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Historia

Los duendes tal y como son conocidos, son criaturas mágicas, feéricas (relacionadas en
algún caso con las hadas) y no forman parte de la tradición cristiana, aunque algunos
demonólogos de los siglos XVI y XVII los consideraban un tipo de demonios ya al menos
desde la segunda mitad del siglo XV.4
Se los describe físicamente como no mayores a un metro, de aspecto humanoide, orejas
largas y en punta y de piel verdosa, se caracterizan por ser seres elementales, cuidadores
de la naturaleza y el bosque y por ser escurridizos. En una definición amplia para
la Mitología de cualquier cultura, se le describe como de aspecto humanoide y muy baja
estatura, con algún tipo de poder o conocimiento sobrenatural y provisto de un típico
espíritu bromista o malicioso, por el cual se le culpa de todo tipo de daños menores en el
entorno doméstico o rural; siendo así, entrarían en la categoría genérica del duende
los gnomos, los trasgos, el tomte sueco, el leprechaun irlandés o el poltergeist alemán.

Cubierta del libro La princesa y el duende, de George MacDonald.

Este tipo de supersticiones ligadas a los hogares fueron difundidas por todo el Imperio
romano, ya que su religión pagana afirmaba que había unos dioses menores,
los lares o genius loci, que habitaban una casa a la que estaban ligados con la función de
protegerla. A veces estaban asociados a la familia que construyó la casa o que la habitó
desde que fue construida, esto explicaría su frecuente relación con los fuegos del altar
familiar u hogar, los pucheros o las alacenas. A esto habría que sumar una noción
semejante por parte de los druidas, quizá todavía presente en la creencia germánica en
los Kobold. Pero esta tradición se presenta también en el folklore de todas las naciones
eslavas, donde son llamados domovik, e incluso en el japonés, donde unas criaturas en
todo semejantes se denominan zashiki-warashi. Por lo demás, los djinn de los pueblos
semíticos poseen características muy parecidas. La superstición, por otra parte, podría
tener una etiología bastante elemental: una justificación maravillosa o imaginativa de los
ruidos desconocidos que se producen en las alacenas, sótanos o cuevas subterráneas
cerradas de las casas, casi siempre debidos a la presencia de pequeños roedores o
depredadores en busca de alimento.
Es más, aparte de su origen supersticioso, la leyenda de la llamada "gente pequeña",
como los denominaba en su famoso manuscrito el párroco escocés Robert Kirk,5 o
"duendes", está tan arraigada en unos lugares concretos de Europa (islas británicas) que
algunos han llegado a teorizar la posible existencia de un pueblo humano de pequeña
estatura ya desaparecido en estas ubicaciones, lo que ha convertido en más probable el
descubrimiento reciente del hombre de Flores y el ya conocido pueblo pigmeoen
África.[cita requerida]
El primero en proponer esta explicación fue David MacRitchie (1861-1925), un folclorista
escocés, en su obra The Testimony of Tradition; este tipo de leyendas (y muchas otras) se
habrían fundado en la existencia histórica de un pueblo que habitaría en cuevas o que
sería subterráneo en las Islas Británicas, resto de gentes antiquísimas de tecnología muy
primitiva, quizás neolítica, quienes, ante la llegada de pueblos más civilizados y mejor
armados, se habrían ocultado en la oscuridad. Esta teoría habría sido completada en The
Witch-Cult in Western Europe (1921) por la doctora Margaret Murray (1863-1963).
El alquimista y médico suizo Paracelso (1493-1541) escribió sobre numerosos tipos de
criaturas ni humanas ni divinas en su grimorio Philosophia Occulta (1570), a los que llama
genéricamente elementales y denominó gnomos (elemento tierra), ondinas (elemento
agua), silfos o sílfides (elemento aire) y salamandras (elemento fuego):
No pueden clasificarse entre los hombres, porque algunos vuelan como los espíritus, no
son espíritus, porque comen y beben como los hombres. El hombre tiene un alma que los
espíritus no necesitan. Los elementales no tienen alma y, sin embargo, no son semejantes
a los espíritus, éstos no mueren y aquéllos sí mueren. Estos seres que mueren y no tienen
alma ¿son, pues, animales? Son más que animales, porque hablan y ríen. Son prudentes,
ricos, sabios, pobres y locos igual que nosotros. Son la imagen grosera del hombre, como
éste es la imagen grosera de Dios… Estos seres no temen ni al agua ni al fuego. Están
sujetos a las indisposiciones y enfermedades humanas, mueren como las bestias y su
carne se pudre como la carne animal, y son virtuosos y viciosos, puros e impuros, mejores
o peores.
Los duendes corresponderían a los gnomos y silfos y habitan mundos propios no muy
alejados del nuestro, aunque invisibles para nosotros porque nuestros sentidos son poco
sutiles y poco desarrollados y por tanto no aptos para observarlos. Sin embargo todas
esas criaturas, según Paracelso, tienen en común ser seres interdimensionales y
atemporales, viven en comunidades jerarquizadas, son invisibles para los hombres, pero
no para algunos animales y niños, son juguetones y tramposos y enormemente
interesados en algunos aspectos sexuales de los humanos, a quienes a veces raptan
cuando son niños; viven muchos más años que los hombres, pero sin llegar a ser
inmortales: 500 años o más, éticamente neutros, inteligentes, y les aterroriza el hierro y el
acero. Poseen tres grandes festividades: la del mes de mayo, la del 24 de junio (solsticio
de verano) y la del mes de noviembre.
Siguiendo la terminología de C. S. Lewis en su ensayo «The Discarded Image: An
Introduction to Medieval and Renaissance Literature» (1964), traducido al español como
«La imagen del mundo», cabría identificarlos con los longaevi o longevos, espíritus que,
cuando Lucifer se levantó contra Dios, no se pusieron de parte ni de este ni de aquel. Dios
habría suspendido su sentencia hasta el día del Juicio Final, y mientras tanto estos seres
circularían por el orbe infranatural, es decir, por debajo de la órbita de la Luna, pues por
encima estaría lo sobrenatural. Algunos habrían caído a la Tierra y por eso habitarían en
cuevas o subterráneos. No son exactamente demonios ni ángeles: son los duendes,
hadas, etc. de que se ha hablado anteriormente, de ahí su ambigüedad moral. En otro
ensayo, el poeta Heinrich Heine llama a toda esta gente "dioses en el exilio", porque
antiguamente eran los diosecillos paganos menores que detentaban algunas funciones
religiosas y ahora han sido arrojados al margen, por lo que aparecen ridiculizados por la
tradición religiosa dominante. Su aspecto por ello ha sido desfigurado como risible y sólo
tienen importancia para los niños impresionables, gracias a los cuales, sin embargo,
perdura su recuerdo más o menos deturpado.

Duendes en el mundo[editar]
Duendes de Europa[editar]
El leprechaun, del folclor irlandés.

Existen muchas variantes de duendes en varios países y culturas del mundo, aunque
universalmente los más populares son los de los países célticos. Uno de los tipos más
reconocidos en la actualidad es la del leprechaun, proveniente de Irlanda y popular durante
las festividades de San Patricio, como las que se llevan a cabo en Estados Unidos. La
imagen moderna del leprechaun es la de un hombrecillo barbado bajo, de aire alegre y a
veces gruñón, vestido con atuendos de color verde, aunque en las leyendas folclóricas
irlandesas su carácter era menos afable y solían vestir con ropajes rojos. Los leprechaun
forman parte del ciclo de leyendas irlandesas relacionadas con los Tuatha Dé Danann.
Otros tipos de duendes irlandeses son los cluricaun (aficionados a las bebidas
embriagantes) y los far darrig (hombres rojos). De Escocia, otro país celta, provienen las
leyendas de los hobgoblins y los puck. Estos seres son descritos como espíritus traviesos
relacionados con la tierra. El hobgoblin es un ser humanoide, pequeño y peludo, que vive
en las casas y hace travesuras por la noche mientras todos duermen. Al puck se le
caracteriza con un aire más similar a los pixis del folclor británico, sobre todo
de Cornualles. Mientras el hobgoblin es pequeño y tosco y habita en las casas de los
campesinos, el puck y el pixie son más esbeltos y viven en los bosques. Otro tipo de
duende del norte de las islas británicas es el brownie o urisk, similar al hobgoblin aunque
un poco más pequeño, peludo y ataviado con un manto o capucha de color café, y que
habita en las casas ayudando por las noches con las labores cotidianas.

La apariencia del nisse o tomte ha pasado a formar parte del folclor navideño mundial.

En el folclor escandinavo también hay varios tipos de duendes. Los duendes escandinavos
se encuentran asociados al solsticio de invierno, y en la actualidad, a la Navidad. Su
apariencia moderna es la del arquetípico duende de jardín o duende navideño: diminutos,
ataviados con ropajes de colores brillantes, sombreros cónicos puntiagudos y una barba
larga, sin embargo, en las tradiciones folclóricas escandinavas se les describe como
hombres viejos y pequeños vestidos a la usanza rural campesina, de carácter voluble, a
veces alegres y traviesos, otras veces iracundos y vengativos, que tienen la capacidad de
volverse invisibles o tomar diversas formas. Reciben diversos nombres según el
país: tomte en Suecia, nisse en Noruega y Dinamarca, y tonttu en Finlandia. Su presencia
es frecuente en la literatura escandinava, como en los cuentos de Hans Christian
Andersen.
En el folclor eslavo, el domovoi es un ser de pequeña estatura, cubierto de pelo, que es
considerado guardián de las viviendas. Estos seres tienen el poder de transformarse en
animales, como gatos o perros, o incluso puede adoptar la forma del propietario de la
casa. Los eslavos solían invitar al domovoi a quedarse en las casas, pues ayuda a
mantener todo en orden, mientras esté a gusto, pero, si esto cambia, el domovoi se enoja
y destroza platos, cambia las cosas de sitio y gime por las noches.

El lutin, un tipo de duende francés.

Para los pueblos sajones de Inglaterra, Gales, Alemania y Países Bajos, los goblins eran
criaturas monstruosas y de apariencia grotesca, a menudo de carácter malvado y egoísta,
ávidas por el oro y las posesiones materiales. Eran criaturas mágicas con diversas
habilidades, similares a las de las hadas o los demonios. Los goblins aparecen
frecuentemente en la literatura moderna, como en los libros de Tolkien, y también son
parte de juegos de rol y videojuegos como Warhammer o World of Warcraft. Similar al
goblin, pero de carácter más benigno y hogareño, es el kobold, perteneciente al folclor de
Alemania. El kobold era parte del mundo espiritual, pero a veces interaccionaba con los
humanos. Se le podía representar con formas animales, como fuego, con forma
humanoide o como objetos, a veces se disfrazaban como campesinos o niños pequeños.
Los kobolds podían vivir bajo tierra y trabajar como mineros, pero a veces hechizaban y
vivían en castillos y barcos. Al igual que otros tipos de duendes, en ocasiones ayudaban a
los hombres en las tareas hogareñas
En el folclor de Rumania, el spiriduș era una pequeña criatura cuyo carácter podía ser
bueno o malo. Su apariencia es similar a la del leprechaun irlandés.El sufijo -uș es un
diminutivo de la palabra espíritu, en un significado más asociado al término "fantasma".
En Francia, el lutin de Normandía juega un papel similar al de los espíritus hogareños de
las tradiciones de Inglaterra, Alemania y Escandinavia. El lutin también es un duende
travieso, pues le gusta amarrar en trenzas las crines de los caballos. Los lutin han pasado
del folclor francés a América, sobre todo en la provincia de Quebec, en Canadá, o en la
leyenda del "nain rouge" (enano rojo) que hechiza la ciudad de Detroit, Michigan.
El mazapégul es un tipo de duende hogareño de la región de la Romaña, en Italia. Su
aspecto es la de un ser humanoide pequeño, de pelaje gris, que a veces podía ser bueno
pero volverse maligno si se enfadaba.

Duendes regionales de España[editar]


El folclor de España es rico en cuentos y leyendas sobre diversos tipos de
duendes: Trasgos, Martinicos, Diaños, Gnomos, Hadas, Encantadas, Trastolillus, Trentis,
Tentirujus, Nuberus, Trasnos en Galicia, Follets en Cataluña, Iratxoak (y otros nombres) en
el País Vasco y Navarra, Trasgus en Asturias, Menutos o Menudos en Valle de Hecho y en
otras partes del Alto Aragón, Mengues (Sur de España).
Los duendes castellanos[editar]
Cabe distinguir entre los duendes castellanos
a martinicos, diaños, trasgos, gnomos, encantadas, hadas y elfos. Los martinicos,
emparantados con los bestiones de la Edad Media y grabados en algunos de
los Caprichos de Goya, son enanos cabezones (representados como cabezudos en las
fiestas populares) de grandes manos que se suelen disfrazar con hábito franciscano,
hacen ruido en las alacenas, mueven y pierden objetos cuando no los ven y gastan crueles
chascos y bromas. Los gnomos habitan en las cavidades de la tierra y la primera mención
de un elfo en la literatura española se hace en el Cantar de mío Cid, cuando se habla de
los "caños de Elfa", esto es, la cueva de Elfa.6 El primero en tratar por extenso de los
duendes fue el demonólogo fray Antonio de Fuentelapeña en El ente dilucidado: discurso
único novísimo que muestra que hay en naturaleza animales irracionales invisibles y
quales sean (1676). Se comentaba que todos los duendes desaparecieron con la bula de
la Santa Cruzada. Posteriormente, en el siglo XVIII, el preilustrado benedictino
padre Benito Jerónimo Feijoo se embutió en una lucha sin cuartel contra
estas supersticiones en su Teatro crítico universal.
Por otra parte, en el contexto cultural flamenco se denomina duende al carácter
inexplicable y misterioso que ese arte y sus intérpretes adquieren en ciertas ocasiones,
un poder misterioso que todos sienten y ningún filósofo explica.7
Los duendes cántabros[editar]
Son de muchos tipos: los trastolillos, los enanos, los busgosos, los trentis, los nuberos,
los ventolines, los tronantes y las anjanas, entre otros.
Los duendes asturianos "apabardexu"[editar]
Especie de los Lagos de Somiedo que los lugareños dicen ser una especie de duende. En
bable, Asturiano, asturleones de Asturias apabardexu se traduciría al español o castellano
como duende de monte.
Las lamias[editar]
Las lamias españolas tienen correspondencia con las lamiñak vasconavarras y
las lainas aragonesas. Tienen cara y cuerpo de bellas mujeres y patas palmeadas de
ánade (ganso, pato, oca...). Habitan en lugares cercanos al agua, o en los mismos lagos,
ibones y barrancos.

Duendes de América[editar]
Las leyendas mesoamericanas también narran historias sobre gente pequeña que habita en casas,
montañas y sembradíos. En la foto, figura sonriente de la cultura central de Veracruz.

En América existen diversas historias y leyendas sobre espíritus relacionados a la tierra,


las masas de agua, los bosques, los elementos, el aire, el hogar, el mundo subterráneo.
Muchas de estas leyendas se mezclaron con las leyendas europeas sobre duendes, dando
lugar a nuevas leyendas sincréticas.
En México, entre las culturas mesoamericanas como la civilización maya, los aluxes son
un tipo de duende benéfico que habita en los campos de maíz. Tienen la capacidad de
atraer la lluvia y proteger los campos. Los agricultores solían construirles pequeñas casas
llamadas kahtal alux, donde el alux residía para cuidar del sembradío, pero al cabo de
siete años se le debía encerrar porque el alux se volvía malvado y causaba estragos. Otro
tipo de duende es el chaneque, de la mitología mexica, entidad asociada al inframundo, los
bosques, los ríos y los animales. En la actualidad, se les da apariencia de niños, tienen los
pies al revés, el cuerpo deforme, poseen cola, carecen de la oreja izquierda, y les gusta
hacer travesuras.
En Centroamérica, a los duendes también se les conoce indistintamente como gnomos o
enanos. Muchos de estos seres son una mezcla del duende europeo, sobre todo de los
trasgos castellanos, con los genios protectores de las creencias indígenas. De esta forma,
estas criaturas pueden ser desde pequeños humanoides con vestidos de colores y largas
barbas, hasta poseer características físicas de animales como patas de pollo o tener los
pies al revés, como en el caso del Cipitío de El Salvador. En las leyendas
de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaraguay Costa Rica, los duendes gustan de
gastar travesuras en las casas, aunque a veces ayudaban con el quehacer hogareño,
como ocurre en la leyenda de los duendes del bacín de Costa Rica. Uno de los aspectos
más oscuros es que estos espíritus gustaban de perder a la gente, sobre todo extraviar a
los niños, como ocurría en las leyendas de pueblos indígenas como
los bribris y cabécares. Entre los tipos específicos de duendes de los pueblos indígenas
centroamericanos están el mgöra, de la Comarca Ngöbe-Buglé en Panamá, o el cucumi de
Cuba. También merece mención el Sombrerón, personaje de las leyendas de Guatemala,
un enano con un gran sombrero y una guitarra que recorre los poblados del país
enamorando a las mujeres.
En Suramérica hay muchas leyendas de seres mitológicos con características de duendes.
En países como Venezuela se les denomina momoyes. En Colombia, está el Mohán. En la
mitología amazónica, como la de los guaraníes del Paraguay, están personajes como
el Pombero, el Yasy Yateré y el Kurupí, mientras que en Brasil están las leyendas
de Caipora y Curupira. En los pueblos del norte de Chile y Argentina está el Coquena, un
ser mitológico benigno quechua y calchaquí. En la cultura mapuche de Chile están
el Laftrache y el Trauco, en Ecuador, el Tin tín (duende fálico de la costa) y
el Chuzalongo (duende fálico de la serranía), y en Perú, el Muqui(duende minero de los
Andes peruanos), el Chullachaqui, el Chinchilico, y el Shapishico, (en la amazonía del
Perú). En Bolivia, en la región occidental se los denomina como anchancho en aymará y
como muki en quechua, en la zona de los valles8

San Patricio y los duendes[editar]


San Patricio con un duende a sus pies.

La tradición irlandesa refiere que san Patricio, tras haber fundado su primera iglesia, invitó
a los celtas paganos a convertirse al cristianismo. Tras llevar a cabo varios milagros, la fe
cristiana comenzó a ganar adeptos en Irlanda. Los druidas vieron esto con alarma.
Invocaron una tropa de duendes y la enviaron a la iglesia con tal de hacer la vida imposible
a San Patricio y a los apóstatas ya cristianos. Los feligreses comenzaron a quejarse de
que los duendes no los dejaban rezar y cometían un sinfín de desmanes desbaratando el
templo, por lo que San Patricio, habiendo averiguado que era obra de los druidas, decidió
hacerles frente. Una vez dentro del templo, se les encaró con las siguientes palabras: «En
nombre de Dios Todopoderoso yo los expulso, espíritus impuros», y fue así como San
Patricio desterró a los duendes de la iglesia. Por eso en Irlanda la imagen de san Patricio
es muy utilizada para realizar exorcismos de duendes y para protegerse contra ellos, ya
que no soportan la imagen del hombre que los desterró de la casa de Dios.
Su hábitat general son los bosques, aunque algunos habitan en los jardines y los fondos
de ciertas casas, propicias para ello, ya que a estos alguna vez simpáticos hombrecillos
les agrada la compañía de los niños, así como a las hadas (por su pureza de corazón),
para jugar con ellos. Son de buen carácter; estando por lo tanto casi siempre de buen
humor. Aunque también existen duendes malvados, capaces de hacerle daño a los
humanos, si éstos los enojan. Por ese motivo es conveniente evitar ofenderlos, por
ejemplo, dudando de su existencia, de sus poderes o burlándose de su apariencia.

Duendes en la literatura[editar]
Según la mitología celta británica, el rey de los duendes y elfos responde al nombre
de Lord Oberón, y se le menciona en Macbeth y demás obras del poeta inglés William
Shakespeare, además que también se le hace mención en el Fausto de Goethe junto con
un coro de silfos que invoca Mefistófeles con tal de seducir al doctor Fausto.

Puck, personaje de Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Pintura de Joshua
Reynolds, 1789.

Según la historia de Fausto, Lord Oberón contrae matrimonio con la reina de las
hadas, Lady Titania, para así consagrar la unión de ambos reinos elementales de la
naturaleza. Oberón tiene un consorte que lo acompaña a todos lados, Puck, un duende
menor erudito en la magia, prolongando así la dualidad clásica de la literatura Rey - Mago,
tal como Arturo y Merlín.
En los cuentos tradicionales infantiles, la figura del duende suele asociarse a pequeños
seres bonachones, que acostumbran a ayudar en secreto a los humanos, recompensando
las buenas acciones y castigando a las personas egoístas y deshonestas. Representativo
es el clásico de El zapatero y los duendes, de los Hermanos Grimm.
Herederos de esa tradición son muchos de los cuentos contemporáneos sobre duendes,
como Un duende a rayas, de María Puncel, Los Duendes de Cristal, de Yolanda
Lleonart, Los duendes de colonia-Estrella, de Augusto Kopish, o Los duendes de
Navalcarnero, de Rubén Serrano.
En la trilogía libros de "El señor de los anillos", así como en "El Hobbit" de J.R.R Tolkien,
se emplean los términos goblin (duende) y orco como sinónimos. Estos seres serían de la
altura de un ser humano, lo cual sirvió como referencia para otras obras posteriores de
fantasía.
También existe la literatura feérica de terror, tal es el caso de las novelas Extraña
Simiente y Cuento Infantil de T.M. Wright y Cuento De Hadas de Raymond E. Feist, en
estas historias, los duendes, hadas y demás fauna elemental se convierten en malvados
dejando a un lado el prototipo bondadoso que muestran los cuentos para niños.
En ocasiones los duendes muestran una enemistad hacia los gnomos y los trolls que
puede compararse con la que hay entre elfos y orcos. En el libro Crónicas de
Spiderwick de Tony DiTerlizzi y Holly Black se dice que los duendes se convierten en
gnomos cuando se enojan (esto es, se vuelven más robustos y amenazadores, y sus
dientes se hacen más largos y puntiagudos).
Y más recientemente, en la serie Harry Potter, los señores de la banca
mágica Gringotts son duendes, el más famoso es Griphook.

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