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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN


INSTITUTO DE FILOSOFÍA
MAESTRÍA DE FILOSOFÍA Y CIENCIAS HUMANAS
PROFESOR BENJAMÍN SÁNCHEZ MUJICA

EL ENIGMA DE LA INCONMENSURABILIDAD TEÓRICA EN


KUHN

JOSÉ COLMENARES
LA INCONMENSURABILIDAD TEÓRICA EN THOMAS KUHN

En la actualidad nos encontramos con el problema epistemológico de la


inconmensurabilidad de las teorías científicas. La importancia de esta cuestión se le
atribuye a Thomas Kuhn por ser quizá el primer filósofo de las ciencias que concientizó
las enormes discrepancias que hay entre paradigmas. Sin embargo, el mismo Kuhn le
atribuye a Feyerabend la simultaneidad del uso del término en 1962 (KUHN.2002.96).

En principio, el término viene de la matemática y se utilizó para “describir la


relación entre teorías científicas sucesivas” (KUHN.2002.95). La razón que Kuhn le
atribuye al uso de la categoría es debido a problemas para “interpretar textos
científicos”; no para traducirlos. En otras palabras, desde un principio el concepto de
inconmensurabilidad surgió para llenar un vacío hermenéutico para interpretar las
teorías científicas. Kuhn se esfuerza por diferenciarse de Feyerabend, advirtiendo que el
concepto de inconmensurabilidad, que él utiliza, tiene una referencia más amplia y la
postura del anarquista metodológico era más radical. Sin embargo, ambos coincidían
profundamente. (KUHN.2002.95-96)

Por lo que entendemos el autor recibió muchas críticas a su idea de


inconmensurabilidad teórica; motivo por el cual se vio obligado a reformular su
propuesta para poder sustentarla. En este trabajo intentaremos demostrar que la
inconmensurabilidad teórica es inherente a la confrontación y desarrollo del
conocimiento científico. Que, por cierto, el hecho de que haya inconmensurabilidad de
las teorías científicas no significa que la ciencia sea irracional, ni mucho menos. Para
nosotros la inconmensurabilidad revela las relaciones de saber, poder y verdad que
atraviesan las teorías. En fin, si se nos permite la metáfora, la inconmensurabilidad es
una debilidad congénita de las ciencias. Y la historia que Kuhn nos narra de las ciencias
lo demuestra.

Para mostrar lo complicado que es todo este problema de la inconmensurabilidad


teórica supondremos la tesis opuesta a la de nuestro estimado profesor
(SÁNCHEZ.2009.111-125). Es decir, partiremos de lo plausible de la propuesta
kuhniana y diremos que la irracionalidad de quienes defienden los viejos o anteriores
paradigmas suele ser mucho más enfática que la de los defensores de los nuevos
paradigmas; asumiremos que quienes defienden los paradigmas de la ciencia normal
suelen ser más intolerantes y fanáticos que los que luchan por ser aceptados en la
comunidad científica por practicar un nuevo paradigma. ¿Qué motiva esta aseveración?
Diremos que quienes luchan por posicionarse con un nuevo paradigma realizan algo
parecido al tratamiento que da Spinoza a la idea de conocimiento verdadero en la que la
verdad es más completa que la falsedad porque, en principio la explica y se explica a sí
misma. Sin duda, los que introducen un nuevo paradigma han tenido que lidiar con los
problemas anteriores y buscar nuevas soluciones que los paradigmas antagónicos no
lograban descifrar. Esto no es una provocación, ni mucho menos, simplemente se trata
de mostrar cómo sobre este asunto queda mucha tela por cortar. Porque argumentos van
y argumentos vienen. Por tanto, conscientes de que este debate filosófico no se acaba
jamás, trataremos de ilustrar una cadena de argumentos que respaldan la posición de
Kuhn con respecto a la inconmensurabilidad teórica. Pero, antes de construir una
apología kuhniana, intentaremos: 1) definir qué entiende Kuhn por
inconmensurabilidad; 2) resumir las objeciones en contra de la inconmensurabilidad que
solemos encontrar en esta discusión; 3) responder la crítica, o al menos algunas de las
críticas, en contra de la inconmensurabilidad teórica de Kuhn.

I.-¿QUÉ ENTIENDE KUHN POR INCONMENSURABILIDAD?

El primer pasaje en el que Kuhn utiliza el término inconmensurabilidad señala


lo siguiente: “la mayoría de las ciencias se han caracterizado por una competencia
continua entre una serie de concepciones distintas de la naturaleza, cada una de las
cuales se derivaba parcialmente de la observación y del método científicos y, hasta
cierto punto, todas eran compatibles con ellos. Lo que diferenciaba a esas escuelas
no era uno u otro error de método -todos eran ‘científicos’- sino lo que llegaremos
a denominar sus modos inconmensurables de ver el mundo y de practicar en él las
ciencias.” (KUHN.1971.24-25). Esa clara distinción conceptual de maneras de ver el
mundo y de construir las prácticas científicas de los diferentes paradigmas revela una
comprensión que no sólo es teórica sino filosófica. Como es bien sabido, no nos
detendremos en las numerosas ilustraciones que Kuhn proporciona acerca de la
incompatibilidad, competencia, inconmensurabilidad y otras expresiones que utiliza
para describir su recorrido extenso por la historia de las ciencias y las diferencias
paradigmáticas.

En realidad Kuhn nos abruma con una marejada de casos particulares, analogías
científicas, que muestran cómo, incluso, en el desarrollo de la ciencia normal se
presentan muchísimas contradicciones, confusiones, desconciertos, sorpresas,
incertidumbres, con respecto a los desarrollos científicos dentro de los paradigmas
sucesivos, pasados y posteriores. Incluso, la metáfora de dos cajas de rompecabezas
distintos para simbolizar las diferencias de cómo se establecen las articulaciones entre y
dentro de los paradigmas no deja de ser muy ingeniosa como explicación pedagógica
para ejemplificar la inconmensurabilidad teórica. Los enigmas aparecen y desaparecen,
se solucionan y luego surgen nuevas soluciones a problemas que se creían ya resueltos.
Esto se parece mucho al permanente replanteamiento de los problemas por parte de la
hermenéutica. Interpretaciones van e interpretaciones vienen y cada paradigma es una
nueva oportunidad para desafiar la anterior interpretación del paradigma establecido.
Diríase que si existe alguna diferencia relevante entre esta hermenéutica de la historia
de las ciencias de Kuhn y la hermenéutica de Gadamer es que el primero borra del mapa
la concepción ontológica que subyace a la hermenéutica gadameriana. Pero, por ahora,
dejemos de un lado los problemas relacionados con el círculo hermenéutico entre la
ciencia y la interpretación. Y prosigamos con el objeto de este ensayo: el enigma de la
inconmensurabilidad teórica en Kuhn.

Nos llama la atención el énfasis que pone el autor en la innumerable cantidad de


casos de las diversas prácticas científicas para aterrizar al final del libro en su estructura
de las revoluciones científicas que no es más que la inconmensurabilidad solapada,
encubierta, o abiertamente señalada entre los paradigmas sucesivos e incompatibles.
Definitivamente, el filósofo se esfuerza por mostrar que no hay experimentos
concluyentes de nada, que las equivocaciones son de los científicos y no de los
paradigmas, que la falsación o verificación nunca se da como un hecho irreversible.
Pues, siempre los paradigmas y las teorías encontrarán algún hecho positivo, alguna
argumentación contundente, o simplemente, se quedan con méritos que marcan la pauta
en el desarrollo del conocimiento científico. Diríamos que los hallazgos o
descubrimientos científicos requieren de una historia, a veces, más ficcional, que real; y
que cumplen una función ideológica para llenar de inspiración a los libros pedagógicos
sobre la historia de las ciencias (KUHN.1971. 215).
Los paradigmas están llenos de hombres con ocurrencias, ingenios, erudición,
mentes brillantes; pero, también, estos grandes y pequeños, presumidos y modestos,
“científicos” están impregnados de orgullos mal sanos, miserias humanas, fanatismo y
dogmatismo, erradicados y presos en sus propias ideas, teorías y paradigmas. Son
esclavos de su tiempo y en la mayoría de los casos, que Kuhn nos muestra, fracasaron;
pero con su esfuerzo a la larga contribuyeron con el acerbo de las ciencias. Aunque, los
científicos, o practicaron la ciencia normal, con desgano o con fe, pero siempre con
contradicciones entre ellos, o fueron víctimas inocentes de la inconmensurabilidad
paradigmática o teórica en el transcurso de alguna revolución científica. Este tema
resulta fascinante porque el filósofo realiza una genealogía de las prácticas científicas,
tal como son y no como debieron ser. Kuhn, a diferencia de Popper, es un realista de la
historia de las ciencias que no pretende mostrar cómo deben ser o bajo qué condiciones
se hace ciencia, sino cómo se desarrolló el conocimiento científico y en qué condiciones
(contexto de descubrimiento) oscila el cambio paradigmático o el desarrollo de la
ciencia normal. En otras palabras, sólo después que ha pasado el búho de minerva es
cuando Kuhn se atreve a dar alguna explicación que apunta más hacia una comprensión
de las ciencias y de su historia.

Sin embargo, veamos cómo el propio Kuhn nos presenta, como una suerte de
desenlace, su concepto de inconmensurabilidad, aunque teóricamente sea la columna
principal de su edificio teórico. “Ya hemos visto varias razones por las que los
proponentes de paradigmas en competencia necesariamente fracasan al entrar en
contacto completo con el punto de vista de los demás. Colectivamente, estas
razones han sido descritas como la inconmensurabilidad de las tradiciones
científicas normales anteriores y posteriores a las revoluciones, y sólo
necesitaremos repetirlas brevemente” (KUHN.1971.230). En efecto, el autor da por
sentado que el desarrollo de las páginas anteriores mostraron con abundancia de
ejemplos el porqué se produce esta desavenencia irreconciliable entre paradigmas. La
incompatibilidad genera un choque no de civilización sino de paradigmas. De hecho, es
en el capítulo XII resolución de las revoluciones (KUHN.1971.224-246) donde
finalmente se descubre el fundamento epistemológico kuhniano para poder explicar la
estructura de las revoluciones científicas. Luego de un largo periplo por la historia de
las ciencias Kuhn muestra sus cartas teóricas; aunque nos dice que él ya ha construido
su explicación sobre la “inconmensurabilidad de las tradiciones científicas”, es en
este capítulo en el que pacientemente llegamos a una suerte de bordado conceptual.
Quizá sólo después del recorrido por la historia de las ciencias el lector está preparado
para comprender el enigma de la inconmensurabilidad en Kuhn.

En primer lugar, Kuhn muestra cómo los defensores de diferentes paradigmas,


difieren también de la demarcación epistemológica de problemas o asuntos por resolver.
En consecuencia, la inconmensurabilidad teórica se expresa en la epistemología y la
normativa de cada paradigma. (KUHN. 1971.230-231). En la historia de las ciencias
las preguntas van cambiando y las soluciones también. A veces, las soluciones se
desvanecen, porque surgen nuevas objeciones a partir de nuevas teorías o paradigmas. A
veces, cambian las preguntas porque los paradigmas anteriores no ofrecen respuesta a
los nuevos problemas que ocupan a los científicos. El objeto o los objetos de la ciencia
o de las ciencias se van ampliando o se transforman como las figuras del caleidoscopio.
Los métodos y procedimientos varían y se incorporan nuevos instrumentos para analizar
las anteriores experiencias científicas.

En segundo lugar, aparece la inconmensurabilidad semántica del vocabulario


científico de los paradigmas y teorías. Los paradigmas introducen nuevos conceptos
que desplazan a los anteriores; pero, también cambian las acepciones o significados de
los vocabularios científicos. Esta transmutación semántica y pragmática que ahora
cambia de contexto referencial es lo que ha permitido a los nuevos paradigmas tomar
conceptos de los paradigmas tradicionales para cambiar su significado y adecuarlos a las
nuevas intensiones discursivas. Kuhn advierte, “en el nuevo paradigma, los términos,
los conceptos y los experimentos antiguos entran en relaciones diferentes unos con
otros” (KUHN. 1971. 231). De hecho, la fractura entre paradigmas quiebra la
posibilidad de una comunicación completa, lo cual conduce una parcialización o
reducción de comunicación efectiva entre científicos que apuestan por uno u otro
paradigma. Sin duda, como es conocido, en la ciencia, por más que se formulen
teoremas, lenguajes artificiales, fórmulas matemáticas o lógicas de cualquier tipo, no se
puede esquivar el lenguaje natural. Por lo tanto, los problemas de comunicación,
traducción y comprensión del lenguaje natural también los encontramos en la ciencia. El
conocimiento científico no puede escaparse de ellos y es menester buscar las soluciones.
Y si añadimos a esta dificultad, el hecho de que el desarrollo del conocimiento
científico no está aislado de la historia, la situación y el contexto, se presta aun más para
que se presente la inconmensurabilidad teórica que Kuhn ha señalado.
En tercer lugar, la inconmensurabilidad ontológica revela mundos diferentes que
habitan en la cabeza de cada científico. Como bien Kuhn señala “al practicar sus
profesiones en mundos diferentes, los dos grupos de científicos ven cosas diferentes
cuando miran en la misma dirección desde el mismo punto. Nuevamente, esto no
quiere decir que puedan ver lo que deseen. Ambos miran al mundo y aquello a lo
que miran no ha cambiado. Pero en ciertos campos, ven cosas diferentes y las ven
en relaciones distintas unas con otras” (KUHN. 1971.233). Efectivamente, ¿por qué
el mundo de Aristóteles no es el mismo mundo de Galileo, ni el de Einstein? Será
porque el mundo de un hombre es del tamaño de su lenguaje. Nos parece que las
tradiciones marcan las diferencias en los usos del lenguaje, tanto en la evolución o
cambios semánticos, como en la pragmática discursiva. Nunca puede ser igual hacer
ciencia desde las consideraciones ontológicas de Aristóteles que desde el cálculo
geométrico de Galileo. Sus respectivas concepciones de la naturaleza muestran la
incompatibilidad de sus mundos. De allí que, surja la inconmensurabilidad teórica para
dar cuenta de estas enormes diferencias entre ambos paradigmas.

En fin, la inconmensurabilidad ontológica de las teorías científicas revela un


relativismo y una casuística de la historia de las ciencias que sirve para comprender
mejor la propia filosofía de las ciencias. De alguna manera, Kuhn nos dice que la
epistemología, en tanto estudia el desarrollo del conocimiento científico, no se puede
explicar sin un conocimiento real de la historia de las ciencias que nos acerque más a
una visión realista de los objetos, las investigaciones, los paradigmas, las
equivocaciones, los aciertos y la inconmensurabilidad teórica.

II. CRÍTICAS EN CONTRA DE LA INCONMENSURABILIDAD


TEÓRICA EN KUHN.

Para hacer justicia con la síntesis que el profesor Benjamín Sánchez realiza
sobre el problema de la inconmensurabilidad teórica en Thomas Kuhn, tomaremos el
ensayo “La teoría de la inconmensurabilidad entre teorías científicas y el carácter
‘irracional’ de la ciencia” (SÁNCHEZ. 2009. 111-125). Pues, gracias al resumen que
tienen los artículos científicos, podemos rápidamente ubicar la postura del profesor que
nos facilitará la exposición de las críticas más comunes al concepto de
inconmensurabilidad teórica en Kuhn. En efecto, Sánchez anuncia su postura de la
siguiente forma “Trataré de justificar la hipótesis según la cual, a pesar de la
plausibilidad que tiene esta visión del aporte de Kuhn, resulta insostenible echar
mano de las historias interna y externa de la ciencia y a la vez sostener una
posición de inconmensurabilidad entre teorías, eliminando por lo tanto la
posibilidad de medir el progreso que se gana cuando se abandona una teoría
científica a favor de otra. Trataré de demostrar que la teoría de la
inconmensurabilidad kuhniana descarta la posibilidad de hablar de progreso,
evolución o, simplemente, aumento del conocimiento científico. Un último punto a
dilucidar, dentro de esta problemática, será el de apuntalar la idea de que la tesis
de Kuhn conlleva a una irracionalidad de la empresa científica; lo cual no implica,
en ningún caso, sostener que no existan casos históricos que parecieran verificar
las tesis kuhnianas, pero que, en tanto casos aislados, no son significativos para
sostener la tesis de la inconmensurabilidad interteórica, que conduciría, según mi
opinión, a sostener que los científicos actúan en forma irracional a la hora de
escoger entre teorías” (SÁNCHEZ. 2009. 111).

Si resumimos aun más la postura del profesor se puede sintetizar de la siguiente


manera:

Primero, lo que el crítico de kuhn quiere decir es que la historia de la ciencia, en


la que Kuhn distingue contexto de descubrimiento y de justificación, se riñe con su
propio concepto de inconmensurabilidad. En tanto, la inconmensurabilidad teórica haría
imposible medir el progreso de una teoría con respecto a otra. Por ejemplo, cómo
explicar por qué se abandona una teoría a favor de otra si éstas son inconmensurables.

Segundo, la inconmensurabilidad teórica imposibilita hablar de progreso,


evolución o acumulación del conocimiento científico. Es decir, no se puede explicar el
desarrollo del conocimiento científico, si adoptamos la inconmensurabilidad teórica de
Kuhn

Tercero, la inconmensurabilidad teórica conlleva a una irracionalidad de la


empresa científica. Pues, el desarrollo científico muestra la evolución de una
racionalidad coherente, con deducciones válidas, experimentos refutadores y diálogos
conmensurables. Si esto se formulara en términos de igualdad sería de la siguiente
forma: conmensurabilidad es igual a racionalidad. Por lo tanto, inconmensurabilidad es
igual a irracionalidad.

En fin, si resumimos la perspectiva de Sánchez con respecto a su comprensión


de la inconmensurabilidad teórica en Kuhn, diríamos que pone el énfasis en el debate
semántico. En tanto, “la teoría de la inconmensurabilidad presupone que los
significados de los términos y conceptos científicos cambian según la teoría en que
aparecen y que cuando ello acontece es imposible definir todos los términos de una
teoría en el vocabulario de la otra” (SÁNCHEZ.2009.121)

III.- RESPUESTA DE KUHN A LAS CRÍTICAS EN CONTRA DE


LA INCONMENSURABILIDAD

Según, Kuhn, “por las razones que sean, el concepto de inconmensurabilidad


ha sido frecuente y ampliamente rechazado, hace poco en un libro publicado a
finales del año pasado por Hilary Putnam (1981, págs..113-124 (págs. 118-129)).
Putnam reelabora convincentemente dos líneas de crítica que habían aparecido
con frecuencia en la literatura filosófica anterior. Unas breve reformulación de
esas críticas prepara el terreno para algunos comentarios extensos” (KUHN. 2002.
97). El libro de Putnam al cual hace referencia Kuhn es Reason, Truth and History
(PUTNAM.1981) que posteriormente fue traducido en 1988 como Razón, Verdad e
Historia (PUTNAM. 1988). Efectivamente, kuhn organiza su respuesta en función de
satisfacer las expectativas de sus críticos a partir de la argumentación que se ha
esgrimido con respecto a dos grandes líneas de pensamiento que sirven como dos
vertientes mediante las cuales se articula la crítica a su concepto de
inconmensurabilidad.

Veamos cómo Kuhn procede a identificar estas vertientes: “la mayoría o todas
las discusiones sobre inconmensurabilidad dependen de un supuesto literario
realmente correcto, pero sobre el que a menudo se han cargado demasiado las
tintas: si dos teorías son inconmensurables deben ser formuladas en lenguajes
mutuamente intraducibles. Si esto es así, señala una primera línea de crítica, si no
hay ningún modo en que las dos puedan formularse en un único lenguaje, entonces
no pueden compararse, y ningún argumento basado en la evidencia puede ser
relevante para la elección entre ellas. Hablar de diferencias y comparaciones
presupone que se comparten algunos puntos, y esto es lo que los defensores de la
inconmensurabilidad, los cuales hablan a menudo de comparaciones, parecen
negar. Por consiguiente, su discurso es necesariamente incoherente (para esta línea
de crítica véase: Davidson, 1974, págs. 5-20; Shapere, 1966; y Scheffler, 1967, págs.
81-83). Una segunda línea de crítica es como mínimo igualmente profunda. Gente
como Kuhn, se señala, nos dicen que es imposible traducir teorías antiguas a un
lenguaje moderno. Pero luego ellos hacen precisamente eso, reconstruir las teorías
de Aristóteles, o de Newton, o de Lavoisier, o de Maxwell, sin separarse del
lenguaje que ellos y nosotros hablamos todos los días. En estas circunstancias, ¿qué
pueden querer decir cuando hablan de inconmensurabilidad? (para esta línea de
crítica véase: Davidson, 1974, págs. 17-20; Kitcher, 1978; y Putnam, 1981)” (kuhn.
2002. 97-98). Sorprende la honestidad y el seguimiento riguroso que Kuhn realiza de
sus críticos. Efectivamente, el autor pasa revista a las críticas fundamentales a su
concepto de inconmensurabilidad. Y no se deja llevar por la típica reacción de los
filósofos que se aferran a sus paradigmas de manera irracional, sino que sopesa la
argumentación e intenta dar una respuesta satisfactoria a las críticas, a los argumentos.
De allí que, su reflexión apunte más a los argumentos que a las personas; lo cual
muestra su consistencia a pesar de todo lo que nos dice sobre la historia de las ciencias,
el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación. Sin duda, Kuhn se quiere
desmarcar de la acusación de irracionalidad científica. Porque, si esto es verdad, su
empresa resultaría vana e inviable.

De allí que, Kuhn comience su respuesta apelando al uso originario del término
inconmensurabilidad en el que se emplea el vocablo para referirse a relaciones
geométricas “la hipotenusa de un triángulo rectángulo isósceles es inconmensurable
con su lado, o la circunferencia de un círculo con su radio, en el sentido de que no
hay una unidad de longitud contenida un número entero de veces sin resto de cada
miembro del par. Así pues, no hay medida común. Pero la falta de una medida
común no significa que la comparación sea imposible. Por el contrario, magnitudes
inconmensurables pueden compararse con cualquier grado de aproximación
requerido. Demostrar que esto podía hacerse y cómo hacerlo se cuenta entre los
logros más espléndidos de las matemáticas griegas”. (KUHN.2002.98-99)
Es decir, Kuhn nos muestra cómo, desde un principio utilizando el término
inconmensurabilidad en su sentido denotativo fue posible comparar objetos geométricos
que eran inconmensurables. Y que gracias a esas técnicas geométricas se hicieron esas
comparaciones. Si observamos el argumento en perspectiva inductiva no parece muy
convincente, ni lógicamente irrefutable. Pues, ya conocemos los problemas de los
razonamientos inductivos y sus limitaciones. Pero, si contemplamos el argumento como
una repuesta a los que dicen que la inconmensurabilidad hace imposibles las
comparaciones, entonces tiene mucho sentido. Pues, como lo admite el propio Kant, la
verdad de un juicio asertórico implica la verdad de un juicio problemático. En otras
palabras si algo es real entonces es posible. Luego, basta con corroborar que
efectivamente los griegos pudieron comparar objetos inconmensurables para reconocer
la posibilidad de la comparación a pesar de la inconmensurabilidad teórica. Y esto no es
poca cosa. Porque, con el conocimiento de la historia de las ciencias Kuhn puede
fundamentar su epistemología.

Kuhn resalta que él utiliza el término inconmensurabilidad de manera


metafórica, lo que llamamos también connotativa o figurada. Esta función del término
inconmensurabilidad y su respectiva precisión permite comprender más aun su postura
y dar respuesta a los equívocos de sus críticos. De modo que, la explicación sea más
convincente: “la frase «sin medida común» se convierte en «sin lenguaje común».
Afirmar que dos teorías son inconmensurables significa afirmar que no hay ningún
lenguaje neutral o de cualquier otro tipo, al que ambas teorías, concebidas como
conjuntos de enunciados, puedan traducirse sin resto o pérdida. Ni en su forma
metafórica ni en su forma literal inconmensurabilidad implica incomparabilidad, y
precisamente por la misma razón. La mayoría de los términos comunes a las dos
teorías funcionan de la misma forma en ambas; sus significados, cualesquiera que
puedan ser, se preservan; su traducción es simplemente homófona. Surgen
problemas de traducción únicamente con un pequeño subgrupo de términos (…).
La afirmación de que dos teorías son inconmensurables es más modesta de lo que
la mayor parte de sus críticos y críticas han supuesto”. (KUHN. 2002. 99-100)
¿Por qué Kuhn se ve obligado a realizar esta aclaratoria? ¿Porque está
rectificando o porque siente que ha sido incomprendido o quizá víctima de la
inconmensurabilidad entre su teoría y la de sus críticos? Nos inclinamos a pensar que la
reformulación del término inconmensurabilidad obedece más al desarrollo conceptual
para aclarar los malos entendidos que a una reformulación propiamente dicha. En
efecto, la expresión «inconmensurabilidad local» no añade nada específico que antes
la teoría de la inconmensurabilidad no tuviese. Nos parece más un acto de cortesía
hermenéutica con sus críticos que una reformulación de la teoría como tal. Y se aclara
aun más cuando vemos cómo Kuhn nos revela en el texto esta aclaratoria “Llamaré
«inconmensurabilidad local» a esta versión modesta de la inconmensurabilidad.
En la medida en que la inconmensurabilidad era una afirmación acerca del
lenguaje, o sea, acerca del cambio de significado, su forma local es mi versión
original. Si puede sostenerse consistentemente, entonces la primera línea de crítica
dirigida a la inconmensurabilidad debe fracasar. Los términos que preservan sus
significados a través de un cambio de teoría proporcionan una base suficiente para
la discusión de las diferencias, y para las comparaciones que son relevantes en la
elección de teorías. Proporcionan incluso, como veremos, una base para explorar
los significados de los términos inconmensurables” (KUHN. 2002. 100).

Al menos con esta distinción Kuhn cree desmontar la primera línea de críticas a
su concepto de inconmensurabilidad. Es decir, el hecho de que dos teorías o
paradigmas sean inconmensurables no significa que no tengan nada en común o que no
se pueda hacer ninguna analogía entre ambos. Pues, si la comparación es una analogía,
lo primero que hay que dejar claro es que la comparación va más allá de ambas teorías o
paradigmas. Es una operación lógica posterior a la construcción de ambas teorías o
paradigmas. Y es válida como procedimiento metodológico en la Historia de las
ciencias. En tanto, en este campo se realiza una reflexión retrospectiva que implica
vislumbrar semejanzas y diferencias. De esta manera, si la comparación es posible entre
teoría o paradigmas inconmensurables, entonces se puede explicar la acumulación del
conocimiento científico, su desarrollo o si hay progreso o no. De hecho, Kuhn hace lo
propio en su Estructura de las Revoluciones Científicas, cuando narra su visión de la
historia de las ciencias a través de numerosos ejemplos y comparaciones.

Ahora bien, Kuhn se percata de que la inconmensurabilidad difícilmente se


restrinja a una región local. Y alega al respecto. “En el estado actual de la teoría del
significado, la distinción entre términos que cambian de significado y aquellos que
lo preservan es, en el mejor de los casos, difícil de explicar o aplicar. Los
significados son productos históricos, y cambian inevitablemente en el transcurso
del tiempo cuando cambian las demandas sobre los términos que los poseen. Es
sencillamente poco plausible que algunos términos cambien sus significados
cuando se transfieren a una nueva teoría sin infectar los términos transferidos con
ellos” (KUHN.2002. 100-101). Esta respuesta de Kuhn a las críticas que giran en torno
de la inconmensurabilidad semántica introduce nuevamente el problema de la
historicidad del significado. En tanto, reconoce que los cambios semánticos no son
ajenos a los cambios históricos de las comunidades científicas. Y alega que con la
«invariancia del significado» no se resuelve nada sino que se da un nuevo ámbito para
desarrollar el concepto de inconmensurabilidad. Así Kuhn abre una caja de pandoras
que involucra a la lingüística, a la antropología, a la filosofía del lenguaje, a la historia,
etc, y que desafortunadamente se escapa de los objetivos planteados por este ensayo,
cuya pretensión ha sido refrescar una polémica que está muy vigente a la luz de los
problemas de la epistemología del siglo XXI. No obstante, las consideraciones de Kuhn
que llevan a debatir la diferencia entre traducción e interpretación requieren de un
recorrido que va más allá de los problemas epistemológicos que nos hemos planteado.

Sin embargo, en aras de reflexionar de manera provisional esta problemática que


ha generado el enigma de la inconmensurabilidad, damos un vistazo a ciertas críticas
planteadas por Hilary Putnam que desde su perspectiva pretenden ser argumentos
irrefutables o mentiz contra el concepto de inconmensurabilidad kuhniano. Con el
propósito de clarificar aun más este debate pongamos por ejemplo entonces la manera
cómo Hilary Putnam cree refutar a Kuhn desfigurando, a nuestro juicio, el sentido de la
inconmensurabilidad entre paradigmas: “la tesis de la inconmensurabilidad afirma
que los términos utilizados por otra cultura (pongamos por caso el término
«temperatura», tal como lo utilizó un científico del siglo diecisiete) no pueden
hacerse equivalentes en significado o referencia con ninguno de nuestros términos
o expresiones. Como dijo Kuhn, los científicos que se hallan bajo paradigmas
diferentes habitan mundos diferentes” (Putnam. 1988. 119). Nótese que Putnam
juega con la falacia de ambigüedad del lenguaje. Pues, primero se vale de la expresión
“ninguno” para referirse a un “relativista extremo”, sin tomar en cuenta los matices que
están por todas partes en el libro de la Estructura de las Revoluciones científicas ,
utiliza la metonimia del lenguaje y toma la parte por el todo. Además, descalifica la
inconmensurabilidad semántica valiéndose la inconmensurabilidad ontológica. Esta
forma de invalidar el alcance de la inconmensurabilidad teórica en Kuhn nos parece
ligera y poco convincente. Pues, consideramos que, mal interpretando a un autor o
tergiversando su propuesta, difícilmente podremos construir una propuesta realmente
consistente desde el punto de vista filosófico.

BIBLIOGRAFÍA

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