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Historia Social General - Teórico Nº 2 (04/04/09)

Profesores: Claudio Spiguel y Gabriela Gresores

Buenos días, yo soy Claudio Spiguel, adjunto de la cátedra. Hoy voy a abrir la primera
parte con lo que nos quedó en el tintero la vez pasada, vinculado a los fundamentos más
generales, ya no de la historiografía -es decir, cómo conocer la historia, que fue el tema de
la clase anterior- sino de la historia real, de la historia-objeto, como diría Vilar.
En un segundo momento de esta primera parte, Gabriela nos va a introducir en la unidad II,
en el paso de las sociedades originarias a la revolución neolítica, con el desarrollo de la
agricultura y ganadería en distintas partes del mundo. Después vuelvo yo y retomamos con
la aparición de las sociedades excedentarias, la “revolución urbana”, el origen de la
explotación del trabajo y las clases sociales.

Bien, empecemos con la clase. Volvemos a ciertos planteos generales de la materia:


Historia Social General, ¿con qué contenidos llenamos ese título? Sabemos que esta
materia tiene un carácter introductorio para los futuros historiadores, docentes, científicos
sociales y humanistas. Entre esos objetivos introductorios esta el tomar contacto con la
historia real, la historia-objeto de Vilar, que en su definición más amplia y más abarcadora
es el devenir de las sociedades humanas o la dinámica de las sociedades. Dinámica y
movimiento de grandes masas, de pueblos enteros, de los diversos componentes de la
humanidad. Se trata de enfocar entonces esos grandes relieves del proceso histórico más
determinantes para, en el seno de ellos, resituar y explicar los acontecimientos. Por lo tanto
cuando historia alude a sucesión, a movimiento, a despliegue, a concatenación en el tiempo,
no nos referimos sólo a hechos circunstanciales unidos por relaciones inmediatas de causa y
efecto – como lo estudiaba la historia positivista clásica. “¿Por qué César cruzó el Rubicón
desafiando la ley de Roma? ¿Cruzó o no cruzó? ¿Qué tenía en la cabeza cuando cruzó? Y
descubriendo lo que tenía en la cabeza, se pensaba que ya se explicaba aquel proceso.
Tampoco se trata sólo de una descripción estructural de las sociedades que han sido, sin dar
cuenta de su desarrollo, de su dinámica, de cómo una se transformó en otra, de cómo lo
viejo da lugar a lo nuevo, que es precisamente lo que indaga la historia-ciencia. Es decir,

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indaga procesos, indaga el cambio. Desde las primeras sociedades cazadoras-recolectoras
hasta el apogeo y decadencia del capitalismo imperialista y la lucha contra él en las
sociedades del presente. De la caverna hasta la alta tecnología actual con todos sus avances
y con la barbarie de la guerra; desde la escasez buscando los mamuts, hasta la enorme
abundancia de productos y su contracara con la mitad de la población mundial que gana un
dólar por día. ¿Cómo explicar este proceso? éste es el objeto más grande de la historia
como ciencia.
Para pensar históricamente, se requieren dos abordajes . Uno, integrar los diversos aspectos
o dimensiones de la sociedad que frecuentemente aparecen fragmentados: lo económico, lo
social, lo político, lo cultural, y ver sus relaciones recíprocas adquiriendo una idea de lo que
llamaríamos la totalidad. No totalidad porque reconstruyamos todo, sino por cuáles son las
relaciones determinantes, esenciales de ese todo social, en la relación entre esas
dimensiones.
Lo segundo y fundamental es atender al movimiento, al devenir, al cambio, a los procesos
tendenciales o contradictorios, a cómo lo viejo da lugar a lo nuevo, cómo lo nuevo surge de
lo viejo, cómo lo nuevo elimina lo viejo. Es decir, estudiar la totalidad y estudiar el
devenir, o el movimiento ( en realidad es en ese movimiento como se manifiesta la relación
entre las diversas dimensiones, se realiza la totalidad).
Así entonces en Historia Social, lo social no es un mero residuo que resultaría luego de
sacar “lo económico” , sacar “lo político”, “lo cultural”, sino que atiende a qué elementos
más determinantes consideramos de toda historia (esos grandes relieves donde situar los
detalles, los acontecimientos), alude a las relaciones sociales de los hombres entre sí.
Relaciones sociales entre los hombres, que no son una abstracción existente fuera d elos
hombres concretos que viven y actuan en sociedad. Las relaciones no existen sin los
hombres concretos pero tampoco existen los hombres fuera de esas relaciones, (a diferencia
de lo que pensaba el liberalismo clásico, con sus hombres concebidos como atomos pre-
sociales y a-históricos -primero existirían los hombres y después se relacionarían -).
Siempre existieron los hombres y sus relaciones, simultáneamente. Relaciones en la
producción, en el trabajo, para la supervivencia, en la obtención de los medios de vida para
sobrevivir; relaciones en otras esferas de la vida social: en la política, en la dominación y la
lucha contra esa dominación; relaciones en el proceso cultural: en la fabricación de

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artefactos, en las prácticas culturales. Todas esas relaciones son relaciones sociales o son
instancias de las relaciones sociales que a la vez nunca existen separadas, o flotando en el
aires o por fuera de la relaciones – fundamentales- de esos hombres, de la sociedad, con la
naturaleza, de la que emergieron y a la cual, para sobrevivir, transforman con su trabajo.
Esas relaciones sociales, cuya historia sería lo más esencial de esta materia introductoria,
hacen a la naturaleza humana –y eso de que el hombre tiene una naturaleza sería el tema
que vamos a desarrollar ahora- y a su historia. Una historiografía que reponga esas
relaciones está muchas veces aún por hacerse, frente a a concepciones de la historia como
la historia de los grandes hombres; o la historia de las ideas, separadas de quienes las
encarnan; o la historia del puro desarrollo de las técnicas, separado de las relaciones
sociales en el seno de las cuales se inventan y utilizan; o una historia de las relaciones entre
pueblos, a través del intercambio o de la guerra, sin ver las relaciones y los conflictos
sociales dentro de cada pueblo. Es decir que reponer esas relaciones sociales es clave para
una historiografía en muchos casos aún por investigarse. Generalmente aparecen
ninguneadas o separadas de los temas de otras historias. En suma, proponemos pensar
sociológicamente la historia,( el pasado-presente-futuro, ¿de qué estamos hablando? De la
sociedad humana) y, viceversa, pensar históricamente las sociedades. Y acá históricamente
quiere decir en su devenir. Las sociedades tienen historicidad: no siempre fueron, no
siempre serán. Pensar históricamente las sociedades que nos precedieron también incluye
pensar históricamente nuestro propio presente, o sea nuestra sociedad; de dónde viene, a
dónde puede llegar a ir, qué es lo que está en lucha; dependiendo también de nuestra propia
actividad y conocimiento.
Ese devenir que es la historia social comprende largos procesos evolutivos con cambios
que podemos llamar cuantitativos, a veces imperceptibles (en la demografía, en las
costumbres, en luchas parciales, por poderes); pero otras veces esa propia evolución
cuantitativa da lugar a cambios cualitativos, ya no evolutivos sino revolucionarios (en las
técnicas, en las relaciones sociales, en la política y en la cultura), que dan lugar a lo nuevo
y en distinto grado y medida destruyen lo viejo. Por lo tanto en cada momento histórico,
cuando analizamos un fenómeno, tenemos que atender a un doble aspecto: a) ver como
nace , se engendra algo que se desarrolla y eventualmente predomina. Es decir, vamos al
pasado lo hacemos para ver, en algunos casos, dónde ha nacido y cuál es el origen de algo

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que hoy nos parece positivo o que padecemos, para poder explicarnos este presente, pero b)
también vamos a ese pasado para descubrir lo que ya no es, lo que ya no existe, porque eso
que ya no existe ha sido negado, superado por lo que vino después. Por lo tanto, para
entender lo que vino después, es decir nuestro presente, también tenemos que conocer
aquello que ha sido destruido o ha caducado, porque lo que existe surgió de una cierta
forma de ser negado o superado lo anterior.
Estos dos aspectos, lo que alguna vez nació y tal vez perdura en nosotros y lo que ya no
existe pero su historia particular permite explicar mejor lo que hoy sí existe y predomina,
hacen al análisis histórico, a esa relación entre el pasado y el presente.
Ahí viene un tema ya tratado en la clase anterior: reponer lo escamoteado. El papel y la voz
de las grandes mayorías populares, no sólo en las luchas sociales sino en la producción del
mundo material y simbólico que nos alberga a todos. Reponer esas prácticas de esas
grandes masas, no sólo en su opresión y su sufrimiento sino en su actividad, (que es lo más
negado). Su propia actividad creadora es lo más negado de todo. Y acá ya no es por razones
de rescate ideológico, moral, justo (de justicia), por nuestro posicionamiento en el presente,
sino por razones científicas, en el sentido de apropiación del objeto. Sin ver ese papel de las
grandes mayorías productoras no podremos comprender científicamente la historia de las
sociedades. Así, historia crítica e historia científica coinciden.
En torno a ese papel de las grandes masas, de pueblos enteros, es importante que ustedes
reflexionen sobre el punto IV de “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica
alemana”, cuando Engels critica la historia idealista anterior que explicaba los hechos por
las ideas, los móviles subjetivos de los grandes hombres. Y Engels dice: efectivamente, una
diferencia entre la historia de los hombres y la historia de la naturaleza es que los factores
de la misma son personas movidas por la conciencia y la voluntad (sus móviles subjetivos),
y por lo tanto toda acción humana pasa a través de su cabeza, o mejor, toda práctica, social
e individual, tiene un correlato representacional. Pero, a partir de allí quedan muchas cosas
por explicar, porque lo que resulta en la historia no tiene que ver exclusivamente, y a veces
ni principalmente, con lo que los actores tengan en la cabeza. En primer lugar por que
chocan múltiples voluntades y en segundo lugar, porque la práctica previa y posterior
desborda, trasciende la representación que cada uno tenía en la cabeza- Por lo tanto la
explicación que se detiene en el motivo que tenía en la cabeza cada actor no es la

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explicación completa, porque hay que buscar a su vez las fuerzas motrices, los impulsos
determinantes que están detrás de esos móviles, y no sólo de individuos aislados sino de
grandes masas, de pueblos enteros, y que se reflejan a su vez en en la cabeza de los líderes,
etc. Es decir que hay que descubrir y explicar ciertas tendencias objetivas, relaciones
regulares que además trascienden a cada individuo.
Ahí recordamos nuevamente que no existimos por fuera de ciertas relaciones sociales: lo
que ocurre no es la mera sumatoria de las acciones individuales sino que la propia acción
individual de cada individuo está condicionada por la propia acción social de todos, lo
sepamos o no, lo queramos o no. Así como nacemos en un país, en un tiempo, en una
cultura, en una clase social, esos son elementos objetivos, colectivos, que están fuera de
nuestra cabeza, que nos preexisten y que condicionan nuestra práctica. A la vez, nosotros
con nuestra práctica contribuimos reproducir eso o a cambiar eso, pero nuestra práctica
tampoco es sólo individual, es a la vez social, inmersa en múltiples relaciones sociales.
Entonces, indagar esas fuerzas motrices que están detrás de los móviles subjetivos, para
poder explicar todo el procesos e incluso esos mismos móviles de los hombres. Relacionar
la práctica con las representaciones, el proceso objetivo, social, material (aquí en el sentido
filosófico: materia no es sólo la máquina o la montaña sino también de la acción humana
que existe fuera de la idea que nos hacemos de ella) con el correlato mental que está en los
cerebros, y no sólo en los cerebros individuales sino en la cultura, en todas las ideas, que
son colectivas, que predominan o no y así sucesivamente. Relacionar la práctica con la
representación, lo objetivo con lo subjetivo. En última instancia, se trata de estudiar la
interacción entre las condiciones objetivas (objetivas , porque existen fuera de la cabeza de
cada uno) y la práctica social de los hombres. La interacción entre esas condiciones que
son naturales y sociales, estas fruto a su vez de la propia acción de los hombres, y lo que
llamaríamos la praxis, en el sentido de la práctica guiada por conocimientos para
transformar esas condiciones objetivas.
No existen las condiciones objetivas fuera de la práctica de todos los hombres que las
crearon y tampoco existe la práctica de esos hombres (su iniciativa y su acción) por fuera
de condiciones objetivas dadas. Esto último es el elemento materialista de la historia: son
los hombres lo que hacen la historia, ( no hay historia por fuera de la acción humana una
historia predeterminada por una idea o el destino, o por las fuerzas productivas y el avance

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de la técnica concebidas por separado.) Son los hombres lo que la hacen, pero no de
cualquier modo, sino sobre la base de condiciones objetivas dadas, que preexisten a cada
individuo y a cada generación y que son el horizonte y la condición de posibilidad de su
propia acción ( no sólo el límite de su acción en el sentido de aquello que puede hacer en
cada sociedad en cada momento, sino la condición de posibilidad), condiciones creadas por
las generaciones anteriores, la sociedad.
Entonces la interacción entre las condiciones objetivas y la práctica de los hombres es el
meollo del movimiento de la historia. Tema para pensar.
Dijimos que íbamos a hablar de la naturaleza del hombre, pero la naturaleza del hombre es
su propia historia. Partamos entonces, no de las ideas preconcebidas que han existido sobre
los hombres, sino de los hombres concretos tal como se presentan en la historia. Allí tiene
mucho mérito la investigación científica de otros que no fueron los historiadores, contra el
desprecio por un período donde no habría escritura, período que investigaron los
antropólogos y arqueólogos y que hicieron su historia (en el sentido de historia relato). El
período más largo de la historia humana, que es lo que (con cierto menosprecio de aquellos
que sólo consideraban historia lo que estaba registrado por escrito, confundiendo historia
relato con historia-objeto, llamaban la pre-historia, es decir, las sociedades ágrafas.
Partimos de ahí: cómo apareció sobre la tierra esta especie, cuyos orígenes se hunden en la
historia de la naturaleza. La ciencia moderna ha demostrado que no sólo la sociedad
humana tiene historia sino que la naturaleza también la tiene: el universo, el sistema solar,
la Tierra, la vida (en el sentido de las especies biológicas). Y la historia de nuestra especie
se hunde en la historia de la naturaleza, porque surgió de ella. Esta es una visión científica
imuy reciente en la historia. Antes siempre se pensó que el hombre o fue creado por Dios, o
por una Idea, o fue creado de golpe, sin relación con el reino animal. Sin embargo, existe
un largo proceso, verificado científicamente, por el cual surgimos del mundo natural como
una especie biológicamente determinada (este año se cumplen justamente 200 años del
nacimiento de Charles Darwin y 150 de la publicación de su obra El origen de las
especies). Un proceso que llamamos justamente de hominización, de transformación de
nuestros primeros ancestros primates en las diversas variedades de homo hasta llegar al
homo sapiens sapiens. Un largo proceso de evolución biológica, con las explicaciones que
la ciencia de la biología da para ese proceso -de adaptaciones, de mutación- que van

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constituyendo biológicamente, en su conformación corporal, a esa especie. En un
determinado momento, ese propio ambiente que va condicionando esas mutaciones -esa
visión frontal, estereoscópica, esa reducción de la mandíbula y ampliación de la caja
craneana, esa posición erecta que liberó las manos generando un formidable instrumento, la
mano, el más sofisticado de toda la biología, con todos sus dedos y el pulgar opuesto,
vinculado a una complejidad cerebral impresionante que aún hoy no conocemos en su
totalidad-; esa propia evolución biológica en determinado momento empieza a ser
condicionada por un ambiente que ya es en parte un ambiente transformado por la propia
especie de un modo crecientemente consciente.
Los antropólogos estudian cuantos años tiene Lucy, ese esqueleto en África: 4 millones. Y
los clásicos homo hábilis, que con razón los antropólogos dijeron “no vamos a estudiar sólo
su esqueleto, el tamaño del cráneo, etc., porque, además del esqueleto tenemos piedritas
talladas, raspadores. Eureka!” Hace ya 2 millones de años: homo habilis, (de hábil), que
fabricaba instrumentos, primero de forma oportunista. La piedra ya la encontraba con un
puntita y él la terminaba. Pasaron miles y miles de años con esa talla oportunista, hasta que
después vino un salto: luego serían ya son piedras que son gruesas y las pule perfecto, hasta
llegar a las puntas de lanza magdalenienses en el 30.000 A.C, que son de una sofisticación
impresionante. Ya hay una acción consciente que pule la piedra de otro modo: la talla, la
prefigura en la cabeza desde la piedra en bruto hasta que lo termina de pulir. Y eso tardó
millones de años.
Fue un largo proceso, por el cual nuestros antepasados salieron de África, (algunos dicen en
una gran migración, otros dicen en dos oleadas), y los antecesores de homo convivieron en
Europa con otros parientes que quedaron en el camino, como los Neardenthal, los erectus
en Asia, etc.; llega un momento en que, (porque se puede estudiar su biología, su
corporalidad), aparece el sapiens sapiens. En el 50.000 A.C ya los tenemos expandidos por
el mundo, pasando a América por Alaska y quien sabe después si por otros lados, única
especie que vive en todos los continentes y bajo todos los climas. Una especie cuyo ADN,
(para decirlo reductivamente, porque los biólogos dialécticos enseñan que es un
reduccionismodefinir la biología de cualquier especie sólo por su ADN) era ya el nuestro.
Ha habido cambios corporales, de altura, de gordura –vieron que antes los caballeros
dormían en unas camas muy chiquitas, eran bajitos, cosa que tiene que ver con la las

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diferencias de alimentación de ayer y de hoy-, pero en lo esencial la especie esa de hace
30.000 años es la especie nuestra en términos biológicos.
¿Y esto qué supone? Esto quiere decir que todos los cambios que ha habido a partir de
entonces no son cambios determinados por la biología, por una legalidad biológica que
haya ido cambiando los cuerpos, sino que surge una nueva dimensión, una nueva
legalidad, algo que explica un nuevo tipo de movimiento, de desarrollo. De la caverna a la
porque ingiere demasiados lacteos e hidratos, como tanta gente en EEUU.
Hay nuevas leyes, nuevas regularidades, mecanismos y causas de este movimiento, que no
son los de la biología. Los biólogos dialécticos resaltan que en realidad entre especies y
ambientes siempre hay una relación dialéctica e interacción en un todo único. El aspecto
principal es que el ambiente predomina sobre la especie, y la forma de vínculo de la especie
sobre el ambiente es que la especie se adapta al ambiente. (Ojo, dicen, seamos dialécticos:
no existe por otra parte el ambiente fuera de todas las especies que lo integran pero el
aspecto principal es que la especie se adapta a cada ambiente. Lo transforman pero
ciegamente, y esto es un resultado de su adaptación. Las hormigas comen las hojitas de la
colina y , a la larga, si se comen todas las hojitas y no hay más hojitas, no hay más
hormigas. Esto será un subproducto de su forma de adaptarse. Pero llega un momento en la
naturaleza, dicen los biólogos, que surge una especie, preparada por otras previas, con
cambios cuantitativos previos también, cuya forma de adaptarse al ambiente es,
progresivamente, adaptar el ambiente a ella misma. Para bien y para mal: de la caverna a la
Internet, de la caza del bisonte a los cultivos y las fábricas, de las tiendas de pieles a las
grandes ciudades, a la irrigación y el control de las inundaciones o las catástrofes
ecológicas y las manchas de petróleo en el océano.
Esto nos lleva a la aparición de una nueva forma de actividad, generada por esas
precondiciones biológicas (pulgar, corteza, posición erecta) por la cual para poder
sobrevivir, es decir, reproducirse, alimentarse y vivir, esta especie, progresivamente va
produciendo sus medios de vida: (aquella piedrita oportunista o por el contrario, la punta
de flecha magdalaniense. Y no se trata sólo de las piedras ( éstas se usan para fechar porque
son elementos de las técnicas que duraron y nos quedan como testimonios) pero ¿y la
experiencia recolectora? El conocimiento transmitido desde la banda para poder recolectar
las semillas y los frutos, eso también es un desarrollo, igual que la piedra.) Esa especie

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produce sus medios de vida y al hacerlo, produce su propia vida material. ¿Qué quiere decir
que produce su propia vida material? Que se producen como especie, como hombres. No
sólo en el sentido de la reproducción, sino que viven, siguen viviendo, a través de un acto
que implica algo nuevo, no determinado ya por la naturaleza, que se hizo posible por esa
corporalidad pero que es un acto nuevo vinculado a que fabricamos esa hacha, a que
adquirimos esa experiencia recolectora. Por eso con razón decíamos que esos antropólogos
buscan el esqueleto y buscan el artefacto. Y no es lo mismo cuando encontramos artefactos
de tipo oportunistas en el mismo lugar donde es el campo de caza que cuando encontramos
que el campo de caza está a diez cuadras o kilómetros, y el lugar donde tallaron las piedras
está al otro lado: Es decir, hay una distancia mediadora entre el acto de cazar el bisonte y la
actividad de fabricar los instrumentos para ello. Entonces la relación con el bisonte está
mediada por una actividad que es la producción de esos medios de vida, que podemos
graficar en esos instrumentos. Y esto pasa con la caza, con la pesca, con la recolección.
Habitualmente se dice “bueno, pero eso no es producción propiamente dicha por que no
transforman la materia prima, como el que planta la semilla y crece el maíz o el que cría el
ganado. Recogés lo que encontrás”. Sin embargo ya hay producción: hay producción de los
instrumentos para recoger lo que encontrás en este estadio que se llama de los cazadores-
recolectores.
Esta mediación está hecha posible por su corporalidad y por un hecho que pone de
manifiesto Marx en su capítulo V de El Capital, cuyo fragmento está en la página de la
cátedra. Son las primeras dos páginas y habla del hombre que trabaja. Trabajo en el sentido
marxista de la palabra, transformación de la naturaleza para obtener los medios de vida y
hacerla servir para sus fines. Y entonces dice: “¿qué es lo que diferencia a la más perfecta
de la abejas del más torpe de los albañiles? La abeja construye su panal, como diríamos
ahora, por instinto, como el castor la represa, y hace algo perfectísimo (producto de la
naturaleza y de sus genes). Pero aún el más torpe de los albañiles tiene prefigurado en la
cabeza la casa o la pirquita -para poner un ejemplo de acá- que va a hacer. Es decir que hay
un correlato entre acción y representación, donde la acción repetida genera representación y
la representación guía la acción. Y esta es la acción básica que hace posible nuestra vida: el
trabajo, la acción inicial de toda historia. Entonces y ahora.

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Necesitamos comer para poder sobrevivir, y para eso necesitamos producir nuestros medios
de vida. Por lo tanto esta es una nueva forma de vincularse de esta nueva especie con la
naturaleza. Y al transformarla ( como la piedra) se va transformando a si misma: Produce
su propia vida, ¿en qué sentido? En el sentido de que no sólo satisface su necesidad de
comer sino que además se organiza para cazar, y además desarrolla ese pensamiento que
guía la caza, e incluso lo puede materializar, como el dibujito en la pared por razones de
planeamiento o por razones de necesidades colectivas y afectivas para ir a cazar. ¿Era
porque iba a planear la caza o era por ritual? Efectivamente está todo mezclado, está todo
en el origen, pero plasma ese dibujito en función de que iba a cazar. Por eso millones de
años, donde ya se ve que tenemos ese par de aspectos, estos dos polos que veremos ir
desarrollándose en una interacción nueva: los hombres y la Naturaleza. (Cuanto más atrás
en la historia vamos, más la vida de los hombres está condicionada por la naturaleza).
Lo que vincula al hombre con la naturaleza, esa forma de adaptar la naturaleza a sí mismo
es lo que llamaremos el desarrollo de las Fuerzas Productivas de los hombres o de la
sociedad. Hablamos de la puntita de flecha, del aprendizaje de la recolección tan
sofisticado. Podemos resumir el concepto en aquel período en los instrumentos pero
también en las capacidades humanas de crearlos y de utilizarlos. Instrumentos y
capacidades humanas, todavía muy abstractamente, son el contenido de lo que llamamos
Fuerzas Productivas de la sociedad. También la cantidad de hombres, de brazos, la
demografía, su organización en el trabajo y conocimientos, un montón de elementos que
veremos ir complejizando a lo largo de la historia. A veces hay visiones históricas que se
reduce todo a la técnica, a los instrumentos, sin ver el papel d elos hombres y sus
capacidades, y a veces incluso las técnicas a una sola técnica, o porque ella es la que quedó
de testimonio (como dijimos de la piedra), o porque es una reducción del concepto a la
mera técnica. Benjamín Franklin, el ideólogo de la revolución norteamericana dijo “el
hombre es homo faber”, fabrica instrumentos. Y destacó el rol de los instrumentos,
condicionado por la ideología de su clase, la burguesía revolucionaria, que necesitaba
revolucionar la técnica para desarrollar las Fuerzas Productivas para acumular más
ganancias. Marx también destaca el papel del desarrollo de las Fuerzas Productivas en la
historia pero no lo reduce a las técnicas sino que incluye las capacidades humanas de
crearlas y aplicarlas, porque pone por delante el papel de los trabajadores -en aquella época

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todos, los que iban a cazar el bisonte- en el ejercicio y la creación de esas técnicas. (Que
nunca es una sola, aunque cuanto más atrás se va, más determinación y efectos tiene un
salto técnico determinado. Por ejemplo cuando se inventó el hierro, no sólo para la guerra
sino para el cultivo, para el arado).
Hay una historia, posible de hacer, de las técnicas. Aquella relación (hombre- naturaleza) es
una unidad de dos polos, una relación contradictoria que se resuelve a través del desarrollo
de las Fuerzas Productivas de la sociedad, de los hombres. . No han sido, no son las mismas
ahora. Hay un desarrollo, hay una historia de las mismas. Pero, inmediatamente, nos damos
cuenta de que falta algo, que el cuadro está incompleto, porque nunca existieron los
hombres solos, aislados . Nunca existió el hombre aislado yendo a cazar el bisonte. En el
principio no fue Robinson Crusoe, (como dice Marx criticando las robinsonadas del siglo
XVIII, a raíz de una novela fabulosa de Daniel Defoe, en la cual coloca a Robinsonen en
una isla desierta y crea un mundo en esa isla. Expresaba a la burguesía inglesa de esa época
que conquista el mundo. Pero el personaje portaba en si mimso todala socieda y cultura de
su tiempo, y allí el novelista le pondrá a un nativo, a un Viernes, para que coopere con él.
Marx dice “estas visiones, robinsonadas filosóficas – no se refiere a la novela sino a
explicaciones filosóficas o teóricas sobre el origen de la historia en los individuos- esa
representación del individuo aislado en realidad es un punto de llegada en la historia”, el
punto de llegada donde los individuos están aparentemente divorciados de toda relación
social previa e intercambian lo que poseen en el mercado, en especial su propia capacidad
de trabajar. En la sociedad capitalista El hombre aparece arrojado, fuera de los lazos de
familia, linajes, etc.: miles de vagabundos, niños, mujeres en las calles buscando trabajo, y
capitalistas compitiendo uno con otro en lo que aparece como “el mercado”. Aquella
explicación de que en el origen están los individuos es una realidad que se expresa en la
cabeza de él, y es un resultado histórico, no el origen, dice Marx. Es un punto de llegada
unilateralmente visto, porque esa realidad de estar separado, arrojado individualmente,
despojadote todo lazo que no sea el del intercambio y el dinero se da en un momento de
máxima expansión de las relaciones sociales, propias del capitalismo, que incluso llegan a
abarcar el conjunto del mundo. No tienen nada que ver con las relaciones sociales de la
aldea en la época agrícola pre-capitalista. (O sea que, al mismo tiempo, lo que no se ve en
el mercado es lo que une a todo eso en la producción.) Es decir, en el principio no fue

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Robinson ni el hombre aislado, aunque la teoría económica del liberalismo parte de ahí para
construir sus hipótesis y teorías ( unos son cazadores, otros pescadores, intercambian en el
mercado; la búsqueda de la riqueza genera la competencia individual que a su vez genera la
riqueza social, etc. O sea, se basa en un mito que es originario del siglo XVIII y que en ese
siglo cumplía un rol revolucionario, porque con ese mito del hombre previo, natural, se
combatieron las relaciones opresivas del feudalismo. (Pero ahora, en el mundo
contemporáneo, tiene una función reaccionaria ese mito que alguna vez fue
revolucionario).
Entonces, en el principio era la banda. En el principio era la horda. Y en el principio no era
la competencia, “el hombre lobo del hombre”, sino que en el principio fue la cooperación.
No hubiese sobrevivido ningún hombre o mujer, aunque sea con su familia, sino en el seno
de una totalidad mayor. Una totalidad mayor basado en relaciones sanguíneas, de
parentesco, y que iban a cazar el bisonte y recolectaban. “Vos la cola, yo la cabeza”; nos
organizamos. Y aquí ya tenemos otra relación, intimamente ligada a la que los hombres
establecen con la naturaleza) : las relaciones sociales de los hombres entre sí, en que los
hombres somos formados, nos originamos, y a la vez las practicamos y las transformamos.
Aquellas, de aquella época, de la banda: vos cola, ya cabeza, y cazamos el bisonte. Y con
esas relaciones, (que forman un todo único, de interacción, con el de las relaciones de los
hombres con la naturaleza)en ese proceso que es un proceso único, surge un nuevo
instrumento: el lenguaje. Ya no gritos expresivos o de alerta, sino que implican la relación
con una actividad, porque hay que comunicar algo. El lenguaje, con su doble función:
representativa, decimos bisonte, puede ser blanco, negro, de pelo corto o largo, depende de
nuestra práctica la forma del lenguaje, pero está vinculado a nuestra práctica y a la vez nos
facilita hacerla porque no hacemos sólo dibujitos. También el bisonte está mediado, no
sólo por el hacha sino porque decimos bisonte y nos lo representamos (eso que la abeja más
perfecta no tiene pero sí el más torpe de los albañiles) es decir, el lenguaje como apoyo del
concepto y del pensamiento, que nos permite representarnos el objeto, aún en ausencia del
mismo. Pero a la vez una función comunicativa del lenguaje: puedo representarme bisonte
porque digo bisonte y digo bisonte porque tengo que decírtelo a vos, con el cual vamos –
vos cabeza, yo cola- a cazarlo. Entonces esta es una dimensión de las relaciones sociales
también, surgida no por separado sino en el marco de, causada por, engendrada por esa

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actividad productiva para sobrevivir, elemental. A partir de ahí se crea, en base a esas
relaciones reales, activas, prácticas, con todas esas dimensiones vinculadas al lenguaje,
todo un mundo: un mundo social de relaciones, un mundo cultural de representaciones, de
prácticas, de artefactos en los que se plasman esas representaciones. Surgidas todas estas
instancias de práctica y sostenidas por la actividad de producir los medios de vida por
necesidad de sobrevivir, con esta forma peculiar de relación con el ambiente de esta
especie. Por eso decimos que esa producción de los medios de vida es al mismo tiempo la
producción de los hombres mismos , como sociedad, como cultura, como historia, y que los
sostiene, un acto específicamente humano, el trabajo, que es el origen, la condicion de
posibilidad, la base del conjunto de las prácticas sociales.
El primer impulso fue la necesidad: las necesidades primarias, biológicamente
determinadas: comer, abrigarse, reproducirse, sobrevivir. Sin embargo, el hecho de que la
satisfacción de esas necesidades se realiza a través de esta creación de instrumentos, de
lenguaje, de relaciones sociales, hace que esas viejas necesidades adquieran nuevos
contenidos y al mismo tiempo crea nuevas necesidades, de cada hombre y de todos los de
la banda. Por ejemplo bailar para hacer propicia la caza del bisonte, o dibujarlo.
Necesidades originadas en la actividad social , necesidades estéticas, cognoscitivas, etc.
En el otro texto que damos, La ideología alemana, escrito en el ´45 por estos jóvenes Marx
y Engels, texto más filosófico, tratan sobre esta creación de nuevas necesidades –es decir
ya no inmediatamente determinadas por la biología,( aún las que están determinadas por la
biología adquieren un nuevo contenido, porque ahora ni comemos, ni nos abrigamos, ni
hacemos el amor como en la época de la caverna.) Esas creación de nuevas necesidades,
dicen Marx y Engels, es el primer acto histórico, en el sentido de no determinado por la
naturaleza sino por una segunda dimensión que no es la de las leyes naturales sino hstírico-
sociales. Una segunda naturaleza sociocultural, que tiene que ver con esta actividad de esta
especie con base en el trabajo, surgida de la necesidad de sobrevivir pero sobre las que se
edifican todas las demás prácticas. Y las regularidades, mecanismos, causas que rigen a esa
naturaleza sociocultural no son las de la biología; hay que descubrirlas: las relaciones
socialesde los hombres con la naturaleza y entre sí que son el objeto de la ciencia de la
historia.

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Allí vemos que la conciencia, que para las teorías idealistas o religiosas sería lo
fundamental que distinguiría a los animales, y efectivamente es un elemento que los
distingue, pierde su privilegio absoluto porque no es la conciencia separada sino el ser
conciente de los hombres concretos. Los hombres son seres concientes ¿por qué? Porque
practican y en esa práctica, como el albañil pero no como la abeja, pueden representar en su
cabeza y generar nuevas prácticas. En aquellas concepciones filosóficas, con ese privilegio
de la conciencia, latía el desprecio al trabajo manual.
En el origen no está la conciencia por un lado y el hacer el hacha o el bisonte por el otro;
están unidos el trabajo y la conciencia. Desde ya, actualmente también, sólo que –como va
a explicar Gabriela-, la división del trabajo manual e intelectual hace que un sector de la
sociedad pueda concebir que pueda existir el espíritu y la conciencia separados de toda la
base material que le da origen y la sostiene, porque hay un sector de la sociedad que esta
divorciado del trabajo manual.
Esa es una base real, una causa social material de la que surge la idea tan peregrina de que
se puede enfocar la conciencia separada de esa práctica material. De vuelta: material no
quiere decir lo inerte, lo que no tiene movimiento (la maquina o la montaña); es tan
material la máquina como el hombre que la hace moverse, hombre que se mueve, y tiene
ideas y corta rutas; es un hombre material, los hechos están produce están fuera de su
cerebro y sus ideas.
Ahí llegamos a la horda, la banda de cazadores recolectores, basada en las relaciones de
parentesco, siempre vinculadas a una forma de vincularse con la naturaleza, determinada
por las fuerzas productivas de que disponen.. Una sociedad tal vez no tan sencilla como
parece, que hay que reconstruir a través de los testimonios que nos han llegado, y que tuvo
una larga historia: sociedades basadas en este tipo de producción y organización social
llegaron hasta hace poco tiempo históricamente, el siglo XX. Y desarrollaron otra historia,
distinta de las sociedades que se dividieron en clases, desarrollaron otras
fuerzasproductivas, etc.
En esas sociedades no había, ni podía haberlo, ni explotación del trabajo ajeno (que un
grupo explote el trabajo de otros), ni poder estatal, en el sentido de que un grupo fuera
alimentado por los demás, para que los gobernara y tuviera el monopolio de la fuerza, de
las armas. Todo el pueblo, la banda, tenía sus hachas. De ahí partimos.

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