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Había una vez un niño llamado Joel, que le gustaba ganar a lo que fuera: al

fútbol, a las canicas, a la rayuela, al trompo, a los videos juegos y en general a


todo.

Como no toleraba perder, había aprendido todo tipo de trampas. Entonces era
capaz de hacer trampas en cualquier cosa que jugase sin que nadie lo notara, e
incluso en los videos juegos se sabía todo tipo de trucos para ganar con total
seguridad.

A Joel lo consideraban un campeón. Por ello casi nadie quería jugar con él por
la gran diferencia que les sacaba, excepto Carlos, con el que disfrutaba a lo
grande dejándole siempre en ridículo.
Un día Joel decidió ir al campeonato nacional de juegos de videos juegos, donde
encontraría grandes competidores. Estaba dispuesto a demostrar a todas sus
habilidades, pero cuando quiso utilizar todos los trucos que sabía, resultó que
ninguno de ellos funcionaba. ¡Los jueces habían impedido cualquier tipo de
trampa!

Joel sintió una vergüenza enorme porque sin sus trucos, fue incapaz de ganar a
ninguno de los concursantes. Entonces quedó eliminado, se puso triste y
pensativo, hasta que todo terminó y oyó el nombre del campeón: ¡era Carlos, el
niño pequeño a quien siempre ganaba!

Joel se dio cuenta de que Carlos había sido mucho más listo. Pues a Carlos
nunca le importó perder, porque lo que realmente hacía era aprender de cada
derrota, y ello lo convirtió en un verdadero maestro.

Y a partir de entonces, Joel dejó de querer ganar siempre, y pensó que perder
algunas veces ayuda a aprender.

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