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▲ Introducción
Aquellas escuelas que hayan puesto en práctica las
sugerencias que hemos planteado a lo largo de la serie, ya
deben tener su parcela productiva, impulsando así, en la
comunidad, su seguridad alimentaria. Aún falta desarrollar
cuatro temas: la biodiversidad, la cosecha de agua, la
construcción de un deshidratador casero y el establecimiento
de una gallinera-conejera.
En esta oportunidad, abordaremos el tema del consumo de
flores e insectos. Con respecto a las primeras, podemos decir
que por tratarse de una estructura vegetal, y porque su
consumo también era practicado, aunque en menor medida,
por los conquistadores europeos, su inclusión en la dieta
poscolonial no enfrentó un rechazo importante, aunque sí
disminuyó de manera considerable ante la imposición de una
dieta diferente, con nuevos productos.
En lo que se refiere a lo segundo, en Mesoamérica
prehispánica, los insectos eran una importante fuente de
proteínas, y su consumo era extendido, tal como lo dejó
asentado Bernardino de Sahagún en su Historia general de las
cosas de la Nueva España. Con la conquista española, esta
práctica disminuyó dramáticamente, pues fue objeto de un
fuerte rechazo por parte del colonizador, que consideraba a los
insectos animales repulsivos.
Hoy en día, se ha reconocido la calidad nutricional de
muchas especies de insectos y otros artrópodos (arácnidos y
miriápodos principalmente, pues los crustáceos nunca fueron
considerados repugnantes por los europeos), e incluso la FAO
(Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura) reconoce su importancia e impulsa su consumo.
En todo el mundo se consumen más de 1900 especies de
insectos, y esta cifra aumenta a medida que se llevan a cabo
más estudios sobre esta cuestión. Los insectos comestibles
más comunes son los escarabajos, las hormigas, las abejas,
las avispas, los saltamontes y grillos y las polillas, orugas y
mariposas. La mayoría de ellos se recogen directamente del
medio natural, y es aún rara la producción.
▲ Flores comestibles
Existen ciertas estructuras vegetales que con frecuencia
forman parte de la dieta y no son identificadas como flores por
la mayoría de la gente, entre ellas la alcachofa, el brócoli y la
coliflor.
Si bien algunas flores que se consumen en México son de
alcance nacional, debido a la gran diversidad que favorece a
nuestro país, en regiones particulares se consumen las flores
de muchas plantas que no se encuentran en otros sitios.
En México hay desiertos con dunas, zonas desérticas en
litorales, semidesiertos, altiplanos, valles, así como selva baja,
mediana y alta, y esta diversidad de ecosistemas proporciona,
a su vez, una gran cantidad de plantas con flores comestibles.
Quizá la más común sea la flor de calabaza, pero también se
comen huauzontles, colorines, garambullos, flores de maguey,
de cactus, de yuca, amapolas, claveles, azahares,
crisantemos, malvas, pensamientos, jazmín, gladiolas, salvia,
violetas y muchas más.
Gusanos de maguey