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Preacuerdos y allanamientos a cargos

Dentro de la categoría del trámite abreviado, la ley de procedimiento penal tiene previstas dos
formas de terminación anticipada del proceso: una a partir de la simple y llana aceptación de los
cargos imputados, y la otra, derivada de la celebración de preacuerdos con la Fiscalía, cada una
de las cuales trae aparejada no solamente sus propias particularidades de realización, sino,
asimismo, específicas consecuencias en la determinación de la punibilidad. Cabe denotar que
corresponde en todo caso, al funcionario judicial, de garantías o de conocimiento, según la fase
procesal en que el allanamiento o el acuerdo se presenten, no sólo verificar que la aceptación de
responsabilidad penal se hubiere llevado de manera libre, voluntaria, debidamente informada y
con la asistencia de un defensor, sino que tampoco se presente la violación de garantías
fundamentales, pues en tales eventos, la jurisprudencia de la Corte ha entendido que la
intervención del juez no se limita a la verificación de aspectos formales con miras al proferimiento
de un fallo de condena, sino que su función también implica la posibilidad de improbar aquellas
manifestaciones de culpabilidad que conlleven o sean resultado de la transgresión de derechos y
garantías fundamentales del procesado.

El allanamiento a cargos consiste, en una manifestación unilateral y oral que hace el imputado o
acusado de aceptar su responsabilidad, en los precisos momentos procesales señalados en la ley,
acto en el cual éste debe ser cabalmente asistido por la defensa y debidamente enterado de las
consecuencias jurídicas que trae consigo la aceptación de los mismos. Mientras que los
preacuerdos, además de constituir un acto consensuado entre la fiscalía y el imputado o acusado,
según el caso, éste puede recaer sobre la eliminación de su acusación alguna causal de agravación
punitiva o algún cargo especifico y la tipificación de una conducta dentro de su alegación
conclusiva con el fin de disminuir la pena, según lo reglado en el artículo 350, incisos 1° y 2°, de la
Ley 906 de 2004, y acordar también lo referente a los hechos y sus consecuencias y el quantum a
imponer en la determinación de la pena (artículo 351, inciso 2°, de la citada Ley)

Oportunidades para allanarse a cargos:

1. En la audiencia de imputación (Arts. 288-3 y 351 inciso 1), rebaja de hasta la mitad de la
pena.
2. En la audiencia preparatoria (Art. 365-5), rebaja de una tercera parte de la pena.
3. En el juicio oral (Art. 367 inciso 2), rebaja de una sexta parte

Oportunidades para los Preacuerdos:

1. En la audiencia de imputación (Art.351), hasta la mitad de la pena.


2. Una vez presentada la acusación, entendida como radicado el respectivo escrito, y hasta el
momento en que el acusado sea interrogado al inicio del juicio oral sobre la aceptación de
su responsabilidad (art. 352), rebaja en una tercera parte.
3. en el juicio oral, a través de las llamadas manifestaciones de culpabilidad preacordadas
(art. 369).
Allanamiento a cargos

En estos casos se trata de una forma de composición del conflicto en la cual el juez interviene
apenas de manera adjetiva, para vigilar que no se traspasen los límites mínimos de legalidad y a fin
de garantizar el respeto de los derechos fundamentales de los intervinientes (CSJ AP 7 may. 2014,
rad. 43.523).

El control de legalidad aplicado por el juez de conocimiento recae, por una parte, sobre el acto
mismo de aceptación de responsabilidad, a fin de verificar que éste sea expresión de la autonomía
de la voluntad. Así, el art. 131 del C.P.P. preceptúa que al funcionario judicial le corresponde
verificar si el allanamiento es producto de una decisión, libre, consciente, voluntaria, debidamente
informada y asesorada por la defensa. Por otra parte, el mencionado control comprende una labor
de supervisión sobre el respeto de las garantías fundamentales en cabeza del acusado. Es posible
deshacer la aceptación de responsabilidad en cualquier momento y solo en las dos hipótesis
indicadas por la norma, esto es, consentimiento viciado o desconocimiento de garantías, con la
carga para quien lo aduce de demostrar que efectivamente se configuró alguna de estas dos
situaciones invalidantes, de modo que cada una de las cuales haya determinado por sí sola, la
aceptación de los cargos y la consecuente renuncia al derecho a la no autoincriminación.

Rigiendo entonces un principio legal de irretractabilidad, si la alegación de culpabilidad fue


efectuada libre, consciente, voluntaria y espontáneamente ante el juez de control de garantías
sólo habría lugar a improbar el allanamiento o a admitir una excepcional dimisión por el procesado
si su consentimiento para aceptar la responsabilidad penal por los cargos formulados se hallare
viciado por error, fuerza o dolo.

Si no se acredita ningún vicio del consentimiento en la aceptación de culpabilidad ni la vulneración


de garantías fundamentales, al juez de conocimiento le corresponde dictar sentencia. Y en ese
acto ha de garantizarse que en la declaración de responsabilidad penal, fundada en la admisión de
ésta por el acusado, no se afecte indebidamente la presunción de inocencia (art. 29 inc. 4-1 de la
Constitución). Entre otros aspectos, esta prerrogativa implica que, para proferir sentencia
condenatoria, deberá existir convencimiento de la responsabilidad del acusado, más allá de toda
duda (arts. 7º inc. 3º y 381 del C.P.P.). Y para lograr tal estándar de conocimiento no es suficiente
el simple allanamiento a cargos, pues la declaración de responsabilidad ha de soportarse en una
verificación probatoria lato sensu, que garantice que la presunción de inocencia que cobija al
acusado fue desvirtuada con suficiencia.
La persona que haya sido capturada en flagrancia tendrá derecho a las siguientes rebajas de penas
progresivas según el momento en que se allane a los cargos formulados:

Audiencia de formulación Rebaja original Rebaja actual


Art. 351 ½ (50%) 12.5 % (1/4 de la mitad)
Audiencia preparatoria 8.33% (1/4 de la tercera
Art. 356 N. 5 1/3 (33.3%) parte)
Audiencia juicio oral 4.16% (1/4 de la sexta
Art. 367 1/6 (16.6%) parte)

El proceso contemplado en la Ley 906 de 2004 previó que sólo un porcentaje mínimo de los
trámites llegaría a sentencia cumpliéndose con todas las etapas. De ahí que se haya reglado para
culminar, de manera anticipada los procesos, entre otros, los institutos de allanamiento a los
cargos, los preacuerdos celebrados entre el imputado o acusado, según el caso, y el principio de
oportunidad. No obstante, en virtud a la política criminal que ha implementado el Gobierno
Nacional, consideró que para determinados eventos los imputados o acusados, según el caso, no
tendrían derecho a beneficios y subrogados, así como también a mecanismos sustitutivos de la
pena privativa de la libertad. En efecto, dicha exclusión se advirtió inicialmente frente a los delitos
de terrorismo, financiación de terrorismo, secuestro extorsivo, extorsión y conexos al expedirse la
Ley 1121 de 2006, por la cual se dictan normas para la prevención, detención, investigación y
sanción de la financiación del terrorismo y otras disposiciones, estatuyendo en su artículo 26:

“Exclusión de beneficios y subrogados. Cuando se trate de delitos de terrorismo, financiación de


terrorismo, secuestro extorsivo, extorsión y conexos, no procederán las rebajas de pena por
sentencia anticipada y confesión, ni se concederán subrogados penales o mecanismos sustitutivos
de la pena privativa de la libertad de condena de ejecución condicional o suspensión condicional
de ejecución de la pena, o libertad condicional. Tampoco a la prisión domiciliaria como sustitutiva
de la prisión, ni habrá lugar ningún otro beneficio o subrogado legal, judicial o administrativo,
salvo los beneficios por colaboración consagrados en el Código de Procedimiento Penal, siempre
que ésta sea eficaz”.

Vale destacar que la Sala, entre otros, mediante decisión del 17 de septiembre de 2008, adoptado
en el radicado 29901, concluyó que cuando el legislador hace referencia que no procederá rebaja
de pena con base en preacuerdos y negociaciones entre la fiscalía y el imputado o acusado,
también debía hacerse extensivo al allanamiento a cargos no obstante aceptar que dichos
institutos son distintos desde el punto de vista estructural.

1) Que inicialmente la prohibición de otorgar cualquier tipo de beneficio administrativo y judicial,


subrogados penales y mecanismos sustitutivos de la pena estaban reglados para los delitos
terrorismo, financiación del terrorismo, secuestro extorsivo, extorsión y conexos. Así mismo, el
legislador fue puntual en estatuir que los acusados por estas conductas punibles tampoco eran
acreedores a las rebajas de pena por sentencia anticipada y confesión, según la estructura
procesal plasmada en la Ley 600 de 2000.

2) Con la expedición del Código de la Infancia y la Adolescencia el legislador contempló que los
delitos de homicidio o lesiones personales bajo modalidad dolosa, conductas punibles que atenten
contra la libertad, integridad y formación sexuales o secuestros cometidos contra niños, niñas o
adolescentes, los sentenciados no tenían derecho a más de los beneficios, mecanismos
sustitutivos y subrogados penales, a las rebajas de pena con base en los preacuerdos y
negociaciones, según lo previsto en los artículos 348 a 351 de la Ley 906 de 2004.

3) Y, con la promulgación de la Ley 1142 de 2007, el legislador excluyó únicamente de beneficios


(judicial o administrativo), mecanismos sustitutivos de la pena privativa de la libertad y subrogados
a las personas que hayan sido condenadas por delitos dolosos o preterintencionales dentro de los
cinco años anteriores.

4) Las Leyes 1121 y 1098 de 2006 sí fueron claras en excluir, además de los beneficios y
subrogados penales, las rebajas de pena por razón de sentencia anticipada y confesión, y cuando
el acto delictual tenga como sujeto pasivo a niños, niñas y adolescentes por delitos de homicidio o
lesiones personales bajo modalidad dolosa, punibles contra la libertad, integridad o formación
sexuales o secuestros, eventos en los cuales los acusados no tendrán derecho a las rebajas de
pena consagradas para los institutos de allanamientos a los cargos y preacuerdos, según lo
previsto en los artículos 348 a 351 de la Ley 906 de 2004.

la teleología del artículo 68 A no es la de excluir las rebajas de penas consagradas, entre otros, en
los allanamientos a los cargos y preacuerdos, puesto que si la expresión “no habrá lugar a otro
beneficio” se entendiera de manera restrictiva, sin lugar a dudas en determinados eventos tal
expresión también podría cobijar las circunstancias de atenuación punitiva a que tendría derecho
el sentenciado por cumplirse en él los supuestos de hechos contenidos en la correspondiente
norma penal para ese efecto por aspectos pos delictuales.

la Corte Constitucional ha considerado en materia de acuerdos y preacuerdos


lo siguiente (i) la existencia de estas figuras no vulnera, per se, el derecho
fundamental al debido proceso; (ii) el fiscal no cuenta con una libertad
absoluta al momento de adecuar la conducta punible; (iii) a los hechos
invocados en su alegación conclusiva, el fiscal no les puede dar sino la
calificación jurídica que corresponda conforme a la ley penal preexistente;
(iv) la intervención de las víctimas en los acuerdos y preacuerdos debe ser
compatible con los rasgos esenciales del sistema penal de tendencia
acusatoria; (v) no existe una necesaria coincidencia de intereses entre la
víctima y la Fiscalía, situación que debe ser tenida en cuenta en materia de
preacuerdos; (vi) si bien la víctima no cuenta con un poder de veto de los
acuerdos celebrados entre la Fiscalía y la defensa, tiene derecho a ser oída e
informada acerca de su celebración; (vii) en la valoración del acuerdo, el juez
velará porque el mismo no desconozca o quebrante garantías fundamentales
del imputado y de la víctima; y (viii) en determinados casos, el legislador
puede restringir o incluso prohibir la celebración de acuerdos o preacuerdos.

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