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‘¡Pero yo no amo a Jehová!

BOB era solo un jovencito cuando su madre se bautizó como


testigo de Jehová. Por varios años acompañó a su madre al
Salón del Reino y hasta en la predicación, aunque nunca se
bautizó. Con todo, cuando ya salía de la adolescencia dejó de
asociarse con los Testigos. Se metió en malas situaciones que le
arruinaron la vida. Aunque todavía dice que cree mucho de lo que
aprendió de la Biblia, nada ha sido lo suficiente para impulsarlo a
regresar a la organización de Jehová. ¿Por qué se siente así
Bob?
Considere otro ejemplo: David fue ministro de tiempo
completo por varios años. A veces tenía preguntas sobre ciertas
enseñanzas bíblicas. Pero siempre resolvía sus dificultades
razonando que, como cuando se le busca solución a un
rompecabezas, nadie se da por vencido solo porque al principio
algunas piezas no parezcan encajar en el cuadro. Se contentaba
con esperar en Jehová hasta ver aclaradas sus dudas. Pero con
el tiempo llegó un momento en que David afirmó que ya no
quedaba satisfecho con esto. Renunció a sus privilegios de
servicio y pronto dejó la verdad. ¿Qué lo llevó a cambiar de
parecer?
Ciertamente es doloroso ver que personas a quienes
estimamos se dan por vencidas en la carrera por la vida. No hay
duda de que queremos hacer cuanto podamos por ayudarlas.
(2 Corintios 12:15; Gálatas 5:7.) Pero ¿qué será lo que hace que
alguien se aleje de la verdad? ¿Qué se puede hacer para ayudar
a regresar a la carrera al que se aleja? ¿Y qué debe hacer el que
note que en él empiezan a desarrollarse esas tendencias?
Corazón, conciencia y fe
Hay algo que debemos notar sobre los que han abandonado
la verdad. La mayoría no lo han hecho porque ya no crean que
aprendieron la verdad. Al contrario, muchos dicen: “Yo sé que
esta es la verdad, pero [...]” o: “Si hay alguna verdad, sé que es
esta”. En lo profundo del corazón, muchos de ellos todavía creen
que lo que han aprendido de la Biblia es la verdad. Pero de
alguna manera han aflojado la mano y perdido su celo. Santiago
dijo: “La fe sin obras está muerta”. (Santiago 2:26.)
La fe verdadera envuelve más que solo tener conocimiento o
creer que algo es cierto. En vez de ser solo un proceso mental, la
fe envuelve el corazón figurativo, porque la Biblia nos dice: “Con
el corazón se ejerce fe para justicia”. (Romanos 10:10.) Por eso,
es lógico que la Biblia señale al corazón como la fuente del
problema del que empieza a desviarse. Como advirtió Pablo:
“Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle
en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse
del Dios vivo”. (Hebreos 3:12.)
Como prueba de que el corazón está profundamente
envuelto en esto, pudiéramos escuchar a Diane, quien se había
apartado de la verdad. Cuando unos cristianos quisieron darle
ayuda, ella respondió francamente: “No puedo regresar a Jehová.
¡No siento amor por él!”. Ella sabía que lo único que la
mantendría apegada a Jehová Dios sería el amor a él como
Persona y como el Dios que merecía su devoción. De hecho,
esta clase de amor era lo que la había movido a dedicarse a
Jehová originalmente. Pero, por alguna razón, ya no sentía aquel
amor. Sin él, sabía que solo estaría actuando mecánicamente si
regresaba. Pero ¿cómo se pierde un amor que antes era tan
profundo?
Pues bien, Pablo mencionó “un corazón inicuo y falto de fe”.
En algunos casos esa falta de fe se debe a que uno deja que el
corazón desee lo que Jehová prohíbe, o a que uno presenta
resistencia a algún mandato Suyo. Entonces el corazón se divide
y ya no está dado por completo a Jehová. Luego, cuando uno se
da cuenta de que Dios no ve con aprobación el derrotero que uno
sigue, el modo fácil de evitar otras confrontaciones es “alejarse
del Dios vivo”. (Compárese con Génesis 3:8-10.) El “corazón
inicuo”, en vez de arrepentirse, mueve a uno a borrar de la vida a
Jehová y su propósito. Así abandona la verdad la persona sin fe.
En otros casos puede ser que el individuo, para no sufrir
dolor de conciencia por algún proceder, permita que su corazón
traicionero lo lleve a buscar escape intelectual mediante la duda,
la crítica o hasta la apostasía. Si puede convencerse de que toda
la estructura de su fe está equivocada, ya no le parece que esté
obligado a vivir dentro de esos límites. Esas personas ponen a un
lado una buena conciencia y ‘experimentan naufragio respecto a
su fe’. (1 Timoteo 1:19.)
Por supuesto, puede ser que alguien abandone la verdad por
otra causa. Pero sea cual sea su motivo, casi siempre envuelve
el corazón. Por eso este consejo ciertamente es oportuno: “Más
que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón,
porque procedentes de él son las fuentes de la vida”. (Proverbios
4:23.)
El recobro es posible
Requiere valor el admitir que nuestra pérdida de fe se debe a
nuestras propias malas inclinaciones. Pero el reconocer eso es el
primer paso hacia procurar de nuevo una relación firme con
Jehová. La experiencia de Steve, un precursor inglés, ilustra bien
este punto.
Aunque Steve nunca se apartó de la verdad, llegó un
momento en que empezó a sentir un vacío y falta de convicción.
Cuando predicaba a otros, a él mismo le sonaban vacías sus
palabras. Cuando Steve estaba entre sus hermanos y hermanas
espirituales, le parecía que estaba fuera de lugar, como si no
fuera uno de ellos.
Felizmente para Steve, reconoció que su problema tenía sus
raíces en él mismo. “No cometí el error de aislarme para repensar
las cosas, como si hubiera alguna fuente de inspiración dentro de
la carne imperfecta que pudiera darme la solución correcta”,
recuerda Steve. (Compárese con Romanos 7:18.) Más bien, se
dio cuenta de que tenía que examinarse el corazón y desarraigar
de él los deseos engañosos que lo alejaban de la verdad. Yendo
a los mismos cimientos, se esforzó por dar nueva firmeza a su
amor a Dios y a la fe en su Palabra. Hoy Steve sirve felizmente
como misionero.
Cómo pueden ayudar otros
No todo el que ha perdido o está perdiendo su agarro de la
verdad ve la situación claramente como Steve. De hecho, con
frecuencia esta misma falta de visión espiritual clara es lo que al
fin lleva a algunos a caer. En estos casos los compañeros
cristianos pueden suplir ayuda. (Romanos 15:1; Gálatas 6:1.)
Pero ¿cómo hacer esto de la mejor manera?
Es obvio que no basta con invitar o estimular a la persona a
regresar. Hay que determinar cuáles son los obstáculos, y
quitarlos. Se tiene que llegar al corazón del que se ha debilitado o
se ha hecho inactivo en su servicio, y eso requiere esfuerzo.
Conversaciones íntimas, caracterizadas por franqueza y bondad,
pueden ayudar a la persona. El uso de textos como 1 Timoteo
1:19, Hebreos 3:12 y Jeremías 17:9, 10 pudiera ayudar a la
persona a examinarse el corazón con empeño para ver qué la
está llevando a ‘alejarse del Dios vivo’.
Una vez que se identifiquen las causas, hay que esforzarse
por tratarlas. El paciente cuyo corazón físico está enfermo quizás
requiera cuidado y hasta cirugía dolorosa para sobrevivir. Algo
similar sucede cuando el corazón figurativo está enfermo. Es
necesario eliminar los malos deseos, las tendencias hacia la
independencia u otros factores para que de nuevo el corazón
responda debidamente. Cristianos activos bien pudieran orar con
la persona inactiva, y hasta estudiar la Biblia con ella si los
ancianos lo consideran aconsejable. Solo así puede revivificarse
el corazón de modo que la persona implicada ame a Jehová de
nuevo. (Proverbios 2:1-5.)
Así sucedió en el caso de Diane. Conversaciones con
cristianos maduros le ayudaron a determinar qué hacer para
revivificar su amor a Jehová. Al darse cuenta de que tenía que
llegar a conocer íntimamente a Jehová una vez más, Diane
aceptó la ayuda que se le ofreció. Después de estudiar la Biblia
como por un año, ella y su esposo volvieron a ser alabadores
activos de Jehová.
Puesto que el amor envuelve acción, lo que con frecuencia
resulta más eficaz es hacer lo que Jehová dice, y experimentar
Su ayuda amorosa. Sí, la actividad ayuda a la persona a recobrar
el amor que le impartía motivo al corazón. (Salmo 34:8.) Esto
puede empezar por medidas activas para combatir los malos
deseos o corregir las tendencias impropias del corazón. Toda
victoria en esta batalla acerca más el corazón a Jehová.
(Proverbios 23:26; 1 Pedro 2:1-3.) Cuando se obtiene dominio del
corazón, crece el deseo de compartir con otras personas lo que
está en él. Por eso, tan pronto como los publicadores del Reino
que hayan estado inactivos satisfagan los requisitos se les debe
ayudar a participar en la predicación, porque “con el corazón se
ejerce fe para justicia, pero con la boca se presenta declaración
pública para salvación”. (Romanos 10:10.)
El camino de recobro a una vida piadosa puede ser largo y
difícil para aquellos a quienes les parezca que ya no aman a
Jehová. Sin embargo, el recobro espiritual de Steve y de Diane
prueba que puede efectuarse un cambio en el corazón. Sí, la
rehabilitación es posible por la acción del espíritu de Jehová, la
aplicación de Su Palabra y el volver a cooperar con Su
organización. Deseamos sinceramente, y oramos, que se pueda
ayudar a esas personas a regocijarse de nuevo en la adoración
de Jehová y en su servicio sagrado como personas que aman de
todo corazón a Jehová. (Marcos 12:30; 1 Corintios 13:8; 3 Juan
1-4.)

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