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cl
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BIENVENIDA
Esta docente y el equipo de monitores del Curso les deseamos mucho éxito en este
nuevo desafío profesional. Estaremos muy atentos a su proceso de aprendizaje para
prestarle el apoyo que necesite. No obstante, la mayor parte de las dudas tendrá que
resolverlas por si misma o por si mismo aprovechando la conectividad que el Campus
Virtual le ofrece con múltiples otros colegas educadores y educadoras. La resolución de
dudas y problemas formará parte de su proceso de aprendizaje y tiene el propósito de
que usted potencie la reflexividad sobre su práctica como un eje articulador de la
profesionalización de su práctica pedagógica en el ámbito de la sexualidad y la
afectividad.
Irma Palma.1
1. OBJETIVOS
1
Doctora en Psicología. Especialista en Sexualidad y Afectividad. Académica e Investigadora del Departamento de
Psicología Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
3
1.1. Objetivo general: Que al término del Curso, aumente su capacidad para que
usted comprenda más acabadamente los procesos de desarrollo, las experiencias e
interacciones, así como las dificultades y bienestar que la sexualidad y la afectividad
conllevan, entendiéndolas como experiencias personales e históricas a la vez, en sus
vinculaciones con las relaciones de género y las ubicaciones socioeconómicas y
religiosas; la intimidad, los vínculos y relaciones socio-afectivas entre las personas, etc.
El Curso tiene una duración de cinco semanas y supone una dedicación mínima estimada
de 12 horas en la semana para el desarrollo de cada uno de sus módulos, tiempo que
cada persona organiza del modo que mejor le acomode. Los módulos constituyen
unidades que a su término son evaluadas.
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3. ORGANIZACIÓN DEL CURSO
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cultura. Esto es, teniendo presente que el género se presenta como una construcción
social y cultural que aprendemos desde muy temprano y que modela intensamente
nuestra comprensión, nuestras percepciones, nuestras emociones y sentimientos y
nuestros comportamientos en las relaciones entre hombres y mujeres. Uno de los
ámbitos en que la transformación de la sociedad y de la sexualidad resulta más visible e
inmediata refiere precisamente a las relaciones de género.
Módulo 5: Le permitirá reconocer sus aprendizajes como fruto del proceso vivido en los
cuatros módulos anteriores realizando una mirada retrospectiva con visión prospectiva
de su proceso aprendizaje en todos aquellos aspectos que a su juicio pueden fortalecer
su práctica pedagógica con sus estudiantes y/o padres, madres y apoderados.
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3.2. Metodología de Matriz Didáctica:
momentos de un mulo
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El objetivo de este Momento es que usted tome contacto con sus saberes previos, de
modo de someterlos a la reflexión y enriquecimiento. Se trata de que usted se
interrogue sobre un PROBLEMA DE APRENDIZAJE. Cuando decimos problema de
aprendizaje nos referimos a una interrogación en una situación dada por las
posibilidades de cambio del sujeto a través de los cambios de aquellos marcos de
referencia que intervienen en su toma de decisión y/o toma de posición –o su carencia-
frente a una situación ligada a la sexualidad y la afectividad. El problema de aprendizaje
es susceptible de ser tratado y trabajado mediante un CASO DE APRENDIZAJE. El caso de
aprendizaje, por tanto, es un acotamiento del problema de aprendizaje a una situación
simulada, lo más próxima a la realidad, y tal como se muestra más abajo, se despliega
en 3 actos, de los cuales se presenta un Acto 1 (el punto de partida) y un acto 3 (un
punto de llegada), y un Acto 2, que la persona construye –usted- y es siempre
propiamente el proceso de aprendizaje que alguien hace.2
ACTO 1
ACTO 2
ACTO 3
ソ...?
2
Como pudo apreciar en el Curso de Metodología de Educación en Sexualidad, un caso de aprendizaje también puede
desplegarse en 3 actos y 5 escenas, de las cuales están descritas las escenas 1 y 2 del acto 1 (el punto de partida) y el
acto 3 o escena 5, (el punto de llegada).
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El acto 3 es una proposición formulada por el o la docente del Curso (un punto de
llegada posible para el caso). Cada actuación tiene más de una alternativa. El caso de
aprendizaje conduce a que la persona reconozca que puede dar otra respuesta a una
misma situación, que haga el proceso de construir una actuación y decisión alternativa a
la primera.
conexion
el a
y el acto 2
El caso de aprendizaje es un juego de simulación e implica ponernos la exigencia: de las
alternativas que planteamos para el Acto 3, la que se formule, cualquiera sea, ha de
tener una conexión tal con los otros actos que permita comprender el proceso de
aprendizaje implicado entre la primera actuación y la última.
En primer lugar, al iniciar el análisis con la lectura del Acto 1, se busca que usted llegue
a comprender la actuación (y decisión) de la persona que es protagonista:
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• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?
La respuesta que elabore en el Acto 2 es enriquecida más adelante por usted mismo en
el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de aprendizaje
incorporando los aportes adquiridos en el Momento de INFORMACION.
En cada módulo usted dispone de un texto que le entrega información específica sobre
el tema. Haga una lectura con toda calma del y responda las preguntas de la Evaluación
Formativa que se presentan.
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SOBRE EL MOMENTO DE APLICACIÓN
El objetivo de este Momento es que usted pueda apreciar si puede utilizar los
conocimientos para imaginar nuevas soluciones al acto 2, a la vez que pueda apreciar la
diferencia entre su solución en el Momento de problematización y su solución ahora.
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profesional que opera como tutor/a de su curso. Además, puede recurrir a sus colegas a
través de la conectividad que le ofrece el Campus Virtual.
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MODULO 1
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1. Objetivo de este Módulo
Que usted acreciente sus competencias para comprender los cambios ocurridos en la
sexualidad, teniendo en cuenta los cambios ocurridos en la sociedad.
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.
Después haga una lectura con toda calma del Texto: “LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA
SEXUALIDAD”, y luego responda las preguntas que se formulan más abajo, volviendo a
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los textos si lo estima necesario. Los documentos sugeridos en la bibliografía del texto se
encuentran en el componente RECURSOS DE LA COMUNIDAD DE APRENDIZAJE EN
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl)
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Caso de aprendizaje
Acto 1
Están en eso cuando llega Ana Luisa. Les saluda y les dice que viene con hambre y con
frío. Su madre, Marta, le pregunta de dónde viene tan tarde, si tuvo que quedarse más
tiempo en su oficina, y que si fue así, debió llamarla.
Ana Luisa le responde diciendo que fue a tomar un trago después de salir de la oficina
con dos amigas a las que no veía hacía tiempo; agrega que no pensó que debía llamarla,
que no se preocupe por ella, que sabe cuidarse. Va a la cocina y se prepara una
ensalada de frutas y vuelve al living y se sienta con ellos a ver el programa que están
mirando.
En un intermedio, Edmundo le dice a Ana Luisa, que la ve muy liberada, que debería ser
más cuidadosa, que siempre fue una muchacha tranquila mientras fue estudiante.
Agrega que está sorprendido y molesto con ella y que aprovecha este momento en que
están juntos para decirle que le pareció incomprensible que el último viernes se
quedara en la casa de Felipe -su pololo-, que proyecta una mala de ella ante la familia
de él y que les afecta su propia imagen entre los vecinos del pasaje.
Ana Luisa, sorprendida, le interrumpe y le dice que cree que él está pensando que ella
es –como diría alguien- “loca”, “suelta”, “promiscua”, o “perdida”. Agrega que le da
pena que su propio padre piense eso de ella, conociéndola tanto.
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Entra Marta en la conversación y tratando de calmar a Ana Luisa le dice que ninguno de
ellos piensa eso, pero que les preocupa que ella no cuide su imagen porque los hombres
a pesar de ser liberales, finalmente toman en consideración la historia anterior de la
mujer para tener una relación de pareja con una proyección a largo plazo.
La Madre le cuenta que ella ha sido, como se dice: mujer de un solo hombre, que se
casó y después inició su vida sexual, que Edmundo la respetó en su virginidad y que
nadie tendrá nunca que decir de ella que perdió su reputación, cuestión que es muy
importante para una mujer.
Ana Luisa le responde diciendo que no hubiese querido esa vida para ella misma, que
pensar en vivir la experiencia de tener relaciones solo con una pareja en la vida le
parece impensable, que no encuentra ningún valor en ello.
El padre se enoja y le dice que si ella es tan liberal y autónoma en manera de vivir la
vida, por qué continúa viviendo con ellos como si fuese una escolar, cuando tiene
veintiséis años y ya es profesional y gana un buen sueldo.
Ana Luisa responde que decidió continuar viviendo con ellos porque pensaba que
tendría libertad para hacer lo que estimara adecuado para sí misma respecto de su vida
afectiva e íntima. Que decidió eso porque pensó que ellos tendrían a estas alturas una
mente más abierta, que se equivocó.
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Acto 2
Acto 3
Están en eso cuando llega Ana Luisa. Les saluda y les dice que viene con hambre y con
frío. Su madre, Marta, le pregunta de dónde viene tan tarde, si tuvo que quedarse más
tiempo en su oficina, y que si fue así, debió llamarla.
Ana Luisa le responde diciendo que fue a tomar un trago después de salir de la oficina
con dos amigas a las que no veía hacía tiempo; agrega que no pensó que debía llamarla,
que no se preocupe por ella, que sabe cuidarse. Va a la cocina y se prepara una
ensalada de frutas y vuelve al living y se sienta con ellos a ver el programa que están
mirando.
En un intermedio, Edmundo le dice a Ana Luisa, que la ve muy liberada, que debería ser
más cuidadosa, que siempre fue una muchacha tranquila mientras fue estudiante.
Agrega que está sorprendido y molesto con ella y que aprovecha este momento en que
están juntos para decirle que le pareció incomprensible que el último viernes se
quedara en la casa de Felipe -su pololo-, que proyecta una mala de ella ante la familia
de él y que les afecta su propia imagen entre los vecinos del pasaje.
Ana Luisa, sorprendida y sonriendo, le interrumpe y le dice que al oírle le parece estar
escuchando a su abuelo. Pero que comprende su susto.
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Entra Marta en la conversación y dirigiéndose a Ana Luisa le dice que ninguno de ellos
piensa eso, pero que les preocupa que ella no cuide su imagen porque los hombres a
pesar de ser liberales, finalmente toman en consideración la historia anterior de la
mujer para tener una relación de pareja con una proyección a largo plazo.
La Madre le cuenta que ella ha sido, como se dice: mujer de un solo hombre, que se
casó y después inició su vida sexual, que Edmundo la respetó en su virginidad y que
nadie tendrá nunca que decir de ella que perdió su reputación, cuestión que es muy
importante para una mujer.
Ana Luisa, retomando lo que ha dicho su madre, le responde diciendo que entiende que
esa fue su vida personal, que la sitúa como una mujer mayor en su tiempo de joven y
que así la puede comprender. Agrega que no desea discutir el contexto en que su madre
vivió su juventud, sobre las relaciones de género que prevalecían, la autoridad paterna
estricta que podía llegar a la violencia, el control de algunas iglesias sobre las vidas
íntimas de sus fieles, etc. Les pide que comprendan que ella no desea esa vida para sí
misma.
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Finalmente, les dice que ellos tienen toda la razón al poner en la conversación el
problema de las formas de vida que uno desea para sí y el hecho de continuar en el
hogar de la familia de origen, que el problema no es sólo sus diferencias en la forma de
concebir y vivir la sexualidad, sino también el hecho que un reclamo de libertad en el
plano de la sexualidad a su edad debe acompañarse de la autonomía personal en el
conjunto de la vida. Les dice que va a reflexionar acerca de lo que los expertos llaman
“la edad de abandono de la familia de origen” y que si decide ir a vivir sola, lo hará sin
nada de malestar con ellos, que les quiere por sobre todas las cosas.
20
LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA SEXUALIDAD
Como tal, el término sexualidad surge en el siglo XIX en Europa y no designa una esfera
constituida propiamente tal, sino una construcción sociocultural e histórica, que
estructura una relación entre unas prácticas físicas, unas emociones, unos significados,
unas representaciones, unas interacciones y relaciones específicas entre las personas
que tienen base en el cuerpo y el sexo.
Refiere a una construcción específica entre deseo, sexo y género, que organiza las
formas del erotismo y sitúa la reproducción, y conecta con el cuerpo, la intimidad, las
identidades, los vínculos socio-afectivos. Presenta una conexión histórica específica con
la reproducción: una vez introducida la tecnología anticonceptiva médica, la sexualidad
emerge como una esfera separada.3 Se sitúa tanto en el nivel de los individuos como de
las relaciones entre éstos, y de las relaciones de éstos con las instituciones. Constituye a
la vez una experiencia personal e histórica, y su construcción y su transformación se
realizan en el proceso mismo en que se construye y se transforma la realidad social. Se
ubica en relaciones sociales específicas de poder, entre las cuales las más importantes
son las de género, las económicas y socioculturales, y las étnicas Por ello, tal como se
observa frecuentemente, en la actualidad se ha transformado en un fenómeno de
debate público; en muchos sentidos, la sexualidad se ha constituido en una zona
conflictiva, en un campo de batalla moral y política y sus sentidos, lenguajes y
definiciones, como también las normas e instituciones vinculadas a la sexualidad, se
encuentran permanentemente tensionados.4
3
En este nuevo carácter de la sexualidad (no reproductivo) se encuentran la sexualidad heterosexual con las no
heterosexuales, que lo tuvieron desde siempre.
4
Históricamente, la reproducción estuvo inscrita en el orden social y en el orden del mundo de una forma tal que no
podía ser percibida como un dominio separado, obediente a leyes particulares. En la actualidad, la concepción puede ser
artificialmente producida e inhibida. Aun cuando ello no se logre plenamente, como sucede preferentemente en las
sociedades en desarrollo, aún allí, los sentidos comunes representan la separación como disponible tecnológicamente.
21
Puede sostenerse que la sexualidad y la actividad sexual son constituidas o construidas
socialmente y se presentan como un producto altamente específico de nuestras
relaciones sociales, mucho más que una consecuencia universal de nuestra biología
común. Weeks señala que “las posibilidades eróticas del animal humano, su capacidad
de ternura, intimidad y placer nunca pueden ser expresadas ‘espontáneamente’, sin
transformaciones muy complejas: se organizan en una intrincada red de creencias,
conceptos y actividades sociales, en una historia compleja y cambiante" (Weeks, 1985,
p.21). Aunque la programación biológica continúa siendo predominante en la sexualidad
animal, la sexualidad humana se ha desnaturalizado y culturizado, de modo que el
comportamiento sexual constituye propiamente un comportamiento social.
Los hechos sexuales, que comprenden actos, relaciones y significaciones, deben ser
tratados como hechos sociales en relación a otros, para elucidar y especificar lo que
produce y construye lo sexual. En este sentido, el desarrollo de una teoría social de la
sexualidad debería explicar los orígenes y los modos de funcionamiento en el marco de
una teoría de la acción y de la interacción; de este modo, los lazos entre lo no sexual y
lo sexual pasan a ser objeto central de la investigación. Desde esta perspectiva, la
sexualidad es menos el principio original que explica las otras conductas, sino una
conducta que tiene su fuente y que puede ser explicada a partir de otros aspectos de la
vida social. Por ello, puede argumentarse que “es lo no-sexual lo que confiere
significado a lo sexual, nunca de modo inverso.”(Bozon, 2002, p. 6), a la vez que asumir
22
que es “posible examinar el comportamiento sexual en su capacidad de expresar y servir
fines no sexuales” (Gagnon y Simon, 1973, p. 17).
Por ello, nuestra mirada a la sexualidad es también una mirada a las transformaciones
ocurridas en la sociedad y a los modos en que tales transformaciones involucran a la
sexualidad de las personas. Esta percepción de cambios en la sexualidad se expresa
tanto en los sentidos comunes (en las imágenes sociales y en los juicios que solemos
hacer respecto de cómo eran las cosas antes y cómo son ahora), como también en los
diversos estudios especializados.
23
2. Estructuras e instituciones sociales e individualización.
Es tructuras e Individuo
ins tituciones Individualización
Tradición y Trayectorias
norm atividad biográficas
Modernización-m odernidad
24
es parte integral de la experiencia social y, con ello, que la propia modernidad está
siempre en cambio.
El sentido amplio del cambio puede ser comprendido utilizando los conceptos de
homogeneidad y heterogeneidad. El primer concepto alude a una visión de la sociedad
en la cual opera una idea de que el movimiento de la sociedad tiende a hacerla cada vez
más homogénea, es decir, que tanto las estructuras y las instituciones sociales como las
prácticas y la cultura tienden a ser iguales para todas las personas y en todos los lugares;
tras esta forma de comprender la sociedad yace una idea de progreso, de desarrollo
continuo en el tiempo. De este modo, se esperaba que la educación, que el desarrollo
económico y que el avance científico y tecnológico finalmente permitiera alcanzar una
sociedad desarrollada y homogénea para todos los individuos. En esta visión, muchas de
las orientaciones normativas son percibidas como universales e iguales para todas las
personas, en todos los lugares; por ejemplo, se piensa que la moral debe ser única e
igual para todas las personas y, con ello, que es posible declarar que muchas conductas,
juicios y proposiciones son “inmorales” o desviantes. A esta homogeneidad normativa se
corresponde también la homogeneidad de las instituciones normativas, en que todas
ellas operan sobre fundamentos comunes y sobre imágenes de lo que debe ser la
sociedad y el comportamiento de las personas.
25
en los cuales se instalan y que reestructuran las formas de vida locales. También la
globalización supone que productos y respuestas culturales generadas en otros contextos
se instalan en las sociedades y comunidades locales, resignificándolas, transformándolas.
26
normativo que adquieren las tradiciones hoy en día proviene, en gran medida, más que
de sí mismas, de la decisión reflexiva del individuo de adscribirse a ellas (PNUD, 2002).
27
Cada individuo, desde su particular posición en el desigual orden social, es compelido a
construir su propia biografía, a elegir permanentemente sus cursos de acción en un
entorno cambiante e inestable que no ofrece ya, con la claridad de antaño, marcos
colectivos de referencia y arraigamiento, y donde se han disuelto gran parte de los lazos
tradicionales de solidaridad (comunidad, familia extendida, organizaciones sociales,
religiosas y políticas), a través de los cuales se accedía a bienes y servicios públicos, al
ingreso, al trabajo, etc. Más bien, lo disponible son trabajos estacionales, migratorios,
temporales, ocasionales, mal pagados y en relaciones laborales informales. En este
contexto, la individualización aparece traspasada por la diferenciación social y cultural.
La presión sobre el sujeto a hacerse cargo de sí mismo se realiza en condiciones tales
que éste no dispone de las posibilidades y oportunidades de elección en aspectos
fundamentales de sus trayectorias biográficas. En estas condiciones de alta
vulnerabilidad el individuo no sólo está confrontado a evaluar los efectos futuros de sus
acciones y, por tanto, el riesgo asociado a ellas, sino que, además, tiene escasas o nulas
posibilidades u oportunidades de elección y, por tanto, tiene escaso control sobre su
trayectoria de vida (Flores et. al, 2000). Puede pensarse, por ejemplo, en una
adolescente que se embaraza y es madre tempranamente. Si antes podía permanecer en
su familia de origen al modo de una madre soltera que ha quedado fuera del mercado
matrimonial, hoy se encuentra apremiada a ser una jefa de hogar de una familiar
nuclear monoparental. Es decir, mientras antes podía realizar trabajo doméstico en una
familia extendida, hoy deberá abandonar su familia de origen y generar una nueva
familia cualesquiera sean sus condiciones de vida.
28
públicas, etc. Con frecuencia la escolaridad de los hijos e hijas supera a la escolaridad
de los padres.5 Por ello, puede señalarse que las generaciones jóvenes están
confrontadas a construir sus propios proyectos de vida y a disponer sus propias
trayectorias biográficas para realizarlos, con creciente autonomía de sus padres o de sus
mayores, utilizando para ello la educación como un recurso estratégico.
Por otra parte, las relaciones entre hombres y mujeres pueden ser comprendidas en una
tensión entre autonomización y jerarquización. Asistimos en la actualidad a una co-
existencia compleja de autonomías y asimetrías. Desde la perspectiva de las mujeres, la
individualización conlleva apremios por su autonomización. Sin embargo, tales procesos
han implicado nuevas subordinaciones. Ello expresa un proceso de reconfiguración y
recomposición complejo de las relaciones de poder, de las autonomías y asimetrías.
5
En la sociedad chilena, los datos del censo del año 2002 muestran que en los últimos 10 años se duplicó la población con
estudios universitarios, en curso o terminados; también indican que sobre el 70 por ciento de dicha población
correspondía a una primera generación, es decir, sus padres no habían iniciado o concluido estudios superiores. Datos
recientes del MINEDUC indican que aproximadamente el 70 por ciento de la población que está terminando estudios de
enseñanza media también son primera generación, es decir, sus padres no habían iniciado o completado estudios
secundarios. Presentación de Sra. Pilar Romaguera, Subsecretaria de Educación. Fundación Chile XXI, 26 de Julio de 2007.
29
se ha incrementado la presencia de hombres en la prestación de servicios, mas ello sirve
muy mayoritariamente a una clientela no constituida por mujeres. En el fenómeno de la
violencia de género, uno de los aspectos más duros de la convivencia entre mujeres y
hombres, la inmensa mayoría corresponde a una agresión de los últimos contra las
primeras.
A lo largo de las últimas décadas las relaciones sexuales entre las personas no está ya
subordinada a la existencia previa de pareja ni inserta en la institución matrimonial
(Bozon, 1998). Se trata de “la irrupción de una suerte de ‘individualismo sexual’, o de
una sexualidad de individuos, en el sentido en que la existencia de relaciones sexuales
entre individuos no está más subordinada a la existencia previa de la relación de pareja”
(Bozon, 1991b, p. 86). Así puede interpretarse fenómenos tales como una creciente
temprana sexualización de las relaciones a partir de los encuentros, en que ésta
adquiere un rol fundador de la relación (aunque no necesariamente, de la pareja); o en
la mayor frecuencia de las prácticas auto-eróticas y el uso de pornografía, entre otras
prácticas. Una autonomización de los sujetos tiene efectos sobre las relaciones, en
tanto, no sólo ni fundamentalmente ha promovido la multiplicación de parejas sexuales,
30
sino una disposición por parte de las mujeres a demandar más a los hombres en el marco
de las relaciones de parejas, o el surgimiento de la norma del orgasmo simultáneo en los
hombres y, sobre todo, en las mujeres, que indica el reconocimiento de una
especificidad y de autonomía del placer femenino.
Una autonomización creciente de los sujetos introduce, como contrapartida, una nueva
reciprocidad de los intercambios sexuales. Por cierto, los procesos de autonomía
requieren de lógicas de reciprocidad o de equivalencia de los intercambios; la
reciprocidad adquiere valor en un contexto donde, en razón de la autonomía creciente
de uno y de otro, la ‘lealtad’ duradera de cada sujeto en relación a la pareja no está en
plenamente garantizada. En este contexto, la esfera de la sexualidad puede ser
observada como un plano de las relaciones de pareja en el cual se realice un
intercambio igualitario, aspiración de las relaciones conyugales (Giddens, 1995). Ello se
inscribe plenamente en el movimiento más general que, desde los años 1970, aspira, en
el plano normativo, a la igualdad, la comunicación y el compartir entre los cónyuges,
incluso aunque en la práctica las tareas permanecen generalmente muy especializadas
según el sexo (Glaude y De Singly, 1986; Kaufmann, 1992).
31
4. Sexualidad, individuos y trayectorias.
32
Una aproximación a la noción de trayectoria en los estudios de movilidad social las
concibe como el paso sucesivo entre diferentes estados que determinan la existencia o
no de movilidad; lógica de curso ascendente y descendente generalmente vinculada a la
consideración casi exclusiva de la dimensión económica (Montero, 1998, en: Graffigna,
2005). Uhlenberg (1974), Young (1982) y Goldani (1989) indagan sobre la existencia de
trayectorias familiares socialmente prescritas entre las mujeres, y sus transformaciones
durante el último siglo en EEUU, Australia y Brasil. Sus hallazgos identifican cambios
significativos en la distribución de sucesivos grupos de generaciones según sus
trayectorias de vida (en Tuirán, s/f).
6
Los más precoces sexualmente tienen más parejas sexuales a lo largo de sus vidas, en su adolescencia primero, y luego
durante los periodos en que están en pareja; experimentan más separaciones y tienen un repertorio sexual más variado.
Inversamente, aquellos cuya iniciación ha sido tardía tienen comportamientos más “tradicionales”: mucho menos parejas
en la adolescencia, y pocas parejas extra-conyugales; tienden a permanecer con la misma pareja y conocen un repertorio
sexual más restringido. Así, la primacía que algunos dan a sus relaciones conyugales y afectivas los obligan a no poner en
primer plano de su vida la actividad sexual, y a no reconocerle sino una importancia indirecta por su rol simbólico en la
relación de pareja. En las personas más precoces, por el contrario, la actividad sexual estaría dotada de una cierta
autonomía en relación con los lazos afectivos: renovación de parejas y placer sexual pueden ser, entonces, valorizados en
tanto que tales y la necesidad de protegerse es más fácil de visualizar. Es sobre todo en los hombres que aparecen
personalidades sexuales bien distintas, en función de la mayor o menor precocidad de los individuos; la oposición es, por
el contrario, mucho menos extrema en las mujeres, que tienden siempre, muy sistemáticamente, a asociar sexualidad y
pareja.
33
hombres, o en la noche de bodas, en el caso de las mujeres), sino corresponde más bien
a un proceso de familiarización y un aprendizaje progresivo –y recursivo- respecto del
cuerpo, las prácticas, las reacciones y los sentimientos.7
7
Se trata de un conjunto de etapas sucesivas desde el beso profundo a las caricias sobre el cuerpo y los genitales, las
relaciones sexuales sin penetración (outercourse), la penetración genital, y más aún, a explorar otras formas de realizar
los acoplamientos corporales. Dicho proceso involucra, generalmente, una sucesión de compañeros/as. Se trata de una
serie de contactos que pueden operarse en sucesivos encuentros con sujetos, con los cuales se desarrolla algún tipo de
relación de naturaleza diversa, más estable o más ocasional, más afectiva o más recreativa, etc. Implica, asimismo, una
progresión en la intimidad, es decir, al establecimiento de una proximidad de orden emocional.
34
se realiza desde su propia trayectoria biográfica y sexual. En este campo, la
individualización tiende a modificar el sentido y el lugar de las instituciones normativas,
reduciendo la importancia de la tradición y asignando mayor importancia a las
trayectorias biográficas y sexuales de los individuos.
Por ello, resulta cada vez menos posible representarse la socialización de la sexualidad
como la imposición unilateral de un conjunto de normas institucionales a los individuos.
Puede sugerirse que las instituciones clásicas de la socialización, la familia, la escuela,
la iglesia y la ley, han reducido su capacidad de modelar y controlar directamente los
comportamientos sexuales de los individuos.
35
resultante de regulaciones macro sociales, sino también como fruto de la elaboración y
de la invención de los individuos y de éstos en relaciones entre sí. Por ello, distancias
entre comportamientos de los individuos y normas institucionales hoy no podrían ser
comprendidas enteramente como transgresiones al orden. Puede sugerirse que cuando
una mujer usa una tecnología preventiva –la píldora, p. e.-, al hacerlo puede contravenir
una norma religiosa de la iglesia a la que pertenece, que indicaría el uso de un método
natural, y sigue la norma médica que indica el uso de formas eficientes y que reduzcan
riesgos para la salud, sin embargo, ella construye una coherencia interna que, incluso no
le conduce a sentirse fuera de su iglesia.
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36
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39
MODULO 2
40
1. Objetivo de este Módulo
Este módulo tiene por objetivo que usted acreciente sus competencias para comprender
la relación entre sexualidad y cuerpo, teniendo presente la historicidad y complejidad
de ésta. Para ello exploraremos esta relación en varios sentidos. Una noción básica que
propondremos será la de ‘construcción social del cuerpo’, indicando con ello que sobre
la existencia biológica de los cuerpos humanos, y sus múltiples diferenciaciones (de
sexo, de maduración, de razas, de (dis)capacidades, de biotipos, etc.), la sociedad
construye interpretaciones, significaciones, relaciones, prácticas y usos que van
conformando modos establecidos de representar, actuar y experimentar el cuerpo.
41
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.
Después haga una lectura con toda calma del Texto: “LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL
CUERPO: LA CORPORALIDAD Y SEXUALIDAD” y, luego, responda las preguntas que se
formulan más abajo, volviendo al texto si lo estima necesario. Los documentos sugeridos
en la bibliografía del texto se encuentran en el componente RECURSOS DE LA
COMUNIDAD DE APRENDIZAJE EN SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl).
42
CASO DE APRENDIZAJE
“Felipe, de problema a oportunidad”
ACTO 1
Luisa es llamada de la escuela por Felipe, profesor de su hija Mariana de seis años.
Felipe le expresa su gran preocupación porque ha visto a Mariana implicada en juegos
con lo que él estima con contenidos eróticos, que implican tocar los cuerpos de sus
compañeros, mirarse y tocarse al cambiarse ropas después de la clase de educación
física; también considera que las ropas que lleva Mariana cuando hacen actividades de
convivencia o extraescolares corresponden más bien a niñas adolescentes. Felipe estima
que ella es una niña muy erotizada, que correría riesgo de ser abusada o que pudiera
estar expresando una erotización excesiva en la familia, o, lo que sería muy grave, un
abuso sexual vivido por ella. Felipe recomienda a Luisa llevar a Mariana a un
especialista pues está en riesgo de que cuando grande sea una mujer libertina.
ACTO 2
A desarrollar por usted.
ACTO 3
Felipe llama a la escuela a Luisa para informarle sobre la situación escolar de Mariana,
hija de Luisa. En una conversación distendida, Felipe le comenta a Luisa que Mariana
está en una etapa de su desarrollo en la cual está descubriendo su cuerpo y
descubriendo el cuerpo de sus compañeros de clase, que él está encantado de que eso
esté ocurriendo pues también representa una gran disposición a aprender, a cambiar y
a sentir que ella es una persona singular. Felipe le comenta también a Luisa que ella
puede apoyar mucho este proceso permitiéndole a Mariana encontrar muchos motivos
de aprendizaje, de cambio y de crecimiento personal. Felipe y Luisa deciden que van a
tener una comunicación fluida entre ellos y se proponen apoyar juntos a Mariana en
este importante momento de su vida.
43
LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL CUERPO:
LA CORPORALIDAD Y LA SEXUALIDAD
Una observación frecuente que hacen muchas personas -estudiantes, padres, madres,
comunicadores, etc.- es que las clases que tienen por objeto la sexualidad les parecen
más bien clases de biología o, expresado de otro modo, que la visión allí comunicada de
la sexualidad se limita a lo que sería su biología. A menudo también surgen en la
sociedad voces que indican que para resolver esta tensión, a la biología se le ha de
agregar una reflexión valórica, alcanzándose entonces una combinación de biología y
valores. Esa perspectiva se presenta como un modo de inhibir un potencial
reduccionismo biologicista respecto de la sexualidad y su tratamiento pedagógico. En
esta visión, lo propiamente humano de la biología quedaría fuera de su propio ámbito,
quedaría más bien en el plano de la ética. Sin perjuicio de la importancia de los valores
en el comportamiento humano, incluido el sexual, proponemos, más bien, una
aproximación a la biología en su abordaje de la sexualidad que re-sitúe el cuerpo. Las
morfologías y fisiologías, fenómenos y comportamientos reproductivos y sexuales (y con
frecuencia los últimos reducidos a los primeros) de los cuales se ocupa la biología,
refieren de conjunto al cuerpo. Por ello, son al mismo tiempo que biología, cultura,
historia o psicología; Pero, al mismo tiempo, los cuerpos remiten a individuos, a
personas con prácticas corporales, significados y representaciones; con interacciones y
relaciones entre los individuos y entre éstos y las instituciones.
Para comprender la noción de construcción social del cuerpo, es necesario hacer una
distinción entre cuerpo y corporalidad, tal como se muestra en la figura siguiente.
44
cue
cuerpo
rpo Individuo corpor
corporalidad
alidad
Individuo
Señalemos que ‘cuerpo’ designa cualquier cosa que tiene una extensión limitada. El
cuerpo humano tiene una extensión limitada y es, por lo tanto, un cuerpo físico; en
tanto cuerpo físico, a su vez, el cuerpo humano es morfología y es función. La figura es
la morfología superficial del cuerpo susceptible de ser captada por la mirada y contiene
una multiplicidad de elementos, de los cuales destacan el rostro y la silueta. Las
funciones y mecanismos corporales proporcionan al individuo las sensaciones de poseer
un cuerpo, de habitar un cuerpo, de ser un cuerpo.
Por otro lado, señalemos que corporalidad alude propiamente a una construcción social
del cuerpo. Consideramos dos aspectos primarios de esta construcción social: la
representación personal, es decir, la noción que cada individuo tiene de su propio
cuerpo y que puede ser expresada como imagen corporal, experiencia y significados, y el
cuerpo como símbolo sociocultural, es decir, la noción de cuerpo que predomina en la
sociedad y en la cultura en un momento determinado. En este sentido, la corporalidad
se presenta como un campo de elaboración de un individuo: su propia corporalidad se
inscribe en la noción de corporalidad que predomina en la sociedad en su propia época y
su propia comunidad.
45
corporalidad es un cuerpo “mapeado”: ha establecido conexiones emocionales entre
tales elementos; ha interactuado con otros cuerpos, se ha sometido a sus estímulos y
respondido a éstos, ha experimentado la intimidad o la violencia, etc. Por ello, una
caricia nueva en una zona puede traer la vivencia de una antigua agresión.
46
diferencias psicológicas y sociales (“hombres de Marte y mujeres de Venus”; maternidad
y crianza, trabajo, violencia, etc.).
47
ejemplo, la comprensión del cuerpo que predominaba en tiempos de la esclavitud era
múltiple: estaba el del amo y el del esclavo, del hombre y de la mujer, del niño y del
viejo, etc. El elemento que organizaba tales cuerpos y sus interacciones estaba dado por
unas relaciones sociales de dominación. En el contexto de dominio de un grupo racial
sobre otro, el cuerpo del esclavo era representado, significado y controlado en cuanto su
resistencia para el trabajo (su fuerza), su agresividad (y auto-control), su alimentación
(orientada a la sobrevivencia física), su reproducción biológica (ajustada a los fines de
los amos). Más cerca de nosotros, en la sociedad chilena hasta hace poco tiempo,
golpear el cuerpo de un/a niño(a si era hijo/a o alumno/a era legítimo bajo una
construcción social de la socialización que disponía de discurso, saberes y sistemas de
control. Se decía “castigo” (educativo) a eso que hoy nombramos como “violencia”, y
que podría volverse sobre ella para llamarla “violencia educativa”.
La noción de construcción social del cuerpo puede explorarse en diversos ámbitos: sexo-
género, edad-etapa, estrato social, capacidad-discapacidad, comunidades-cultura, raza-
etnia, etc. (Figura siguiente).
Sexualidad-reproducción Sexo-género
Raza-etnia Edad-etapa
Naturaleza-intervención cuerpo
cuerpo Publico-privado
Salud-enfermedad Capacidad-discapacidad
Belleza-fealdad Normalidad-anormalidad
cultura
Legalidad-ilegalidad/legitimidad-ilegitimidad
48
Si conectamos las perspectivas de la estratificación social, el sexo/género y la etnia, por
ejemplo, puede sugerirse que los intercambios corporales pueden ser complejos y
desiguales. Por ejemplo, cuando una mujer rusa emigra a Chile con el propósito de
establecer una relación de pareja con un hombre chileno, ello ocurre en el marco de una
transformación del mercado matrimonial en su país y de un nuevo recurso para
establecer vínculos entre las personas, y ella ingresará más propiamente a una
estructura de uniones en Chile; en cambio, cuando una mujer tailandesa emigra a
Holanda, es más probable que ingrese a un mercado sexual comercial y que tenga nulas
oportunidades para ingresar al mercado matrimonial en ese país. Las etnias pueden
jugar de un modo desigual con ambas mujeres. Del mismo modo, un muchacho no
vidente puede quedar excluido del mercado de parejas pues los padres de una muchacha
vidente pueden no favorecer que se constituyan en pareja y eventualmente en
matrimonio.
De manera más general puede sugerirse, por ejemplo, que un cuerpo adulto mayor sería
un cuerpo feo, un cuerpo débil, un cuerpo impotente; los cuerpos de los niños y niñas
impúberes, así como los de los adultos mayores estarían desprovistos de atributos
sexuales; la belleza sería un atributo de la juventud; o los pobres serían sexualmente
promiscuos, primitivos e indecentes en sus prácticas sexuales y descontrolados en su
fertilidad; o que los hombres occidentales tendrían cuerpos genitalmente más
desarrollados, en tanto los asiáticos serían, por el contrario, menos desarrollados
biológicamente; o que las culturas juveniles son todas iguales entre sí y el único sentido
que tienen es el sexo.
Por ello, es necesario observar que tales representaciones respecto de los cuerpos
suelen presentar dos problemas básicos: por un lado, constituyen generalizaciones
aplicables a todos los individuos que entran en la clasificación, lo cual resulta
empíricamente insostenible; por otro lado, constituyen una forma de elaborar la
diferencia adjudicando al otro el carácter de ‘extraño’ o negativamente distinto. Los
estudios e investigaciones académicas, recientes y de larga data, muestran
concluyentemente que no hay fundamentos para muchos de los juicios que formulamos o
los prejuicios que sostenemos.
49
4. Intervenciones sobre el cuerpo.
Desde antiguo las culturas y las sociedades han intervenido los cuerpos en los planos
estéticos y morales. La circuncisión femenina en países africanos (en especial, en Costa
de Marfil) expresa una aproximación moral al cuerpo de las mujeres, que resulta en
discriminación y muerte. La intervención mediante tatuajes que expresan las
producciones identitarias y de singularización de las sociedades y de los individuos. En
occidente, en la actualidad, los cuerpos son sometidos a cirugías plásticas, dietas,
tatuajes, maquillajes. Giddens sostiene que el cuerpo se sitúa en la actualidad dentro de
procesos de plasticidad identitaria. Por ello, las intervenciones hacen a unas auto-
imágenes, auto-reconocimientos. En esta perspectiva, puede sugerirse que algunas
culturas juveniles intervienen los cuerpos en una lógica que se orienta a la exploración
de las fronteras del género.
+ - hombre
hombre
mujer hombre
hombre
mujer
mujer
mujer hombre
hombre
- + hombre
mujer
mujer hombre
Mientras más masculino, mujer
mujer
menos femenino
50
Esto remite a una construcción social histórica y social específica de las relaciones de
género. En sociedades como la nuestra por ello conectan con prácticas, sistemas de
control, discursos y configuración de subjetividades. En sociedades como la nuestra
atributos, roles y funciones sociales se organizaron el dominio masculino con
implicancias profundas para la sexualidad. Así por ejemplo, el cuerpo del hombre era
mostrable mientras el cuerpo de la mujer tenía que ser ocultado; el cuerpo del hombre
era un cuerpo deseante, erotizado, mientras el cuerpo de la mujer era un cuerpo
deseable y afectivizado; el cuerpo del hombre estaba asociado a la agresión y la
violación, el cuerpo de la mujer a la pasividad y el recato. Ello también se ha modificado
notablemente. En la sociedad contemporánea, el cuerpo de hombres y de mujeres
tiende a ser mostrable, deseante, erotizado, pro-activo y también afectivizado.
Hombre
Hombre Mujer
Mujer
cuerpo
cuerpo
De este modo, por ejemplo, desde muy antiguo predominó la representación de que el
cuerpo del hombre estaba provisto para la caza, para la defensa; mientras el cuerpo de
la mujer estaba dado para la recolección, la agricultura doméstica y la crianza. Así, el
cuerpo del hombre era visto como fuerte y dotado para el trabajo fuera del hogar,
51
mientras el cuerpo de la mujer era visto como frágil y dotado para las labores
hogareñas. No obstante, la transformación de las sociedades, particularmente el cambio
en la economía y la tecnología, ha modificado sustancialmente esta visión, de modo tal
que en la actualidad la diferenciación funcional entre hombre y mujer en las actividades
productivas o generadoras de bienes y servicios ha tendido a desaparecer en muchos
ámbitos. Así, hombres y mujeres acceden al mundo del trabajo en ocupaciones en las
cuales los atributos tradicionalmente asociados al cuerpo de cada uno han tendido a
debilitar tal significación alguna o sólo la tienen marginalmente.
Más próximamente a las mujeres, dos o tres generaciones más antiguas –de las abuelas y
bisabuelas, incluso de las madres- las elaboraciones sociales acerca de la sexualidad
femenina decían que eran poco interesadas en el sexo, des-erotizadas, motivadas por los
afectos, orientadas al sexo en el matrimonio, disponibles para la demanda sexual del
esposo, orientadas a la intimidad, selectivas en sus elecciones, fieles y nunca
promiscuas, lentas en su respuesta sexual, pasivas, pudorosas, inhibidas en su
expresividad, etc. Del mismo modo, las prescripciones prevalentes indicaban que debían
evitar, en general, las interacciones privadas y las relaciones sociales. Las
proscripciones, por su parte, indicaban sanciones a transgresiones sexuales. Cualquier
mujer sabe hoy que aún manteniéndose varias de las representaciones, prescripciones y
52
prohibiciones anteriores, en el plano de las prácticas sexuales, por el contrario, se
espera que alcance un alto rendimiento y satisfacción: que tenga orgasmo y pro-
actividad. Cuando una mujer confidencia a otra que no tiene orgasmo, la última pensará
o dirá que es lamentable, que una parte de su sexualidad no ha sido desarrollada, que
pierde oportunidad de gozarla plenamente, que no está completa. Lo puede decir
porque lo que se reivindicó como un derecho en las décadas pasadas devino exigencia.
53
verificada allí. Lo mismo sucede con el asco y el temor que puede experimentarse en la
esfera de la sexualidad.
Así, se han incorporado unas disciplinas del cuerpo que intensifican su atención en sus
contactos corporales de los/as niños/as con adultos (orientadas a evitar las diversas
formas del abuso sexual) y con otros/as niños/as (a fin de evitar su erotización).
También se ha activado la reflexividad social respecto de los mismos riesgos y daños; los
medios de comunicación han sido importantes en su sensibilización, y activos
elaboradores de concepciones en torno al fenómeno que resultan preocupantes (en la
medida, por ejemplo, en que argumentan que se trata de experiencias que “dejan
huellas irreparables, indelebles, imborrables” en quienes las han vivido. Se han
construido recursos profesionales, legales –institucionales- para su detección y
tratamiento de las víctimas, y sanciones a los culpables. Se ha introducido una
pedagogía destinada a prevenirlo. Sobre esto último habría que inventar el modo en que
esto pueda hacerse sin producir un miedo tal a los contactos corporales conectados a la
intimidad y el afecto entre las personas, en este caso entre niño/as y adultos, que les
conduzca en la adultez a generar una ansiedad tal que les inhiba en su intimidad sexual.
Poner atención a los niños y niñas a fin de evitarles esa experiencia y favorecer
aprendizajes de autocuidado es muy importante, pero al mismo tiempo hay que atender
a los adultos, a la cultura de la violencia sexual, el maltrato y la desigualdad entre
54
adultos y niño/as y entre hombres y mujeres. Quienes abusan sexualmente son personas
que tienen acceso a las relaciones sexuales con otros adultos; quienes tienen deseo
exclusivo por los niños o niñas son muchos menos.
Otra preocupación acerca de los niños y niñas se relaciona con la adecuación de sus
gestos y conductas, a su tipificación de conductas de sexo/género (más precisamente
sexo/género/deseo). Preocupa su atipicidad. Se les socializa de modo de evitar o reducir
su atipicidad (sobre todo, para ser francos, una eventual homosexualidad en la adultez).
Hay niños y niñas que no ajustan a las características de lo que se denomina “conductas
e intereses de sexo tipo”. Son niños y niñas con intereses y actividades inter-géneros
durante la infancia, es decir tienen preferencias por atributos o conductas de sexo tipo
del otro sexo. Si son niños mostrarán conductas atribuidas a las mujeres; si son niñas
mostrarán conductas atribuidas a los hombres. Son niños y niñas con mixturas Son niños
y niñas psico-sexualmente atípicos. Los niños inter-género aparecen más similares a las
niñas de su misma edad, distintos a los niños de su edad. También las niñas inter-género
aparecen similares a los niños de su misma edad, distintas a las niñas de su edad.
Los niños más pequeños están más inclinados a expresar directamente sus deseos de ser
del otro sexo, en tanto, los niños mayores han aprendido que no es posible cambiar de
sexo y que una frase en ese sentido va a ser desaprobada. El deseo de los niños mayores
de ser del otro sexo está interferido por su preferencia de la actividad inter-género,
particularmente por los roles tomados en los juegos de fantasía.
Cuando se le da la oportunidad de jugar con juegos del tipo niño o del tipo niña, los
niños inter-género y las niñas normales de una misma edad hacen selecciones similares,
distintas de los niños normales de la misma edad. Los juguetes que aparecen más
discriminadores en los distintos grupos fueron las muñecas que se visten y desvisten, y
un camión. Las niñas cuyas conductas son “tomboys” u hombrunas, aunque no podrían
ser diagnosticadas como habiendo tenido en su infancia una identidad de género
55
alterada, eran más susceptibles de involucrarse en actividades deportivas o en juegos
rudos, tener un grupo de pares masculino, jugar mucho menos con muñecas, jugar
mucho más con camiones y expresar su deseo de llegar a ser como su padre en vez que
como su madre.
Existe una mayor flexibilidad cultural hacia la conducta de las niñas en relación al sexo
tipo. Las niñas -llamadas en el idioma inglés “Tomboys”- o niñas hombrunas no
experimentan un estigma comparable a los “Sissies” o niños afeminados. Las niñas
“Tomboy” no son observadas por sus padres, madres, hermanos/as, profesores y otros
niños como inadecuadas, debido a que se espera en la actualidad que las mujeres se
incorporen al campo laboral, a la política, que fueron campos tradicionalmente
masculinos y que requerirían de atributos (liderazgo, entre otros) que fueron
considerados masculinos. Por ello, son menos rechazadas y pueden ser percibidas
favorablemente como una buena mezcla.
Al ser estigmatizados por la sociedad, muy especialmente por sus pares, por los niños y
niñas, los niños y niñas atípicos pierden, de ese modo, oportunidades para aprender el
repertorio conductual de sexo tipo. Así, cuando son excluidos/as de las actividades
consideradas masculinas (en el caso de los niños hombres) o femeninas (en el caso de las
niñas mujeres) se les impide conocer y aprender a comportarse de esa manera. Del
mismo modo, cuando son forzados/as a comportarse de un modo masculino (en el caso
de los niños hombres) o femenino (en el caso de las niñas mujeres) muy típico o
exageradamente típico (como cuando el padre lleva al niño a jugar fútbol o a aprender
box; cuando se fuerza a la niña a usar ropa extremadamente femenina) a ellos/as les
resulta inconfortable, no saben cómo actuar, se sienten exigidos, no pueden gozar con
hacerlo de esa manera y, sobre todo, sufren por no responder a las expectativas
familiares y temen a la agresión, ofensa y rechazo de sus pares, los otros niños.
56
las aproximaciones binarias -o se es sólo masculino o se es sólo femenino- excluyen el
hecho evidente de que existen en todas las sociedades tales mixturas –los estados inter-
sexuales, inter-género o la atipicidad. Afirman que esa clasificación binaria aporta
elementos para el asombro, el temor, la estigmatización, la exclusión y la
discriminación. También hay quienes sostienen que esto constituye un desorden en la
identidad de género y que debe intentarse corregirlo completamente. Hay otros más que
buscan producir un ajuste en elementos que estiman que serían muy extremos y
problemáticos en las adscripciones genéricas tales como el vestir ropas del otro sexo o
sentir que se pertenece enteramente al otro sexo.
Por su parte, los y las profesionales -médicos, psicólogos, psiquiatras- pueden responder
a tal pregunta como si fuese propiamente una pregunta que hace al desarrollo psico-
sexual; no primeramente una pregunta moral como lo antes de la modernidad, cuando
podía ser elaboraba socialmente como un vicio, no como enfermedad. Esta pregunta
puede responderse por los profesionales afirmando que es normal o que es anormal.
Pueden decirse que es dañina para el desarrollo o que lo enriquece: puede así
considerárselo como un elemento conducente a la configuración del erotismo, necesario
o, por el contrario, que les vuelve viciosos del sexo, que les conduce a no tener
intimidad sexual con otras personas. Por otra parte, puede decirse que un nivel
adecuado de excitación es normal, que uno más elevado sería expresivo de una
alteración del desarrollo psico-sexual; o que es normal en condiciones de privacidad y de
soledad. También pueden comprender la masturbación como una conducta primitiva en
el desarrollo (a la manera del “niño salvaje” que aún no sería un “ser social”), que ya
crecerá y la abandonará.
57
Acá vamos a interrogarnos por nuestras razones para preocuparnos o interesarnos.
Sugerimos que la masturbación constituye un lugar preferente que cristaliza una de las
ansiedades sociales acerca de la sexualidad. Por una parte, y que es la que aquí
interesa, es acerca de la sexualidad en los niños. Si no tienen sexo todavía, qué
significado tendrían estas prácticas, deseos y experiencia placentera; qué efectos
tendría sobre su desarrollo?, o qué efecto tendría sobre la auto-regulación de los
placeres. Refiere también a una sexualidad no reproductiva, a la sexualidad que
prescinde de las interacciones con otro. Por ello, aparece amenazante. Las personas
podrían renunciar enteramente a los vínculos. Podría ser una práctica viciosa.Por tanto
es una cuestión más moral que científica.
Bibliografía.
Donoso, C & Vidal, F (2002) “Cuerpo y sexualidad” Universidad Arcis. Santiago, Chile.
58
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Research, en Gagnon, John, An Interpretation of Desire: Essays in the Study of Sexuality.
Series: (WD-CSSGC) Worlds of Desire: The Chicago Series on Sexuality, Gender, and
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Gagnon, John. y Simon, William. 1973. Sexual Conduct, the Social Sources of Human
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Green, R. (1974) Sexual Identity Conflict in Children and Adults. New York: Basic Books.
Kimmel, Michael. 1992. "La producción teórica sobre la masculinidad. Nuevos aportes",
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Lacqueur, Thomas. 1994. La Construcción del Sexo. Cuerpo y Género desde los Griegos
hasta Freud. Ediciones Cátedra. Madrid.
59
Olavarría, José (Ed.) 2003. Varones Adolescentes: Género, Identidades, Sexualidades en
América Latina. UNFPA; FLACSO; Masculinidad/es Chile. Santiago.
Tiefer, L. (1987), "Social Constructionism and the Study of Human Sexuality" en: Sex and
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Valdés, Teresa y Olavaria, José (Eds). 1997. Masculinidad/es, Poder y Crisis. ISIS
Internacional. Santiago.
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Decir cuando Hablamos de Cuerpo y Sexualidad?” en: Szasz, Ivonne y Lerner, Susana
(Comps.) Sexualidades en México. Algunas Aproximaciones desde la Perspectiva de las
Ciencias Sociales. El Colegio de México. México.
West, Candance y Zimmerman, Dona. 1999. “Haciendo Género” en: Navarro, Marysa y
Stimpson, Catharine (Comps.) Sexualidad Género y Roles Sexuales. Fondo de Cultura
Económica. Buenos Aires.
60
MODULO 3
61
1. Objetivo del Módulo
El objetivo de este módulo es que usted acreciente sus competencias para comprender
situaciones en las cuales esté comprometida la relación entre sexualidad, género y
construcción de identidad, teniendo presente que la sexualidad está profundamente
inserta en la cultura. Esto es, teniendo presente que el género se presenta como una
construcción social y cultural que aprendemos desde muy temprano y que modela
intensamente nuestra comprensión, nuestras percepciones, nuestras emociones y
sentimientos y nuestros comportamientos en las relaciones entre hombres y mujeres.
Uno de los ámbitos en que la transformación de la sociedad y de la sexualidad resulta
más visible e inmediata refiere precisamente a las relaciones de género.
62
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.
Después haga una lectura con toda calma del Texto: “SEXUALIDAD Y GÉNERO, GÉNERO
Y SEXUALIDAD”, y luego responda las preguntas que se formulan más abajo, volviendo
al texto si lo estima necesario. Los documentos sugeridos en la bibliografía del texto se
encuentran en el componente RECURSOS DE LA COMUNIDAD DE APRENDIZAJE EN
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl).
63
d. Un nivel de nociones políticas y referencias a las instituciones y organizaciones
sociales de las relaciones de género.
e. Un nivel vinculado a la identidad subjetiva e identidad genérica en grupos.
f. Un nivel de nociones biológicas que determinan cómo ser mujer u hombre.
g. Sólo a y b
h. Sólo a, c, d y e
i. Todas las anteriores
64
c. Hay conexiones fijas entre la naturaleza y la aculturación de los individuos.
d. Existen conexiones históricas entre la cultura y la naturaleza.
e. Sólo a y c.
f. Sólo b y d.
65
CASO DE APRENDIZAJE
ACTO 1
Juan y Laura se han conocido el último verano a través de amigos comunes. Pasaron
juntos todas las vacaciones y de regreso a Antofagasta continúan encontrándose y
saliendo juntos. Después de los primeros encuentros, programan un viaje a San Pedro
de Atacama. En San Pedro tienen sexo por primera vez. Sin conversarlo previamente,
Juan aportó el condón y tuvieron sexo protegido durante esos días. Conversaron
largamente sobre sí mismos, como suelen hacer las personas que buscan establecer
intimidad entre sí. El último día, hablando de sí misma, Laura le contó a Juan que la
persona con la que tuvo su primera relación sexual fue un amigo, Martín, con el que
fueron compañeros de colegio y que en un paseo de curso en cuarto medio, en un
carrete nocturno se les pasó a todos la mano con el trago, que se fue a una cama a
recuperase para regresar al grupo y que estando ahí llegó él a ver cómo se sentía y se
quedó a su lado, la abrazó y tuvieron sexo. Agrega que ella no imaginó que podría
iniciarse de ese modo, que se asustó porque no se protegieron, que sintió que había
sido una experiencia casi con un desconocido, que nunca más habló con él de lo
ocurrido. Juan le pide que le cuente cómo fue, qué sintió. Ella le dice que no, que no
desea tener esto como secreto hacia él, pero que no hablará de la situación misma con
él, que eso es morboso.
Juan se enoja muchísimo y le dice que necesita saber todo lo que pasó. Le dice que no
imaginaba que fuese tan loca, que él lo ha hecho algunas veces, pero que no imagina
que una pareja suya lo haga. Ella le dice que en ese tiempo no era su pareja, que
tampoco tenía pareja, que estando en pareja no imagina que lo haría. Juan continúa
enojado y le dice:”no quiero conocer a ese tipo con el cual te acostaste por primera
vez, además, he perdido la confianza en ti al saber que te acuestas con cualquiera a
pesar que tengas un aspecto de ser tan tranquila. Es mejor que terminemos”. Laura le
responde que la ha ofendido, que será mejor no verse más.
66
ACTO 2
ACTO 3
Juan invita a Laura a salir a un pub diciéndole que tiene algo importante que decirle.
Laura le acepta salir pero le advierte que está muy dolida y que parte de la base que la
historia de amor entre ellos está terminada. Juan insiste, que por favor le permita una
conversación. Juan la pasa a buscar, conversan de cosas generales que cada uno ha
vivido. Luego de un rato en el pub, Laura le pregunta para qué quería que se juntaran
a conversar. Juan muy nervioso le dice: quiero que continuemos nuestra historia de
amor, he cambiado, te pido perdón por lo que te dije. Me doy cuenta que no he
querido dejar de amarte y quiero proyectarme contigo”: Laura, mirándole a los ojos le
dice: “¿Y a qué se debe ese cambio de percepción de cómo soy yo con mi cuerpo y mi
sexualidad, de que ya no podías tener confianza en mí?” Juan le cuenta su largo
proceso que lo ha llevado a cambiar la percepción que tenía sobre ella al saber que
había tenido relaciones sexuales con su amigo Martín.
67
SEXUALIDAD Y GÉNERO, GENERO Y SEXUALIDAD
1. Introducción
68
Un conjunto amplio y diverso de investigaciones en las ciencias sociales y desarrollos
teóricos feministas afirman que no existen conexiones universales, necesarias,
naturales, fijas ni esenciales entre sexo y género, entre la naturaleza y los patrones de
los procesos de aculturación de los individuos. Por ello, el concepto de género refiere al
conjunto de disposiciones por las que una sociedad transforma la sexualidad biológica en
producto de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas
transformadas.
En la década en los sesenta, cuando surgen, los estudios que dan origen a la categoría de
género se orientaron a una crítica sistemática de las nociones convencionales acerca de
lo masculino y lo femenino que circulan no sólo en los discursos de sentido común, sino
también en aquellos que se designan como científicos y que, de una u otra forma, han
proporcionado las explicaciones que asumimos como "legítimas" y/o "verdaderas" acerca
de las diferencias sexuales y sociales entre varones y mujeres. Se han ocupado de
develar y cuestionar las premisas biologistas, esencialistas y universalistas con las que se
han concebido estas diferencias, así como la lógica binaria y jerárquica en las que se
apoyan, y han avanzado en la creación de nuevas categorías teóricas e instrumentos
metodológicos en su intento de explicar cómo se han constituido, a lo largo de la
historia y en las diversas culturas, diferencias jerárquicas entre varones y mujeres, y
cómo se reproducen y transforman. En ese contexto se inscribe la formulación de la
categoría de género. 10
10
Desde la perspectiva de género, la sexualidad se organiza, en su configuración de deseos, prácticas y significaciones
vinculadas a los cuerpos, en conexión con ordenamientos de género existentes en una sociedad dada. Los cuerpos, que en
enfoques biomédicos y sexológicos clásicos podrían ser concebidos como aparatos cuyo funcionamiento deriva del
funcionamiento neuroendocrino, de pautas de respuestas fijas o instintivas, o de pulsiones derivadas de una psicología
profunda, en virtud del surgimiento de la categoría de género, son observados como puestos en marcha por maneras
particulares de socialización, las cuales siguen prescripciones sociales, entre otras la de género (Heilborn et al, 2006). El
surgimiento del concepto de género permitió destacar la dimensión de atribución cultural y modelación de los cuerpos
sexuados. Existe un lazo dialéctico entre género y sexualidad. En su formulación, el uno remite a la otra, y ésta, a su vez,
en su organización remite al otro; en su evolución, el primero no cambia sin la última, y recíprocamente.
69
a las características anátomo-fisiológicas que distinguen al macho y la hembra de la
especie humana. En esta perspectiva, la noción de sexo designó una caracterización
anátomo-fisiológica de los seres humanos; el concepto de género, en tanto, aspiraba a
distinguir entre el hecho del dimorfismo sexual de la especie humana y la
caracterización de lo masculino y lo femenino que acompañan en las culturas a la
presencia de los dos sexos en la naturaleza.
11
Sin atender incluso a los planteamientos de los biólogos y zoólogos que observan al
sexo como un “continuum” entre dos polos, o que recogen los llamados “estados
intersexuales”, o los que proponen la existencia de una variabilidad biológica que
fundaría la diversidad en este ámbito.
70
las relaciones entre hombres y entre mujeres. Se trata de la organización del deseo. Por
ello, se trata más bien de un ordenamiento de los siguientes elementos: sexo,
género/deseo.
71
Así observado, el sistema de género aparece tanto como un elemento constitutivo de las
relaciones sociales basadas en las diferencias sexuales, cuanto como una forma primaria
de relaciones significantes de poder. Joan Scott (1996) identifica cuatro dimensiones en
que se expresa el género:
• un nivel simbólico, que está constituido por los símbolos culturales que evocan
representaciones múltiples incluidos los mitos;
• un nivel de conceptos normativos que constituyen las interpretaciones de los
significados de los símbolos: doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y
políticas;
• un nivel de nociones políticas y referencias a las instituciones y organizaciones
sociales de las relaciones de género; y por último,
• un nivel vinculado a la identidad subjetiva e identidad genérica en grupos.
72
Aunque opuestas las sexualidades de hombres y mujeres en esta construcción binaria,
una y otra han de acoplarse. Si no fuese así no habría posibilidad de interactuar y
relacionarse entre sí. Se acoplarían en esta construcción social por ser justamente
complementarios. Las diferencias, entonces, les separarían (serían opuestos) y al mismo
Masculino
tiempo les unirían. El concepto de complementariedad permite operar la conexión. Así
Masculino
p. e. a un hombre centrado en el acoplamiento de los cuerpos le descentraría y volvería
integral la ternura provista por una mujer. Sin embargo tal complementariedad no
deviene una activación en el otro de aquello que no sería atributo de su género. Así p. e.
si se concibe a las mujeres como carentes de deseo sexual, la disposición de la
complementariedad se abocaría a activarlo. Más bien, operaría bajo una doble lógica
que distingue mujeres decentes e indecentes: las últimas tendrían el atributo del cual
carecerían las primeras.
+
5. Género, relaciones de poder y sexualidad.
Como se ha señalado más arriba, las relaciones jerárquicas o de poder pueden ser
observadas como relaciones de subordinación y de coordinación que suponen modos de
73
legitimación, de organización y de gestión de la diferenciación y la asimetría social. En
este sentido, las relaciones de género como las relaciones entre generaciones –y las
relaciones entre unas y otras dimensiones de la experiencia social, tales como la etnia,
religión, clase social, etc.-, constituyen sistemas complejos que están sujetos a sus
propias tensiones; la subordinación requiere de la coordinación como condición para su
auto organización o auto-reproducción como sistema de manejo de la diferenciación
social. A la vez que una imposición, el orden social es también conflicto y negociación.
Cada actor que participa en el sistema de relaciones dispone de alguna capacidad para
influir en ella; no obstante, ello tiene una estrecha relación con el contexto de la
relación o de la interacción o el ambiente social y cultural en que se realiza. Se ha
utilizado el concepto de posicionamiento para dar cuenta tanto del contexto en el que
se dan las relaciones intergenéricas12, como de las diversas posiciones que hombres y
mujeres ocupan. (Montecino y Rebolledo, 1996).13
12
Con intergenéricas, se hace referencia a las relaciones que se dan entre los géneros masculino y femenino; mientras
que con lo intragenérico, se denomina aquellas relaciones que se dan dentro de un género, sea este el femenino o el
masculino.
13
Puede sugerirse a modo de ejemplo, el siguiente caso: “una mujer de algún país latinoamericano, profesional de clase
media, casada, atravesará por distintas posiciones en un mismo día: puede estar en una relación de subordinación con sus
esposo; pero de superioridad frente a su empleada doméstica; luego en el trabajo está en una posición superior a la del
estafeta y el secretario; en igualdad con sus pares y en subordinación con su jefe, etc.” (Montecino y Rebolledo, 1996).
74
derecho14 y demanda de simetría y reciprocidad) y exigencia de individualización
(competencia para “hacerse cargo de sí”) expresan y activan una transformación de las
relaciones de género en la perspectiva de la igualdad. Al mismo tiempo que se instala la
autonomía, persiste la jerarquización y el dominio. Asistimos, entonces a una
recomposición de las jerarquías en las relaciones entre hombres y mujeres. Puede
sugerirse que las relaciones que tienen a la sexualidad como objeto, en este sentido,
experimenta las mismas tensiones de las relaciones de género. Las unas no se
transforman si no lo hacen también las otras.
14
Crecientemente, en el campo de la política pública nacional e internacional, la sexualidad se ha ido constituyendo en
su objeto en cuanto una zona de riesgo de una reproducción no deseada -y que ha considerado en el plano de la
intervención principal o exclusivamente a las mujeres- respecto de lo cual se incorpora a los hombres. Las dimensiones
relativas a la calidad (cualidad) de las prácticas, la experiencia erótica y la intimidad no han sido clásicamente asistidas,
sino a través de una normativización o tabuización autoritarias; y, más recientemente, ha sido reconocida en sus
potencialidades de ser dañada más allá de los aspectos precedentemente señalados: como zona de insatisfacción y como
expuesta a violencia. Más recientemente aún, también la sexualidad está siendo incorporada como una esfera de la vida
de las personas a ser constituida en ámbito de derechos.
75
La libertad sexual alcanzada por las mujeres respecto de su entrada no marital en la
sexualidad activa no le deja fuera de los juicios críticos sobre la cantidad de parejas
sexuales; pueden ampliar el numero de pareja respecto de las generaciones de sus
madres y abuelas, pero al mismo tiempo han de cuidar una imagen social de selectividad
personal y, con ello, de reputación familiar.
Las mujeres pertenecientes a las generaciones jóvenes se inician sexualmente sin estar
casadas y lo hacen más tempranamente que sus madres y abuelas; tendrán más parejas
sexuales que éstas en virtud de la postergación de la edad de las uniones, de la ruptura
marital, de la ampliación de los contextos en los que se tiene sexo, etc. Sin embargo, ya
en ese momento de sus trayectorias los hombres de su misma generación habrán tenido
más parejas sexuales que ellas (a los 22 años ellas habrán tenido dos y ellos, cuatro).
Como hemos señalado en otros textos, los procesos de divorcio que viven hoy las
mujeres expresan, por una parte, un ejercicio de su autonomía, al tomar tal decisión
pero, por otra, una sujeción posterior a una división sexual del trabajo postmarital
(queda al cuidado de los hijos), que puede dejarlas fuera de un mercado matrimonial
que privilegia a las mujeres jóvenes y les inhibe todavía de acceder a hombres más
jóvenes.
Del mismo modo, la tarea de prevención de embarazo no deseado continúa siendo tarea
femenina; las opciones más radicales de prevención, como la esterilización, es
ejecutada en la sociedad chilena fundamentalmente por las mujeres (27% contra 0,1%).
Parte de los hombres y parejas que usan condón al comienzo de una relación después se
deriva a una tecnología de uso femenino.
Existe una diferencia muy significativa en los niveles de uso de tecnología preventiva en
hombres y mujeres en los sectores populares. El Ministerio de Salud consigna un bajo
nivel de usuarios en sus servicios entre los y las adolescentes, sin embargo
significativamente más bajo en los hombres (3.546 versus 111.705, en 2003).
76
El comercio sexual continúa siendo un recurso sexual destinado a los hombres. En las
nuevas generaciones, de igual modo que en las antiguas, se ha incrementado la
presencia de hombres en la prestación de servicios, mas ello sirve muy
mayoritariamente a una clientela no constituida por mujeres. En el fenómeno de la
violencia de género, uno de los aspectos más duros de la convivencia entre mujeres y
hombres, la inmensa mayoría corresponde a una agresión de los últimos contra las
primeras.
Bibliografía
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Construcción de la subjetividad. Ediciones Paidos. Buenos Aires.
Burín, Mabel y Dio Bleichmar, Emilce (Comp). 1996. Género, Psicoanálisis, Subjetividad.
Ediciones Paidos. Buenos Aires.
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Olavarría, José. (Eds.) Masculinidades: Poder y Crisis. Ediciones de las Mujeres N° 24.
Isis-FLACSO. Santiago.
77
Conway, Jill; Bourque, Susan y Scott, Joan. 1996. “El Concepto de Género” en: Lamas,
Marta (Comp.) El Género, la Construcción Cultural de la Diferencia Sexual. Serie Ciencias
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Lagarde, Marcela. 1990. Cautiverios de las Mujeres: Madresposas, Monjas, Putas, Presas
y Locas. Coordinación General de Estudios de Posgrado, Facultad de Filosofía y Letras,
Centro de Estudios sobre la Universidad, UNAM. México.
Lamas, Marta. 1998. “Sexualidad y Género: La Voluntad de Saber Feminista” en: Szasz,
Ivonne y Lerner, Susana (Comps). Sexualidades en México. Algunas Aproximaciones desde
las Ciencias Sociales. El Colegio de México. México.
Lamas, Marta y Saal, Frida. (ed.) 1991. La Bella Indiferencia. Madrid: Siglo XXI Editores.
78
Montecino, Sonia 1998. Juego de Identidades y Diferencias: Representaciones de lo
Masculino en Tres Relatos de Vida de Hombre Chileno. Centro Integrado de Estudios de
Género (CIEG). Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Chile. Santiago.
Rubín, Gayle. 1996. “El Tráfico de Mujeres: Notas sobre la ‘Economía Política’ del Sexo”
en: Lamas, Marta. El Género: La Construcción Cultural de la Diferencia Sexual.
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Scott, Joan. 1996. “El Género: Una Categoría Util para el Análisis Histórico” en: Lamas,
Marta (Comp.) El Género: La Construcción Cultural de la Diferencia Sexual. PUEG.
México.
Valdés, Teresa y Olavaria, José (Eds). 1997. Masculinidad/es, Poder y Crisis. ISIS
Internacional. Santiago.
79
MODULO 4
80
1. Objetivo del Módulo
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.
81
Después haga una lectura con toda calma del Texto: “SEXUALIDAD, INTIMIDAD Y
PRACTICA AMOROSA”, y luego responda las preguntas que se formulan más abajo,
volviendo a los textos si lo estima necesario. Los documentos sugeridos en la bibliografía
del texto se encuentran en el componente RECURSOS DE LA COMUNIDAD DE
APRENDIZAJE EN SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl)
82
CASO DE APRENDIZAJE
Acto 1
Andrés invita a Angélica, con quien pololea hace poco tiempo, a ir de paseo un
sábado al Cajón del Maipo a hacer una caminata a alguno de los cerros, que llevan
picnic y que se detendrían a descansar cuando estén cansados y que conoce un
arroyo en el que se baña siempre que va. Le cuenta que lo ha hecho muchas veces
antes de conocerla, que le encanta y le gustaría mucho hacerlo una vez con ella a
ver si le empieza a gustar. Agrega que si no llega a gustarle, al menos conocerá
parte de su mundo, de las cosas con las goza en la vida. Ella le contesta que no le
gusta nada andar como las cabras por los cerros, que no hace nunca deportes y que
sus piernas no llegarían a ninguna parte. Termina diciéndole que si él va todos los
fines de semana va a ser aburrido esperarlo y verlo llegar cansado sin energías para
salir a carretear.
Andrés se sorprende mucho con su respuesta. Le dice que no imaginó que ella no se
conectara con su deseo, que podría hacer probado hacer algo nuevo con él. Que no
insistirá por ahora. Retomando su buen humor, le propone ir por la noche al
Liguria15, lugar donde se encontraron por primera vez.
Por la noche en el Pub, él le pregunta por qué reaccionó del modo en que lo hizo,
que hubiese esperado que ella se conectara con su deseo de ir de paseo. Ella le dice
que no sabe muy bien, pero que no está acostumbrada a seguir el deseo de otra
persona, que si no le gusta alguna invitación, no va no más. Andrés insiste. Le
pregunta si eso le ha provocado problemas antes con un pololo, que a veces uno
aprende en la relación de pareja. Le dice en broma: “Dime, ¿cómo lo hacían para
llevarte al cerro San cristóbal? Ella le dice que mejor no se meta en ese tema. El
15
Restaurant-Pub al que gusta de ir la juventud santiaguina.
83
insiste y ella le dice: Mira la escuela que yo tuve. Siempre cuando mi mamá invita a
mi papá, más que invitarlo, le reclama. Remeda a su mamá: “Puchas, hace súper
harto tiempo que no vamos al cine. Vamos, hace tiempo que no salimos. ¡Estás más
fomes!” Dice que casi siempre su papá le responde que no manera de invitar a
nadie, que parece más una obligación, que así no le despierta ningún deseo de salir
con ella.
Acto 2
Acto 3
Andrés invita a su polola Angélica, con quien pololea hace poco tiempo, a ir de
paseo un sábado al Cajón del Maipo a hacer una caminata a alguno de los cerros,
que llevan picnic y que se detendrían a descansar cuando estén cansados y que
conoce un arroyo en el que se baña siempre que va. Le cuenta que lo ha hecho
muchas veces antes de conocerla, que le encanta y le gustaría mucho hacerlo una
vez con ella a ver si le empieza a gustar. Agrega que si no llega a gustarle, al
menos conocerá parte de su mundo, de las cosas con las goza en la vida. Ella le
contesta que le gustaría mucho, que nunca antes lo hizo, que a lo mejor
terminarían haciéndolo juntos además como deporte. Pero le dice que no puede
acompañarlo, que tiene que estudiar para una prueba que tiene el lunes. Lo anima
a que vaya solo y que por la noche vayan al cine. Dice: Me encantaría ir al cine.
¡Vamos! Lo pasaríamos tan bien. Es una película que por lo que he escuchado, nos
gustaría. Y, después si te animas, nos vamos al Liguria16. Le responde él que aunque
está un poco cansada, salir con ella le encanta, y que ir al cine la relajará y
descansará.
16
Restaurant-Pub al que gusta de ir parte de la juventud santiaguina.
84
SEXUALIDAD, INTIMIDAD Y PRACTICA AMOROSA
85
Esta diversidad está implicada en el reconocimiento del otro u otra como una persona
que ha ‘llegado a ser’ como resultado de sus propios caminos y recorridos biográficos y
sexuales. Una persona difícilmente puede dar cuenta de su vida, de sus decisiones y de
sus acciones sino como el resultado de procesos de vida más o menos complejos. Por ello
mismo, con frecuencia no podemos entender o comprender al otro u otra sino como
alguien complejo, a quien sólo podemos acceder a través de la comprensión de sus
trayectorias de vida. Lo mismo podemos decir de nuestros propios caminos biográficos y
sexuales.
Ello implica que el establecimiento de vínculos, las relaciones, las comunicaciones y los
intercambios en el plano de la sexualidad son también complejos, requieren de una
construcción reflexiva y de un aprendizaje permanente. Esto es, la construcción de
vínculos amorosos, de pareja y de intimidad requiere de que los individuos modifiquen
sus marcos de referencia o sus mapas mentales, de modo de poder estar en condiciones
86
de vivenciar la complejidad de un modo que les permita crecer, desarrollarse y llevar
una vida lo más plena y satisfactoria posible para sí mismos y para su entorno.
En cuanto sentimiento, el amor dice relación con los afectos, y por ello, es una
experiencia común a los seres humanos, cualesquiera sean las condiciones históricas y
sociales. Puede sugerirse que surgen estos últimos de un proceso propiamente específico
de conexión entre una cría y una progenitora humanas. En el primer tiempo de vida,
entre un ser humano y su progenitora se establece por una parte una relación de
dependencia biológica –no se sobrevive sin ella en la naturaleza, su lactancia y cuidado-
y por otra, un lazo basado en unas posibilidades corporales derivadas de la evolución
biológica de los cuerpos que hacen que lo anterior se produzca en una proximidad
corporal (los cuerpos se encuentran en un abrazo que la madre provee, más allá de la
cercanía de las glándulas mamarias y la boca) y en un contacto visual (uno/a y otro/a se
observan y responden mutuamente). Entre dependencia biológica y contacto intenso de
los cuerpos emergería el lazo emocional. La expectativa del/a hijo/a sobre la
proximidad del cuerpo materno que le alimenta y abraza fundaría la emergencia del lazo
afectivo, que implica primero a los cuerpos y las emociones recíprocas, y más tarde al
lenguaje y las representaciones y significaciones mutuas. El elemento más primario del
lazo afectivo consistiría en el apego, que provee seguridad y confianza. Más tarde en la
vida, el lazo afectivo se extendería a la sociedad humana, cuando ya es posible transitar
de la dependencia respecto de la madre a la dependencia del grupo, y más adelante, a
las relaciones afectivas entre individuos.
87
b. Filosofía y construcción social del amor y las relaciones amorosas.
El proceso de entrada del afecto en las relaciones conyugales y familiares hizo surgir el
ideal y la práctica del matrimonio por amor19 (de Singly, 1987), que se vuelven
dominantes en el siglo veinte (Luhmann, 1985; de Singly, 1987): el matrimonio por amor
implica, de un lado, que el casamiento no depende ya de las negociaciones entre
17
Según De Rougemont (1938) no procede del romanticismo europeo (siglo XIX) sino en torno a la literatura medieval a
fines de la edad media, y sustituye al amor cortés más propiamente de la edad media.
18
En la actualidad, el proceso conducente al establecimiento de relaciones de pareja se realiza en un contexto de
transformación de la institución matrimonial. Por cierto, el matrimonio fue, tradicionalmente, un contrato que unía a dos
familias y conducía a una forma de organización que aseguraba la procreación, la distribución y conservación del
patrimonio; conllevaba exigencias en la esfera de la sexualidad, sin embargo, no suponía una unión emocional profunda
entre los cónyuges. Aun cuando persiste el matrimonio como un lazo legal, su concepción en la actualidad remite cada
vez más a la noción de pareja, en cuanto una unión emocional de sus integrantes.
19
Por otro lado, y en una perspectiva que analiza el vínculo de la relación amorosa con la sexualidad, Octavio Paz
(1993), propone una diferenciación entre la sexualidad, el amor y el erotismo. En cuanto a las relaciones
intersubjetivas, la sexualidad sería el primer escalón del desarrollo de la especie y el amor el último. Aunque la
frontera entre amor y erotismo a veces es sutil y se diluye, la diferenciación fundamental radicaría, sin embargo, en
que en el primer caso, existe atracción hacia una persona única, mientras que en el segundo, no se da esta relación
de exclusividad entre dos personas. Para Paz, la idea de amor, es relativamente reciente, la sitúa en el siglo XII, con
el nacimiento del amor cortés en el sur de Francia. Este amor aunque existía en forma difusa como sentimiento, no
es sino hasta la Edad Media que se constituye en modelo de relación.
88
familias, sino de una elección personal de los cónyuges y, de otro, que la única razón de
la elección es el sentimiento amoroso (Bozon, 1991a; Bozon, 1991b). Más recientemente,
en las últimas décadas, el ideal del matrimonio por amor se disuelve progresivamente
en el de la pareja por amor. La noción de pareja se ha instalado y desplazado a la
noción de matrimonio en los discursos sociales, -el matrimonio ha devenido un tipo
particular de pareja: la pareja conyugal- la sustituye y la incluye. La noción misma de
pareja parece estar en constante transformación. Para aproximarse a una re-
conceptualización de la relación de pareja, Bozon usa la expresión “pareja subjetiva
contemporánea,” queriendo dar cuenta con este término de la transformación en la
conyugalidad en las sociedades occidentales, indicando que el elemento constitutivo de la
pareja habría pasado de una definición institucional del casamiento a una definición
interna y ampliamente subjetiva de ella (Bozon, 2002, p. 47).
89
o política, etc.), normatividades legales (regulaciones monogámicas de las uniones,
prohibición de uniones homosexuales, infidelidades, crímenes pasionales, etc.) y
consuetudinarias (p. e. la homogamia –es decir, relacionarse afectivamente y unirse con
personas pertenecientes a una misma condición, p. e. es más frecuente casarse con
personas del mismo nivel socioeconómico; lo otro sucede en las teleseries y su carácter
excepcional interesa a las personas- o los grados de parentesco en que está prohibido el
matrimonio en un grupo particular –p. e. cuándo pueden casarse entre primos.)
Aún cuando menos observado de este modo, el amor constituye una práctica (una
práctica de lo amoroso), más propiamente un sistema organizado de prácticas, que
estructuran los afectos de los sujetos. En esta perspectiva, una relación amorosa puede
ser considerada como un conjunto de entregas de sí mismo que cada uno de sus
miembros hace. Son mutuas entregas de sí. Sin embargo, éstas no pueden a priori ser
definidas como idénticas o equivalentes. Es en este plano donde son estructurantes las
relaciones de género de las relaciones afectivas: ¿cómo participan las partes, hombres y
mujeres, en estas disposiciones activas hacia el otro u otra en las relaciones amorosas en
la vida cotidiana?
En los sentimientos amorosos de los hombres y de las mujeres puede constatarse todavía
hoy la existencia de una asimetría, basada en una dependencia afectiva de las últimas
respecto de los primeros, que no es consecuencia de su dependencia económica, sino
producto de la ideología del amor romántico, de una elaboración de la identidad
90
personal y femenina como incompleta mientras no se “encuentre” al hombre ideal y
único que le complementará y le confirmará (Sonia Dayan-Herzbrun, 1982). Por ello, en
sus prácticas las diferencias en el tiempo disponible para el otro u otra varían (las
mujeres suelen buscar obtener tiempo del otro y los hombres suelen concederlo), en la
activación y continuidad de la conversación en la relación (de responsabilidad de las
mujeres), en el cuidado (asignado a las mujeres respecto de todo el grupo familiar), en
la expresión física del afecto (más emocional en ellas y más corporalmente erotizado en
ellos), en la creación de condiciones para la intimidad (se dice que ellas serían por
naturaleza más proclives a la intimidad y a la auto-revelación).
Por ello, esta distinción entre la idea del amor como amor ideal, con frecuencia
imaginado como liberado de dominación y violencia, y las prácticas amorosas,
traspasadas por las circunstancias de la vida real, requiere de atención. Con frecuencia,
la dominación y la violencia son legitimadas en referencia al amor, sobre el argumento
20
La Domination Masculine, Paris, Editions du Seuil, 1998.
91
de que tales comportamientos son demostrativos de la significación del otro, es decir,
de lo importante que es el otro u otra para un individuo (la violencia como significante
del vínculo).
Un 68% de los homicidios de mujeres que se producen al año en todo el mundo son a
manos de hombres con los cuales mantenían o habían mantenido una relación afectiva.
(Lorente, 2005). Asimismo, la violencia entre los miembros de la pareja presenta una
clara direccionalidad: se trata de la violencia del hombre hacia –contra- la mujer, según
lo señalan múltiples investigaciones (Cantera, 2004; Corporación la Morada, 2004;
Maturana, Maura y Rojas, 2004; de Miguel, 2005; Lorente, 2005; Jalmert, 2006, entre
muchos otros).
El sentido común usa unas expresiones que asocian el sentimiento amoroso a la muerte y
a la violencia: “morir por amor”, “amores que matan” o “matar por amor”. La ley dio un
estatuto especial a lo llamó “crimen pasional”. Quien asesina a otro/a en nombre del
amor, presa de una locura de amor u obnubilación del juicio debido a la pasión que le
une a éste/a. Este "estado alterado de conciencia", como lo nombra a menudo la
justicia, suele ser elaborado socialmente como la respuesta a una ofensa que merece ser
“vengada” (Jimeno, 2002). Podría preguntarse si el asesinato es fruto de una pasión
basada en una ofensa al sentimiento amoroso, ¿por qué se mata a mujeres?, por qué no
asesinan ellas por las mismas razones y en las mismas situaciones? El sentimiento
amoroso se presenta marcado por la dominación masculina. La traición femenina
constituiría una ofensa a la masculinidad.
92
3. Intimidad o el orden emocional de las relaciones.
Cuando un muchacho cuyos padres están divorciados, dice respecto de su padre con el
cual no vive cotidianamente y a quien visita, que es un padre lejano probablemente no
está diciendo que lo sea físicamente o que no le provea de recursos materiales, sino que
lo está en el plano de la intimidad. Ello refiere a una transformación reciente en la
relación entre padre e hijos, que abandona progresivamente la posición superior del
primero -una función de autoridad a la manera de una ley y una distancia emocional
vinculada al control sobre el último- para construirse sobre una intensa comunicación
emocional21, que al menos imaginariamente suspende dicha superioridad.
AA
uto
uto-revelaci
-revelación
ón reciprocidad
reciprocidad
simpatía
simpatía selectividad
selectividad
gozo
gozo
empatía
empatía mutualidad
mutualidad
sujeto
sujeto sujeto
sujeto
seguridad
seguridad confianza
confianza
93
Más próximos a la psicología, puede afirmarse que la intimidad supone en un mismo
proceso –en los niveles personal y relacional-, diferenciación y porosidad. Requiere de un
hábito psicológico de consistencia similar a la de las membranas porosas de que hablan
los biólogos: unir manteniendo la separación. Sujetos no diferenciados entre sí
establecen vínculos no individualizados; sujetos sin límites personales no realizan
intercambios afectivos propiamente tales. Es posible recordar aquí una idea próxima a la
noción del amor romántico: la aspiración a la fusión imaginaria de quienes se aman. Esa
idea además vincula con una antigua concepción que sostiene al principio existió un solo
cuerpo humano, un solo ser humano, una unidad. Esta unidad fue separada en dos,
discontinuas de ahí en adelante.23 Los vínculos amorosos y sexuales se situarían
imaginariamente entre discontinuidad y continuidad constantes.
Otra forma de expresar la noción de intimidad, esta vez por negación, es la de la línea
férrea, en cuyos largos tramos, hay dos rieles sostenidos en durmientes, siempre
próximos, no obstante permanecen siempre a igual distancia y, por ello nunca podrían
intersectarse, encontrarse.
23
Recuérdese en la tradición judeo-cristiana de la creación al hombre y a la mujer creados a partir de un solo cuerpo.
24
Tercera historia TODO ES CANCHA, de la película EL CHACOTERO SENTIMENTAL, dirigida por Cristián Galaz y actuada
por Tamara Acosta, Pablo Macaya, Alejandro Trejo. CEBRA Producciones, DVD Video, Video Chile.
94
Disposiciones personales:
Disposici ón acompartir
Autor revelaci ón Facilitadores:
Respeto, auto-respeto Sensibilidades similares,
Reconocimientomutuo Conocimiento del otro
Emotividad Bloqueadores:
Sentidodel humor Dominio, violencia
Hostilidad, ira, enojo
Componentes delaintimidad: Miedo, temor al rechazo
Selección Sentimientos deculpabilidad
Mutualidad Papel pasivo, rol deespectador
Reciprocidad
Confianza Requerimientos b ásicos:
Gozo Tiempo, Privacidad
95
La intimidad antecede a la situación erótica y le provee de la condición emocional.
Recuérdese un reclamo que a veces hacen las mujeres a sus parejas masculinas en el
sentido que carecerían de ternura o atención emocional previa (el dicho “Dos
cucharadas y a la papa” expresa bien este juicio).
Cuando las parejas viven todo o un alto nivel de tiempo unidas (casadas o conviviendo).
En estas parejas una condición muy propia es la cotidianeidad. Vivir juntos supone
compartir la vida en su dimensión de cotidianeidad, la intimidad, el erotismo y las
prácticas sexuales.
cotidiane
cotidianeidad
idad intim
intimidad
idad eerotism
rotismoo prácticas
prácticasssexuales
exuales
público-privado
privado/ frontera privado-deseo privado-cuerpos
domicilio-trabajo
rutina extraordinario
suje to
sujeto ssujeto
uje to
Pare ja de
Pareja dehabita
habitaunida
unida
96
consabido. Se trata de un tiempo que vuelve a traer lo mismo: los hábitos (la
habitación). Nos mantiene, gracias a los imprevistos evitados, en una identidad no
cuestionada. Hace que lo imprevisible se ponga fuera de nuestro alcance (normas
tácitas). Esta ruta tiene en el domicilio y el trabajo (escuela) sus coordenadas
principales. El primero conecta con lo que llama el recogimiento cotidiano de espacio,
tiempo y cosas familiares que están disponibles. Sería un orden rutinario a disposición
del ser en sí. Puede sugerirse que las conversaciones cotidianas, aquellas que se
producen cuando las personas regresan a casa, sencillas, recurrentes, banales expresen
bien el sentido de lo anterior.
Con alguna frecuencia se afirma que la rutina reduce o inhibe a las parejas las
oportunidades materiales y disposiciones psicológicas para situaciones de intimidad.
Puede sugerirse que por el contrario una cotidianeidad organizada, en que las rutinas
ese encuentren establecidas y los comportamientos se ajusten a ellas, provee de
mejores condiciones para la intimidad. Un ejemplo que indica un elemento –el de las
oportunidades materiales- es el de automaticidad de una conducta que necesita ser
realizada constantemente: el cepillado de dientes, mientras más impensadamente
(menos reflexivamente) se haga, menos debemos ocuparnos en planear, decidir, etc.; su
gracia es que se vuelva justamente rutina. Lo mismo puede decirse de la compra en el
supermercado, el lavado de ropas, etc. Una práctica cuyo automatismo afecta
intensamente las condiciones para la intimidad –más importante, a nuestro juicio, que la
ubicación del televisor en el dormitorio- es la disponibilidad espacio-temporal estricta
para los miembros de una pareja en el hogar. En ello una práctica fundamental es la
relacionada con el horario en que se duermen los hijos e hijas en la niñez. Tiempo de
sueño de los últimos es tiempo abierto a la intimidad para los primeros.
Cuando en las parejas sus miembros viven juntos y por ello el erotismo opera
fuertemente sobre la cotidianeidad (se tiene sexo con una cierta recurrencia en unos
días, unos horarios, unos lugares por lo general rutinarios, predecibles), sin embargo se
presenta a los sujetos como extraordinario. La intimidad se da sobre una cotidianeidad
organizada (según unos hábitos que tienen condiciones espaciales y temporales que
dejan a los miembros de una pareja disponibles para la misma)); se articulan entre sí. A
97
su vez la intimidad puede devenir en situación erótica (según el modo en que se activa,
despliega y acopla el deseo). De allí en adelante se transita a la interacción sexual.
deseo
deseo
cotidiane
cotidianeidad
idad intim
intimidad
idad eerotism
rotism oo prácticas
prácticasssexuales
exuales
Intencionalidad
I ntencionalidad
suje to
sujeto ssujeto
uje to
pareja
pareja
La intimidad se presenta allí como clima emocional, pero al mismo tiempo como
contactos emocionales singularizados. En ese marco, en las parejas cuyos integrantes
viven juntos en medio de la intimidad emerge el erotismo, que quiebra la continuidad de
una cotidianeidad y abre a la construcción de un camino posible que entremezcle el
deseo propio con el deseo del otro, a partir de contenidos eróticos incipientes: imágenes
y fantasías, evocaciones y vivencias; olores, sudores, caricias, abrazos, texturas y
colores; decires, susurros y gemidos.
El erotismo, dice Octavio Paz, es una sexualidad transformada. Puede sugerirse que el
erotismo es una sofisticación. Ello es posible por versatilidad de los cuerpos humanos (su
gran movilidad, la plasticidad en sus posiciones, la capacidad de abrazarse, de mirarse),
y por la la integración de las funciones hipotalámicas asociadas a la función sexual con
centros de la corteza cerebral.25 También es posible porque las sociedades humanas
25
Las prácticas sexuales se aprenden. Respecto de las respuestas funcionales, a diferencia de una elaboración social muy
común que sostiene que serían puro resultado de la naturaleza biológica y que cree que serían muy diferentes en formas e
intensidades, éstas han de ser aprendidas aún en los actos elementales del coito (Harlow y Harlow, 1965). Las pautas de
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construyen social y culturalmente formas estéticas y morales (sus prescripciones y
trasgresiones), saberes y lenguajes, subjetividades y prácticas que organizan las
actuaciones de los cuerpos y de los sujetos, los deseos, los estímulos y las respuestas, los
imaginarios y fantasías, los lugares y los tiempos del sexo.
A diferencia del pasado en que era un deber en la pareja (el débito conyugal), las
prácticas sexuales hoy se ubican más bien en una lógica de derecho. Por ello se orientan
al placer y se vuelven más plásticas. 26
No obstante, contradictoriamente, si en la
década de 1960 el orgasmo fue demanda femenina, devino en la actualidad un deber. Se
ha introducido una intervención médica sobre las prácticas sexuales (terapias, Viagra,
etc.), que buscaría volverlas placenteras, pero al mismo tiempo les asocia una norma de
rendimiento sexual.
Por ello, cada época, cada sociedad produce una organización específica de las
prácticas. Por ejemplo, tradicionalmente la práctica de sexo anal estaba altamente
especializada: estuvo exclusivamente asociada a las prácticas comercializadas, sólo
esperables con la prostituta, nunca con la esposa. Lo mismo puede sostenerse respecto
de quién hace el despliegue del deseo (lo que llamaban la iniciativa, ubicada hasta hace
poco exclusivamente en los hombres. Lo anterior indica también el hecho que dicha
organización es resultado, nunca el origen, de las relaciones sociales de género. El
estado de estas últimas relaciones se expresará en la organización de las prácticas de
hombres y mujeres.
conducta copulatoria están mucho menos diferenciadas sexualmente en los seres humanos que en los animales. Los
sistemas neuronales que producen las pautas motoras humanas menos diferenciadas son, a su vez, menos diferenciados.
Aunque se observan algunas diferencias fundamentales entre las respuestas masculinas y femeninas a los estímulos
sexuales, existen probablemente menos diferencia entre los sexos que la variación individual ente personas de un mismo
sexo (Kronhausen y Kronhausen, 1965).
26
El surgimiento de la tecnología reproductiva conlleva una autonomización de un dominio propiamente sexual. En la
actualidad, lo propio de la sexualidad es ser infecunda (Bozon, 2002). En las representaciones sociales de la sexualidad,
los actos sexuales destinados a la procreación se constituyen progresivamente en situaciones específicas que interrumpen
una sexualidad no reproductiva y una práctica contraceptiva. Aun cuando ello no se logre plenamente, como sucede
preferentemente en las sociedades en desarrollo, aún allí, los sentidos comunes se representan la separación como
disponible tecnológicamente. Las tecnologías reproductivas han logrado producir una ruptura más o menos radical entre
sexualidad y reproducción.
99
5. Sobre la interacción y el deseo: activación, despliegue, acoplamiento y
complementariedad.
prácticas
prácticassexuales
sexuales
complementariedad deseo
sujeto
sujeto acoplamiento deseo sujeto
sujeto
despliegue deseo
activaci ón deseo
situaci
situaci ón
óner
erótica
ótica
intimidad
intimidad
100
un guión, que en general es fragmentario, plástico. El segundo, el guión interpersonal,
hace a las coordinaciones que se establecen entre las personas, que van a determinar y
conducir o no a conductas a ejecutar en ese contexto. Allí el sujeto es actor. El tercero,
llamado escenario, define lo que se debe hacer con tal o cual persona, en tal o cual
circunstancia o en tal o cual momento; precisa los sentimientos y motivaciones que le
son apropiados; informa sobre lo que constituye y no constituye una situación sexual y
aporta elementos que conectan la vida erótica a la vida social en general. Allí el sujeto
se encuentra en posición de espectador (conoce lo anterior), puede ubicarlo en relación
a los guiones anteriores y corregirlo para sí y en sus interacciones.
NIVELES
NIVELESDE
DEGUIONES
GUIONESSEXUALES:
SEXUALES:SUJETO,
SUJETO,INTERACCION,
INTERACCION,CONTEXTO
CONTEXTO
espectador
espectador
escenario cultural contexto
contexto cr ítico
crítico
corrector
corrector
A las prácticas sexuales puede llegarse a partir de un fuerte vínculo amoroso y ser
experimentadas como expresión y renovación del mismo. También puede arribarse a
través de la intimidad y confianza de una amistad. También puede llegarse mediante el
encuentro con un/a recién conocido/a. A su vez tales fundamentos refieren a los
vínculos entre las personas implicadas –como pareja o como recién conocido, aventura,
desconocido, amigo casual, encuentro casual, etc.; y definen las condiciones en que se
101
desenvuelven en términos de espacialidades y temporalidades también distintas:
permanente versus episódico, estable versus inestable, público versus privado.
pareja sexual:
pareja socio-afectiva
am
amor
ores
esfundante
fundante pololo/a
pololo/a esposo/a
esposo/acohabitante
cohabitante sexualidad
sexualidadconstante
constante
Contexto
Contextosociabilidad
sociabilidad
pareja sexual:
am igo/a expareja socio-afectiva
intim
intimidad
idades
escondición
condición am
amigo/a,
igo/a,expareja
expareja sexualidad
sexualidadrecursiva
recursiva
Contexto
Contextoocasionalidad
ocasionalidad
pareja sexual:
recién conocido/a
deseo
deseoes
esfundante
fundante incluye
incluyetrabajador/a
trabajador/asexual
sexual sexualidad
sexualidadepisódica
episódica
102
No obstante, la ocasionalidad supone también la extrañeza del otro u otra, es decir, una
imposibilidad radical de disponer de alguna imagen del otro u otra que permita
predecirla, de algún modo, más allá de la disposición mutua para el encuentro sexual.
En este sentido, la ocasionalidad representa también una alta posibilidad de
deslegitimación del otro u otra en el mismo acto en que se realiza la construcción de
vínculo (por ejemplo, sobre la percepción del otro u otra como una persona que tiene
sexo con cualquier extraño o extraña). Por ello, la ocasionalidad se presenta también
como una modalidad de construcción de vínculo de intimidad frecuentemente no
proyectiva o de escasa proyección al futuro. Ello hace que la ocasionalidad, por
ejemplo, requiera de una alta capacidad de los individuos para el autocuidado y la
prevención de riesgos sexuales y emocionales.
El contexto de pareja se presenta como una situación en la cual las partes deciden
otorgar a la construcción de intimidad una proyectividad conjunta, como pareja, y con
frecuencia implica la construcción de vínculos intra e interfamiliares, es decir, la pareja
construye vínculos con la familia de una o ambas partes, integrando a la proyectividad
de la pareja en la red más amplia de proyectividades que constituye a los vínculos
familiares y socio-familiares. Por ello, el emparejamiento confronta a los individuos con
su propia capacidad de autonomía y con la necesidad de construir vínculos que permitan
articular dicha autonomía con la pertenencia a un grupo humano fundado en lazos
afectivos fuertes.
103
porque la relación no se orienta hacia su reiteración exclusiva en una unidad de tiempo
mutuamente acordada (pues entonces se constituiría en pareja), en el segundo caso
porque a diferencia de la ocasionalidad masculina, sí se construye sobre un vínculo
afectivo no amoroso, pero sobre todo, se basa en proximidad emocional.
BIBLIOGRAFIA
Bozon, Michel. 1988. “Amour, Désir, Durée. Cycle de la sexualité conjugale et rapports
entre hommes et femme“ in Bajos N., Bozon M., Ferrand A., Giami A., Spira A..La
sexualité aux temps du SIDA. PUF. Paris
Gagnon, John. y Simon, William. 1973. Sexual Conduct, the Social Sources of Human
Sexuality. Chicago-Aldine. USA.
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