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Vamos a empezar por la más sencilla de entender, que es aquella que el músculo
realiza sin hacer ningún movimiento: la contracción ISOMÉTRICA. Cuando no
podemos mover un peso o estamos aguantando algo en el aire (sin moverlo) el
músculo está contraído; imagínate que te pones a empujar una pared, tus músculos
se están contrayendo pero la fuerza que generan no es capaz de superar la fuerza
que se opone, es un claro ejemplo de una contracción isométrica. En este tipo de
contracción la longitud del músculo no varía, es decir, ni se acorta ni se alarga.
Los otros dos tipos pueden ser un poco más complicados de entender, aunque en
realidad es algo más simple de lo que parece.
Lo primero que hay que tener claro es que los músculos no se estiran, sólo se
contraen
Un herrero puede golpearlo sin miedo a que se desintegre. Esto es debido a que,
en general, posee una alta maleabilidad. Es decir tiene una alta capacidad de
deformarse antes de llegar a romperse. Gracias a esta propiedad, muchos metales
puede aplastarse para formar finas láminas. Digamos que es como un trozo de
plastilina pero mucho más resistente. Un ejemplo que vemos a diario es el papel de
aluminio. Esta formado por deformaciones y aplastamientos sucesivos de un lingote
metálico. Al envolver un bocadillo con papel de aluminio estamos utilizando esa
maleabilidad en nuestra vida diaria. Otro ejemplo, menos cotidiana, son las láminas
de pan de oro.