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BOSQUEJO DE SERMÓN

Texto Bíblico: Juan 15.1-8

Titulo: “Llevad Fruto”

Auditorio: Iglesia (culto medio día)


Propósito: Pastoral
Tema: Ser fructíferos.

Proposición: (Poder/deber/valor) La iglesia no es una realidad estática, tiene una


impronta en su esencia: llevar fruto, y es labor de todo creyente reflexionar sobre el fruto y
sobre la calidad del mismo que está llevando delante de Dios, puesto que todo árbol que
no lleva fruto será cortado y echado al fuego.

Introducción.

Desarrollo.

- Hay una fuerte evocación y vinculación con varios elementos del A.T.
o El Yo soy.
o La referencia a la vid y al pueblo Judío.
- Este pasaje no solo pone de relieve quien es Jesús, sino que esclarece también la
persona del Padre y expresa el sentido del grupo de Jesús, que lo constituye no
tanto un proyecto cuanto una vida.
- Al igual que se dijo de la viña de Isaías que Yahvé a había escogido y cuidado con
esmero, ahora esa predilección es atribuida al Padre de Jesús a favor de sus
discípulos. Esta figura de Dios, aunque no es nueva, pues ya en el A.T. en el tema
de la viña Dios aparece como el dueño que tiene interés en que dé fruto, sin
embargo, aquí se pone más de relieve, el Padre aparece más cercano, más
íntimo.
- El lugar en que ha sido colocada la alegoría es intencionado: se halla a media
distancia entre el lavatorio de los pies y la oración sacerdotal. Según todos los
relatos, la cena de despedida se halla impregnada por el misterio de la muerte. La
acción eucarística de Jesús nos hace participar en el sacrificio de Cristo. El
misterio de la vid tiene su eficacia y su representación adecuada en el misterio de
la Eucarestia.
- No llevar fruto es muestra de que Cristo no va con nosotros y sí el no ésta en
medio de nuestras vidas y en la iglesia, entonces todo pierde su sentido y eficacia;
desvirtuando y soslayando el sentido último de la labor del creyente.
- Para llevar fruto el verdadero discípulo debe permanecer en las palabras de Jesús,
o en Jesús en cuanto Palabra.
- La unión y comunión del creyente con Jesús es indispensable para poder dar fruto.
Esta unión o permanencia con Él tiene lugar a través de su amor y es fuente de la
plenitud de su alegría.
- No es improbable que el texto tenga delante la purificación que efectúa la palabra
de Jesús que, mediante el Espíritu, va profundizando cada vez más en la vida de
los discípulos. La casi identificación semántica de los dos términos griegos, que
significan podar y limpiar (kathaírei y katharoí), nos orienta en esa dirección. La
palabra es esencialmente purificadora y el discípulo debe estar siempre abierto al
impacto de la misma.
- El versículo cuarto está cargado de intensidad; se habla en él de la necesidad
irremplazable de permanecer en Jesús para poder dar frutos. Dar frutos aquí es
sinónimo de ser, y el verbo permanecer14 es uno de los preferidos de Juan.
Permanecer en Jesús equivale a una cierta inhabitación en él, y de él en nosotros.
La persona del discípulo y la de Jesús se entrecruzan vitalmente.
Esta experiencia se deja percibir por los muchos frutos que debe producir el
discípulo. El texto repetirá esta idea de la permanencia en y la de dar frutos casi
machaconamente. Los frutos no los entiende Juan como algo que establece la
relación, sino como una derivación de la misma. De modo que
- Es un análisis de nuestras obras, si Cristo no son el motor de las mismas y si no
son guiadas por él, entonces son puro activismo infructuoso y no sirve más que
para alimentar la hoguera de nuestro ego y el fuego de la nada.
- Una vez más, se pone de manifiesto que el concepto de discípulo está ligado al de
dar frutos, y estos se identifican con el precepto del amor.
- El discípulo “llega a ser” no “es”. Juan lo comprende como una meta, un proceso
indefinido.

Aplicación.

- La unión y comunión del Creyente con Jesús. Que es la base de toda posibilidad
para llevar fruto, puesto que fuera de él nada (no vida) podréis hacer.
- Sacrificio, obediencia, compromiso y fidelidad con el dueño de la viña manifestado
en el trabajo que tenemos que llevar, empezando con trabajar con nosotros
mismos (la referencia a la tierra de la viña).
- Llevar fruto vs esterilidad. Vida vs Muerte.
- Llevar fruto tiene que ver con nuestra capacidad de dar más allá de lo que nos
corresponde, estar en constante apertura al otro y a Dios (dependencia), en la
búsqueda de seguir a Jesús en su ejemplo excelso, su capacidad oblativa.
- Vivimos un tiempo como Iglesia que la tarea primordial era traer otras vidas al
conocimiento de la fe, por medio de nuestra iglesia, y parecía que en eso se
resumía nuestra labor como creyentes y discípulos. Sin embargo de un tiempo
para ésta época, hemos pasado de un predicar perfectible, a una pasividad estéril,
hoy ya no solo no nos preocupa traer a otros ni si quiera a la propia familia
podemos traer, ya no frutos de otra viña, ni siquiera de la propia.
- Otra forma muy interesante de entender la tarea de llevar frutos tenía que ver con
la dedicación del tiempo al trabajo en pro de la iglesia (era el tiempo donde las
congregaciones se unían hombro con hombro para el trabajo de levantar un
templo, los salones de los niños, etc) era un activismo no del todo bien canalizado,
sin embargo hoy hemos caído en una pereza casi total.
- Otra de las formas que se podía vivir la vida como iglesia y que nos refleja mucho
sobre llevar frutos era: la comunión y la tolerancia al sacrificio, a pasar por alto las
ofensas de los otros todo en aras de la obediencia e imitación a la vida de Jesús,
sin duda algunas manifestaciones de esa manera eran perfectibles y tendrían que
ser analizadas; sin embargo hoy nos cuesta tanto estar pegados (unidos) los unos
a los otros y como consecuencia estar unidos a Jesús y lejos de él somos estériles
y sin vida. Hoy nos cuesta tanto cumplir un horario en la comunidad (por nuestros
muchos compromisos) nos cuesta tanto tolerarnos, sobre llevarnos, y ya no
digamos aprender a pasar por alto las ofensas de los demás.
- Creo que podríamos ser esos panpanos que se han desprendido de la vid, pero
que no nos hemos dado cuenta de nuestra realidad y que poco a poco nos hemos
ido secando hasta las entrañas y como producto de ello nos hemos hecho
esteriles, la vida se nos ido y junto con ella la capacidad fecunda de compartir a
Dios.

Conclusión.

Necesitamos reflexionar y volvernos a la vid verdadera de otra manera solo un destino


nos espera: el fuego. “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los
árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y
echado en el fuego” Mateo 3.10

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