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El Currículo Nacional es una de las columnas básicas de la educación, pues es clave para indicar hacia
qué aprendizajes deben orientarse los esfuerzos del Estado y de los diversos actores de la comunidad
educativa.
El Currículo Nacional, pese a ser un documento de carácter oficial, debe cumplir una función
pedagógica que acompañe al docente en su labor cotidiana.
Su implementación empezará en aula desde el año 2017 en el nivel primario de las instituciones
educativas (II.EE.) ubicadas en zonas urbanas y se realizará a través de formación docente, asistencia
curricular en regiones y desarrollo de herramientas curriculares que faciliten su aplicación.
Este documento establece el Perfil de Egreso de la Educación Básica, las competencias nacionales y
sus progresiones desde el inicio hasta el fin de la educación básica, así como sus niveles esperados
por ciclo, nivel y modalidades. Además, contiene orientaciones para la evaluación formativa y la
diversificación curricular.
Este Currículo Nacional de la Educación Básica es el documento oficial, aprobado en junio de 2016
mediante la Resolución Ministerial N.° 281-2016. Cabe añadir que este documento toma en cuenta las
recomendaciones presentes en la opinión técnica del Consejo Nacional de Educación, así como las
recibidas en diversas consultas y estudios realizados.
Contienen las características de los estudiantes de cada nivel de la educación básica regular según los ciclos
educativos, así como orientaciones para el tratamiento de los enfoques transversales, para la planificación,
y para la tutoría y orientación educativa.
También contienen los marcos teóricos y metodológicos de las competencias organizados en áreas
curriculares y presentan los desempeños de edad (en el nivel inicial) o grado (en los niveles de primaria y
secundaria) alineados con las competencias, las capacidades y los estándares de aprendizaje nacionales.
Actualización del Currículo Nacional
El Currículo Nacional de la Educación Básica, aprobado mediante la Resolución Ministerial N.° 281-2016-
MINEDU, toma lo mejor de lo avanzado en materia curricular en el Perú.
Entre sus principales características se encuentran su menor densidad con el fin de incrementar su
aplicabilidad en el aula, de igual forma, su apuesta por enfoques transversales, el autoaprendizaje y el uso
de las TIC, su énfasis en una evaluación formativa y no solo calificativa.
Asimismo, se ha considerado su consonancia con las demandas globales ligadas a la ciudadanía responsable
y el mundo del trabajo, la inclusión del castellano como segunda lengua, la ampliación de la enseñanza de
inglés desde primaria y el incremento de horas de Educación física, Arte y cultura, así como de tutoría para
el acompañamiento socio afectivo de los estudiantes.
El Currículo Nacional se elaboró tomando en cuenta lo avanzado en materia curricular en el país, así como
los resultados de 14 estudios que incluyeron la revisión de 33 currículos de diversos países de los cinco
continentes, la revisión de cinco currículos regionales (Piura, San Martín, La Libertad, Arequipa y Puno),
nueve mesas técnicas, una conferencia nacional, seis mesas de diálogo regionales, 20 consultas focalizadas
en Lima, una consulta nacional en Ayacucho y tres consultas ciudadanas virtuales con amplia participación,
realizados entre los años 2012 y 2016. También recoge el enfoque por competencias y las áreas curriculares
-con ajustes- que están en el Diseño Curricular Nacional (DCN).
En 2009, se lanzó una segunda versión del Diseño Curricular Nacional que, a diferencia de la primera,
apostaba por un enfoque por competencias; es decir, los aprendizajes que los niños y niñas debían alcanzar
fueron expresados en la posibilidad de “saber hacer” y no solo “conocer”.
En el Perú, contamos con un currículo integrado desde el año 2005, que fue producto de la unión de los
currículos de los niveles de inicial, primaria y secundaria, los cuales habían funcionado de forma
independiente hasta entonces.
En 2009, se lanzó una segunda versión del Diseño Curricular Nacional que, a diferencia de la primera,
apostaba por un enfoque por competencias; es decir, los aprendizajes que los niños y niñas debían alcanzar
fueron expresados en la posibilidad de “saber hacer” y no solo “conocer”.
En 2017: Se implementará en las II.EE. de primaria del área urbana del país. Durante este año,
también se iniciará la preparación de las condiciones para la implementación, en 2018 y
2019, para los demás niveles y modalidades del sistema educativo.
Inicial escolarizado
Primaria de zona rural
Primaria de educación intercultural bilingüe
Ciclo inicial e intermedio de educación básica alternativa
Secundaria en áreas urbanas
En 2019: el último tramo de implementación se realizará en los siguientes niveles:
Secundaria rural
Inicial no escolarizado
Ciclo avanzado de educación básica alternativa
Educación básica especial
Para que la implementación del Currículo Nacional sea un éxito en todos los niveles educativos, el Minedu
está trabajando junto a las DRE y UGEL de todo el país en tres componentes prioritarios:
Los estudiantes continuarán siendo evaluados de acuerdo a la escala literal fortaleciendo la evaluación
formativa.
Se actualizarán las competencias en el Sistema de Información de Apoyo a la Gestión de la Institución
Educativa (SIAGIE).
La implementación del área curricular de inglés durante ese año será progresiva. No será obligatoria.
Habrá una redistribución de horas de clase, pero no incremento, de acuerdo a la tabla de organización
y distribución del tiempo semanal de educación primaria:
Las instituciones educativas privadas, además, pueden organizar las horas de libre disponibilidad para
realizar talleres o desarrollar otras áreas según sus necesidades y su proyecto educativo institucional.
c) Practique una vida activa y saludable para su bienestar, cuide su cuerpo e interactúe
respetuosamente en la práctica de distintas actividades físicas, cotidianas o deportivas.
A diferencia de la escala numérica que siempre se ha utilizado, las letras no están relacionadas
exclusivamente al grado de retención de conocimientos, sino al nivel de avance logrado en las
competencias, entre las cuales se encuentra el dominio de conocimientos pero también habilidades
diversas, cognitivas, interpersonales o físicas, así como a su capacidad de uso para resolver
problemas o retos de distinta naturaleza.
Los beneficios de apostar por una evaluación formativa son múltiples. Entre ellos: estudiantes más
conscientes de sus potencialidades y debilidades por superar en cada ámbito de su formación,
capaces de auto gestionar su aprendizaje, con criterios claros de lo que se espera de ellos en cada
caso, padres informados que acompañan a sus hijos a partir del nivel en el que se encuentra cada
capacidad que necesite lograr y docentes que pueden dar una atención más precisa y más pertinente
a sus estudiantes.
La apuesta del nuevo Currículo Nacional es contar con un único sistema de calificación que favorezca
el desarrollo de las competencias de los estudiantes ya que en la actualidad, el estudiante cambia de
una evaluación cualitativa a una cuantitativa solo por pasar de Primaria a Secundaria.
La evaluación formativa no asocia las letras a notas, las letras describen el nivel de avance del
estudiante en una competencia para garantizar la continuidad en el desarrollo de esa competencia
de inicio a fin de su trayectoria escolar. A pesar de que el estudiante transite sucesivamente por
diferentes grados y bimestres, los docentes conocerán el nivel de avance de sus estudiantes y
prepararán estrategias según las necesidades específicas de aprendizaje que esta evaluación les
permita identificar.
Recursos:
Perfil de egreso
El Perfil de egreso es la visión común e integral de los aprendizajes que deben logran los estudiantes al
término de la educación básica. Esta visión permite unificar criterios y establecer una ruta hacia resultados
comunes que respeten nuestra diversidad social, cultural, biológica y geográfica.
Enfoques transversales
Son la base de la construcción curricular y se articulan con los principios de la Ley General de Educación.
Se traducen en formas específicas de actuar que buscan generar una buena convivencia, por lo tanto, son
deseables para todos. Los enfoques transversales son valores y actitudes, que tanto estudiantes como
docentes y autoridades deben esforzarse por demostrar en la dinámica diaria de la escuela.
1.2 Formas de atención en el nivel de Educación Inicial En el nivel de Educación Inicial, la atención
educativa se da de manera: escolarizada y no escolarizada y en estrecha relación con lafamilia.. La forma
de atención escolarizada se realiza a través de los servicios de cuna, los cuales atienden integralmente a
los niños y las niñas de 0 a 2 años; los servicios de jardín, que atienden a los niños y las niñas de 3 a 5 años;
y los servicios de cuna-jardín, que atienden a los niños y las niñas de 0 a 5 años. La forma de atención no
escolarizada a los niños y las niñas menores de 6 años brinda un servicio flexible respecto a los lugares y
horarios de funcionamiento que garanticen una intervención educativa oportuna, adecuada y pertinente
para las necesidades de los niños y las niñas, y sus familias. La atención no escolarizada se desarrolla a
través de los PRONOEI (Programas no Escolarizados de Educación Inicial) de ciclo I y de ciclo II, tanto en
entornos familiares como en entornos comunitarios.
Así también, en el marco de la atención integral, se promueven acciones que involucran a otros sectores
–como los de salud, inclusión social y desarrollo, protección, justicia, ambiente– que buscan asegurar
condiciones básicas para el desarrollo infantil.
Los enfoques transversales son la concreción observable de los valores y actitudes.
Los enfoques transversales definidos en el Currículo Nacional se basan en los principios establecidos en el
Artículo 8° de la Ley General de Educación: calidad, equidad, ética, democracia, conciencia ambiental,
interculturalidad, inclusión, creatividad e innovación. Estos enfoques aportan concepciones importantes
sobre las personas, sus relaciones con los demás, con el entorno y con el espacio común, y se traducen en
formas específicas de actuar (Minedu, 2016: 22). En ese sentido, los enfoques transversales son la
concreción observable de los valores y actitudes que se espera que docentes, estudiantes, directivos,
personal administrativo y de servicio lleguen a demostrar en la dinámica diaria de la IE, y que se extienda
a los distintos espacios personales y sociales en que se desenvuelven. Estos enfoques permiten propiciar
las condiciones para la construcción de posiciones éticas y orientar el sentido del ejercicio ciudadano de
los actores educativos, donde los valores y actitudes adquieren su sentido más integral. Asimismo, sirven
como marco teórico y metodológico que orientan el proceso educativo. Los enfoques transversales3 son
los siguientes:
Las situaciones planificadas o previstas se entienden como acciones que anticipan los miembros de la IE
para abordar los valores y las actitudes relacionados con los enfoques transversales. Como en el caso de
las situaciones emergentes, también responden a las necesidades e intereses de los niños y las niñas, así
como a la realidad cotidiana y al contexto sociocultural. Todo aquello que se genera o planifica desde la
IE debe mostrar conexión directa con las actitudes y valores relacionados con los enfoques transversales.
Estos deben verse reflejados en la gestión de la misma; en las relaciones humanas; en la organización de
los tiempos y rutinas; y en la planificación del proceso de enseñanza y aprendizaje. A continuación, se
explica cada uno de ellos: • Gestión de la Institución Educativa: se demandan prácticas democráticas que
permitan la participación de toda la comunidad educativa y, en especial, de los niños y las niñas. Para que
los enfoques transversales realmente se vivencien en la comunidad educativa, y estén presentes en todos
y cada uno de los espacios que la conforman, estos deben verse reflejados en: • El Proyecto educativo
institucional • El Plan anual de trabajo • El Proyecto curricular institucional • El Reglamento interno de la
IE • Relaciones humanas al interior de la Institución Educativa: se requiere que la gestión escolar impulse
un clima favorable al aprendizaje y que propicie: • Una convivencia grata, inclusiva y respetuosa. • Un
espíritu de integración y colaboración entre las personas que conforman la comunidad educativa. • La
solución respetuosa y democrática de los conflictos a través del intercambio de ideas en un clima de
respeto. • El respeto por el rol de la familia en el proceso de aprendizaje de sus hijos y la valoración de las
experiencias personales y sociales como una oportunidad de aprendizaje. • La planificación curricular del
docente: se parte de la definición de los propósitos de aprendizaje (competencias y enfoques
transversales), los cuales se ponen de manifiesto a partir de situaciones significativas. Esto, desde la
perspectiva de los enfoques transversales, implica lo siguiente:
• Promover una comunicación afectiva en la cual los docentes y los niños y las niñas se sienten respetados,
y los niños y las niñas sienten que los docentes se preocupan por ellos y sus aprendizajes. Se ha de procurar
un clima de confianza donde se promueva la escucha atenta, la aceptación mutua de las ideas, etc. Para
ello, son fundamentales las actitudes del docente por su acción como modelo para los niños y las niñas.
• Brindar espacios a los niños y las niñas para el diálogo, el debate, la discusión y la toma de decisiones
en relación con la forma de actuar de ellos u otras personas frente a diversas situaciones. En la interacción
con los demás, el niño y la niña aprende a ser tolerante, a aceptar las ideas de otros y a ser responsable
de sus acciones en un clima de colaboración.
• Organizar espacios, tiempos y rutinas para la discusión, el trabajo cooperativo y el acceso responsable
a los materiales del grupo, entre otros. Implica asegurar un ambiente seguro, motivador y de soporte. Las
rutinas protegen el tiempo de aprendizaje de los niños y las niñas.
En una planificación desde el enfoque por competencias, es esencial partir de la identificación de las
necesidades de aprendizaje de los niños y las niñas. Esto requiere comprender las competencias, el nivel
esperado de aprendizaje descrito en los estándares de aprendizaje y/o desempeños de edad, e identificar
dónde se encuentran los niños y las niñas respecto de estos referentes. En ese sentido, al planificar a largo
o corto plazo, se debe reflexionar a partir de tres preguntas claves:
1. ¿Qué aprendizajes se espera que desarrollen los niños y las niñas con relación a las competencias del
currículo?
2. • ¿Qué aprendizajes previos tienen los niños y las niñas?
3. • ¿En qué nivel de desarrollo de la competencia se encuentran? Y
¿Cuán cerca o lejos se encuentran los niños y las niñas del estándar de aprendizaje y/o de los
desempeños de edad?
Seguidamente, se desarrollan las tres preguntas: ¿Qué aprendizajes se espera que desarrollen los niños
y las niñas con relación a las competencias del currículo?
Para comprender qué aprendizajes se espera que alcancen los niños y las niñas, se recomienda:
• Analizar las competencias y capacidades del Currículo Nacional, así como los enfoques transversales
para comprender el sentido de los aprendizajes.
• Identificar en los estándares de aprendizaje el nivel esperado y/o los desempeños de la edad, para
determinar las características y complejidad de los aprendizajes.
¿Qué aprendizajes previos tienen los niños y las niñas?
Después de analizar las competencias, las capacidades, los estándares de aprendizaje y/o los desempeños
de edad, es necesario diagnosticar los aprendizajes previos que tienen los niños y las niñas; para ello, se
recomienda:
Recopilar la evidencia disponible sobre los aprendizajes de los niños y las niñas. Cuando nos referimos
a “evidencia de aprendizaje” estamos hablando de las producciones o trabajos de los niños y las niñas
tangibles o intangibles, a través de las cuales podemos observar o interpretar lo que es capaz de saber
hacer el niño o la niña respecto de sus competencias.
Analizar e interpretar la evidencia de aprendizaje, es decir, describir qué capacidades ponen en juego
los niños y las niñas para organizar su respuesta, las relaciones que establecen, los aciertos, las
estrategias que usan, los errores frecuentes y sus posibles causas. Para realizar este análisis e
interpretación, es necesario contar con criterios de valoración de la evidencia, para lo cual se toman
como referencia los estándares de aprendizaje y/o desempeños de edad, con la finalidad de
determinar cuán cerca o lejos se encuentran los niños y las niñas de ellos.
A inicio de año, las evidencias disponibles pueden ser el reporte de los Informes de progreso del año
anterior, y/o la información que nos puede ofrecer el docente que estuvo a cargo de los niños y las
niñas.
Cada unidad didáctica genera evidencia de aprendizaje que sirve como diagnóstico para la siguiente.
Obtener la evidencia a través de diversas técnicas e instrumentos, como observación directa o
indirecta, anecdotarios, entrevistas, portafolios, experimentos, diálogos, exposiciones, entre otros.
Una vez determinado el propósito de aprendizaje que se quiere alcanzar en un tiempo determinado –en
un año, en una unidad, en una actividad– y tomando en cuenta las necesidades de aprendizaje
identificadas de los niños y las niñas, se hace necesario definir –con antelación– las evidencias de
aprendizaje y los criterios que usaremos para recoger información sobre el progreso del aprendizaje de
los niños con relación al propósito definido.
Como muestra el siguiente gráfico, estos procesos se pueden dar de forma simultánea, recurrente o
iterativa. Estos procesos se desarrollan con mayor o menor medida según el tipo de planificación que se
realice.