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COMPENDIO DE FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

SEMANA 2
LA FILOSOFÍA
Karl Jaspers
Que sea la filosofía y cuál su valor, es cosa discutida. De ella se esperan revelaciones
extraordinarias o bien se la deja indiferentemente a un lado como un pensar que no tiene
objeto. Se la mira con respeto, como el importante quehacer de unos hombres insólitos o
bien se la desprecia como el superfluo cavilar de unos soñadores. Se la tiene por una cosa
que interesa a todos y que por tanto debe ser en el fondo simple y comprensible, o bien se
la tiene por tan difícil que es una desesperación el ocuparse con ella. Lo que se presenta
bajo el nombre de filosofía proporciona en realidad ejemplos justificativos de tan opuestas
apreciaciones.
Para un hombre con fe en la ciencia es lo peor de todo que la filosofía carezca por completo
de resultados universalmente válidos y susceptibles de ser sabidos y poseídos. Mientras que
las ciencias han logrado en los respectivos dominios conocimientos imperiosamente ciertos
y universalmente aceptados, nada semejante ha alcanzado la filosofía a pesar de esfuerzos
sostenidos durante milenios. No hay que negarlo: en la filosofía no hay unanimidad alguna
acerca de lo conocido definitivamente. Lo aceptado por todos en vista de razones
imperiosas se ha convertido como consecuencia en un conocimiento científico; ya no es
filosofía, sino algo que pertenece a un dominio especial de lo cognoscible.
Tampoco tiene el pensar filosófico, como lo tienen las ciencias, el carácter de un proceso
progresivo. Estamos ciertamente mucho más adelantados que Hipócrates, el médico griego;
pero apenas podemos decir que estemos más adelantados que Platón. Sólo estamos más
adelantados en cuanto al material de los conocimientos científicos de que se sirve este
último. En el filosofar mismo, quizá apenas hayamos vuelto a llegar a él.
Este hecho, de que a toda criatura de la filosofía le falte, a diferencia de las ciencias, la
aceptación unánime, es un hecho que ha de tener su raíz en la naturaleza de las cosas. La
clase de certeza que cabe lograr en filosofía no es la científica, es decir, la misma para todo
intelecto, sino que es un cerciorarse en la consecución del cual entra en juego la esencia
entera del hombre. Mientras que los conocimientos científicos versan sobre sendos objetos

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especiales, saber de los cuales no es en modo alguno necesario para todo el mundo, se trata
en la filosofía de la totalidad del ser, que interesa al hombre en cuanto hombre, se trata de
una verdad que allí donde destella hace presa más hondo que todo conocimiento científico.
La filosofía bien trabajada está vinculada sin duda a las ciencias. Tiene por supuesto éstas
en el estado más avanzado a que hayan llegado en la época correspondiente. Pero el
espíritu de la filosofía tiene otro origen. La filosofía brota antes de toda ciencia allí donde
despiertan los hombres.
Representémonos esta filosofía sin ciencia en algunas notables manifestaciones.
Primero. En materia de cosas filosóficas se tiene casi todo el mundo por competente.
Mientras que se admite que en las ciencias son condición del entender el estudio, el
adiestramiento y el método, frente a la filosofía se pretende poder sin más intervenir en
ella y hablar de ella. Pasan por preparación suficiente la propia humanidad, el propio
destino y la propia experiencia.
Hay que aceptar la exigencia de que la filosofía sea accesible a todo el mundo. Los prolijos
caminos de la filosofía que recorren los profesionales de ella sólo tienen realmente sentido
si desembocan en el hombre, el cual resulta caracterizado por la forma de su saber del ser
y de sí mismo en el seno de éste.
Segundo. El pensar filosófico tiene que ser original en todo momento. Tiene que llevarlo a
cabo cada uno por sí mismo.
Una maravillosa señal de que el hombre filosofa en cuanto tal originalmente son las
preguntas de los niños. No es nada raro oír de la boca infantil algo que por su sencillo
penetra inmediatamente en las profundidades del filosofar. He aquí unos ejemplos.
Un niño manifiesta su admiración diciendo: "me empeño en pensar que soy otro y sigo
siendo siempre yo". Este niño toca en uno de los orígenes de toda certeza, la conciencia del
ser en la conciencia del yo. Se asombra ante el enigma del yo, este ser que no cabe concebir
por medio de ningún otro. Con su cuestión se detiene el niño ante este límite.
Otro niño oye la historia de la creación: Al principio creó Dios el cielo y la tierra..., y pregunta
en el acto: "¿Y que había antes del principio?" Este niño ha hecho la experiencia de la
infinitud de la serie de las preguntas posibles, de la imposibilidad de que haga alto el
intelecto, al que no es dado obtener una respuesta concluyente.
Ahora, una niña, que va de paseo, a la vista de un bosque hace que le cuenten el cuento de
los elfos que de noche bailan en él en corro... "Pero ésos no los hay..." Le hablan luego de
realidades, le hacen observar el movimiento del sol, le explican la cuestión de si es que se
mueve el sol o que gira la tierra y le dicen las razones que hablan en favor de k forma esférica
de la tierra y del movimiento de ésta en torno de su eje... "Pero eso no es verdad", dice la
niña golpeando con el pie en el suelo, "la tierra está quieta. Yo sólo creo lo que veo."

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"Entonces tú no crees en papá Dios, puesto que no puedes verle." A esto se queda la niña
pasmada y luego dice muy resuelta: "si no existiese él, tampoco existiríamos nosotros." Esta
niña fue presa del gran pasmo de la existencia: ésta no es obra de sí misma. Concibió incluso
la diferencia que hay entre preguntar por un objeto del mundo y el preguntar por el ser y
por nuestra existencia en el universo.
Otra niña, que va de visita, sube una escalera. Le hacen ver cómo va cambiando todo, cómo
pasa y desaparece, como si no lo hubiese habido. "Pero tiene que haber algo fijo... que
ahora estoy aquí subiendo la escalera de casa de la tía siempre será una cosa segura para
mí." El pasmo y el espanto ante el universal caducar y fenecer de las cosas se busca una
desmañada salida.
Quien se dedicase a recogerla, podría dar cuenta de una rica filosofía de los niños. La
objeción de que los niños lo habrían oído antes a sus padres o a otras personas, no vale
patentemente nada frente a pensamientos tan serios. La objeción de que estos niños no
han seguido filosofando v que por tanto sus declaraciones sólo pueden haber sido casuales,
pasa por alto un hecho: que los niños poseen con frecuencia una genialidad que pierden
cuando crecen. Es como si con los años cayésemos en la prisión de las convenciones y las
opiniones corrientes, de las ocultaciones y de las cosas que no son cuestión, perdiendo la
ingenuidad del niño. Éste se halla aún francamente en ese estado de la vida en que ésta
brota, sintiendo, viendo y preguntando cosas que pronto se le escapan para siempre. El
niño olvida lo que se le reveló por un momento y se queda sorprendido cuando los adultos
que apuntan lo que ha dicho y preguntado se lo refieren más tarde.
Tercero. El filosofar original se presenta en los enfermos mentales lo mismo que en los
niños. Pasa a veces —raras— como si se rompiesen las cadenas y los velos generales y
hablase una verdad impresionante. Al comienzo de varias enfermedades mentales tienen
lugar revelaciones metafísicas de una índole estremecedora, aunque por su forma y
lenguaje no pertenecen, en absoluto, al rango de aquellas que dadas a conocer cobran una
significación objetiva, fuera de casos como los del poeta Hölderlin o del pintor Van Gogh.
Pero quien las presencia no puede sustraerse a la impresión de que se rompe un velo bajo
el cual vivimos ordinariamente la vida. A más de una persona sana le es también conocida
la experiencia de revelaciones misteriosamente profundas tenidas al despertar del sueño,
pero que al despertarse del todo desaparecen, haciéndonos sentir que no somos más
capaces de ellas. Hay una verdad profunda en la frase que afirma que los niños y los locos
dicen la verdad. Pero la originalidad creadora a la que somos deudores de las grandes ideas
filosóficas no está aquí, sino en algunos individuos cuya independencia e imparcialidad los
hace aparecer como unos pocos grandes espíritus diseminados a lo largo de los milenios.
Cuarto. Como la filosofía es indispensable al hombre, está en todo tiempo ahí,
públicamente, en los refranes tradicionales, en apotegmas filosóficos corrientes, en

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convicciones dominantes, como por ejemplo en el lenguaje de los espíritus ilustrados, de
las ideas y creencias políticas, pero ante todo, desde el comienzo de la historia, en los mitos.
No hay manera de escapar a la filosofía. La cuestión es tan sólo si será consciente o no, si
será buena o mala, confusa o clara. Quien rechaza la filosofía, profesa también una filosofía,
pero sin ser consciente de ella.
¿Qué es, pues, la filosofía, que se manifiesta tan universalmente bajo tan singulares formas?
La palabra griega filósofo (philósophos) se formó en oposición a sophós. Se trata del amante
del conocimiento (del saber) a diferencia de aquel que estando en posesión del
conocimiento se llamaba sapiente o sabio. Este sentido de la palabra ha persistido hasta
hoy: la busca de la verdad, no la posesión de ella, es la esencia de la filosofía, por
frecuentemente que se la traicione en el dogmatismo, esto es, en un saber enunciado en
proposiciones, definitivo, perfecto y enseñable. Filosofía quiere decir: ir de camino. Sus
preguntas son más esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una
nueva pregunta.
Pero este ir de camino —el destino del hombre en el tiempo— alberga en su seno la
posibilidad de una honda satisfacción, más aún, de la plenitud en algunos levantados
momentos. Esta plenitud no estriba nunca en una certeza enunciable, no en proposiciones
ni confesiones, sino en la realización histórica del ser del hombre, al que se le abre el ser
mismo. Lograr esta realidad dentro de la situación en que se halla en cada caso un hombre
es el sentido del filosofar.
Ir de camino buscando, o bien hallar el reposo y la plenitud del momento —no son
definiciones de la filosofía. Esta no tiene nada ni encima ni al lado. No es derivable de
ninguna otra cosa. Toda filosofía se define ella misma con su realización. Qué sea la filosofía
hay que intentarlo. Según esto es la filosofía a una la actividad viva del pensamiento y la
reflexión sobre este pensamiento, o bien el hacer y el hablar de él. Sólo sobre la base de los
propios intentos puede percibirse qué es lo que en el mundo nos hace frente como filosofía.
Pero podemos dar otras fórmulas del sentido de la filosofía. Ninguna agota este sentido, ni
prueba ninguna ser la única. Oímos en la antigüedad: la filosofía es (según su objeto) el
conocimiento de las cosas divinas y humanas, el conocimiento de lo ente en cuanto ente,
es (por su fin) aprender a morir, es el esfuerzo reflexivo por alcanzar la felicidad; asimilación
a lo divino, es finalmente (por su sentido universal) el saber de todo saber, el arte de todas
las artes, la ciencia en general, que no se limita a ningún dominio determinado.
Hoy es dable, hablar de la filosofía quizá en las siguientes fórmulas; su sentido es:
Ver la realidad en su origen;
apresar la realidad conversando mentalmente conmigo mismo, en la actividad interior;
abrirnos a la vastedad de lo que nos circunvala;

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osar la comunicación de hombre a hombre sirviéndose de todo espíritu de verdad en una
lucha amorosa;
mantener despierta con paciencia y sin cesar la razón, incluso ante lo más extraño y ante lo
que se rehúsa.
La filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre llega a ser él mismo, al
hacerse partícipe de la realidad.
Bien que la filosofía pueda mover a todo hombre, incluso al niño, bajo la forma de ideas tan
simples como eficaces, su elaboración consciente es una faena jamás acabada, que se repite
en todo tiempo y que se rehace constantemente como un todo presente —-se manifiesta
en las obras de loa grandes filósofos y como un eco en los menores. La conciencia de esta
tarea permanecerá despierta, bajo la forma que sea, mientras los hombres sigan siendo
hombres.
No es hoy la primera vez que se ataca a la filosofía en la raíz y se la niega en su totalidad por
superflua y nociva. ¿A qué está ahí? Si no resiste cuando más falta haría...
El autoritarismo eclesiástico ha rechazado la filosofía independiente porque aleja de Dios,
tienta a seguir al mundo y echa a perder el alma con lo que en el fondo es nada. El
totalitarismo político hizo este reproche: los filósofos se han limitado a interpretar
variadamente el mundo, pero se trata de transformarlo. Para ambas maneras de pensar ha
pasado la filosofía por peligrosa, pues destruye el orden, fomenta el espíritu de
independencia y con él el de rebeldía y revolución, engaña y desvía al hombre de su
verdadera misión. La fuerza atractiva de un más allá que nos es alumbrado por el Dios
revelado, o el poder de un más acá sin Dios pero que lo pide todo para sí, ambas cosas
quisieran causar la extinción de la filosofía.
A esto se añade por parte del sano y cotidiano sentido común el simple patrón de medida
de la utilidad, bajo el cual fracasa la filosofía. Ya a Tales, que pasa por ser el primero de los
filósofos griegos, lo ridiculizó la sirviente que le vio caer en un pozo por andar observando
el cielo estrellado. A qué anda buscando lo que está más lejos, si es torpe en lo que está
más cerca.
La filosofía debe, pues, justificarse. Pero esto es imposible. No puede justificarse con otra
cosa para la que sea necesaria como instrumento. Sólo puede volverse hacia las fuerzas que
impulsan realmente al filosofar en cada hombre. Puede saber qué promueve una causa del
hombre en cuanto tal tan desinteresada que prescinde de toda cuestión de utilidad y
nocividad mundanal, y que se realizará mientras vivan hombres. Ni siquiera las potencias
que le son hostiles pueden prescindir de pensar el sentido que les es propio, ni por ende
producir cuerpos de ideas unidas por un fin que son un sustitutivo de la filosofía, pero se
hallan sometidos a las condiciones de un efecto buscado —como el marxismo y el fascismo.

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Hasta estos cuerpos de ideas atestiguan la imposibilidad en que está el hombre de
esquivarse a la filosofía. Ésta se halla siempre ahí.
La filosofía no puede luchar, no puede probarse, pero puede comunicarse. No presenta
resistencia allí donde se la rechaza, ni se jacta allí donde se la escucha. Vive en la atmósfera
de la unanimidad que en el fondo de la humanidad puede unir a todos con todos.
En gran estilo, sistemáticamente desarrollada, hay filosofía desde hace dos mil quinientos
años en Occidente, en China y en la India. Una gran tradición nos dirige la palabra. La
multiformidad del filosofar, las contradicciones y las sentencias con pretensiones de verdad
pero mutuamente excluyentes no pueden impedir que en el fondo opere una Unidad que
nadie posee pero en torno a la cual giran en todo tiempo todos los esfuerzos serios: la
filosofía una y eterna, la philosophia perennis. A este fondo histórico de nuestro pensar nos
encontramos remitidos, si queremos pensar esencialmente y con la conciencia más clara
posible.
LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA
La historia de la filosofía como pensar metódico tiene sus comienzos hace dos mil
quinientos años, pero como pensar mítico mucho antes.
Sin embargo, comienzo no es lo mismo que origen. El comienzo es histórico y acarrea para
los que vienen después un conjunto creciente de supuestos sentados por el trabajo mental
ya efectuado. Origen es, en cambio, la fuente de la que mana en todo tiempo el impulso
que mueve a filosofar. Únicamente gracias a él resulta esencial la filosofía actual en cada
momento y comprendida la filosofía anterior.
Este origen es múltiple. Del asombro sale la pregunta y el conocimiento, de la duda acerca
de lo conocido el examen crítico y la clara certeza, de la conmoción del hombre y de la
conciencia de estar perdido la cuestión de sí mismo. Representémonos ante todo estos tres
motivos.
Primero. Platón decía que el asombro es el origen de la filosofía. Nuestros ojos nos "hacen
ser partícipes del espectáculo de las estrellas, del sol y de la bóveda celeste". Este
espectáculo nos ha "dado el impulso de investigar el universo. De aquí brotó para nosotros
la filosofía, el mayor de los bienes deparados por los dioses a la raza de los mortales". Y
Aristóteles: "Pues la admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar: empezando por
admirarse de lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco y se preguntaron
por las vicisitudes de la luna y del sol, de los astros y por el origen del universo."
El admirarse impele a conocer. En la admiración cobro conciencia de no saber. Busco el
saber, pero el saber mismo, no "para satisfacer ninguna necesidad común".
El filosofar es como un despertar de la vinculación a las necesidades de la vida. Este
despertar tiene lugar mirando desinteresadamente a las cosas, al cielo y al mundo,

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preguntando qué sea todo ello y de dónde todo ello venga, preguntas cuya respuesta no
serviría para nada útil, sino que resulta satisfactoria por sí sola.
Segundo. Una vez que he satisfecho mi asombro y admiración con el conocimiento de lo
que existe, pronto se anuncia la duda. A buen seguro que se acumulan los conocimientos,
pero ante el examen crítico no hay nada cierto. Las percepciones sensibles están
condicionadas por nuestros órganos sensoriales y son engañosas o en todo caso no
concordantes con lo que existe fuera de mí independientemente de que sea percibido o en
sí. Nuestras formas mentales son las de nuestro humano intelecto. Se enredan en
contradicciones insolubles. Por todas partes se alzan unas afirmaciones frente a otras.
Filosofando me apodero de la duda, intento hacerla radical, mas, o bien gozándome en la
negación mediante ella, que ya no respeta nada, pero que por su parte tampoco logra dar
un paso más, o bien preguntándome dónde estará la certeza que escape a toda duda y
resista ante toda crítica honrada.
La famosa frase de Descartes "pienso, luego existo" era para él indubitablemente cierta
cuando dudaba de todo lo demás, pues ni siquiera el perfecto engaño en materia de
conocimiento, aquel que quizá ni percibo, puede engañarme acerca de mi existencia
mientras me engaño al pensar.
La duda se vuelve como duda metódica la fuente del examen crítico de todo conocimiento.
De aquí que sin una duda radical, ningún verdadero filosofar. Pero lo decisivo es cómo y
dónde se conquista a través de la duda misma el terreno de la certeza.
Y tercero. Entregado al conocimiento de los objetos del mundo, practicando la duda como
la vía de la certeza, vivo entre y para las cosas, sin pensar en mí, en mis fines, mi dicha, mi
salvación. Más bien estoy olvidado de mí y satisfecho de alcanzar semejantes
conocimientos.
La cosa se vuelve otra cuando me doy cuenta de mí mismo en mi situación. El estoico
Epiciclo decía: "El origen de la filosofía es el percatarse de la propia debilidad e impotencia."
¿Cómo salir de la impotencia? La respuesta de Epicuro decía: considerando todo lo que no
está en mi poder como indiferente para mí en su necesidad, y, por el contrario, poniendo
en claro y en libertad por medio del pensamiento lo que reside en mí, a saber, la forma y el
contenido de mis representaciones.
Cerciorémonos de nuestra humana situación. Estamos siempre en situaciones. Las
situaciones cambian, las ocasiones se suceden. Si éstas no se aprovechan, no vuelven más.
Puedo trabajar por hacer que cambie la situación. Pero hay situaciones por su esencia
permanentes, aun cuando se altere su apariencia momentánea y se cubra de un velo su
poder sobrecogedor: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar, estoy sometido
al destino, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas situaciones fundamentales de
nuestra existencia las llamamos situaciones límites. Quiere decirse que son situaciones de

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las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones
límites es después del asombro y de la duda el origen, más profundo aún, de la filosofía. En
la vida corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los ojos y haciendo como si no
existieran. Olvidamos que tenemos que morir, olvidamos nuestro ser culpables y nuestro
estar entregados al destino. Entonces sólo tenemos que habérnoslas con las situaciones
concretas, que manejamos a nuestro gusto y a las que reaccionamos actuando según planes
en el mundo, impulsados por nuestros intereses vitales. A las situaciones límites
reaccionamos, en cambio, ya velándolas, ya, cuando nos damos cuenta realmente de ellas,
con la desesperación y con la reconstitución: Llegamos a ser nosotros mismos en una
transformación de la conciencia de nuestro ser.
Pongámonos en claro nuestra humana situación de otro modo, como la desconfianza que
merece todo ser mundanal. Nuestra ingenuidad toma el mundo por el ser pura y
simplemente. Mientras somos felices, estamos jubilosos de nuestra fuerza, tenemos una
confianza irreflexiva, no sabemos de otras cosas que las de nuestra inmediata circunstancia.
En el dolor, en la flaqueza, en la impotencia nos desesperamos. Y una vez que hemos salido
del trance y seguimos viviendo, nos dejamos deslizar de nuevo, olvidados de nosotros
mismos, por la pendiente de la vida feliz.
Pero el hombre se vuelve prudente con semejantes experiencias. Las amenazas le empujan
a asegurarse. La dominación de la naturaleza y la sociedad humana deben garantizar la
existencia.
El hombre se apodera de la naturaleza para ponerla a su servicio, la ciencia y la técnica se
encargan de hacerla digna de confianza.
Con todo, en plena dominación de la naturaleza subsiste lo incalculable y con ello la
perpetua amenaza, y a la postre el fracaso en conjunto: no hay manera de acabar con el
peso y la fatiga del trabajo, la vejez, la enfermedad y la muerte. Cuanto hay digno de
confianza en la naturaleza dominada se limita a ser una parcela dentro del marco del todo
indigno de ella.
Y el hombre se congrega en sociedad para poner límites y al cabo eliminar la lucha sin fin
de todos contra todos; en la ayuda mutua quiere lograr la seguridad.
Pero también aquí subsiste el límite. Sólo allí donde los Estados se hallaran en situación de
que cada ciudadano fuese para el otro tal como lo requiere la solidaridad absoluta, sólo allí
podrían estar seguras en conjunto la justicia y la libertad. Pues sólo entonces si se le hace
injusticia a alguien se oponen los demás como un solo hombre. Mas nunca ha sido así.
Siempre es un círculo limitado de hombres, o bien son sólo individuos sueltos, los que se
asisten realmente unos a otros en los casos más extremados, incluso en medio de la
impotencia. No hay Estado, ni iglesia, ni sociedad que proteja absolutamente. Semejante
protección fue la bella ilusión de tiempos tranquilos en los que permanecía velado el límite.

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Pero en contra de esta total desconfianza que merece el mundo habla este otro hecho. En
el mundo hay lo digno de fe, lo que despierta la confianza, hay el fondo en que todo se
apoya: el hogar y la patria, los padres y los antepasados, los hermanos y los amigos, la
esposa. Hay el fondo histórico de la tradición en la lengua materna, en la fe, en la obra de
los pensadores, de los poetas y artistas.
Pero ni siquiera toda esta tradición da un albergue seguro, ni siquiera ella da una confianza
absoluta, pues tal como se adelanta hacia nosotros es toda ella obra humana; en ninguna
parte del mundo está Dios. La tradición sigue siendo siempre, además, cuestionable. En
todo momento tiene el hombre que descubrir, mirándose a sí mismo o sacándolo de su
propio fondo, lo que es para él certeza, ser, confianza. Pero esa desconfianza que despierta
todo ser mundanal es como un índice levantado. Un índice que prohíbe hallar satisfacción
en el mundo, un índice que señala a algo distinto del mundo.
Las situaciones límites —la muerte, el destino, la culpa y la Desconfianza que despierta el
mundo— me enseñan lo que es fracasar. ¿Qué haré en vista de este fracaso absoluto, a la
visión del cual no puedo sustraerme cuando me represento las cosas honradamente?
No nos basta el consejo del estoico, el retraerse al fondo de la propia libertad en la
independencia del pensamiento. El estoico erraba al no ver con bastante radicalidad la
impotencia del hombre. Desconoció la dependencia incluso del pensar, que en sí es vacío,
está reducido a lo que se le da, y la posibilidad de la locura. El estoico nos deja sin consuelo
en la mera independencia del pensamiento, porque a éste le falta todo contenido propio.
Nos deja sin esperanzas, porque falla todo intento de superación espontánea e íntima, toda
satisfacción lograda mediante una entrega amorosa y la esperanzada expectativa de lo
posible.
Pero lo que quiere el estoico es auténtica filosofía. El origen de ésta que hay en las
situaciones límites da el impulso fundamental que mueve a encontrar en el fracaso el
camino que lleva al ser.
Es decisiva para el hombre la forma en que experimenta el fracaso: el permanecerle oculto,
dominándole al cabo sólo fácticamente, o bien el poder verlo sin velos y tenerlo presente
como límite constante de la propia existencia, o bien el echar mano a soluciones y una
tranquilidad ilusorias, o bien el aceptarlo honradamente en silencio ante lo indescifrable.
La forma en que experimenta su fracaso es lo que determina en qué acabará el hombre.
En las situaciones límites, o bien hace su aparición la nada, o bien se hace sensible lo que
realmente existe a pesar y por encima de todo evanescente ser mundanal. Hasta la
desesperación se convierte por obra de su efectividad, de su ser posible en el mundo, en
índice que señala, más allá de éste.
Dicho de otra manera: el hombre busca la salvación. Ésta se la brindan las grandes religiones
universales de la salvación. La nota distintiva de éstas es el dar una garantía objetiva de la

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verdad y realidad de la salvación. El camino de ella conduce al acto de la conversión del
individuo. Esto no puede darlo la filosofía. Y sin embargo, es todo filosofar un superar el
mundo, algo análogo a la salvación.
Resumamos. El origen del filosofar reside en la admiración, en la duda, en la conciencia de
estar perdido. En todo caso comienza el filosofar con una conmoción total del hombre y
siempre trata de salir del estado de turbación hacia una meta.
Platón y Aristóteles partieron de la admiración en busca de la esencia del ser.
Descartes buscaba en medio de la serie sin fin de lo incierto la certeza imperiosa.
Los estoicos buscaban en medio de los dolores de la existencia la paz del alma.
Cada uno de estos estados de turbación tiene su verdad, vestida históricamente en cada
caso de las respectivas ideas y lenguaje. Apropiándonos históricamente éstos, avanzamos a
través de ellos hasta los orígenes, aún presentes en nosotros.
El afán es de un suelo seguro, de la profundidad del ser, de eternizarse.
Pero quizá no es ninguno de estos orígenes el más original o el incondicional para nosotros.
La patencia del ser para la admiración nos hace retener el aliento, pero nos tienta a
sustraernos a los hombres y a caer presos de los hechizos de una pura metafísica. La certeza
imperiosa tiene sus únicos dominios allí donde nos orientamos en el mundo por el saber
científico. La imperturbabilidad del alma en el estoicismo sólo tiene valor para nosotros
como actitud transitoria en el aprieto, como actitud salvadora ante la inminencia de la caída
completa, pero en sí misma carece de contenido y de aliento.
Estos tres influyentes motivos —la admiración y el conocimiento, la duda y la certeza, el
sentirse perdido y el encontrarse a sí mismo— no agotan lo que nos mueve a filosofar en la
actualidad.
En estos tiempos, que representan el corte más radical de la historia, tiempos de una
disolución inaudita y de posibilidades sólo oscuramente atisbadas, son sin duda válidos,
pero no suficientes, los tres motivos expuestos hasta aquí. Estos motivos resultan
subordinados a una condición, la de la comunicación entre los hombres.
En la historia ha habido hasta hoy una natural vinculación de hombre a hombre en
comunidades dignas de confianza, en 10 instituciones y en un espíritu general. Hasta el
solitario tenía, por decirlo así, un sostén en su soledad. La disolución actual es sensible sobre
todo en el hecho de que los hombres cada vez se comprenden menos, se encuentran y se
alejan corriendo unos de otros, mutuamente indiferentes, en el hecho de que ya no hay
lealtad ni comunidad que sea incuestionable y digna de confianza.
En la actualidad se torna resueltamente decisiva una situación general que de hecho había
existido siempre. Yo puedo hacerme uno con el prójimo en la verdad y no lo puedo; mi fe,
justo cuando estoy seguro de mí, choca con otras fes; en algún punto límite sólo parece

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quedar la lucha sin esperanza por la unidad, una lucha sin más salida que la sumisión o la
aniquilación; la flaqueza y la falta de energía hace a los faltos de fe o bien adherirse
ciegamente o bien obstinarse tercamente. Nada de todo esto es accesorio ni inesencial.
Todo ello podría pasar si hubiese para mí en el aislamiento una verdad con la que tener
bastante. Ese dolor de la falta de comunicación y esa satisfacción peculiar de la
comunicación auténtica no nos afectarían filosóficamente como lo hacen, si yo estuviera
seguro de mí mismo en la absoluta soledad de la verdad. Pero yo sólo existo en compañía
del prójimo; solo, no soy nada.
Una comunicación que no se limite a ser de intelecto a intelecto, de espíritu a espíritu, sino
que llegue a ser de existencia a existencia, tiene sólo por un simple medio todas las cosas y
valores impersonales. Justificaciones y ataques son entonces medios, no para lograr poder,
sino para acercarse. La lucha es una lucha amorosa en la que cada cual entrega al otro todas
las armas. La certeza de ser propiamente sólo se da en esa comunicación en que la libertad
está con la libertad en franco enfrentamiento en plena solidaridad, todo trato con el
prójimo es sólo preliminar, pero en el momento decisivo se exige mutuamente todo, se
hacen preguntas radicales. Únicamente en la comunicación se realiza cualquier otra verdad;
sólo en ella soy yo mismo, no limitándome a vivir, sino llenando de plenitud la vida. Dios
sólo se manifiesta indirectamente y nunca independientemente del amor de hombre a
hombre; la certeza imperiosa es particular y relativa, está subordinada al todo; el estoicismo
se convierte en una actitud vacía y pétrea.
La fundamental actitud filosófica cuya expresión intelectual he expuesto a ustedes tiene su
raíz en el estado de turbación producido por la ausencia de la comunicación, en el afán de
una comunicación auténtica y en la posibilidad de una lucha amorosa que vincule en sus
profundidades yo con yo.
Y este filosofar tiene al par sus raíces en aquellos tres estados de turbación filosóficos que
pueden someterse todos a la condición de lo que signifiquen, sea como auxiliares o sea
como enemigos, para la comunicación de hombre a hombre.
El origen de la filosofía está, pues, realmente en la admiración, en la duda, en la experiencia
de las situaciones límites, pero, en último término y encerrando en sí todo esto, en la
voluntad de la comunicación propiamente tal. Así se muestra desde un principio ya en el
hecho de que toda filosofía impulsa a la comunicación, se expresa, quisiera ser oída, en el
hecho de que su esencia es la coparticipación misma y ésta es indisoluble del ser verdad.
Únicamente en la comunicación se alcanza el fin de la filosofía, en el que está fundado en
último término el señuelo de todos los fines: el interiorizarse del ser, la claridad del amor,
la plenitud del reposo.
Actividades

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1. Identifica y explica brevemente los principales cuestionamientos que se le hace a la
filosofía y las respuestas que da el autor (Jaspers) a dichos cuestionamientos.
2. ¿cuál es la diferencia que establece el autor entre inicio y origen de la filosofía?
3. Ejemplifica los orígenes del filosofar.

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SEMANA 3 y 4
EL CONOCIMIENTO
Francisco Miro Quezada
ASPECTOS GENERALES DEL CONOCIMIENTO
Básicamente y como acto psíquico, el conocimiento está en relación con los objetos, pero
no con todos sino con algunos. El conocimiento exige como condición que un objeto para
que sea materia de su intencionalidad debe poseer realidad, existencia -como cosa, hecho,
proceso.
Lo irreal, lo imaginario por sus propiedades no puede ser materia de captación o
aprehensión, es decir, no es cognoscible- sólo es experimentable como vivencia psíquica.
El conocimiento puede concebirse como actividad y como producto. Como actividad el
conocimiento es una producción del sujeto por la que el objeto queda reflejado en su
mente. Forman parte de la estructura del sujeto las actividades cognoscitivas como: la
percepción, la memoria, la imaginación, la intuición, el pensamiento.
Por su forma, el conocimiento es subjetivo porque en virtud de su carácter activo el sujeto
se proyecta sobre el objeto para desarrollar un proceso de aprehensión o apropiación de
las propiedades del objeto.
Las actividades cognoscitivas mencionadas expresan las distintas maneras como el sujeto
aborda el objeto para reflejar en diversos grados sus propiedades y relaciones.
Por su contenido el conocimiento es objetivo, es decir, es el reflejo de los objetos en sus
propiedades esenciales. Como producto el conocimiento es el resultado del acto de
conocer; el objeto se convierte en ese contenido significativo gracias a la operación mental
del conocer. A través de este proceso de transformación mental los objetos se convierten
en imágenes, representaciones y conceptos revelando distintas facetas de la estructura del
objeto. En este sentido como contenido significativo el conocimiento trasciende la esfera
psicológica para constituirse un reflejo generalizado de carácter lógico sustentado en el
lenguaje.
La captación es de naturaleza intelectual, mientras que su desarrollo se produce a través
del proceso lingüístico. Por su parte, el objeto expresa la realidad circundante sobre el cual
gira el desarrollo de las capacidades cognoscitivas formando parte de las respuestas vitales
que despliega el hombre para satisfacer sus necesidades. Es necesario puntualizar que
referirse al objeto es referirse a su significación filosófica, es decir, como ente, como cosa,
como objeto en general en la que se incluye dentro de la noción de ente a objetos
materiales, como célula, libro, carpeta, cuerpo u organismo, astro, planeta, estrella,
artefacto y objetos ideales como números, líneas, mapas, proposiciones, conjuntos.

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El objeto como marco de referencia del conocer supone, pues, su realidad, su existencia
como hecho concreto, condicionado en el tiempo y en el espacio; como consistencia, como
permanencia que hace posible que el sujeto pueda lograr un nivel de rigurosidad y
profundidad en su aprehensión y fundar conocimientos verdaderos, universales y
necesarios.
Los elementos estructurales del conocimiento que pueden determinarse son el sujeto y el
objeto. El sujeto cognoscente y el objeto cognoscido. El sujeto es el conoce y desarrolla el
proceso de aprehensión o apropiación de las propiedades del objeto para producir su
imagen y concepto. El objeto que es conocido, captado y transferido mentalmente, cuyas
condiciones fundamentales son la consistencia y la permanencia como rasgos de su realidad
o facticidad.
Sea, por ejemplo, el enunciado legal siguiente: “Para todo x, si x es un pedazo de metal
que se calienta, entonces x se dilata”. Este enunciado supone la existencia de objetos
materiales —pedazos de metal—; de un sujeto que establece la relación calentamiento-
dilatación y la mide; y la necesidad de la estructura o sistema de los números y de una
métrica especial, sin las cuales no sería posible el establecimiento de la relación esencial
que existe entre dos variables expresadas en el enunciado que tiene el carácter de ley
científica.
Desde el punto de vista del análisis e interpretación del conocimiento, una observación
rigurosa nos permite puntualizar que la relación de sujeto y objeto implica un conjunto de
consecuencias de carácter complejo que ha dado lugar a la formulación de doctrinas,
teorías y escuelas a través de la historia de la filosofía acerca de su origen posibilidades y
criterios de validez. Lo evidente es que el conocimiento se presenta como una relación
entre estos dos elementos que permanecen enteramente separados el uno del otro. Por
otro lado, se trata de una correlación en el sentido que ambos son lo que son para el otro.
Esta correlación no es reversible lo que significa que el sujeto es algo completamente
diferente del objeto y esta diferencia está marcada por la función que cumplen en el
proceso del conocimiento; la función del sujeto es aprehender el objeto y la función del
objeto es ser aprehensible y aprendido por el sujeto.
Frente al objeto el hombre puede adoptar diferentes actitudes en virtud de su complejidad.
Frente a los objetos o situaciones objetivas adoptamos una actitud empírica, espontánea,
ordinaria, y una actitud crítica, causal y sistemática. En cada una de estas actitudes el
hombre asume un modo de aprehender las propiedades y relaciones de los objetos.
Con la palabra conocimiento designamos un acto de aprehensión o captación de
propiedades de los objetos a través de imágenes, representaciones y conceptos.

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Tradicionalmente, los filósofos se han ocupado, entre otras cosas, de interrogantes acerca
de este acto de aprehensión que aparentemente no reviste problemas pero que, sin
embargo, ha dado lugar a una variedad de fundamentaciones.
ELEMENTOS DEL PROCESO DEL CONOCIMIENTO
Todo conocimiento es una relación con la realidad, sea esta de tipo objetivo o subjetivo.
Objetivo, cuando se da una toma de conciencia o un darnos cuenta de realidades que están
fuera de nosotros mismos. Subjetivo, cuando se relaciona con nuestra propia conciencia,
con nuestros valores, estados mentales de seguridad, duda, miedo o nuestras creencias.
En todo proceso de conocimiento siempre existe alguien que conoce y algo que es
conocido o que se quiere conocer. De esta forma, el primer elemento del conocimiento es
el sujeto y el objeto. El sujeto es aquel que conoce, y objeto ese algo que se quiere conocer,
que en un momento puede ser una realidad abstracto-ideal como los números, las ideas o
también fenómenos materiales.
El segundo elemento del proceso del conocimiento está en la relación que se establece
entre el sujeto y el objeto. El sujeto se dirige al objeto para captar su sentido. El objeto
permanece independiente del sujeto, pero está para ser captado por el sujeto y conformar
una unidad. El objeto se sitúa frente al sujeto para ser analizado, para ser tomado por el
sujeto.
El tercer elemento que encontramos es el papel que desempeña cada uno, sujeto y objeto
tienen su oficio, desempeñan una función. El sujeto debe captar al objeto y el objeto debe
imponerse al sujeto y determinarlo. Para esto, el sujeto sale de sí para encontrarse con el
objeto que quiere conocer.
Un cuarto elemento lo encontramos en el dinamismo del conocimiento. El conocimiento
no es estático, es dinámico; permanentemente el sujeto está saliendo hacia el objeto para
captar, en mayor profundidad y en forma más completa, al objeto y a la realidad en general.
Por eso, el conocimiento humano es progresivo, dialéctico y no dogmático.
El quinto elemento nos lo da la representación inmanente del objeto en el sujeto. Nuestra
conciencia elabora la representación del objeto a partir de los datos que capta del mismo.
Cuando el sujeto se proyecta sobre el objeto elabora una imagen de éste, pero el objeto
permanece independiente del sujeto y de la imagen o representación que elaboró. El
sujeto, al salir hacia el objeto y tomarlo, debe volver en sí, regresar a su propia esfera.
Por último, encontramos la finalidad del conocimiento. El conocimiento humano no es
caótico, tiene una finalidad que es llegar a poseer la verdad, responder a esa actitud de
admiración hacia la naturaleza. En el conocimiento, el hombre busca un bien, un valor o la
satisfacción de sus necesidades que pueden ser materiales, sociales, económicas,
psicológicas, religiosas, culturales o políticas. En última instancia, el conocimiento busca

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relacionarnos con la realidad para comprenderla, darle un sentido y significado y, además,
debe proyectarnos a su transformación.
LAS FORMAS DEL CONOCIMIENTO
Como se recordará, cuando definimos al conocimiento en los términos de un acto o
proceso en el que un sujeto “cognoscente” aprende las propiedades de un ente dado,
dijimos que la “puesta en ejercicio’ correspondiente es de características o expresiones
“lingüísticas’ y “operativas”. Debemos aclarar esa dualidad de manifestaciones del
conocimiento, pues ello es útil para esta subsección.
Para decirlo de modo que nos parezca sencillo, hay que recordar que cuando decimos que
conocemos o sabemos algo por lo común demostramos dicho conocimiento ya sea
hablando, o dando muestras del mismo mediante alguna realización apropiada. Por
ejemplo, si decimos que sabemos cuáles fueron las causas propiciadoras de la guerra con
Chile, demostramos el conocimiento que decimos tener enunciando tales causas.
Por otro lado, si, por ejemplo, decimos que sabemos cómo resolver una ecuación de
segundo grado, tenemos que demostrar este conocimiento que decimos tener
procediendo a realizar todo el número de pasos eficaces para el hallazgo de la solución.
Con estas dos clases de expresión o manifestación del conocimiento tendríamos
ejemplificada la dualidad antes aludida: “saber acerca de”, por un lado, y “saber cómo
hacer”, por otro.
Existen, por supuesto, otros casos que así pueden ilustrar también esta dualidad de
manifestaciones del conocimiento. En cuanto al “saber acerca de”, se trata, pues, del
conocimiento en su expresión lingüística. Por su parte, el “saber hacer” constituye la
expresión operativa del conocer.
Ahora bien, para el análisis gnoseológico de las formas de un conocimiento es pertinente la
manifestación “lingüística”, pues es mediante esta que se expresan las propiedades a un
ente dado. Dicho de otro modo, la “verdad” se define comúnmente como un atributo de
las proposiciones, y éstas, en fin, de cuentas, se expresa a través de códigos lingüísticos.
Sobre la base de estas consideraciones, procederemos a dar una clasificación establecida
de dos formas “principales” del conocimiento:
a) El conocimiento empírico; y
b) El conocimiento conceptual.
Como ha quedado dicho, pues, estas dos formas están vinculadas al conocimiento como
“saber acerca de”. Es decir, a los aspectos “lingüísticos” de la expresión del conocimiento.
Tal como hemos hecho en las consideraciones de definición previas en esta vez trataremos
por separado estas formas, aunque cabe advertir que éstas se hallan trabadas entre sí y
sólo las diferencia la clase de ente de que se ocupa.

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Por consiguiente, tenemos:
a) CONOCIMIENTO EMPIRICO: Como aquel que está referido a hechos, sucesos, estados
de cosas y fenómenos que se dan en el mundo real. Precisamente, el término empírico
proviene de una voz griega que es empirikós, que designa a lo que procede de la
experiencia sensible. No debe entenderse, pues, de acuerdo al uso corriente de esta
expresión, que, comúnmente, se asigna a aquellos casos relacionados con la “práctica”
de alguna actividad, por ejemplo, cuando se dice de alguien que es “un empírico” en
comparación a otro que es un “técnico” en una especialidad cualquiera.
El conocimiento empírico, en el sentido filosófico de esta palabra, es así el
conocimiento de hechos recogidos a través de la “experiencia sensible”. Se adquiere,
por tanto, mediante el contacto de nuestros sentidos con los objetos, hechos y
acontecimientos de la realidad que nos rodea.
Las propiedades de estos objetos, hechos y acontecimientos de nuestro entorno son
mostradas al sujeto que las capta sensorialmente. Este es el “sujeto cognoscente”
convertido ahora en observador. Sin embargo, y aunque pareciese, el conocimiento
empírico, como captación de propiedades de hechos observados, puede ser de dos
tipos y por tanto no se limita a lo que podamos “ver”. Si fuera así, por ejemplo, no
sería posible el estudio microfísico, es decir, el de las partículas atómicas; y tampoco lo
sería el estudio de la estructura y funcionamiento de las células.
Los dos tipos de conocimiento empírico son:
a) conocimiento empírico directo; y
b) conocimiento empírico indirecto.
El conocimiento empírico es “directo”, cuando lo obtuvimos u obtenemos en virtud de
un contacto inmediato con los hechos mismos. Es decir, la experiencia o el contacto
director, valga la redundancia, caracterizan al conocimiento empírico “directo” de las
cosas. Este conocimiento es “directo”, pues los sentidos están en un contacto
inmediato con los hechos.
A modo de ejemplos de “conocimiento empírico directo” podemos dar los casos de
“percepción de colores (cuando, por ejemplo, alguien dice: “Esta pizarra es verde”) o
de referencias de “sensación térmica” (cuando, por ejemplo, alguien dice: “El interior
del auto está caliente”).
Por su parte, el conocimiento empírico es “indirecto” una vez que lo conocido se ha
estipulado o deducido sobre la base de un conocimiento obtenido mediante
experiencia “directa”. O sea, el conocimiento empírico “indirecto” está en
dependencia del conocimiento empírico “directo” pues es deducido de este último.

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Por definición, los entes de este segundo tipo de conocimiento no son “directamente”
observables. Pero esto no quiere decir que no existan, sino que las propiedades de
ellos pasan a ser deducidas a partir de observaciones directas. Por ejemplo, las
partículas atómicas y más aún las subatómicas distan de ser observadas u observables,
pero ello no impide que sean deducibles tanto a la estructura como la dinámica de
ellas, tal como lo atestigua la física contemporánea.
En el caso de las ciencias biológicas, por otro lado, pueden encontrarse menos
restricciones que las anteriormente señaladas en lo tocante a la física. Es decir, para
efectos del estudio de los procesos celulares e intracelulares se recurre a instrumentos
microscópicos que facilitan el acceso a la observación directa correspondiente.
En suma, aparte de este acceso directo al conocimiento empírico ejemplificado en la
investigación biológica, en física y en las disciplinas psicosociológicas tenemos casos
que bien ilustran al conocimiento empírico “indirecto”.
Efectivamente, a partir de la observación directa de la conducta de una persona
podemos deducir, “indirectamente”, sus características e intereses individuales; e
igualmente de la observación de los fenómenos e intercambios colectivos se suele
deducir las condiciones que configuran a una sociedad en particular. También cabría
incluir dentro de esta categoría de conocimiento empírico “indirecto” al conocimiento
proveniente del estudio histórico, ya que éste trata de acontecimientos sociales que
son distantes en el tiempo y en el espacio referente a un observador dado.
En síntesis, podemos agrupar dentro de esa categoría de “conocimiento empírico
indirecto” al comprendido en disciplinas tales como a) las ciencias físicas; b) las
psicosociológicas; y c) la historia. Por consiguiente, esa delimitación del conocimiento
empírico “indirecto” integrada conjuntamente con el conocimiento empírico “directo”
conforma el marco global de la realidad y de los entes concretos cuyas propiedades son
aprehendidas en la observación.
La realidad, en una palabra, designa no sólo a lo físico, sino también a lo social.
Visto esto en cuanto al “conocimiento empírico” en sus dos tipos “directo” o
“indirecto” y referido a hechos de la “realidad total” (física, biológica y psicosocial), nos
toca ahora ver lo referente al conocimiento conceptual.
b) CONOCIMIENTO CONCEPTUAL: Es aquel que tenemos acerca de entes abstractos, y
“objetos conceptuales”, que, por su propia naturaleza, no forman parte del mundo real
o material. En cuanto “entes abstractos”, se trata de objetos construidos por la
inteligencia humana para nombrar o aseverar algo de lo cual se tiene una experiencia
“directa” o “indirecta”.

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En tal sentido, las categorías del lenguaje, de la lógica como de la matemática
constituyen ejemplos de “objetos conceptuales” que tienen propiedades captadas
por abstracción de la realidad, a la cual, sin embargo, no pertenecen. La designan,
describen o representan, pero no están en ella. Es el caso de los números. No tiene
sentido decir que el número 2 esté en tal o cual lugar, o que tengamos en nuestras
manos un logaritmo o una ecuación (a lo más estarían escritos, pero, si se les borra, no
hay que alegar).
Lo propio puede decirse de las categorías del lenguaje. A una designación como “perro”
no hay que temerle (el nombre no nos muerde), pero al sujeto perro, sí (éste lo hace).
En otras palabras, los entes cuyas propiedades se aprehenden en el conocimiento
“conceptual” son abstractos y proceden de: a) las categorías del lenguaje; b) la lógica;
y c) la matemática. Se trata, pues, de un conocimiento de conceptos, es decir, de
objetos conceptuales, distintos, desde luego, a los “objetos materiales” o “concretos”
de la realidad observable.
Por su naturaleza lingüística, o lógico-matemática, a través de los “objetos
conceptuales” podemos concebir y formular proposiciones acerca de la realidad. Estas
últimas, a su vez, constituyen afirmaciones que, representando a la realidad, se
habrán de considerar, según los casos, o como “verdaderas” o, si no, como “falsas”.
En otras palabras, la “verdad” es una propiedad que posee los objetos conceptuales
designados como “proposiciones”. Las proposiciones, dicho de otro modo, son
afirmaciones acerca de algo y, como tales, pueden ser “verdaderas” o “falsas”.
Con este esbozo de una clase de objetos conceptuales, como lo son las proposiciones,
pueden advertirse que estos permiten llevar a cabo representaciones o
simbolizaciones de hechos. A cuenta de esto último, por tanto, el conocimiento
conceptual no tiene que ver con la aprehensión de hechos del mundo material, sino
con la captación de entes especialmente abstractos (u “objetos conceptuales”) que
van a servir para nombrar como para describir a los objetos y sucesos concretos.
Cabe anotar, por otro lado, que el proceso de captación de estos entes u objetos
conceptuales, así como la explicación de por qué son adquiridos éstos por nosotros es
un problema psicológico, pero no filosófico. Al análisis filosófico interesa
esencialmente la naturaleza de los entes conceptuales, de qué forma se establecen
ellos en nuestro conocimiento y cómo pueden fijarse los criterios de referencia y de
verdad pertinentes.
En consecuencia, tenemos aquí la relación que existe entre filosofía, conocimiento y
verdad. Como se dijo en un inicio a propósito de las disciplinas filosóficas, una de
éstas, o sea la lógica, tiene entre sus temas el problema de la verdad.

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EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
Aparentemente, para cualquier persona, el conocimiento, no representa ningún problema,
pues continuamente está manejando gran cantidad de conocimientos que se le presentan
en forma inmediata. Así, las siguientes verdades: los chibchas habitaron la región
cundiboyacense de Colombia; Bolívar lucho por la liberación de los pueblos
latinoamericanos del yugo español, etc., a primera vista son sencillas y no causan ningún
problema; todos los repiten y se encuentran en los textos escolares; sin embargo, pueden
comenzar a inquietarnos cuando nos preguntamos: ¿Cómo conocemos estas cosas?
¿Cómo sabemos que son verdaderas? ¿Cómo podemos estar seguros de esas verdades? Al
tratar de responder a estos interrogantes es cuando el conocimiento comienza a ser un
problema, pues su respuesta no es tan sencilla e implica un proceso más complicado que
la simple aceptación de las verdades a primera vista.
El conocimiento es esencial para el hombre y hace parte de su desarrollo integral.
Indudablemente no es lo único que desarrolla su ser como persona humana, pero es un
aspecto importante que le da grandeza y mayor dignidad.
El hombre en forma natural se relaciona con la realidad, entendida ésta como todo lo
existente, todo lo que le rodea; en esa relación trata de entenderla, comprenderla e
interpretarla y al mismo tiempo busca su transformación. En este proceso de relación con
la realidad se da un conocimiento que puede provenir de la experiencia empírica, o de
procesos más complejos a través de la ciencia. La realidad, constantemente, está
interrogando al hombre, generando su admiración y éste permanentemente está dando
respuestas a estos interrogantes no siempre en forma adecuada, pero tratando de buscar
la verdad en sus respuestas.
El conocimiento genera un lenguaje con el cual comunica la verdad y las respuestas a sus
interrogantes. El conocimiento humano es fruto de un trabajo individual y colectivo; así,
cuando los hombres en la antigüedad se unieron para dar respuestas a los interrogantes
que surgían de la naturaleza, expresaron un mayor avance en los conocimientos.
El conocimiento implica un proceso muy complejo, mediante el cual el hombre organiza el
saber y va superando las simples experiencias espontáneas por un saber más sistemático,
ordenado y coherente a través de un método. A este saber es al que se denomina
conocimiento científico.
Gorgias, desde la época de los presocráticos, afirmaba tres tesis que señalan directamente
los problemas de conocimiento:
1. nada existe;
2. Si existe algo, no lo podemos conocer; y

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3. supuesto que existe algo y lo podemos conocer, no lo podemos explicar y comunicar a
los demás. De una u otra forma toda, en algún momento de nuestro reflexionar y de nuestra
experiencia, nos hemos puesto ante los interrogantes que están en el fondo de esta tesis:
¿Es posible tener algún conocimiento de la realidad? ¿De dónde surge nuestro
conocimiento? ¿De las facultades sensibles o de la razón? ¿Cuándo podemos estar seguros
de que tenemos la verdad o no?
Estos interrogantes son parte de los que plantea la filosofía y, más específicamente, la
teoría del conocimiento. Aquí vamos a tomar algunos de estos interrogantes para tratar de
introducir la problemática que surge a partir de una de las actividades que realiza el hombre
en su relación con las cosas.
LAS FORMAS DEL CONOCIMIENTO
¿ES POSIBLE TENER UN CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD?
En este primer interrogante nos situamos ante la posibilidad del conocimiento; ante el
problema de si al enfrentarnos a las cosas, nuestras facultades nos permiten adquirir una
representación adecuada de la realidad, o si por el contrario el hombre no puede tener
ninguna seguridad del conocimiento de su medio.
Las respuestas dadas a este problema varían: el dogmatismo considera que es posible el
conocimiento; lo dan como un hecho; creen firmemente en la capacidad cognoscitiva del
hombre y suponen que la realidad existe en forma evidente y se puede conocer a través de
nuestra inteligencia.
El dogmatismo tiene una confianza total en la razón humana y en la naturaleza, pues ésta
se impone al hombre y por eso es capaz de conocer.
Otra posición se encuentra entre los escépticos, quienes sostienen lo contrario a los
dogmáticos. Para ellos los sentidos nos engañan y llevan al hombre a cometer gran
cantidad de errores, contradicciones y diversidad de opiniones con respecto a una misma
cosa que no podemos tener ninguna seguridad en nuestros conocimientos. Nuestras
facultades cognoscitivas, como los sentidos y la razón están influidas por gran cantidad
de factores que les permite alcanzar los objetos que quieren conocer. Entre ellos se
encuentra Gorgias, con sus tres tesis sobre el conocimiento. La realidad solo la percibimos
como apariencia cambiante.
El escéptico debe situarse ante la realidad como un observador, un buscador y un
cuestionador, pero no puede afirmar ni negar nada, debe abstenerse de dar juicios.
La actitud escéptica no es una posición que se pueda aceptar, puesto que muy bien
podemos equivocarnos en algunas cosas por nuestros sentidos, pero no siempre. Puede
existir una serie de limitaciones que hacen que nuestro conocimiento sea relativo; esto
sucede especialmente con los aspectos relacionados con los valores humanos, pero no con

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los objetos que tienen su propio ser. Los objetos no son totalmente conocidos por el
hombre, pero la ciencia los aborda a través de un continuo proceso, en donde
persistentemente va ampliando la verdad sobre ellos. Otra posición frente a la posibilidad
del conocimiento la encontramos en el relativismo y el subjetivismo, para los que el
conocimiento es posible, pues podemos tener cierto grado de seguridad en los mismos;
pero niegan que podamos alcanzar verdades universales, absolutas, inmutables. Para
éstos, nuestro conocimiento es relativo, depende de circunstancias que afectan al objeto
y al sujeto que conoce. Cada cual elabora su propia verdad de acuerdo con sus experiencias,
pero de ninguna manera puede pretender imponerla a los demás.
Los relativistas y subjetivistas caen en la misma contradicción de los escépticos, pues la
verdad significa concordancia con la realidad objetiva. Si se acepta que la verdad es
subjetiva, ya al aceptar, ya al aceptar esta premisa estamos aceptando una verdad
universal y se cae en la contradicción.
El pragmatismo acepta, por otra parte, la posibilidad del conocimiento, pero éste debe
subordinarse a la acción y en ella está el fundamento de su validez y la certeza de la verdad.
El hombre primero es un ser que se relaciona con los objetos para solucionar sus
necesidades y problemas, luego elabora teorías; por esta razón, primero es un ser práctico
y luego teórico. Para el pragmatismo la verdad consiste en lo útil y provechoso; la ciencia
es válida en la medida que nos lleve a conocimientos útiles y prácticos.
El pragmatismo olvida el valor de la teoría frente a la práctica o la acción; la acción sin la
teoría se convierte en un caos, en un activismo sin comprensión ni orientación. La teoría y
nuestros razonamientos tienen valor en sí mismos y están continuamente relacionándose
con la acción; a su vez, la práctica le sirve a la teoría para reorientarla evitando que se
convierta en simple especulación.
Por último, encontramos el criticismo, para el que el hombre puede llegar a conocer y
poseer la verdad, pero es necesario justificar racionalmente la forma como llegamos a ese
conocimiento, demostrando la forma como conocemos y como los objetos se nos
presentan para ser conocidos. Para ello es necesario asumir una actitud crítica ante el
conocimiento; no podemos aceptar todo conocimiento sin que medie un análisis de los
mismos, como también su justificación y explicación.

¿EN DÓNDE SE ORIGINA EL CONOCIMIENTO?


Al plantearnos este segundo interrogante, nos referimos a los problemas sobre las
circunstancias que han hecho posible que el hombre se preocupe constantemente por
conocer el mundo que le rodea, sus leyes su cambio y su sentido. Igualmente, nos situamos
frente a la experiencia y la razón como fuente del conocimiento humano o si, por el

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contrario, el hombre ya está dotado de ciertos conocimientos que le son dados, o si
necesita de las facultades sensitivas e intelectivas al mismo tiempo.
Desde una perspectiva histórica, podemos decir que el conocimiento se origina en la
cultura, cuando el hombre comienza a modificar su ambiente para poder sobrevivir y
desarrollarse satisfaciendo sus necesidades; para esto fue necesario que el hombre se
preocupara por comprender la naturaleza, y se entendiera a sí mismo. Las
preocupaciones vitales exigieron un conocimiento, pero, al mismo tiempo, exigió la
comprensión del cosmos y su sentido.
Por otro lado, cuando hablamos del hombre concreto, del hombre individual,
encontramos varias posturas frente al problema del origen del conocimiento. En primer
lugar, encontramos el racionalismo, para quienes el conocimiento tiene su origen en la
razón; la experiencia no tiene ningún valor en la adquisición del mismo. Para ellos, los
sentidos nos engañan y, por lo tanto, la razón es la única que puede alcanzarlo; además
hay una identificación entre el pensar y el ser, o las cosas mismas.
En los tiempos modernos, Descartes pretende buscar un método que sea similar al de las
matemáticas, para alcanzar una plena seguridad de su conocimiento y así dejar las
verdades subjetivas; de esta forma, Descartes pretende dudar de todo, de la experiencia,
de los sentidos, hasta llegar a la convicción de no dudar de su actitud de duda, de que está
dudando. De esto concluye que sin duda es porque piensa, y a partir del pensar, de la
razón comienza a conocer todo. Por lo tanto, la razón es la única que nos puede
proporcionar un criterio de verdad de nuestro conocimiento.
El valor del racionalismo radica en haber realzado el aspecto racional en el conocimiento
humano, sin embargo, desprecia otras fuentes como es la experiencia.
En el empirismo, para el que la única fuente del conocimiento humano es la experiencia,
los contenidos de la razón son sacados de la experiencia; el espíritu humano no tiene
ideas preconcebidas, sino que está en blanco para ser escrita por medio de la experiencia
diaria. La actitud racionalista quiere aplicar el método matemático al conocimiento y los
empiristas quieren aplicar el método de las ciencias naturales. Todo conocimiento, en los
empiristas, debe haber pasado por los sentidos. Los empiristas niegan las ideas innatas,
pues consideran que, si éstas existieran en nuestra mente, todos tendríamos las mismas
ideas, cosa que es falsa.
Los empiristas aportan a la teoría del conocimiento el haber resaltado la importancia de la
experiencia, al igual que los racionalistas, pero fallan en asumir una posición extrema.
El intelectualismo llamado por algunos criticismos o posición ecléctica surge como una
postura conciliadora ante los extremos del racionalismo y el empirismo. Para éstos, la
experiencia y la razón aportan en la producción de conocimiento. Nuestro conocimiento

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tiene, indudablemente, su punto de partida en los sentidos; este conocimiento sensible
nos permite formar las percepciones y, a partir de ellas, surge la actividad intelectiva.
Las facultades sensibles nos proporcionan información sobre la realidad que luego es
procesada por la razón, la cual elabora los conceptos abstrayendo los elementos comunes,
dejando los accidentales.
Aristóteles es uno de los pensadores que aportaron, en este sentido, a la teoría del
conocimiento.
Para él, el conocimiento científico debe ser necesario y universal, no se puede hacer ciencia
de lo accidental y particular; toda representación que se tiene en el intelecto debe tener
un fundamento en la realidad, pues ha sido adquirido por los sentidos que nos relacionan
directamente con la realidad.
Esta posición es asumida más tarde por Tomás de Aquino y, en general, es aceptada por la
filosofía.
EL CRITERIO DE VERDAD EN EL CONOCIMIENTO
El tercer interrogante que nos planteábamos está relacionado con el criterio de verdad de
nuestro conocimiento, o el criterio con el que podemos estar seguros de que las verdades
que adquirimos son realmente verdaderas.
En todo conocimiento nos ponemos en contacto con la realidad, con la naturaleza, con los
hombres, con su cultura; esa realidad como lo sostuvieron los antiguos griegos y fue uno
de sus mayores problemas, es cambiante, está en devenir. Por lo tanto, la verdad que
adquirimos de esta realidad también deberá tener una cierta dosis de dinamismo, pero sin
caer en el extremo del relativismo.
La ciencia y el conocimiento humano en general, están en un proceso de mayor
aproximación a la realidad, que le permite ir superando posiciones incompletas o erradas.
Esta aproximación es mayor cuando el hombre logra crear grupos de investigación o
comparte sus experiencias, sus verdades. Es así que los griegos cuando crearon las
escuelas, en donde se comunicaba la ciencia del momento, lograron un mayor desarrollo
de sus explicaciones sobre la naturaleza y la realidad.
Aquí nos acercamos al problema de la verdad. Pero, ¿qué es la verdad? Este es un
interrogante que el hombre siempre se ha hecho dando diferentes respuestas, pero, al
mismo tiempo, éstas crean otros interrogantes.
Una primera aproximación a la verdad la encontramos cuando observamos que las cosas
corresponden a su idea; cuando decimos que una persona es verdaderamente un hombre,
estamos diciendo que esa persona corresponde realmente a lo que es el hombre; o cuando
decimos que un objeto es de verdadero oro, estamos diciendo que ese objeto corresponde
a la idea de oro.

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En este caso, estamos ante la llamada verdad ontológica, pues la cosa misma corresponde
con la idea que tenemos de las cosas, de su esencia.
Existe otro tipo de verdad que es la lógica. Se da cuando nuestros juicios o ideas
corresponden a las cosas. En tal caso, nuestros juicios son verdaderos. Pero, ¿cuál es el
criterio con el que afirmamos la veracidad de nuestros juicios?
Parménides considera que la verdad es la revelación del ser, la cual es realizada por la
razón, pues los sentidos nos engañan
Para Platón, lo real está en las ideas, pues los sentidos nos engañan; la verdad se debe
descubrir desde el mundo de las ideas. La verdad se debe descubrir desde el mundo real de
las ideas y es la conformación con los modelos o arquetipos ideales, es la relación que se
tiene con estos arquetipos.
Para Aristóteles, la verdad se debe encontrar en las cosas; la realidad se da en ellas;
nuestras ideas deben concordar con éstas. Por lo tanto, la verdad radica en la relación que
se tenga con las cosas, o adecuación de las ideas a las cosas. Más tarde, Tomás de Aquino
afirma que la verdad es la adecuación del pensamiento a las cosas. Si mis ideas no
concuerdan con las cosas estaré en el error y mi juicio no será verdadero.
Descartes considera que el criterio de verdad radica en que las ideas sean evidentes, claras
y distintas. Todo lo que no presente como evidente, claro o distinto no podrá considerarse
como verdadero.
Para Heidegger, la verdad es el desocultamiento del ser a la inteligencia del hombre. El
hombre es un ser abierto a las cosas, sólo tiene que permitir que éstas se le manifiesten,
se le revelen.
Todas las concepciones anteriores han tratado de dar una respuesta al interrogante:
¿Cómo podemos estar seguro de que nuestro conocimiento es verdadero? Cada postura
tiene un concepto de verdad diferente, pues parte de una forma de ver el conocimiento
humano también diferente. Por eso, quienes consideran que es más importante el sujeto
que conoce, ven la verdad desde el sujeto, desde su razón; quienes dan más importancia al
objeto que se conoce, se le dan a este objeto y la verdad se fundamenta en el mismo
objeto que se conoce.
Nuestro entendimiento, en el proceso del conocimiento tiende a los objetos y logra de ellos
una representación que no es idéntica al objeto, sólo una representación de sus aspectos
más generales, sin que por esto agote toda la realidad del objeto. El entendimiento actúa
en forma dinámica y organiza los datos que recibe por medio de los sentidos, los integra
los relaciona, los confronta.
Todo conocimiento está referido a las cosas, a los objetos, y la verdad nace de la
confrontación que hacemos con esa realidad.

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Cuando decimos que algo es verdadero, siempre estamos haciendo referencia a un objeto,
a un hecho o a una acción. Por lo tanto, hay cierta correspondencia con los hechos. Cuando
nuestros juicios o ideas corresponden con los objetos estaremos en la verdad lógica. Esta
verdad no es absoluta sino relativa, pues siempre habrá posibilidad de una mayor
adecuación al objeto o a los hechos. El conocimiento científico trata de buscar instrumentos
y métodos para que la adecuación de nuestras ideas a la realidad sea cada vez mayor y
más exacta. La verdad —filosófica o científicamente hablando— no puede considerarse
como absoluta; siempre tiene un cierto grado de relatividad.
Actividades semana 3:
1. ¿Cuál es la condición que deben cumplir los objetos para ser cognoscibles?
2. Establecer un cuadro comparativo entre las características del conocimiento como
actividad y como producto.
3. A través de un diagrama de llamas precisar los elementos del conocimiento.
4. Proponer dos ejemplos por cada una de las formas del conocimiento:
a) Conocimiento empírico
a.1.) Conocimiento empírico directo
a.2) Conocimiento empírico indirecto.
b) Conocimiento conceptual
Actividades semana 4:
1. Esquematizar las distintas corrientes filosóficas y sus tesis (respuestas) frente al
problema: ¿Es posible tener un conocimiento de la realidad? ¿En dónde se origina el
conocimiento? Argumenta brevemente con cuál de las corrientes filosóficas te
identificas frente a este problema.
2. Esquematizar las distintas corrientes filosóficas y sus tesis (respuestas) frente al
problema: ¿En dónde se origina el conocimiento? Argumenta brevemente con cuál de
las corrientes filosóficas te identificas frente a este problema.
3. Esquematizar las distintas orientaciones filosóficas alrededor del criterio de verdad y
argumentar con cuál de ellos te identificas.
4. ¿Cuál es la postura del autor frente a la pregunta ¿cómo podemos estar seguro de que
nuestro conocimiento es verdadero? ¿Compartes su opinión?
5. Todo conocimiento está referido a las cosas, a los objetos, y la verdad nace de la
confrontación que hacemos con esa realidad.

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SEMANA 05
DE LA ESENCIA DE LA VERDAD (EXTRACTO)
POR MARTÍN HEIDEGGER
La cuestión propuesta es la esencia de la verdad. La pregunta por la esencia de la verdad no
requiere cuidarse de saber si la verdad es la verdad de la experiencia práctica de la vida o la
de la conjetura en el dominio económico, la verdad de una reflexión técnica o de una
sabiduría política y más especialmente la verdad de una investigación científica o de la
creación artística, o incluso la verdad de una meditación filosófica o de una fe religiosa. El
preguntar por la esencia consiste en desechar todo esto y dirigirse a lo que únicamente
caracteriza toda «verdad» como tal.
Pero, la cuestión de la esencia, ¿no nos sume en el vacío de un universal abstracto que deja
sin respuesta a todo pensamiento? La excentricidad de tal indagación, ¿no demuestra que
toda filosofía carece de fundamento real? Un pensamiento enraizado en la realidad y
dirigido hacia ella, debe tender completamente, en primer lugar y sin rodeos, a instaurar,
contra la confusión de las opiniones y los cálculos, la verdad real, que hoy día nos
proporciona una medida y un punto de apoyo. ¿Qué importa en nuestra zozobra real la
cuestión de la esencia de la verdad, si ésta se aparta («se abstrae») de toda realidad? La
cuestión de la esencia, ¿no es el problema más inesencial y gratuito que se puede plantear?
No es posible substraerse a la evidente certidumbre de tales objeciones. Nadie podría
desconocer su urgencia y gravedad. Pero, ¿qué expresan esas objeciones? El simple «buen
sentido». Este se obstina en sostener las exigencias de lo que es inmediatamente útil y se
vuelve contra el saber de la esencia del ente, el saber fundamental que desde remotos
tiempos lleva el nombre de «filosofía».
El sentido común posee su propia necesidad y defiende su derecho al utilizar la única arma
de que dispone. Exige la evidencia de sus pretensiones y de sus críticas. La filosofía, por su
parte, no puede refutar el sentido común, porque éste es sordo a su lengua. Más bien, no
podría tener la intención de refutarlo, pues el sentido común es ciego para todo lo que la
filosofía propone que se considere como esencial.
Por lo demás, nosotros mismos descansamos al nivel de la inteligibilidad del sentido común,
mientras nos creemos seguros entre esas «verdades» diferentes que nos proporcionan la
experiencia de la vida, la acción, la investigación científica, la creación artística y la fe.
Nosotros mismos participamos en la revuelta del sentido común contra todo lo que
requiere ser cuestionado.
Si es preciso, sin embargo, buscar la verdad, es preferible que la respuesta nos diga, en
conclusión, dónde podemos buscarla. Se quiere saber lo que, hoy día, es de nosotros. Se

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exige la enseñanza del fin que debe ser propuesto al hombre en el seno de su evolución
histórica y por esta misma evolución. Se quiere la «verdad» real. ¡E igualmente la Verdad!
Sin embargo, puesto que se reclama la «verdad» real, se debe ya saber lo que es la verdad
como tal. ¿No se le conocería sino «confusamente» y «en general»? Pero este saber
aproximativo y esta indiferencia, ¿no resultan, en el fondo, más despreciables que la
ignorancia pura y simple de la esencia de la verdad.
El concepto corriente de verdad
¿Qué se entiende ordinariamente por «verdad»? Este término tan noble y, sin embargo,
tan usado, al extremo de carecer de sentido, designa aquello que constituye lo verdadero
como verdadero. ¿Qué es lo que es verdadero? Decimos, verbigracia «es un verdadero
placer cooperar al éxito de esta empresa». Con lo cual queremos expresar que se trata en
este caso, de un placer puro, real. La verdad es, por consiguiente, lo real. En este sentido
hablamos del oro verdadero para distinguirlo del falso, pues este no es realmente lo que
parece ser, sino solo una «apariencia» (Schein), y es, por esta razón, irreal. Lo irreal queda
entendido como lo contrario de lo real. Pero el cobre dorado es completamente algo real.
A esto se debe que digamos más claramente: el oro real es el oro auténtico. Pero reales son
ambos, el oro real no es ni más menos que el cobre dorado. La verdad del oro auténtico no
puede, en consecuencia, estar garantizada por su simple realidad. Y reaparece la pregunta:
¿qué significa aquí ser «auténtico» y ser «verdadero»? El oro auténtico es lo real cuya
realidad concuerda con lo que, de súbito y siempre, nos representamos al pensar en el oro.
Diremos, por el contrario, en cuanto recelamos que nos las hacemos con el cobre dorado:
«esto no es admisible». Por el contrario, destacamos a propósito de lo que es «como debe
ser»: «esto es admisible». La cosa está de acuerdo con lo que se estima que ella es.
Pero no llamamos solamente verdadero al goce real, al oro real y a todo cuanto merece esa
denominación, sino que, todavía, y ante todo, denominamos verdaderos o falsos nuestros
enunciados relativos al ente, el cual, por sí mismo, puede ser, según su naturaleza, auténtico
o falso, tal o cual en la realidad. Un enunciado es verdadero cuando lo que él significa y
expresa concuerda con la cosa juzgada. También en este caso decimos: esto es admisible.
Entonces, lo que concuerda no es la cosa, sino el juicio.
Lo verdadero, ya se trate de una cosa verdadera o de un juicio verdadero, es lo que está en
concordancia, lo que concuerda. Ser verdadero y ser verdad significan aquí: concordar entre
sí y de una doble manera: primero, como acuerdo entre la cosa y lo que es presumible de
ella, y, de inmediato, como concordancia entre la cosa y lo que es significado por el
enunciado.
El doble carácter del acuerdo hace aparecer la definición tradicional de la esencia de la
verdad: veritas est adaequatio rei et intellectus. Esto puede significar: la verdad es la
ordenación de la cosa con el conocimiento. Pero esto se puede entender también: la verdad

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es la adecuación del conocimiento con la cosa. De ordinario, la definición citada no se
expresa más que en la fórmula: veritas est adaequatio intellectus ad rem. Empero, la verdad
así comprendida, o verdad del juicio, no es posible más que fundada en la verdad de la cosa,
sobre la adaequatio rei ad intellectum. Ambas concepciones de la esencia de la veritas
encaran siempre un «conformarse con» y conciben, pues, la verdad como conformidad.
Sin embargo, una de esas concepciones no procede simplemente de la conversión de la
otra. Por el contrario, intellectus y res son pensados diferentemente en ambos casos. Para
reconocerlo, es preciso conducir la expresión corriente del concepto formal ordinario de la
verdad a su origen inmediato (medieval). La veritas interpretada como adaequatio rei ad
intellectum, no expresa aún el pensamiento trascendental de Kant, que es posterior y sólo
se hará posible a partir de la esencia humana como subjetividad, pensamiento según el cual
«los objetos concuerdan con nuestro conocimiento; sino que dimana de la fe cristiana y de
la idea teológica según las cuales las cosas, en su esencia y en su existencia, en tanto en
cuanto no son más que creadas, ellas corresponden a la idea previamente concebida por el
intellectus divinus, es decir, por el espíritu de Dios. Las cosas, pues, son ordenadas a la idea
(conformes) y, en este sentido, «verdaderas».

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SEMANA 6
NECESIDAD DE UN NUEVO MÉTODO
Traducción de Humberto Piñera Llera
Descartes dice que necesitamos un nuevo método, para alcanzar conocimientos
verdaderos. Según el tenemos un método que sirve.
El realismo metafísico consiste en que además de la mente con sus contenidos existe otro
mundo (sus ideas son reales).
El realismo epistemológico dice que un conocimiento en la mente será verdadero cuando
lo representa es similar a lo que hay fuera. Hasta Descartes dice que el método consistía en
comparar las cosas que hay en la mente con las que hay fuera.
 La siguiente frase: “Existen objetos fuera de la mente humana” METAFÍSICA. “Cuando
esos objetos que hay fuera son similares a los de fuera” EPISTEMO.
 Hasta Descartes los filósofos estaban convencidos de que las imágenes de la mente
corresponden con los objetos fuera de la mente.
Descartes dice que esto es verdad, pero que los argumentos que el da están dentro de otra
mente, y para comprobarlo están dentro de otra conciencia. Descartes no encuentra ningún
argumento, porque cualquier argumento que exponga está dentro de otra conciencia.
Entre los datos de la conciencia hay datos, cosas que ves (2 vestidos), sentimientos. En la
conciencia hay de todo tipo de datos. A cualquier dato contrario de la conciencia Descartes
lo llama
“Idea”. El convencimiento de que tenemos ideas y además de que tenemos objetos es una
idea. El nuevo método:
1º. Regla de la definición: Buscamos ideas sin contrario lógico construible. Ha descubierto
ideas que no tienen alternativas lógicas (ideas especiales)
2º. Regla análisis: Descomponer en las ideas más simples posibles los contenidos de la
mente para que así resulte más fácil comparar si alguna de estas ideas cumple la
primera regla.
3º. Regla de la síntesis: Deducir de ella cuantas más ideas ciertas podamos.
4º. Regla de la repetición: Comprobar que no te has equivocado.
Porque el método es correcto: filosofía y matemática.
Es el método correcto, porque son las reglas que se parecen más a las matemáticas; ya que
estas son necesarias para poder hacer filosofía. Además lo que él quiere es copiar el modo
como el filósofo razona las cuestiones matemáticas, para emplearla en la filosofía. Los
físicos habían conseguido que sus afirmaciones fuesen válidas matematizando sus
hipótesis. Descartes emplea la lógica, con sus reglas de inferencia, ya que estas son

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indiscutibles e indemostrables. No sé de donde han salido esos conocimientos, pero de esos
salen más.
Si Descartes ha dicho que hay una idea cierta, ¿cómo es que ahora hay otra al lado?
Por dónde empezamos a aplicarlo.
Vamos a aplicarlo por la metafísica, ya que hay ideas que proporcionan más conocimientos
que otras.
 Método deductivo: exige empezarlo por la metafísica, no por donde a cada uno le
apetezca. La metafísica es el saber que trata de responder si Dios, el alma y el mundo
(materia) existen y en qué consisten. Si fuéramos capaces de tener respuestas ciertas
sobre estas cuestiones, potencialmente seriamos capaces de todos los saberes, porque
nada hay que no sea Dios, alma o mundo.
A este ideal de ciencia deductiva lo llama Descartes Mathesis Universal (el saber universal).
Puesto que la razón está mal influenciada por el cuerpo, recurrimos a los sentimientos en
lugar de aplicar el método deductivo.
La duda metódica.
Muchas ideas provienen de los sentidos, estas son advertencias sensibles.
 Descartes dice en el discurso que como sabe que los sentidos alguna vez lo han engañado
no piensa confiar en ellos mientras no tenga una razón que le permita confiar en ellas.
 Si los sentidos no o hubieran engañado, nunca confiaría en ellos, porque la información
procede de un mundo de fuera, que aún no está demostrado. A estas alturas del discurso
la crítica del realismo sigue siendo válida y por ahora los datos de los sentidos siguen
siendo inválidos.
La razón de razones y los sentidos dan datos de los sentidos.
Para Descartes lo que dice la tradición, los libros, piensa que hay que ponerlo en duda. Los
datos de los sentidos no le valen, pero qué expresan con lo anterior, dice que hay que
ponerlo en duda.
La fe me sirve como fuente del conocimiento en el discurso dice que tiene fe pero con su
razón comprender la fe es sobre-humano. Aunque yo tenga fe en dios no cumple la regla 1.
La razón tiene muchas ideas, pero no tiene la capacidad de distinguir cuando estas dormido
o en vigilia (estar despierto). Y si existe un genio maligno (un dios malvado) que a creado a
los seres humanos con la capacidad infalible de estar siempre equivocados y no saberlo.
Plantea la posibilidad de si todos somos miopes y somos incapaces de saberlo. Este es
similar al argumento metafísico y epistemológico de Platón. En estos momentos ha
demostrado que ninguna idea humana es cierta, pero es cierto que todo es cierto. La idea

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cierta es que existe el pensamiento, aunque todo lo que pensamos es falso. Dudo, pienso,
luego existo.
Deducción metafísica (se responde a seis preguntas).
El paso de la 2ª a la tercera ; Descartes dice: Nosotros le criticamos ; Descartes en el paso
de la 4ª está dando por sentado que la “perfección” han de reforzar a algo real ,pero olvida
que el ser humano , que es imperfecto , es capaz de usar y entender la palabra perfección
en al menos otros dos sentidos.
1. EL alma es imperfecta, porque si fuera perfecta lo sabría todo, pero no es el caso.
2. Pero para que nosotros podamos decir que el alma es imperfecta tenemos que, ser
imperfectos o creernos y tener el concepto imperfecto en la mente.
3. Pero si tengo el concepto de lo imperfecto, también tengo el “perfecto”.
4. Pero es posible que un ser imperfecto cree la palabra perfecto porque nunca a actuado
como tal.
5. Por lo tanto tiene que haber un ser perfecto que haya producido y puesto en la mente
del hombre la idea de la perfección.
6. Y a ese ser perfecto e infinito lo llamamos Dios.
7. Además si tengo el concepto de la perfección entonces Dios existe realmente, porque
si no Dios no sería perfecto. Del mismo modo que esto, Dios por fuerza existe fuera de
la mente porque si no es perfecto
El paso 4 a 5.
Si Dios es infinito, entonces es infinitamente bueno. Por lo tanto un ser infinitamente bueno
no puede engañarnos al respecto de la convicción que tenemos de que además de la propia
alma y Dios existe un mundo en el que estamos, un escenario desde el que plantearnos
estas preguntas. De dónde saca que es infinito y bueno:1) Ya desde Platón (idea del bien),
lo más perfecto se considera que es bueno .2) Existir es mejor que no existir (Nietzsche),
según los occidentales, ya que más existencia, más alegría por estar vivos, cuanto más
existes, más positivo eres.
El paso del 5 al 6: EL mundo es materia, es extensión. Esto es aquello que es medible,
cuantificable, aquello que es situable en un espacio y en un tiempo.
Critica de Hume. Según los empiristas no es cierto que existan las ideas innatas (aquellas
que son ciertas, puestas por Dios, y que el genio maligno no puede modificarlas), sin
contrario lógico pensable y que además hayan sido puestas por Dios en la mente. Según
Locke, el primer empirista, si hubiese ideas innatas, por ejemplo, nadie sería ateo, pues la
idea de Dios es innata. A esto le responde Leibniz, un racionalista amigo de Locke, cuando
los racionalistas hablamos de innatismo no nos referimos a un innatismo actual, sino a un
innatismo virtual. Dice Leibniz, si todos aplicáramos el método correcto y el cuerpo no mal
influenciara la razón, todos lo sabríamos todo, y por ejemplo no habría ateos. Para Hume,

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al igual que para el resto de los empiristas, la mente humana al nacer estas absolutamente
vacía, como una pizarra en blanco, y es la experiencia poco a poco la que va imprimiendo
los datos en la mente. El criterio de certeza es cuando un filósofo piensa que una idea no es
válida .Tanto el racionalismo como el empirismo son filósofos idealistas. Para ambos el
problema fundamental de la filosofía es descubrir si alguna idea es cierta, e intentar
descubrir si con las ideas ciertas de la mente nos permiten hablar de objetos fuera de la
mente. EL criterio de certeza de Descartes es cuando las ideas son innatas. Frente al criterio
de certeza de Descartes, Hume propone que una idea es cierta cuando procede y se reduce
a impresiones .Las ideas surgen cuando la mente asocia impresiones, y a la hora de
asociarla, siempre hay algo más en las ideas que no hay en las impresiones. Aunque estén
bien asociadas no podemos saber si es cierto. El problemas del 6M de Descartes y acude a
Dios. Hume no recurre a Dios porque la idea de Dios es dudosa, no cumple el criterio de
certeza.
Hume parece un realista pero es un idealista. El criterio de certeza de Hume es evidente,
porque ninguna idea es cierta, ya que ninguno cumple el criterio de certeza (y si alguna la
cumpliera no podemos demostrarlo). EN esto consiste el escepticismo de Hume.
Dice Hume “menos mal que nuestra naturaleza (nuestro cuerpo, nuestros instintos,
sentimientos, hábitos) es más sabio que nuestra razón. Si solo tuviéramos la mente no
sabríamos vivir, ya que esta la proporciona nuestra naturaleza. Es como un saber práctico,
como si para saber la vida y como sobrevivir no hicieran falta razones.

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SEMANA 7
EL ENCUENTRO DEL ARTE, LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA
JOAQUÍN FARGAS
CIENCIA Y TECNOLOGÍA…
La ciencia y la tecnología siempre han evolucionado en forma conjunta. El desarrollo de una
conlleva o potencia el desarrollo de la otra. Es por ello que siempre las hallamos juntas, en
una suerte de evolución constante entre sinérgica y simbiótica.
La instinto de supervivencia nos ha llevado como animales que somos a obedecer primero
nuestra parte instintiva y luego a actuar como seres racionales.
La técnica o habilidad adquirida responde a esta parte instintiva. Por ensayo y error vamos
desarrollando habilidades y aprendiendo a partir de esa relación causa-efecto.
La ciencia es más reflexiva. Cuando ya, a partir de la observación, generamos hipótesis,
teorizamos y realizamos comprobaciones, estamos comportándonos científicamente. De la
aplicación práctica de estos conocimientos científicos surge la tecnología.
ARTE, CIENCIA Y TECNOLOGÍA, AYER…
En algunas de nuestras culturas ancestrales, existía un sólo vocablo para expresar los
conceptos de tecnología, ciencia o arte. En nuestra lengua arte proviene del latín “ars” y
técnica del griego “tekne”; palabras que se refieren a la habilidad para realizar alguna tarea
u objetivo. De hecho, la cultura es un todo, donde el arte se mezcla con la ciencia y la
tecnología. A lo largo de historia, el hombre ha utilizado todas las herramientas disponibles
para la creación de sus obras artísticas. Desde las eras más primitivas ha desarrollado tintas
y pinturas con un grado de sofisticación que aun hoy asombra. Se ha expresado y ha dejado
su legado sobre piedra usando técnicas aerográficas similares a las que se utilizan hoy en
día.
Aquello que denominamos “arte”, y que en épocas remotas se encontraba más ligado a la
religión o la magia que a lo puramente artístico, se ha desarrollado a medida que el hombre
fue dominando y manejando diferentes materiales, tales como la madera, la piedra o el
metal. Asimismo, a medida que la ciencia fue evolucionando, el arte utilizó recursos como
la física y la astronomía. De esta manera, con el tiempo, se fue desarrollando el
automatismo y la cibernética, siendo algunos de los predecesores de los robots verdaderas
expresiones artísticas.
El arte ha estado siempre asociado a la técnica y a la tecnología. Acudiendo a la historia del
arte, es cierto que hacia principios de los años sesenta del siglo XX, la desmaterialización
del arte nos enfrenta con un tipo de práctica artística desprovista de toda herramienta
tecnológica: el arte conceptual. Puramente reflexivo, pone el acento en la “idea” o
“concepto”, sin necesidad de una expresión material concreta. Sin embargo, inclusive el

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arte conceptual, hace uso de la tecnología (la fotografía, por ejemplo) para registrar sus
acciones y performances, siendo ésta, en muchas oportunidades, la única fuente de
documentación que nos permite acceder a la “obra” e, incluso, su único soporte.
Numerosos son los ejemplos a través de la historia donde se conjugan el arte, la ciencia y la
tecnología. El que presentamos aquí corresponde a la pirámide de Kukulcán en Chichén-
Itza, ciudad Maya, al norte de la península de Yucatán en México.
Los mayas reunieron avanzados conocimientos de astronomía y refinadas tecnologías de
construcción para producir el magnífico evento solar en el que una serpiente parece
descender de la pirámide. Parte de la construcción, se ilumina en forma determinada en un
momento específico de la conjunción del Sol con la Tierra. Durante los equinoccios, el sol
se proyecta en las escalinatas y forma, sobre los laterales, la figura de una serpiente, en un
asombroso juego de luces y sombras que genera la sensación óptica de movimiento
descendente de la serpiente.
ARTE, CIENCIA Y TECNOLOGÍA, HOY
Siempre hubo y habrá una nueva tecnología útil para el arte, ya sea un nuevo soporte, o
una nueva interfase, tanto para el artista como para el espectador. Incluso, algunas de las
categorías artísticas más difundidas actualmente, como el net.art; el video-arte; etc., han
surgido como consecuencia de la aparición de una nueva tecnología. La revolución
informática fue -y sigue siendo- la que acarreó grandes cambios y multiplicó las
modalidades en los formatos artísticos de los últimos años. Hoy, apenas saliendo de la era
del video como nueva tecnología, la informática ha brindado un sinnúmero de nuevas
herramientas y posibilidades a los artistas visuales y sonoros. Sin embargo, es indudable
que estamos viviendo los albores de una nueva revolución: la genética. Esta, sin olvidar su
inherente dimensión ética, nos ofrece la posibilidad de esculpir la propia naturaleza
orgánica, creando obras “vivientes”, modeladas según nuestro propio deseo.
Todo lo expresado usa la tecnología como medio, como herramienta. No obstante, en
algunas ocasiones es la propia tecnología la que se convierte en objeto artístico. Sucede que
la aparición de un nuevo medio suele ser tan relevante que el sólo hecho de mostrarlo
implica el impacto de lo inédito, creyendo que así funciona como obra. Este fenómeno nos
impele a re-preguntarnos por el hecho artístico en así, ya que esta etapa inaugural o de
“descubrimiento” de un nuevo medio debe conllevar una carga de sentido y poeticidad para
que exista una “obra de arte”, que luego puede (o no) adquirir relevancia y trascendencia.
En muchas oportunidades, la práctica artística requiere del desarrollo e investigación
científica para poder plasmar cierto tipo de obras, que -sin este apoyo- permanecerían sólo
en la imaginación y fantasía de los artistas. Esos desarrollos pueden o no tener aplicaciones
prácticas concretas y convertirse en una tecnología pasible de ser utilizada en forma más
amplia. La ciencia en estos casos se ve beneficiada por la creatividad del arte, abriéndose

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nuevos caminos tal vez menos evidentes pero llevando la imaginación un paso más
adelante.
Resulta imposible enumerar todas las alternativas y variaciones de las diversas expresiones
artísticas relacionadas con la ciencia y la tecnología. Incluso, una clasificación taxativa daría
como resultado un cuerpo de información imperfecto y que entorpecería la inherente
deslimitación en la que éstas prácticas se desarrollan. Por este motivo, a continuación,
daremos sólo algunos ejemplos y comentaremos algunas obras.
La investigación y el arte
Analizaremos un proyecto que propone, desde su origen, un trabajo conjunto entre el
desarrollo científico y el arte. El proyecto I-Wear (Ropa Interactiva) tiene un doble objetivo,
por un lado la investigación y por otro lado un objetivo artístico.
Navegando en la difusa interfase entre la realidad y la ficción, Ropa Interactiva, propone
encarar la investigación tecnológica sobre textiles, mecanismos y prendas desde una
perspectiva artístico-creativa. Se utiliza el arte como marco para extralimitar las funciones
que la tecnología y el diseño adquieren en la actualidad.
La preocupación recae en el plano de lo significativo. Las prendas diseñadas configuran una
proposición del tipo discursiva, invitan a una reflexión.
Biología y arte
La naturaleza ha sido objeto de innumerables expresiones artísticas, pero en general, ha
sido tomada como modelo, como “naturaleza muerta” plasmada en una escultura o lienzo.
Hoy, la “naturaleza viva” puede ser parte de la obra misma, puede interaccionar con el
medio, estar sujeta a conceptos científicos y hasta puede ser modelada por el público. Las
producciones artísticas pueden estar basadas en elementos orgánicos que pueden
involucrarse en la obra de diferentes modos. Pueden ser complementos tan solo estéticos,
formar parte de un mensaje o bien ser parte de la obra como elemento fundamental
constitutivo de la misma.
El Proyecto Biosfera es una obra de contenido ambiental. La misión del proyecto es alertar
sobre la fragilidad del planeta. La obra está formada por un ecosistema natural
herméticamente sellado en una esfera transparente y está basada en el concepto de que el
mundo está en nuestras manos. Algunas biosferas se constituyen en esculturas vivientes
expuestas en espacios públicos, y otras más pequeñas se entregan a formadores de opinión
para transmitir el concepto de que el mundo está, verdaderamente, en sus manos. En otros
casos, son objeto de estudios científicos sobre la evolución de las especies en su interior y
del ecosistema en general.

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Arte y Clima
Es de público conocimiento que estamos ante eventos globales que nos impelen a la toma
de acción inmediata. El arte puede operar como medio de cuestionamiento, de expresión
política, como herramienta para la toma de conciencia respecto a los derechos de los seres
humanos… A lo largo de su historia, ha tenido, en muchos casos, un objetivo, un fin que
trasciende el mero hecho estético.
Hoy más que nunca, todos los ámbitos son útiles y necesarios para expresar al mundo la
gravedad y urgencia de lo que está sucediendo.
Es una instalación en la que la ciencia y la tecnología se combinan para proponer un mensaje
ambiental y social a través del arte. Posee una instancia material, la escultura en sí, y una
virtual, que es un sitio de Internet. Ambas vinculadas de modo complementario Sunflower
es una flor solar robotizada que funciona a modo de una estación meteorológica, midiendo
variables ambientales y oficiando de testigo ocular a través de sus cámaras. El proyecto
Sunflower busca crear una conexión entre los pueblos, el arte y la tecnología, al servicio del
medio ambiente.
Bioarte.
Esta nueva rama del arte puede ser muy amplia, no obstante las voces más ortodoxas
consideran que bioarte es aquella práctica artística que se vincula con el cultivo tisular, o
sea, con el cultivo de tejidos orgánicos y con la biotecnología. En un sentido más amplio,
podríamos también incluir cultivos in Vitro,
Dentro de la categoría de bioarte, citaremos algunos ejemplos:
* Proyecto Inmortalidad
Es una instalación que consta de un cyborg formado por la combinación de células de
corazón vivas, un sistema robótico y sistemas multimediales. Este conjunto orgánico se
convierte metafóricamente en un corazón que tiene como objetivo permanecer latiendo
indefinidamente.
Una de las grandes inquietudes del hombre ha sido perpetuarse a lo largo del tiempo. Más
allá del espíritu trascendental que nos lleva a pensar en perdurar a lo largo de nuestra
propia vida, se ha especulado en la posibilidad de que un ser, un organismo en sí mismo,
pueda permanecer vivo, por siempre.
* Arte Multidisciplinario
La complejidad de algunas obras científico-tecnológicas demanda un trabajo en equipo.
Durante el Renacimiento aún se podía soñar con el conocimiento universal pero hoy en día
es inimaginable pensar en la suma total del saber. Una instalación artística de bioarte como
Inmortalidad, requiere de la intervención de la biotecnología, la bioquímica, la robótica, la
informática y la comunicación. A estas disciplinas científico-tecnológicas se suman las

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dimensiones estéticas y conceptuales. Todo este proceso hace que los desarrollos sean de
una complejidad tal que, prácticamente, es imposible realizarlos en forma unipersonal.
* El arte como motor de la ciencia
El arte no sólo utiliza tecnologías existentes como herramienta de expresión sino que
también puede ser el impulsor del desarrollo de nuevas tecnologías y descubrimientos
científicos. El arte permite soñar sin ataduras y plantear propuestas que aún no son
plausibles de realización.

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SEMANA NUEVE
FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

Adaptado de JOSÉ GAY BOCHACA

I. Naturaleza de la filosofía de la ciencia:


El hombre busca conocer de manera ordenada y con precisión algún sector de la
realidad, es decir, alcanzar el conocimiento científico. La rama de la filosofía que trata
de entender el conocimiento científico se conoce con el nombre de epistemología o, lo
ya escrito, filosofía de la ciencia.
La ciencia es el conocimiento ordenado del ente y sus propiedades por medio de sus
causas. El conocimiento científico no se queda en describir las cualidades o medir las
cantidades sino que pretende buscar las cusas y principios que las rigen. El saber
científico se distingue del saber común porque es ordenado, es decir es un cuerpo
orgánico de conocimientos.
La noción que hemos dado de ciencia es análoga. Aristóteles define la ciencia como
“conocimiento cierto por las causas” Esta definición se adapta perfectamente a la que
hemos dado antes. Conviene decir que la certeza que pide la ciencia no es absoluta,
pues pueden darse conocimientos científicos hipotéticos.

II. La reflexión filosófica sobre la ciencia:


Metafísica y ciencias particulares. Las ciencias particulares estudian un ente concreto
a través de sus principios próximos. Esto da lugar, por ejemplo, a la biología, la geología,
etc.
Las ciencias positivas suponen unas nociones fundamentales que no las estudian
directamente, pues tendrían que pasar al plano filosófico. Por ejemplo, al biólogo no le
interesa lo que es el vivir, sino temas mucho más concretos: la estructura del
organismo, la clasificación de los vivientes, etc. El científico admite sin discusión unos
principios y lo que hace es analizar el modo concreto en el cual se realizan tales
principios. Lo importante para la ciencia es de orden concreto y práctico, pues si nos
ponemos a analizar e interpretar tales principios, podríamos encontrarnos con muchas
y muy variadas opiniones.
Por otro lado la filosofía se puede definir como el saber que estudia todas las causas en
sus principios primeros y más universales. Por ejemplo, el economista estudiara el PBI,
el balance de una empresa, etc. Y el filósofo estudiará qué es el trabajo, cuál es el
fundamento del valor de las cosas, etc.

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El objeto de la filosofía es el ser y la esencia de las cosas. Por ejemplo, el filósofo se
pregunta qué es el hombre. La filosofía y la ciencia estudian el mundo desde puntos de
vista diferentes; la filosofía estudia lo esencial y no le interesan, de manera decisiva, los
detalles materiales, cuantitativos, particulares.
Sin embargo la distinción entre las ciencias particulares y la filosofía no es tan rígida.
Por ejemplo, las ciencias particulares que estudian al hombre se van acercando
paulatinamente a la filosofía.
La demostración. Ésta es el uso del razonamiento en la ciencia, es decir, la aplicación
del silogismo a las ciencias particulares. Sin embargo, los principios de los que parte la
ciencia no son proposiciones universales ni absolutas, sino que se circunscriben al
ámbito de los objetos que cada ciencia trata particularmente. Debido a esta última
aclaración, podemos convenir que el proceso de demostración científica es mejor
entenderlo como una verificación y no como una demostración en el sentido
axiomático de la lógica y de la matemática.
La demostración puede ser de dos tipos: quía, que va de los efectos a las causas y
propter quid; que va de las causas a los efectos.
a. Demostración “propter quid”: Este argumento demuestra los efectos a partir de
las causas que conocemos mejor. También se le llama demostración a priori. Es
repetidamente utilizada por las ciencias (en especial la matemática que es
deductiva)
Modalidades de esta demostración:
 Pruebas necesarias y probables: si la causa es necesaria, la demostración
también será necesaria. Si los efectos que se producen son contingentes, las
pruebas serán también contingentes (ejemplo: cuando se trata de demostrar
el uso de un medicamento para restaurar la salud) Queda resaltado el hecho
que en el mundo físico no hay una necesidad absoluta. Si hablamos de una
necesidad física, ésta está siempre condicionada o es hipotética.
 Argumentación a partir de la finalidad: las ciencias prácticas utilizan el
razonamiento propter quid a partir de los fines, por ejemplo, el derecho
establece normas jurídicas a partir de los fines del hombre y de las
sociedades.

b. Demostración «quía”: Demuestra las causas a partir de los efectos. Se le llama


quia porque la conclusión afirma que la causa es “porque” (en latín quia) el
efecto es… Se le llama también demostración a posteriori. Actualmente es la que
se utiliza en la demostración científica en general. Esta demostración se
distingue de la inducción, pues la inducción va de los casos singlares a una ley

40
universal, en cambio la demostración quía infiere la existencia de una causa
concreta (por ejemplo, la observación de las mareas nos lleva a encontrar la
atracción lunar) Esta demostración se basa en el principio de causalidad (todo lo
que ocurre tiene una causa) Las ciencias particulares usan esta demostración
que a nivel empírico exige un plan de ensayos, hipótesis y exclusiones
progresivas. El científico ante los hechos propone una serie hipotética de causas;
las examina y, por exclusión, encuentra la más acertada. A veces no se consiguen
excluir todas las causas. Entonces se asume hipotéticamente una de ellas para
explicar los fenómenos, dicha hipótesis es siempre la más verosímil. Cuando la
demostración quia se basa en una inducción empírica (lo que podríamos llamar
verificación), alcanza solo una certeza física, no absoluta (siempre caben otras
explicaciones)
La verificación nunca es definitiva. Algunos científicos como Popper proponen
como más segura la falsificación; pero tampoco ésta puede ser considerada
como procedimiento definitivo y absoluto.
 La demostración por el absurdo: ésta es una demostración indirecta. Se
encuentra una verdad demostrando que su contradictoria es falsa o
imposible. Esta demostración se utiliza en la filosofía para defender los
principios básicos del ser.
En el lenguaje corriente las dos demostraciones estudiadas se suelen utilizar
indistintamente.
III. Nacimiento y desarrollo sistemático de la filosofía de la ciencia.
Se produce la crisis del dogmatismo científico por la aparición de la nueva matemática
y la nueva física. Se produce un ambiente relativista y los problemas actuales, como por
ejemplo la contaminación de la naturaleza y el peligro atómico desmitifican el
cientificismo.
A principios del siglo XX aparecen filósofos de la ciencia que critican los planteamientos
anteriores. Por ejemplo, Bergson dice que la filosofía da un conocimiento auténtico de
la realidad y la físico-matemática la manipula. Otras corrientes como la fenomenología
y el existencialismo, criticaron el materialismo cientificista.
Otros filósofos de la ciencia sostuvieron tesis muy relativistas. Por ejemplo W. James
dice que las teorías científicas no contienen la verdad sino que solo sirven como teorías
para la acción.
Se da un gran auge de la lógica-matemática llegando a intentar fundamentar la
matemática e la lógica (Frege y Russell). El mayor auge de la filosofía de la ciencia se da
en el Círculo de Viena el cual mantuvo una postura antimetafísica, de manera que solo

41
tienen sentido científico las proposiciones verificables y lo que no cumple este requisito
es metafísico y sin-sentido.
No obstante, en este tiempo, hay otros científicos (Planck, Einstein, Heisenberg, etc.)
que sostienen una postura más bien realista en contraposición de posturas logicistas.
Ante los avances de la ciencia y su filosofía, las ideas del Círculo de Viena entran en
crisis; para Popper las teorías científicas son siempre hipotéticas y se eliminan cuando
son falseables.
Posteriores filósofos de la ciencia se centran más en la evolución histórica de las teorías
científicas dejando de lado la reflexión metafísica, pero sin la aceptación de una
explicación metafísica es muy difícil encontrar una solución a las interrogantes que
plantea el desarrollo científico.

42
SEMANA DIEZ
LO QUE NO ES CIENCIA

Adaptado de KLAUS JAFFÉ


Muchas cualidades racionales se asocian con la ciencia. Algunas de ellas pueden añadir
algún valor al trabajo científico en una determinada área o en un determinado momento,
pero ninguna de ellas es parte esencial del método científico. Algunas de estas cualidades
son:
1. El pensamiento escolástico lógico verbal o la deducción racional sin experimento
son, ciertamente, aspectos importantes en la construcción de teorías y son
esenciales para la ciencia. Sin embargo, el pensamiento lógico, sin consideración del
experimento1 y que deja como árbitro final a la conciencia no es científico.
2. Creer en la certeza sin dejar lugar para la duda no es científico. Aunque algunas
teorías pueden haber alcanzado altos niveles de certidumbre, la dudad o una actitud
escéptica es parte de la ciencia y cualquier teoría puede ser invalidada por nuevos
hechos.
3. Las teorías simples se apoyan en cadenas de relaciones causales, o causalidad, para
explicar los fenómenos de la naturaleza. Las más modernas están basadas en teorías
estadísticas y tienden a usar relaciones causales que reconocen lo aleatorio como
explicación. Parecería que la verdad no es absoluta ya que contiene componentes
estocásticos.
4. La simetría y una clara formulación matemática son a menudo parte de una buena
teoría. Pero la expresión matemática de las ideas no es suficiente para demostrar
que son verdaderas. La verificación con los hechos es esencial aunque las
matemáticas puedan ayudar en la tarea. Teorizar matemáticamente sin tener en
cuenta la contrastación con los hechos no es científico, como ocurre, por ejemplo,
con la cábala, la numerología y adivinaciones basadas en números.
5. Se piensa a menudo que el manejo riguroso de los datos puede ser suficiente para
calificar el esfuerzo como científico. sin embargo, la refutabilidad es lo que
diferenciará como científicas o no a las teorías obtenidas de tales datos.
6. Separar errores prácticos de los teóricos. Con frecuencia una teoría no es capaz de
predecir resultados prácticos de los fenómenos que aspira a describir y la falta de
falsación se asigna justamente a los errores prácticos que no tienen nada que ver
con la teoría. Esto no es ciencia.

1
Entendemos de manera general la experimentación no como método de recreación científica sino como
acercamiento fáctico a la realidad sensible.

43
7. Es posible que las palabras de Albert Einstein sean más valiosas que las pronunciadas
por cualquier otra persona. Sin embargo, Einstein estuvo muchas veces equivocado.
O sea: las aseveraciones de autoridades –por muy distinguidas que sean- citadas en
las publicaciones académicas no sustituyen a la prueba rigurosa de los hechos. Los
trabajos publicados que basan sus conclusiones principalmente en citas de
autoridades no son científicos.

Pero el disfraz más peligroso de las formas no científicas del pensamiento son las
pseudociencias unida a algunos charlatanes, artistas del verbo que la difunden. En la
conciencia popular ello se confunde a menudo con ciencia. Exploremos un poco más estos
disfraces.
¿Qué caracteriza a las pseudociencias?
Muchas actividades humanas tratan de recoger los frutos del éxito de la ciencia; algunas de
ellas lo hacen tratando de capturar solo algo de la aureola que rodea al método científico.
Muchos de estos intentos son claramente anticientíficos o no científicos disfrazados de
ciencia y los llamaremos pseudociencias. Basándome en los artículos “pseudociencia y
cultura de masas” de J. Medin y E. Núñez, publicado en Milenio, 9-32 y “Los principios de la
ciencia falsa” por J. Torres, también en Milenio, 61-70, de la Universidad de Puerto Rico,
publicados en el 2001, presentaré a continuación una lista reducida, pero representativa,
de las características de la pseudociencia:
1. La ausencia de falsación o la construcción de hipótesis irrefutables. Este es el caso
entre muchos parapsicólogos, quienes pretenden que las facultades
extrasensoriales solo pueden ser observadas si las personas presentes creen en
ellas. Por ello no es posible realizar una prueba experimental que demuestre la
veracidad de tales facultades.
2. La búsqueda de la verdad examinando textos sagrados. Si se supone que u texto
como la Biblia o las tablas astrológicas, es verdadero sin recurso de falsación,
entonces todas las conclusiones extraídas del análisis de este texto no son
falseables. Esta característica es común entre los seguidores irracionales de grandes
pensadores y científicos. Algunas escuelas de psicoanálisis, homeópatas, astrólogos,
marxistas, keynesianos, darwinistas, aristotélicos y muchos otros, extraen su
sabiduría del fundador de la respectiva disciplina, quien pudo haber aplicado el
método científico, pero la aceptación acrítica e irracional de estos textos hace que
sus seguidores no sean científicos.
3. La interpretación de escenarios. Hay quienes usan cristales para tratar
enfermedades, en la suposición que fuerzas desconocidas afectan a nuestra
fisiología y que su utilización apropiada garantiza el resultado correcto. Las fallas
eventuales se atribuyen a procedimientos equivocados y no al método en sí.

44
4. La mezcla de metáforas con la realidad. la astrología, la lectura de cartas y otras
nigromancias basan su búsqueda de la verdad encontrando semejanzas entre las
“señales” y la realidad. Todo desajuste será atribuido a una mala interpretación y
nunca falseará el método.
5. El dogma de la mayoría. Si mucha gente cree que la tierra es plana, esto no
demuestra como falso que la tierra es redonda. Los hechos científicos tienen poco
que ver con la lógica de las masas. Los magos que insisten muchas veces diciendo
que su sombrero está vacío antes de extraer un pato del mismo; pero pronunciar
muchas veces la palabra “vacío” no hace que el sombrero esté vacío. Aunque para
la intuición humana, la mentira repetida muchas veces es percibida como verdad.
6. La falta de un marco conceptual confiable. Los homeópatas basan su práctica en la
idea que causas similares producen enfermedades similares. Es decir que si uno
tiene una fiebre ocasionada por malaria entonces una poción que produce fiebre o
que tiene algunos de los componentes tóxicos de la malaria debería ser apropiada
para controlar la enfermedad. Estos conceptos pseudoracionales no están basados
en ninguna teoría verificable y por lo tanto nunca podrán ser considerados como
científicos.
7. Lo que parece un misterio debe ser un misterio. Las idealizaciones románticas de la
información conducen a menudo a conclusiones falsas. Los misterios de Loch Ness
y del triángulo de las Bermudas lo son porque no sabemos lo que pasa ahí en
realidad. las descripciones nebulosas desatan nuestras fantasías y hacen que el tema
sea de interés. La búsqueda de la vedad no es bienvenida para los conservadores del
misterio.
8. El manejo descuidado de la evidencia. La suposición como evidencia conlleva a
conclusiones y creencias irracionales. Estas y otras fallas como confundir
correlaciones con conexiones causales, o suponer que si uno ve algo tres veces debe
ser estadísticamente relevante, son procedimientos típicos de los pseudocientíficos.
9. La inmunidad de la crítica. Los fanáticos son inmunes a cualquier evidencia de que
están equivocados y los pseudocientíficos so inmunes a la crítica. Ni unos ni otros
desean conocer la verdad. Son felices con lo que creen y no tienen interés en un
mejor conocimiento.
10. La falta de progreso. Cualquier actividad heurística que, luego de haberse
establecido, no cambia ni puede cambiar nuestra comprensión de la naturaleza o de
nosotros mismos, no es científica. La astrología, la homeopatía y la parasicología de
hace dos siglos apenas se diferencia de las que se practican actualmente, mientras
que la química, la biología, la astronomía de hace unos pocos años son muy
diferentes de lo que aceptamos hoy como verdadero. Es el avance mensurable del
conocimiento l que hace de la ciencia una herramienta heurística tan poderosa. Con

45
dificultad podría llamarse ciencia a una actividad humana que no muestre tal
progreso.
11. La irracionalidad. La falta del pensamiento lógico, dificultas en establecer cadenas
de causación y descuido en la construcción de modelos mentales coherentes
contribuyen a menudo a la pseudociencia.
12. Confundir método con ciencia. Tampoco es ciencia ceñirse a un marco metodológico
específico y calificar como no científico a todo enfoque de la realidad que no entre
en ese marco.

46
SEMANA ONCE
NATURALEZA DE LA CIENCIA

Adaptado de JOSÉ GAY BOCHACA

IV. La diversidad de las ciencias:

Es imposible una clasificación definitiva de la ciencia. Solo podremos dar unas ideas
generales.
Con referencia al fin las ciencias se dividen en especulativas o prácticas. Las ciencias
especulativas estudian lo que es el objeto (por ejemplo la física, la química) Las
ciencias prácticas estudian lo que se ha de obrar (por ejemplo la ingeniería, el
derecho, etc.) Por lo general las ciencias prácticas se subordinan a alguna ciencia
especulativa.
Otra división de las ciencias es en deductivas, si utilizan el método demostrativo
propiamente dicho; y en experimentales, cuando utilizan la experimentación y/o la
verificación propiamente dicha.
Aristóteles divide las ciencias según los grados de inmaterialidad: la física, la
matemática y la metafísica. Según este criterio las ciencias tienen diversos grados de
abstracción. Abstraer es extraer lo inteligible de las cosas, separándolo de lo sensible.
Lo inteligible es lo que se capta por la inteligencia y no por los sentidos. Veamos los
grados de abstracción:

a) En primer lugar se da la intelección física, de la que se derivan las ciencias de la


naturaleza. Los conceptos físicos muestran aspectos que están en la materia
sensible, dejando de lado la materia como fenómeno individual. Por ejemplo los
conceptos físicos (peso, masa, etc.) son universales, no sensaciones. La
abstracción física coloca al científico en el primer nivel de la inteligibilidad.
b) Posteriormente se da la intelección matemática, que deja de lado los aspectos
experimentales y solo se fija en estructuras cuantitativas en abstracto. De ellas
unas tienen un correlato en la materia sensible y otras son meros entes de razón.
Hoy en día, algunos sostienen que la matemática estudia las estructuras lógicas y
no la cantidad. Es cierto que la matemática se confunde en algunos momentos
con la lógica formal, pero en la práctica nos damos cuenta que también se
refieren a aspectos cuantitativos.
c) En último lugar está la intelección metafísica, que es propia de la filosofía. Los
conceptos metafísicos se centran en cosas que se entienden sin la materia

47
sensible y que también pueden darse en seres inmateriales. Por ejemplo, los
conceptos de finalidad, verdad, ente, etc. La matemática trasciende la
experiencia llegando al ámbito lógico, y la metafísica trasciende el ámbito
sensible llegando al orden esencial de lo real.
El nivel físico-matemático:
Los tres niveles expuestos no pueden entenderse como tres niveles cerrados.
Aristóteles ya aplicaba el conocimiento matemático al físico.
El nivel físico-matemático es propio de la física moderna. No obstante el estudio
meramente cuantitativo de la naturaleza es inteligible, aunque con una
inteligibilidad muy pobre, pero que se enriquece con la inteligibilidad de la física; por
eso, las fórmulas matemáticas no agotan el ser de las cosas sino que necesitan una
visión empírica de las cosas. Por otro lado, no todas las ciencias naturales son
matematizables (por ejemplo la geología, la anatomía, etc.) ya que presuponen la
noción de finalidad. Utilizan la matemática pero en menor grado que en la física.
Las ciencias humanas:
En el siglo XIX se separan de la filosofía numerosas ciencias como la psicología, la
historia, la pedagogía, etc.
La comprensión de las ciencias humanas es tanto física como espiritual. Los hechos
culturales, las acciones externas, el lenguaje, etc. se estudian en relación al concepto
que se tenga del ser humano.
Las ciencias del hombre están muy unidas a la filosofía. Por eso, por ejemplo, el
fenómeno social de la familia no se analizará del mismo modo por personas que
sostengan diferentes concepciones filosóficas.
V. Unidad y subalternación de las ciencias:
Nos damos cuenta de que hay una interrelación entre las diferentes ciencias y a la vez
una autonomía entre ellas. En la historia del pensamiento se han dado todo tipo de
extremismos, cayendo unos en un reduccionismo a una ciencia particular
(matematicismo, mecanicismo, etc.) o en su extremo contrario, reduciendo las
ciencias particulares a la filosofía.
La subordinación de una ciencia a otra supone que una recibe algunos conocimientos
de la otra (como la física toma principios de la matemática; todas las ciencias toman
principios de la lógica, etc.)
La subordinación supone una jerarquía entre las ciencias, siendo las más superiores
las que se mueven en un grado de mayor inteligibilidad o abstracción, de manera que
las ciencias cuanto más particulares, se subordinan a aquellas de mayor abstracción.

48
Los positivistas propugnan una separación total entre las ciencias y la filosofía, pero
esto no puede darse porque todo científico tiende a buscar explicaciones filosóficas
(razones últimas) a sus propias conclusiones científicas. No obstante, las ciencias
particulares pueden realizarse con independencia de la filosofía, siendo relativamente
autónomas; entendiendo esta autonomía en el sentido que se puede ser un buen
químico o un economista sin saber filosofía, pero esta autonomía es relativa pues hay
puntos de encuentro inevitables entre ambas y se necesitan recíprocamente.

49
SEMANA 12

El CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
POR: ALBERTINA MARTÍNEZ TORRES

El origen del conocimiento científico


Tras la aparición de la agricultura y el consecuente establecimiento de las poblaciones
humanas, se forjó un nuevo modelo social sedentario que permitió la aparición de la
ganadería, la artesanía, el comercio y, posteriormente, en el siglo VI a.C., la Filosofía. Del
griego “amor (phileo) a la sabiduría (sophia)”, y entendida como la necesidad de buscar el
qué, el por qué, y el para qué de las cosas, ya Aristóteles atribuye la filosofía como la esencia
natural de todo ser humano. La naturaleza se convierte en el principal tema de observación,
dando paso a la aparición de distintas doctrinas filosóficas que pretenderán
entender y dar un sentido a todos los procesos y fenómenos naturales.
Desde entonces, el significado y contenido atribuido a la filosofía se ha ido modificando
indiscutiblemente desde su origen.
La epistemología, que aparece como rama de la filosofía, trata los problemas filosóficos que
rodean la teoría del conocimiento. Desde el siglo XVII y hasta finales del siglo XIX, contrasta
la razón frente al sentido de percepción como medio para adquirir conocimiento. Se ocupa
de la definición del saber, de las fuentes y los criterios válidos, así como de los tipos de
conocimiento posible, el grado con el que cada uno resulta cierto, y la relación exacta entre
el sujeto que conoce y el objeto conocido.
A principios del siglo XX, los problemas derivados de la epistemología fueron discutidos a
fondo, provocando una cierta confrontación entre las distintas escuelas de pensamiento.
Por aquel entonces, algunos filósofos, que pretendían avanzar en la solución de problemas
gnoseológicos generales que enfrenaban las doctrinas filosófico religiosas (basadas en un
conocimiento instintivo y divino de las cosas), se centraron en construir una teoría de
conocimiento universal. La elaboración de una epistemología en este sentido fue abordada
principalmente por los autores del Círculo de Viena, y constituyó el germen del empirismo
o positivismo lógico, que pronto se extendió por buena parte del mundo. Los empiristas
lógicos hicieron hincapié en la existencia de una única clase de conocimiento, el
conocimiento científico, el cual reconoce cualquier conocimiento como válido siempre y
cuando sea verificable en la experiencia. Con esta premisa, muchas de las cuestiones
planteadas por la filosofía dejaban de ser verdaderas o falsas, sino simplemente carentes
de sentido, y todas las formas epistemológicas de la tradición filosófica inspiradas en

50
posiciones metafísicas, caerían fuera del ámbito del conocimiento empírico por pretender
responder a una pregunta imposible.
Se buscaba conseguir un sistema unitario de saber y conocimiento a través de la utilización
de un riguroso método científico (que tuvo como fin determinar las reglas de la
investigación y la demostración de las verdades científicas), y la unificación de un lenguaje
que pretendía ser intersubjetivo mediante la utilización de formalismos y una semántica
común. El método científico parte de la formulación de una hipótesis concreta e indica los
criterios para su contraste a través de la experiencia demostrativa, siendo los elementos
más importantes del método la investigación experimental, los procedimientos de la
demostración y el establecimiento de las hipótesis o proposiciones de partida. Las
conclusiones obtenidas conforman lo que se conoce como saber científico.
El saber científico constituye la forma de conocimiento más aceptada en la actualidad por
las culturas dominantes y predominantes, de forma que no hay conocimiento o
razonamiento que pueda considerarse comúnmente cierto si no es a los ojos de la ciencia y
su criterio demostrativo. De hecho, se acepta no sólo dando por sentado que pretende ser
objetiva, sino aceptando que, por su condición, no puede estar sujeta a manipulación
alguna. Sin embargo, en la realidad, no es difícil encontrar argumentos que pongan en
entredicho tal aceptación.
La naturaleza de la ciencia
Si bien es cierto que el saber científico se basa en un orden de proposiciones relacionadas
entre sí por nexos demostrativos, hay que señalar que dichas proposiciones se asumen en
base a una afirmación de existencia determinada por enunciados perceptivos. Esto puede
no tener relevancia en las ciencias formales, cuyas demostraciones son válidas siempre que
se cumplan las leyes de la lógica o de las matemáticas, pero puede ser determinante en
ciencias que aspiran proporcionar información acerca de la realidad, como la biología o la
sociología.
Según el criterio de verificalidad neopositivista, el método científico establece el modo de
comprobar la verdad de una hipótesis, pero no establece un criterio de significado sobre las
condiciones que debe reunir dicha proposición para tener sentido. El principio
neopositivista incluye esta acepción, estableciendo la validez de una proposición si de ella
cabe una justificación empírica. Sin embargo y ajenas a este criterio, las investigaciones
científicas aceptan una serie de paradigmas (entendidos como el conjunto de creencias que
comparten los miembros de una comunidad científica), que no implican necesariamente la
explicación de la realidad. Aunque un paradigma, por definición, no puede proporcionar
nuevos enigmas sin resolver, la decisión de rechazar o aceptar un paradigma, así como el
criterio que conduce esa decisión, se basa únicamente en su aceptación por la mayoría de
la comunidad científica por parecer la presunción más razonable. Como no se reconoce la

51
demostración de la negación de una hipótesis científica, ni siquiera cuando existen
observaciones empíricas que ponen en duda su aceptación, nada es científicamente
desechado hasta que no se propone una teoría más ajustada y apoyada.
Errores y consecuencias
La aceptación de paradigmas, dirigida por la ciencia que los produjo, limita enormemente
las investigaciones científicas en otros ámbitos de la realidad al asumir una verdad
paradigmática no garantizada. Las consecuencias de esta asunción pueden ser más que
relevantes, sobretodo en la aceptación de hipótesis cuya proposición no puede ser
demostrada empíricamente, y puede determinar drásticamente el curso de las
investigaciones científicas.
Un ejemplo controvertido sería la teoría sintética de Darwin, cuyo paradigma, lejos de
poder ser experimentado, constituye el eje central sobre el que se sustentan todas las
investigaciones científicas que componen el ámbito de la biología y sus conclusiones.
En base a la proposición, “los organismos evolucionan gradualmente gracias a la acción de
la selección natural”, los neopositivistas concluirían con que esta hipótesis es un sinsentido,
pues ya la propia proposición no tiene posibilidad de demostración empírica.
Por ello, pretender demostrar experimentalmente su veracidad, carece por de sentido. En
cambio, los positivistas lógicos concluirían que es imposible de afirmar por no poder ser
demostrada experimentalmente, pero en ningún caso lo trataría de falso o absurdo. La
aceptación de este tipo de paradigmas se basa por tanto en la promesa de que dicha
proposición es cierta, y en la creencia de que serán las propias investigaciones científicas,
guiadas en ese sentido, las que terminarán por confirmarla. Por otro lado, si se observa la
hipótesis darwinista en detalle, se puede percibir cómo la propia explicación del paradigma,
que constituiría una evolución gradual, pretende ser explicada mediante la asunción de un
nuevo paradigma carente a su vez de demostración empírica del significado: la selección
natural. Esta concepción, ampliamente aceptada, se basa pues en pretender demostrar un
paradigma con un nuevo paradigma, que suma preguntas enigmáticas para su
demostración, y con el propio criterio de verificabilidad propuesto por el positivismo lógico.
Pero la ciencia permite no sólo la aceptación de una posible falsedad, sino que impide
también la conclusión de una hipótesis como errónea. En este caso, el “apoyo” aportado
por las ciencias formales supone la demostración, mediante argumentos lógicos y
matemáticos (cuyas demostraciones se rigen según leyes propias), de paradigmas que
pudieran ser falsos. La observación empírica que niega la veracidad de paradigmas
aceptados, no puede ser utilizada para la falsación de dicha suposición, pues sólo un nuevo
paradigma justificado y aceptado dentro del contexto científico lo es. Sobre el ejemplo, se
puede observar empíricamente la discontinuidad del registro fósil (lo que resulta
controvertido a los ojos de la teoría sintética darwinista), así como diversos estudios

52
científicos cuyas conclusiones no responden a esta afirmación. Sin embargo, estas
observaciones, pese a ser empíricas y demostrables, no tienen capacidad para negarla. De
este modo, se elaboran teorías, sostenidas por las leyes formales que no responden a una
realidad demostrable, sino a una realidad que pretende ser demostrada.
Las observaciones que sustentan dichas teorías, suponen simplificaciones de la realidad que
pueden no representar la totalidad de su significado. En este sentido, la elaboración de
ciencias específicas que teorizan sobre paradigmas indemostrables, dirigen los estudios
científicos, distorsionando y frenando el avance en la adquisición de nuevos conocimientos.
Sobre el sentido de las demostraciones científicas
Las investigaciones científicas caminan hacia una adquisición de conocimientos que
mejoren el bienestar social, lo que se puede entender como un nuevo paradigma. Sin
embargo, el progreso obtenido a partir de la ciencia no tiene porqué representar una
mejora, pues las suposiciones sobre las que se basa no pueden ser demostradas, y se
desconoce hacia dónde conducen y cuáles son sus consecuencias. Mientras se desconozcan
los mecanismos y fenómenos que operan en el ámbito biológico, toda presunción sobre su
dirección carece de sentido por constituir, en sí misma, un paradigma de otro paradigma.
La incapacidad de la ciencia de abordar determinadas cuestiones sobre el conocimiento,
como es el caso de las proposiciones que no se pueden demostrar, implica la asunción de
teorías no demostrables. La subjetividad que presenta el método de aceptación de un
nuevo paradigma, hace a la ciencia susceptible de manipulación, de forma que un control
directo político y económico sobre las investigaciones científicas determina, sin remedio, su
sentido y dirección: y provoca el dogmatismo y la sectarización en la comunidad científica.
El progreso obtenido de la ciencia no refleja necesariamente mejoras ni avances en los
conocimientos acerca de la realidad, sino simplemente la promesa de una realidad que
pretende ser demostrada.
CONCLUSIONES
El actual método científico asegura las hipótesis demostrativas, lo que le permitió des
vincularse y avanzar respecto a las formas epistemológicas de la tradición filosófica
inspiradas en suposiciones metafísicas. Sin embargo, debería de garantizar también la
verificabilidad del significado para impedir trayectorias científicas que enfrenen el
conocimiento. Aquellas proposiciones que no cumplan dicho criterio, pese a poder entrar
en consideración científica, en ningún caso deben ser incluidas como teorías, dogmas, o
paradigmas que determinen el sentido de las investigaciones científicas. En este caso, las
observaciones empíricas que contradigan dicha suposición deberían ser consideradas
válidas e indicadoras de una suposición equivocada. No aceptar el criterio neopositivista del
significado en las hipótesis y paradigmas científicos, supone asumir una direccionalidad
dogmática y sectaria de la ciencia en base a suposiciones que no pueden discutir. La ciencia

53
no debe aspirar a explicar realidades en base a proposiciones que se encuentran fuera de
los límites empíricos.
Los científicos deberían unificar criterios que permitan el avance de conocimientos fiables,
y su inquietud no ha de ser otra que la comprensión de la realidad de los fenómenos y
procesos naturales. Los avances derivados de la ciencia deberían de responder a una mejor
comprensión de la naturaleza y no a una mayor capacidad de manipulación. Por ello, los
intereses políticos y/o económicos no deberían interferir ni controlar la decisión y dirección
de las investigaciones científicas.
Actividades.
1. Explique brevemente el origen del conocimiento científico.
2. ¿Cuál es la naturaleza de la ciencia?
3. ¿Cuáles son los errores y consecuencias de los de los paradigmas de investigación
científica?
4. ¿Qué sentido tiene las demostraciones científicas?
5. Elabore un organizador del conocimiento del tema tratado.

54
SEMANA 13

INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Carlos Gustavo Mejía Medina
LA INVESTIGACION.
En la Investigación se evalúa: Conceptos, características, obstáculos socioculturales, clases
y fases del proceso de investigación, tipos de Investigación y diseños básicos.
Atendiendo a su etimología: del Latín: In: Preposición “en”, “Estar En”. Vestig: “Vestigium”,
sustantivo que en español coincide con los términos: Vestigio, Huella, Rastro, Indicio. Ación:
sufijo que implica acción, dinamismo.
Su etimología da la noción de “Seguir una Huella, Buscar una explicación”.2
Otros significados atienden a las palabras: “Investigatio”, “Investigationis”, “Investigare”,
Indagar, inquirir, escudriñar, buscar, atisbar, etc.
El hombre, pensante e inquieto, escudriña hasta el cansancio lo oculto que le muestra el
universo aparentemente caótico y confuso, los problemas que presentan grandes
dificultades, en busca de orden y regularidad; pero en su exploración debe proceder
ordenadamente3. La simple acumulación de datos no basta; lo importante es el proceso
lógico de concatenación que nada fácil pero sí posible debe ir solucionando por procesos
metodológicos los problemas.
La Investigación es entonces la Herramienta básica, para hacer ciencia, solucionar
problemas, desarrollar estrategias en vía de formación cognitiva y actitudinal.
Dos acepciones tradicionalmente válidas:
a-) En Sentido Amplio: Profundizar en un tema; organizar y reorganizar los hechos
existentes acerca de un área del conocimiento, con el fin de conocer por primera vez,
clarificar conceptos o actualizarnos. Cumple una finalidad pedagógica.
b-) Sentido Estricto: Se presentan seis definiciones.
1. Briones (1978, p. 11), dice: “Proceso destinado a producir conocimientos acerca de la
estructura, transformaciones y cambios de la realidad”.
2. Bunge la define así (1969 p. 234) “Actividad de descubrir mediante un método válido y
fiable”.

2
SERNA, Alberto. Serie de Lexicografía. Diccionario especializado. Etimologías Griegas y Latinas. Ed.
Idioma. Santa fé de Bogotá 1996.
3
SOLER SOLER, Luis Augusto, Fundamentos Metodológicos de La Investigación , Universidad del Rosario,
Universidad Católica, Santa Fe de Bogotá, 1981.
55
3. Kerlinger, (1979 p. 7) a su vez afirma: “Búsqueda sistemática controlada, empírica y
crítica de proposiciones hipotéticas sobre supuestas relaciones que existen sobre
fenómenos”.
4. En Barahona y Barahona (1977) “Investigar es preguntar a la naturaleza fundamentados
en lo ya conocido”.
5. A. Sánchez, en (1980), piensa así: “Toda Investigación busca establecer la relación
existente entre variables dependientes e independientes”.
6. Gómez Ardila (1981), conceptúa así: “Labor Humana y sistemática tendiente a hallar el
carácter de verdad de las hipótesis que explican o solucionan un problema”.4
La acción investigativa se desarrolla mediante la aplicación de elementos teóricos y
prácticos que constituyan el quehacer actitudinal en la formulación de los problemas y en
su (acto), o fin último la descripción de los mismos o la solución dinámica de sus
especificidades.
Kerlinger prescribe que la actividad Investigativa debe cumplir con los siguientes requisitos:
a- Sistemática y Controlada:
Programada y metódica en sus delineamientos generales y en consecuencia debe aplicar
recursos aptos para el manejo del problema en cuestión.
b- Empírica:
Todo conocimiento debe ser sometido a prueba; es decir debe contrastarse con la realidad.
Los hechos son los que realmente concluyen y juzgan toda actividad investigativa.
c- Crítica:
Debe permitir su sometimiento a la especulación a los procesos de interrogación en función
de preguntas reales predispuestas a generar dudas.
La Opinión en Ciencia NO SIRVE – Traduce Necesidades en conocimientos
Es por ello que se debe opinar a través de la profundización sistemática en función de
argumentos sólidos.
OBSTÁCULOS SOCIOCULTURALES A LA TAREA DE LA INVESTIGACIÓN:
Es necesario que el investigador, en este caso el actor, adquiera el hábito de una rígida,
estricta y sana objetividad, ya que muchas deficiencias en la labor académica provienen de
influencias socioculturales. 5

4
6 definiciones, en Fundamentos metodológicos para la Investigación, de Luis Augusto Soler Soler, Santa fe
de Bogotá, 1981.
5
PARDINAS, 1978, pp.12-14

56
1. Etnocentrismo: Tendencia a erigir los valores y costumbres del grupo en que hemos
nacido y hemos sido educados como normas de juicio y valoración de las conductas de
otros grupos socioculturales.
2. Subjetividad: Tendencia a Juzgar Hechos o situaciones tomando como base la
afectividad, las emociones, favorables o adversas.
3. Impresionismo: Tendencia a afirmar de toda una clase de gentes lo que nos consta
únicamente de una persona (Universalizar).
4. Estereotipo: Tendencia a objetivizar imágenes no comprobadas que desde la infancia
nos han sido formadas o hemos formado, respeto de grupos étnicos o culturales.
5. Autoritarismo: Tendencia a aceptar una afirmación como verdadera porque lo ha
dicho una persona al margen de las auténticos hechos.
6. Dogmatismo: (No Dogma), Tendencia a erigir fórmulas que expresan conocimientos
en verdades indiscutibles al margen del estudio, la crítica y la discusión.
7. Especialismo: Tendencia a devaluar cualquier conocimiento que no esté dentro del
área a investigar, o pretender que nuestra profesión contiene todos los conocimientos
y por ende no necesitamos de otros para la solución de problemas.
8. Maximalismo: Tendencia a dar una máxima predilección y presentación a
determinados conocimientos por causas como, acepción, gusto, apología, apego,
afecto, etc.
9. Minimalismo: Tendencia a menospreciar los conocimientos hasta el punto de no
brindarles la ubicación que se merecen dentro del marco del proceso investigativo.
Otro tipo de tendencias que encontramos en el “hacer investigación” y en el “desarrollo
educativo” es el AUTORITARISMO –Poder nominal- preferencia, Nepotismo.
Algunos autores definen que se debe lograr confluir en una AUTORIDAD EPISTEMOLÓGICA,
que sin ser autoritarismo presenta clara, paciente y respetuosamente (pero) con
Argumentos Humanos y Académicos el desarrollo de los procesos reales del diario vivir.
TIPOS DE INVESTIGACIÓN
Varios autores han marcado el prototipo tipológico de la Investigación bajo el rigor del
orden de los procesos.
Según Briones:
a-) Investigación Empírica:

57
La resolución de los problemas implica la acción de procedimientos y operaciones empíricas
(experiencias), tanto en la recolección de datos como en su análisis, además del uso de
conceptos y esquemas teóricos: ¿CÓMO SUPERO ESTA GRIPA?.
b-) Investigación Teórica:
Soluciona sus problemas a través de la acción del pensamiento, aún cuando se refieran a
operaciones, datos y cosas empíricas. ¿QUÉ ES UNA GRIPA?
c-) Investigación Básica (Pura):
Aquellas cuyos resultados se buscan por el solo valor del conocimiento.
d-) Investigación Aplicada:
Se realiza con fines prácticos ya sea para resolver un problema, para tomar decisiones,
desarrollar nuevos programas, evaluarlos, etc.
Desde el punto de vista del nivel del conocimiento que se debe obtener, la Investigación se
divide:
a-) Investigación descriptiva:
Describe las principales modalidades de formación, estructuración o cambio de un
fenómeno, como también sus relaciones con otros.
b-) Investigación Explicativa:
Busca, ya sea la causa de un fenómeno o su inserción en un contexto teórico que permita
incluirlo en una determinada legalidad.
c-) Investigación Evaluativa:
Integra las dos anteriores. En el plano descriptivo, busca los resultados obtenidos por un
determinado programa o curso de acción (Estrategia). En el plano 0explicativo, busca las
causas que dan cuenta del logro de los mismos.
Según las características de la estrategia utilizada para describir y/o explicar (Y analizar) el
problema, tenemos:
a-) Investigación de Campo:
Aquella que se realiza en el ambiente natural donde se presenta el problema.
b-) Investigación “In Situ”:
Aquella donde se desarrolla la acción sistémica y el medio eficaz para el análisis, indagación,
profundización y recolección de datos es en el “Sitio”, “Lugar”, “Entorno”, donde se
desarrolla con exactitud el problema.
c-) Investigación en contextos “Miro”:

58
Predisposición al análisis de la esfera real a partir de la visión sistemática y controlada del
objeto de estudio.
d-) Investigación de Laboratorio:
Aquella que se realiza en un espacio previsto, cerrado y controlado.
Toda Investigación está constituida por un diseño metodológico básico y, dentro de él, por
un conjunto de procedimientos y técnicas específicas considerados como adecuados para
la recolección de análisis de la información requeridos por los objetivos del estudio.
Trataremos aquí de dos tipos de diseño:
Diseño Experimental:
Aquel en que el investigador ejerce control estricto sobre todas las variables del estudio,
estos diseños son apropiados para fines, explicativos y comparativos:
-Explicativos: Relacionan un efecto a una causa producida experimentalmente.
-Comparativos: Establecer cuál o cuáles de entre un conjunto de variables independientes
tienen mayor o diferente incidencia en un cierto fenómeno.
ACTIVIDADES
1. Explique etimológicamente el término investigación.
2. Interprete y explique dos definiciones sobre investigación en sentido estricto de dos
autores citados.
3. Según usted después de haber leído ¿Cuál sería los obstáculos socioculturales para
poder investigar? Explique ¿Por qué?).
4. Mediante un ejemplo trate de explicar cualquier dos tipos investigación.
5. Elabore un mapa conceptual del tema tratado.

59
SEMANA 14
MÉTODO CIENTÍFICO
EL ORIGEN DEL MÉTODO CIENTÍFICO*

Fue el inglés Francis Bacon (1561-1626) el primero que dedicó sus esfuerzos a diseñar un
nuevo método de investigación de la naturaleza. Según Bacon, el conocimiento de la
naturaleza debe partir de la observación de tal forma que el ser humano, a través de la
experiencia, sometida a diversos controles, pueda leer la naturaleza tal como es.
Se trata de señalar las condiciones bajo las que se realiza la observación. Y para realizar
este proceso con garantías sostiene Bacon que hay que liberar la mente de los prejuicios
y falsas ideas (ídolos) a las que se respeta como verdades incuestionables. Si estos
prejuicios no se superan, no es posible la ciencia.
En este proceso no se deben admitir las hipótesis previas, pues, pueden derivar de
prejuicios. Tampoco se deben utilizar las matemáticas, pues para Bacon son tan
especulativas como la metafísica.
Al rechazar las matemáticas y privilegiar la inducción, Bacon se aleja del camino de la
ciencia moderna, aunque su modo de entender la observación como punto de partida del
trabajo científico influyó en el posterior desarrollo del nuevo método, y en particular en
Newton.
Galileo (1564-1642) ha pasado a la posterioridad por ser el autor que supo encontrar el
camino de la ciencia experimental. En él coincidieron los avances realizados en la
astronomía por Kepler y el progresivo conocimiento y aplicación de las matemáticas
iniciado a partir de la recuperación de los textos de Euclides y la traducción, en 1543, de
las obras de Arquímedes en las que se establecían diversos procedimientos de
demostración de proposiciones geométricas.
En sus investigaciones, Galileo usó dos caminos que hasta entonces no habían sido
suficientemente coordinados. Por un lado la vía teórica y por otro la experimental.
El hilo conductor de su investigación teórica fueron las matemáticas y no la mera
deducción racional como hasta entonces. Para la observación se ayudó de aparatos de su
invención al mismo tiempo que en su laboratorio pretendía reproducir, bajo ciertas
condiciones, lo observado en la naturaleza. Estos dos caminos, teórico y experimental,
constituyen el fundamento de su método: el método hipotético-deductivo.

*
Tomado de: http://www.acfilosofia.org/component/content/article?id=606:el-conocimiento-cientifico-
origen-metodos-y-limites

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Pero es Newton (1642-1727) quien culminará la obra emprendida por Bacon y Galileo. Su
visión del mundo, basada en la aplicación de las matemáticas al estudio del Universo y en
la explicación de los fenómenos atendiendo a la materia y al movimiento, lleva a una
comprensión unitaria del mundo físico que unificará definitivamente la física terrestre y la
celeste.
El modelo newtoniano de explicación del mundo pretende descubrir únicamente las
relaciones matemáticas que rigen los fenómenos. No trata de decir cuáles son sus
propiedades ocultas o la naturaleza de las fuerzas que intervienen en ellos. Partiendo de
la experiencia y de su interpretación matemática, sigue el estudio de las regularidades y
leyes, base de la interpretación mecanicista del mundo; un mundo en el que rigen unas
leyes únicas.
La importancia dada al estudio de los fenómenos será la aportación fundamental de su
pensamiento, pues el abandono de las hipótesis metafísicas y teológicas en la
interpretación del Universo es, quizá, la característica que menos define a la ciencia
moderna.
MÉTODO DE LAS CIENCIAS FORMALES.
Las ciencias formales son aquellas que no se refieren a hechos de la experiencia, no
afirman o niegan acerca de lo que sucede en el mundo (no dan información directa sobre
la realidad), sino a la forma de los razonamientos y de las argumentaciones. Son sistemas
de conocimientos racionales, exactos y coherentes que se ocupan de procesos lógicos y
matemáticos. Se rigen por su propia coherencia interna y se desarrollan con
independencia del acontecer externo a ellas.
Esto no significa que no tengan aplicación. De hecho, Galileo quedó sorprendido al
comprobar que el mundo real responde a los experimentos formulados con lenguaje
matemático. Son ciencias formales la lógica y la matemática; utilizan un lenguaje formal,
es un lenguaje artificialmente construido estableciendo arbitrariamente símbolos y reglas.
Esos símbolos carecen de significado, y lo único que cuenta es que la utilización de los
símbolos, las fórmulas y las operaciones se ajusten a las reglas establecidas para operar
Los dos tipos de inferencia demostrativa más frecuentes en las ciencias son la deducción
y la inducción. La deducción se utiliza tanto en las ciencias formales como en las empíricas,
pero las ciencias formales la usan como procedimiento casi exclusivo.
Se entiende por deducción el proceso de razonamiento que permite derivar, de modo
necesario, de una o varias proposiciones dadas, llamadas premisas, otra, que es su
consecuencia lógica necesaria y que se denomina conclusión. Un ejemplo de sistema
deductivo es el ajedrez, porque maneja unos símbolos (las piezas), unas reglas de
formación (las instrucciones sobre la posición de las piezas) y unas reglas de
transformación (las reglas sobre los movimientos de las piezas). El método deductivo

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considera que la conclusión está implícita en las premisas. Las primeras consideraciones
del método se remontan a Descartes en el siglo XVII.
El ideal metodológico de las ciencias formales es constituirse en un sistema axiomático, es
decir, adoptar en su integridad la estructura deductiva. Para ello, el sistema ha de contar
con los siguientes elementos:
 Axiomas, que son principios fundamentales indemostrables dentro del sistema. Se
seleccionan por su utilidad, su fecundidad, su implantación en la ciencia
correspondiente, etc. Ejemplo: axiomas de la geometría euclidiana son “el todo es
mayor que la parte” y “por un punto exterior a una recta sólo puede trazarse una
paralela a ella”.
 Reglas de formación y de transformación, que permiten extraer nuevos enunciados
válidos para ampliar el sistema. Por ejemplo, las reglas que se deben seguir para
sumar.
Teoremas, que son los enunciados obtenidos deductivamente a partir de axiomas o de
otros teoremas ya demostrados. Un ejemplo sería el teorema de Pitágoras.
 Un sistema axiomático, para ser válido, debe cumplir tres requisitos:
 Consistencia: demostración de que no hay ni puede haber contradicciones internas al
sistema.
 Compleción: demostración de que es posible deducir todas las proposiciones
verdaderas de un sistema a partir de sus axiomas. (Compleción = acción y efecto de
completar, cualidad de completo).
 Independencia de los axiomas: imposibilidad de deducir algún axioma a partir de los
demás. La estructura y alcance de un sistema axiomático están determinados por sus
axiomas. De ahí que se hayan construido geometrías y lógicas alternativas a las
convencionales, partiendo de otros axiomas diferentes, por ejemplo, las geometrías
no euclídeas, en las que por un punto exterior a una recta se pueden trazar infinitas
paralelas o ninguna.
El ideal axiomático no ha sido alcanzado y, según Kurt Gödel (1906-1978), es
inalcanzable, porque determinados sistemas lógicos han de incluir al menos un
enunciado no deducible dentro del sistema como teorema del mismo.
MÉTODO DE LAS CIENCIAS NATURALES.
Ciencias empíricas: son aquellas cuyos enunciados se refieren a hechos, afirman o niegan
algo acerca de lo que sucede en el mundo. Además de racionales, sistemáticas y
coherentes, tienen que ser objetivas, explicativas, predictivas y contrastables. Así como
las ciencias formales utilizan sobre todo el método deductivo, las ciencias naturales se han
servido de la demostración inductiva. El método completo de las ciencias naturales recibe

62
el nombre de método hipotético-deductivo, pues contiene momentos de inducción y
momentos de deducción.
A. Demostración inductiva. La inducción es un tipo de razonamiento en el que se
obtiene una conclusión general (para un determinado ámbito) a partir de una serie
de casos singulares conocidos por experiencia. Hay dos tipos de inducción: completa
e incompleta. En la inducción completa se parte del conocimiento individual de todos
y cada uno de los casos que se dan dentro de un ámbito, mientras que la inducción
incompleta se apoya en una serie de comprobaciones individuales, que no abarcan
la totalidad de los casos posibles. Por lo tanto, la conclusión no será cierta, sino
probable, y tal probabilidad será mayor o menor según la cantidad de casos
comprobados.
B. Método hipotético – deductivo. El método completo de las ciencias naturales se
estructura en tres niveles: enunciados protocolarios, leyes y teorías.
 Los enunciados protocolarios expresan fenómenos del mundo susceptibles de ser
constatados empíricamente. Son enunciados objetivos y comunicables
unívocamente. Por ejemplo, «todos los cuerpos suspendidos en el espacio
gravitatorio caen».
 Las leyes son enunciados universales que expresan el comportamiento o la
relación que guardan unos determinados fenómenos de un modo regular e
invariable. Antes de que un enunciado universal pueda ser considerado como ley
de la naturaleza, no es más que una hipótesis, un enunciado aún no verificado. Si
la experiencia la confirma, pasa a ser ley. Un ejemplo clásico es la ley de la
gravedad: «Todas las masas del universo se atraen recíprocamente con una fuerza
que es directamente proporcional al producto de las mismas e inversamente
proporcional al cuadrado de sus distancias».
 Las teorías son enunciados universales de los que pueden deducirse todas las
leyes de una ciencia particular. Dan unidad a una ciencia y permiten hallar nuevas
leyes. Un ejemplo es la teoría de la relatividad.
Los pasos del método hipotético-deductivo son:
1. Punto de partida: se detecta mediante observación y/o experimentación un
problema no resuelto por el saber disponible, un problema cuya explicación se
desconoce.
2. Formulación de una o varias hipótesis que expliquen-explicativas el hecho o
problema observado- detectado. La imaginación para formular hipótesis es
indispensable en las ciencias.
3. Deducción de consecuencias: la hipótesis se formula matemáticamente y se
deducen consecuencias contrastables por la experiencia. Es el momento
deductivo de la ciencia empírica.

63
4. Las consecuencias se someten a contrastación (verificación y falsación) mediante
la experimentación.
 Verificación. Una hipótesis es verdadera cuando los hechos observados
concuerdan con los hechos deducidos de la hipótesis. Hay autores que prefieren
hablar de corroboración y no de verificación, porque, aunque la hipótesis
concuerde con los hechos, de ella nunca se podrá decir que es verdadera, sino
sólo que ha sido confirmada. Aquí lo importante es la comprobación
experimental de las consecuencias derivadas de la hipótesis.
 Falsación. Una hipótesis se refuta o es «falsa» cuando los hechos en el mundo no
concuerdan con los hechos deducidos de la hipótesis.
5. Ley y teoría. La hipótesis, comprobada en un cierto número de casos, se acepta
como ley, es decir, adquiere validez general. (Ley: enunciados que expresan el
modo de regularidad relacional entre un conjunto de hechos o fenómenos.
Teoría: unificación de un conjunto de leyes referidas a un determinado ámbito
de la realidad; ejemplo: teoría de la evolución, de la relatividad). Las teorías son
más generales que las leyes y de mayor alcance.
Establecidas varias leyes por este procedimiento, se intenta unificarlas mediante una
teoría general de la que puedan derivarse deductivamente. Para ello se establece
hipotéticamente la teoría, se elabora matemática- mente y se deducen nuevas leyes que
puedan ser contrastadas por la experiencia. Si se logra verificarlas o confirmarlas, se
admite la validez de la teoría.
Diferencias entre las ciencias empíricas y las ciencias formales:
A. El objeto de estudio de las formales lo constituyen entidades matemáticas, formas
vacías de contenido y los procesos elaborados con esas formas. El objeto de las
empíricas son hechos y procesos de la realidad que se intenta analizar, explicar y
predecir.
B. El método: en las ciencias formales es la demostración lógica, que consiste en ver
si hay o no coherencia entre dos o más enunciados que se siguen unos de otros. Las
ciencias empíricas, además de la demostración lógica, necesitan la demostración
mediante la observación o la experimentación.
C. El lenguaje: Las formales utilizan lenguajes construidos artificialmente, con
símbolos que carecen de significado concreto. Lo que importa es la construcción
correcta de fórmulas y la realización de operaciones en conformidad con un número
determinado de reglas previamente establecidas. Las empíricas utilizan el lenguaje
ordinario, aunque intentan formalizarlo siempre que es posible.
D. La verdad: en las formales consiste en la coherencia de un determinado enunciado
con unos principios admitidos previamente sin contrastación o con otros
enunciados deducidos de dichos principios. En las empíricas la verdad consiste en

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la conformidad o disconformidad de las consecuencias que se derivan de los
enunciados generales con los hechos de la realidad.
MÉTODO DE LAS CIENCIAS SOCIALES.
EL CONOCIMIENTO SOCIAL.

El objeto de las ciencias sociales es la realidad social, lo cual plantea una peculiar relación
entre sujeto y objeto del conocimiento: el sujeto forma parte del objeto de estudio. Este
hecho confiere a las ciencias sociales las siguientes características propias:
 El objeto de conocimiento es también un sujeto.
 La capacidad de predicción es menor que en las ciencias naturales, porque
interviene la libertad.
 La capacidad de generalización es menor que en las ciencias naturales, ya que lo
que es válido para un individuo o un grupo puede no serlo para otro. Incluso hay
ciencias que no se ocupan de hechos generalizables y repetibles, sino individuales,
como la historia.
 La neutralidad valorativa es imposible, porque el investigador no es independiente
de lo investigado.
Estas características llevan a un problema clásico: ¿ha de ser el método de estas ciencias
del mismo tipo que el de las naturales? La respuesta apunta hacia dos tradiciones
diferentes: la empírico-analítica y la hermenéutica. La primera, que persigue la unidad de
la ciencia, exige aplicar el método de las ciencias naturales a las ciencias sociales. La
hermenéutica, por su parte, considera que las ciencias sociales tienen un estatus diferente
y han de adoptar una metodología propia.
 Habría así dos clases de enfoque metodológico: uno dirigido a la explicación, y
otro, a la comprensión.

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 Explicar un fenómeno consiste en conocer las causas que lo producen.
 Comprender un acontecimiento consiste en captar su sentido, para lo que es
preciso situarse dentro de los hechos. Por ejemplo, no puedo comprender los ritos
funerarios de una cultura que me es ajena si no intento introducirme en ella de
algún modo.
Algunos autores utilizan la noción de “explicación comprensiva” porque consideran que en
ocasiones no es posible separar explicación y comprensión, pues la explicación facilita la
comprensión y la comprensión demanda explicaciones de los fenómenos.
 Aún habría que añadir un tercer enfoque metodológico, llamado “crítico racional”
o de la teoría crítica de la sociedad. Desde esta perspectiva, las ciencias sociales
han de explicar y comprender los fenómenos sociales, pero también han de
criticarlos. Todas las teorías se orientan por algún interés, y las ciencias sociales se
orientan por el interés emancipador, que las lleva a criticar la sociedad para
liberarla.
ACTIVIDADES
1. Explique brevemente el origen del Método Científico.
2. ¿En qué consiste el método de las ciencias formales?
3. Explique el método de las ciencias naturales y sociales.
4. ¿Cuál es la diferencia entre las ciencias formales y empíricas?
5. Elabore un organizador gráfico sobre el tema tratado.

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