ESCUELA DE TEOLOGÍA, EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS “MARÍA, MADRE Y MAESTRA”
ANTROPOLOGÍA CRISTIANA
Ensayo 2. SALVADOS POR LA ESPERANZA (SPE SALVI)
SANTO PADRE BENEDICTO XVI
La fe y la esperanza van de la mano, ambas forman parte del ser
cristiano. Un cristiano no puede estar sin esperanza. Allí donde hay fe, también nace la esperanza. En resumen, para mí, la fe consiste en la siguiente certeza: Dios es todopoderoso y Dios es amor. Estas dos certezas hacen que pongamos nuestra esperanza en la ayuda de Dios. Porque Dios es todopoderoso y porque me ama, me ayudará. No abandonemos la esperanza en Dios, Dios quiere ayudarte y lo hará.
Además creemos en Dios a través de Jesucristo. También de esta fe
resulta una maravillosa esperanza. Creemos que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha venido a la tierra para hacer accesible a los hombres el perdón de los pecados y la vida eterna. Porque creemos en Jesucristo esperamos en la vida eterna. Ser cristiano significa: Tener esperanza en la vida eterna.
Jesucristo también es la razón de nuestra esperanza. Porque Él ha
prometido: « Retornaré… », Y: « Quiero que donde yo estoy, también estéis vosotros… » (Juan 17:24) Él no solamente es la razón de nuestra esperanza, sino Él mismo es nuestra esperanza. Él es el objeto de nuestra esperanza; esperamos en Él. Esperamos en la vida eterna, es decir en la comunión eterna con el trino Dios. Hemos reconocido a Dios a través de Jesucristo. Por esto amamos a Dios, porque Jesucristo nos ha mostrado su Padre, el Dios verdadero y vivo: el Dios del amor, el Dios de la gracia, el Dios de la proximidad. Así aspiramos a estar eternamente cerca de Dios, este Dios que conocemos a través de Jesucristo. En este sentido Jesucristo es nuestra esperanza. Este es el Dios con quien queremos estar en comunión eterna. Esta es nuestra esperanza. Continuemos orando para que los hombres encuentren el camino a Jesucristo, porque nosotros tenemos esta fe y esta esperanza. En definitiva, vivir la esperanza cristiana es vivir la esperanza en la promesa de Aquel que nos ha amado hasta el extremo. Se trata de enfrentar los dolores y pruebas de cada día sabiendo que la cultura de la muerte, el mal, la injusticia y el sufrimiento no tienen la última palabra ya que Cristo ya ha vencido al mundo. En efecto si crecemos en nuestro conocimiento y amor al Señor lograremos “atrapar” en nuestra tinaja la gran consoladora virtud de la esperanza.