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DISCURSO ' '
l'O

9/7-
LEIDO /3)

ANTE EL CLAUSTRO DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL

D. ANGEL PORTAL Y VILA,

•n el acto de recibir la Investidura de Doctor

l\ DERECHO CIVIL Y CANONICO.

MADRID: i 880.—Imprenta de Juan Antonio Garcia, Puebla, (9.


Origen del feudalismo, su influencia en el dere
cho y elementos constitutivos del régimen feudal*
(o
EXCMO. E IUO. SR.

Al ocuparme en el exámen de una institucion de tan alia trascenden


cia como es el feudalismo, tan lejana de nuestros tiempos y envuelta en
tinieblas, como todo lo de la edad media, me siento débil en fuerzas, y solo
la idea de vuestra indulgencia, cualidad inherente á los hombres de saber
profundo y de vasta ciencia, me animan en el desempeño ¡e este espinoso é
intrincado trabajo. No son mis aspiraciones presentar á vuestra vista nin
guna idea nueva, se reducen tan solo al examen de las opiniones mas ad-
miliihs en los presentes tiempos.
En la e¿ad media, época de destruccion y elaboracion, tan barbara
segan algunos, como poética y calumniada por los autores del último s'^lo
segun otros; edad en i|ue las invasiones, cual impetuosas borrascas, destru
yeron las instituciones existentes, y envolvieion en manto fúnebre la cien
cia antigua; en la qu* el imperio romano se desmorona, y Roma deja de
Ser la sonora del mundo, legando en su agonia á los modernos puebtos el
testamento de los antiguos; en que las nacionalidades estío despedazadas
por la fuerza individual; en que el derecho dimana de la voluntad ; en la
que aparece el Koran, en la que no hay ejéreilos permanentes, ni impren
ta, ni pólvora; en la que el nombre se deja llevar ciegamente por una
sensibilidad exagerada; en que la mujer se presenta rodeatla de misterio
sas y fantásticas ilusiones; en ia que la exhuberancia del sentimiento reli
gioso, peculiar de los pueblos infantes, se manifiesta en la arquitectura
con todo su grandor y magnificencia; en que nace la caballeria andante;
edad en la que las diversiones son los torneos y las justas, tan elegante
mente descritas por Waller-Ssol; en que se lasan las heridas en el derecho
penal, y se sanciona la venganza privada; edad, en fío, en la que la fuerza
ejerce dominadora su imperio, aparece el feudalismo. Su origen, su in
fluencia en el derecho y los elementos constitutivos del régimen á que da
vida, son el tema en cuyo exámen tengo la alta honra de ocuparme.
Muchos célebres publicistas, al examinar esta institucion, no tan solo
incurrieron en el defecto comun y general á los que estudian los grandes
fenómenos de ia historia, viéndolos tan solo bajo una de sus fases, ó en
una época determinada de su existencia, sino que hasta dudaron del tiempo
en que. empezó á tener vida. Algunos han creido que el feudalismo és de
todo3 los siglos, y una consecuencia precisa de la conquista; pues apode
rado el gefe del terreno conquistado, to reparte entre todos tos que militan
á sus óuienes. Asi lo ven en las leyes de Licurgo, enlre los etruscos, y en
varios otros pueblos. Entre los romano, creen hallarlo en las relaciones
que habia entre los patronos y clientes, y aun en tiempo de Augustd: el
patrono, dicen, sostiene al cliente, le defiende en juicio; el cliente sirte al
patrono: en tiempo de Augusto se adjudican 'tierras á los soldados, qu9
desde entonces fueron mercenarios, cuan to antes hacian la guerra a su
cuenta, adjudicacion á que Virgilio je refiere en unos sentidos versos,- la*
montándose de que no se devolvian los bienes á una familia. No podemos
admitir la opinion de estos autores, porque las relaciones entre los pitro-
nos y clientes, si bien existen en ios primeros tiempos de Roma, se dife
rencian mucho de las que se observan en los feudos, como so diferencian

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
'as tierras adjudicadas al Estado y repartidas entre sus individuos, de las
que el seftor concedia á sus feudatarios. El poder imperial era un sistema
cenlralizador, pudiendo decirse que el territorio se componit de una por*
ciou de cadenas, que todas acababan en una, que era el empcralor. El le
gislaba, imponia tributos, y todo lo perteneciente á lo político dimanaba
de la ciudad por escelencia. No podía por lo tanto proceder este sistema,
ni del patronato, ni de la monarquia imperial.
M. Guizot, que en materias históricas puede decirse da vidi á la anti
güedad, parece, sin embargo, que al señalar el origen del sistema feudal
no eslu?o tampoco muy esacto. Sejuu este célebre publicista, entre los
gormanes existian dos sociedades: una sedentaria, aficionada al reposo, al
suelo patrio; otra, procedente de ella, qae era guerrera, formaba los ban
dos, y se entregaba á los bolines, conquistas, etc., conquistas que des
pues se hicieron permanentes. En la primera habia, se#un dicho escritor,
asambleas politicas, compuestas de lodos los padres de familia, en las que
se deliberaba lo que correspondia á la tribu, teniendo cada uno de ellos
un voto, aunque no podia oponer su voluntad individual al acuerdo de toda
la tribu. En ella habia tierras, familias, y el padre ejercia una autoridad
ilimitada sobre los hijos, sobre los colonos libres y sobre los esclavos do
mésticos y los dedicados á las faenas del campo. En estas tribus, por lo
tanto, hay un régimen patriarcal, modilicado por la conquista, que fué lo
que redujo á esclavitud á los diferentes habitantes, alista es, por lo lauto,
la procedencia de sus costumbres, deduciendo de estas dos fuentes este
ilustre publicista, el establecimiento del sistema feudal. Habria muchos
guerreros que emprendida la conquista, permanecerian al lado del monarca
ó del gefe, recordarian el sistema de sus padres, y no pudiendo plantearlo
en toda su pureza, adoptarian el feudal, inmediata modificacion de aquel,
y consecuencia por lo tanto de dichos recuerdos.
Apesar del profundo respeto que tributamos á la ciencia de Mr. Gui
zot, nos atrevemos á decir que no vemos en su sistema toda la esa^tilud
histórica que fuera de desear. La tribu guerrera establecida en territorio
del imperio, no es de presumir recordase las costumbres de su pátria,
en términos de dar origen al sistema feudal. Tampoco es de presumir que,
distantes del poder central, egercier.m sus gefes una jurisdiccion fuerte,
enérgica, respecto á los que primitivamente ocupaban el pais, y se consi
derasen estos como sugetos a los vencedores. El mismo escritor concluye
manifestando, que es muy difícil ma car el tiempo de esta institucion,
á la manera que lo es el principio del desarrollo intelectual en las per
sonas.
Oiros autores creen que el sistema feudal tuvo su origen entre los
germanos. Las tierras, dicen, se repartian anualmente por el gefe entre
los guerreros en proporcion a la clase de cada uno, teniendo obligacion de
llevar las armas. Nosotros tampoco podemos convenir con esta opinion,
pues el que concedia las tierras, era lo que despu 's vino á llamarse Es
tado.
Han diebo otros que procedia de los bandos de la Germania que inva
dieron el Occidente, si bien otros creen procede de la conquista. Los pri
meros creen encontrarlo en aquel patronato en virtud del cual se asociaban
los guerreros á su gefe, de quien podian despedirse, y por quien podian
ser despedidos á voluntad. Pero en aquella época no existian patrimonios,
tierras adjudicadas, faltando por lo tanto la base de la institucion feudal.
A los que creen que procede del tiempo de la conquista, y que los gefes
que se repartieron las tierras fueron los que le dieron origen, puede
—5 —
decirse que el célebre Montesquieu, aunque era muy afecto h los feudos,
cree sin embargo que tntoncos no era posible se estableciesen, por la in -
dependencia grande que lenian los guerreros en aquella época, y que
debió retardar bastantes años el nacimiento de este fenómeno histórico.
Como entre los genizaros, el gefe entregaba las tierras, bajo condi
cion de entregarle tantos caballos como eran aquellas, creen ver alli su
existencia y lo mismo segun Molina en algunos pueblos del Asia, sin te
ner presente que estos hechos no son masque analogias con el sistema
feudal.
Nosotros creemos que el sistema feudal tuvo su origen mas posterior
mente, cuan lo se estableció la división entre tierras libres y las -que te
nian algun gravámen. Las primeras, llamadas lotes, eran las alodiales,
esto es, las propiedades libres, independientes, que habian sido adquiridas
por alguno. Además de esta propiedad que corresponde al individuo, el
rey concedia los terrenos sobrantes á algunos, para que lo prestasen el
servicio de las armas. He aqui el origen de los feudos, cuya palabra sin
embargo no se sabe á punto lijo cuándo aparece en la historia, pues si
bien aparece en una certa de Cárlos el Gordo, en el ano 830, es recua-
zado este documento como apócrifo por la generalidad de lo* escritores,
constando por otra parte que entonces no exist an los feudos. E¡ juriscon»
sulto Canciani, no descubre su existencia hasta el siglo 11. Maraton dice,
no se conoció hasta 108o. Cuestion dilicultosa de resolver para nosotros,
pues pudieron existir y desaparecer los documentos; pero de todos modos
si no existió la palabra fejdo, existió la institucion.
Manifestado el origen de los feudos mas esacto en nuestro sentir, y
rebatidas las opiniones que de la nuestra se separan, debemos no obstan
te hacer notar que aquel es posterior al de Ijs beneficios. -Una cosa es el
feudo y otra la concesion de una tierra reservándose una parte de renta.
Los alodios eran entre los germanos las propiedades obtenidas por ellos
en virtud de la conquista: se repartian ñor suerte, de donde les v ino el
nombre. Los beneficios eran las tierras que el monarca repartia entre los
grandes gefes con una condicion, un servicio que debian prestar, los que
tambien se conoció; on con el i.ombrc de honores, signilicando esia voz
no una gracia personal, sino la tierra, como se vé en las Partidas. Los
beneficios pueden considerarse tan antiguos como la conquista. Era cos
tumbre entre los germanos que los débiles se apoyasen y uniesen á los
mas fuertes, formando asi su clientela, haciéndoles para atraerlos do«
nes cuantiosos, que consistian en armas, banquetes, jaeces, etc. Cuando
abandonaron su primitiva patria y se apoderaron del territorio romano, el
saqueo les proporcionó estos objetos. El episodio del guerrero que no
quiso obedecer á 'Jlodoveo, q'.e le mandaba entregar un vaso sagrado
que habia cogido, es un vivo ejemplo de estas costumbres. En aquella
época, en que apenas se conocia la Kioneda, se repartian á los grandes
los territorios, como en pago futuro de los servicios que habian de pres»
tar, quienes no pudiendo cultivarlos, porque tenian que prestar servicios
grandes, bs entregaban á otros percibiendo una renta, que en algunos
pueblos era la tercera parte díl usufructo, tomando en otros cada uno lo
que le converia. El feudo significaba la dependencia en que se encontra
ba el que recibia el beneficio con el que lo concedia, y si bien al princi-
pij se confundió la tierra con la dependencia, el beneficio solo era la
tierra, una concesion segun le llaman las leyes de Partida.
Las dilicullades que se presentan al señatar el origen de los feudos, se
presentan tambien acerca de su etimologia. Cujacius , cree viene de la
— 6 rr-.
palabra fides, que significa fidelidad, y se aplicaba á la tierra. Otros la
creen procedente de dos pa'abras germánicas , que significaba renta,
salario, pues se pagaba una cantidad , habia vasallaje. En la imposibilidad
de delerniin ir osadamente su etimologia , creemos existian en la Mea de
los feudos ot;as , que convienen á las dos opiniones , sin embargo que la
germánica es la que parece mas achitada.
El feudo era un sentimiento de honor adherido á la posesion de una
tierra , conferida en recompensa de sei vicios prestaJos y con la promesa
de prestar otros nuevos.
Esta institucion, que ha dado pasos tan agigantados , que se hizo uni
versal porque tia el único Gobierno posible en aquella época , tiene su
desarrollo completo en el siglo X, y especialmente el X¡. En Francia fué
donde estuvieron mas desarrollados, y despues en Ingiaterra y Alemania.
En nueslia España tambien se han conocido, aunque no tanto como en las
otras naciones , por el mayor influjo que las leyes y costumbres do los
romaros tuvieron en el Gobierno , por la situacion geográfica de la Penin
sula al estremo de Europa y apartada de su comercio por las altas cumbres
del Piiineo , por la incesante lucha con los moros y por la prosperidad de
los Concejos. Para convencerse de su existencia, basta leer el titulo 3.° del
libro V del Fuero Juzgo , en que se habla de los Patronos y Buoebrios,
cuya última palabra se ha traducido impropiamente con el nombre de
sayones. En Cataluña existian ya en tiempo de Cárlo Magno.
¿Los feudos, eran todos iguales al principio? Hé aqui una cuestion en que
los autores discrepan. Dicen algunos que ios feudos eran amovibles, lempo-
rales, vitalicios y hereditarios, pero nosotros no podemos admitir los prime
ros. Se fundan 6us defensores en que Ludovico Pio y Cários el Calvo, quita
ban los feudos que habian concedjde, y los daban á otros para haceise pro
sélitos; y en el Libro de los feudos, que establece la misma libertad á favor
del señor. A nosotros, siguiendo la opinion de Mr. Guizol, nos parece que
nunca existieron los feudos amovibles. No era posible que los concediesen
para quitarlos en seguida , ni lo consentirian aquellos que tos hubiesen
recibido. Unas palabras de Cárlo Magno nos demuestran que los feudos
eran hereditarios, y aun cuando en algunas leyes se dice que van pasando
á vitalicios y d« aqui á hereditaiios , estas disposiciones refieren el hecho,
mas no esponen el derecho. Si Ludovico Pio y Cários el Calvo , quitaban
los feudos que daban á unos para entregarlos á otros , obraron arbitraria
mente; pues en leyes del tiempo de estos monarcas se dice, que lus bene
ficios concedidos por las Iglesias á los clérigos, sean por estos conservados,
á no ser que diesen algun motivo que les condene á perderlos ; leyes que
son también aplicadas á los feudos de los legos, que cumplieren religiosa
mente los paclos. El llamarse amovibles en el Libro de les feudos nada
significa, pues también podrá referirse al hecho que la ley no saucionaba.
Temporales eran los que se concedian por cierto número de anos , y
aun cuando el publicista antes mencionado cree , que tampoco existian,
nosotros no podemos convenir con su opinion , por no estar robustecida
con razones tan sólidas, como en el case anterior. Dice, que la denomina
ción de temporales, se refiere solo á derlas concesiones que se hacian por
la Iglesia con el titulo de Precarii, en virtud de las cuales , pasado cierto
número de aPos, las tierras dadas á los señores volvian á la Iglesia ; que
en muchos documentos se encuentran egtmplos de esto ; y que el abuelo
de Cárlo Magno , Carlos Marlél , se habia apoderado de los bienes de las
Iglesias y los concediera á sus legos ó lidelis. Pepino determinó, para evitar
abusos, que atendida la penuria del Erario, continuaran poseyéndolos, pero
solo en precario y que cuando no cumpliesen volviesen á la Iglesia. Por
esto , segun esle célebre jurisconsulto , han creido algunos que los feudos
eran temporales, n >r confundirlos con estos precarios- lis indudable , sin
embargo, que hubo feudos temporales.
En loque convienen todos, es en que los hubo vitalicios y hereditarios.
Los vitalicios represen Liban una concesion de tierra hecha por un benefi
cio personal , que se habia de prestar al señor- liste era militar , y por lo
tanto habian de acudir á él con sus armas , tierras , consejos ; s¡* exigia
cierta edad, habian desser varones robustos y que estuvieran entregados á
las armas ; por esto al principio estaban escluidas las mujeres , esclusion
que desapareció posteriormente. Como este servicio era personal, murien
do la persona , se acababa por una parte el derecho y por otra la obliga
cion. En tiempo de Ludovico Pio, loshcrederos.se presentaban al Monarca
para que continuase en ellos el feudo, y asi se fueron haciendo heredita
rios. Desde que dejaron de dedicarse á la conquista, fué cuando empozaron
á quererla propiedad territorial, cuando empezaron á trasmitirla a su
familia. Asi pudieron conseguir que se concediese al hijo el derecho que
solo á gllos se otorgaba, lo que se haria por voluntad de los señores, para
que de esle modo se fuese ligando tambien la sucesion de los hijos y
descendientes.
Con la eslension estraordinaria de los feudos en el siglo X , se habian
disminuido mucho los alodios ; y aun cuando algunos creen era mejor la
condicion de estos, no era asi; porque, los señores feudales tenian un poder
muy grande , y abusaban de los vecinos que tenian atodios, porque eran
pobres y no tenian fuerza para oponerse. Por esta razon casi toda la pro
piedad era feudal. De la condicion misera en que so enco.itraba el que
poseia un alodio, nacieron las recomendaciones: el que posei x un alodio se
presentaba al señor mas cercano renunciándolo en su favor , y luego lo
recibia en tardo y era defendido por él , no siendo inquietado por los
discolos y revoltosos- listas recomendaciones tuvieron lugar, cuando los
beneficios estuvieron mas en voga, ei tonces habia luchas á todos instantes,
y los señores, robustecidos con mas fuerza , abusaban mas de los débiles,
de los que poseían los alodios. Llegó á tanto la eslension del sistema feu
dal , que reprendiendo un Emperador á su hijo , porque Sulo daba á sus
vasallos la bendicion, le contestó , es lo único que puedo darles ; pues los
señores se habian apropiado todas las tierras y no tenia nada libre que
concederles. A esta estension contribuyeron tambien las usurpaciones:
cuando los campos estaban sin cultivo, si se apoderaba cualquiera de ellos
y los labraba, venia en seguida el señor exigiendo el feudo.
Grande es la influencia del sistema feudal en el derecho. Un sistema
que originad fraccionamiento de la soberania, asi como el fraccionamiento
de la tierra ; que constituye á os señores en olios tantos soberanos con
derecho de destruirse mútuamlente , de declaiar la guerra al Monarca , de
tiranizar y esclavizar á sus \asallos, que habitaban á la sombra de sus
casldlos , sistema de aislamiento y que podemos llamarle el mas contra
dictorio que se ha conocido; que descentraliza el poder, que concentra todas
las afecciones del corazon humano dentro del castillo, donde el atalaya
vigila siempre la proximidad del enemi o, los movimientos de tos vasallos,
donde el bufon divierte al señor , el trovador cania sus proezas ; donde la
mujer se entretiene poniendo plumas a las flechas , teniendo en su brazo
izquierdo los timbres de su familia y en el derecho los del marido,
contemplando desde su sillon la robustez de su hijo , respetado ya como
seflor feudal , asustada y sensibilizada por algun atrevido pensamiento de
— 8 —
un trovador , sin observar que á la puerta del castillo está agonizando
algun villano pendiente de una horca , ó que tal vez le van conduciendo
al rollo ; que permite á los señores imponer contribuciones: , exigir
tribuios, administrar justicia , acuñar moneda ; en que los señores podian
casar las bijas de sus subditos con quienes quisieran ; en que so daba mas
estimacion a las aves de caza que á los esclavos; en que uno de los deblos
mas grandes era impedir da cualquier modo que la caza se disminuyese;
en que los vasallos de un señor podian ser presos por otro, por las deu
das que aquel tuviere , teniéndolos encerrados, hambrientos, aunque pe
recieran; en que no se ce nocian las apelaciones y la justicia se adminis»
traba por ellos mismos ó por jueces que eran sue vasallos ; en que los
principios de derecho emanaban de su voluntad; en que el vasallaje se re
ducía muchas veces a una prestacion ridicula, como entregar cada año en
un dia determinado un canario conducido en un coche tirado por caballos,
un nabo en un carro lirado por cuatro pares do bueyes, ó en que cuando
llega el serior á un pueblo de su jurisdiccion, si habia algun estanque , los
villanos tenian que estar toda la noche dando palos en las aguas para que
las ranas no despertasen á su señor: sistema en que pagaba la familia del
difunto una prestacion conocida con el nombre de mincion ó luctuosa, en
que para cercionarse de si habia sido asi, se llegaba al estremo de entre
gar hasta la mano derecha del difunto , no podia minos de ejercer una
grande influencia en e¡ derecho, la que se conocerá mejor examinando los
elementos constituios del régimen feudal.
Tres eran sus elenn ntos: la propiedad de la tierra, adquirida de una
manera plena, perfecta, hereditaria; pero dependiendo del señor el que la
poseia: la fusion ('o la soberania y de la propiedad, y las relaciones de los
señores feudales entre si.
Las relaciones que tenian les poseedores de los feudos con sus señores,
no fueron conocidas mientras hubo liberad para agruparse al rededor de
las banderas de un gefe en el ejercicio de la guerra. Entonces era perso
nal la obiigacion, no habia concesion da tierra, no pasaba á los herederos;
pero desde que empezaron á concederse aquellas , con obiigacion de pres
tar el servicio militar , y desde que los feudos se hicieron de vitalicios he
reditarios, nacieron distintas relaciones. Estas se constituian por medio del
homenaje, la investidura y el juramento. El homenaje, que significaba ha
cerse hombre de otro, era de dos clases, sencillo y ligio : aquel dimanaba
solo de la tierra, y si bien ligaba al miles y sus herederos, quedaban li
bres cuando quisieran, despidiéndose de su señor, y el ligio comprendia
además una obligacion personal, no cesan Jo aun ¡ue desapareciese la pro
piedad, sino por consentimiento del señor. El homenaje se prestaba por el
interesado y no podia hacerse por procurador. En el primero, el que reci
bia el feudo se presentaba ante el señor , en pié y con la espada ceñida;
pero en el ligio se quitaba el cinluron , la espada y las espuelas, y con la
cabeza descubierta se postraba ante el señor. Juraba en seguida serle Del
y leal , recibiendo seguidamente de este la investidura, que era casi la
toma de posesion del Pitido. Segun algunos escritores, podiaser psta de 88
modos, aunque todos pueden reducirse a dos: ó rtal, porfíen ole matcriale
m; nle en pose-iou del feudo, ó de una manera simbólica , dándole un pu
ñado de tierra, una varita, etc.
Constituido asi el feudo, desde luego aparecen obligaciones y derechos
reciprocos. Las obligaciones del vasalio eran de dos clases, morales y le
gales, añadiendo algunos otra tercera, conocida con el nombre de servicios.
Entre las obligaciones morales se cuenta, la de serle fiel, leal, do no inju
— 9 —
riarle, de mira» por su honor y el de su familia, siendo una falla grande el
requerir denmJres a sus hijas, especialmente la primogénita, por ser una
continuacion di la familia, la de ( restarle caballo y presentarse ai señor
cuando este/estuviese prisionero. Las lépales son muchisimas, siendo las
princiMlw: el servicio militar, la Gducia; justicia, ausilios, relief , pláci-
limite 'erage, derecho de tutela y el man'tagium. Una ligera idea de es-
ta/obligaciones r¡os hará conocer su importancia.
í La obligacion principal del vasallo era el servicio militar que debia
prestar á su s<ñor en caso de guerra. E! señor tenia qne sostenerse á su
cuenta y lo mismo los hombres que llevase; asi se rsplica la corta dura-
cien de algunas expediciones. El territorio en que se liabia de prestar este
servicio, unas veces se limital a al en que ejercia su jurisdiccion el señor,
otras fuera, y en ¡ Igunas se estendia hasta las fronteras. A veces se de
terminaba el número de guerreros con que habian de contribuir, en aten
cion á los feudos que recibieran, formalidades no determinadas hasla el
tiempo de Conrado, si bien en el de Cárlos el Gordo se conocieron algunas.
Hasta tal punto llegó esta obligacion, que Du-Cange examine si el va
sallo tenia queconcuuir al llamamiento de su señor inmediato, cuando
este hacia la guerra al monarca; y si bien en Alemania el Emperador Fe-
deiico Barbarroja, determinó que no pudiesen hacer la guerra, en Francia
se establecieron los casos en que los señores feudales podian separarse de él,
estableciendo que ios vasallos se presentasen, preguntándole si era cierto
que se hubiese negado iu ticia á su señor. Esto solo, prueba i donde habia
llegado el feuJalismo. El Duque de Bretaña en su minoria, dice, iba á ha
cer la guerra al Regente porque hubiera denegacion de justicia. En Casti
lla tambien se reconoció el derecho de hacer la guerra al Rey, segun cons
ta del Fuero- Viejo.
Fiducia era la obligacion que tenia el vasallo de asistir, cuando el se
ñor administraba justicia , ó cuando queria darle consejos , derecho que
los señores reclamaban con frecuencia, porque entonces podian exigir cier
ta cantidad.
La de justicia se reducia á reconocer la del señor , obedecer sos pre*
ceptns, no quebrantarlos y á las apelaciones.
La llamada ausilia ó ayudas cían prestaciones pecuniaiias que daban
á su señor. Eran ordinarias ó estraordin irias: las primeras, llamadas lega
les, por estar determinadas, se dab:in en tres casos: cuando se armaba al
primogénito del señor, cuando estando preso habia que rescatarlo y cuan-
sc dotaba la hija. Las cstraordinarias aquellas que no estaban determina
dos en las leyes, como la cantidad que se habia de dar al señor cuando
iba á guerrear contra los infieles. En esta época, en que habia un fervor
religioso tan grande, como no era fácil la navegacion y lenian que ir por
tierra, era preciso hacer muchos gastos. Ricardo de Inglaterra, Felipe el
Hermoso de Frauda, estuvieron en la tierra Santa, pues eutonees se cr¿ia
oblene' el perdon de los pecados recibiendo la insignia de la Cruzada.
El relief era la cantidad que se daba al señor cuando no habia des
cendientes ni hermanos, siendo á veces una quinta parte, en otras, otra
mayor, segun el poderio de aquel. Su llamaba admisericordiain, porque el
feudatario imploraba de su señor que no abusase de su poder, puesto que
á veces buscaban pretcstos para exigir esta cantidad, llegando a pedirla a
los hijos delos hermanos del vasallo. Por un rey de Inglaterra, y poste
riormente en la Carta Magna, se determinó que no pudiera pasar de la
cuarta parte de una anualidad ; en otros sitios era seguu costumbre una
anualidad.
— 10 —
El placitum era la cantidad que se daba al señor, cuando el feudatario
vendia Ins tierras en que consistia el feu lo. El señor exigia á su feudata
rio un servicio personal, que estaba compensado con las tierras que tenia.
Cuando moria el feudatario se concedia á los henderos por medio de la
investidura. I'ero el feudatario po lia no querer el feudo y hacer á otro do
nacion de él, si bi''n no era árbitro en elegir la persona á quien lo daba,
necesitando para ello el consentimiento del señor. De esia manera el mi
les dejaba de estarle ligado y recibia una cantidad, entre tanto que este te
nia otro feudatario, que por su voluntad reemplazaba al antiguo. La can
tidad podia ser entregada por el señor y entonces se eslinguia o! feudo,
cantidad no fija al principio, aunque si en tiempo de Conrado I , el cual
prohibió eu Italia, para evitar los abusos , que pudiesen traspasarse sin
consentimiento del señor. El Rey Ricardo en Ioglalerra y la Carta Magna
establecieron lo mismo.
El foris-factura consistia en devolver el feudo al señor , ó que cayese
en comiso, cuando el feudatario no cumplia las condiciones. Esto derecho
dió lugar á grandes abusos, ya por parte de los señores, ya do sus vasa
llos. Como no habia tribunal, acudian al campo de batalla, diciendo que no
•e cumplian las condiciones, ó que estaban ya cumplidas.
Ei federaje era la cantidad que daba el primogéaito , en caso de suce
sion, á sus hermanos por el feudo que recibia , y que no pertenecia á él,
sino á todos. Los grandes feudos eran para el primogénito ; los pequeños
se dividian, ó bien se quedaba con ellos el primogénito , entregando á los
otros una cantidad equivalente. En los mayores tenia mas participacion,
lo que estaba establecido para que no se debilitase el sistema feudal ; asi
se quedaba con las dos terceras partes y daba una tercera á los oíros, los
que se constituian en una especie de vasallaje. Si eran tres tenian que asis
tir á la guerra por sesenta dias, cada uno iba veinte.
La tutela, llamada tambien guarda noda, era la obligacion que tenia el
huérfano, hijo de un feudatario, de consentir que el señor fuese su tutor,
administrase sus bienes y percibiese las rentas , disponiendo de ellas sin
dar cuentas. Esto no tenia lugar en Inglaterra, ni en la Normandia ; mas
en Francia se ejerció muchas veces este derecho, respecto de las hijas de
los señores principales.
El maritagiun era la obligacion que tenian las bijas del feudatario de
recibir por maridos los que quisiese el señor. A veces se estendia a los
hijos, y regularmente se pagaba una cantidad para librarse de esta obliga
cion. El señor podia casarlas con quien quisiera, con tal que fuesen de una
misma condicion, pues teniendo que hacer la guerra, lodos sus vasallos
debian ser personas de entera confianza para él. Segun el Libro de los
feudos, tenian que casarse con quien señalase el señor, y solo habia una
escepcion, á saber: cuando la mujer decia que tenia sesenta años, perma
neciendo entonces en tal estado, bien fuese viuda ó soltera. La ley se fun
daba para establecer esto, en que la mujer que daba esta respuesta, era
por el mucho Irabajo, ó porta mucha aversion, que tendria á tal matrimonio.
Otros muchos derechos egjrcian los señores feudales. Obligaban á los
colonos á cocer el pan en su horno, moler el grano en su molino, impo
niéndoles graves penas en caso de infraccion. En una carta foral de Gali
cia se determinaba que no pudiesen vender su vino, sin que lo vendiese el
abad. Tampoco se podia pescar en el territorio ó estanque del señor, su
cediendo lo mismo eu la caza. Dedicados los señores á este género de en
tretenimiento, consideraban que malmdoles una pieza , les privaban de su
soberania, é imponian por lo tanto penas gravisimas.
— a —.
Tenian adornas el derecho de Conducho, en virtud del que, debian
darle habitacion, comida, leña. Lam iñoria, ó derecho de heredar á los
que morian. La mincion ó luctuosa, por la que el colono daba ásu señor,
una cosa de las mas preciosas, en caso de muerte. En Espada eia un i res,
y en algunos puntos, no era la mejor, sino la segunda. En Alemania, un
abad tocaba con un palo, vuelto de espaldas, el ganado, adquiriendo la
propiedad de li res, que de este molo señalase. A fines del siglo pasado,
existia esta prestacion en Galicia, determinando, que si hubiese cuatro re-
ses se diesen sesenta reales. El derecho de apoderarse de los bienes del
náufrago, lo que dió lugar A muchos escesoí, hasta llegar el estremo de
poner señales, para que los buques se estrellasen, perteneciendo al señor
ios tripulantes, aun cuando se salvasen del naufragio.
Hasta se llegó á disputar entre el señor y el marido la primera noche
de bodas, habiendo en el Piamonte una revolucion con la casa de Saboya,
determinándose en algunos pueblos, que en lugar de tres noches, fuera una.
En Womers, un rector ó abad de una iglesia, llegó >\ sostener que le per
tenecia este derecho delante de su Obispo. En un pueblo de Cataluña, to
davia en 1711, se pagaban 70 libias catalanas por este derecho, segun ase
gura un Diputado. En Galicia existió introducido por los francos: llamado
pecio vordere.
Otras muchas prestaciones hahia que seria prolijo enumerar, todo esta
ba cubierto con el manto feudal, hasta el aire llegó á ser objeto del feudo.
El stúor feudal como participante de una fraccion de soberania, tenia
derechos, que á su vez eran obligaciones para sus vasallos. Ademas de los
feudos, habia los sub-feudos, formando asi un orden gradual, y egercien-
do los que poseian feudos pequeños, los mismos deruchos, incluso el de
soberania, sobre sus vasallos, que los grandes ejercian sobre ellos, sin que
estos pudiesen entrometerse en los derechos de aquellos.
El señor imponia contribuciones en su territorio; no existiendo asam
bleas en las que se discutiesen, legislaba, administraba justicia, bien por
si, ó por sus delegados y por regla general le correspondia el derecho de
acuñar moneda, aunque muchas veces no pudiese nacerlo por falta de me»
dios. En Francia, San Luisquisodisminuir este poder omnimodo que tenian
pero al fin se vio reducido á transigir con muchos abusos.
' El señor feudal, como soberano y como dueño de la tierra, tenia un po
der grande sobre el colono, ó sea habitante del campo, y á quien se trata
ba de una manera durisima. No se croa, sin embargo, que repentinamente
y de un modo imprevisto llegase á esta u.iserable condicion, llay que bus
car su origen durante la época de la administracion romana. En su último
periodo se distingue entre si la condicion de los habitantes de las ciuda
des y del campo. La primera fué objeto de esludios de jurisconsultos»
pero la segunda fué mas descu dada. En este tiempo ya era miserable la
condicion de los colonos. Savigny habla de ellos coi> la exactitud que acos
tumbra, y conformándose con Justiniano, dice que eran una clase de per
sonas que recibían diferentes nombres, como el de Coloni, Rustid, Ori
ginan', Ascriplici, Inquilini, Tribulari, Censi y hasta llegaron á confundir
se, aunque injustamente con los esclavos ó siervos de la gleva. La misma
ley romana diferencia el esclavo del colono: este podia contraer matrimo
nio, su mujer se llamaba usor, tenian sobre los hijos patria potestad, loque
no sucedía con el esclavo, pues aunque el cristianismo dió á sus uniones,
el nombrede matrimonios, no lo eran legalmente. El colono era admitido al
servicio militar, pudiendo llegar asi álas primeras dignidades, como Jus
tino y Máximo, que consiguieron la cerosa imperial; el esclavo, no. Elco
- tí -
lono tenia peculio propio, del que era propietario; el esclavo lo tenia para
su señor. En algunos ;asos, sin embargo, era peor la condicion de los colonos,
pues no podian ser manumitidos, por que variarian la condicion de 1 1 tierra
y en cualquier sitio eran reivindicados, arrancándolos de las estatuas, si se
cogian á ellas. No podian vender la tierra sin permiso del señor; pero
tampoco podian ser vendidos, sino con ella. Esto mismo sucede en Rusia.
El colono podia coasolarse con la ¡dea de nacer y morir en el mismo sitio.
Si la tierra era de mucha estension, ó se vendia á diferentes personas,
en cada parte habia de quedar una familia sin poder separar sus
individuos; lo contrario sucedia con los esclavos. Otra ventaja tenian los
colonos, relativa á lo que habian de pagar al señor: habia dos impuestos,
uno sobro la tierra, que se pagaba delante, y otro que no se aumentaba
aunque creciera la propiedad por su cultivo y trabajo. Esta se llamaba
Capitación, porque el Estado se dinjiaa! propietario, exigiéndolo, pudien-
do despues este entenderse con los colonos; lo que no sucedia con el im
puesto do la tierra. Esta era la condicion de los colonos al verificarse la
invasion, en cuya época hubo un cambio radical, pues los impuestos que
antes se pagaban al Erario, se convirtieron desde entonces en ventas, en
productos que se pagaban al señor feudal. Bistanto tiempo despues existian
en el mismo estado, como se demuestra por las disposiciones de los Papas,
y especialmente de San Gregorio el Magno, viniendo el estado colonial ha
ser el mas general en aquella época. Sus costumbres variaron, llegando
casi á confundirse con los esclavos, resultando dé estas ideas equivocadas,
que el esclavo se hizo de mejor condicion, adquiriendo las ventajas del co
lono. Los monarcas querian, como en tiempo de los romanos, la centraliza
cion, á la que se opusieron los señores feudales, exigiendo las rentas, io
ya como propieiarios, sino como señores, como soberanos.
Los señores feudales llegaron á ser tan opresores, á egercer derechos
tan onerosos, que en medio de la crasa ignorancia de aquel tiempo, esta
llaron varias insurecciones. En Normandia, se reunieron para deliberar
sobre las prestaciones que habian de dar al Duque, 997, y este, al momento
que lo supo, mandó qué á todos los que estuviesen en la Asamblea, les
cortasen una mano y un pié. En tiempo de San Luis sucedió to mismo en
Francia. En Italia se derribaron castillos, siendo al fin vencidos.
Antiguamente por la conquista, Us personas humildes eran reducidas
la condicio de siervas. Despues que el cristianismo estendió sus salu
dables máximas, fueron elevados á mejor condicion, llegando á ser colo
nos y después libres. Entre los germanos se marca perfectamente este
tránsito. En un concilio celebrado en tiempo de Clodoveo en 650, se dis
pone no puedan ser vendidos, para ser trasportados mas allá del reino.
Despues se determinó no puedan ser vendidos sin la propiedad, lo que
equivalia á compararlos con los colonos. Desde entonces cesó el tráfico, y
los mercados á don e se hallaban los esclavos, como si fueran rebaños.
Estos tráficos se declararon impios en los concilios, lo que fué bastante
para que su condicion empezase á elevarse. En tiempo de Carlos el Calvo,
864, se prohibio bajo pena de sesenta sueldos qu? los vendidos pudiesen
ser llevados fuera del territorio, y que el que se empellase por miseria,
pudiera redimirse cuando quistóse, entregando ,1a cantidad porque estaba
empeñado, y una quinta parle mas.
A los siervos de las Iglesias io podian imponérseles nuevas obligacio
nes, nuevos tributos, bajo pena de excomunion; por eso eran de mejor
condicion que los de los señores. Entre los Borgoñeses y Ripuarios po
dian presentarse en juicio para defenderse, y se admitia su testimonio, lo
- i3 —
que no suocdia en. otros paises. En las Capitulares se determina que esta
clase (le siervos no puedj; sor reducida á la servidumbre ordinaria, lo que
venia a ser una garantia para no ser <le peor condicion. En las composi
ciones los esclavos de la Iglesia solo pagábanla mitad; su manuinicion
no era conocida. Asi se veia mejorar notablemente su eslado.
La existencia de los me moriales revela un paso mas hacia el p¡ogreso
en aquella época. Cario -Magno en 781 , despues de conquistar á los sajo
nes y reducir muchas poblaciones á la servidumbre, dispuso su tránsito á
la libertad en masa. Ludovico Pio estableció lo mismo. Verificada la ma
numision, 1<; daban tierras, campos, con la obligacion de pagar ciertas
rentas v pensiones. No eran enteramente libres, ni siervos tampoco. Lle
garon a aumentarse extraordinariamente ; podian disponer de su peculio;
sus bienes se trasmitian á los herederos, bien fueren hijos ó hermanos, y
si no los tenian, y no hacian testamento, pasaban al fisco. Ludovico Pio,
queriendo hacer mejor su condicion, determinó que si no testaban y no le-
nian^hijys ni descendientes, pasasen sus bienes á los parientes, no obstante
la práctica admitida ee contrario.
Una costumbre muy particular, fué la que los introdujo. Cuando moria
un me-mortal, los parientes ó herederos tenian que dar al señor una cosa
de las mas preciosas que tuviesen. Entre los borgor.om s, era entregada al
señor ja mano derecha del muerto, emblema de no pad- r prestarse ya ser
vicios por él, de donde vino su etimologia.
Esto es un adelantamiento para el esclavo y siervo, pero un retroceso
para el colono, por lo que decimos, que se empeoró su condicion. Se em
pleaba en trabajos que alteraban su salud , tenian pie prestar el mismo
servicio personal que aquellos y la capitacion. Los me-mortales, como no
estaban en servidumbre, no podian ser manumüidos, y el colono si, por
medio de cartas de manumision, siendo considerado desde entonces como
ingéniio. Cosa muy conforme á las costumbres y principios cristianos.
La Iglesia ordenaba los que se presentaban, aunque fuesen me-inorta •
les. Los siervos no reclamados por su seüor se consideraban como manu
mitidos. Los colonos se multiplicaron estraordinariamente, porcada 1Ü0
siervos habia 10.000 colonos, cálculo tal vez inesacto, pero que indica la
diferencia entre unos y ctros.
La condicion de los co'onos se iba confundiendo > on la de los me-mor-
tales; habia sin embargo una diferencia. El me-mortal que tenia por dueño
un romano, podia ganar su libertad á los treinta anos , pero no si era un
bárbaro, prescripcion que desapareció, cuando llegaron á confundiré los
romanos con los señores del Norte. La reevindicacion del colono no tenia
lugar, y los me-mortales, si se ponia en duda su legitimidad, eranconsi-
deiados como esclavos. Cuando la Iglesia permitió que se casasen los me-
mortales fuerá de! territorio, sin licencia del señor, era para aumentar las
poblaciones rurales. Si un me-mortal se casaba con la hija de un colono,
se consideraba al hijo como colono, si con una sierva, como siervo, dife»
rencia notable del derecho romano, donde siempre se tenia presente la
condicion del mejor.
Los colonos solo polian casarse con personas que estuviesen en el mis
mo terreno, no podian enagenar los bienes sin consentimiento del patrono;
pero si trasmitirlos á sus hijos, hermanos y ascendientes por testamento ó
donacion.
Los colonos y me-mortales formaban ciertas reuniones que tenian un
gefe¿ Yivian adheridos á la tierra y bajo el imperio del señor, no habiendo
por lo tanto derecho personal entre ello*. En ciertas cuestiones tenian el
u —
áerecho de reclamar, como en las del Estado, agravios y otras. En las
del Estado entablaba su reclamación ante el conde, un comisionado del
mismo ó el monarca : lo mismo sucedia cuindo se le imputaban graves
fallas.
Los siervos, los colonos y me-mortales sufrieron muchos mas grados
de presión en tiempo de ¡os señores feudales, que los que habian sufrido.
Los señores que causaban la anarquía en el territorio, y el rey un abso
lutismo en el centro, oprimian estraordinariamente á las personas que de
ellos dependian y de rechazo recaia sobre los colonos, siervos yme-morta-
les. En aquella epo^ podia decirse que la condicion humana era accesoria
de la tierra, el territorio era todo, el hambre nada.
Réstanos examinar las relaciones que tenian los señores feudales entre
si, asi como las que existian entre los hombres libres y los siervós. Hoy
que los códigos consignan la igualdad ante la ley, hoy que el poder lieue
sus funciones legislativa, ejecutiva y judicial perfectamente deslindadas
que al soberano pertenece la facultad inspecliva, hoy que las leyes son
formadas por los Cuerpos Colegisladores, que un sistema de administracion
hace que lodo afluya á un centro, y que de este centro partan todas las
disposiciones, y que en el sistema judicial hay establecido un orden gerár-
quico, parece imposible pudiese existir por tres siglos un sistema en que
no solamente era desigual la ley para las diferentes personas, sino que
emanaba de la voluntad individual, sistema en que no se conocia nada de
administración, pues todo estaba descentralizado, en que la justicia se
administraba mas bien con la fuerza qne con la razon.
Cada señor era un soberano en su territorio : el rey un recuerdo , una
sombra, un poder débil en la mayor parte de los casos, siendo t tn solo
superior á los señores feudales, si tenia fuerza para vencerlos. Non des
cendemos de reyes, decian los nobles, si non que los reyes descenden de
nos. Las asambleas quedaron reducidas á ser consejos del rey, a las que
asistian los señores si querían. Cuando se reunian, era mas bieu por os
tentación, para manifestar sus blasones; y solo alguna vez para ponerse
de acuerdo en el modo de hacer la guerra. Algunos feudos solo podian
ser poseidos por nobles, habiendo diferencia entre el señor que concedia
un feudo y el que lo recibia : al primero estaba inherente el honcr, el
tando dominante-, el que lo recibia tenia el sirviente. El señor podia estar
sujeto á otro en sub*feudo , por eso dice César Canlú que se hallaban li
gados enlrc si los poseedores de los feudos, en un sistema gerárquico de
instituciones legislativas, judiciales y militares.
Los alodios debian poseerse por propietarios nobles, la tierra poseia la
cualidad de hacer noble al que no lo era. El que compraba una heredad,
siendo grande, adquiria una independencia completa. Los mismos propie
tarios llegaron á tener dos condiciones: ejercian justicia respecto á los co
lonos, y estaban sujetos á los feudos. En el Norte de Francia habia una
máxima, falsa hoy, que no habia señor sin tierra.
1 Los colonos, si comian en una mismo mesa, si estaban en una misma
casa, tenían comunidad. Si se separaban de ta casa ó mesa, volvia la pro
piedad al señor.
Loá extranjeros, es decir, los que no habitaban en el territorio del se-
fior, se miraban con indiferencia y casi siempre cou odio. Era reducido á
la condicion de siervo ó colonc; si moria intestado , sus bienes pasaban al
señor ó al lisco. El bastardo era reputadocomo siervo, solo por ser bastardo.
Las Iglesias tambien poseian feudos, si bien eran mas suaves, - mas
templados. Ejerciendo grande influencia los dignatarios eclesiásticos, es
— 15 —
tando al lado de los reyes y asistiendo á las asambleas, leoian que parti
cipar de las ideas dominantes en aquella época. No solamente tenian feu
dos como los señores, sino que tambien los establecieron en los diezmos
que se daban á los particulares. Desde el tiempo de Carlos Martel se qui
taron los bienes á las iglesias, a prelesto de hacer la guerra, lo que con
tinuó en los reinados sucesivos; y la Iglesia, para evitarlo, concedia los
diezmos á los señores en feudo, y estos se comprometian á defenderlos,
darles tropas, etc., en caso de guerra. Algunos eclesiásticos comprendie
ron que les perjudicaban estas concesiones, y Gregorio VII, Pontilice de
gran capacidad, quiso evitar que se conservasen los diezmos infeudados, y
en u:i Concilio celebrado en Roma, mandó que se devolviesen á la Iglesia.
En un Concilio de Letran se determinó lo mismo, y tambien en otro que
hubo en Francia en Reims; pero nada se consiguió, por la oposicion de tos
magnates. Asi, en el Concilio de Letran de 1 179, se determinó que no se
pudiesen establecer do alli en adelante, una vez que los señores no volvian
los quir tenian.
Felipe el Hermoso, en tiempo de Clemente V, pudo conseguir que se
confirmase la posesion de los ya adquiridos. En el capi'ulo 54 de las li
bertades galicanas, se estableció lo mismo ; pero es'o debia entenderse
siendo anteriores al Concilio de Lelran del siglo XII. Bastaba probar, por
lo tanto, que se venian poseyendo por espacio de cien años ó por tiempo
inmemorial.
En tiempo de la Asamblea constituyele, oslaban enfeudados por va*
lor de 4Ü0 millones. Llegaron á enfeudarse las igle Jas, las parroquias,
resultando de aqui, que unas estaban administradas por derecho canónico
y otras por derecho civil Epoca hubo de conceder en feudo 60 iglesias
junlas, si bien tenian por objeto que el señor se constituyese en protector,
guardador, etc. Personas habia nombradas por las iglesias, que llegaron a
disputar y atacar sus derechos á los señores.
Para que no creciera la infeudacion de los diezmos, creyeron conve
niente dictar algunas disposiciones relativas á adquirir otros bienes ó de
rechos para compensarse. Asi establecieron los feudos de devoción, que
consistian en las tierras que se concedian á un Santo, y en su representa
cion al abad, siendo vasallo el que constituia el feudo. Por los llamados
fíeipsus, por el que los propietarios se presentaban ante un abad , y le
entregaban los bienes que le pertenecian en alodio ; en seguida se los de*
volvian, pero en feudo.
Por el derecho de patronato, tambien se compensaba el señor de las
pérdidas que esperimentaba y la Iglesia adquiria los bienes con que se
dotaba la parroquia. Como el derecho estaba inherente á la tierra, resultó
de aqui, que el derecho de patronato llegó á pertenecer á personas que no
eran católicas, y aun á los judios.
Otro modo de compensarse la Iglesia, era con los Precarios; se presen
taban los propietarios haciendo cesion de sus bienes á una Iglesia, la que
se los devolvia en usufructo en cantidad mucho mas grande, adquiriendo
á su muerte la propiedad plena. Asi era reciproca la utilidad, uno adqui
ria, otro tenia mas frutos. A veces pagaba una porcion anual, que ya
consistia en tierras, ya en siervos.
Llegaron por fin a establecerse los siervos molibi; los hombres, lleva
dos del fanatismo, se presentaban en una determinada Iglesia, diciendo
querian hacerse siervos de aquel santo y se ponian un dogal ó una cadena
al cuello. Una carta del año 1080, prueba que estaba en costumbre poner
se la cuerda para demostrar la servidumbre.
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Tal vez he calificado al régimen feudal de una manera demasiado du
ra; empero no desconozco sus ventajas. El era el único capaz de contener
la ambicion de aquellos grandes, que aislados en sus castillos cual águila
en su nido, todo lo encontraban en ellos; su situacion y elevacion, indica
ban la superioridad que egercian sobre sus vasallos, y aislados de los otros
señores no aspiraban á formar un poder que toda lo absorviese. El monar
ca era un gran nombre; pero solo obligaba á los señores ¡i prestarle ausi-
lios, cuando eran sus feudatarios, y entonces solo por el tiempo determi
nado, siendo esta la razon de no emprender en aquella época grandes em
presas. Su espiritu de independencia, hacia imposible la asociacion:
mandaban casi siempre, casi nunca obedecian, resultan lo de aqui su ca
rácter feroz, pérfido y escandaloso, y además caprichoso y estrava-
ganle.
Kl fonda ¡smo, como todas las instituciones humanas, ha tenido su na-
cimiento.l desarrollo y muerte. En Francia los restos feudales, termina
ron en tiempo de la Convencion. En España subsistieron los señorios,
restos del feudalismo, hasta el año 181 1, en que fueron derogados por un
decreto de las Cortes de 6 de agosto. Abolido el sistema de 181 1, fueron
anulados todos sus actos. En 1820 se restablecen, basta 1823, en que
vuelven á quedar sin efecto. Proclamado el régimen constitucional á la
muirle de Fernando VII, los cuerpos legislativos trataron do restablecer los
decretos sol re abolicion de señorios, y al efecto dieron una ley ea 26 de
agosto de 1837, quedando desde entonces derogados los señoiios. Tai vez
existen en las costumbres algunos restos feudales, aunque hayan desapa
recido ante la ley. Las costumbres tardan mucho en desarraigarse en los
pueblos; por eso no siempre se puede romper bruscamente con lo pa
sado.
He concluido, Excmo. Sr., de hablar de una instilucion que (an pro
fundamente debe ser estudiada. Las Asisias de Jerusalen y el Libro de
I s feudos, son las fuentes del feudalismo, códigos .que aunque redactados
el primero para el Oriente y el segundo para los longobardos, contienen
con ligeras alteraciones las disposiciones que estuvieron vigentes en las
naciones del Occidente. El hacer su historia seria abusar de vuestra
atencion.
Tal vez he juzgado mal el feudalismo: tal vez si un señor feudal sa
liera de su sepulcro, al oii este discurso creeria se hablaba de una insti
tucion de otro tiempo que él no recordaba. Acaso hablaria solo de uno de
sus aspectos, de sus fases las supersticiones populares, las novelas de la
edad media, los restos de los castillos, objeto de curiosidad para nosotros,
de espanto para nuestros mayores, fueron las ¡deas qne mas me llamaron
la atención. Si no he comprendido esta institucion en su totalidad, es por
que solo los genios ven la sociedad que pasó de una manera clara como
ven la presente. He dicho.
Madrid 18 de marzo de 1860.

Angel Portal y Vila.

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