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32.I.1. FUNDAMENTO.
El art. 24.2 C.E. ha reconocido el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas,
que el T.C. ha venido entendiendo como la necesidad de que el procedimiento no se
alargue mas allá de un tiempo razonable de acuerdo con las características del proceso y
de los derechos ejercitados. (S.T.C. de 23 de enero de 1.985).
Durante la tramitación del proceso el demandado puede realizar actos que im-
pliquen un grave peligro para la "tutela real" del derecho que el actor pretende, impi-
diendo el cumplimiento efectivo de la sentencia, de modo, que el mandato de ésta podría
quedar vacío al no existir posibilidad alguna de ejecutarla la haberse dado ocasión al
demandado de realizar actos que propicien esa ineficacia.
Ello determina el que se deba distinguir entre sentencias judiciales que necesitan
de la colaboración del demandado para su efectividad, de aquellas otras que no requieren
tal colaboración.
Las sentencias meramente declarativas, o aquéllas en las que el órgano judicial
declara simplemente la existencia de un derecho, son plenamente eficaces por el simple
hecho de la declaración firme. En este caso, la fuerza de la cosa juzgada se basta por sí
sola para tutelar plenamente y hasta el final el derecho del actor.
También lo son las sentencias constitutivas, en las que se modifica o se extingue
una situación jurídica preexistente. En ese supuesto, no se requiere la intervención
posterior de las partes, siendo ésta indiferente, ya que el demandando nada puede hacer
para influir en la situación extinguida o modificada.
Sólo en las sentencias declarativas de condena la tutela real del derecho declarado
sí que requiere de la "colaboración" del demandado. Aunque el Estado no puede asegurar
que el deudor sea solvente, lo que asegura es que la declaración judicial del derecho y la
condena moverán el aparato judicial para forzar al patrimonio del deudor en el
cumplimiento y a la observancia del derecho declarado en la sentencia.
Si el Estado no puede asegurar esa tutela plena, sí que puede y debe, en ciertas
circunstancias, asegurar que durante el tiempo necesario para la tramitación del proceso
el deudor no realice actos que impidan la eficacia de la sentencia firme (periculum in
mora). El Estado debe y tiene que asegurar que la situación jurídica patrimonial del que
aparece como deudor en la demanda, al momento de ésta, quede sustancialmente vigente
al momento de la sentencia en modo tal que sea posible en un momento posterior la
ejecución.
Así, sólo cuando se requiera la "colaboración" del demandado para la total
efectividad de la sentencia cabe un derecho del actor a que se asegure esta efectividad de
las mismas, son las denominadas "sentencias declarativas de condena".
El fundamento de las medidas cautelares se recoge en los siguientes artículos de
la nueva L.E.C.:
- Art. 721. 1 L.E.C.- Al establecer que el actor podrá pedir la adopción de medidas
cautelares que sean necesarias para asegurar la efectividad de la tutela judicial que
pudiera otorgarse en la sentencia estimatoria que se dicte.
- Art. 728. 1 L.E.C.- Determina que podrán adoptarse medidas cautelares siempre
que se justifique que, durante la pendencia del proceso, pueden producirse situaciones
que, de no impedirse con la adopción de dichas medidas, dificultarán o negarán la
efectividad de la tutela que pudiera otorgarse en la sentencia estimatoria.
- Art. 726. 1 L.E.C.- Característica de la medida cautelar es el evitar que dichas
situaciones, que se pueden producir durante la pendencia del proceso, puedan impedir o
dificultar la efectividad de la tutela judicial efectiva.
El fundamento y finalidad de las medidas cautelares determinan su carácter
accesorio. Como así establece el art. 731 L.E.C., dicho carácter evita que la medida
cautelar pueda tener vigencia cuando es sustituida o pueda ser sustituida por la actividad
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ejecutiva, o cuando el tiempo en la tramitación del proceso se alargue a causa de su
suspensión, por un plazo superior a seis meses, imputable exclusivamente al solicitante
de la medida.
32.I. 3. CARACTERÍSTICAS.
(Junio 98-99)
- La medida cautelar es instrumental a la acción de condena y dependiente de un
proceso principal, es decir, no existe media cautelar sin dicho proceso principal.
Dicha instrumentalidad no exige la pendencia del proceso principal, sino que
basta con que se tenga la intención de iniciar ese procedimiento. En este sentido, el art.
730. 2 L.E.C. regula el supuesto en el que la adopción de medidas cautelares antes de
iniciar el proceso produce plena eficacia si posteriormente se interpone la demanda
principal reclamando la condena del que sufre la medida cautelar.
La medida cautelar es sin embargo autónoma del proceso principal, ya que se ha
visto, una cosa es la acción declarativa de condena y otra distinta es la acción cautelar
que responde a fundamentos distintos.
Como así se deriva del art. 731. 1 L.E.C. hay una vinculación directa de la me-
dida cautelar con la existencia del proceso, en modo tal que finalizado éste por sentencia,
la medida cautelar se sustituye por la actuación ejecutiva o se da lugar al alzamiento de la
medida si no se solicita la ejecución de la sentencia. De igual modo, el art. 730 L.E.C.
vincula la existencia de la medida a la posterior existencia del proceso.
- Como la medida cautelar trata de asegurar la plena efectividad de la sentencia
que se dicte, ésta debe de tener una vigencia limitada en el tiempo. La medida cautelar no
puede durar después de obtenida la sentencia firme, extinguiéndose cuando pueda ser
sustituida por una actuación judicial tendente a obtener la tutela efectiva del derecho
declarado por la sentencia.
La media cautelar será sustituida por la actuación ejecutiva o bien se alzará
cuando el proceso principal quede en suspenso, por causas imputables exclusivamente al
solicitante de la medida, por más de seis meses. Es claro, en éste último caso, que el
solicitante efectúa actos que son incompatibles con la solicitud de una actuación judicial.
- La medida cautelar, al asegurar la sentencia que en su momento se pueda dictar,
ha de adaptarse perfectamente a la naturaleza del derecho que se ejercita y se pretende
(arts. 726.1.1a y 727.1a). Es por ello, por lo que no todas las medidas cautelares posibles
son aplicables a cualquier proceso pendiente. Así, por ejemplo, si se pretende la entrega
de una suma de dinero la medida cautelar adaptada a esa pretensión es el embargo
preventivo (art. 727. 1a); si lo que se pretende es la propiedad de una empresa, la medida
cautelar será la intervención o la prohibición de disponer (art. 727.2 a y 7a); por último,
cuando se pretenda otro tipo de sentencias habrá que estar a la naturaleza de ese derecho
y solicitar alguna de las medidas cautelares específicas que están reguladas en el art.
727.1a a 10a o aquellas otras que caben en el concepto amplio al que se refiere el art.
727.11a.
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De lo expuesto, se deriva que la medida cautelar ha de ser "funcional" y dicha
funcionalidad depende sólo y exclusivamente de la clase de pretensión que se ejercite.
Ello no obstante, la L.E.C. (art. 726.1.2a) exige que, en todo caso, la medida que se
pretenda adoptar no debe ser susceptible de sustitución por otra medida que sea
igualmente eficaz, pero menos gravosa o perjudicial para el demandado, por lo que se
deberá de adoptar la medida menos gravosa y aquella que mejor se adapte a las cir-
cunstancias del derecho material que se pretende. Éste también es el fundamento de la
sustitución de la medida por la caución (art. 747-747) a petición del demandado.
- Las medidas cautelares siempre son "temporales" pues su vigencia no puede ir
más allá de lo que es la duración del proceso, y además por el hecho de que son medidas
que pueden ser "modificadas o suspendidas" en cualquier momento, atendiendo a las
condiciones y circunstancias que determinen el devenir del proceso.
32.V.1. COMPETENCIA.
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El juez competente para conocer la causa principal será el competente para
conocer de las solicitudes sobre medidas cautelares. Cuando la medida cautelar se
solicite en segunda instancia o en la tramitación de recursos extraordinarios por in-
fracción procesal o de casación, el órgano competente será siempre el que lo sea para
conocer el recurso en cuestión.
Cuando la medida se solicite en el ámbito de un procedimiento arbitral, o cuando
la medida se solicite estando pendiente un proceso ante un tribunal extranjero, el juez
competente será el del lugar en que el laudo deba de ser ejecutado, o la sentencia
extranjera deba ser ejecutada y, en su defecto, el del lugar donde la medida cautelar deba
producir su eficacia (art. 722 y 724).
Existen casos en que la medida cautelar puede ser acordada por un órgano judicial
territorialmente incompetente, siempre que se solicite con anterioridad a la demanda y el
órgano judicial incompetente orden su adopción en prevención cuando resulte urgente
(art. 725.2).
La competencia siempre se examinará de oficio por el juez, no admitiéndose
declinatoria fundada en falta de competencia territorial (art. 725. 1).
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