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"¿son Todas Las Mentalidades Equivalentes?

"

(*) Reunión Lacanoamericana De Psicoanálisis. Buenos Aires. 2013.-

Silvia Amigo

Intentaré abordar una pregunta y esbozar su posible respuesta hipotética: ¿Qué se proponía
Lacan, cuál interés clínico lo atenazaba cuando decidió introducir su sinthome casi al final de
su obra, junto al concepto de "mentalidad" cuando parecía estar “todo dicho” acerca de las
estructuras clínicas?
En su seminario Joyce Le Sinthome, Lacan encara una eventualidad que, si bien existía de
hecho clínicamente, no había sido formalizada de derecho. Es esta: ¿podría haber lapsus
forclusivo de nudo (lo que equivale, como intentaré mostrar más adelante, que queda fuera de
juego, verworfen el Nombre del Padre) y que aún así no se presente desencadenamiento?
Se considera, con razón, uno de los méritos más importantes de Lacan el haber sentado
claramente una diferencia tajante entre la psicosis y otras estructuras clínicas. Postula para
constituir una psicosis la forclusión del Nombre del Padre. En su célebre escrito De una
cuestión preliminar... añadía, sin embargo, para autorizar al clínico a diagnosticar psicosis,
una eventualidad que haría patente a dicha forclusión, añadido habitualmente descuidado.
Para el maestro francés se trata de que, a la mentada forclusión se le añada la aparición de
Un-padre en lo real, en oposición simbólica al sujeto. Imposibilitado de hacer frente a esta
aparición, el sujeto psicótico desencadena. Esto es, el significante aparecerá fuera de la
cadena, en lo real, como fenómeno elemental, alucinatorio. Y el cuerpo se ha de perder,
estallando. Lo Real del goce, no acotado por la barrera paterna aparecerá con ese desorden
que dio en llamarse pousse à la femme.
Sólo après-coup del des-encadenamiento podrá afirmarse que el sujeto habrá sido psicótico.
Este Nombre del Padre aparece en la fórmula de la metáfora paterna como el significante que,
poniendo bajo la barra al Deseo de la Madre, permitirá deducir la x de su deseo como fálico.
Es el Nombre del Padre quien asegura, pues, la significación fálica. A esta metáfora la hemos
de llamar el primer hito del filum del padre. Más tarde Lacan elaborará diversas escrituras del
padre, lo que no implica que cada una opere aboliendo las anteriores. Nada de eso. Los
bordes de esas escrituras intentan cernir por diferentes sesgos lo real del "operador
estructural" (así llama Lacan a la función del padre) que hace de puerta de entrada a la
cultura, único territorio que cuenta con esa filiación. Enumeraremos rápidamente los otros

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hitos de este filum. El segundo: el par ordenado S1-S2, donde el unario "traduce" al falo
significante asegurando que vire de su función de goce a la de castración y devenga paradojal
por excelencia, significante maestro. El tercero: sus fórmulas de la sexuación donde la
existencia que dice "no" al goce fálico es el Uno único, otra cara del padre, fantasma de padre
del goce que basamenta la posibilidad del "paratodeo" en la función fálica. Aún debiendo ser
atravesado hacia el fin del análisis, el fantasma, lugar nuclear donde el Padre existe, asegura
la entrada en la neurosis. Cuarto hito: la escritura borromea. En la vasta obra el Nombre del
Padre, además, se pluraliza en los nombres del padre, sin que por ello quede abolida la
utilización, en singular, del sintagma Nombre-del-Padre. Explícitamente afirma Lacan que "el"
Nombre del Padre equivale al modo borromeo de anudamiento (1). Sólo a ese modo de nudo.
Haciendo esa salvedad, no siempre tenida en cuenta, acto seguido introduce la noción de
mentalidad, clínicamente inmensa de consecuencias. Esto es: la capacidad de mantener las
cuerdas juntas, o, dicho de otra manera, de no desencadenar. Henos aquí frente a un hallazgo
de formalización: puede haber mentalidad conservada, lo que excluye el desencadenamiento;
y al mismo tiempo lapsus forclusivo de nudo. Esto es, forclusión del Nombre del Padre. Pero
entonces, en ese caso...¿frente a qué estructura clínica nos hallamos? Lacan se vio
compelido por su quehacer clínico con este tipo de situaciones al dictar su seminario sobre
Joyce (2). Despliega allí sus hipótesis sobre la pertinencia o no de llamar "loco" (3) (sic) al
literato irlandés. Lo hace basado en la lectura del conjunto de su obra, y sobre lo consignado
en la detallada y copiosa biografía de Richard Ellmann (4), sin cuya ayuda muchas de sus
afirmaciones podrían parecer peregrinas. Insistiendo en su concepto de mentalidad allí se
afirma que Joyce la conservó durante toda su vida, a pesar de (siempre según las hipótesis,
muy bien fundadas del analista francés) padecer de una interpenetración donde simbólico y
real anulan, el uno respecto del otro, los respectivos agujeros reales. He aquí cómo fracasa el
Nombre del Padre. De estar en funciones, en cambio, esta interpenetración estaría interdicta,
y los agujeros reales de cada registro conservados.
Lacan afirma que Joyce padece una “Verwerfung de hecho” del Nombre del Padre, a quien
sostiene renegando de él. (A diferenciar de una de derecho). Esa relación con ese padre en
bancarrota perpetua, que arrastra a los hijos a una vida precaria mientras, a la vez, intenta
arañar los oropeles de una glamorosa vida burguesa, se replica en la relación con Irlanda.
Patria (pater) humillada por el inglés opresor, que impone su lengua por sobre el gaélico y su
protestantismo contra el catolicismo.
Y ...¿cómo es que no desencadena el irlandés, cómo es que no pierde al anillo de lo
imaginario, cómo no le vuelve desde lo real ese significante forcluído? Responde Lacan que
ha logrado construir una suerte de gancho, un anillo, un ego (5) (a falta de un imaginario) que
mantiene juntas las cuerdas, otorgándole una mentalidad que no ha de perder. A ese anillo,
anudado de manera no borromea en el caso del literato, lo ha de llamar sinthome. Lacan
alude con esa nueva forma de escribir el antiguo symptôme, ese viejo término freudiano,
transacción entre una forma de satisfacer la pulsión, una forma de goce y el cerco, el coto a
esa satisfacción. Por ello el síntoma es un Nombre del Padre y a la vez, un lugar donde el

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sujeto fija, acota su goce, lo escribe.
Y..¿por qué medios habría logrado Joyce su sinthome? Lacan se inclina por la escritura:
hecha con y contra el inglés, lengua del conquistador, a la que inmortaliza aniquilándola.
Venganza sutil de su gaélico perdido. Literatura donde se basa en los ideales estéticos de su
amado Santo Tomás de Aquino (de allí el sinthome madaquin (6)), católico, para, abominando
de esa iglesia, sus rigideces y su Papa, arremeter contra el protestantismo del opresor. Una
Irlanda sobre la que se la pasa escribiendo...para denunciar como traidores y acomodaticios a
sus líderes y sobre la que escribe...en otras latitudes, como eterno exiliado. Sobre esa
escritura Joyce se yergue, como sobre su escabeau (7) (su tarima, su belleza). Como se ve,
su escritura corrige la Verwerfung en el mismo lugar del error: la relación verworfen con el
Padre - Patria.
Nos permitimos añadir, a nuestra cuenta y riesgo otras hebras que tejen, junto con la
escritura, su sinthome. De su trama es también hilandera Nora, su mujer, ésa que "no sirve
para nada", cuasi analfabeta, dispuesta a seguirlo sin chistar en su errancia, la que soporta su
alcoholismo y su falta continua de dinero, su precariedad esencial. Ella le hace de "guante
dado vuelta" (8). Lo envuelve y lo contiene para que no se le escabulla el cuerpo. Cada vez
que se embaraza, el "botón" del guante (esto es: cualquier distracción de su función de
sostener a su hombre, cualquier falicismo propio) hace notar la molestia, la falta de encaje
perfecto como vaina englobante. Joyce manifestará un disgusto ante esos niños (9) de los que
poco se ocupa y que distraen a Nora de su función de sostén. Con Nora puede tener relación,
dado que en nada le es equivalente. Para hacerse de un cuerpo requerirá a Nora y al alcohol,
sin cuyo flujo de farmakon (veneno, remedio) no puede encarar un día de su vida. Diríamos
así: su escritura, su mujer, el alcohol, le permiten tener un cuerpo, un ego, hacerse un
nombre, mantenerse "mentalizado". Todo esto sin que hubiera acudido en su socorro analista
alguno. Este sinthome no borromeo, con su mentalidad conservada no borromea, no
neurótica, es espontáneo. Su misma espontaneidad le da ese carácter sólido, que no necesita
"retoques".
Percibiendo la novedad de estas formalizaciones, los analistas lacanianos no tardaron en
desatar una polémica. Basándose en estas formidables tesis se lanzaron a afirmar que daría
lo mismo que el nudo que sostiene al sujeto sea borromeo o no lo sea. Bastaría que la
mentalidad se mantenga. Si se mantiene sin necesidad de la cualidad borromea...nos
habríamos librado del Nombre del Padre! Sin siquiera habernos servido de él! Estaríamos en
los umbrales de un pase generalizado y una superada prescindencia de ese vejestorio: el
Nombre del Padre. Creemos que no es así, no es eso lo que la clínica nos deja colegir. En
principio detengámonos en Joyce: si aceptamos que, de padre a hijo, lo que se transmite es el
falo (10); esta transmisión ha de fallar si el Nombre del Padre, que asegura la emergencia de
la función fálica, padece una "Verwerfung de hecho". Sin que podamos sacar conclusiones
indiscutibles (lejos de ello) de datos dispersos de la vida del escritor nos permitiremos
subrayar que Giorgio, su hijo, fue un alcohólico sin remedio y sin hallar un qué hacer en su
existencia. Lucía, su hija, padeció una esquizofrenia desencadenada. A ambos hijos su

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padre, a falta de poder brindarle verdaderos "cuidados parentales" en el justo "medios" (11),
los creyó genios. Al hijo alcohólico, un tenor de dotes extraordinarias e incomprendido. Lo
imbuía la certeza de que su hija Lucía tenía dones telepáticos que, por supuesto, nadie
aquilataba. Digamos que con esa mentalidad algo "no pasa".
Volvamos ahora a nuestra clínica cotidiana. ¿Se sostiene en ese ámbito que cualquier
mentalidad es equivalente? Sin dudas contar con un sinthome no borromeo resulta facilitador
de la vida de quien padece de un lapsus forclusivo de nudo. No siempre vale esto para su
entorno más cercano. ¿Cuántas veces nos hallamos ante una "paranoia" (si vale el término
cuando no desencadena) que se mantiene anudada gracias a un sinthome criminal o
perverso? ¿Cuántas nos enfrentamos a una melancolía forclusiva (12) que evita el pasaje al
acto suicida por medio de un partenaire caótico cuando no estragante al que nos cuidamos de
no cuestionar demasiado? O acaso podemos llamar sinthome solo a una cuerda cuya trama
nos agrade?
Cuando Lacan formalizó su sinthome diferenció dos eventualidades: que éste fuera borromeo
o que no lo fuera. Las mentalidades serán en un caso la mentalidad neurótica (cuando el nudo
es borromeo, claro). ¿Y en el otro?
A pesar de no ser lícito hablar de psicosis de no haber desencadenamiento, no creemos que
frívolamente podamos dar un paso (hacia el abismo) y afirmar que entonces estamos en una
situación clínica de igual valencia que la neurótica, en una suerte de todo vale.
Es cierto que Lacan preconizó, pero para el final del análisis, su tesis mayor sobre el
abandono de la religión del padre. Religio, del verbo latino religare (ligar, unir) nos devuelve a
la atmósfera del nudo donde las cuerdas no se sueltan. Con esa ligadura al padre el neurótico
mantiene su lazo. Para quien transita el final del análisis Lacan exige que halle un modo de
ligar las cuerdas entre sí, y también de ligarse a los otros, que ya no se apoye en la "roca viva"
del temor del Padre. Sin dudas, es así. Por ello al atravesamiento del fantasma (ése que
mantiene vivo al Padre excepcional, quien nos castiga, el Uno único) que preconizara en su
célebre proposición del 9 de octubre; ha de añadir (sin abolir esta premisa, claro) el recambio
de inhibición, síntoma o angustia como retenes del Nombre del Padre que desfallece, por el
alcance de la construcción de un sinthome borromeo. Ha de lograrse así una mentalidad
borromea de fin de análisis. Que prescinda del padre...sirviéndose de él. El sinthome proviene
de la rotación entre padecer un síntoma que fija nuestro goce de modo ruinoso apenas
acotado por su función de Nombre del Padre, a un savoir-faire con ese mismo goce que nos
arruinaba, goce opaco, podrido, etc. Esa rotación es una identificación al síntoma como punto
de llegada en análisis.
El giro de Lacan es inmenso: ya no se tratará de “cortar” o “perder” goce (aunque una parte
haya, desde luego, que perderlo) si no de, con ese goce, saber hacer algo. A eso lo llamó
“corregir en el lugar del error”. Sea: saber hacer algo con eso mismo que nos opacaba o
corrompía.

Entonces, insistimos aún...¿Son todas las mentalidades equivalentes?

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¿Acaso las formidables formalizaciones de este período final de su obra implican el barrido del
hito fundante del Nombre-del-Padre? ¿Podemos frívolamente decretar una suerte de exit de la
función del "operador estructural" paterno, equivalente al modo borromeo de anudamiento,
como si se tratara de una antigualla? Leemos por el contrario en el ya anciano maestro, un sí
rotundo a la posibilidad de resguardar un lugar aún vivible en la cultura, buscando, con el
padre, la forma de mantenerse ligado, mentalizado, sin sostener con él una religio infantil.

NOTAS:
(1) Así lo hace, explícitamente, en la clase del 11/2/ 75 de su seminario inédito R.S.I.
(2) Lacan, Jacques Joyce le sinthome. Seuil, Paris, 2005.
(3) Ibid nota 2, Clase del 10/2/76
(4) Ellmann, Richard. James Joyce; Anagrama, Barcelona, 2002
(5) Ibid nota 2 Clase del 11/5/76
(6) ver nota 2 Clase del 18/11/75
(7)Lacan, Jacques Autres écrits, Seuil,Paris 2002.En francés escabeau nombra a la pequeña
tarima o escalerilla. Dentro de su grafía está contenida la palabra beau, bello. Lacan subraya
el valor de la escritura para hacerse de un ego, para respaldarse narcisísticamente.
(8) Ibid nota 2. Clase del 10/2/76. La noción del guante dado vuelta es tomada por Lacan de
Kant, pero también evoca la correspondencia con Nora. Véanse Cartas de amor a Nora
Barnacle (sobre todo la de las fechas 12 y 21/7/1904) Leviatán, Buenos Aires, 1992 ). La falta
de significación fálica, ausente en Joyce, hace escatológicas, obscenas, a falta del velo del
pudor, a sus misivas.
(9) Ibid Nota 2 Clase del 10/2/76
(10) Véase de Héctor Yankelevich "De padre a hijo" en Du père à la lettre, Erés, Toulouse,
2003. Ha sido traducido en Argentina por la revista Conjetural.
(11) Tal es la tarea que Lacan describe para el padre real, agente de la castración. R.S.I.
Clase del 21/1/75.
(12) Diferenciamos melancolizaciones neuróticas y psicóticas en Clínicas del cuerpo, Silvia
Amigo. Homo Sapiens, Rosario, 2007. Capítulo tercero.

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