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Enfemedad de Chagas

La enfermedad de Chagas, también conocida como tripanosomiasis americana o Mal de


Chagas-Mazza, es una enfermedad parasitaria tropical desatendida causada por
el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi. La enfermedad es una zoonosis que afecta a varios
vertebrados salvajes, desde donde se transmite al ser humano a través de triatominos, tales
como Triatoma infestans, Rhodnius prolixus y Panstrongyls megistus.

La enfermedad de Chagas es endémica en 21 países de América afectando entre cinco y doce


millones de personas, distribuyéndose desde el sur de Estados Unidos hasta la patagonia
argentina. Hay entre 70 y 100 millones de personas expuestas a sufrir esta enfermedad.

Patologia y fisiopatologia
La enfermedad de Chagas presenta una «etapa aguda» y una «etapa crónica». La etapa
aguda comienza entre seis y diez días después de la infección y dura entre cuatro y ocho
semanas. La mayoría de las veces es asintomática y su origen suele pasar inadvertido ya que el
cuadro clínico, con fiebre, linfadenopatías, aumento del tamaño de hígado y bazo, suele ser
leve y semejante a muchas enfermedades infecciosas de mayor prevalencia. En algunos casos,
a nivel del sitio de inoculación, se produce un aumento de volumen edematoso que se
denomina chagoma. Si ocurre alrededor del ojo, este aumento de volumen se denomina
«signo de Romaña». Rara vez, en la etapa aguda en niños de entre uno y cinco años puede
desarrollarse una miocarditis o meningoencefalitis con pronóstico grave o fatal.6

La forma más frecuente de contagio es por la picadura de la vinchuca o chinche infectada con
los parásitos del Chagas, esta forma de transmisión se denomina vectorial, la vinchuca cuando
pica a una persona para alimentarse de su sangre, defeca y deposita dichos parásitos en la piel.
Al rascarse la picadura, la persona los introduce en su cuerpo.

También existen otras dos vías de transmisión:

 Vía congénita, por transmisión de madre a hijo durante el embarazo.

 Vía transfusional, a través de la transfusión de sangre donada por una persona con
Chagas, o a través de un trasplante de órgano.

El Chagas no se transmite a través de relaciones sexuales.


Signos y síntomas
La enfermedad de Chagas tiene dos fases claramente diferenciadas. Inicialmente, la fase aguda
dura unos dos meses después de contraerse la infección. Durante esta fase aguda circulan por
el torrente sanguíneo una gran cantidad de parásitos. En la mayoría de los casos no hay
síntomas o estos son leves y no específicos.

En menos del 50% de las personas picadas por un triatomíneo, un signo inicial característico
puede ser una lesión cutánea o una hinchazón amoratada de un párpado. Además, pueden
presentar fiebre, dolor de cabeza, agrandamiento de ganglios linfáticos, palidez, dolores
musculares, dificultad para respirar, hinchazón y dolor abdominal o torácico.

Durante la fase crónica, los parásitos permanecen ocultos principalmente en el músculo


cardiaco y digestivo. Hasta un 30% de los pacientes sufren trastornos cardiacos y hasta un 10%
presentan alteraciones digestivas (típicamente, agrandamiento del esófago o del colon),
neurológicas o mixtas. Con el paso de los años, la infección puede causar muerte súbita por
arritmias cardiacas o insuficiencia cardiaca progresiva por destrucción del músculo cardiaco y
sus inervaciones.

Transmisión
En América Latina, el parásito T. cruzi se transmite principalmente por contacto con las heces u
orina infectadas de insectos triatomíneos que se alimentan de sangre. Por lo general, estos
viven en las grietas y huecos de las paredes y los tejados de las casas mal construidas en las
zonas rurales y suburbanas. Normalmente permanecen ocultos durante el día y por la noche
entran en actividad alimentándose de sangre humana.

En general, pican en una zona expuesta de la piel, como la cara, y defecan cerca de la picadura.
Los parásitos penetran en el organismo cuando la persona picada se frota instintivamente y
empuja las heces o la orina hacia la picadura, los ojos, la boca o alguna lesión cutánea abierta.

T. cruzi también se puede transmitir:

 por consumo de alimentos contaminados por T. cruzi; por ejemplo, por contacto con
heces u orina de triatominos o marsupiales;

 por la transfusión de sangre infectada;

 por la transmisión de la madre infectada a su hijo durante el embarazo o el parto;

 por el transplante de órganos provenientes de una persona infectada; y

 por accidentes de laboratorio.


Exámenes e proebas de laboratório
El diagnóstico de la enfermedad de Chagas aguda se realiza mediante la detección del
parásito ya que las pruebas de detección de anticuerpos IgM contra T. cruzi no son
útiles. Los parásitos circulantes son móviles y a menudo se pueden ver en las
preparaciones frescas de sangre anticoagulada. En muchos casos, los parásitos
también se puede ver en los frotis de Giemsa.

En pacientes inmunocompetentes con infección aguda, el examen de las


preparaciones de sangre es la piedra angular de la detección de T. cruzi. En los
pacientes inmunocomprometidos con sospecha de enfermedad de Chagas aguda
deben tomarse otro tipo de muestras, como biopsia de linfonodos y aspirado
de médula ósea, líquido pericárdico, líquido cefalorraquídeo y se examinan al
microscopio. Cuando estos métodos fallan para detectar T. cruzi en un paciente cuya
clínica y antecedentes epidemiológicos sugieren que el parásito está presente —como
suele ser el caso— puede intentarse el crecimiento del microorganismo ya sea por
cultivo de sangre u otras muestras en medios líquido o por xenodiagnóstico, que es un
método de laboratorio donde los parásitos son cultivados en insectos vectores.

Un problema importante con el uso de estos dos métodos para el diagnóstico de la


enfermedad aguda es el hecho de que se requieran al menos varias semanas para ser
efectivos, y esto es más allá del tiempo en el que debe decidirse la aplicación del
tratamiento farmacológico. Además, aunque se cree que el cultivo y xenodiagnóstico
son más sensibles que el examen microscópico de la sangre y otros especímenes, sus
sensibilidades puede ser no superior al 50%. En estos casos, puede usarse PCR.

El diagnóstico de la enfermedad de Chagas congénita debe ser parasitológico (examen


microscópico de la sangre del cordón umbilical, o PCR) cuando se hace
inmediatamente después del nacimiento debido a que no se pueden usar análisis
serológicos dada la presencia de anticuerpos anti-T. cruzi de la madre. Las pruebas
serológicas para anticuerpos IgG específicos se deben realizar de 6 a 9 meses más
tarde, si los estudios parasitológicos iniciales son negativos.

La infección crónica de T. cruzi suele diagnosticarse mediante la detección de


anticuerpos IgG que se unen específicamente a antígenos del parásito. Aislar al
parásito no es primordial. Existen actualmente más de 30 ensayos comerciales para el
diagnóstico serológico de la infección por T. cruzi. La mayoría se basan
en ELISA, hemaglutinación indirect e inmunofluorescencia y se utilizan ampliamente
en América Latina para ensayos clínicos y para la detección de sangre donada.

Pruebas de Laboratorio

1. determinar la existencia de una infección actual o activa demostrando la existencia


del agente causal (trypanosoma cruzi). Esto se realiza sobre todo en la fase aguda. Se
utilizan métodos parasicológicos: examen de gota fresca, examen de gota gruesa,
método de Strout y método de triple centrifugación. Otra técnica es el
Xenodiagnóstico. A través de esta se hace picar el presunto enfermo por vinchucas
criadas en el laboratorio y libres del parásito, se las conservan separadas y, pasados de
30 a 50 días, se analiza el intestino posterior de la vinchuca en búsqueda del agente
causal. Otro método –la inoculación- consiste en inocular la sangre del presunto
enfermo en animales sensibles como ratones blancos, perros, cobayos, etc. Pasado un
tiempo, se verifica la ausencia o presencia de Trypanosomas en la sangre del animal
inoculado.

determinar la existencia de una infección pasada o latente demostrando la presencia


de anticuerpos específicos, sobre todo, en la fase crónica. Se utilizan métodos
serológicos: Reacción Machado–Guerreiro (exigida en el examen preocupacional),
Reacción Hemoglutinación Indirecta, Técnica de Inmunofluorescencia Indirecta (la más
confiable para confirmar un diagnóstico dudoso), el Test de Látex, la Reacción de
Aglutinación Directa y la de Aglutinación Rápida. La Inmunoenzimoensayo es la técnica
más nueva y posee alta sensibilidad y especificidad.

Tratamiento
La enfermedad de Chagas puede tratarse con benznidazol, y también con nifurtimox,
que matan al parásito. Ambos medicamentos son eficaces casi al 100% para curar la
enfermedad si se administran al comienzo de la infección en la etapa aguda, incluso en
los casos de transmisión congénita. Sin embargo, su eficacia disminuye a medida que
transcurre más tiempo desde el inicio de la infección.

El tratamiento con estos medicamentos también está indicado en caso de reactivación


de la infección (por ejemplo, por inmunodepresión) y en los pacientes al principio de la
fase crónica.

Se debe ofrecer tratamiento a los adultos infectados, especialmente a los que no


presentan síntomas, dado que el tratamiento antiparasitario puede evitar o frenar la
progresión de la enfermedad y prevenir la transmisión congénita en las embarazadas.

En esos casos, los posibles beneficios de la medicación para prevenir o retrasar el


avance de la enfermedad de Chagas deben sopesarse contra la duración prolongada
del tratamiento (hasta dos meses) y las posibles reacciones adversas (que se presentan
hasta en un 40% de los pacientes tratados).

El benznidazol y el nifurtimox no deben administrarse a las embarazadas ni a las


personas con insuficiencia renal o hepática. El nifurtimox también está contraindicado
en personas con antecedentes de enfermedades del sistema nervioso neurológicas o
trastornos psiquiátricos.
Control y prevención
No hay vacuna contra la enfermedad de Chagas. El método más eficaz para prevenirla
en América Latina es el control vectorial. El cribado de la sangre donada es necesario
para prevenir la infección por transfusiones sanguíneas y donación de órganos.

Originalmente (hace más de 9000 años), T. cruzi solo afectaba a los animales silvestres;
fue después cuando se propagó a los animales domésticos y los seres humanos. A
causa del gran número de animales silvestres que sirven de reservorio a este parásito
en las Américas, no puede erradicarse.

En vez de ello, los objetivos de control consisten en eliminar la transmisión y lograr


que la población infectada y enferma tenga acceso temprano a la asistencia sanitaria.

T. cruzi puede infectar a varias especies de triatomíneos, que en su gran mayoría viven
en América. Según la zona geográfica, la OMS recomienda los siguientes métodos de
prevención y control:

Bibiografica
Manual de Parasitologia Teórico. Dra. Marica Casadilla UPAL, 2015
Efemedad de Chagas.

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