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INTRODUCCIÓN

En el trascurso de los años vemos organizaciones que dicen preservar el


bienestar general, al tiempo que toman decisiones inmorales (injustas,
incorrectas), donde lo que buscan es obtener resultados económicos o logros
políticos. Estas no solo son cuestiones accidentales, debido a la ignorancia de
los directivos o a la fuerza de los mercados. Organizaciones eficientes quizás,
pero también con alto riesgo y necesidad de control, que llevan a una baja
calidad de vida y fuerte crítica en su contexto.

Las organizaciones mantienen ocultas sus prácticas de doble inmoralidad; las


cuales se ven articuladas en las situaciones perversas, donde aquellos
promotores que se encuentran dentro del sistema no se sienten culpables o
anormales y solo dicen tener una particular interpretación de los valores
sociales.

La perversidad es una realidad que parece cuando se analiza a las


organizaciones desde lo ético y lo moral. Pero es también una realidad que se
convalida a sí misma, que se autojustifica, que no se entiende como anormal
cuando se la entiende desde una perspectiva autónoma o autorreferencial.

Cuando se habla acerca de sistemas perversos, Esta hace referencia a algunas


pautas de relación y modelos de pensar. Los sistemas perversos representan la
práctica de la inmoralidad y son la manifestación de un orden destructivo. Lo
perverso no es algo absoluto y no puede decirse de una misma conducta que en
cualquier lugar será siempre ilegal, destructiva o egoísta. La perversidad es una
definición que requiere ser contextualizada. No hay organizaciones que sean
perversas en sí mismas. Lo invariable para cualquier situación es la relación
circular y la existencia de requerimientos contradictorios (Ej. ser juez y parte en
un mismo proceso).
Ética de las organizaciones
La ética social aplicada
las actitudes y requerimientos contradictorios se refiere con el concepto de doble
moral a lo que tiene una intencionalidad y destructiva. Como es el caso de
predicar solidaridad y decidir en base a los beneficios individuales, hablar de
igualdad mientras se condena a las minorías étnicas a trabajos inferiores o
sostener los valores de la democracia y perseguir a quienes piensan diferente.
El concepto de ética en sus diferentes acepciones básicas

La primera orientación es aquella que nos va a describir y utilizar metacriterios


para explicar el sentido de los vocablos y enunciados éticos. Los metacriterios
son aquellos que nos van a permitir diferenciar lo bueno de lo malo, lo justo de
lo injusto, lo libre de lo dominado. Este enfoque desde la propia ética estudia el
significado de los valores y de los juicios de valor en el plano de lo simbólico, es
decir, qué significan dichos principios para los individuos que coexisten en el
sistema. Estas mencionadas líneas ideológicas llevan a la construcción de la
identidad corporativa. La desviación perversa consiste en los intentos de
confundir una construcción social y cultural (como los valores) para tratarlos
como si fueran algo impuesto, inevitable.

La segunda orientación es acerca del estudio de la ética vincula a los contenidos


normativos o restrictivos del comportamiento; estos conceptos son los que van
a definir las conductas socialmente aceptables. En el ámbito de la moral positiva,
la definición del debe ser. (igualdad., libertad). Son la ideología, las creencias,
los prejuicios en los grupos y las organizaciones sociales. Son conceptos que
sirven para definir las culturas socialmente aceptadas. La desviación perversa
consiste en la imposición de valores que los miembros no reconocen como
propios.

Por último, la ética de las desigualdades o ética aplicada en situaciones o


contextos específicos como por ejemplo las cuestiones de discriminación sexual
o racial, la obediencia debida. Las desviaciones perversas tienen que ver con la
corrupción, la hipocresía, la mentira o el cinismo que se dan en las prácticas
sociales.

Diferentes alcances sobre las definiciones de la ética


 Mantener los valores como algo absoluto, sin considerar el contexto o las
consecuencias de su aplicación. Aquí es donde la desviación consiste en
ignorar las desigualdades sociales y culturales, o las diferencias de poder
entre los miembros, que impide que ellos puedan elegir libremente en la
organización.
 El llamado relativismo moral nos va a permitir reconocer los límites
culturales y se basa en las tradiciones, los usos y costumbres aceptados
en un determinado lugar y momento histórico. Se considera como
desviación perversa la cambiante interpretación personal de los códigos
morales según la conveniencia de los participantes y las necesidades del
momento.
 En tercer lugar la conciencia moral como algo autónomo que permita
valorar los actos como correctos o incorrectos, con lo que es considerada
como un hecho irracional donde la moral está subordinada a los dictados
del poder social. La deviación perversa es pensar solo en términos de
represión, vigilancia y castigo. Donde de las organizaciones manifiestan
un discurso autoritario, este se puede apreciar en los sistemas de
recompensa solo materiales, imponer la obediencia de los miembros
como una norma incondicional, asumir la responsabilidad es una
obligación o considerar el beneficio como única motivación.

La ética social se refiere a la existencia de metacriterios que van a guiar y evaluar


el comportamiento del hombre en la sociedad. Criterios tales como la bondad, la
justicia y la libertad. Considerando estos metacriterios como éticos en tan to son
conocidos y compartidos en la vida de las organización es y grupos sociales.
También en el interior de las organizaciones se construyen conjuntos de valores
y creencias que definen lo permitido y lo deseable para sus integrantes. En ellos
encontraremos un ethos o sistema de valores congruentes con la misión
institucional.

A la vez, estos establecimientos funcionan en el marco de un complejo orden


político, social, cultural, jurídico y económico. Las consideraciones éticas y
morales atraviesan las organizaciones y se proyectan sobre su entorno con
distinto grado de adhesión y legitiman las prácticas.

Lo inmoral se refiere al incumplimiento en la organización de los principios


cohesivos, del “deber ser” social, de los valores que sostienen y articulan la
sociedad.

La ética social es aquella que implica un conjunto de principios que trascienden


a lo particular y permite que las organizaciones sociales coexistan en un medio
más amplio, sin por ello dejar lo que tienen de diversas y autónomas.

La ética es el fundamento cuyos valores esenciales deben organizar la vida


social, como la libertad y la dignidad humana, el bien común, lo bueno, lo
equitativo y lo justo. Para lo que se le asigna un conjunto coherente de
significados al vocabulario valorativo, de manera que el análisis de lo deseable
no dependa exclusivamente de las definiciones individuales. También brinda
argumentos que muestran al ocio y la mentira como algo inmoral

Querer, poder y deber ser


En el estudio de la perversidad en las organizaciones sociales, hablaremos de
la ético como las razones del deber ser, de los mandatos que se autojustifican
porque llevan las razones en sí mismos y no requieren ser demostrados para
exigir (moralmente) su cumplimiento.

La ética se sitúa en la perspectiva del deber ser, en la visión de la función social


de las misiones y de los roles de la organización. La ética se basa en el concepto
de imperativos categóricos o universales. Un imperativo categórico es un
concepto a priori que explica un deber, una ley moral.

En el campo de lo ético los preceptos son mandatos categóricos, donde estos


se definen como imperativos los cuales siempre deben cumplirse. La
complejidad de lo ético radica en que los imperativos (él debe ser), no están
conectados entre sí de manera lineal.

La ética social aplicada se refiere a un conjunto de metaprincipios acerca de los


temas que los juicios morales deberían de respetar .la discusión que se produce
acerca lo absoluto y lo relativo de los principios morales es uno de los asuntos
que trata el discurso metaetico. Es el tema de la contextualización del
comportamiento social en grupos y organizaciones, esto con el objetivo de
evaluar la legitimidad de los valores aplicados.

En lo ético también se discute acerca del significado de los valores y sus


alcances como reguladores de la conducta. Por ejemplo, en ciertas
organizaciones sociales, que significa la lealtad al fundador, la responsabilidad,
la equidad en los actos y también que significa la lucha competitiva o la
solidaridad como valor en ese sistema.

El contenido de la perversidad, la desviación concreta la define el observador


externo. El formula una definición heterónoma, esto quiere decir, que confrontan
la acción o situación concreta con un principio, mandato o valor que a los efectos
de su evaluación toman como referencia de lo justo, lo bueno, lo verdadero. La
diferencia con los actores de la perversidad es el encuadre o marco de referencia
de la acción.

La ética social aplicada se refiere a un conjunto de metaprincipios acerca de los


temas que los juicios morales deberían respetar.

En el plano de la ética social se discuten los criterios externos, aquellos que los
integrantes toman como referencia para dar validez moral a sus acciones o para
definir su sentido de la responsabilidad. Dado que no es factible ordenar lo moral
en una jerarquía de valores, el problema de la ética es el alcance, la prioridad, y
coherencia entre principios que afectan otros principios.

No se puede hablar de la perversidad como si se tratara de algo absoluto o


invariable, sino que cada situación necesita definirse por referencia a la ética, es
decir, los valores que van a hacerse prioritarios.

La ética autoritaria
Podemos encontrar 2 desviaciones en el plano de lo ético que son: el relativismo
y el autoritarismo.

En el primero se puede apreciar que existe un estado de confusión moral en la


cual se admite en lo cotidiano que los juicios de valor acerca de la
responsabilidad social son asunto de preferencia arbitraria. La idea dominante
es quo no existen afirmaciones objetivamente válidas. Algunos de los valores del
relativismo que podemos encontrar son el éxito, los triunfos materiales, la
competitividad despiadada, las cualidades mágicas de los líderes o el utilitarismo
el cual nos hace pensar que solo es verdad aquello que nos sirve.

La ética autoritaria nos dice que si algo es bueno para la empresa, entonces
también lo debe ser para el integrante. Sostiene que las organizaciones son
instrumentos sociales; Donde la búsqueda de sus metas los justifica para ejercer
todo el poder necesario incluyendo el recurso a las fuentes irracionales de la
autoridad, como el temor, ansiedad e impotencia. Las organizaciones con
relaciones perversas le temen a la crítica y es por tal sentido que buscan la
sumisión emocional de sus integrantes.

El concepto de autonomía y disciplina, son criterios adicionales que nos van a


permitir poder distinguir entre la moral y la ética; el concepto de ética indica
aquello que es propio de si, con respecto a la naturaleza de la situación, pero en
la práctica esta nos conduce a seguir valores superiores a los propios (la idea de
lo bien y de lo justo).
Se establece el culto a la obediencia debida típica de sistemas totalitarios. Los
códigos éticos requieren para su plenitud la libre adhesión de los actores
sociales, supone una voluntad de los actores de hacer el bien en libertad, no una
imposición. En cambio, la moral implica una contextualización y se refiere a
ciertos valores, usos y costumbres en la comunidad Través de esta las
organizaciones buscan la adhesión, pero esta se aplica a ciertos proyectos,
credos o valores específicos. En esta se plantea la posibilidad de poder manejar
los códigos morales para el beneficio del poder político. Frente a lo autoritario se
encuentra la ética humanitaria. (Defensa de la vida).
El ethos de la organización
Ethos significa el modo de ser o el carácter, el cual se va adquiriendo o
incorporando a lo largo de la vida del individuo. El ethos de una institución no es
lo deseable fijado desde la exterioridad sino algo que se construye en lo interno,
una representación que a la vez es modelo. Es el modelo de organización que
se define en el nivel del control intrínseco del sistema social para orientar la
conducta de sus integrantes. Este modelo no es una decisión de gobierno, es lo
que emerge y está respaldado por las prácticas cotidianas en la organización.
Es un rasgo cultural y no un diseño formal. El ethos es sólo el nombre para un
sistema de preferencias que los integrantes tienen en cuenta como criterio para
orientar sus acciones y como modelo para la interacción cotidiana en el marco
de la organización

El ethos de la organización no es un esquema rígido porque se realimenta con


el resultado de la experiencia. No estamos hablando de objetivos o metas, sino
de rasgos que identifican la organización, las premisas articuladoras que los
integrantes aplican sin ser replanteadas en lo cotidiano. El ethos dentro de la
organización no refleja las demandas ambientales, sin o que solo refleja los
límites que la organización fija. La perversidad nos da una visión heterónoma
(sometido a un poder externo), es decir, ver a las organizaciones cuidar el medio
ambiente, El concepto de catástrofe es aplicable a los procesos perversos
cuando ellos cuestionan o ponen en peligro estos valores de la organización con
manifestaciones que los contradicen.

La misión no cumplida
El sistema de valores y creencias tiene una función articuladora de los grupos y
organizaciones, sostiene la cohesividad en las acciones de sus integrantes.
Dicha función se ubica en el "metacontrol" del sistema.

Es el nivel donde se formula el ethos organizacional. El concepto de control en


este metacontrol no implica vigilancia o imposición; en este nivel las
organizaciones tienen su propia representación conceptual acerca de si misma.
El ethos es el modo de decir por el cual los integrantes interpretan y dan un
sentido compartido a sus relaciones con los otros, y el exterior de la organización.

La perversidad puede entenderse como una desviación que para el observador


afecta el ethos, el modelo de organización construido en el nivel de control del
sistema. Aparecen realidades contradictorias que impiden tener en claro cuáles
son las acciones consideradas organizacionalmente legítimas.

La desviación es que se pueden presentar en los valores de modelo de una


organización, son particularmente visibles en aquellas organizaciones que
presentan una cultura cerrada y estructuras jerárquicas, basadas en la
permanencia de los valores tradicionales o fundacionales de estas.
Cuando el sistema admite las desviaciones, decimos que hay una redefinición
de los valores en el nivel de metacontrol. Aparecen valores y lógicas
contradictorias (doble discurso) que normalizan las acciones desviadas.

La perversidad está presente por el uso de la estructura vigente, por la


intencionalidad, por los prejuicios, por la impunidad y por los refuerzos
ambientales que esta desviación recibe desde otras dirigencias políticas,
sindicales, empresariales y gubernamentales.

El orden destructivo

Si consideramos la función social de las organizaciones en su medio decir que


sus acciones son perversas significa afirmar que por razones estructurales están
produciendo lo contrario a lo esperado.

Pero en su interior esas mismas organizaciones funcionan bajo un orden que les
es propio y su falta de efectividad no deriva necesariamente en crisis o conflictos.

Modelo perverso de organización como un esquema basado en el uso del poder,


pero no en sus formas violentas sino en le simulacro., la hipocresía, la tiranía
blanda, el ocultar, las contradicciones.

En este modelo perverso de organización la cuestión pasa por la representación


y el ejercicio que los dirigentes hacen del poder, instalando un cambio en lo
aparente y manteniendo el control en lo profundo.

A pesar de que los dirigentes están convencidos de ser los únicos que poseen
la inteligencia del sistema, simulan y sostienen el discurso sobre la importancia
y valor de la contribución de los integrantes.

Esta perversión es una de las más peligrosas porque aprovecha la credibilidad y


se apoya en la buena fe de los actores.

Aunque se las llame organizaciones perversas su orden interno les permite


sobrevivir y exhibir una relación continuada, aunque impuesta entre los
integrantes.

Hablar de la perversidad o del desorden resulta de un análisis sincrónico válido


para un momento y por lo tanto no pretende mostrar una degradación o un
proceso de cambio. La perversidad como elemento de la realidad social no es
una constante, pertenece al mundo de las versiones sobre lo que está
ocurriendo.
No son hechos perversos en sí mismos, no son algo inmutable, pueden cambiar
de signo considerando las condiciones en que se producen.

Aún reconociendo los síntomas negativos de dolor y enfermedad que dichas


situaciones producen, ellas se convierten en una realidad perversa, cuando se
contextualizan, se ubican en el marco de las leyes, la moral, las ideas y creencias
sociales.

Las desviaciones perversas implican la coexistencia de un orden impuesto


destructivo.

En la definición de la perversidad, decimos que existe un desorden cuando:

a) La organización como parte de un sistema social bajo la mirada de un


observador externo se ubica en una situación de marginalidad o de ilegitimidad
respecto de los principios regulatorios de carácter ético o moral.

b) La organización permite la aparición y subsistencia de relaciones injustas,


enfrentamientos y factores de disociación en sus procesos sociales internos,
como también perjuicios a las personas que utilizan sus servicios.

Desde una perspectiva heterónoma, dichos actos no son inevitables ni


necesarios, sino producto de una trama de relaciones. Dichas organizaciones se
desnaturalizan como instituciones cuando, desde una perspectiva más extensa,
las confrontamos con la misión para la que fueron concebidas o con su propia
función social.

Desde la perspectiva de lo social, se considera como desorden el


desplazamiento de los propósitos fundacionales o la transformación de los
medios en fines.

En la perversidad encontramos un ejemplo del cruce o la coexistencia entre los


conceptos de orden y desorden. Es una coexistencia destructiva.
Las desviaciones perversas no implican necesariamente la existencia de un
estado de crisis o una ruptura en la organización. Lo perverso tampoco significa
un proceso de cambio social, sino una relación, un vínculo para el lugar y tiempo
determinados por la observación. Se caracteriza porque está formalizada como
una trama o una atadura lista para producir daño o injusticia en forma recurrente.

Los procesos y relaciones perversas son parte del orden establecido cuando se
los explica desde la visión autónoma de sus ejecutores, Pero vistos como
desviaciones o transgresiones son componentes de un desorden instituido por
los integrantes de la organización.

Una organización funciona en un marco de orden-desorden, en una relación que


es coexistente, complementaria y contradictoria.

El orden en una organización es un concepto que nos habla de una razonable


armonía, complementariedad entre las partes, regulaciones que tienden a la
cohesividad del sistema.

En el análisis de la perversidad el desorden que nos preocupa no es el vacío o


la anarquía sino la destrucción.

Es posible un desorden positivo o creativo.

Hay puntos de bifurcación en el camino de las organizaciones en que una idea,


un individuo o un nuevo comportamiento pueden trastornar el estado global
formando una nueva coherencia. El concepto de estructura disipativa pone de
relieve la paradójica relación entre el orden y a desviación.

En las organizaciones sociales el concepto de orden no se refiere a la


uniformidad porque ello sería sinónimo de desaparición. El concepto de orden
no excluye la presencia de intereses diferentes.

Lo disonante es que exista represión, porque ello profundiza dicho rechazo. Este
modo perverso de actuar es el punto de partida para los círculos viciosos
Relaciones recurrentes y asimétricas.

Nuevamente el concepto de perversidad no se focaliza en un acto ilegal o el


ejercicio aislado de la fuerza física, sino que es un concepto orientado a
denunciar la trama cultural que permite y mantiene estas desviaciones. Cuando
hablamos de una trama perversa nos referimos al tráfico de influencias, las
sociedades o conjuras para guardar silencio, los compromisos y pactos políticos
para gozar del poder, el crimen corporativo o las formas ocultas de persuadir
mediante los falsos mensajes que transmiten los medios públicos de
comunicación.

El orden excluye al desorden y viceversa.

Es necesario concebir una relación compleja, a la vez complementaria,


concurrente y antagonista entre estas dos nociones.

El predominio del orden repetitivo ahoga toda posibilidad de diversidad interna y


se traduce en sistemas pobremente organizados. A su vez la extrema diversidad
corre el riesgo de hacer estallar la organización y se transforma en dispersión.

Lo perverso es entonces, la elección de un particular configuración orden-


desorden porque ello implica determinar quienes serán las víctimas i quienes los
beneficiados.

Debe entenderse en el marco de los valores y creencias que desde el medio


social atraviesan las organizaciones. En lo interno tiene que ver con los intereses
y relaciones de dominación vigentes en cada establecimiento.

Dicha configuración orden-desorden se relaciona entonces con la racionalidad


dominante en la organización en un momento determinado.

Por supuesto que esta coexistencia no siempre es destructiva y por el contrario


puede ser fuente de ruptura y creatividad. Pero en las situaciones perversas las
víctimas conviven con esa dialógica del orden-desorden y deben permanecer en
ella, algunos con placer y otros con sufrimiento.
Acerca de lo anormal - normal

Lo normal es la manera en que se espera que ocurran las cosas, porque es algo
conocido, que se reitera, que se acepta en el plano de lo social, se conozcan o
no las razones de esta expectativa. Es además el punto de referencia respecto
del cual puede afirmarse que algo está desviado o es una transgresión. Cuando
se dice que ocurre lo normal, no es necesario dar explicaciones. Hablar de una
acción como normal significa que se ha constatado si cumple o no cumple una
condición o regla reconocida por el conjunto de los actores sociales.

Dado que estamos estudiando las organizaciones debemos incorporar al análisis


el concepto de legitimidad de lo normal, o sea la medida en que la práctica se
encuentra sancionada, reconocida o establecida socialmente. La normalidad y
las transgresiones se entienden con referencia a las acciones, procesos,
estructura de la organización y también respecto del orden instituido en el medio
social.

El criterio de la salud-enfermedad

Otras de las referencias para denunciar un proceso o relación como perverso es


afirmar que es parte de una enfermedad.

Dos marcos de referencia respecto de los cuales dicha denuncia tiene sentido:
la falta de adaptación al medio y la presencia de disfuncionalidades en la
dinámica interna de la organización, que afectan a su supervivencia.

En cuanto al problema de la adaptación, lo perverso no es sinónimo de


enfermedad porque las organizaciones pueden estar enfrentando agresiones
externas o ser instituciones cuya razón de ser es el cierre.

Con el criterio de la desadaptación pueden considerarse enfermas


organizaciones sociales en cuyo interior operan sectores reaccionarios, aquellos
que se sostienen por medio de privilegios, que retrasan al sistema o impiden su
acople con los cambios ambientales.

Respecto de la disfuncionalidad, la analogía con la perversidad puede provenir


de la deformación burocrática que desvincula a la organización de su razón de
ser provocando el desplazamiento de fines.
Lo perverso en esta disfuncionalidad es que los miembros están atrapados por
sus contratos laborales y amenazados por la desocupación.

También son destructivos los mecanismos sociales de defensa que desarrollan


los miembros para enfrentar la angustia que les genera su trabajo. Porque estos
mecanismos dehumanizan sus relaciones con los demás.

En el dominio de las organizaciones sociales encontramos funcionando lógicas


diferentes en espacios que se comunican y también se interfieren de manera que
es difícil que todos los intereses sean satisfechos en forma simultánea. Es un
disfuncionalidad no perversa sino de tipo friccional.

La perversidad al igual que la metáfora de la enfermedad, depende de lo


considerado normal o sano. En el caso de lo perverso la referencia es el orden
instituido, lo moral. Pero a su vez el orden por lo que tiene de impuesto puede
ser un disparador de reacciones transgresoras.

Porque además lo normal también tiene sus procesos de actualización.

Las personas con códigos éticos y morales elevados pueden cometer acciones
criminales dominadas por intensas emociones.

Los impulsos que pone en acción un criminal también existen en la mente de


ciudadanos aparente mente normal.

No existe una perversidad natural, sino que las desviaciones malignas o


autodestructivas son emergentes de una conjunción de las variables
estructurales y perturbaciones del contexto.
Los hacedores de la ley

Trataremos el tema de la legalidad y legitimidad en el plano de las realidades


perversas.

Lo perverso no está encarnado o inscripto en el carácter de los integrantes de


una organización y tampoco es un rasgo aislado de una entidad. Es un concepto
que se encuentra en el vínculo que construyen los integrantes, una trama
voluntaria en la que también quedan atrapados.

No es que un ser sea perverso solo por su relación con otro, es la relación entre
uno y otro lo que es perverso o no. Según esa relación pretenda fundar por sí
misma su propia ley.

Si la realidad originaria no es sustituida por el montaje se vuelve angustiante o


depresiva para los actores.

En lo perverso hay una relación con lo Otro, el mundo exterior, la familia, el grupo
social de pertenencia u otros vínculos con algo que el actor no siente como
propio, como lo cultural, lo social. El actor se encuentra en tensión respecto de
lo Otro e intenta entonces atraparlo y convertirlo en subproducto. Lo quiere
inmovilizar a través de la ley, el contrato, la verdad impuesta, el convencimiento
sin posibilidad de discusión.

El Otro es el mundo que se da por sentado y que se cuestiona en los procesos


perversos.

La estructura perversa puede ser considerada como aquella que se opone a la


estructura del Otro, la sustituye y convierte a los demás en víctimas, cautivos,
cómplices.

Lo Otro en relación perversa, es la búsqueda de control sobre lo extraño y lo


inconsciente.
Para el actor perverso lo externo es una fuente de demandas, fantasías,
impulsos enigmáticos, sucesos desconcertantes. Es lo no controlable.

Desnaturalizar lo social
Son naturales los comportamientos y procesos que ocurren según lo esperado,
de acuerdo con las expectativas de los participantes y considerando las
condiciones históricas de producción del hecho. Desde una perspectiva
heterónoma, lo natural en la vida social son las uniformidades en procesos que
son compartidos en la sociedad (justicia, educación).
Son naturales también las consecuencias derivadas de la fuerza de la naturaleza
y de los hechos sociales.
La naturaleza se relaciona con la misión fundacional, la razón de ser, los rasgos
de identidad de un proceso, institución u organización social. Acá, la perversión
es una desviación a la naturaleza de la organización. A veces, la perversión
consiste en tratar de mostrar como algo natural procesos que no son inevitables
ni necesarios para la supervivencia de la organización.
Los ciclos de la naturaleza son invariables pero los enunciados sobre dichos
ciclos pueden ser calificados como verdaderos o refutados como falsos. Las
leyes no pueden ser infringidas ni forzadas porque no dependen del control
humano. En cambio las leyes normativas son prescripciones que pueden
considerarse buenas o malas, o sea pueden cumplirse en grado variable según
las creencias y el temor a las sanciones.

La selección natural deja de consistir en la apropiación de los recursos naturales


para transformarse en apropiación de los recursos de los otros. Se torna en
explotación social.

En el marco de esta explicación, las acciones perversas en las organizaciones


sociales son algo inevitable, pero no lo es en el sentido de las leyes de la
naturaleza.

La acción humana intencional hace que las desviaciones ocurran.

Actores, víctimas y cómplices


Rasgos recurrentes que implican que una realidad organizacional tiene
componentes perversos:
 evaluación que se realiza desde la perspectiva del observador social
 la existencia de una desviación respecto de lo normal o natural
 la presencia de algo negativo e inevitable para los damnificados
 la intencionalidad de las acciones
 el carácter esquemático y recurrente en el contenido de los actos
 la impunidad o falta de castigo hacia los promotores y cómplices
 la transgresión respecto de principios morales y éticos sustentados en el
contexto social
En las relaciones perversas existe también asimetría y desigualdad.
Viendo los efectos sobre las víctimas una situación perversa es una
demostración de la negatividad del poder y sus implicancias destructivas. Los
afectados la reciben como una sanción injusta, desproporcionada.
Una desviación se caracteriza por ser una situación buscada, una destrucción
razonada, características no compartidas con la metáfora de la salud -
enfermedad. Se utiliza el concepto de complicidad para mostrar la impunidad
debida al ocultamiento y la falta de denuncia de los componentes del sistema.
Desde lo interno, los participantes no siempre pueden discriminar lo moral o
inmoral de sus acciones. (Perversión o desviación es ocultar algo ilegal en la
organización)

La perversidad implica mantener la interacción con otros sistemas sólo en lo


necesario para la supervivencia.

Desde esta perspectiva (la mirada desde el interior) los integrantes de un sistema
no siempre están preparados para discriminar entre lo moral e inmoral y lo justo
o injusto de sus acciones.

En estos sistemas de control burocrático, que son encargados de la fiscalización


externa, existe la perversión de intentar sobrevivir sin denunciar dicho comercio.

La intencionalidad de los actores


Los fines de los actores no van más allá del beneficio propio, se trata de una
"voluntad perversa". Lo perverso consiste en tomar las consecuencias sobre los
demás, pensar en ellos con un sentido utilitario y compulsivo. Los actores se
preocupan por la misión organizacional pero solo al efecto de conocer las
sanciones por incumplimiento y la medida en que esa misión coincide con sus
fines personales. Los actores hacen una visualización anticipada de los efectos
buscados.
En lo perverso la estructura de la comunicación lingüística se orienta a ejercer
una influencia sostenida sobre el oyente. Las partes se adhieren al "contrato
significante" aun siendo desigual.
La intencionalidad implica que hay una falta de transparencia entre lo dicho y lo
que se pretende conseguir. El discurso de la mentira es una forma de
perversidad. La intencionalidad no siempre implica querer perjudicar a alguien
en especial.
Existen procesos destructivos en que la intencionalidad no aparece claramente.
Dichos procesos están más cerca de los impulsos, la agresión y la irracionalidad,
que de los actos perversos

La perversidad se materializa en acciones, es decir que se realiza en forma


deliberada. En la organización se sabe que hay damnificados pero ello no implica
que se los individualice. En lo perverso es común pensar en las víctimas como
una categoría, un código, una clase de personas. Es decir que, si bien se piensa
en los otros, también se los deshumaniza.

La deshumanización de la víctima como neutralización.

En la perversidad se incluye una gama de situaciones que van desde el deseo


de agredir a ciertos sectores, hasta quienes deben cumplir con órdenes
superiores que no comparten moralmente.

Existen procesos destructivos en que la intencionalidad no aparee claramente


como algo pensado. Dichos procesos están más cerca de los impulsos, la
agresión y la irracionalidad, que de los actos perversos.

Ello corresponde a otro tipo de anormalidad más vinculada con la patología de


los integrantes, que con las cuestiones de perversidad institucional.

En estos casos extremos, la anormalidad o transgresión es provocada sin


reparar en los medios que se utilizan. Es la perversidad de los medios que se
hacen fines. Son procesos en que se busca desestabilizar o borrar el orden
establecido.

Racionalidad y sistema de ideas

Las organizaciones buscan y necesitan ser racionales. Lo racional es el pensar


y actuar de modo previsible y sobre bases conocidas. La racionalidad también
significa actuar dentro de un sistema de ideas y valores propios de la
organización y de acuerdo con las creencias compartidas.
Existen aspectos distintivos para entender la racionalidad de las organizaciones:
carácter subjetivo, relativo y auto reforzante. Lo primero significa que lo racional
no equivale a lo real, objetivo. Los actores al decidir incorporan su propia visión
del mundo. Segundo, la racionalidad se entiende en un marco dado por el
observador, existe un contexto normativo. Tercero, la experiencia de los
integrantes y su estructura de pensamiento los lleva a ser recurrentes, a repetir
soluciones y explicar los sucesos con lo conocido. La organización se cierra para
proteger su racionalidad.
Lo irracional no significa necesariamente negativo o indeseable. Se ve la relación
racional - irracional presente en la organización en un mismo momento. Lo
irracional tiene su lógica, que es el desorden o lo destructivo.
Existen 2 tipos de racionalidad: decisoria y en las acciones. Ninguna es superior
a la otra sino que sirven a distintos propósitos.
Existe también una irracionalidad constructiva (no se consideran ni evalúan
distintas alternativas) y la destructiva (perversidad)
Puede decirse que las ideologías - sistema de ideas - pueden ser negativas
porque los integrantes deben tomarlas como siempre ciertas. Las ideologías
funcionan como mínimo en orden a la conservación y legitimación de lo existente.
Es un sistema de pensamiento cerrado, factor de rigidez en los comportamientos
individuales y grupales

En este sistema de ideas y valores también se encuentra un trasfondo de


utopías, mitos y estados ideales. Hay falta de practicidad de lo ideológico.

Si pensamos ahora en la dinámica de la organización, en la necesidad de


promover acciones innovadoras, las ideologías tienen connotaciones negativas.

Sus fundamentos no se explicitan tienen un carácter dogmático y los integrantes


deben tomarlas como siempre ciertas. Dado su tono imperativo o de mandato,
no es posible demostrar su falsedad.

Las ideas rectoras son complejas y so siempre consistentes. En los hechos una
definición ideológica significa que no todos los valores tienen en una
organización igual peso relativo a la hora de actuar. Por lo tanto, es reductora de
variedad en aquellas situaciones de riesgo o incertidumbre.

Las ideologías funcionan como mínimo en orden a la conservación y legitimación


de lo existente. Es un sistema de pensamiento cerrado, que no puede revisarse
a sí mismo. Es un factor de rigidez y de a criticidad en los comportamientos
individuales y grupales.

Lo importante es dar a luz la confusión o la falacia que los actores introducen en


la relación comunicativa, cuando lo hacen con fines manipulativos.

La irracionalidad de lo perverso
Las organizaciones sociales logran cierta estabilidad y continuidad porque sus
integrantes intentan comportarse de modo racional. Es decir, pensando, diciendo
y actuando de modo previsible y sobre bases conocidas. El concepto de lo
racional destaca la existencia de un marco normativo, un orden establecido que
se comunica y se enseña y que los integrantes comparten, la decisión racional
supone la existencia de un marco de expectativas compartido y conocido por
todos los integrantes. Significa que sus integrantes actúan de un modo razonable
y que también conocen cómo los demás esperan que ellos actúen.

La racionalidad también significa actuar dentro de un sistema de ideas y valores


propios de la organización y de acuerdo con las creencias compartidas. Actuar
según las demandas de la situación, las organizaciones como condición para su
continuidad buscan y necesitan ser racionales. También se integran en la
realidad organizacional los sucesos, eventos, excepciones, errores,
equivocaciones y desviaciones a lo establecido.

Las instituciones creativas en forma deliberada dejan margen para cierto tipo de
irracionalidad (imaginación) en sus procesos, Nos preguntamos ahora por el
papel de la irracionalidad en las acciones de individuos y grupos en las
organizaciones. Porque las decisiones y acciones no racionales tienen fuentes
múltiples. Tienen que ver con la incertidumbre, la imprevisión, los errores y
equivocaciones ingenuas y deliberadas. En general, son comportamientos
desviados respecto de los modelos de decisión y muestran las contradicciones
entre el pensar, el decir y el hacer de los integrantes de la organización

Mecanismos de defensa perversos


Como se dice en términos de la cultura organizacional, las desviaciones
perversas se manifiestan de múltiples maneras, como la imposición no declarada
de prejuicios, ideologías y dogmas, También los ritos y convenciones que limitan
la creatividad, Esta desviación en el carácter de los integrantes en una
organización concreta no se manifiesta con síntomas conocidos. El analista no
tiene una sencilla regla de medición respecto a lo que es sano y lo que no lo es.
Se sustituyen el criterio médico con una valoración social, un criterio de
normalidad que es determinado por el promedio estadístico en cierta cultura. Es
entonces una valoración y no una categoría de síntomas, la que señala que
problemas son abordables como desviaciones, Los síntomas de perversidad
manifiestos en la cultura organizacional se producen en el marco de los
procesos de poder y dominación, que mantienen y refuerzan la trama y que
impiden su revisión o la actitud reflexiva de los integrantes, Debemos conocer
cuales son las condiciones ambientales, el contexto determinado en que se
producen y se mantienen las desviaciones. Hay rasgos de las organizaciones
sociales que permiten o conviven con lo destructivo, Desde el enfoque de la
perversidad los rasgos de la recurrencia, la búsqueda da certeza y estabilidad
en las convenciones y en las prácticas grupales, son el marco en que se instala
lo destructivo. Considerando que lo perverso tiende a normalizarse, y si bien es
una deformación desde la perspectiva heterónoma, también es cierto que los
propios actores lo viven como algo cotidiano

La fuerza de lo positivo
Bien nos dice que una de las posibles versiones de los grupos y organizaciones
sociales es la versión negativa o vista desde la perversidad son relaciones no
deseables desde la ética y la moral, pero recurrentes en la organización, no
desconozco ni niego la positividad de las organizaciones sociales. Desde el
afuera de la organización he tenido una idea de lo constructivo, del deber ser, de
las misiones sociales de las instituciones, Lo maligno también tiene su
racionalidad, no es algo aleatorio. No hay por que esperar que lo destructivo se
extienda hasta poner en peligro la continuidad de la propia organización maligna
(salvo la irracionalidad destructiva).

En algunos casos lo destructivo será una excepción superable, en otros la misión


será solo una máscara. Ello, a su vez ocurre en un marco socio-cultural que
corrige o convalida.

No he negado, sino ampliado estas definiciones, revisando el concepto de lo


normal y lo racional en los comportamientos sociales. En particular cuando lo
perverso es el propio orden que las instituciones reflejan, aquí la desviación es
del orden respecto de la ética y la moral en una sociedad democrática.

Para emitir mis apreciaciones sobre la realidad y lo deseable no he pensado en


cualquier marco institucional, sino en los valores que hacen a la dignidad
humana, a la libertad, autonomía, equidad, igualdad. De no existir este marco, la
referencia a lo normal y lo legítimo en las organizaciones sería imposible, todo
estaría permitido, El deber ser es lo positivo y la desviación en las prácticas
cotidianas de ciertos establecimientos no modifica el marco ético y moral.

Revalorizar y reconstruir la organización


Si bien nos dicen que ser positivo es un modo de pensar acerca de los aportes
de las organizaciones sociales, pensamiento que las reconoce como prestadoras
de servicios a la comunidad. Pero desde la perspectiva ética no puede aceptarse
que esos servicios se cumplan bajo condiciones destructivas para sus miembros,
para el medio ambiente o sus destinatarios externos. El analista, reformador,
directivo o político es positivo en la medida que no queda en el diagnóstico y
ofrece metodologías para la intervención correctiva en las organizaciones. Lo
ético no es sólo reflexión, siempre hay algo por intentar.

Ejemplo: caso escuela de gerencia


Los Casos Gerenciales son narraciones que describen situaciones a las que se
enfrentan las empresas, especificando los hechos y las opiniones de las que
dependen los gerentes para tomar sus decisiones ante esas situaciones. En este
sentido es de suponer que mientras más casos resuelva un estudiante mayor
será su habilidad para identificar problemas y formular soluciones. Se desarrolle
habilidades para esta actividad, para sustentar esas decisiones mediante un
análisis adecuado, que aprenda a comunicar sus criterios, a defender los hechos
y opiniones en debates, presentaciones o en informes escritos. Además de los
casos gerenciales y emprendedores encontramos los casos empresariales,
estos casos narran la historia de una empresa que logró ser exitosa.

Introducción del Caso


TelePizza es la primera cadena de comida rápida a domicilio fundada en
España. Se fundó en 1988 de la mano de Leopoldo y Eduardo Fernández Pujals,
propietarios de un 45.45% y un 32.35%, respectivamente, de las acciones de la
nueva compañía. El resto, un 22.20%, pertenecía a un grupo de socios
minoritarios. El gran artífice que ha convertido una pequeña pizzería del
madrileño barrio del Pilar en una de las 35 mayores empresas españolas por
capitalización bursátil se llama Leopoldo Fernández Pujals (en adelante Leo).
Leo nació en La Habana en 1947 en el seno de una familia acomodada, que se
exilió en Miami apenas un año después de la revolución castrista, cuando él tenía
13 años. Ingresó en los marines norteamericanos, luchando en la guerra de
Vietnam y regresando con una medalla y los galones de capitán. Tras estudiar
contabilidad y finanzas entró en la multinacional norteamericana Procter &
Gamble, y luego en Johnson & Johnson, que le envió a España en 1981. Seis
años más tarde, decidió dar un giro radical a su vida profesional y tras un año de
ensayo con Pizzaphone creo Telepizza

Evolución del accionariado de la empresa


En 1996, Leo se quedó solo al frente de la empresa tras ganar el pulso con su
hermano por la dirección de la compañía. Éste decidió entonces vender todas
sus acciones, reestructurándose el accionariado de la empresa. Así, tras una
gran campaña publicitaria en los medios de comunicación, se colocó un 45% del
capital de la empresa en bolsa vía una OPV (Oferta Pública de Venta de
acciones). Además, el BBV se quedó con un 9.1% de las acciones, lo que otorgó
a Telepizza una gran respetabilidad por parte de los analistas financieros. Por
otro lado, varios socios minoritarios se quedaron con el 7.9% del capital.
Finalmente, Leo se quedó con el 38% restante del capital, Tras la salida a bolsa,
TelePizza se convirtió en el valor con mayor protagonismo entre los pequeños
inversores, durante dos años de gran euforia en la bolsa española. Sus acciones
se colocaron en bolsa en noviembre de 1996 a un precio de 0.67 euros, llegando
a un valor máximo en junio de 1998 de 9.92 euros. Pero tras las fuertes subidas
de 1997 y 1998, en 1999 se produjo un importante correctivo en el valor de las
acciones, llegando aun valor mínimo de 4.10 euros y situándose el 22 de octubre
de 1999, fecha de la suspensión en la cotización de TelePizza decretada por la
CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), a un precio de 4.49 euros.
A partir de abril de 1999, se produjeron importantes cambios en la cúpula
directiva de Telepizza.

Estrategia
Telepizza ha experimentado importantes crecimientos desde su creación. Así,
en 1993 ya contaba con 100 tiendas en España. En 1994 y 1995, el número de
tiendas ya había crecido hasta 150 y 204, respectivamente, A raíz de la entrada
en bolsa de TelePizza en octubre de 1996, ésta se comprometió a incrementar
su tamaño en un promedio del 40% cada ejercicio durante los siguientes años,
justificando así el no reparto de dividendos. De este modo, TelePizza inició una
vertiginosa carrera hacia el crecimiento que “inauguró” en mayo de 1997 con la
compra de Pizza World por un total de 1.900 millones de pesetas. Sus primeros
pasos se encaminaron hacia su consolidación en el mercado español, optando
por una estrategia de integración vertical. A inicios de 1998 TelePizza compró
una empresa de transportes, Transportes Gutiérrez, y poco después hacía lo
propio con su proveedor de quesos, Luxtor, puesto que el queso representaba
casi el 40% del total de sus compras a proveedores. A mediados de 1998
TelePizza se había consolidado en el mercado español, donde había conseguido
una cuota de mercado de un 62%. Pero la necesidad de continuar su crecimiento
le llevó a tomar dos nuevos caminos, el de su diversificación en España y su
salida al exterior. Sus nuevos objetivos en España se concretaron en la creación
de Tele Grill, una cadena de tiendas de comida rápida a base de hamburguesas,
pollo y costillas; y de Tele Oriental, cadena de tiendas de comida china, hindú y
japonesa. Si esta experiencia resulta exitosa, también crearán una cadena de
tiendas especializadas en comida mexicana. Otra apuesta de TelePizza es el
proyecto Vending Pizza, negocio de máquinas expendedoras de pizzas que ideó
el empresario iraní Masoud Zandi y del que TelePizza entró a formar parte en
marzo de 1999. Respecto a su salida al exterior, ésta se inició con el anuncio en
abril de 1998 de una inversión de 4.000 millones de pesetas para crecer en el
exterior. En un principio, TelePizza se orientó a los mercados de Portugal,
Polonia, Méjico y Chile. Pero fue con la llegada de Carlos López Casas que
TelePizza apostó claramente por el exterior 600 establecimientos. El objetivo,
fijado a principios de 1999, era llegar a las 800 tiendas a finales de ese año, de
las cuales 230 estarán en fuera de España.
El orden destructivo

Si consideramos la función social de las organizaciones en su medio decir que


sus acciones son perversas significa afirmar que por razones estructurales están
produciendo lo contrario a lo esperado.

Pero en su interior esas mismas organizaciones funcionan bajo un orden que les
es propio y su falta de efectividad no deriva necesariamente en crisis o conflictos.

Modelo perverso de organización como un esquema basado en el uso del poder,


pero no en sus formas violentas sino en le simulacro., la hipocresía, la tiranía
blanda, el ocultar, las contradicciones.

En este modelo perverso de organización la cuestión pasa por la representación


y el ejercicio que los dirigentes hacen del poder, instalando un cambio en lo
aparente y manteniendo el control en lo profundo.

A pesar de que los dirigentes están convencidos de ser los únicos que poseen
la inteligencia del sistema, simulan y sostienen el discurso sobre la importancia
y valor de la contribución de los integrantes.

Esta perversión es una de las más peligrosas porque aprovecha la credibilidad y


se apoya en la buena fe de los actores.

Aunque se las llame organizaciones perversas su orden interno les permite


sobrevivir y exhibir una relación continuada, aunque impuesta entre los
integrantes.

Hablar de la perversidad o del desorden resulta de un análisis sincrónico válido


para un momento y por lo tanto no pretende mostrar una degradación o un
proceso de cambio. La perversidad como elemento de la realidad social no es
una constante, pertenece al mundo de las versiones sobre lo que está
ocurriendo.

No son hechos perversos en sí mismos, no son algo inmutable, pueden cambiar


de signo considerando las condiciones en que se producen.
Aún reconociendo los síntomas negativos de dolor y enfermedad que dichas
situaciones producen, ellas se convierten en una realidad perversa, cuando se
contextualizan, se ubican en el marco de las leyes, la moral, las ideas y creencias
sociales.

Las desviaciones perversas implican la coexistencia de un orden impuesto


destructivo.

En la definición de la perversidad, decimos que existe un desorden cuando:

a) La organización como parte de un sistema social bajo la mirada de un


observador externo se ubica en una situación de marginalidad o de ilegitimidad
respecto de los principios regulatorios de carácter ético o moral.

b) La organización permite la aparición y subsistencia de relaciones injustas,


enfrentamientos y factores de disociación en sus procesos sociales internos,
como también perjuicios a las personas que utilizan sus servicios.

Desde una perspectiva heterónoma, dichos actos no son inevitables ni


necesarios, sino producto de una trama de relaciones. Dichas organizaciones se
desnaturalizan como instituciones cuando, desde una perspectiva más extensa,
las confrontamos con la misión para la que fueron concebidas o con su propia
función social.

Desde la perspectiva de lo social, se considera como desorden el


desplazamiento de los propósitos fundacionales o la transformación de los
medios en fines.

En la perversidad encontramos un ejemplo del cruce o la coexistencia entre los


conceptos de orden y desorden. Es una coexistencia destructiva.

Las desviaciones perversas no implican necesariamente la existencia de un


estado de crisis o una ruptura en la organización. Lo perverso tampoco significa
un proceso de cambio social, sino una relación, un vínculo para el lugar y tiempo
determinados por la observación. Se caracteriza porque está formalizada como
una trama o una atadura lista para producir daño o injusticia en forma recurrente.

Los procesos y relaciones perversas son parte del orden establecido cuando se
los explica desde la visión autónoma de sus ejecutores, Pero vistos como
desviaciones o transgresiones son componentes de un desorden instituido por
los integrantes de la organización.

Una organización funciona en un marco de orden-desorden, en una relación que


es coexistente, complementaria y contradictoria.

El orden en una organización es un concepto que nos habla de una razonable


armonía, complementariedad entre las partes, regulaciones que tienden a la
cohesividad del sistema.

En el análisis de la perversidad el desorden que nos preocupa no es el vacío o


la anarquía sino la destrucción.

Es posible un desorden positivo o creativo.

Hay puntos de bifurcación en el camino de las organizaciones en que una idea,


un individuo o un nuevo comportamiento pueden trastornar el estado global
formando una nueva coherencia. El concepto de estructura disipativa pone de
relieve la paradójica relación entre el orden y a desviación.

En las organizaciones sociales el concepto de orden no se refiere a la


uniformidad porque ello sería sinónimo de desaparición. El concepto de orden
no excluye la presencia de intereses diferentes.

Lo disonante es que exista represión, porque ello profundiza dicho rechazo. Este
modo perverso de actuar es el punto de partida para los círculos viciosos

Relaciones recurrentes y asimétricas.

Nuevamente el concepto de perversidad no se focaliza en un acto ilegal o el


ejercicio aislado de la fuerza física, sino que es un concepto orientado a
denunciar la trama cultural que permite y mantiene estas desviaciones. Cuando
hablamos de una trama perversa nos referimos al tráfico de influencias, las
sociedades o conjuras para guardar silencio, los compromisos y pactos políticos
para gozar del poder, el crimen corporativo o las formas ocultas de persuadir
mediante los falsos mensajes que transmiten los medios públicos de
comunicación.

El orden excluye al desorden y viceversa.

Es necesario concebir una relación compleja, a la vez complementaria,


concurrente y antagonista entre estas dos nociones.

El predominio del orden repetitivo ahoga toda posibilidad de diversidad interna y


se traduce en sistemas pobremente organizados. A su vez la extrema diversidad
corre el riesgo de hacer estallar la organización y se transforma en dispersión.

Lo perverso es entonces, la elección de un particular configuración orden-


desorden porque ello implica determinar quienes serán las víctimas i quienes los
beneficiados.

Debe entenderse en el marco de los valores y creencias que desde el medio


social atraviesan las organizaciones. En lo interno tiene que ver con los intereses
y relaciones de dominación vigentes en cada establecimiento.

Dicha configuración orden-desorden se relaciona entonces con la racionalidad


dominante en la organización en un momento determinado.

Por supuesto que esta coexistencia no siempre es destructiva y por el contrario


puede ser fuente de ruptura y creatividad. Pero en las situaciones perversas las
víctimas conviven con esa dialógica del orden-desorden y deben permanecer en
ella, algunos con placer y otros con sufrimiento.

Acerca de lo anormal - normal

Lo normal es la manera en que se espera que ocurran las cosas, porque es algo
conocido, que se reitera, que se acepta en el plano de lo social, se conozcan o
no las razones de esta expectativa. Es además el punto de referencia respecto
del cual puede afirmarse que algo está desviado o es una transgresión. Cuando
se dice que ocurre lo normal, no es necesario dar explicaciones. Hablar de una
acción como normal significa que se ha constatado si cumple o no cumple una
condición o regla reconocida por el conjunto de los actores sociales.

Dado que estamos estudiando las organizaciones debemos incorporar al análisis


el concepto de legitimidad de lo normal, o sea la medida en que la práctica se
encuentra sancionada, reconocida o establecida socialmente. La normalidad y
las transgresiones se entienden con referencia a las acciones, procesos,
estructura de la organización y también respecto del orden instituido en el medio
social.

El criterio de la salud-enfermedad

Otras de las referencias para denunciar un proceso o relación como perverso es


afirmar que es parte de una enfermedad.

Dos marcos de referencia respecto de los cuales dicha denuncia tiene sentido:
la falta de adaptación al medio y la presencia de disfuncionalidades en la
dinámica interna de la organización, que afectan a su supervivencia.

En cuanto al problema de la adaptación, lo perverso no es sinónimo de


enfermedad porque las organizaciones pueden estar enfrentando agresiones
externas o ser instituciones cuya razón de ser es el cierre.

Con el criterio de la desadaptación pueden considerarse enfermas


organizaciones sociales en cuyo interior operan sectores reaccionarios, aquellos
que se sostienen por medio de privilegios, que retrasan al sistema o impiden su
acople con los cambios ambientales.

Respecto de la disfuncionalidad, la analogía con la perversidad puede provenir


de la deformación burocrática que desvincula a la organización de su razón de
ser provocando el desplazamiento de fines.
Lo perverso en esta disfuncionalidad es que los miembros están atrapados por
sus contratos laborales y amenazados por la desocupación.

También son destructivos los mecanismos sociales de defensa que desarrollan


los miembros para enfrentar la angustia que les genera su trabajo. Porque estos
mecanismos dehumanizan sus relaciones con los demás.

En el dominio de las organizaciones sociales encontramos funcionando lógicas


diferentes en espacios que se comunican y también se interfieren de manera que
es difícil que todos los intereses sean satisfechos en forma simultánea. Es un
disfuncionalidad no perversa sino de tipo friccional.

La perversidad al igual que la metáfora de la enfermedad, depende de lo


considerado normal o sano. En el caso de lo perverso la referencia es el orden
instituido, lo moral. Pero a su vez el orden por lo que tiene de impuesto puede
ser un disparador de reacciones transgresoras.

Porque además lo normal también tiene sus procesos de actualización.

Las personas con códigos éticos y morales elevados pueden cometer acciones
criminales dominadas por intensas emociones.

Los impulsos que pone en acción un criminal también existen en la mente de


ciudadanos aparente mente normal.

No existe una perversidad natural, sino que las desviaciones malignas o


autodestructivas son emergentes de una conjunción de las variables
estructurales y perturbaciones del contexto.

Los hacedores de la ley


Trataremos el tema de la legalidad y legitimidad en el plano de las realidades
perversas.

Lo perverso no está encarnado o inscripto en el carácter de los integrantes de


una organización y tampoco es un rasgo aislado de una entidad. Es un concepto
que se encuentra en el vínculo que construyen los integrantes, una trama
voluntaria en la que también quedan atrapados.

No es que un ser sea perverso solo por su relación con otro, es la relación entre
uno y otro lo que es perverso o no. Según esa relación pretenda fundar por sí
misma su propia ley.

Si la realidad originaria no es sustituida por el montaje se vuelve angustiante o


depresiva para los actores.

En lo perverso hay una relación con lo Otro, el mundo exterior, la familia, el grupo
social de pertenencia u otros vínculos con algo que el actor no siente como
propio, como lo cultural, lo social. El actor se encuentra en tensión respecto de
lo Otro e intenta entonces atraparlo y convertirlo en subproducto. Lo quiere
inmovilizar a través de la ley, el contrato, la verdad impuesta, el convencimiento
sin posibilidad de discusión.

El Otro es el mundo que se da por sentado y que se cuestiona en los procesos


perversos.

La estructura perversa puede ser considerada como aquella que se opone a la


estructura del Otro, la sustituye y convierte a los demás en víctimas, cautivos,
cómplices.

Lo Otro en relación perversa, es la búsqueda de control sobre lo extraño y lo


inconsciente.

Para el actor perverso lo externo es una fuente de demandas, fantasías,


impulsos enigmáticos, sucesos desconcertantes. Es lo no controlable.

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