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CUANDO DIOS INTERVIENE

(Efesios 2:4)

INTRODUCCION:

En un país, un hombre fue sentenciado a ser atado a un poste y fusilado por causas políticas. El
honorable señor A se dio cuenta de la injusticia, y personalmente se interesó a favor del prisionero: su
profundo interés se manifestó cuando, después de haber orado, rogó al gobernador que perdonara al
prisionero; pero el gobernador no concedió el perdón. Entonces el señor A fue al lugar de la ejecución,
a donde también acudió el gobernador. En el momento preciso en que se iba a dar la orden de disparar
sobre el reo, el señor A se paró entre éste y los soldados que iban a ejecutar la sentencia, extendió su
mano derecha hacia el gobernador pidiéndole clemencia y con la izquierda se descubrió el pecho ante
los soldados para indicar que él prefería que lo fusilaran a él y no al inocente acusado. El gobernador
suspendió el fusilamiento y dejó en libertad al reo que no tenía culpa alguna. El gobernante de esta
anécdota no simboliza a Dios; pero el señor A sí simboliza a Moisés y a Daniel cuando se presentaron
ante Dios implorando el perdón de su pueblo.

I. LA REALIDAD DEL HOMBRE NATURAL


1. Todos somos Pecadores (Rom. 3:23)
el hombre natural se encuentra totalmente separado de Dios, e incapaz de poder
acercarse a Dios, carece de algo y eso es la gloria de Dios en su vida. No puede
glorificar a Dios en la condición en la que se encuentra
2. Todo el mundo es culpable ante Dios (Rom. 3:10-18)
“No hay justo” “No hay quien entienda” “No hay quien busque a Dios”. El
hombre se encuentra desviado de Dios, siguiendo sus propios caminos. Somos
culpables por la condición en la que nos encontramos delante de Dios. Es el
pecado que nos ha llevado hasta ese lugar: de separación, de culpabilidad delante
de Él.
3. El precio del pecado
a) La muerte (Rom. 6:23)
El precio que nosotros pagamos por el pecado es la muerte espiritual y física,
cuando el pecado se introduce más y más llega a contaminar todo nuestro ser,
es a causa del pecado que el hombre vive en esa realidad.
b) Amar las tinieblas (Jn. 3:19)
El segundo precio que pagamos por el pecado es que estamos totalmente
seducidos por satanás lo cual nos lleva a amar las tinieblas. Es estar encerrado
en ese mundo lleno de maldad.

4. Condición del pecador (Is. 64:6)


a) Como suciedad
Es tan fuerte que el profeta Isaías haya usado ese término para poder definir
lo que es el hombre en su condición pecaminosa, como suciedad que no es
deseada en ningún lugar, basura, porquería, mugre, son los términos en los
que se podría traducir esta palabra “suciedad”.
b) Como trapo de inmundicia
El trapo de inmundicia es el paño que usaban las mujeres para limpiar su
menstruación, ahora podemos por lo menos imaginarnos mediante la
comparación que hace Isaías de cómo son nuestras obras delante de un Dios
Santo.
c) Hombre caído
Cuando una hoja cae es porque esa hoja ya está seca y se suelta del tallo,
dejándose llevar por el viento a distintos lugares, hemos caído como esa hoja
que, nos hemos secado y nos hemos quedado vacíos y sin vitalidad dentro
nosotros, es la condición en la que vivimos y nos encontramos ahora, creyendo
que somos capaces de continuar, cuando no podemos siquiera mover un dedo
para poder levantarnos de esa caída.

Hasta aquí en nuestra condición humana y pecaminosa no tenemos ninguna


esperanza, no tenemos nada que pueda sacarnos de ese lugar, pero Dios
intervino obrando de manera soberana en nuestra condición para que nosotros
no nos quedemos allí en donde nos encontramos, ahora veremos cómo es que
Dios intervino en esto:

II. LA INTERVENCION DE DIOS


(lectura de Ef. 2:1-5)
Cuan asombrosas palabras que son estas que podemos leer hoy “PERO DIOS” estas
palabras de esperanza, para un hombre en esta condición.
1. Dios interviene con su misericordia
Para sacarnos de ese lugar en donde nos encontrábamos Dios intervino con su
gran misericordia, con algo que ninguno de nosotros merecíamos.
a) Expresando su gran Amor
Bendito amor con que nos amó nuestro gran Dios y salvador, bendito amor
que pudo rescatarnos del eterno infierno
b) Aun conociendo nuestra condición
Él sabiendo que tan sucios somos, conociendo nuestra situación, conociendo
nuestra condición, entendiendo que somos tan incapaces de poder salir solos
de ese profundo hoyo. Nos rescató.
2. Nos da vida juntamente con Cristo
El rescate que él nos dio fue para volvernos el pulso nuevamente, para darnos
nuevamente vida, y esta vida es una vida eterna y sin fin. Él dio a su unigénito,
para morir en una cruz por nuestras transgresiones, nuestros delitos y pecados
que nosotros cometimos día a día.
a) Expresando su gracia inmerecida (2:8)
Por esa hermosa gracia derramada en la Cruz del Calvario es que nosotros
pudimos ser salvos, ¡Oh gracia bendita de un Dios misericordioso!
b) Por medio de la fe
Es por medio de la fe que nosotros podemos obtener esa gracia inmerecida
para gozar de esa vida juntamente con Cristo en la eternidad.
Bendito Dios que pudo intervenir en nuestra perdición.

III. LA REALIDAD DEL HOMBRE ESPIRITUAL


Ahora que Dios intervino, este hombre tiene:
1. Tiene una nueva naturaleza (2 Co. 5:17)
de modo que ya estamos en Cristo, obtenemos esta nueva naturaleza,
despojándonos de las cosas vejas que nos separaban de Dios, y haciéndose todas
nuevas, es decir nacimos nuevamente y comenzamos una nueva vida en Cristo,
somos una nueva criatura.
2. Su vivir es Cristo (Fil. 1:21; Gal. 2:20)
El anhelo que adopta este nuevo hombre es que su vivir es Cristo como Pablo lo
dice en Filipenses 1:21, la vida se trata de Cristo y la muerte en Cristo es su
galardón, su mayor premio, en Gálatas 2:20 observamos estas palabras de pablo
que dicen “Con Cristo estoy juntamente crucificado, ya no vivo yo, más Cristo
vive en mi” yo ya no soy más Erick sino que mi vida es Cristo. Yo voy a menguar,
para que Cristo pueda crecer en mi (Jn 3:30).
3. No se amolda a este siglo (Rom. 12:2)
La nueva realidad del hombre ahora es que no se conforma con este siglo como
lo dice pablo en Rom. 12:2, sino que busca la voluntad de Dios sabiendo que es
buena, agradable y perfecta a la cabalidad.

Conclusión: En esta noche concluimos que, Dios interviene en la naturaleza pecaminosa del
Hombre; dándole una nueva naturaleza, que se la obtiene solo por gracia y misericordia por
medio de la fe, a los que todavía vivimos como hombres naturales; dejemos que Dios
intervenga en nuestra vida y a los que ya somos espirituales vivamos para Cristo y no nos
amoldemos a este siglo.

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