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El artículo 3º de la ley 23.551 establece que la acción sindical contribuirá a remover los
obstáculos que dificulten la realización plena del trabajador. Esta acción sindical – en
principio reinvidicativa -, no se agota sólo en el actuar de las estructuras sindicales: es
también ejercida en la empresa donde se completa, se enriquece y totaliza.
Esta tutela comienza por el amparo de los trabajadores que actúan como
representantes de sus compañeros, ya que están en las conflictivas relaciones del
trabajo, más expuestos que otros, en el ejercicio de sus funciones, a numerosas
formas de discriminación, persecución y represalia.
Como señala Cornaglia4, ―hasta la sanción de la Ley 20.615, las garantías otorgadas a
los representantes sindicales eran de un corte patrimonialista. Implicaban indemni-
zaciones reforzadas por la estabilidad. Esa ley creó el llamado fuero sindical especial
(artículos 58 y 59). Por el mismo se requería para el procesamiento o el arresto del
representante sindical, el previo desafuero por ante un tribunal especial (el Tribunal
Nacional de Relaciones Laborales)”. Si bien como recuerda el autor, dichas
disposiciones merecieron duras críticas de inconstitucionalidad por violar el artículo 16
de la C.N.5, significo un avance trascendental en el reconocimiento de la tutela
sindical, al salir de la esfera de la monetización del despido, para situarse en un
esquema real de estabilidad, donde la pervivencia del representante gremial en el
empleo no dependía de la unilateralidad empresarial, sino del examen y la resolución
de un tercero independiente a la relación.
4
Cornaglia Ricardo, Derecho Colectivo de l Trabajo, Derecho Sindical, pag. 374., Ed. La Ley,
Buenos Aires, 2004.
5
La C.SJ.N. de la dictadura militar de Videla, en la causa "Jiménez, Inés A. c. Heredia Hnos.",
en 1978, declaró la inconstitucionalidad de la ley.
marginando el esquema de monetización del despido, y por el otro, se extiende la
protección sindical a todos los trabajadores y organizaciones, mediante una tutela
genérica que si bien no reconoce explícitamente el derecho a la reinstalación en el
puesto de los meros activistas, en ningún modo la excluye.
El año 1.988 marca un hito con la sanción de dos leyes esenciales para la
comprensión de la cuestión que abordamos: la ley general antidiscriminatoria, la ley
23.5926, y la ley 23.551 de asociaciones sindicales de trabajadores7.
Tales leyes, marcaron un salto cualitativo en el amparo para el pleno ejercicio de los
derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional en el
marco de las relaciones individuales y colectivas del trabajo, pero fueron coetáneas
con el inicio de una etapa de reflujo de la acción sindical: en efecto, como un pesado
lastre de la dictadura que destruyo a fuerza de represión los cimientos de la
organización sindical en la empresa, agravado por el desguace del aparato productivo,
corroído por la recesión económica y la desocupación, se inicia una etapa en que la
acción sindical se fue retrayendo hacia las estructuras sindicales centrales, y a los
espacios de la representación orgánica en algunas grandes empresas.
De tal modo, las leyes que rondan los veinte años, en este nuevo escenario,
resignificaron su sentido, y se ofrecen como herramientas prácticas para combatir la
discriminación sindical, que también resurge como fenómeno tras años de
aletargamiento de la acción gremial en la empresa. Así, en los últimos años, y sobre
todo a partir del último lustro, no deja de ser un lugar cada vez mas común, el hablar
de la discriminación antisindical, del despido como vehículo de dicha discriminación, y
de las herramientas que el trabajador como tal y como ciudadano tiene para combatir
estos emergentes que repugnan la razón de ser del Estado Social y democrático de
derecho.
Este nuevo contexto ha dado lugar a una cada vez mayor cantidad de casos judiciales
en los que se debate la discriminación motivada en la violación del derecho
6
Publicada en el Boletín Oficial del 5 de septiembre de 1988, su art. 1º dice: "Quien
arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre
bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución
Nacional, será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o
cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados. A los efectos del
presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios
determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o
gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos".
7
Publicada en el Boletín Oficial del 22 de abril de 1988.
fundamental a la libertad sindical, y en los que se discute sobre la eficacia extintiva del
despido que se utiliza como herramienta a tales fines8.
Surgido al amparo de una ley sindical – la 23.551- consensuada, que venía a derogar
el texto de la ignominiosa regla estatal 22.105, y de antecedentes extranjeros aún
frescos – tal el caso de la ley de libertad sindical española -, el artículo aludido avanza
en un terreno que no lo habían hecho las normas precedentes: la construcción de un
sistema de tutela que desborde los estrechos limites de la representación orgánica de
las organizaciones con personería gremial para constituirse en un instrumento de
defensa genérica de los derechos de la libertad sindical. De algún modo, pero no con
menor impronta propia, el texto legal argentino funde los términos de los artículos 13 y
15 de la ley española10.
10
Ley Orgánica 11/1985 de Libertad Sindical (BOE 08.08.1995). El art. 13 dice: Cualquier
trabajador o sindicato que considere lesionados los derechos de libertad sindical, por actuación
del empleador, asociación patronal, Administraciones públicas, o cualquier otra persona,
entidad o corporación pública o privada, podrá recabar la tutela del derecho ante la jurisdicción
competente a través del proceso de jurisdiccional de los derechos fundamentales de lo
persona. Expresamente serán consideradas lesiones a la libertad sindical los actos de
injerencia consistentes en fomentar la constitución de sindicatos dominados o controlados por
un empleador o una asociación empresarial, o en sostener económicamente o, en otra forma,
sindicatos con el mismo propósito de control. A su ve, el art. 15. Si el órgano judicial entendiese
probada lo violación del derecho de libertad sindical, decretará el cese inmediato del
comportamiento antisindical, así como la reparación consiguiente de sus consecuencias ilícitas,
Pero no obstante este formidable avance garantista, el artículo 47 ha sido atrapado
por quienes desde una u otra perspectiva, pretenden neutralizar sus efectos,
acotándolo a la defensa genérica de conductas menores de la libertad sindical,
relativizando su eficacia a la hora de aplicarlo como instrumento contra el despido
discriminatorio por motivos sindicales; los unos, porque entenderán que la mentada
norma legitima la acción sindical de aquellos grupos de activistas no orgánicos y por
ende creen ver en ello una amenaza al modelo sindical argentino, y los otros, porque
creen visualizar en su defensa una legitimación de la ley que impugnan por sostener
precisamente el modelo. En tal encrucijada se encuentra la aplicación práctica de la
garantía.
Ahora bien, cuales son los derechos tutelados? Entiendo, que el criterio de
interpretación sobre qué debe entenderse como derechos de la libertad sindical debe
ser amplio, dado que los términos de ley sindical no deben ser interpretadas
insularmente, sino de modo congruente con las demás normas legales, supralegales y
constitucionales, ello en orden a los artículos 14 bis y 75 inc. 22 de la Constitución
Nacional. En este sentido, no sólo rescatamos los convenios 87, 98 y 135 de la OIT,
sino también los tratados internacionales que amplifican el universo de tutela, tales
como el artículo 22 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, el artículo 23 inc. 4 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el
artículo 16 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el artículo 8 del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el artículo 22 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el artículo 5 de la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial.
Tampoco se compadecen tales criterios con las normas vigentes, cuando de solo leer
los términos de la ley sindical advertimos, que se entiende por interés de los
trabajadores todo cuanto se relacione con sus condiciones de vida y de trabajo, y que
la acción sindical contribuirá a remover los obstáculos que dificulten la realización
plena del trabajador. Creo en este caso que, así sea que el trabajador hubiera
simplemente ejercido algún derecho derivado de la libertad sindical, éste debe ser
tutelado, en tanto es un derecho jurídicamente protegido por el artículo 47 LAS, y aún
con más fundamento, cuando a raíz de un hecho de dimensión colectiva – cualquiera
sea la entidad -, se produce el despido del trabajador.
El texto de la norma interpelada sostiene que, ―el afectado podrá recabar el amparo de
los derechos de libertad sindical ante el tribunal judicial competente, conforme al
procedimiento sumarísimo establecido en el artículo 498 del Código de Procedimientos
Civil y Comercial de la Nación o equivalente de los Códigos Procesales Civiles
provinciales, a fin de que éste disponga, si correspondiere, el cese inmediato del
comportamiento antisindical‖.
En tal sentido, al imponer la vía el artículo 498 CPCCN, se busca dotar al damnificado
de una vía dinámica, ágil y expeditiva para que el juez resuelva frente a un acto u
omisión de un particular que, en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o
amenace con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta algún derecho o garantía explícita o
implícitamente reconocidos por la Constitución Nacional (cfr. artículo 321 CPCNN)
Señala Gozaíni12 que "se denominan procesos sumarísimos aquellos que por la
naturaleza especial de la materia en juego, requieren una tramitación urgente,
generalmente abreviada en plazos y producción de actos procesales. La prioridad
radica en resolver el tema de fondo en el menor tiempo posible". Resuelta acertada la
imposición legislativa tendiente a imprimir el trámite sumarísimo, al tener en cuenta la
naturaleza de la relación que implica, como en el caso del despido discriminatorio por
causas sindicales, la vulneración de derechos fundamentales. Asimismo cabe decir
que, la aceleración de los tiempos procesales elegidos por el legislador, no influyen al
contenido del objeto litigioso y, a pesar, del recorte temporal concedido, el cauce
deviene apropiado para agotar la cognición judicial sobre las pretensiones del
damnificado y las defensas del empleador.
12
Gozaíni, Osvaldo A. "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, comentado y anotado",
t. II
comportamiento antisindical, puede consistir en la orden judicial de reinstalación en su
puesto, del trabajador discriminado.
El fiscal general formula varias aserciones, pero dos nodales: 1) que el artículo 1º de la
ley 23.592 tiene un matiz diferencial con el artículo 47 de la ley 23.551, porque la
primera permite a diferencia de la ley sindical, dejar sin efecto el acto discriminatorio,
en tanto la segunda sólo impone el cese del comportamiento antisindical, por lo tanto
no permite declarar la ineficacia del despido antisindical, y por ende la reinstalación; 2)
sutilmente, el procurador, desliza que mientras podría considerarse al acto reprochable
discriminatorio, como un acto jurídico de objeto prohibido y por ende sostenerse su
nulidad, se llegaría a ese resultado en tanto la ley no ampara el ejercicio abusivo de un
derecho (artículo 1071 CC), y en este caso según la lógica argumental seguida, la ley
no ampararía el ejercicio irregular de la facultad de despedir para encubrir un acto
discriminatorio. Así, el fiscal sin decirlo, tácitamente, se pronuncia por la licitud del
despido ad nutum, arbitrario o carente de causa de justificación14.
13
Expte. 8129/2003 - "Failde Carlos Alberto c/ Telefónica de Argentina SA s/ juicio sumarisimo"
– CNTrab., Sala V – 17.02.2004
14
Entendemos, siguiendo a Justo López, Juan C. Fernández Madrid y Norberto Centeno (cfr.
Ley de Contrato de Trabajo Comentada, t. II, ps. 1108/9) que el despido ad nutum constituye
un ilícito contractual, repudiado por nuestra Constitución Nacional, y no puede conceptualizarse
como un derecho. Por tanto no podemos esgrimir que el despido discriminatorio constituya un
abuso de tal derecho, y sólo desde esa lógica ser reprochable. Frente a los que fundan la
facultad segregatoria como un derecho amparado por la libertad de comercio y el derecho de
propiedad (art. 14 y 17 CN), Oscar Zas en su voto del señero fallo Quispe Quispe ha dicho que,
―es de recordar que una garantía constitucional no puede ser invocada para neutralizar otra de
igual o superior relevancia y, en punto a ello, no albergo la menor duda de que el respeto a la
dignidad de las personas, que está ínsito en la ley 23.592, no puede reputarse menor que las
garantías que exige el desarrollo de la libre empresa, la promoción de la industria, el ejercicio
del comercio, la productividad de la economía nacional y el progreso económico, que, de todas
maneras, debe efectivizarse "con justicia social" (conf. artículos 14, 75 incs. 18, 19 y concs.
Constitución Nacional).
Con relación a este argumento desactivador del artículo 47 LAS corresponde formular
alguna observación. Entiendo que el debate pasa por establecer si la citada norma
habilita o no a la reinstalación en sus puestos, de los trabajadores despedidos
por razones sindicales, y si permite dejar sin efecto el acto discriminatorio, es
decir, dejar sin efecto el despido.
Compartimos con Maza15, en considerar que las leyes 23.592 y 23.551 se articulan, en
orden a la protección contra los actos discriminatorios, en una relación que va de lo
general a lo particular.
Ahora bien, esto sucede aún cuando se invoca expresamente la aplicación del artículo
47 LAS, que constituye una protección especial del derecho fundamental a la libertad
sindical, y que es, no sólo un corolario de principio general asentado por el artículo 43
de la Constitución Nacional, sino que, en tal estricto sentido, la vía idónea y específica
que ha diseñado el Estado Social de Derecho para tal efecto.
Resulta incomprensible, pues, hablar del cese del comportamiento antisindical, si ello
no implica necesariamente la cesación inmediata de los efectos del despido, dado que
es imposible fragmentarlos, y materialmente imposible hacer cesar la discriminación
gremial, sino declarando la nulidad del mismo, lo que significa la reinstalación del
activista sindical en su puesto de trabajo.
15 C S
Ver su voto en Álvarez, Maximiliano y Otros / Cencosud S.A. / juicio sumarísimo; CNTrab.
S
V Sala II; 25.06.2007; /Juicio
16 C S
Cfr. Balaguer Catalina Teresa / Pépsico de Argentina S.R.L. / Juicio Sumarísimo"; fallo del
C S
JNT Nº 46; Quispe Quispe Néctar /Compañía Argentina de la Indumentaria S.A. /Juicio
Sumarísimo"; CNTrab. Sala V, 20.12.2007;
Que significaría entonces hacer cesar el acto discriminatorio, sino dejar sin efecto el
despido? Sostener o fundar un razonamiento distinto es un galimatías más bien propio
de la acrobacia intelectual, o lo que es aún peor: seguir discriminando al trabajador.
Ahora bien, el legislador ha optado a su vez, tal como lo dijimos supra, por sustraerle
al juez la facultad de determinar si corresponde a cada caso la aplicación del proceso
sumarisimo. La ley sindical impone este tipo de proceso, al referenciar explícitamente
al artículo 498 del Código ritual; pero con ello, no sólo esta dando cuenta de la
aplicación de un trámite procesal de conocimiento abreviado.
A modo de conclusión
En este estado del esbozo, se puede concluir que no existe una laguna normativa que
obste a la reinstalación del activista despedido por motivos sindicales: resultan
plenamente aplicables tanto la ley general antidiscriminatoria, como la especial sindical
del artículo 47 LAS.
En tal orden, del mismo modo que en la ley 23.592, el cese de los efectos del despido
antisindical importa la reinstalación en su puesto del damnificado, a igual resultado
debemos arribar cuando interpretamos la expresión sobre el cese del comportamiento
antisindical previsto en el artículo 47 LAS.
Así las cosas cabe concluir, que resulta difícil comprender el itinerario interpretativo
que se ha recorrido para neutralizar la eficacia de la norma especial del artículo 47 de
la ley 23.551, que tutela con la mayor amplitud los derechos de la libertad sindical
reconocidos en el ordenamiento legal, supralegal y constitucional de nuestro país.