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Conflicto Armado Interno en la historia reciente de Guatemala

Los relatos sobre el conflicto armado que sufrimos los guatemaltecos de 1960 a
1996, tienen un componente emocional y de militancia que hace, que si bien
pueden valer como expresiones de memoria de lo vivido, no pueden tomarse
como únicos referentes de la verdad histórica. Esta solo podrá construirse con un
análisis no selectivo y desapasionado de relatos de víctimas y victimarios de la
insurgencia y la contrainsurgencia y de los ciudadanos, la mayoría no
comprometidos con unos u otros, pero que vivieron lo sucedido esos años y los
errores y horrores cometidos.
Desafortunadamente las nuevas generaciones tienen un desproporcionado acceso
a la abundante literatura deformadora de militantes o simpatizantes de la
insurgencia, amparados unilateralmente por una amnistía que la administración de
justicia regatea a la contrainsurgencia y que priva a los guatemaltecos de acceso a
relatos de memorias que pueden servir de base para reconstruir la verdad
histórica, que era el fin buscado en el Informe de la Comisión de la Verdad
Histórica creada en los Acuerdos de Paz. La Comisión lamentablemente elaboró
un Informe de Memorias selectivo, apasionado e ideologizado, que solo sirve para
avivar emociones y rencores sin utilidad para el conocimiento y comprensión de
qué sucedió, cómo sucedió y porqué sucedió, que debió ser su objeto.
La Secretaría de la Paz, que malgasta recursos en un deficiente e inútil
“seguimiento” a los Acuerdos de Paz podría ser un ente coordinador de un trabajo
de reconstrucción de la verdad histórica, no para justificarla ni para satanizar o
santificar hechos, sino para conocerla y comprenderla desapasionadamente. Solo
así la verdad histórica podrá ser útil para la reconciliación y la construcción de la
sociedad democrática y el Estado de Derecho que anhelamos.
La amnistía sirvió para terminar el conflicto y podría facilitar, si hay certeza de su
alcance, la obtención de relatos y documentos que la posibilidad de persecución
penal imposibilita.
Para reconstruir la verdad histórica hay que partir de la comprensión de la
naturaleza del conflicto, que no tiene como causa problemas preexistentes al
conflicto que persisten como agenda pendiente de Estado. El grupo de trabajo
sobre desapariciones de Naciones Unidas tiene una descripción objetiva del
conflicto: “El conflicto que marcó el inicio de las desapariciones en Guatemala en
1960 comenzó cuando un pequeño grupo de oficiales del Ejército se rebeló contra
el gobierno militar, acusándolo de corrupción. La rebelión fue aplastada, y los
jóvenes oficiales huyeron a las montañas de Guatemala oriental, donde iniciaron
una guerra de guerrillas. Estas guerrillas se convirtieron en poco tiempo en un
movimiento marxista cuyo objetivo era derrocar al Gobierno y tomar el poder. Es
importante destacar que el conflicto armado guatemalteco no se originó como
consecuencia de un conflicto interétnico. Se trata de un conflicto que ocurrió en el
marco de la Guerra Fría.
Conflicto Armado Interno
Etapas del conflicto armado interno
La primera etapa de la guerra comenzó después del intento de derrocar al
gobierno del presidente Miguel Ydígoras Fuentes. Esta acción la emprendió un
grupo de militares jóvenes en el Cuartel General Justo Rufino Barrios -también
conocido como Castillo de San Rafael de Matamoros-, el 13 de noviembre de
1960 (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Los oficiales que no quisieron aceptar el indulto ofrecido por el gobierno siguieron
luchando, convertidos en guerrilleros; en alianza con miembros del Partido
Guatemalteco del Trabajo -PGT- o Partido Comunista y otras facciones que
surgieron en esos años (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Organizaron entonces las Fuerzas Armadas Rebeldes -FAR-, integradas por
diversos frentes comandados por Marco Antonio Yon Sosa, Luis Turcios Lima,
Alejandro de León Aragón y otros jefes de facción. Las -FAR- se desintegraron por
diferencias ideológicas entre los comandantes. Sin embargo, los frentes
guerrilleros continuaron la lucha, separadamente, contra el Ejército regular, hasta
la década de 1980; en aquel año organizaron la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca -URNG- (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Al principio, la guerrilla actuó en la región oriental -Zacapa, Izabal y Chiquimula-,
pero fue abatida por las fuerzas regulares. Entonces, sus contingentes se
movieron hacia Petén, el altiplano central y el occidental, y otras regiones del país,
incluso la capital, donde comandos urbanos actuaron durante varios años
(Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
En el lapso de 1980 a 1982, los guerrilleros dominaban un amplio territorio y
tenían el apoyo de muchos campesinos. Parecía que iban a vencer al Ejército de
Guatemala, pero éste también se reorganizó y cambió de táctica; obtuvo más
armamento y recursos humanos. Por consiguiente, en acciones mejor dirigidas,
logró recuperar las regiones tomadas por la guerrilla (Diccionario Histórico
Biográfico, 2004).
El ataque del Ejército de Guatemala afectó a las poblaciones campesinas de las
regiones en que se desarrolló la guerra. Por consiguiente, muchas de ellas
tuvieron que emigrar hacia otras regiones del país o
a Honduras y México (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Durante el gobierno de Vinicio Cerezo comenzaron las conversaciones entre la
URNG y el Gobierno de Guatemala para una paz negociada. El 29 de diciembre
de 1996, durante el gobierno de Álvaro Arzú, después de muchas reuniones y
convenios, y con la intervención de la Organización de las Naciones Unidas -ONU-
, se firmaron los Acuerdos de Paz (Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Número de masacres
De acuerdo con un informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH)
publicado en 1999, bajo el respaldo de la Organización de Naciones Unidas,
precisó que el Ejército de Guatemala cometió un total de 626 masacres contra
comunidades de campesinos durante la guerra. A la guerrilla guatemalteca se le
atribuyen 32 (Juicio en contra de exguerrillero guatemalteco entra en su fase final,
2004).
En otras palabras, de acuerdo con la misma fuente, entre el 90 y 94 por ciento de
las masacres registradas durante el Conflicto Armado Interno fueron cometidas
por el Estado de Guatemala (Juicio en contra de exguerrillero guatemalteco entra
en su fase final, 2004).

Causas del conflicto armado interno en Guatemala


1. Descontento dentro del Ejército
En 1960 muchos militares estaban descontentos con el Ejército por los actos de
corrupción del gobierno y porque permitía que soldados cubanos apoyados por
Estados Unidos, se entrenaran en Retalhuleu para atacar al gobierno de Fidel
Castro.

El 17 de noviembre las fuerzas oficiales al mando del Coronel Enrique Peralta


Azurdia ocuparon la base de Puerto Barrios y pusieron fin a este intento de
rebelión. En menos de una semana quedó aplastada la organización, algunos se
entregaron, otros se escondieron y varios se fueron a Honduras, El Salvador y
México.

A los que participaron en este movimiento se les llamó trecistas. Entre ellos estaba
el Teniente Coronel Augusto Loarca, el Teniente Marco Antonio Yon Sosa, los
Subtenientes Luis Augusto Turcios Lima y Luis Trejo Esquivel. Este grupo fundó,
en 1962, el Frente Revolucionario Alejandro de León Aragón-13 de Noviembre, y
se fue al nororiente del país con el propósito de tomar la base militar de Zacapa.

El 3 de diciembre de 1961, se convoco a reaizar elecciones para escojer los


diputados del congreso. Los resultados de las elecciones fueron dudosos, lo que
provoco protestas. El gobierno creó un ambiente de violencia e inseguridad.
En marzo de 1962, el movimiento estudiantil organizó y llevó a cabo
manifestaciones callejeras. La respuesta violenta del gobierno hizo que la AEU
(Asociacion de Estudiantes Universitarios) promoviera una huelga general para
exigir la renuncia de Ydígoras.

El 12 de abril, fue asesinado un estudiante de derecho, desde un vehículo militar.


Por lo que aumentaron las protestas. La huelga duró hasta el 24 de abril. A estas
acciones se les conoce como “las jornadas de marzo y abril.
2. El golpe de Estado de 1963 El 31 de marzo de 1963 el Coronel Enrique Peralta
Azurdia derrocó a Ydígoras y asumió el control del gobierno con un golpe de
Estado.

Con este golpe de Estado se suspendieron las garantías constitucionales y el


gobierno militar disolvió el Congreso.
Todo comenzó en el año 1954 durante el cual tuvo lugar un asalto al gobierno de
Jacobo Arbenz. El cual, se caracterizó por ser modelo de democracia. Además,
este ataque fue orquestado por el gobierno de los Estados Unidos mediante la
CIA. A su vez, fue dirigido por el coronel Carlos Castillo Armas.
Como resultado, los militares de la época tomaron las riendas del país.
Seguidamente, luego de seis años de constante destrucción de instituciones,
universidades y toda oposición al gobierno militar se desestructuro al país.
Entonces, el 13 de noviembre de 1960 tuvo lugar un ataque fallido al gobierno
militar del general Miguel Ydigoras Fuentes. Como consecuencia, se creó un
grupo paramilitar conocido como Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre
principal enemigo del cambio en el país. De este modo, dicho movimiento se
encargó de reprimir toda idea de oposición y restructuración de la justicia social.

Memoria histórica
Aunque el Conflicto Armado Interno terminó, uno de sus efectos es la disputa
entre quienes plantean la necesidad de la memoria para conocer lo que pasó,
lograr que haya justicia a los crímenes de guerra y obtener reparaciones sociales,
frente a los que claman por el olvido, que plantean que hay que dejar todo atrás
para comenzar de nuevo sin enfrentar las consecuencias de esos hechos.
El debate de la memoria:
Los acuerdos de paz señalaron la necesidad de conocer la verdad de lo sucedido,
reparar los daños ocasionados y juzgar a los autores de los actos que habían
sobrepasado los límites humanitarios. Al mismos tiempo se propuesto que los
resultados obtenidos en esclarecer los hechos no servían como prueba en los
procesos legales. Días antes de la firma, la Comisión de Reconciliación Nacional
del gobierno promovió la Amnistía sobre determinados delitos cometidos durante
el conflicto.
Dos años después, el Proyecto Interdiocesano Recuperación de la Memoria
Histórica (REMHI) presentó los resultados de su investigación sobre los hechos
del conflicto. Esta había surgido por la duda que había en muchos sectores y en la
Iglesia católica sobre la comisión de verdad surgida del acuerdo firmado en 1994.
Además, la Iglesia consideró la investigación como un acto de compromiso de su
parte con las víctimas. Con algunas diferencias de enfoque respecto al documento
de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) que sería conocido un año
después, el informe Guatemala: Nunca más señalaba el proceso de violencia
vivido en el país, apoyado en testimonios de sobrevivientes. Pocos días después
de ser presentado el informe, fue asesinado el obispo Juan Gerardi, responsable
del proyecto. Un largo y confuso juicio siguió contra los acusados de asesinato,
ligados a la estructura militar.
El trabajo de la CEH presentó sus resultados en 1999 con el informe Guatemala,
memoria del silencio, pero el gobierno argumentó que éste no ayudaba a la
reconciliación. En el fondo estaba la crítica de los militares, sobre todo los de la
Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua), quienes señalaban
que sus consideraciones no habían sido tomadas en cuenta por la CEH y que su
informe era proclive a los guerrilleros, posición que fue acuerpada por algunos
políticos, ex funcionarios y empresarios.
Hasta el presente diversas actividades se han desarrollado en torno a la memoria
del conflicto. Es decir al recuerdo público compartido por la gente sobre ese
período. Muchas se relacionan con la construcción de monumentos o placas
conmemorativas de las víctimas asesinadas, regadas en varios puntos del país.
También se han desarrollado recopilaciones testimoniales y obras que tratan de
presentar la memoria de los hechos en múltiples poblaciones y regiones. Al mismo
tiempo ha habido una variada producción histórica, analítica e informativa sobre el
conflicto. Libros, folletos, videos, murales y obras de arte, se han elaborado para
referirse a momentos concretos, a víctimas masivas, a determinadas figuras
importantes o a determinados lugares que se desean recordar.
Miembros del ejército y aliados también han desarrollado libros y
conmemoraciones al respecto presentando su propia interpretación. Por su parte,
el Estado ha tenido distintas respuestas en torno a la memoria, dependiendo de
quién gobierne. Algunos presidentes han pedido perdón por determinados casos.
Pero aún falta mucho.
Escuchaba un noticiero en la radio mientras navegaba en el tráfico a cien
pulgadas por minuto. Me quedé pensativo con la “noticia” de que cierta ONG se
había asegurado de que los estudiantes de institutos en Totonicapán estudiarían y
aprenderían sobre la memoria histórica. El comentarista en la radio resaltaba la
importancia de que los jóvenes estudiantes se empaparan de la memoria histórica
de Guatemala. Me dio cierta tristeza reflexionar sobre el futuro de estos jóvenes;
no muy prometedor. Imaginé qué pondrían en su currículo y qué responderían en
su primera entrevista de trabajo, al ser consultados sobre sus habilidades: tengo
conocimiento exhaustivo de la memoria histórica.
Ya sabemos quiénes han escrito la memoria histórica y las implicaciones que
tiene. Sabemos quiénes son los culpables, los héroes, los buenos y los malos, las
víctimas y los inocentes, a quiénes se les debe y quién debe pagar. Es importante
conocer y analizar la historia, además de ser fascinante, es cultura, nos empodera
para entender la evolución y contexto de las sociedades y, sobre todo, nos habilita
para desarrollar razonamiento crítico. Pero hay importantes y significativas
diferencias entre el adoctrinamiento y la historia.
La memoria histórica “es un concepto ideológico e historiográfico”, una forma de
lente especial de hechos y procesos históricos, que produce un “relato” que busca
y puede convertirse en la “verdad oficial”, la “verdad políticamente correcta” o
“pensamiento único” que termina por imponerse como la verdad.
Como señala Tony Judt, un historiador británico que de joven fue un sionista
marxista y con los años renunció a ambas ideologías: “Permitir que la memoria
sustituya a la historia es peligroso. Mientras que la historia adopta necesariamente
la forma de un registro, continuamente reescrito y reevaluado a la luz de
evidencias antiguas y nuevas, la memoria se asocia a unos propósitos públicos,
no intelectuales. Estas manifestaciones mnemónicas del pasado son
inevitablemente parciales, insuficientes, selectivas; los encargados de elaborarlas
se ven antes o después obligados a contar verdades a medias o incluso mentiras
descaradas… En todo caso, no pueden sustituir a la historia”.
Al enseñar una sola historia, un solo relato, un lente, una “memoria”, se le hace
una mala obra, quizás irreparable, a la juventud. La memoria histórica en
Guatemala tiene que ver con el relato unidimensional del conflicto armado interno,
que tiene carga ideológica y política y que, francamente, es más adoctrinamiento
que historia. No ofrece diferentes perspectivas, no invita a la crítica ni la tolera. La
educación tiene más que ver con hacer preguntas que con dar respuestas. La
memoria histórica no invita a preguntar, cuestionar, a retar la verdad y ponerla a
prueba, a especular y aventurar.
Además del sesgo ideológico de la memoria histórica, preocupa su importancia y
peso relativo en la “educación”, especialmente la pública, aun cuando la privada
sufre del mismo mal: una sola historia. Los estudiantes estarían mejor servidos
enfocando más atención a cultivar habilidades y conocimiento en la lengua chino
mandarín, programación, química, electrónica, física, matemáticas comerciales; a
leer con profundidad y escribir con estructura y soltura, a ser creativos y
emprendedores. Esto les puede fortalecer para salir adelante en la vida. Uno de
los dones y habilidades más importantes que se puede cultivar en una mente
joven, o de cualquier edad, es la capacidad de razonamiento crítico.
Mecanismos para generar cambios
a principal luz que proyectan los acontecimientos pasados es el despertar
ciudadano, así como la sed de información que ha hecho que los guatemaltecos
busquen con ansiedad las respuestas a sus múltiples interrogantes: ¿qué
debemos hacer para mejorar Guatemala?, ¿debemos ir a votar?, ¿por quién
debemos votar?, etc.
Esta sed de conocimiento tiene como contraparte la multiplicidad de analistas y
actores que han realizado análisis y propuesto cursos de acción. Sin embargo, lo
malo es que, al igual que en la plaza, donde no había unas demandas
consensuadas, los analistas y los actores políticos se dividieron en una y mil
opiniones, desde las más conservadoras hasta las más radicales, e hicieron que la
babel de voces terminara confundiendo a la población.
En una de las últimas manifestaciones tuve el gusto de platicar con varios jóvenes
inquietos, de quienes recibí un sinfín de preguntas a las que no podía contestar. El
desánimo empezaba a vislumbrarse en mis interlocutores. Como estrategia para
salir del atolladero empecé a responder con una pregunta: ¿han buscado
información sobre la realidad? La respuesta inmediata fue que sí, pero que a estas
alturas se sentían saturados de información y confundidos por tantas voces
contradictorias. La pregunta sobre el futuro seguía en el aire. ¿Qué debemos
hacer para cambiar Guatemala?
De nuevo respondí con otra pregunta. ¿Ustedes tenían este nivel de conciencia
hace seis meses? La respuesta al unísono fue: «No, hemos aprendido más en
estos seis meses que en muchos años pasados». Eso me dio luces para darle un
giro a la conversación: quizá no hemos alcanzado mucho en estos meses, quizá el
único logro tangible de las manifestaciones sea la renuncia de Roxana Baldetti. Y
aun en este aspecto los más escépticos dicen que pesó más la embajada que la
movilización. Sin embargo, la emergencia de esta conciencia ciudadana seguro
será lo más relevante que los historiadores recordarán de estas marchas
ciudadanas. Y ese aspecto será la diferencia: será el parteaguas de la historia
guatemalteca.
La experiencia histórica demuestra que la fe mueve montañas. Y la seguridad de
que en un futuro no muy lejano tendremos una nueva Guatemala anima mi
optimismo, un optimismo informado que no se basa en quimeras, sino en una
conciencia clara de lo que tenemos que reformar, empezando por la Ley Electoral
y de Partidos Políticos, y siguiendo con una ruta de cambio que en algún momento
debemos trazar.
¿La clave? Entender que la democracia no se agota en el simple acto de ir a votar
o en ir a una manifestación de vez en cuando, sino en la vigilia constante para
alcanzar y preservar lo conquistado. Como bien lo planteó uno de los carteles en
la plaza: «El precio de la democracia es su eterna vigilancia».
1. Participación ciudadana
Lizandro Acuña, analista del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad
de San Carlos (Ipnusac), califica la participación ciudadana como una pieza clave
para impulsar reformas en el Estado. “Existe la obligación de contribuir y participar;
quienes tenemos esa opción podemos proponer reformas a las leyes para mejorar
nuestros sistemas, tanto de seguridad y justicia, como en lo económico”.
Helen Mack, directora de la Fundación Myrna Mack, recordó la participación
ciudadana en el paro del 27 de agosto, cuando se exigió la renuncia de Otto Pérez
Molina, pero luego los movimientos bajaron su intensidad y “dejamos de ir al
parque”.
Mack destacó que si bien se logró un objetivo, todavía faltan varios cambios
profundos que trasciendan a los gobiernos. “La población debe tomar conciencia
de eso, y no debe dejar que la apatía nos gane, se requiere no solo de la
participación sino de la conciencia y el deber ciudadano”, comentó Mack.

2. Transparencia en lo público y privado


Luis Linares López, analista de la Asociación de Investigación en Estudios
Sociales (ASIES), destacó la importancia de la transparencia y la rendición de
cuentas tanto en el sector público, como en el privado.
Y es que el tener a disposición del público información de cómo se manejan los
recursos del Estado es una motivación para pagar impuestos. “Explicar la forma
de cómo se compra, cuánto se gasta, con quién se gasta, exponer sueldos,
viáticos y viajes” es vital para que la ciudadanía confíe en las autoridades.
Por otro lado, también señala la responsabilidad de particulares para ser
transparentes en su actuar, correspondiendo a la transparencia que se exige del
ámbito público.
Linares ejemplificó que el funcionamiento de la estructura de defraudación
aduanera de “La línea” se debe, en parte, a la falta de información sobre el pago
de impuestos. “Estas sospechas no existirían si hubiera transparencia en el pago
de tributos; en otros países esos montos que se pagan si se pueden ver”.

3. Cambiar el modelo económico, las compras y contrataciones y la contraloría


De acuerdo con Renzo Rosal, analista independiente, resulta primordial cambiar el
modelo económico para que se garantice el bienestar de la población.
La situación de pobreza multidimensional se estima en un 70.3 por ciento, según
el informe “Panorama Social de América Latina” de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), y que entre otros aspectos, destaca que
Guatemala se posiciona entre los 14 más violentos del mundo y los siete más
violentos de Latinoamérica.
Según el informe esta situación refuerza la idea de que la pobreza persiste como
un fenómeno estructural característico de la realidad latinoamericana.
Los índices del trabajo infantil también prevalecen en su mayoría en las áreas
rurales del país, con un 57.9%, que tienen población mayoritariamente indígena,
una cifra superior a los espacios donde prevalece la población no indígena, donde
el indicador llega al 42.1 por ciento.

Además, se hace indispensable modificar la matriz de compras y contrataciones


del Estado, así como la modificación de la Contraloría General de Cuentas para
que en el país pueda existir una verdadera obligación de rendir cuentas.

4. Cultura de legalidad
Si bien el papel de la ciudadanía pasa por demandar reformas del Estado,
incluyendo cambios legislativos, también está presente la responsabilidad de
adoptar una cultura de legalidad y respetar las normas de convivencia.
En agosto pasado, Iván Velásquez, titular de la Comisión Internacional Contra la
Impunidad en Guatemala (CICIG), expresó: “Lo que ahora se ha iniciado como
una cruzada contra la corrupción, no solo debe afectar los sectores criminales,
sino que también debe establecer una cultura de legalidad en la sociedad”.
Acuña considera que “debe existir el compromiso por parte de los buenos
ciudadanos guatemaltecos para cumplir y respetar la ley”, ya que eso garantiza la
convivencia sana y respetuosa en la sociedad.
“Hay una falta de cumplimiento de las leyes por parte de las autoridades, pero
también vemos mucha debilidad en este sentido entre la ciudadanía; todos los
guatemaltecos tenemos una cultura de acatar lo que establecen las normas”,
opinó Acuña.

5. Independencia judicial
De acuerdo con Renzo Rosal, analista independiente, se necesita retomar el
principio constitucional de la independencia judicial, pues sin ese principio de nada
servirá tener más juzgados o más juzgadores.
La Fundación Myrna Mack apuntó que el mecanismo para garantizar que los
jueces y magistrados cumplan con los requisitos de idoneidad, capacidad,
honradez y reconocida honorabilidad, es fortalecer la Carrera Judicial, ya que de
esta manera se evita que influencias de grupos de poder coloquen en los juzgados
y altas magistraturas a personas corruptas que les permitan quedar impunes por
los delitos que cometen.
Mario Polanco, director del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), aseveró que hablar del
sector justicia no implica solo el eje del Organismo Judicial, ya que también incluye
al Ministerio Público (MP), así como a la Policía Nacional Civil (PNC), “debe
fortalecerse al ente investigador que es el MP y al ente ejecutor que es la PNC”.

6. Un pacto fiscal
Un acuerdo social nacional que logre garantizar los recursos del Estado es
fundamental, según Christians Castillo, analista del Ipnusac, quien considera que
se debe pensar en un pacto fiscal. Luego de la firma de los Acuerdos de Paz,
Guatemala se comprometió a aumentar la carga tributaria por lo menos al 12 por
ciento, en comparación con el PIB, pero casi veinte años después, ese indicador
se mantiene en el 10.8 por ciento.
Abelardo Medina analista y economista del Instituto Centroamericano de Estudios
Fiscales, indicó que si se quisiera hacer una reforma tributaria, antes se debe
mejorar la moral tributaria que consiste en la voluntad de los contribuyentes a
efectuar sus pagos, misma que actualmente está “lastimada”, pues se tiene la
percepción que el dinero no está siendo utilizado de manera correcta.
“Si no se cumple eso de usar los recursos eficiente y transparentemente los
recursos, créame no hay reforma que haga que mejore la recaudación”, dijo.

7. Reglas claras en la política


El comisionado de la CICIG, Iván Velásquez, comparó a los partidos con
“franquicias”, es decir, con los instrumentos que se utilizan para la concesión de
derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial. En otras
palabras, los partidos políticos son una especie de empresas creadas con el fin de
lucrar.
De momento las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos aún se
mantienen estancadas en consulta en la Corte de Constitucionalidad, pero de
llegar a aprobarse, opinó Rosal, es necesario que regulen los aspectos más
importantes, como el origen del financiamiento privado, la campaña anticipada y la
limitación de la reelección.
El CACIF manifestó su descontento sobre el proyecto de las reformas a la Ley
Electoral y de Partidos Políticos por considerar que no logra resolver la crisis tan
grave de institucionalidad y de falta de representatividad de los partidos políticos.

8. Servicio Civil y orden en pactos


Respecto a la reforma a la Ley de Servicio Civil, Acuña mencionó que debe existir
una carrera para funcionarios públicos, pues está demostrado que año tras año
cuando ingresa un nuevo gobierno, se cambia a empleados públicos y se pierde
importantes elementos con experiencia. “Vemos que en los cambios arrasan con
la gente que se está involucrando en el desarrollo de las políticas públicas”.
Una carrera en el servicio civil también ayudaría a regular las mejoras salariales y
prestaciones laborales de los trabajadores que actualmente están regidos por los
pactos colectivos, pese a que generan problemas en las finanzas del Estado.
Este año, el pacto colectivo en el Ministerio de Salud Pública implica un costo de
Q1 mil 835 millones para el Estado, mientras el Ministerio de Educación adquirió
una carga que supera los Q1 mil millones en este rubro.

9. Erradicar la discriminación
A criterio de la académica Guillermina Herrera Peña, la discriminación, el racismo
y la segregación son factores que afectan en todo sentido al país y le impiden
evolucionar hacia una sociedad más justa. “En síntesis, el “racismo” es una
pérdida de las posibilidades de interacción positiva y constructiva entre grupos
humanos. Es una perversión de las relaciones sociales, una forma degradada y
degradante de relacionarse, interactuar y comunicarse. Para combatirlo, hay que
luchar contra sus manifestaciones: prejuicios y estereotipos negativos y
discriminación”, advirtió la experta.
En cuanto a la discriminación económica, la distribución de los recursos del
Estado a las diferentes entidades, según Mario Polanco, es también un aspecto
que requiere una reforma. “Mientras la ciudad se queda con Q0.25 de cada Q1,
hay departamentos que se quedan como por ejemplo Baja Verapaz, que se
quedan con Q0.5, Alta Verapaz se queda con un Q0.1 centavo y Huehuetenango
igual”, lo que significa que el presupuesto se distribuye de manera arbitraria.

10. Explicar en qué consisten las reformas


Renzo Rosal, analista independiente, dijo que para entender los cambios que
requiere el sistema, es necesario que los miembros del G4 -el Procurador de
Derechos Humanos, la Universidad de San Carlos, la Iglesia católica y una
representación de iglesias evangélicas, logren explicar a la población en qué
consisten las reformas, para que todos entendieran que dilemas se tienen en el
país.
La Universidad de San Carlos y organizaciones sociales coincidieron en que los
cambios en el Ejecutivo, tras la renuncia del expresidente Otto Pérez Molina, no
representan las reformas en el sistema político e institucional que exige la
ciudadanía y tampoco existen las condiciones para que las mismas puedan
aprobarse inmediatamente. Por lo que consideraron que se deben reactivar las
manifestaciones pacíficas para impulsar un verdadero cambio en la administración
pública.
En este caso, Rosal señaló a entidades como las iglesias, que podría apoyar en
ese sentido junto a la Universidad de San Carlos.

Convivencia pacífica de Guatemala (Acuerdos de paz)

Acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda Querétaro (México), 25


1. de la paz por medios políticos (Acuerdo de Querétaro) de julio de 1991
México, D.F. (México),
2. Acuerdo global sobre derechos humanos 29 de marzo de 1994
Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones Oslo (Noruega), 17 de
3. desarraigadas por el enfrentamiento armado junio de 1994
Acuerdo sobre el establecimiento de la Comisión para el
esclarecimiento histórico de las violaciones a los Oslo (Noruega), 23 de
4. derechos humanos y los hechos de violencia que han junio de 1994
causado sufrimientos a la población guatemalteca
Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos México, D.F. (México),
5. indígenas 31 de marzo de 1995
Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación México, D.F. (México),
6. agraria 6 de mayo de 1996
México, D.F. (México),
Acuerdo sobre fortalecimiento del poder civil y función del
7. Ejército en una sociedad democrática 19 de septiembre de
1996
Oslo (Noruega), 4 de
8. Acuerdo sobre el definitivo cese al fuego diciembre de 1996
Acuerdo sobre reformas constitucionales y régimen Estocolmo (Suecia), 7
9. electoral de diciembre de 1996
Acuerdo sobre bases para la incorporación de la Unidad Madrid (España), 12 de
10. Revolucionaria Nacional Guatemalteca a la legalidad diciembre de 1996
Guatemala
Acuerdo sobre el cronograma para la implementación,
11 cumplimiento y verificaciónde los acuerdos de paz (Guatemala), 29 de
diciembre de 1996
12 Acuerdo de paz firme y duradera

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