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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

INSTITUTO BIBLICO DE PORTUGUESA


ASAMBLEAS DE DIOS DE VENEZUELA.
ACARIGUA, EDO-PORTUGUESA
IMBIPAD.

ENSAYO
LA SANIDAD DIVINA.

PARTICIPANTE:
Coromoto Pérez
C.I: 11262993
FACILITADOR:
Pastor. Jesús Morales
Acarigua, Abril 2018
Los planes originales de Dios para esta humanidad, era que viviera feliz y
satisfactoriamente posible de modo de que la enfermedades y la muerte no existiera
en la vida del hombre. Pero al decidir el hombre pecar, esto trae consigo como
consecuencia la enfermedad y la muerte, como lo dice en el libro de Rom. 6:23
“porque la paga del pecado es la muerte”.

¿Podemos decir entonces que la enfermedad y la muerte son maldiciones y


no bendiciones? La enfermedad es una consecuencia del pecado y por consiguiente
es una maldición y no de bendición. Muchos piensan que la enfermedad no quiere
decir que el hombre ha pecado, sin embargo debemos reconocer que el hombre
siempre peca, "No hay justo ni aún uno, sino Cristo." Ya sea por pecado directo o
por el pecado original heredado de nuestro padre Adán, el hombre peca
constantemente. La carne por tanto siempre enferma aunque el espíritu está presto.
En Santiago 1:13,14 dice: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de
Dios; porqué Dios no puede ser tentado ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es
tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la
concupiscencia después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado siendo
consumado da a luz muerte." Se puede decir entonces que satanás es el autor de
la enfermedad, ya que es el primer interesado en que le hombre sufra y sea
destruido físicamente y también emocional y espiritualmente. Jn. 10:10 dice
“satanás vino para matar, robar y destruir”. Todo lo contrario, a nuestro Señor
Jesucristo el vino hacer bien y sanar a los oprimidos por el diablo, él destruyó por
medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte a Satanás.

En otro orden de idea; se define la sanidad divina como una necesidad para
la humanidad. Es un regalo de Dios que podemos gozar como un beneficio que se
obtiene por medio la fe en Cristo Jesús.

El libro de Doctrina de las asambleas de Dios de Venezuela basado en la


palabra del Señor nos enseña, que cristo fue hecho maldición por nosotros y que la
única forma de librarnos de esa maldición del pecado, era que alguien pagara
completamente por nosotros todas las demandas de la ley haciéndose maldición.
Eso fue lo que hizo el Señor Jesús en la cruz del calvario, se convirtió en maldición
para librarnos de los efectos del pecado. Gal. 3:10-14. “Todos los que dependen de
las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito sea el que no
permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas". Y
que por la Ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque “el justo por la fe
vivirá”. Pero la Ley no procede de la fe, sino que dice: “El que haga estas cosas
vivirá por ellas”. Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición
por nosotros (pues está escrito: “Maldito todo el que es colgado en un madero”) para
que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que
por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu”.

Es preciso señalar que la sanidad divina reposa sobre la base de expiación


.lo podemos ver en Is. 53:4,5 donde nos dice que: “Ciertamente él llevó nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. Más herido fue por nuestra rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él y por sus llagas fuimos nosotros
curados”. Esto nos enseña que el Señor Jesús conquisto la sanidad divina en la
cruz del calvario por medio del sacrificio propiciatorio.

Es importante señalar que los beneficios de la sanidad divina se obtienen


únicamente por medio de la fe como lo dice Mt 9:29. “Conforme a vuestra fe os sea
hecho”. Esta sanidad se otorga al creyente solo cuando éste se apropia de ellos por
la fe. En Mcs 10:51-52. Jesús le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le
dijo: Maestro, que recobre la vista. Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Al instante
recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino”. Solo la fe que tenía el ciego
permitió que Dios obrara en él. Podemos ver la estrecha relación entre la fe y la
sanidad divina, ya que Dios actúa siempre luego de una fe profunda demostrada
por alguien que pide la sanidad o por el enfermo mismo; muchos ejemplos de
sanidad lo podemos ver reflejados en la palabra de Dios durante el ministerio de
Jesús y en todo ellos, la fe constante en la persona.

La sanidad divina es parte integral del evangelio para bendición. Cuando


Jesús da la gran comisión a sus discípulos él hace énfasis en sanar a los enfermos.
Lcs 4:18, 19 “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de
corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en
libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor:”.

Mt 10:7, 8 “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.


Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios: de
gracia recibisteis, dad de gracia”.

Lcs. 10:9 “Y sanad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: se ha


llegado a vosotros el reino de Dios”.

Mcs 16:15-20. “Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será
condenado. Y estas señales seguirán a los que creyeren: en mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; quitarán serpientes, y se bebieren cosa
mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Y el
Señor, después que les habló fue recibido arriba en el cielo, y sentase a la diestra
de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor,
y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amén”. Los apóstoles,
así, también llevaron a cabo milagros señalados (Hch. 5.15; 9:40; 19:11-12; 20:9 -
12), que eran indispensables para acreditar el Evangelio y la naciente Iglesia; por
su ministerio, a semejanza de Cristo, todos eran sanados (5:16).

El señor Jesucristo encomendó el ministerio de la sanidad primero a los doce,


luego a los setenta, y más tarde a toda la iglesia y finalmente a cada creyente en
particular. Jn., 14:12-14 “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras
que yo hago, él también las hará; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Todo
lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en
el Hijo. Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré.” Esta es una promesa que sigue
vigente en nuestros tiempos por lo debemos apropiarnos de esta palabra y cumplir
con el mandato que el Señor nos ha dejado cumplir la gran comisión.
Para concluir; puedo decir que la sanidad divina está todavía vigente y como
parte de la iglesia de Cristo gozamos de este beneficio ya que no era solo para los
discípulos sino para todo los que en él cree, ningún cristiano debe dudar que Dios
pueda sanar hoy como en el pasado. ¿Qué debe hacer el cristiano en caso de
enfermedad? Santiago da una clara respuesta acerca de este tema (cap 5:14 – 16).
El enfermo es llamado a que se examine a sí mismo.

La enfermedad como resultado de la caída del ser humano en pecado, y que


en algunos casos puede deberse a un pecado específico (Juan 5:14) o a la obra de
Satanás (Lucas 13:16). Sin embargo, hay que reconocer también que la enfermedad
no siempre es el resultado directo de cierto pecado (Juan 9:2,3). En algunos casos
es más bien una oportunidad de que Dios sea glorificado (Marcos 2:12). La sanidad
divina siguió y sigue siendo parte integral del evangelio a través del ministerio de
los apóstoles, de la iglesia primitiva y de la iglesia actual.

La Doctrina de la Sanidad Divina es aplicable a la Iglesia del Señor en todo


tiempo, no fue solamente para el primer siglo y es uno de los dones del Espíritu el
cual la iglesia debemos pedir y ministrar. La base fundamental es tener la fe para
creer las promesas del Señor. Según nuestra medida de fe, será el alcance de ver
manifestada las maravillas de Dios. Hay que resaltar, que la sanidad divina es un
regalo de Dios para todos y que podemos gozar de él, creyendo con fe. Según las
instrucciones finales dadas para nosotros los creyentes por intermedio de Santiago
5:14, éstos deben, cuando son atacados por la enfermedad, llamar “a los ancianos
de la iglesia”, quienes deben ungirlos y orar por ellos. Luego añade la hermosa
promesa que dice: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”.

La liberación de la enfermedad ha sido provista en la expiación y es el


privilegio de todo creyentes (Isaías 53:4,5; Mateo 8:16,17; Santiago 5:14-16). La
Biblia muestra una estrecha relación entre el ministerio de sanidad de Jesús y su
ministerio salvador y perdonador. Su poder sanador era en realidad un testimonio
de su autoridad para perdonar pecados (Marcos 2:5-12). Todos los dones, entre
ellos el de sanidad, siguen vigente edificando a la Iglesia y nos ofrecen esperanza
a todos los creyentes. Cada vez que nos reunimos en la congregación, cualquiera
que esté enfermo puede pedir oración por sanidad (5:14). Se nos asegura de que
la sanidad divina es una manifestación permanente del evangelio en el día de hoy,
y que continuará así hasta el regreso de Cristo.

La sanidad divina es un don de la gracia de Dios para todos. Así como la


salvación es por gracia mediante la fe (Efesios 2:8), recibimos todas las bendiciones
y los dones de Dios por su gracia, o su favor inmerecido. No se pueden ganar ni
merecer. La sanidad divina es una necesidad para toda la humanidad.

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