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¿Memoria para repetir?

, mejor usarla para pensar y reflexionar


La escuela en mi niñez y adolescencia me presentó una evaluación que calificaba o descalificaba, de
acuerdo a eso eras promovido o no, el examen o evaluación era estándar, el mismo para todos, con
preguntas abiertas o de opción múltiple única respuesta, tenía un pensamiento “lo importante era pasar, en
3 pero pasar”. De las notas en la escuela dependía mucho en los otros espacios de la niñez y la
adolescencia, perder un examen o una materia implicaba no salir, no jugar, no recrearse, no ver tv etc.
Como dice Stenhouse (1984), "para evaluar hay que comprender. Cabe afirmar que las evaluaciones
convencionales del tipo objetivo no van destinadas a comprender el proceso educativo. Lo tratan en
términos de éxito y de fracaso". En su opinión, "el profesor debería ser un crítico, y no un simple
calificador".
Experiencias muchas por contar, el kínder marcó mi primer sin sabor frente a ese nombre temido por
muchos y evadido por otros: Doña Amelia por allá en el año 1981 alcanzó a reprenderme con la regla, no
pude repetir de memoria los números hasta el 20 y cayó sobre las palmas de mis manos todo el rigor de
una regla delgada de madera, por cada número que olvide decir en la secuencia adecuada me ganaba mi
reglazo, el castigo por reprobar era reforzado con no salir al recreo y quedarse repasando. Actualmente
visualizo en esta experiencia una visión de la educación tradicional y enmarcada en modelos que buscaban
encasillarte y no permitía un libre desarrollo, al menos en la escuela no se permitía.
A medida que fui avanzando en el contexto educativo, me tropecé con varios modelos evaluativos que en
muchas ocasiones te atropellaban con toda su rudeza y en otras percibías un cambio por parte de docentes
que manifestaban ser diferentes y querer hacer algo más reflexivo e incluyente.
Cada vez que se alude al término evaluación educativa, éste se asocia solamente a los resultados de
aprendizaje de los estudiantes; y esto sería justificable si tomamos en cuenta que dichos resultados se le
cargan al eslabón más débil de la cadena educativa, es decir, pareciera que el sistema sólo privilegia lo que
el alumno “saca” de calificación, por lo que se constituye en la aspiración máxima del sistema educativo:
las buenas calificaciones. Esto ya sabemos cómo parte de un sistema capitalista que necesita calificar y
descalificar, para saber quién puede ascender en la pirámide social.
Los estilos dependen del maestro de turno, en fin, termina uno adaptándose a la forma del maestro;
conviví con la evaluación como castigo, no lo sentí como un proceso cálido y amable como debe ser, al
contrario fue punitivo y tormentoso. En ocasiones llegó a frustrarme, actualmente entiendo que ese no es
el deber ser del instrumento.
El destino y la vocación de expresarme bien en el auditorio, me decanto hacia la profesión de la docencia
en el área de lenguaje, los primeros años de mi experiencia docente me sentía conforme con los que
aprobaban el examen en 5, con informaciones que aprendían de forma memorística sin ningún tipo de
análisis o reflexión; reproduje lo que viví en mi enseñanza en el colegio y la universidad; algo como una
venganza con el sistema, con lo vivido; lastimosamente me estrelle con la dura realidad, cuando al pasar
de los años me encontré con ex estudiantes que reprobé, hechos todos unos profesionales. Lo anterior me
llevo a reflexionar sobre mi práctica docente en especial la parte evaluativa.
Actualmente, para mí lo más significativo es reconocer que la evaluación es un proceso que nos evalúa a
todos: estudiantes, maestro, clase, plan de clase, plan de área, modelo pedagógico, currículo. Y lo más
novedoso es descubrir que la evaluación debe ser evaluada también. Por lo anterior, como docente
visualizo la evaluación como un proceso de cambio en mis estudiantes frente a unos saberes y
competencias por alcanzar; no niego que en algún momento fui la réplica de docente evaluador de lo que
adquirí como estudiante. Pero la experiencia y la reflexión nos lleva en la práctica docente a
concientizarnos que la evaluación es una oportunidad de mostrar que cada quien desde su habilidad puede
lograr desempeños importantes.
Nuestra práctica educativa fomenta estudiantes egresados y no egresados (premiados o castigados) que
para nuestra sociedad pueden ser críticos y reflexivos, pero también pueden no serlo, porque nuestra
visión de evaluación es formativa y no busca castigar o reprobar, lo vital es potenciar las competencias y
particularidades de cada quien para que se proyecte para su futuro profesional, lastimosamente el sistema
y pensamiento de algunos docentes y de la sociedad punitiva no permite que nuestros estudiantes muestren
su particularidad en contraposición de homogeneizarlo para el sistema. Un sistema que descarta o incluye
según lo que tengas o logres en un número, no mira tus habilidades y destrezas.
Como señala Peters, "el éxito del que enseña sólo puede definirse a partir del éxito del que aprende". En el
mismo sentido, Cronbach, recoge en una de sus tesis sobre evaluación que "el evaluador es un educador;
su éxito debe ser juzgado por lo que otros aprenden".
“La evaluación se ha convertido en los últimos tiempos en un tema recurrente, tanto en el debate didáctico
como en las preocupaciones de los distintos estamentos que integran la vida escolar. Para muchos es un
tema de difícil solución y de difícil acuerdo, pero indudablemente nos compromete diariamente en los
desafíos similares de la tarea de educar”. Tomado de revistas.upel.edu.ve/index.php/entretemas/article/view/1722
En la medida en que un estudiante se encuentra con el proceso de enseñanza y aprendizaje, desarrolla y
potencia técnicas y habilidades que pueden y deben ser evaluadas: discrimina, valora, critica, opina,
razona, fundamenta, decide, enjuicia, opta... entre lo que considera que tiene un valor en sí y aquello que
carece de él. Esta actividad evaluadora, que se aprende, es parte del proceso educativo, que como tal es
continuamente formativo y debe ser consignada por el maestro o líder del proceso.
Actualmente como maestro, gracias a los procesos reflexivos que he tenido en la universidad Icesi y en
otros espacios donde comparto experiencias docentes he concluido que estaba muy equivocado frente al
proceso de la evaluación de los educandos; al pensar y aclarar que la evaluación no estaba bien queda en
duda algunos aspectos de cómo estamos educando y que estamos enseñando. Lo anterior fue el punto de
partida de reformar mi práctica docente en los últimos años, donde he aprendido a implementar proyectos
y secuencias didácticas en el área de conocimiento que oriento: lengua castellana y comunicación.
Tener la experiencia de compartir proyectos y secuencias didácticas con mis estudiantes, me ha hecho uno
más con ellos en pos de un objetivo, de unas metas; aprendo con mis estudiantes, creo el plan de clases
con ellos, nos fijamos lo que deseamos alcanzar en grupo, lidero la idea o el proyecto, pero ellos se toman
el liderazgo en gran parte, somos auto reflexivos y autocríticos para mejorar el proceso y al final cada
quien sabe lo que alcanzó, lo que logró, lo que potenció y qué quedó haciendo falta.
Los procesos de evaluación, discriminados en la hetero-evaluación, la co-evaluación y la autoevaluación;
fundamentados en la ley, los vivimos amablemente, los desarrollamos en equipo con conciencia reflexiva
y lo que no logramos, generamos el plan para desarrollarlo con crítica reflexiva. Potenciamos el trabajo en
equipo y el trabajo cooperativo, los dos desde su enfoque permiten que el aprendizaje sea colaborativo y
amplia las visiones de cada uno.
Los instrumentos de evaluación, los vamos rotando según la necesidad, por ejemplo las matrices con lo
que se propone alcanzar, son planteadas desde el inicio del proceso y al final son el marco de desarrollar la
evaluación y el inicio de desarrollar planes de mejora.
Para concluir, creo que se hace necesario generar conciencia que el proceso de evaluación se vive en todos
los momentos de la clase y es necesario registrar el proceso, esto hace la evaluación más justa frente a
todos los participantes del proyecto; generar reflexión y autocrítica es ya una ganancia para nuestros
estudiantes y quien lo logra, no debe interesar como lo demuestre o lo plasme, lo importante es que su
pensamiento será diferente para enfrentarse a los contextos de la sociedad contemporánea que cada día
muestra un futuro incierto.

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