
cultura como la totalidad de los productos del ser humano (cultura vs natura). Para
Malinowski la define (en el marco de referencia de la antropología funcionalista)
como un compuesto integral de instituciones, cuya función es organizar a los seres
humanos en grupos permanentes. Etimológicamente proviene del latín y significa
cultivo, por lo que se puede definir como el resultado o efecto de cultivar los
conocimientos humanos, sus facultades físicas, etc. A su vez, Mauss la define
como la civilización en cuanto realidad particularmente encarnada y proyectada en
obras, en forma particular y característica por cada grupo humano coherente.
Concluyendo, la Cultura es claramente un fénomeno humano (antropológico,
histórico social, económico) que define con formas variables la estructura de vida
colectiva de los diversos grupos humanos, que engloba el conjunto de
experiencias, prácticas, saberes, sentidos y significados, que le confieren a esos
grupos humanos un código normativo de comportamientos (estilos de vida), le dan
identidad y permiten la sobrevivencia.
Por Socio-cultura entendemos el sistema complejo auto-organizador de
significaciones y de producción de sentido que da identidad (autopoyética) a un
sistema de de redes sociales (sujeto individual y, a la vez, colectivo) y que se
manifiesta en lenguaje, ritos, símbolos, roles, cosmovisiones e instituciones que, a
su vez, producen, canalizan y condicionan individual-socialmente su desarrollo,
evolución homeostática y homorrética. Es importante remarcar el sentido reflexivo,
auto-referencial, que tiene la definición: la cultura produce el lenguaje, los ritos,
símbolos, roles, cosmovisiones e instituciones que producen la cultura. La cultura
es definida en términos de la red social que es definida en términos de la cultura.
La sociedad es "producida" por el individuo (externalización) que es "producido"
por la sociedad (internalización).
II.3.3.2 Elementos de la vida socio-cultural de los barrios
Toda intervención social seria debe incluir todos los aspectos que influyen en la
vida cotidiana de la comunidad y que a veces no son contemplados. Esto significa
que no basta que la planeación y la propia intervención se limiten a un esquema
pensado sólo desde la perspectiva de quien interviene, se deben, por el contrario,
profundizar y prever ciertos aspectos internos y externos que no son la
problemática propiamente dicha, pero que indudablemente tienen que ver y
afectan nuestra intervención.
En este sentido, la vida cotidiana de las redes sociales se da en un marco socio-
cultural, que hay que tener en cuenta: así el espacio-tiempo de las comunidades
está regido por un ciclo cultural y la comunicación se da en un sistema de
significaciones y sentidos codificados en símbolos, ritos y mitos, y regulada por
mecanismos de definición y control social.
Partimos del hecho de que existe una cultura urbano-popular, donde en lo popular
hay una carga de lo tradicional (por lo menos un antecedente, una raíz), y en lo
urbano, hay una carga de "modernidad" e incluso de "posmodernidad", originado
por la dinámica misma del proceso de urbanización. En la ciudad de México se
puede ver al mismo tiempo, por ejemplo, en la Zona Rosa, por un lado, a las
“Marías” y al campesino que busca un lugar para acomodarse y, por otro, grandes
hoteles, agencias de viajes, etc. La cultura popular-urbana, no es una síntesis de
lo tradicional y lo moderno, es más bien una superposición de estos dos niveles.
La expresión típica de lo popular-urbano está en el barrio, ya que los barrios de la
ciudad de México se han formado por: pueblos prehispánicos (por ejemplo,
Magdalena Mixhuca) o por antiguos ex-pueblos (por ejemplo: Santa Fe,
Azcapotzalco, Xochimilco), los cuales conservan el antecedente tradicional por
origen, en ambos casos en el proceso de urbanización se los “tragó” la mancha
urbana. Otro tipo de barrio, donde predomina lo urbano-popular, son las barriadas
que se formaron por asentamientos irregulares más o menos espontáneos, que
fue llegando la gente del interior de la república y se fué asentando en un lugar (un
ejemplo es Nezahualcóyotl).
Tomando en cuenta la presencia y permanencia de la cultura tradicional en los
barrios, hay varios elementos que se deben tomar en cuenta en la intervención:
Uno de los más importantes es que en un pueblo en la cultura tradicional, el
hombre se relaciona, con la naturaleza y entre sí, a través de ciclos. Se familiariza
con los procesos rituales, forma parte de la naturaleza, la entiende, sabe cuándo
es tiempo de sembrar, barbechar, etc. porque la naturaleza misma se mueve por
ciclos.
Existen un control y una definición social fuertes entre los habitantes: todos se
conocen, todos tienen una relación no funcional sino personal, o sea, el señor cura
no es el señor cura sino el Padre Gonzalo... todos tienen una relación primaria, de
persona a persona, y las redes sociales son densas y, frecuentemente, rígidas,
con procesos homeostásicos fuertes del tipo de conformismo y "el qué dirán". Hay
una verdadera comunidad. En relación a lo ético religioso, para el campesino los
valores ya están dados, sólo se transmiten, no se cuestionan: ya están definidos.
La perturbación del sistema social de estos pueblos por la dinámica conflictiva del
encuentro de culturas de redes sociales diferentes, la cultura de los originarios y
las de los que inmigran. Se produce un choque entre la gente que viene de afuera,
que tiene otros intereses, otros valores, otras costumbres, y la gente del lugar que
se siente agredida y se resiste a los nuevos elementos que traen, y esto provoca,
en estas colonias, muy frecuentemente, problemas de integración vecinal. A la
mayoría de los inmigrantes les cuesta mucho el relacionarse con personas que no
son sus coetáneos.
La dinámica de conformación heterogénea de las barriadas. La gente que llega
viene de muchas partes, no se conocen, se asientan en un lugar que no tiene
antecedentes, historia, ni cultura propia común. Estos asentamientos se fueron
poco a poco regularizando, se les pusieron serivicios de infraestructura urbana:
agua, luz, etc. y se fueron constituyendo en colonia proletarizadas.
En la cultura tradicional, los ritos, especialmente "las" fiestas, son momentos
importantes para la gente. Estos ritos sirven para enfrentar, resolviendo en el
plano simbólico, las contradicciones sociales que no es posible resolver de otro
modo, implican valores ocultos o implícitos importantes y sirven para dar sentido
de identidad. A las preguntas fundamentales: ¿quiénes somos?, ¿de dónde
venimos?, los ritos responden: somos este pueblo, esta comunidad. Pero, por otro
lado, la comunidad está en un proceso acelerado de urbanización, modernización.
El problema es cómo encontrar una pedagogía que logre dar una síntesis a lo
tradicional con lo moderno.
En la cultura tradicional hay símbolos y mitos propios, que configuran o apuntalan
toda una Weltangshaaung, la "razón común", la "actitud natural", como conjunto
de saberes, acervo de conocimientos vivenciales y recetas normativas (axiológicas
y pragmáticas) que conducen a una actitud y una praxis particular: la maternidad
sagrada, el culto familiar a la muerte, el mito del enviado civilizador, del chivo
expiatorio. Un desafío de la intervención es cómo encontrar esas expresiones y
símbolos modernos para promover los valores que están atrás de los símbolos,
principalmente la identidad. Por ejemplo: en la fiesta patronal, el símbolo es la
imagen de la Virgen y en esta imagen ellos se reconocen, son ellos, es la
expresión de su pueblo. Así, los jóvenes deben partir de que hay un símbolo en su
comunidad que les da cohesión comunitaria. Por ejemplo, en Santa Fe, una banda
de rock pesado tiene como líder a Vasco de Quiroga, ahí se descubre que hay un
símbolo para esos jóvenes y que este símbolo-mito del siglo XVI tiene algo que
decirles a ellos hoy, y lo expresen como ellos quieran. En toda intervención
debemos preguntarnos ¿cómo hacer que los símbolos y mitos se rescaten y
tengan vigencia cultural?, que no sea cultura muerta, sino que le diga algo al joven
de hoy, a los problemas que está viviendo y así se dinamice esa cultura y se le de
identidad. La identidad se logra cuando uno tiene conciencia histórica; de dónde
vengo, cuáles son mis valores y eso qué significa hoy.
La cultura es un producto histórico que deviene en el tiempo. Así, ciertos
elementos de la cultura tradicional se re-elaboraron a la luz de acontecimientos
históricos como la conquista: la aceptación de la voluntad de un dios en forma
fatalista, la figura del gran Tlatoani, la cultura del silencio (con sus escapes
correlativos de la ironía, del taimado, etc.), el machismo.
Tomando en cuenta lo anterior, podemos aventurar dos conclusiones para la
intervención:
Debe necesariamente tomar en cuenta los elementos socio-culturales
mencionados. Sin embargo, no debe pensarse que son elmentos aislados, por el
contrario existe una estrecha vinculación entre ellos. Así, por ejemplo, en un rito
tenemos presentes siempre mitos o símbolos, y juntos determinan la definición y
control de la red social, así como el sentido "natural" del mundo de lo cotidiano. El
ciclo cultural está generalmente en función de algún rito, etc.
Hay que considerar la permanencia en las redes sociales de una cultura
tradicional pero, al mismo tiempo, no olvidar que se vive en un contexto urbano.
II.3.3.3 El ciclo cultural de los barrios
De los elementos socio-culturales considerados en la sección anterior, el ciclo
cultural es el más importante desde la perspectiva de nuestro modelo teórico de
intervención, porque engloba e incluye, de alguna manera, a los demás.
El ciclo es un elemento fundamental de la cultura popular urbana y que está
inscrito, por así decirlo, en la vida cotidiana misma de las redes sociales. En
cuanto al ciclo sociocultural, debemos partir del hecho que la vida comunitaria no
se rige por un tiempo lineal, sino que sigue la lógica de un tiempo cíclico,
característica propia de todas las culturas tradicionales. Pero esto en la ciudad no
es algo que no tenga vigencia, la gente de la cultura popular, puesto que su
antecedente es tradicional, tiene el sentido del ciclo más o menos latente,
explícito, pero funciona como una lógica, una manera de comportarse. El ciclo,
como parte vital de la comunidad, es algo que le da fuerza y renueva la
articulación.
La cultura moderna es monótona, lineal, para ella el tiempo es homogéneo: un día
es igual al que pasó y al que sigue. En cambio, la cultura tradicional se mueve en
función de algo que va a suceder, por ejemplo, la Navidad, la Pascua. Así, en
cada comunidad o barrio existen épocas o periodos en el año en donde en forma
natural las redes sociales se organizan, participan y trabajan para lograr sus
intereses, normalmente a través de eventos festivos, populares y religiosos o
inclusive sobre alguna situación extraordinaria (nacimiento, muerte de un
miembro), difícil o problemática (desastres, movilización popular en torno a
reivindicaciones) que en esos momentos los convoca y los une. Porque una red
social normalmente sólo se moviliza en torno a algo que responda a su propia
lógica y dinámica socio-cultural, y no porque la convoque un promotor.
II.3.3.4 La intervención por ciclos
El modelo de intervención de CJB contempla como pieza fundamental trabajar a
través de los ciclos culturales de barrios como una estrategia global de
intervención que identifica, junta y propicia la integración y la participación de las
redes sociales de una comunidad sobre una acción, tema o problemática
específica. Es una forma de aprovechar la posibilidad de enlazar al barrio, a partir
de su vida cultural o de las coyunturas, con procesos educativos (no formales e
informales). Estos procesos pueden fortalecer, articular, dinamizar las redes
sociales del barrio y/o crear nuevas. Así mismo, los pocesos educativos se pueden
dar a partir de talleres de reflexión, brigadas de servicio comunitario, impulso y
formación de grupos, actividades específicas, etc.
La idea de ciclo cultural del barrio, no pretende rescatar como pieza arqueológica
un elemento de la cultura tradicional para después colocarlo o imponerlo a gente
de una cultura moderna, al modo del folklore; sino, lo que busca, es cómo
reconocer que hay sumergida una cultura tradicional, que tiene una lógica de ciclo,
que está solidificada sobre valores tradicionales y que tiene que rescatarse,
ponerse al día, tener un significado moderno.
En los ciclos hay que buscar la relación entre lo antiguo modernizado para dar una
respuesta a ciertos problemas modernos. Lo tradicional es un bagaje de un núcleo
que da una identidad de un ser comunitario y una serie de valores importantes, se
tiene pertenencia a un lugar. El ciclo favorece la idea de pueblo y comunidad. Son
pueblo que tiene un pasado y valores que se expresan en sus ritos, símbolos y
mitos.
Estas expresiones son importantes no sólo desde el punto de vista de lo religioso,
o sólo lo religioso por lo religioso: sino que en la cultura tradicional, lo religioso es
muy importante, porque lo religioso fue lo que de alguna manera conformó en gran
parte a la sociedad tradicional. Su importancia está fundamentalmente en relación
al valor comunitario que se desprende del valor religioso. Por ejemplo: la
celebración de la fiesta tradicional, es un momento forjador de la conciencia
comunitaria, de pertenencia. Por lo tanto, puede ser un momento privilegiado para
que la gente se de cuenta de sus necesidades actuales, de sus problemas
actuales, pero los vea a la luz de un valor tradicional.
El trabajo en ciclos, así, se convierte en una estrategia metodológica que
aprovecha la convocación y organización natural de las redes sociales de la
comunidad, y que es utilizada en la planeación de actividades, en función de
procesos educativos que apunten a mejorar las condiciones de vida, y que
identifica a la comunidad con un tema definido por todos. Tema que, a su vez,
contiene uno o varios problemas considerados importantes y posibles de atender.
Los ciclos tienen relación con las etapas de la intervención del proyecto (cf. III.2.2),
siendo éstos unidades más pequeñas de cada etapa. Los ciclos son así una
propuesta metodológica para el desarrollo de las etapas, y constituyen una cierta
unidad de planeación más pequeña. Se debe identificar cual es el tema que
motiva e integra a la comunidad para que con base en éste se planee el ciclo y se
debe, si bien de manera diferenciada, hacer participar a la comunidad en todos los
momentos del ciclo. Cada ciclo debe contener momentos de investigación,
formación, acción y organización (cf. III.2.3).
Nuestra propuesta considera tres grandes aspectos fundamentales que facilitan
una más adecuada intervención:
A) Los ciclos marcan un tiempo
La experiencia misma del tiempo como tal no corresponde en la cultura tradicional
y la moderna: al tiempo sagrado se opone la duración profana. Además, esta
duración profana se estructura de diferente forma en ambas culturas. La duración
profana, en la cultura tradicional, está abierta al tiempo sagrado y presenta
rupturas periódicas (asociadas generalmente a los ritmos cósmicos o de la
fertilidad), las más de las veces rituales, que configuran una estructura cíclica. Así,
por ejemplo, el año litúrgico está fundado en una repetición periódica y real de la
natividad, de la pasión, de la muerte y resurrección de Jesús.
En la intervención los ciclos se planean normalmente como periodos cortos de tres
a cinco meses de acuerdo a la necesidad del trabajo y la dinámica y lógica
sociocultural de la comunidad. Así, generalmente se planean ciclos en torno a la
Navidad, la fiesta patronal, el día del niño, etc.
Los periodos de tiempo deben estar pensados en la comunidad y aprovechar la
movilidad natural de la gente procurando trabajar en periodos cortos que
mantengan la motivación de la gente, contra un trabajo eterno e inacabable;
además, ubica los avances en forma medible y ayuda a asumir el control del
proceso, pues considera: un inicio, un desarrollo y un fin. Dentro de este proceso
se presupone una evaluación, una celebración (generalmente ritual) y un tiempo
de receso para comenzar un nuevo ciclo
La experiencia de trabajo muestra que vale más la pena trabajar con la gente por
períodos cortos, intensivos, que por programas extendidos en un tiempo largo,
pues no responden a la lógica de organización natural de las mismas redes
sociales.
B) Los ciclos delimitan un espacio
Para la cultura tradicional tampoco el espacio es homogéneo, hace una distinción
entre la experiencia de un espacio sagrado y otro profano. Para una comunidad,
desde una perspectiva cultural, el espacio presenta rupturas, hay porciones
cualitativamente diferentes que otras, a diferencia de la visión moderna, no-
religiosa, del espacio como extensión informe, neutra, que no privilegia ningún
lugar o dirección, masa amorfa de una infinidad de lugares indistintos en los que
se mueve el hombre de la sociedad industrial, en una palabra, como espacio
profano: "(para el hombre blanco "moderno") una porción de tierra es la misma
que otra, porque él es un extraño que viene en la noche y toma de la tierra lo que
necesita. Las tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando él la ha
conquistado sigue adelante".
El trabajo por ciclos delimita un espacio pues no es posible trabajar en forma
indiscriminada en una proyección hacia la comunidad. Trata de involucrar a sus
diferentes secciones no desde una visión externa sino con los principios y
elementos que la misma gente tiene considerando y retomando sus propuestas
como algo fundamental pues se pretende una posterior autogestión.
Es importante la utilización de los recursos internos del barrio aunque no limitando
el apoyo y los recursos externos de éste: la propuesta de ciclos considera el
rescate de los espacios abiertos como barrancas, andadores, patios parques y la
calle como lugares potenciales de convocación y relación comunitaria.
C) La vida cotidiana del barrio se da en ciclos
Es de gran importancia saber que el barrio tiene toda una lógica socio-cultural
cotidiana y periódica. La propuesta de ciclos retoma todos esos aspectos que
tienen que ver con la vida cotidiana de las redes sociales y que día a día ayudan y
estructuran su forma de vida; sus costrumbes, sus tiempos, sus creencias, sus
formas de comunicación su organización, sus forma de ver las cosas, su relación
interna, etcétera.
El trabajo en ciclos permite la sensibilización y convocación de la gente pues va
con la voluntad de la mayoría y combina lo cotidiano, el trabajo común sobre un
hecho y lo conecta con lo educativo relacionandolo así a la atención de los
problemas de la comunidad, a su vez permite conectar lo anterior con los hechos
coyunturales reforzando todas las conductas, costumbres y valores que permiten
el desarrollo y crecimiento de las personas y la comunidad.
El trabajo en ciclos permite la dinamización de las redes sociales pues, a través
del tema o problema atendido, convoca y propicia el interés y la relación de los
líderes, grupos y las instituciones de la comunidad, en un trabajo por el bienestar
común. La idea es cambiar todas aquellas cosas que perjudican, para asumir una
actitud con unos valores plasmadas en la vida diaria en su cotidianidad, utlizando
y reforzando lo que ya existe en su lógica (valores, comunicación, tiempos,
costumbres etcétera), con lo educativo y se asuman estos en la vida cotidiana del
barrio.
II.3.3.5 Esquema de la propuesta de intervención por ciclos
Como se ha señalado, y resumiendo, el trabajo por ciclos retoma la lógica socio-
cultural de la comunidad, en sus momentos celebrativos y coyunturales, que
permiten sensibilizar a los grupos y personas existentes en el barrio, atendiendo
una situación problemática o tema educativo y culminando con una celebración,
para plantear nuevas acciones para mejorar la calidad de vida y así plantear un
nuevo ciclo de trabajo que retome y de continuidad al ciclo anterior.
Esquema de la propuesta de intervención por ciclos
Etapa previa:
Integración de un equipo promotor juvenil
Programación del ciclo
Primer momento
Sensibilización de las redes vecinales y convocación y capacitación de los agentes
del ciclo
Segundo momento
Trabajo intensivo con las redes vecinales
Celebración (expresiones socioculturales diversas)
Tercer momento
Receso
Evaluación
Retomar el proceso:
Derivar, si es oportuno, hacia acciones promocionales, grupos o instancias
permanentes de respuesta a necesidades vecinales y juveniles
Planear un nuevo ciclo

Etapa previa: el ciclo cultural está en función de alguna celebración o situación


coyuntural importante en la vida del barrio. Puede ser por ejemplo: la fiesta
patronal del barrio, la navidad, las fiestas patrias, luchar y ganar espacios
comunitarios, trabajar para las mejoras del barrio, etcétera. El ciclo comprende un
periodo de preparación a la celebración y un último que evalúa y encauza el
trabajo promocional de forma permanente de tres a cinco meses en promedio.
El punto de partida del ciclo es la formación de un grupo, conformado
principalmente por jóvenes, pero donde también pueden participar adultos
comprometidos o sensibles. Dicho grupo, al que denominamos equipo promotor,
debe ser plural y representativo de los diferentes sectores del barrio y
conformarse, de ser posible, con los coordinadores de los diferentes grupos que
participan en el Centro Juvenil de Barrio, así como con algunos líderes naturales
de la comunidad. El equipo puede ser o no permanente para la organización de
cada ciclo, y los coordinadores y líderes preferentemente deben ser capacitados
como promotores juveniles de barrio, una vez definida la planeación del ciclo y su
periodo de realización, el grupo trata de identificar los problemas juveniles en la
comunidad, por ejemplo: falta de espacios para la recreación y el deporte, como
ocupar el tiempo libre de los jóvenes. El equipo se avocará a la solución de estas
necesidades. Sensibilizando a la comunidad y precisando el objetivo en los tres
momentos que se señalaron en el esquema anterior, (es importante señalar que si
el objetivo es muy amplio se debrá cubrir por etapas).
Primer momento: se trata de llevar a las redes vecinales o grupos de vecinos,
grupos de amigos, grupos naturales del barrio a una sensibilización del problema,
sus consecuencias y sus posibles soluciones para ello se puede utilizar el teatro
callejero, el volanteo, el visiteo, etcétera y será llevado a cabo por el equipo
promotor y otros agentes del barrio.
Una vez sensibilizada la comunidad vecinal se detectan otros simpatizantes que
tengan algun tipo de liderazgo y se les capacita para un posterior trabajo en el
barrio (pueden servir las metodologias de CEJUV y otras)
Segundo momento: se lanza un trabajo intensivo de concientización a través de
reuniones vecinales, grupos de reflexión, faenas de trabajo, audiovisuales,
etcétera en donde propiamente se está atendiendo a la problemática deseada y se
termina con la celebración que integra los elementos culturales artísticos,
deportivos y religiosos alrededor del trabajo del ciclo.
Tercer momento: el equipo promotor juvenil junto con los vecinos y líderes que
participaron evaluan y determinan el cumplimiento del ciclo determina los nuevos
objetivos y necesidades de la comunidad y hace un receso considerado muy
importante para descansar y fortalecer el trabajo del nuevo ciclo.
II.3.4 La promoción juvenil comunitaria
La promoción juvenil en nuestro medio requiere hacer con un sentido social y
educativo de carácter lo más integral posible, en la que se impliquen y se
atiendan, más que a los individuos en sus casos particulares (aislándolos de su
medio), a los grupos y ambientes juveniles, dentro y en funcion de sus propias
comunidades locales, mixtas y plurales. Porque la juventud nos plantea, en su
realidad colectiva, una problemática que rebasa la esfera personal y sitúa al
“joven” en relaciones sociales que determinan y/o condicionan su “ser”, a partir del
papel que le permiten tener dentro de ellas. La juventud como fenómeno social-
relacional encuentra su realidad y sus problemas concretos en la articulación de
las circunstancias sociales presentes y de las acciones que el joven adopta en
respuesta a ellas.
Ciertamente nos enfrentamos a la necesidad de incidir sobre problemas
específicos que por su gravedad requieren de asistencia como lo es la
problemática de farmacodependencia, pero más que plantear esto como solución
(dejando a un lado las causas que la generan) lo que se trata es de ir y remover
las causas generadoras de la propia problemática. Esto quiere decir que dentro
del trabajo en los barrios el nivel de nuestra intervención recae en lo preventivo
con el fin de que todos los jóvenes tengan espacios educativos, de integración
personal y grupal, así como de análisis de su realidad para crear conciencia sobre
las dificultades en las que se puede caer si no se atiende a tiempo a la juventud. A
través de acciones formativas e informativas, campañas de sensibilización,
brigadas, etc. La prevención específica será en aquellos aspectos que la población
del barrio requiera: toxicodependencia, delincuencia, educación sexual y otros.
Para ello, se requiere ciertos condicionamientos que se han impulsado:
i) El primer requerimiento es el de una toma de conciencia de esta necesidad,
tanto al nivel de las propias comunidades, como el de los agentes institucionales
existentes. Para esto es preciso una investigación básica que identifica, en primer
lugar, las instancias de barrios-colonias susceptibles de unidad de acción y
después, como inventario de las necesidades de vida social existentes en la
realidad urbana en sus diversas zonas y colonias-barrios.
ii) El segundo es el establecer un programa de formación y capacitación de
agentes de promoción social, realizado a niveles diferentes, desde el trabajo
voluntario y semivoluntario, al de tipo profesional en sus diferentes profesiones.
Pero no para que todos ellos trabajen dentro de las instituciones burocráticas o en
las fundaciones exógenas a la población sino precisamente que se abocan más
bien a la promoción comunitaria de los centros juveniles de barrio y a su apoyo a
los agentes de la propia comunidad.
iii) El tercero es el de promover, en el mismo seno de las comunidades-barrio,
comités promotores para el encauzamiento de acciones de activación directa.
Estos comités podrán realizar una labor de:
a) Detección de necesidades sentidas.
b) Fomento de grupos de vecinos y familiares.
c) Promoción de acciones para ayudar a superar condiciones de indigencia y
pobreza extrema; cooperativas de ahorro y crédito, cooperativas de consumo y
comercialización conjunta; bolsas de intercambio de servicios; acciones de auto-
ayuda para mejoramiento de vivienda; acción de vinculación con sus familias.
d) Promoción del cuidado familiar y de intercambio de ayuda para débiles y
minusválidos o desprotegidos -ancianos y niños- en el seno de la misma
comunidad familiar. En su caso, encauzamiento a instituciones especializadas.
e) Búsqueda de seguridad colectiva y de readaptación de conductas irregulares;
alcohólicos anónimos, grupos de reintegración juvenil y de menores de conducta
irregular, etc. brigadas por los derechos de los niños, Antidroga, Antiapañón,
círculos de estudio y formación, etc.
iv) La cuarta dimensión requerida es la de establecer puestos de centros de
servicios institucionales especializados, que permitan dar asistencia a los grupos
locales de barrio. Se requiere para ello un equipo profesional capacitado y
capacitador que conviene sea itinerante en los diversos barrios: médico,
psicológico, de trabajo social y de otras profesiones afines. Este personal deberá
estar orientado más bien a la formación de agentes y del voluntariado externo a
los mismos barrios.
v) Finalmente, la acción de activación urbana en su conjunto requiere de un
sistema de intercambio y referencias entre todos los centros especializados y de
barrio. A su vez, se necesita un permanente estudio evaluativo que esté
retroalimentando a todo el sistema de grupos e instituciones de acción, a partir de
las experiencias, primero piloto y después extensivas de unos y otros. A todo ello
se les puede prestar, a un nivel estatal, servicios de apoyo, estudios y seguimiento
de sus casos.
vi) Una acción que conecte y articule las redes locales con redes más amplias,
que superen el nivel microsocial.
II.3.5 Los centros juveniles de barrio
Lo anterior hace evidente la necesidad de espacios comunitarios “centros
juveniles” de encuentro y acercamiento en donde el joven pueda sentirse
identificado con su propia cultura y ponga de manifiesto su potencial creativo y de
expresión.
Los Centros Juveniles de Barrio se fundan en la hipótesis sociocultural de la
importancia de la red social como espacio de prevención y recuperación
(promoción, en una palabra) comunitaria, y del papel de los jóvenes en este
contexto: como agentes dinamizadores de la autogestión de sus redes sociales (y
de la red de redes) y como destinatario del mismo proceso.
Pero el propósito de un programa como el presente más que resolver la
problemática como tal para liberar al joven como sujeto pasivo, fundamenta la
necesidad de favorecer (suscitar, apoyar, impulsar) la acción de los jóvenes que
parta de nuevos criterios educativos donde sea el joven el agente activo de la
formación de su propio sector juvenil. Esto nos lleva a plantear una acción
primordialmente promocional que instrumente y apoye la autogestión juvenil y
comunitaria, que dé lugar a que se creen grupos juveniles locales que organizados
por sí mismos en centros juveniles ubicados en sus propios ambientes (vecinales
y de barrio, escolares y laborales, religiosos y de atención especial) desarrollen,
con el apoyo del CEJUV (como central promotora, asesora y orientadora) acciones
juveniles de desarrollo comunitario.
Los centros Juveniles de Barrio son ante todo una experiencia de promoción
juvenil que busca responder a los desafíos de la vida cotidiana de los jóvenes de
sectores populares. A partir de una propuesta de intervención grupal y educativa
en las comunidades generamos un proyecto de cambio que posibilite condiciones
de vida más favorables para el presente y futuro de la juventud.
Se busca crear o bien reforzar las redes de relaciones para que trabajen por
objetivos comunes. Entendida como una estrategia de intervención, la
dinamización de las redes sociales se aplica al trabajo de la organización de los
barrios en torno a una sensibilización de la problemática juvenil y las soluciones
participativas que se pueden generar. Estrechar una cantidad mayor de lazos
fuertes en los barrios entre las personas, grupos e instituciones que puedan
prevenir situaciones de desventaja y marginalidad juvenil. Esto conlleva a una
manera de entender los problemas sociales y su solución, donde no se trata de
aislar los hechos de la dinámica comunitaria ni de depositar en algunas personas
toda la responsabilidad de las situaciones críticas. La búsqueda será en términos
de lo colectivo y la corresponsabilidad.
Los centros juveniles no son lugares donde acuden los jóvenes en búsqueda de
servicios y distracción, son espacios para la organización que procura el desarrollo
de la capacidad individual y grupal para ordenar todos los medios y recursos en
torno a los objetivos comunitarios. Comprende todas las acciones que eleven el
nivel de vida de una manera integral y especialmente a la capacidad de los
jóvenes para interesarse en la solución de necesidades locales y hacer algo, con
la finalidad de mejorar la convivencia mutua. Formando procesos, manejando
metodologías diversas, fomentando la vida de grupos y desarrollando propuestas
de bienestar común al alcance de los jóvenes.
La promoción juvenil en este proyecto es vista como un conjunto de acciones
tendientes a mejorar la condición juvenil en base a un análisis de la realidad y a
una planificación de los proyectos de intervención que responda en una
coherencia lógica. No se trata de actividades aisladas, sino de un camino que nos
lleva a la consecución de los objetivos planteados y que propone paso a paso las
acciones a realizar dentro de una secuencia por etapas que nos marcan de donde
partimos y a donde queremos llegar. En el proyecto Centros Juveniles hemos
diseñado las etapas de este proceso en torno a los ciclos culturales propios de la
vida de las comunidades, mismos que rescatan los elementos naturales de
convocación y organización en torno a las festividades locales.
II.3.6 Conclusiones y perspectivas
El marco teórico de la promoción juvenil comunitaria del proyecto se funda en
varios supuestos sociales claves.
i) El primero es que la población misma, en su organicidad básica como sociedad
civil es quien puede asumir la responsabilidad de sus propios necesitados y
desvalidos, a condición de que la sociedad global le dé apoyo para su actividad
autogestiva y le reconozca en su instancia local.
ii) El segundo principio es el que la gran urbe tiene en su seno una instancia
básica capaz de recuperarse en su potencialidad autogestiva: el barrio, como red
de redes sociales. A condición de que se sepa descubrir en él la dinámica propia
de sus redes sociales y su posible conyuntura participativa.
iii) El tercero es el que ve a los jóvenes en su doble papel en el contexto de una
red de redes sociales: como agentes dinamizadores de la autogestión de sus
redes (y de la red de redes) y como destinatarios del mismo proceso.
iv) El cuarto supuesto hipotético es el que la acción institucional de la activación
social puede y debe abrir un nuevo capítulo de estrategia multiplicadora en base a
la participación voluntaria de agentes dentro y fuera de la localidad-barrio; así
como encauzando el Servicio Social de pasantes y la acción de profesionales que
trabajen en los barrios y que sepan apoyar y formar a los agentes de la acción
social de esos mismos barrios urbanos.
El momento crítico del país reclama una revisión profunda de todo nuestro modelo
de desarrollo. La promoción social, tiene un papel importante a realizar en este
sentido. Todos tenemos la palabra...
Notas
II.2
Cempaj. Sí a la civilización del amor. México, D.F. 1988 p. 37-57
Varios autores. Los jóvenes y los medios de comunicación. Paulinas. Madrid España. 1985. p. 11-14
Guzmán, Carlota. Juventud estudiantil: temáticas y líneas de investigación. Cuernavaca, Mor. CRIM-
UNAM. p.10
Guzmán, Carlota. Idem
Leñero, Luis. Jóvenes de hoy. Pax. México, D.F. 1990 p. 31
Varios autores. Los jóvenes y los medios de comunicación. Paulinas. Madrid España. 1985. p. 11-14
Piaget, Jean.
Leñero, Luis. Memoria del Primer Encuentro sobre Juventud en Situaciones críticas. CEJUV-UIA,
México, D.F. 1990
Esta es, a menudo, la única forma de concebir a los jóvenes de parte de las instituciones gubernamentales.
Merlo, Roberto. Memoria del Primer Encuentro sobre Juventud en Situaciones críticas. CEJUV-UIA,
México, D.F. 1990
Guzmán, Carlota. Idem
Rodríguez, Jaime. Ser Joven Cristiano Hoy en América latina. Informes Pro mundi Vita. América Latina
43/1986. p.3-23
Zubillaga, Manuel. Apertura del Primer Encuentro sobre Juventud...
Albero, Francesco et al. I Giovani verso il duemil. Grupo Abele, Torino, Italia. 1986.
Rodríguez, Jaime. Op. cit. p. 6
Zubillaga, Manuel. Apertura del Primer Encuentro sobre Juventud...
Citados por Guzmán, Carlota. Idem p. 12
Cf. Foucault, Michael.
Morin, Edgar. El paradigma perdido. Kairós. Barcelona, España. 1983
Morin, Edgar. El método I: La naturaleza de la naturaleza. Cátedra. Madrid, España. 1983.
Morin, Edgar. El método II: La vida de la vida. Cátedra. Madrid, España. 1983.
idem
Zubillaga, Manuel. Juventud y Barrio. CEJUV. México, D.F. 1989
Medellín 5,1
Puebla 1186.
Cempaj. Sí a la civilización del amor. México, D.F. 1988 p. 38-42
Zubillaga, Manuel. Juventud y Barrio. CEJUV. México, D.F. 1989 p. 46
Guzmán, Carlota. Idem
Cf. Leñero, Luis. Sociedad civil familia y juventud . Cejuv. Imes. México 1992. pp.193-195.
Andrés, Jesús. El joven como fuerza transformadora en la Iglesia y el mundo. Cursos de Iglesia y
Vocación. Bogotá, Colombia. 1993. No. 173.
Cardoso, Fernando Henrique. “Hacia otro desarrollo” en Hacia otro desarrollo: enfoques y estrategias.
Ed. Siglo XXI. México, 1978. pp 29-48.
La ecología abre la posibilidad de descubrir el valor del contexto. Merlo, R. Memoria. p14, 20
La idea de la Autogestión es fundamental en el desarrollo de la sociedad participativa solidaria y responsable
de su propia realización. Muchos autores y muchas formas de aplicación tanto macrosocial como en el
contexto microsocial han sido experimentadas y estudiadas con detalle. Baste mencionar algunos autores de
referencia central para nosotros:
Caillot, Robert. L'usine, la terre et la Cité. Ed. Economie et Humanisme. Les éditions Ouvriéres. París, 1950.
Tomasetta, Leonardo. Op. cit.
Arvon, Henri. L'autogestion. Ed. P.U.F. París, 1980.
Nosotros aquí replanteamos su tesis aplicándola a una unidad clave autogestiva concreta en el sistema
urbano: el barrio.
Leñero, Luis. La asistencia social renovada. JAS. Guadalajara, Jalisco.
Bertrand, Op. cit. insiste en el significado de la apropiación del espacio y de sus símbolos de referencia e
identificación en la conciencia local. pp. 286-289.
Anderson, Nels. Sociología de la Comunidad Urbana. Ed. F.C.E. México, 1965. pp. 148-168.
Keller, Suzanne. El vecindario urbano. Una perspectiva sociológica. Ed. Siglo XXI. México, 1979. pp. 127-
261.
Eckstein, Susan. Op. cit. pp. 106-120.
Maturana, H y Varela, F. Autopoiesis. Facultad de Ciencias, Universidad de Chile.. 1972
Keller, Suzanne. Op. cit. pp 55-86.
Eckstein, Susan. Op. cit. pp. 96-106 y Cornelius, W. Op. cit. pp. 150-181, hablando del fenómeno del liderazgo
local, institucional.
Eckstein, Montaño, Cornelius, Citados.
La palabra autogestión fue usada en referencia a la experiencia yugoslava a partir de los años cincuenta,
aludiendo tanto a la autodirección económica de las empresas productivas con un régimen cooperativista,
como al autogobierno de un país dentro de una sociedad organizada civil y políticamente en forma
democrática. Democracia política basada en una democracia económica que supone la noción del
autoempleo y la de una planificación colectiva democratizada y participativa.
Malinowski, Una teoría científica de la cultura.
Dussel, E. op.cit. p.59-60
Para una mención de las paradojas de la Invariancia y el cambio cf. Forrester, H. Las semillas de la
cibernética. Gedisa, México D.F. p. 66
Maturana, H y Varela, F. Op. cit.
cf. Watzlawick, P. et al. La realidad inventada. Gedisa. 1989
Cf. con el análisis de Foucault sobre los dos sentidos de la palabra sujeto: sometido a otro a través del control
y la dependencia, y sujeto atado a su propia identidad por la conciencia o conocimiento de sí mismo. (El sujeto
y el poder. en Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la herméutica, de Hubert Dreyfus y Paul
Rabinow).
cf. Berger, P. y Luckman, T. La construcción social de la realidad. Amorrortu. Buenos Aires, argentina.
1991.
Werner, David y Bower, Bill. Aprendiendo a promover la salud. CEE. México, D.F. 1984. p. 135.
Merlo, Roberto. Manual del curso de teoría de la prevención. Cejuv-Projuve. México. 1991
Leñero, Luis. ¿Qué es cultura? Cejuv. México, D.F.
Foucault, Michel. Vigilar y Castigar, Microfísica del Poder, etc.
Moscovici, Serge. Psicología de las minorías activas.
Scarduelli, Pietro. Dioses, espíritus, ancestros. Fondo de cultura económica. México, D.F. 1988.
Lévi-Strauss, Claude. Mitológicas. Lo crudo y lo cocido I. Fondo de Cultura Económica. México, D.F. 1986.
p. 21
Heller, Agnes. Op. cit.
Berger y Luckmann. La Construcción social de la realidad. Amorrortu. Buenos Aires. 1979.
Cf. la actualización que se hace de la simbología de la piñata en "Posadas juveniles" Cejuv.
Eliade, Mircea. Tratado de historia de las religiones. Era.México, D.F. 1988 p346-365, 150-152
Definido no de una manera formal y explícita, pero sí latente e implícito a la lógica sociocultural del barrio.
Eliade, Mircea. op. cit.
Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno. Origen/Planeta. México, D.F. 1985 p 119
Eliade, Mircea. Lo sagrado y lo profano. Labor. Barcelona, España. 1988. p 25-61
Palabras del jefe indio Seathl de la tribu Dwanwissi, en respuesta a la propuesta del presidente de Estados
Unidos en 1855 de compra de tierras de su tribu. Tomado de "América Indígena". Vol. 40-1. Instituto
Indigenista Interamericano. México, 1980. pp 13-16.
14

III.1. Objetivos y Líneas de Acción


III.1.1 Objetivo General
El objetivo general de esta propuesta es el de contribuir al desarrollo integral de
los jóvenes de los sectores populares de la ciudad de México, especialmente en
las áreas de educación, salud, trabajo y sociocultura, a partir de la dinamización
de los grupos juveniles y vecinales que generen programas autogestivos de
promoción integral juvenil-comunitaria en cada una de estas áreas.
III.1.2 Objetivos Específicos
1.- Desde la perspectiva de los jóvenes y su papel como agente y destinatario,
dinamizar la red de redes sociales y propiciar la organización de grupos de la
sociedad civil de los barrios, reforzando las relaciones intergeneracional entre los
diferentes sectores del barrio para promover:
La actualización del sentido y los valores de la cultura comunitaria.
Las condiciones bio-psico-sociales que favorezcan la salud comunitaria.
Formas de educación para el empleo, orientación vocacional y organización
productiva personalizantes y alternativas.
Favorecer la creación de espacios educativos informales.
2.- Promover la participación de los jóvenes en las actividades del barrio,
encaminadas al mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes,
especialmente los niños y los jóvenes.
3.- Generar procesos de formación integral, a partir de los grupos, a fin de ayudar
a clarificar su proyecto de vida.
4.- Vicular a los grupos con organizaciones más amplias de la Sociedad Civil.
5.- Recuperar los espacios de los barrios.
6.- Fomentar la organización juvenil encaminada a la autogestión.
III.1.3 Líneas de Acción de los Agentes
a) Insertarse en la comunidad.
Favorecer una inserción en los tres niveles que entiende el proyecto: asesor-
comunidad, proyecto-comunidad, proyecto-asesor; en una relación viva de
identificación, compromiso, integración, afecto y solidaridad, para que los Centros
Juveniles de Barrio logren el desarrollo integral de las personas y la comunidad.
b) Privilegiar el trabajo con los sectores más desprotegidos.
Privilegiar el trabajo con los pobres (en el sentido amplio de "Opción por los
pobres" de C. Boff y Pixley), formando una conciencia de clase, desde una
promoción que les involucre de manera activa, particularmente a los jóvenes para
promover su desarrollo desde sus barrios, con el fin de construir una sociedad
más justa e igualitaria.
c) Analizar la realidad
Analizar la realidad de manera sistemática y crítica enfatizando las condiciones de
la vida que genera el desarrollo urbano y, especialmente, la situación juvenil, de
manera que la comprensión de la misma, nos permita confrontar las propuestas de
intervención y generar otras nuevas con el fin de responder eficazmente a las
necesidades de la comunidad.
d) Crear grupos
Impulsar la creación de grupos diversos donde se vivan valores comunitarios que
sean espacios de encuentro de los diferentes sectores del barrio, para facilitar la
organización y participación en procesos de trabajo comunitario en la línea
autogestiva.
e) Acompañamiento
Acompañar en el aspecto personal a los promotores de los Centros Juveniles de
Barrio, potenciando y revalorando sus habilidades, actitudes y capacidades que
les permitan enfrentar de mejor manera las diferentes situaciones que se le
presentan en la vida.
Acompañar y fortalecer a los grupos naturales brindándoles elementos que
refuercen su dinámica interna, favoreciendo la formación y ampliando su red de
relaciones con el fin de favorecer la integración comunitaria, proyectando sus
acciones en beneficio de la misma.
f) Sistematizar las experiencias
Sistematizar la experiencia generada en los proyectos, evaluando la práctica con
los participantes y generando a partir de ello un conocimiento colectivo que
permita optimizar su acción comunitaria, reproduciendo y mejorando el trabajo con
el fin de lograr agentes comunitarios cada vez más profesionales.
III.1.4 Líneas de Acción en las comunidades
a) Formar promotores sociales
Formar promotores sociales que surjan de los destinatarios de los Centros
Juveniles de Barrio, detectando en las personas su sensibilidad social,
favoreciendo el desarrollo de sus habilidades personales en favor de los demás,
favoreciendo actitudes de servicio, ofreciendo opciones de capacitación y
comprensión crítica de la realidad para que acompañen procesos de cambio social
en sus comunidades.
b) Formar para la salud
Formar para la salud a los promotores de Centros Juveniles de Barrio,
sensibilizándolos a las diferentes manifestaciones de ésta problemática en la
actualidad, informando sobre las causas y medios de prevención y favoreciendo la
búsqueda de alternativas de atención, con el fin de elevar el nivel de salud en su
comunidad en los sectores que más lo requieran.
Prevenir la toxicodependencia y la delincuencia en los sectores infantiles y
juveniles de los barrios en que participamos, dinamizando las redes sociales en
busca de mejores condiciones de vida, mediante la creación de espacios
recreativos, culturales, educativo-formativos y de análisis sobre la problemática,
para que a partir de ellos, se deriven acciones que atiendan a jóvenes y familias
en riesgo o que se encuentren inmersos en la problemática.
Prevenir las enfermedades comunes en las familias de los barrios populares, a
través de la formación de grupos informativos y educativos, la organización de
campañas de sensibilización, y brigadas de salud con la finalidad de movilizar e
integrar a los vecinos en estas acciones, propiciando las condiciones óptimas para
el sano desarrollo de los miembros de las comunidades.
c) Formar una conciencia ecológica
Formar una conciencia ecológica en los sectores de población con que
trabajamos, favoreciendo un sentido de responsabilidad y participación sobre el
cuidado de todos los espacios vitales para el desarrollo humano, buscando la
participación de la comunidad, a través de la creación de brigadas de ciudado y
preservación del medio, comisiones de vigilancia y mejoramiento ambiental; con el
fin de ofrecer al ser humano condiciones óptimas de desarrollo y una convivencia
armónica con su ecosistema.
d) Favorecer la integración familiar
Favorecer la integración familiar en los barrios que se acompaña propiciando
espacios de encuentro, comunicación, convivencia y afecto para mejorar las
relaciones entre sus miembros, permitiendo así su mejor desarrollo.
e) Favorecer la recreación
Favorecer oportunidades de recreación, creando espacios en donde se exprese la
creatividad, la imaginación, en donde se desarrolle la capacidad de socialización y
de determinadas habilidades para formar una cultura de la recreación,
colaborando así en el bienestar de la comunidad.
f)Formar para la democracia
Formar para la democracia a los sectores de población en general creando
conciencia de la importancia de no reducir el término democracia al ámbito
electoral, sino que debe ejercerse la ciudadanía en todos los espacios de toma de
decisión presentes en los ambientes cotidianos de interacción, con el fin de
generar agentes comunitarios, objetivos, críticos y responsables que se involucren
y acompañen los procesos locales y de carácter nacional.
g) Educar para la organización
Educar para la organización a integrantes de los diferentes grupos que existen en
los Centros Juveniles de Barrio, mediante elementos metodológicos que
favorezcan la vivencia de la democracia y la participación, que generen procesos
de autogestión en beneficio de la comunidad, que desarrollen diversas formas de
organización, que dinamicen las redes sociales existentes en el barrio para activar
su participación.
h) Promover la cultura
Entendida esta promoción en dos sentidos complementarios: el primero se refiere
a la formación de la conciencia y de la identidad de nuestras raíces e idiosincrasia.
Lo que se ha denominado el carácter nacional y que contiene un conjunto de
valores pasados y presentes que influyen permanentemente en toda la creación
de la sociedad y se refleja en todas las conductas hasta las mas complejas.
Promover la cultura propia fortaleciendo los valores universales pasados y
creando valores presentes que se encaminen al desarrollo integral de los jóvenes,
que propicie el cambio hacia una sociedad más solidaria y favorezca la diversidad
de expresiones.
El segundo sentido se refiere a la promoción de una cultura propia de los jóvenes
que rescate sus valores, su multiplicidad de expresiones y se proyecte no solo
entre ellos mismos sino en otros sectores de la sociedad. Darle cabida a la riqueza
de los jóvenes de diferentes sectores y grupos comunicando sus inquietudes de
cambio social. En este sentido cabe promocionar desde una "pinta" de una banda
en su barrio hasta la literatura universitaria con este trasfondo recreador de la
cultura.
Esta promoción debe emplear y partir de la expresión cultural propia del grupo a
que está dirigida, por ejemplo, la tira de "Los picudos" o "La familia de Pedro" (ver
anexo).
i) Promover los Derechos Humanos
= Promover el respeto a los derechos humanos, informando y sensibilizando a la
comunidad sobre cuáles son y en qué consisten, impulsando la formación de
comités que detecten y prevengan situaciones en que éstos no se cumplan, con el
fin de lograr comunidades y barrios cada vez más el respetuosos de la dignidad de
las personas.
j) Fomentar la participación en movimientos sociales
= Participar en movimientos sociales, integrándonos a redes de acción ya
existentes, asistiendo y/o convocando a eventos formativos y organizativos, que
nos ayuden a tener una visión más amplia de la realidad, con el fin de incidir de
manera organizada como miembros de la sociedad civil en decisiones que nos
afectan y en el cambio social.
k) Promover la acción política en los centros
= Formar la conciencia y la acción política a partir de la comprensión de las
coyunturas locales y de la demanda de reivindicaciones concretas, conviviendo y
articulándose a otras experiencias similares para fortalecer nuestra sociedad civil y
que realmente tenga un protagonismo en el cambio social.
l) Formar integralmente a la comunidad
= Formar integralmente a los diferentes sectores de las comunidades que se
acompañan, favoreciendo una conciencia no consumista, de no violencia y
elevando la autoestima para ser y vivir libres como gestores de su propia historia.
m) Revalorar el aspecto educativo
= Revalorar la importancia del aprendizaje y suscitar el interés por el estudio, a
través de metodologías alternativas que partan de las vivencias cotidianas,
favorezcan el conocimiento y enriquezcan su visión y forma de vida.
n) Formar para el empleo
= Formar para el empleo a los promotores de Centros Juveniles de Barrio,
sensibilizándolos a la problemática, sus causas y consecuencias en los sectores
más vulnerables y capacitando equipos que se comprometan en la atención a
dichos sectores, de manera que al impulsar el proyecto de promoción de empleo,
se favorezca en las comunidades, una vida más digna y una cultura laboral más
consciente.

III.2. Elementos de la propuesta


III.2.1. Areas
Las áreas son entendidas como los grandes bloques que agrupan la situación
crítica juvenil (y/o comunitaria), así como las propuestas de solución que propone
el proyecto. Las áreas que contempla nuestro modelo teórico de intervención:
a) Sociocultura
b) Educación
c) Trabajo
d) Salud
Así, las áreas son los campos en los que se quiere intervenir, mutuamente inter-
relacionados que encuadran o aglutinan la problemática e iniciativas, juvenil y/o
comunitaria en las que se quiere o desea promocionar al jóven con su comunidad.
La importancia de trabajar por áreas surge de la práctica misma en las
comunidades, como respuesta consciente a encuadrar los diferentes campos que
favorecen la promoción integral de los jóvenes en sus comunidades. El abordarlo
de esta manera facilita la intervención en las comunidades no desde proyectos
parciales sino desde una propuesta y visión integrada Al no haber una
intervención global hacia el jóven se corre el riesgo de una deficiente promoción,
cubriendo solo una parte de la problemática del jóven y su comunidad.
i) Area Sociocultural
Como mencionamos anteriormente en la ciudad de México se da la interrelación
de distintas culturas: folk, tradicional, moderna y postmoderna. Sin que nuestro
modelo descarte alguno de los niveles anteriores, aunque sí prioriza la llamada
cultura urbano popular, mezcla y expresión simultánea de lo tradicional y lo
moderno.
Nuestra propuesta socio-cultural se sustenta en la idea de dinamizar y mejorar las
relaciones de la red de redes sociales de los barrios, armonizarlas y mejorar la
convivencia, tomándose en cuenta para ello los festejos, tradicionalles y
constumbres de cada comunidad. También consideramos la creatividad y la
expresión cultural juvenil, pues este sector poblacional constantemente está
redefiniendo y recodificando en forma natural sus valores y prácticas culturales. Su
cotidianidad constituye la base que les permite orientar y redefinir sus propios
modelos culturales.
La propuesta socio-cultural no solamente se reduce al factor festivo o celebrativo,
ni al quehacer juvenil, promovemos una cultura por los derechos humanos y un
creciente grado de concientización y politización en los sectores mayoritarios. El
modelo, consciente de la tarea de descubir, revalorar y promover las diversas
expresiones y manifestaciones culturarles de los sectores más pobres y
desposeídos, particularmente de los jóvene, pone énfasis y apoya en lo posible la
creación y el fortalecimiento de las organizaciones culturales de la juventud. De
ahí la importancia de actuar en 4 grandes dimensiones, cada una con sus
respectivos proyectos:
1) Las organizaciones juveniles. En este nivel se procura fomentar las expresiones
e iniciativas juveniles respetando sus propuestas o planteamientos que viabilicen
su capacidad autogestiva. Entre algunas de esas expresiones encontramos los
grupos de teatro, danza, guitarra, pintura, etc..
2) Las celebraciones y festividades comunitarias. El centro juvenil de barrio
promueve espacios de encuentro y diálogo de las culturas que reafirman su propia
entidad y que recuperan el potencial creativo y de expresión de las comunidades.
Así mismo, se difunden nuevas dimensiones culturales, desconocidas e
incomprendidas por la juventud. Con esto se pretende que la comunidad descubra
el sentido profundo de sus festividades, ritos, símbolos, revalorándolo,
redefiniéndoles y dándoles una proyección comunitaria. Toda celebración
encuadra aquí: lo cívico, lo religioso, lo social, etc.
3) La formación de una cultura socio-política, cuya máxima expresión pretende ser
tanto la educación para la democracia como la creación de una cultura sobre los
derechos humanos. El énfasis se pone en la creación de alternativas de carácter
formativo educativo en los jóvenes basadas en la cotidianidad e intereses de los
mismos, pero sin descuidar su articulación con movimientos sociales más amplios,
sin hacer caso omiso de la realidad o la conyuntura, etc. En síntesis, se busca
promover el protagonismo juvenil, que el joven sea realmente un sujeto
transformador. Se busca propiciar la participación de los grupos del barrio en
redes organizativas más amplias de la sociedad civil. Mediante proyectos
específicos tales como la "Brigada por los derechos de la Banda" se promueve la
educación para la participación ciudadana de los jóvenes, creándose conciencia
de sus derechos y deberes políticos en aras de la construcción de la sociedad
civil.
4) Eduación religiosa y religiosidad popular. Se propone, en los grupos que lo
soliciten, una catequesis incorporada en la vida cotidiana fundada en la actitud de
la caridad cristiana, traducida en hechos y en una práctica concreta frente al pobre
y el necesitado. La propuesta centra su atención en las prácticas y valores
cristianos que la juventud y la comunidada desarrollan, reafirmando los valores
esenciales del cristianismo y viabilizando la construcción de una nueva sociedad,
más justa, más humana, más equitativa, más fraterna.

ii) Area Educativa


Hemos mencionado con anterioridad algunos aspectos que caracterizan la
problemática de la educación juvenil. Es este contexto, el proyecto de Centros
Juveniles de Barrio, surge una propuesta educativa alternativa para los jóvenes,
principalmente, la cual busca espacios de educación no formal en el barrio que
ayuden a los jóvenes, a afrontar, de manera adecuada, las situaciones que se les
presentan en la vida cotidiana y que puedan encaminarlas al mejoramiento de sus
condiciones de vida, además de reforzar en la media de lo posible, los contenidos
educativos manejados en la educación formal.
Lo anterior se intrumenta a través de:
a) Sesiones de regularización y apoyo académico
b) Conformación de bibliotecas populares
c) Formación de grupos de educación abierta, y reuniones de reflexión sobre
temas diversos que responden a las necesidades e intereses de los jóvenes.
La metodología de reflexión-acción-comunicación que está presente en los centros
juveniles de barrio, se fundamenta en los siguientes puntos:
Actividades de aprendizaje que se realizan fuera del sistema educativo
formalmente organizado.
Se realiza donde la gente vive y trabaja y se parte del redescubrimiento y la
revaloración de los ambientes cotidianos de las personas, como espacios
generadores de experiencias de aprendizaje.
No interesa certificar, no culmina con la entrega obligatoria de diplomas o
credenciales y no se obtienen grados.
No es masiva como en la escuela, porque cada grupo tiene sus necesidades
específicas. El pequeño grupo es su espacio propio y característico.
Se busca que, a través de esta educación, lo que aprenda tenga repercusión en
su vida lo más pronto posible. No es como en la escuela formal, en donde los
beneficios tienen que esperar para cuando uno sea grande. Se busca que los
beneficios sean rápidos e integrados, se vinculan mucho más con el aquí y el
ahora de la gente, lo cual se logra teniendo un acercamiento mayor con la realidad
de la gente.
No es meramente reflexivo, sino que la reflexión debe llevar a una acción y ésta
acción debe ser reflexionada. A estos dos elementos, se suma un terecero: la
comunicación, con la idea de involucrar a y compartir con la comunidad del
proceso reflexión-acción-reflexión...
Un elemento de suma importancia contemplado en esta área es el aprendizaje de
la experiencia y del error, ya que esto es muy propio de la condición juvenil. El
joven aprende del ensayo- error.

iii) Area de Salud


El nivel de nuestra intervención recae primordialmente, en lo preventivo con el fin
de que todos los jóvenes tengan espacios educativos, de integración personal y
grupal, así como de análisis de su realidad para crear conciencia sobre las
dificultades en las que se puede caer si no se atiende a tiempo a la juventud. A
través de acciones formativas e informativas, campañas de sensibilización,
brigadas, etc. La prevención específica será en aquellos aspectos que la población
del barrio requiera: toxicodependencia, delincuencia, enfermedades específicas,
educación sexual y otros.
De ahí la importancia de actuar en los siguientes proyectos:
1) Nutrición. En este nivel se procura educar para tener una buena nutrición,
ayudando a descubrir las causas de una mala nutrición y promoviendo alimentos
alternativos más económicos y nutritivos.

2) Recreación. El centro juvenil de barrio promueve la apropiación o habilitación de


espacios comunitarios lúdicos y de sana recreación y que recuperan el potencial
creativo y de expresión de las comunidades. Especialmente para los niños, los
adolescentes y los jóvenes.
3) Enfermedades y accidentes. Se busca la sensibilización, concientización y
organización de las personas, a fin de que tengan los elementos necesarios para
prevenir y dar tratamiento a las enfermedades y accidentes más comunes.
4) Sexualidad humana. A través de talleres participativos y vivenciales se busca
dar elementos de una educación sexual integral. Existe material desarrollado para
este fin (módulo IV del taller de sociocultura, el folleto "El desafío social del sida" y
la radio-novela "El club de los corazones rotos").
5) Adicciones. El centro juvenil de barrio promueve la creación de alternativas para
la prevención de adicciones, entre ellas se ha desarrollado una metodología
denominada "Brigada antidroga".
6) Atención bucal. Entre las áreas de prevención y promoción a la salud existe un
interés especial por la atención bucal, porque es la caries es un problema muy
frecuente.
7) Ecología. En este nivel se busca el rescate de las áreas verdes, reforestación,
promoción del reciclaje, búsqueda de alternativas no contaminantes, abandono de
prácticas consumistas y depredadoras, desarrollo de una conciencia ecoloógica.

iv) Area Laboral


Ante la compleja problemática laboral, la propuesta del Centro Juvenil de Barrio
pone énfasis en el carácter educativo y comunitario, partiendo de las
características socioculturales, económicas y políticas de las comunidades.
Lo anterior se intrumenta a través de las siguientes etapas:
a) Capacitación. Se inicia con un curso-taller que posibilita a los promotores
detectar causas y efectos del desempleo.
b) Diagnóstico, Convocación y Programación. Se lleva a cabo un diagnóstico
sobre la situación de ocupación y desempleo en el barrio. Una vez hecho el
diagnóstico, se devuelve la información sistematizada y analizada a la población, a
través de trípticos, volantes, etc. Para posteriormente convocar a una reunión que
permita reflexionar conjuntamente dicha información y sobre la problemática
laboral. De aquí se derivan pistas y acciones concretas para buscar soluciones.

c) Acciones comunitarias. Estas acciones se llevan a cabo, a través de un Centro


de Orientación y Educación para el Trabajo (COET), que se plantea como un
espacio al interior de un barrio que brinda servicios de orientación vocacional y
ocupacional, asesoría legal y capacitación técnica para talleres productivos y de
servicios. El COET supone, por lo tanto, una bolsa de trabajo y talleres de
capacitación y educación. Tanto los talleres como la bolsa de trabajo están
fuertemente marcados por un proceso de orientación vocacional y ocupacional,
que tendrá lugar en las actividades derivadas de estos programas.
La bolsa de trabajo se forma con recursos de la comunidad, y de bolsas de
trabajo externas. Aquí es importante el diagnóstico ocupacional en el barrio. Así
mismo, se reafirma la importancia de la orientación vocacional ya que, de otra
manera, sólo se estaría realizando un "banco de información" y un espacio de
canalización. Ir más allá nos exige hacer un seguimiento serio al joven o adulto
que solicite asesoría y dar algunos elementos que les permitan tomar decisiones
libres y conscientes.

En todo este contexto se propone promover la orientación vocacional y


ocupacional a través de grupos comunitarios de reflexión vocacional.
La asesoría legal es también parte importante a considerar en el COET, por lo que
se está elaborando un manual que permita conocer los elementos básicos de los
derechos y obligaciones laborales en nuestro país. Esto en la idea de formar
jóvenes con una cultura laboral más amplia.

III.2.2. Dimensiones
Las dimensiones de nuestro modelo teórico de intervención son entendidas en el
sentido implícito, es decir, si es integral debe formar a todo el promotor y le
considera a éste como una Unidad en desarrollo. O sea, que las dimensiones son
como las partes de un todo, de una unidad. A semejanza del concepto de
dimensión en Física: 3 dimensiones espaciales y una temporal que forman un todo
indisociable: el espacio-tiempo. Las dimensiones que se busca formar son las
siguientes:
1) Personal
2) Grupal
3) Social (comunitaria y crítico-constructiva)
De manera permanente, se desarrollan momentos formativos que tengan
contenidos que los ayuden a su desarrollo personal, grupal y social. En esta etapa
de la vida consideramos importante los niveles afectivos, cognitivos, de
socialización, de toma de opciones y proyecto de vida, así como el fomento de
actitudes y destrezas para su compromiso como promotores sociales.

III.2.3. Ejes
Los ejes son entendidos un poco como aquello que es transversal a todo el
proyecto: que atraviesa todo el proyecto, lo viabiliza y sostiene, y en torno a lo cual
giran las áreas y dimensiones que sustenta. Los ejes del modelo teórico de
intervención son los siguientes:
1) Acción
2) Formación
3) Investigación
4) Organización

III.2.4. Proceso
Al intentar definir el concepto de proceso desde la experiencia institucional,
consideramos importante resaltarlo básicamente como algo inherente al ser
humano y a los sistemas sociales, ya que ambos, están sujetos a una
transformación constante, marcada por diversas etapas, si bien los procesos
humanos nunca son lineales. De acuerdo a la premisa anterior para llevar a cabo
el trabajo deberemos de contemplar un punto de partida que considere la realidad
de la zona (incluyendo al proceso de la comunidad) en donde se interviene sin
descuidar la realidad nacional y mundial, así como el punto final deseado en sus
diversos momentos y etapas intermedias las cuales inciden para modificar o no en
el sistema en que se interviene. Dichas etapas no son secuenciales sino que están
determinadas por momentos específicos que permiten un caminar: en
personalización (ser más), integración comunitaria (ser con), y de servicio
comunitario (ser para). Las acciones que se realizan no son aisladas sino que
permiten la consecución de los objetivos planteados y que propone paso a paso
las acciones a realizar. Dichas acciones deben ser adaptadas de acuerdo a la
realidad y al proceso mismo de la comunidad, siendo flexibles a las características
de los jóvenes. En el proyecto de CJB hemos diseñado las etapas del proceso en
torno a los ciclos culturales propios de la vida de las comunidades. El desarrollo
del proceso inicia con actividades muy específicas propuestas por el asesor hasta
actividades impulsadas por la organización generada. Un hecho importante es que
se debe distinguir entre el proceso comunitario, el de los grupos y el de las
personas.

III.2.5.- Sectores
Como mencionamos anteriormente, los Centros Juveniles de Barrio se basan,
tomando a la red social como espacio privilegiado de la promoción comunitaria, en
el papel de los jóvenes en este contexto, como agentes dinamizadores y como
destinatarios del mismo proceso de promoción.
Así, a los diversos grupos de población les denominamos sectores. En la
experiencia de los centros Juveniles de Barrio los principales sectores son los
distintos grupos de edad: niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos. Dentro
del sector juvenil se puede precisar un subsector: el de los "chavos banda", y
dentro de los adultos, el subsector de "las señoras".

Desarrollo del Proceso de Intervención


III.3.1 Introducción
El proceso de intervención de la institución en una comunidad comienza desde el
momento en que se investigan y analizan las condiciones políticas, geográficas,
económicas y sociales del barrio, para determinar la viabilidad de la puesta en
marcha allí de la propuesta. Ello presupone que se cuenta con un equipo asesor
integrado, mínimamente capacitado y con conocimiento de la propuesta del
proyecto. Este equipo puede ser de la comunidad o externo, pero en ambos casos
debe contar con una institución que respalde el trabajo, es decir para que cuenten
con los recursos humanos, financieros y materiales mínimos necesarios. Otro
requisito previo es que el equipo asesor cuente con instrumentos de investigación
social para el conocimiento inicial de una realidad, así como conocimientos y
habilidades que le posibilitan tener un acercamiento a los barrios populares. La
institución debe contar con criterios de viabilidad para la puesta en marcha de la
propuesta (ver anexo 2).
Para iniciar la entrada a la comunidad se lleva a cabo la investigación preliminar
mediante las siguientes acciones:
Elegir la zona de trabajo y realizar visitas piloto.
Establecer contacto con los habitantes y detectar líderes de opinión y naturales.
Diseño y elaboración de un mapa ecológico.
Diseñar instrumentos para el análisis de viabilidad y de correlación de fuerzas.
Recabar, ordenar e interpretar la información obtenida mediante instrumentos
diversos.

La mística que motiva esta investigación se podría expresar con la siguiente frase:
"Escuchamos y hacemos nuestro el clamor de la gente".

Después de la investigación preliminar, la institución puede determinar si es viable


la puesta en marcha del proyecto. En caso afirmativo se continúa, de lo contrario
se vuelve a iniciar el proceso en otra comunidad.

Una vez que la institución ha determinado que es viable la puesta en marcha del
proyecto, se inicia el proceso de intervención, propiamente dicho, de acuerdo a las
etapas que se decriben en la siguiente sección. En este momento el asesor
conoce las necesidades sentidas y reales del barrio, ha iniciado contacto con
líderes significativos del barrio, así como con las instituciones y grupos que
participan en el barrio. También ha delineado estrategias mínimas de acción y
tiene una monografía del barrio.

En el desarrollo de este proceso, la institución llega un momento en que


debe decidir "salirse" de la comunidad, es decir, existe un momento en que
debe darse por terminada la intervención como tal y la institución se
transforma simplemente en un nodo más de la red institucional del barrio, se
vuelve sólo un elemento más del capital simbólico de las redes sociales que
se han han venido aompañando y dinamizando en el barrio. En este
momento el Centro Juvenil de Barrio, a través de un Consejo Juvenil
Comunitario ya es una instancia formal en la comunidad (constituida, tal vez,
como Asociación Civil) con capacidad de proponer y realizar proyectos en
función de las necesidades propias de la comunidad, financiados con
recursos propios o gestionando financiamientos y colaboraciones diversas
ante otras instituciones. Existen mecanismos de renovación de los
miembros de tal forma que se da continuidad al proceso. Al mismo tiempo,
el Centro Juvenil de Barrio es capaz de compartir y promover su experiencia.

Los elementos que configuran esta situación son precisamente el punto de llegada
de la etapa de autogestión, y forman lógicamente el punto en que la institución da
por terminado el proceso de intervención, aunque se mantiene como un recurso
de la comunidad y un apoyo especializado para continuar el propio proceso
autogestivo del barrio.

III.3.2 Definición de las Etapas del Proceso de Intervención


1) Etapa de Inserción-inmersión
Una vez que la institución ha determinado que es viable la puesta en marcha del
proyecto, se inicia esta etapa en la cual se establece una vinculación estrecha
entre el asesor y la comunidad, donde se va profundizando en su conocimiento,
identificación y compromiso con su proceso histórico.

El asesor debe haber definido la intencionalidad de la institución y la suya propia, y


debe haber encontrado el punto de convergencia entre ambas para iniciar la
acción promocional a desarrollar en el barrio. En esta etapa, como decíamos, el
asesor establece vínculos con la comunidad. Vínculos sustentados en el
compromiso o empeño con los sectores en situación crítica, llegando a
identificarse con éstos mediante un contacto vivo que se obtiene por la
participación del asesor en la vida de las redes sociales de la comunidad, en la
convivencia con éstas.
En esta etapa se tiene presente que la inserción-inmersión es un punto de
arranque por medio del cual el asesor podrá descubrir sus propias motivaciones,
convertirse y comprender realmente la cultura, las condiciones de existencia y
conciencia de la red de redes sociales que conforma del barrio, y contribuir con su
ser, con sus acciones al conocimiento, identificación y compromiso con el proceso
histórico de las redes sociales de la comunidad.

En la inserción-inmersión no se trata de un conocimiento intelectual objetivo, ya


que este tipo de conocimiento permite el estudio de la realidad social sin
comprenderla. Como afirmaba Mounier, "el conocimiento más auténtico no es el
más objetivo... sino por el contrario aquel en el cual me comprometo más
profundamente, aquel en el que el objeto no consiste en explicarse más que en la
medida en que yo estoy implicado".

La etapa de inserción-inmersión consiste, en su primer momento, simplemente en


convivir de algún modo con la comunidad, en participar en sus vidas. Más que
conocer sólo mediante investigaciones lo que se intenta es saber-con-la-vida. En
la inserción-inmersión no se excluye lo intelectual, se sobrepasa: conocer no es
sólo saber, también implica la experiencia que se tiene de algo y el hecho de estar
"metido" (inserto e inmerso) en ello. Conocer, así, es comprender vitalmente,
comprender con nuestra vida, porque a nosotros nos pasa. Conocer es
comprender participando, a través del compromiso de nuestra experiencia
personal. Esta inserción-inmersión permite adquirir una vivencia de las redes
sociales con las que trabajamos, mejor dicho, con quienes participamos. Esto
implica ser parte del proceso, no espectador, superando la dicotomía "agente
externo/comunidad", siendo y participando como un nodo más de las redes
sociales del barrio.

Sin embargo, la sola inserción-inmersión en una realidad no es garantía de un


conocer que sirve para una acción promocional. La inmersión puede quedar a
nivel de evidencia: toda persona inmersa en lo cotidiano tiene evidencia de la
realidad. De ahí surge la necesidad de una inserción crítica, que lleva a la
comprensión de una situación del sistema social local dentro de la comprensión de
la totalidad de la sociedad. Inserción crítica, en cuanto que trasciende las
apariencias, los efectos hacia las causas, y en cuanto que la inmersión produce
una crisis personal que obliga a dar respuesta a lo que se ha vivido, a
comprometerse.

2) Etapa de Sensibilización
Etapa en la cual el asesor, a partir de su conocimiento de la realidad de las redes
sociales de la comunidad, propicia el acercamiento de las mismas a su realidad
con una actitud más crítica, promoviendo y apoyando su participación en
diferentes acciones, encaminadas al fortalecimiento de las redes o a la
conformación de nuevas que respondan a los intereses y necesidades sentidas y
detectadas en el barrio.

Entendemos por sensibilización el hacer que un sujeto y/o sistema se formule


preguntas y emprenda la búsqueda de respuestas. No significa proporcionar
respuestas. De hecho, el hacerlo produce asentimiento o disentimiento, mas no
sensibilidad. El problema real no es tanto el de que nosotros poseamos grandes
soluciones, sino que seamos nosotros y el contexto quienes vayamos en su
búsqueda. Toda operación diferente lleva en sí el riesgo de delegar que, no hay
que olvidarlo, es exactamente lo contrario de sensibilizar.

La capacidad de formular y formularse preguntas es una de las primeras


capacidades que el grupo tiende a devolverse a sí mismo y al contexto.

3) Etapa de Consolidación
En esta etapa se impulsa la consolidación de los grupos que se han formado y
fortalecido hasta este momento, se definen los compromisos e intereses y se
favorece cada vez más, una formación y capacitación especifica, con lo que se
propicia que ejerzan su protagonismo en la dinamización de las redes sociales
internas y externas de la comunidad, así como la planeación y administración de
los recursos, fortaleciendo la identidad como Centro Juvenil que les permite
intervenir mas adecuadamente en la atención a la problemática del barrio.

4) Etapa de Compromiso y proyección comunitaria


Esta etapa se caracteriza porque los promotores, ante la realidad juvenil de la
comunidad y de los grupos, asumen un compromiso y su protagonismo, a través
de acciones encaminadas al mejoramiento de la calidad de vida, favoreciendo la
organización y movilización de la comunidad en favor de sí misma, aprovechando
los recursos existentes dentro y fuera de ésta.

5) Etapa de autogestión y multiplicación de experiencias


En esta etapa el Centro Juvenil de Barrio, a través del Consejo Juvenil
Comunitario ya es una instancia formal en la comunidad con capacidad de
proponer y realizar proyectos en función de las necesidades de la comunidad
financiados con recursos propios o gestionando financiamientos y colaboraciones
diversas ante otras instituciones. El Centro Juvenil de Barrio mantiene autonomía
respecto a otros organismos, aunque es capaz de compartir y promover su
experiencia asesorando e impulsando otras experiencias similares cuya finalidad
sea la proyección del joven hacia su comunidad, apoyándose en sus propios
recursos y en relación con otras instancias.

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