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Seminario de Teatro Griego

Resumen:
El eje vertical, o las ambigüedades de Prometeo

Julio César Mora Dinarte


B24404
I

Esquilo situaba la agonía de Prometeo en uno de los techos del mundo, un pico solitario y
vacío del Cáucaso. Luego, es arrojado hasta el fondo del Tártaro, el abismo debajo del
hades.

En el teatro de Esquilo participa todo el cosmos: los dioses, los hombres y los elementos y
su cosmos tiene una estructura vertical: arriba, el asiento de los dioses y del poder; abajo,
el ámbito del exilio y del castigo. En medio se encuentra el círculo plano de la tierra y a, a su
alrededor, la orkhéstra también lana, en la cual se desarrolla la acción. Esta estructura
vertical del mundo es una de las estructuras más arquetípicas, universales y duraderas, se
puede observar en el Génesis, la cosmogonía griega, la Ilíada, la República de Platón, la
divina comedia, el Paraíso perdido e incluso en la puntura, donde aparece en su forma más
pura, con Dios ubicado invariablemente en la parte superior.

La caída tiene dos significados, uno literal y otro simbólico, El arquetipo es duradero, pero
los valores del signo (positivo, relativo al arriba y negativo, referente al abajo, pueden ser
invertidos. La lucha del abajo con el arriba es una imagen de rebelión.

Es a Zeus a quien Prometeo lanza sus reproches y amenazas, Prometeo se convierte en


acusador, arriba se representa un drama político; abajo, los hombres emergen de su
primitiva condición animal.

II

El trono celestial ha sido ocupado por un tercer tirano, el cosmos todavía no se establece,
las fuerzas de la naturaleza son la progenie de los primeros dioses y toman parte en sus
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luchas. No existe ninguna figura-orden: el jefe del Estado es tan malo como cualquier otro y
la única acción por la cual sentimos simpatía es la venganza; generalmente, en contra de él.

En una sociedad malvada, cruel, enferma o represiva, el héroe tal vez será aplastado, la
figura central de una tragedia en una sociedad enferma es a menudo víctima. El rebelde
muere para dar paso a un vengador que ejecute los designios del destino.

En resumen, Zeus es un tirano, y Prometeo un rebelde y una víctima, en tanto que el hijo
aún no nacido de Zeus es la figura del destino.

La cosmogonía de Esquilo es altamente dramática, como teatro y como filosofía: Zeus es


omnipotente y Prometeo conoce el futuro, del prisionero depende el futuro del tirano. Esta
oposición es lo que pone al cosmos en movimiento: la fuerza está limitada por falta de
conocimiento, el conocimiento está limitado por la fuerza.

Las Moiras y las Furias parecen figuras de dos “necesidades” diferentes: las Furias eran
deidades de la venganza, las Moiras no están sujetas ni a la memoria ni al deber de
venganza, por lo que parecería que ambas encarnan, por decirlo así, dos conceptos
diferentes del tiempo: el tiempo histórico, unidireccional, y el tiempo mítico, cíclico. Ambos
presentes en el Prometeo de Esquilo.

III

En el mito de Prometeo, el fuego está relacionado con el paso del estado natural a la
cultura, Prometeo dona a los hombres las artes propias de la civilización, por ejemplo; la
medicina, la adivinación, los números y la tecnología de los metales.

En la antropología de Esquilo encontramos un fenómeno particularmente interesante en la


característica aceleración o aproximación del tiempo, a ambos niveles (arriba y abajo), al
tiempo presente del público que atestigua la tragedia: el tiempo mitológico se vuelve
tiempo histórico.

El miedo de un retorno de la tiranía nunca desapareció completamente en Atenas, el


propio Esquilo conocía la tiranía por experiencia propia, habiendo pasado quince años en
Siracusa, en la corte del tirano siciliano. El tirano se coloca por encima de la ley y de las
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costumbres más veneradas. Zeus gobernaba por decretos ad hoc, decretos que esquilo
llamaba “ley privada”.

Abajo está la gente; arriba, en la corte del tirano, en la fortaleza celestial, todos están
vinculados por lazos de sangre o de matrimonio. Así, las relaciones son mitad familiares,
mitad feudales. En esta interpretación sociológica, Prometeo es un representante rebelde
de la vieja aristocracia y, como tal, es eliminado por el nuevo gobernante. La aristocracia de
la ciudad griega representaba la oposición más enconada a los tiranos, y los aristócratas
eran las primeras víctimas de éstos.

La fuerza de Esquilo radica en la forma incomparablemente concreta en que presenta a la


tiranía. La atmósfera de aquella roca desolada, barrida por el viento del Cáucaso, es tan
pesada como una mazmorra. Las murallas del palacio cerraban el fondo de la escena, que
estaba coronado por un pórtico lleno de estatuas de los dioses. En este reino del terror el
miedo paraliza a todos, excepto a Prometeo y al Coro. No basta con obedecer al
gobernante: hay que amarlo, aun desde prisión, además, hay que odiar también a
quienquiera que el gobernante odie.

En esta antropología rudimentaria, la política y la techné (la historia del poder y la historia
de la cultura material) están rígidamente separadas. El progreso es irrevocable y la fuerza
inalterable. El mito funciona sobre el eje vertical del topocosmos. El mito es la medicación
entre el cielo y la tierra.

IV

Es mejor la incertidumbre de la muerte que su certidumbre: los animales saben la hora de


su muerte; Prometeo sacó al hombre del estado animal, le quitó la razón meramente
animal y, en cambio, le dio una facultad de razonamiento humano: con ello lo liberó del
miedo y le dio “esperanzas ciegas”.

Prometeo ha sido criticado por algunos que lo consideran un drama intelectual carente de
movimiento y de acción. Y, sin embargo, Esquilo sigue siendo el más espectacular de los
autores griegos de tragedias. El platón plano de la orkhéstra simbolizaba el círculo de la
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tierra rodeado por el océano. En la antropología de la civilización y de la tiranía el tiempo


mitológico de Prometeo se vuelve tiempo histórico, y el topocosmos mitológico se
convierte en el mapa geográfico del mundo.

El autor menciona que en ninguna otra tragedia griega se ha atacado tan ferozmente al
"arriba", en su doble sentido y significado simbólico de los dioses y la fuerza bruta.

Todos odian a Zeus: Prometeo, Ío y las fuerzas humilladas de la naturaleza. Todos, excepto
los oficiales policiacos, el intrigante político, Océano, y Hermes, el mensajero. En Esquilo, el
Coro nunca es nada más un testigo o comentador de hechos, y Prometeo encadenado es la
única tragedia en la que el Coro muere con el héroe.

En la perspectiva dramática del Prometeo encadenado, la opción está entre la lealtad hacia
sí mismo y la traición, entre el valor y la cobardía, la determinación inflexible y la
resignación. En las categorías políticas se trata de una disyuntiva entre un programa
revolucionario y el compromiso. La rebelión tiene significación.

Finalmente, el autor menciona que en toda la historia del arte dramático sólo hay dos
obras en las que el héroe no puede abandonar su lugar, desde el principio hasta el fin de la
representación. Una de ellas es Prometeo encadenado.

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