A. ¿Qué clase de unidad requiere Dios de sus seguidores? Ya respondimos
ampliamente a esta pregunta en las primeras dos conferencias de esta serie sobre “La unidad de la iglesia”. 1. Definitivamente, no se trata de "la unidad en diversidad" de doctrinas, credos, criterios y cuerpos religiosos. a) Esta es la clase de unidad que pretenden lograr el Concilio Mundial de Iglesias y varios concilios protestantes, evangélicos y pentecostales, como también otras organizaciones y movimientos ecuménicos, los que promueven la unidad entre los humanos que confiesan el nombre de Cristo, pero no aquella unidad conforme a las exigencias de Cristo o del Espíritu Santo. b) Este tipo de unidad es preciso catalogarlo como superficial, muy corto, de poco valor, aun engañoso, por la razón principal de que ni siquiera pretenden sus auspiciadores que las muchísimas iglesias y sectas del cristianismo moderno hablen y practiquen “una misma cosa”, que eliminen o rectifiquen los dogmas y las organizaciones humanas que las separan. c) Se puede comparar este tipo de unidad a la “unión” que existe entre los países que pertenecen a la Organización de las Naciones Unidas, o a la Organización de Países Latinoamericanos . Referidos países se unen para propósitos bien particulares y limitados, pero cada cual preserva su propia soberanía, con sus distintos gobiernos, cultura, monedas, idiomas o dialectos. Desde luego, el verdadero“Reino de Dios” (Juan 18:36; Hechos 20:25; Colosenses 1:13) que predicaba Jesucristo y sus apóstoles no se compone de muchos reinos espirituales distintos sino que es uno, único, un solo ente, sin divisiones. Este es el modelo divino del Reino espiritual de Dios que se nos presenta en la Biblia, pero teólogos, predicadores y maestros han formado, a través de los siglos de la Era Cristiana, “reinos espirituales independientes”, es decir, denominaciones, concilios, sectas, cada uno con su propio credo, organización y práctica. He aquí la gran problemática que lleva a distintos grupos del cristianismo actual a promover la “unión” (el ecumenismo) en vez de abogar por la perfecta unidad tal cual enseñada en el Nuevo Testamento. 2. Dios exige de sus hijos perfecta unidad. "Perfectamente unidos" (Juan 17:23); "una fe... un cuerpo... un bautismo" (Efesios 4:3-6); que hablemos todos "una misma cosa", que tengamos "una misma mente" y "un mismo sentir" (1 Corintios 1:10; Filipenses 2:1 ,2) y que sigamos "una misma regla" (Filipenses 3:16). a) Esta clase de unidad no es superficial sino profunda, abarcadora, completa, real, bella, edificante, confortante, preservadora. b) Obviamente, la misma es completamente incompatible con la idea de "unidad en diversidad de dogmas y cuerpos religiosos". c) Cristo mismo compara esta clase de unidad a la que es rasgo sobresaliente de la Deidad (Juan 17:21-23). “…para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti… para que sean perfectos en unidad…” Y el Espíritu Santo la compara a la que ejemplifica el cuerpo humano (1 Corintios 12:12-27; Romanos 12:4-5; Efesios 4:16). “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.” d) Pues, ¿qué decir? Sinceramente, por mucho que incomode o duela apuntarlo, la responsabilidad de representar las cosas como son a la luz de la Biblia nos obliga a apuntar que los movimientos ecuménicos no presentan al cristianismo dividido la visión de la "perfecta unidad" que Dios exige de sus seguidores. Por tal razón no podemos apoyarlos. e) Los fieles ministros del Señor presentan al mundo religioso dividido el verdadero y único "Templo de la Unidad de la Fe y del Conocimiento del Hijo de Dios". f) Pero, lamentablemente, entre ellos mismos se encuentran algunos que no saben distinguir entre "doctrina" y "opinión". Estos, al querer imponer sus opiniones e interpretaciones privadas, causan todavía más confusión y división en el mundo religioso, abochornando y embarazando a los cristianos maduros que llaman a todos los creyentes del mundo a unirse “perfectamente” en Cristo. g) En resumida cuenta, por más que amemos, proclamemos y procuremos la perfecta unidad, resulta imposible eliminar toda contienda y división. Esta es una realidad tan triste como innegable. (1) El mismo apóstol Pablo que exhortó, una y otra vez, a los discípulos a estar “perfectamente unidos”, también escribió lo siguiente: "Es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados" (1 Corintios 11:19). Resaltamos: “Es preciso que… haya disensiones…” Así pues, no tengamos ilusiones. Por más que deseemos la unidad, amándola y luchando para hacerla realidad, tarde o temprano alguien traerá disensiones. Pero, aun las disensiones tienen propósito, a saber, “…para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados”. O sea, los que exponen y sostienen la verdad de Dios, y no opiniones humanas o interpretaciones erróneas. Los que tienen y practican la“sana doctrina”, y no alguna falsa doctrina, “doctrinas” que son “mandamientos de hombres” (Mateo 15:9), hasta “doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:4). (2) Entonces, ¿qué remedio nos queda a nosotros que deseamos ardientemente la unidad? (a) Luchar tenaz e incansablemente para reducir al mínimo el número de disensiones y divisiones. (b) Seguir predicando la perfecta unidad que exige Dios, ya que la falta de entendimiento de algunos de sus seguidores no anula su propósito sublime de unirnos a todos en "un solo cuerpo", con una sola fe. No debemos nosotros callarnos a causa de quienes no alcancen pleno entendimiento y madurez en estos asuntos. III. Dado el hecho de que no puede haber perfecta unidad sin la "sana doctrina" como constitución espiritual que la garantice, es del todo imprescindible que aprendamos toda la “doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1). Así que, el solemne deber de todo aquel que ama la unidad de la iglesia es identificar en la Biblia esta doctrina, separándola de (1) creencias y prácticas meramente culturales, (2) tradiciones e influencias religiosas ajenas al Nuevo Testamento, (3) asuntos accidentales de índole histórica, (4) interpretaciones privadas y (5) otras materias de índole circunstancial. A continuación, algunos ejemplos relevantes, los que tal vez sean útiles como guía para examinar otros.
A. Mandamiento directo. Ejemplo de una doctrina revelada por medio de
A. "Seamos tolerantes. No lastimemos a ningún hermano."
1. Este espíritu de tolerancia, admirado por muchos, puede resultar fatal para la paz y la unidad de la iglesia. a) Es el mismo espíritu de los que "toleran" a los sectarios con sus falsas doctrinas, de los que quieren llevarse bien con todo el mundo y de los que no aguantan el conflicto que trae inevitablemente el choque de la Verdad con el error (Judas 3). b) Es el mismo que promueve la idea de entrar en comunión con los sectarios (divisionistas) recibiéndolos como hermanos en la común fe. 2. Son las palabras de cristianos exageradamente "diplomáticos" de espíritu, que carecen de valentía moral frente al mundo lleno de maldad y que muestran un carácter débil frente a la mentira y el error en todas sus formas. 3. Cristo, Pablo y los demás obreros lleno del Espíritu Santo no toleraban a los divisionistas ni se valían de palabras suaves al referirse a los tales sino que los denunciaron rotundamente, tronando en contra del divisionismo y llamando por nombre a los culpables (1 Timoteo 1:18-20; 2 Timoteo 1:15; 2:16-18). 4. Ejemplo: En una sesión de la Escuela de Estudios Bíblicos Avanzados en Puerto Rico , cierto alumno reconvino al maestro porque éste señaló y denunció a los que, alegando pertenecer a la iglesia, traen temas de los "Antis", de los "Discipuladores", de los que insisten en "una sola copa", etcétera. Dijo que más bien debemos "abrazarlos, amarlos y tolerarlos". B. "Dejémosle quieto. Quizás desista de vociferar sus opiniones y demandar que las aceptemos." 1. Tal consejo viene de un corazón tal vez demasiado paciente y poco realista. La virtud de la paciencia, llevada al extremo, puede convertirse en el vicio de la inacción, o sea, en el de soportar y sobrellevar y seguir soportando cuando lo indicado es tomar medidas para poner fin al mal con miras a evitar todavía más consecuencias lamentables. 2. Las almas obstinadas y agresivas se aprovechan de los líderes demasiado pacientes para seguir sembrando la mala semilla de la división. C. "Es cierto que el hno. Fulano es muy dado a opinar y arbitrario en sus juicios. Pero es buen predicador; tiene mucho talento; tiene carisma; es persuasivo. Es humilde y goza de la confianza de muchos hermanos. No le ofendamos. Lo necesitamos." 1. Pero si divide a la grey, todas sus buenas cualidades quedan nulas. No sería nada más que un lobo vestido de oveja. 2. Sus cualidades buenas lo hacen todavía más peligroso y con más razón debe la iglesia actuar para controlarlo. D. Algunos líderes son muy prontos para ceder el púlpito a casi cualquier creyente, incluso a hermanos conocidos por controversiales, para que exponga frente a toda la congregación sus opiniones, interpretaciones y razones. 1. El sentido común dicta que este proceder no es nada sabio. 2. Más sabio será escuchar en privado al hermano cuyas credenciales espirituales se desconocen o son dudosas. Luego estudiar cuidadosa e imparcialmente todos sus planeamientos, razonar, consultar, investigar a fondo, meditar y orar. E. Hay quienes le dan mucho tiempo y mucha importancia a la persona que viene con opiniones e interpretaciones nuevas, sin haber examinado de antemano sus ideas a la luz de la Biblia o consultado a los hermanos más estudiosos y experimentados. Lo nuevo fascina y enreda a no pocos. 1. Foro para exponer sus ideas es lo que busca él que trae cosas nuevas. ¿Por qué complacerle sin conocerle o saber lo que cree? 2. Los debates, las controversias y los largos diálogos que resultan de su ponencia en el púlpito o frente a la clase son precisamente el fruto que busca. Le facilitan grandemente la divulgación de sus ideas y opiniones. 3. Más sabio será escuchar en privado a todo aquel que trae cosas nuevas en lugar de brindarle enseguida la oportunidad de proclamarlas, sin que se hayan examinado de antemano por el liderato de la congregación. Si el hermano en cuestión ha publicado artículos, folletos o libros, conseguirlos y escudriñarlos sería muy sabio. F. Tito 3:10-11 nos instruye sobre cómo tratar a divisionistas. “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.” 1. Acabar rápido con ellos. ¡Dos advertencias, nada más! “…después de una y otra amonestación deséchalo…” 2. Identificarlos pronto y tomar acción enseguida. a) Proceder así presupone que los administradores estén al tanto de todo lo que está pasando en la congregación. Esto lo pueden lograr por medio de: (1) Visitar regularmente a los hogares de los miembros. (2) Inquirir sobre su estado espiritual. (a) Las inquietudes que sientan. (b) Las dudas que tengan. (c) Los problemas o pruebas que estén pasando. (3) Escuchar atentamente todos sus comentarios y observaciones. (4) Solicitar sugerencias para la obra de la iglesia. b) Ser imparcial al pesar en la balanza a cualquier miembro sospechado de ser divisionista. (1) No permitir que una amistad estrecha distorsione percepciones o evaluaciones. (2) No permitir que alteren el buen juicio los siguientes factores: los muchos años que la persona haya pasado en ministerios espirituales, sus habilidades o talentos (por ejemplo, de orador o de maestro) o su reputación entre los demás cristianos.