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Dr.Humberto Casarotti
Considerando que “el uso de drogas”, es una cuestión “más que psiquiátrica”,
deseo proponer a Uds., a modo de introducción, dos reflexiones que pongan en común
un encuadre que permita visualizar de modo “orgánico” los distintos problemas
implicados.
Decía al comienzo que es sobre este “más que psiquiátrico” de la adicción que
quisiera reflexionar con Uds.: (*) en primer lugar como psiquiatra, considerando
que la adicción es una cuestión que, dentro de la medicina, abarca más que el campo
de nuestra especialidad; y (*) en segundo lugar como miembro de la comunidad,
entendiendo que todo lo que todo lo que tiene que ver con el tomar contacto con la
droga y con el proceso posterior, que puede llevar o no a la persona a la adicción, no
es una cuestión exclusivamente médica. Por el contrario, que esta cuestión aparece
cada vez más como no separable de la organización socio-cultural y de sus
problemáticas específicas. De ahí el título “contexto axiológico del uso de drogas”
con el que únicamente quiero señalar que a mi entender es necesario percibir a “los
procesos de oferta y de demanda de droga”, como la expresión de valores, es decir
como cuestiones primariamente éticas.
Es decir, mientras que en las clínicas de adicción, una vez que el paciente
mejora del episodio agudo, la probabilidad de que pueda tener un TM es semejante a
la probabilidad de la población general, los datos provenientes de medios
psiquiátricos muestran que a los pacientes adictos, se les agrega habitualmente el
diagnóstico de un TM independiente.
O sea: los estudios en settings de adicción muestran que los adictos son una
población con los mismos riesgos de EM que la población general, es decir que desde
esta perspectiva y en cuanto a tomar contacto con la droga, aparece como una
población “normal”, en tanto que los estudios hechos en medios psiquiátricos
muestran frecuencias muy altas de patología mental independiente.
Buscando explicaciones para estas diferencias, de comorbilidad entre
“EM/adicción”, es posible señalar que guardan relación con las poblaciones
estudiadas, y con el tipo de estudios(5). Cuando los estudios son clínicos, puntuales y
retrospectivos, y hechos sobre poblaciones en tratamiento, la comorbilidad
EM/adicción se incrementa. En cambio cuando los estudios son epidemiológicos,
prospectivos y prolongados y hechos en poblaciones generales, la comorbilidad
psiquiátrica es semjante a la esperable en la población general.
De estos trabajos, vale la pena remarcar que el factor que determina la
diferencia parece ser la perspectiva del técnico que evalúa la prevalencia. Si el técnico
opera con la hipótesis tradicional de que la adicción es un TM, la prevalencia
encontrada de TM es alta, porque el técnico tiende a diagnosticar otro TM en eje I o
II. Si en cambio, el técnico considera que la adicción es un trastorno independiente
que a veces produce síntomas psiquiátricos, la prevalencia de EM encontrada es
semejante a la de la población general (excluyendo como comorbilidad a todos los
sindromes mentales transitorios vinculados a la intoxicación/abstinencia).
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(b) y en segundo lugar, podremos estudiar con especialistas de otras áreas los
distintos factores biológicos. Factores que se presentan como diferencias en
poblaciones vulnerables, por ej. en poblaciones de hijos de alcohólicos (3) en los que
se encuentra: a) un incremento de las reacciones placenteras al alcohol, expresadas en
aumentos medibles de la relajación y en disminución de la tensión muscular, de
respuestas vegetativas, con incremento del alfa, disminución de niveles de prolactina
sérica y de cortisona, etc.; b) diferencias psicofisiológicas en la línea de base del
SNC: beta de mayor frecuencia, disminución en la amplitud con latencia aumentada
del P300, etc.; c) diferencias neuroquímicas como la disminución de la MAO
plaquetaria, la disminución de niveles de metabolitos de serotonina en LCR, etc.; d)
diferencias en el funcionamiento cognitivo, etc, etc.
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(B) Pasemos ahora a considerar la segunda reflexión en la que señalé que todo lo
que tiene que ver con el tomar contacto con la droga, y con el proceso posterior que
puede llevar o no a la adicción, tampoco es una cuestión exclusivamente médica. Y
después de lo dicho hasta aquí me atrevería a decir que sólo es excepcionalmente un
problema de la medicina.
(1) Para acompañarme en esta reflexión les pido que dirijan su atención conmigo
ahora, a las áreas de lo que la medicina denomina: prevención (2).
Hacia fines del s.XIX, en plena modernidad, la medicina comenzó a
preocuparse por la prevención, desarrollando progresivamente los diferentes niveles
que conocemos como niveles de prevención (1a) (2a) y (3a).
Inicialmente mediante estudios individuales y estudios poblacionales fueron
siendo encaradas las cuestiones de la prevención (2a), es decir las acciones que
apuntan al diagnóstico precoz y al tratamiento inmediato y efectivo, y también,
paralelamente, las de prevención (3a), o sea lo que tiene que ver con la rehabilitación.
En relación directa al desarrollo de la medicina se ingresa a la prevención (1a)
con acciones de profilaxis de algunas enfermedades, lográndose éxitos significativos
en relación, por ej. a las enfermedades virales.
Observen que la idea de salud que está por detrás de esta prevención primaria
(vacunas, acciones higiénicas, etc.) es la de la salud de no padecer una enfermedad.
La medicina ingresa a la prevención primaria con su saber sobre la enfermedad,
centrada en la idea que dió nacimiento a la medicina con el Corpus Hippocraticum de
que la enfermedad es un desorden del orden del cuerpo. Con lo cual, en los 3 niveles
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Se dice (9) que el hombre actual, desde hace unas décadas, saliendo de una
cultura dinamizada por el espíritu de la modernidad, va ingresando en la modernidad
tardía, llamada postmodernidad.
Es difícil identificar claramente las características de esta estructura cultural,
porque precisamente uno de sus reglas es su desinterés por la delimitación de áreas de
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a) por ej. la pérdida del interés por toda cuestión teórica, que sea ajena a una
aplicación o utilidad inmediata,
c) lo real, tan sacro para el encuadre modernista, deja ser un valor, cuyo
descubrimiento, contemplación y manejo enriquezca la vida, pasando a convertirse en
un mero valor de cambio,
e) también una búsqueda primaria de lo hedónico, buscando agotar al objeto que una
vez usado se tira con la consiguiente necesidad de renovar continuamente la búsqueda
de lo placentero, lo que aparece como una entrega abierta al consumismo, en tanto
pueda ser fuente de placer mantenida y sin problemas.
En este desencanto, lo unico que no desengaña es el placer, con lo cual el
placer servirá al hombre postmoderno de criterio para delimitar la realidad que vale la
pena. El placer sexual que aparece con evidencia inmediata aunque implique riesgos y
el placer del paraíso artifical de la droga que no exige esfuerzo. Como consecuencia
aparece la necesidad de mantener el cuerpo joven y hermoso porque es la fuente
irremplazable del placer y porque es el medio de lograr, en este contexto axiológico,
una autoestima que ningún bien espiritual parece poder dar.
Siendo el placer lo que en esta atmósfera nihilista, da consistencia y atractivo a
la vida en su brevedad y antes de hundirse en la nada, privar a alguien del placer
del sexo o e la droga será considerado por muchos como una de las peores formas de
discriminación. De ahí los cambios culturales en relación a la vida sexual y la
propiciación de la venta libre de drogas.
Como era de esperar, * haciendo cada vez más análisis desde una perspectiva
social, y * manejándose con modelos no determinísticos del accionar humano normal,
han ido apareciendo estudios sobre aquellos factores que aumentan la capacidad de
resistir el uso de drogas, a pesar del alto riesgo que tienen algunas personas por
formar parte de ciertas poblaciones. Factores que pasan a ser naturalmente muy
importante en los programas de prevención, especialmente en las acciones de
promoción de salud
Revisados diversos estudios de investigación (3), se encuentra que algunos de
los factores mayores que aumentan la resistencia (resilience: elasticidad) en
poblaciones jóvenes de alto riesgo son de 2 tipos:
(A) características del estilo cognitivo/afectivo:
1) una disposición optimista frente a la vida,
2) un buen nivel de insight y de autoestima,
3) buena competencia intelectual,
4) una actitud de empatía,
5) determinación y perseverancia.
(B) capacidades para encararse con las situaciones de vida, capacidades adquiridas a
través de la interacción con su medio:
1) capacidades sociales e interpersonales,
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Bibliografía.