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Proporción

La proporción se refiere a la justa y armoniosa relación de una parte con otras


o con el todo. Esta relación puede ser no solo de magnitud, si no de cantidad o
también de grado.

El propósito de todas las teorías de proporción es crear un sentido de orden


entre los elementos de una construcción visual. Fundamentalmente cualquier
sistema de proporcionalidad es, por consiguiente, una razón característica, una
cualidad permanente que se trasmite de una razón a otra. Así pues, un sistema
de de proporcionalidad establece un conjunto fijo de relaciones visuales entre
las partes de un edificio, y entre estas y el todo. Aunque estas relaciones no se
perciben de inmediato por el observador fortuito, el orden visual que generan
puede sentirse, asumirse o, incluso, reconocerlo a través de una experiencia
reiterada. Transcurrido un periodo de tiempo seremos capaces de ver el todo
en la parte y la parte en el todo.

Los sistemas de proporcionalidad van mas allá de los determinantes


funcionales y tecnológicos de la forma y del espacio arquitectónico, para
proporcionar una base racionalmente estética de su dimensionado. Tienen el
poder de unificar visualmente la multiplicidad de elementos que entran en el
diseño arquitectónico, logrando que todas las partes pertenezcan a la misma
familia de proporciones. Introducen un sentido del orden y aumentan la
continuidad en una secuencia espacial y, además, son capaces de determinar
unas relaciones entre los elementos externos e internos de un edificio.

SECCION AUREA

Se puede definir geométricamente como un


segmento rectilíneo dividido de manera que la
parte menor es a la mayor como esta lo es al
total. Los griegos descubrieron su importante
cometido en la proporción del cuerpo humano. Al
creer que el hombre y los
templos debían de pertenecer
a un orden universal más
elevado, en la misma
estructura de los templos se
ponían de manifiesto estas
proporciones.

Cualquier progresión que se


base en la sección áurea
será, al mismo tiempo,
aritmética y geométrica
LOS ÓRDENES

Para los griegos y los romanos de la Antigüedad clásica, los órdenes, en la


proporción de sus elementos, representan la expresión perfecta de la belleza y
la armonía. La unidad básica de las dimensiones era el diámetro de la columna.
A partir de este módulo se deducían las dimensiones del fuste, del capitel, de la
base, del entablamento, en definitiva, del más mínimo detalle. El espacio de
separación entre las columnas, llamado intercolumnio, se basa también en el
diámetro de las mismas.

Puesto que el tamaño de las columnas variaba con el del edificio, los órdenes
no se apoyaban en una unidad constante de medida. La intención era,
preferentemente, asegurar que todas las partes de cualquier edificación
estuvieran proporcionadas y en armonía entre sí.

TEORIAS RENANCENTISTAS

Los arquitectos del renacimiento, creyendo que sus edificios debían pertenecer
a un orden más elevado, volvieron al sistema matemático griego de la
proporcionalidad. Tal como los griegos concibieron la música como la
geometría expresada en sonidos, así los arquitectos renacentistas creyeron
que la arquitectura eran las matemáticas traducidas en unidades espaciales.
Con la aplicación de la teoría pitagórica de los medianos a las razones entre los
tiempos de la escala musical griega, estos arquitectos elaboraron una
progresión ininterrumpida de razones, base de las proporciones de su
arquitectura. Estas series de progresiones se manifestaban en las dimensiones
de una habitación o de una fachada y en las proporciones que,
interrelacionadas, se percibían en una secuencia espacial o en la totalidad de
una planta.

EL MODULOR

Le Corbusier desarrollo su sistema de proporcionalidad, el Modulor, para


ordenar “las dimensiones de aquello que contiene y de lo que es contenido”.
Consideró los medios de medida de los griegos, egipcios y otras civilizaciones
como algo “infinitamente rico y sutil, pues formaban parte de las matematicas
del cuerpo humano, agil, elegante y solido, fuente de la armonía que nos
mieve, la belleza”. Por consiguiente asento su medio de medición, el Modulor,
en las matematicas (las dimensiones estéticas de la sección áurea y la serie de
Fibonacci) y en las proporciones del cuerpo humano (las dimensiones
funcionales).
Para Le Corbusier, el Modulor no era una simple serie numérica provista de
una armonía intrínseca, si no un sistema de medidas que podía gobernar sobre
las longitudes, las superficies y los volúmenes, y “mantener la escala humana
en todas partes”. Podía “prestarse a infinidad de combinaciones, garantizar la
unidad en la diversidad… el milagro de los números”.

EL KEN

En el Japón y durante la Edad Media se


implantó otra medida, el Ken. Aunque al
principio sólo se utilizaba para designar la
separación entre dos columnas y no tenía una
dimensión fija, muy pronto esta unidad se
normalizo para aplicarse en la arquitectura
residencial. A diferencia del módulo de los
órdenes clásicos, el diámetro de la columna,
que variaba en cada construcción, el Ken pasó a ser una medida absoluta.

No obstante, el Ken no fue únicamente una medida para la construcción de


edificios, sino que evolucionó hasta ser módulo estético que rigio la estructura,
los materiales y el espacio de la arquitectura japonesa.

Con la trama modular del Ken se instauraron dos métodos de diseño. En el


método Inaka-ma, la trama del Ken (6 Shaku) determinaba la separación entre
los ejes de las columnas.

En una vivienda típicamente japonesa, la trama Ken rige la estructura y la


secuencia aditiva, de espacio a espacio, de las diferentes habitaciones. Las
medidas del módulo, relativamente pequeño, posibilitan la deposición de
espacios rectangulares, de manera totalmente libre según modelos lineales,
agrupados o arbitrarios.

PROPORCIONES ANTROPOMORFICAS

Los sistemas antropomórficos de proporcionalidad


se basan en las dimensiones y en las proporciones
del cuerpo humano. Los arquitectos del
Renacimiento veían las proporciones de la figura
humana como la reafirmación de que ciertas
razones matemáticas son reflejo de la armonía
universal, en cambio, los métodos antropomórficos
no persiguen unas razones abstractas o
simbólicas, sino unas razones funcionales. Se
proclama, en teoría, que las formas y los espacios
arquitectónicos son contenedores o
prolongaciones del cuerpo humano y que, por lo tanto, deben de estar
determinados por sus dimensiones.

Las dimensiones y las proporciones del cuerpo humano influyen en la


proporción de los objetos que manejamos, en la altura y en la distancia donde
situar los objetos que intentamos alcanzar, asi como en las dimensiones del
mobiliario que utilizamos para sentarnos, trabajar, comer y dormir. Hay que
distinguir entre nuestras dimensiones estructurales y las necesidades
dimensionales que resultan del modo de coger un objeto de un estante, de
sentarnos en la mesa, de bajar unos cuantos escalones o de relacionarnos con
otras personas. Son estas dimensiones funcionales las que varían según sea la
naturales de la actividad en cuestión del status social.

Las dimensiones del cuerpo humano, junto a los elementos usados en un


edificio, tienen también ascendiente en el volumen de espacio que precisamos
para movernos, actuar y descansar. El ajuste entre la forma y dimensiones de
un espacio y las dimensiones corporales propias puede ser de tipo estático,
como cuando nos sentamos en una silla, nos apoyamos en una barandilla o
nos acomodamos en un rincón de habitación, o bien e tipo dinámico, como, por
ejemplo, el que se produce al entrar en el vestíbulo de un edificio, al subir una
escalera y al circular por las habitaciones y salas de una casa. Un tercer tipo de
ajuste consiste en como un espacio acomoda nuestra exigencia de mantener
las distancias adecuadas entre personas y de ejercer control sobre nuestro
espacio personal

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