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ANTECEDENTES HISTORICOS
Cierto es que desde tiempos muy remotos debió enfrentarse el hombre constructor
a los problemas relacionados con los suelos, los cuales debió resolver en alguna
forma, unas veces bien y otras mal. Se cita que un libro sobre las costumbres de los
chinos, de la dinastía Chou, correspondiente de manera aproximada al año 1.000
A.C., contiene recomendaciones para construcción de caminos y puentes.
Durante las épocas antiguas que han pasado a la historia como representativas de
las más famosas civilizaciones en el aspecto material (babilonia, Egipto, China
roma), así como durante la edad media, los problemas de suelos , relacionados ante
todo con caminos, puentes, canales y edificaciones majestuosas , tuvieron que ser
numerosos. Ellos debieron ser tratados por el proceso de repetidos ensayos y
errores, sin ninguna ayuda de los científicos de ese entonces, debido a que estos
consideraban, según parece, que el estudio de ese tipo de problemas no era propio
de su dignidad.
Desde el siglo XVI sin embargo, la necesidad de mejores y más económicas
estructuras condujo a científicos e ingenieros estudiar los problemas de suelos y a
tratar de analizarlos, como se hacía en los otros de diseño estructural.
Las primeras contribuciones valiosas a la literatura sobre la ingeniería de suelos
datan de finales del siglo XVII. Hay un cierto consenso en considerar que el siglo
XVIII marca el comienzo real de la ingeniería civil, al constituirse la ciencia en un
elemento básico del diseño estructural. Entre los antecedentes históricos de lo que
hoy constituye la mecánica de suelos, conviene citar algunos de los más
importantes.
En 1687, Vauban, ingeniero militar francés al servicio de Luis XIV, dio algunas reglas
y formulas empíricas para el diseño y construcción de muros de contención de
fortificaciones; pero no se sabe bien si estaban basadas en consideraciones teóricas
o eran los resultados de la mera experiencia.
En 1691, Bullet, también francés en su “Tratado de arquitectura practica”, presentó
la primera teoría de que se tenga noticia sobre empuje de tierras estructuras de
contención e introdujo la idea de la “cuña deslizante”.
Fue este tema el empuje de tierras, el que más atrajo la atención de los científicos
y técnicas que se ocuparon del estudio de los suelos, desde el punto de vista de su
comportamiento mecánico, durante el siglo XVII y dos terceras partes del siglo XIX.
Al avance de los conocimientos de la teoría del empuje contribuyeron de manera
muy importante los franceses Couplet (1840) y Collin (1846), Coulomb (1773),
Rondelet (1802), Navier (1839), Poncelet (1840) y más adelante el escoces Rankine
(1857) y el suizo Culmann (1866).
En 1715 se establecio en Francia el “Departamento de carreteras y puentes”, y en
1747 la internacionalmente famosa “Escuela de puentes y calzadas” de París
(“Ecole Dess Ponts Et Chaussees”), en donde se daban a los ingenieros instrucción
en principios de matemáticas, física y mecánica para la construcción de caminos y
puentes.
En 1773, Charles Augustin de Coulomb, físico e ingeniero militar francés muy
conocido en nuestros días como autor de trabajos de electroestática y magnetismo
e inventor de la balanza de torsión, aplico el principio de máximos y minios a la
teoría de la cuña introducida por Bullet, también introdujo el concepto de que la
resistencia a la cizalladora de un suelo depende de dos propiedades de este:
cohesión y fricción interna.
En 1867, William Rankine, ingeniero de carreteras y profesor universitario escocés,
publico su teoría sobre empuje de tierras, que conjuntamente con la de coulomb es
prestada actualmente en los textos modernos de Mecánica de suelos; ambas con
las ampliaciones que fueron hechas posteriormente por otros científicos, se le
conocen “Teorías clásicas de empujes de Tierra”.
Del uno 1856 darán dos valiosas contribuciones científicas que aun hoy tienen
actualidad ene l campo de la mecánica de suelos y de la hidráulica. Son ellas la “Ley
de Darcy”, relativa a la velocidad del agua a través del suelo como medio permeable
(Dijon, Francia), y la “Ley de Stokes”, referente a la velocidad de caída de partículas
sólidas a través de líquidos (publicada en Cambridge, Inglaterra).
En 1866, en Zurich (Suiza), Karl Culmann dio un método grafico que, utilizando la
teoría de Coulomb permite resolver los casos más generales de empuje de tierras
contra juros de contención.
En 1871, o. Mohr, en Berlín, presento su teoría de la rotura de materiales y con ella
la representación gráfica de los esfuerzos existentes en un punto dado, que hoy es
conocida con el nombre de “Círculos de Mohr”.
En 1873, Frederick Baumann, arquitecto de Chicago, presento una publicación
titulada “El arte de preparar fundaciones para toda clase de construcciones”, la cual
contiene las primeras afirmaciones dadas a la publicidad en los Estados Unidos de
que las áreas de las zapatas deben ser proporcionales a las cargas transmitidas por
las columnas, y de que el centroide del área de la base de casa zapata deberá
coincidir con el centro de gravedad de las cargas actuantes sobre ella. También
contiene el folleto en cuestión valores recomendados de presiones sobre el suelo
para las arcillas de Chicago.
En 1885, Boussinesq, en Francia, presento su teoría de distribución de esfuerzos y
deformaciones debidos a cargas en la superficie de un medio semi-infinito, elástico,
homogéneo e isótropo, que actualmente es utilizado para cálculo de presiones
transmitidas al terreno por cargas estructurales.
Hacia 1890, Allen Hazen, ingeniero sanitario, llevo a cabo estudios extensos en los
Estados Unidos para medir las propiedades físicas de arenas y cascajos y para
evaluar su conveniencia en cuanto a su uso práctico en filtros; hizo además
importantes contribuciones en otros aspectos.
En 1906, Sirahan en los Estados Unidos comenzó un estudio sistemático de la
distribución de tamaños de partículas en mezclas para carreteras.
También en 1906, Müller-Breslau en Stuttgart (Alemania) llevo a cabo experimentos
con modelos de muros de contención.
En 1908, Marston en los Estados Unidos realizo investigaciones muy importantes
en relación con las cargas sobre tuberías enterradas.
En 1911, el científico sueco Atterberg desarrollo un método de determinar
cuantitativamente el efecto de la variación del contenido de humedad en la
consistencia de los suelos cohesivos con el estableció los llamados hoy “Límites de
Atterberg”.
En estos primeros años del siglo actual, la técnica de exploración de suelos que
habrían de servir como cimentación de estructuras no estaba más avanzada que en
los siglos anteriores. Los métodos se reducían en muchas ocasiones a pruebas tan
rudimentarias como el empleo del tacón de una bota para estimar la capacidad de
soporte del suelo en el fondo de un “apique”.
En el mejor de los casos, se efectuaban ensayos de carga sobre placas colocadas
encima del terreno, y se suponía que el asentamiento de la estructura sería igual al
de la placa, sin tener en cuenta el tamaño y la forma de las fundaciones, ni el perfil
del subsuelo.
La profundidad de penetración necesaria de los pilotes de fundación se determinaba
introduciendo pilotes de prueba o por medio de una varilla de sondeo; la carga
permisible por pilote se calculaba entonces utilizando las formulas existentes. Como
es de esperarse, las predicciones basadas en pruebas tan incompletas conducían
en muchos casos o errores catastróficos.
Hacia 1913, Wolmar Fellenius, presidente de la Comisión Geotécnica Sueca, se
dedicó con su equipo de colaboradores a estudiar las causas de deslizamientos
catastróficos en los ferrocarriles del Estado, así como la solución a numerosos
problemas relacionados con vías terrestres, canales y tierras ribereñas. Resultado
de esta comisión fue un reporte dado a conocer unos diez años más tarde que
mostro un avance muy significativo en la aplicación de la mecánica de suelos a
casos prácticos; en él se presentaron métodos de muestreo y ensayos de suelos
para determinar la resistencia al cizalladura y otras propiedades, que representaron
el abandono de los procedimientos tradicionales de exploración; también fue dado
a luz el sistema para cálculo de estabilidad de taludes de suelos cohesivos bajo la
hipótesis de superficie de deslizamiento cilíndrica circular, conocido como el
“método sueco del circulo”.
Desde comienzos de la primera guerra mundial (1914), las contribuciones a la
investigación sobre suelos fueron numerosas en Europa y en los Estados Unidos.
Fue, sin embargo, en el año de 1925, con la aparición en Viena del Tratado
“Erdbaumechanik” (“Mecanica de suelos”) de Karl Terzaghi, cuando la Mecánica de
suelos fue reconocida como una rama distinta de la ingeniería. Con sus atribuciones
técnicas como su “Teoría de la consolidación” este ingeniero científico nacido en
Praga abrió un panorama más amplio a los ingenieros en el que mostraba la
necesidad y la posibilidad de un estudio más serio, más científico de los suelos. Con
razón ha sido llamado Terzaghi el “padre de la Mecánica de Suelos”, sin cometer
con ello injusticia con ninguno de los investigadores sobre salientes que le
procedieron.
Desde 1925 la Mecánica de Suelos se ha desarrollado en forma sumamente rápida.
Con el progreso de los métodos de muestreo y ensayos, y el avance en el análisis
teórico y sus aplicaciones prácticas, ha crecido notablemente su importancia día a
día en el aporte a la calidad, la seguridad y la economía de las construcciones, por
lo cual aparece desde hace varios decenios en los programas de todas las escuelas
de ingeniería civil.
CONTENIDO DE LA MECANICA DE SUELOS.
El suelo se estudia bajo los dos aspectos anotados anteriormente, que conviene
recalcar:
1. In situ, la presión (del latín) significa “en el sitio mismo”, en el lugar donde lo
formo la naturaleza. El ejemplo típico de esto es el del terreno que sirve de
cimentación a edificios, carreteras, calles, aeropistas, presas de tierra y de
otros materiales, terraplenes en general, puentes obras portuarias, torres,
tanques, silos, etc.
2. Acciones de “Cuña”.
Son las producidas por el movimiento del agua, del hielo, del viento y de los
fragmentos de las mismas rocas. Sus principales efectos son:
Sintetizando, se puede afirmar que los factores que influyen en la formación de los
suelos son los siguientes:
1. El clima. En especial la lluvia y la temperatura.
2. El material original, llamado material parental.
3. La topografía. Debe señalarse su incidencia en la cantidad y en la velocidad
del agua que corre por encima del suelo y el agua que se infiltra.
4. La vida de las plantas.
5. El tiempo transcurrido desde que se inició la meteorización de un material
determinado.
Se ha observado que, con el transcurso del tiempo, la topografía, el clima y la
vegetación van teniendo más influencia en la formación del suelo que las propias
rocas con las que se formó al principio. A veces, sobre una zona extensa se forma
la misma clase de suelo, a pesar de ser diferentes las rocas subyacentes. Cuando
sucede esto se dice que el suelo está “maduro”, lo que quiere decir que ha tenido el
tiempo necesario para alcanzar cierto equilibrio.
Por transformación química, los feldespatos, que son silicatos anhidros (sin
agua) dan origen a mineares arcillosos, que son silicatos hidratados (pues
contienen hidrogeno y oxígeno en sus fórmulas químicas) de aluminio.Al
retornar a las reacciones químicas mostradas en el Art.2.3, puede verse
como el ataque de los feldespatos por parte del agua con anhídrido carbónico
da lugar a caolinita, carbonatos y sílice.