Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Javier Puyol es el socio director de Puyol Abogados, una boutique legal especializada en el
mundo de las nuevas tecnologías y el cumplimiento normativo. Confilegal.
HomeFirmas
por Javier Puyol | 23 octubre, 2017
En un principio eran sólo mensajes SMS, pero con la evolución de los teléfonos móviles se
pasó a las fotografías y, más recientemente, a los videos.
Así, en Estados Unidos, un estudio afirma que el 15 % de los menores entre 12 y 18 años
practica el “sexting”, mientras que otro informe realizado en España habla de un porcentaje
menor, del 1,5%, aunque las edades también eran menores: entre 10 y 16 años.
Es una práctica cada vez más común entre personas que poseen un dispositivo móvil con
cámara fotográfica, independientemente de la edad que tengan e incluso se han expuesto
casos en la que gente famosa supuestamente envía fotografías de este tipo.
Sea cual sea la razón, los efectos que el sexting pueden tener en la vida de los adolescentes,
o incluso de cualquier otra persona, aunque sea adulta son de un carácter muy complejos,
ya que van desde la pérdida de la privacidad, y el daño de irreparable de su imagen, hasta la
humillación por parte de aquellos que acceden de cualquier forma a las imágenes de la
víctima.
Esta situación puede derivar, en última instancia, en múltiples situaciones dañinas para la
persona, tales como: el acoso, la generación de extorsiones, la incursión en supuestos de
pederastia, la realización de grooming o el acoso de un adulto al menor, en el supuesto en
todos ellos, de que las fotografías o las grabaciones en cuestión lleguen efectivamente a las
manos de ciberdelincuentes.
Ello debe llevar a la conclusión de que muchas personas olvidan los riesgos derivados de
algo muy frecuente, y que consiste en el hecho de compartir las cosas que nos suceden
cotidianamente, olvidando que lo que se incorpora a la red, permanece siempre en la red, y
no solamente para aquellas personas que puedan ser consideradas en un determinado
momento como amigas, sino para siempre, con las consecuencias que de ello se pueden
derivar.
En este sentido, debe tenerse presente que los ciberdelincuentes se aprovechan de datos que
recopilan en las redes sociales para estafar y engañar a sus víctimas.
“Será castigado con una pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a doce
meses el que, sin autorización de la persona afectada, difunda, revele o ceda a terceros
imágenes o grabaciones audiovisuales de aquélla que hubiera obtenido con su anuencia en
un domicilio o en cualquier otro lugar fuera del alcance de la mirada de terceros, cuando la
divulgación menoscabe gravemente la intimidad personal de esa persona.
“La pena se impondrá en su mitad superior cuando los hechos hubieran sido cometidos por
el cónyuge o por persona que esté o haya estado unida a él por análoga relación de
afectividad, aun sin convivencia, la víctima fuera menor de edad o una persona con
discapacidad necesitada de especial protección, o los hechos se hubieran cometido con una
finalidad lucrativa”.
Tal como señala la Circular 3/2.017 de la Fiscalía General del Estado, este un precepto con
el que el Legislador pretende hacer posible la respuesta penal ante determinadas conductas
asociadas con frecuencia, aunque no necesariamente, a supuestos de ruptura en
relaciones de pareja o de amistad, que se ven favorecidas por la potencialidad que
ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación para el copiado y difusión de
imágenes y contenidos.
Este tipo de conductas, que se están detectando con relativa frecuencia, resultaban hasta
ahora difícilmente encuadrables en el artículo 197 del Código Penal en su redacción
previa a la reforma analizada, porque el tipo penal exigía que las imágenes o grabaciones
audiovisuales que posteriormente iban a difundirse se hubieran obtenido sin consentimiento
de la persona cuya intimidad resulta vulnerada.
El tipo penal hace especial referencia a las imágenes o a las grabaciones de naturaleza
audiovisuales de otra persona, abarcando tanto los contenidos perceptibles únicamente por
la vista, como los que se captan conjuntamente por el oído y la vista y también aquellos
otros que, aun no mediando imágenes, pueden percibirse por el sentido auditivo.
Y para que el mismo sea de aplicación se requiere que la grabación objeto de difusión se
haya llevado a efecto en un marco espacial de carácter reservado, es decir, que se haya
obtenido en un domicilio, o en un lugar fuera del alcance de la mirada de terceros, y con
consentimiento o anuencia del afectado por ello.
Dudas de interpretación
Desde un aspecto puramente conceptual, para la Fiscalía presenta más dudas de
interpretación dada fundamentalmente su ambigüedad, la expresión “otro lugar fuera del
alcance de la mirada de terceros” que puede generar problemas importantes a efectos
probatorios.
En teoría podría incluirse en esta expresión cualquier lugar cerrado, como un local
comercial no abierto al público, o también un lugar al aire libre, si bien en este caso habría
que acreditar que reúne garantías suficientes de privacidad de tal forma que pueda
asegurarse que las escenas/imágenes, captadas o grabadas, lo fueron en un contexto de
estricta intimidad y sustraído a la percepción de terceros ajenos a ellas.
En este sentido, el concepto “terceros” habría que entenderlo referido a personas ajenas al
acto o situación objeto de grabación, pues es obvio que en dichos acontecimientos
pueden intervenir más de una persona y resultaría incongruente entender que el precepto es
de aplicación únicamente en los supuestos en que en las escenas objeto de captación
intervienen exclusivamente la víctima y quien después dispone de ellas.
El problema, no obstante, es que la fórmula empleada por el Legislador para definir esta
situación de privacidad o intimidad resulta en sí misma excesivamente cerrada y puede
plantear dificultades prácticas en orden a su acreditación.
‘Sexting’ entre adolescentes, una práctica
en aumento y cada vez más pronto
Uno de cada siete jóvenes envía mensajes de contenido
sexual (eróticos o pornográficos) y uno de cada cuatro,
los recibe
79
Conéctate
Diana Oliver
MÁS INFORMACIÓN
Según datos recientes del INE, con 11 años más de la mitad de los niños disponen ya de un
móvil. Expertos como Jorge Flores insisten en que no existe una edad más adecuada para
comprarles el primer teléfono, sino que se trata más de una cuestión de madurez y
habilidades. “Es como compararlo con a qué edad puede meterse al agua solo, o cuándo
puede comenzar a esquiar. Todo va a depender de la preparación de sus padres y monitores,
más que de una edad concreta. Con el uso de la tecnología ocurre algo parecido, depende
más del acompañamiento, del conocimiento y del tiempo que se les dedique. Pese a todo,
por establecer un marcador, considero que tener autonomía plena con un móvil conectado a
internet y redes sociales me parece inadecuado especialmente en el caso de menores de 13
años”, explica el fundador de Pantallas amigas, quien considera que el grupo de
preadolescentes o de adolescentes de menor edad, de 10 a 12 años, no es capaz de ver los
riesgos que suponen prácticas como el sexting en comparación con un adolescente más
mayor “y que puede tener una mayor conciencia de lo que está haciendo”.
Son múltiples los riesgos potenciales derivados de la práctica del sexting. Entre otros,
ocurre que si algo se hace en privado y trasciende a lo público, el derecho a la intimidad, al
honor y a la propia imagen se ven vulnerados. También, como menciona Jorge Flores, este
tipo de prácticas pueden ser un indicador de víctima potencial para depredadores sexuales
en el sentido de que “son personas que realizan prácticas de riesgo”, lo que las pone en el
punto de mira. Detrás del sexting se encuentran casos de venganza, abuso y chantaje
económico, emocional o sexual que, en el caso de las niñas o adolescentes, aumentan en
cierto modo la victimización por lo arraigado de determinados estereotipos o tópicos en lo
social. “Se las señala y se las ridiculiza con más ensañamiento y esto puede tener
consecuencias fatales como el suicidio. Lo hemos podido ver en casos como los de Jessica
Logan o Amanda Todd en 2012, ambas son ejemplos claros de suicidios por el
ciberbullying iniciado a partir de la publicación no consentida de una imagen cedida en la
intimidad en un caso a su pareja y en otra a un desconocido”.
Si bien podría pensarse que el sexting consentido puede relacionarse con conductas
impulsivas y de riesgo, como una mayor frecuencia de parejas sexuales, un mayor número
de parejas concurrentes y el uso de drogas y alcohol antes del sexo, para Madiga, no todos
los jóvenes que sextean están involucrándose en conductas problemáticas, sino que esta
práctica puede llevarse a cabo dentro del contexto de relaciones saludables.
En este sentido, tendría mucho que ver la influencia de todo lo que ocurre al otro lado de la
red, es decir, el entorno en el que están creciendo los niños y adolescentes actuales y en el
que los medios de comunicación y la publicidad influyen en la sexualización temprana de
las niñas y niños. Una hipersexualización que, en opinión de Jorge Flores, también se
transmite desde determinados contenidos digitales: “Lo vemos en youtubers e
instagramers, por ejemplo, que trasladan modelos y mensajes muy relacionados con el sexo
y el erotismo, repitiendo unos patrones determinados, bien por convicción, bien por
conveniencia”.
Desde PantallasAmigas trabajan desde hace años en ofrecer diversos recursos online DE
tres líneas de actuación diferentes. El primer proyecto partía de la idea de que, dado que
quien hace sexting no es culpable de nada pero se expone a unos riesgos, necesita estar
informado de esos riesgos. Así nacía Pensarantesdesextear.mx, creada para prevenir el
sexting desinformado, bajo presión o sin reflexión, de forma precipitada. Le siguió
Sextingseguro.com, enfocado desde la premisa de que si se ha tomado ya la decisión de
practicar el sexting, al menos se tengan unas pautas para que se haga con cierta seguridad.
Y, por último, Respetoimagenesintimas.com, enfocado a la prevención contra la
distribución de material sensible que nos pueda llegar de alguien. “Muchos de los
problemas que vienen del sexting parten de lo que la sociedad hace de esas imágenes que
reciben, ya que son quienes las hacen virales. El sexting es un fenómeno global, no es solo
ese novio sinvergüenza que se enfada y sube una foto para vengarse, puede haberse perdido
esa imagen o vídeo y caer en manos de alguien con oscuras intenciones, también es ese
pederasta que te busca las vueltas. Y es por eso por lo que es interesante trabajar en todos
los frentes”.
Ante la pregunta de qué podemos hacer los padres para que los niños tengan herramientas
para hacer frente a este tipo de prácticas de riesgo, Sheri Madiga responde que ella pediría a
los padres que fueran “más proactivos que reactivos” en cuanto al sexting de cara a crear
una ciudadanía digital responsable. “Tener conversaciones abiertas a edades tempranas, y
con frecuencia, no solo cuando surgen preocupaciones. Los padres deben discutir el papel
potencial del sexting en las relaciones sentimentales saludables, así como los posibles
riesgos y consecuencias. El concepto de presión de grupo, sexualidad, relaciones en línea
versus fuera de línea, etc., también debe debatirse en el seno de la familia”. Reconoce
Madiga que para algunos padres la idea de hablar con sus hijos sobre sexo puede
intimidarles y que agregar el entorno digital a esa ecuación, “que es territorio desconocido
para algunos padres”, lo convierte en una doble amenaza. Sin embargo, incide en que es
precisamente en la red donde los padres pueden encontrar algunos recursos útiles que les
sirvan tanto para informarse de este mundo digital cambiante como para preparar este tipo
de conversaciones, como el Common Sense Media’s Sexting Handbook.
Para Jorge Flores, autor de diversos materiales informativos y didácticos relacionados con
el grooming, el ciberbullying y el sexting, la primera herramienta que tenemos los adultos
es el ejemplo y en ese sentido tenemos mucho que mejorar. “Vamos conduciendo y
“whatsapeando”, vamos por la calle tecleando, cogemos una llamada de teléfono mientras
estamos comiendo cuando no hay ninguna necesidad, subimos fotografías de cualquiera,
incluidos nuestros hijos, sin pedirles permiso, y así un largo etcétera. Los adultos somos
muy mal ejemplo para niños y adolescentes en este sentido”, se lamenta. Junto a un mejor
uso por parte de los adultos, Jorge añade dos herramientas más a nuestro alcance: el
acompañamiento y conocimiento de las aplicaciones y del mundo digital para poder
conversar y compartir con ellos esa información; y el empleo de sistemas de control
parental.
Jordi Jubany, docente, antropólogo y experto en educación digital y autor del libro
¿Hiperconectados? (Lectio), comparte estas recomendaciones de Flores, y añade que puede
ser de utilidad compartir con ellos desde que son pequeños los protocolos que deberíamos
usar nosotros mismos en la red, como pueden ser si todo lo que colgamos es útil, es veraz y
tiene buena finalidad. Según Jubany, hay que prestar atención a la necesidad de desarrollar
nuestra identidad digital y el sexting es un buen ejemplo. “Nuestra huella puede verse si nos
buscan desde Google, Facebook o Instagram. Y todo lo que digitalizamos, enviamos o
colgamos es susceptible de encontrarlo en un contexto no previsto. Tenemos que
aprovechar estos casos reales de malas prácticas que conocemos en nuestro entorno y en los
medios de comunicación para tomar conciencia, aprender de nuestros errores y utilizarlos
educativamente. Es muy importante mantener los canales de comunicación abiertos con
nuestros jóvenes en un entorno conectado que es distinto al que nos educamos”, concluye.
Qué es el Sexting
definición
El sexting consiste en el envío de contenidos de tipo sexual (principalmente fotografías y/o vídeos)
producidos generalmente por el propio remitente, a otras personas por medio de teléfonos
móviles.
Según el glosario de ciberseguridad del gobierno de Australia del Sur, es el acto mediante el cual
una fotografía digital sexualmente explícita que una persona se toma a sí misma es enviada a otra
persona como un MMS por medio del teléfono móvil.
El Centro de Investigación sobre Delitos contra los Niños de la Universidad de New Hampshire en
su destacado estudio publicado en diciembre de 2011 define el sexting como “imágenes sexuales
producidas por menores susceptibles de ser consideradas pornografía infantil”.
Otra definición es la que da el Urban Dictionary: “el acto de enviar mensajes de teléfono móvil a
alguien con el objetivo de tener con el o ella un encuentro sexual; inicialmente intrascendente, más
tarde se convierte en algo sugerente y finalmente explícito.”.
En PantallasAmigas llevamos tiempo analizando los motivos de los adolescentes para practicar
sexting. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué los empuja a ello? La respuesta no es fácil ya que es una
práctica reciente sobre la que aún no hay estudios concluyentes, pero pueden influir uno o varios
de estos factores:
Creen que una imagen en un terminal móvil está segura y no son capaces de proyectar, de
imaginar, las variadas formas en que esa imagen puede salir del dispositivo. Un robo, un
error, una broma, un extravío… o la voluntad de su propietario.
Confían plenamente en la discreción —cuando no en el amor eterno profesado— por
parte del destinatario del envío. Carecen de experiencia vital suficiente que les invite a
pensar en que las cosas, en la vida, cambian por muy diversos factores.
Sienten cierta presión de grupo que les lleva a ganar notoriedad y aceptación en este
contexto, el digital, tan importante para ellos. Este factor, añadido a la plenitud hormonal,
puede generar combinaciones poco recomendables.
Las influencias y modelos sociales distan del recato. La exhibición de relaciones sexuales o
desnudos por personas no profesionales, comunes, abundan en la Red. Si pueden ver a
cualquier persona anónima en su intimidad a través de la Red, no parece tan grave que
uno aparezca de esta guisa. El desnudeo es algo común, hasta cierto punto normalizado.
Desconocen las consecuencias que para su vida puede llegar a tener el hecho de que esa
imagen comprometida sea de dominio público.
La natural falta de percepción del riesgo que acompaña a la adolescencia y el espíritu
transgresor desencadenan ciertos desafíos. En algunos casos resulta simplemente
divertido, en otros, sirve para coquetear o dar otro contenido a una relación.
En concreto se ha apuntado en repetidas ocasiones por parte de diversos expertos y estudios (vid.
ejemplo), como factor que impulsa el sexting, al contexto cultural en el que crecen muchos
adolescentes, con un marcado culto al cuerpo, a las celebridades, y en el que los medios de
comunicación de masas (sobre todo la TV) promueven esos y otros valores como por ejemplo la
competitividad en todos los órdenes de la vida (tener el mejor cuerpo, el mayor número de
amigos, ser el/la más popular…). El hecho de que muchas estrellas del deporte, el cine o la música
realicen sexting y esto se trasmita por los medios, contribuye a normalizar e incluso dar cierto aire
de prestigio a dicha actividad entre los adolescentes. El particular fenómeno del
scarlettjohansoning es muestra de ello.
Un estudio de 2009 del Internet & American Life Project del Pew Research Center apuntaba que
los adolescentes podrían tomar las imágenes de sexting como un sustituto de las relaciones
sexuales, al tiempo que se están usando como una especie de moneda emocional, que necesitan
pagar para mantener una relación. La organización británica Oldham Safeguarding Children’s
Board también ha apuntado que los adolescentes consideran el sexting una especie de forma de
sexo seguro, pese a los notorios riesgos que implica. Otros estudios descartan que el sexting sea
un sustituto del sexo físico y lo consideran parte de un conjunto de prácticas sexuales de riesgo.
Según un estudio publicado en la revista Pediatrics el motivo más común para el sexting entre
adolescentes era una relación sentimental, aunque también se citaron las bromas y el ligue. Una
cifra importante de los menores que salían en el sexting (31%) lo habían hecho en relación con el
consumo de alcohol o drogas. En los casos en que había mayores de edad implicado, todos tenían
entre 18 y 21 años. Un 3% de los que habían aparecido en las imágenes o las habían realizado,
reconocieron hacerlo a causa de amenazas o un chantaje. En setiembre de 2012 otro estudio
pediátrico realizado en Los Ángeles (California) apuntaba también a la relación entre sexting y sexo
con alcohol o drogas.
noviazgo
coqueteo
lucimiento
impulsividad
presión de los amigos
venganza
intimidación
chantaje
Una investigación publicada en 2011 por UNICEF señalaba que los jóvenes se sienten a menudo
más cómodos compartiendo informaciones íntimas o comportándose de una manera sexualizada
online que fuera de la Red y que hay un número significativo de adolescentes que están
publicando imágenes suyas de tono sexual en la Red.
Según el Centro de Investigación sobre Delitos contra los Niños la ruptura de una pareja es una
causa frecuente de los casos de sexting distribuido sin autorización que llegan a manos de la
policía en los EE. UU. En un 33% de los casos que llegaron a la policía estadounidense en 2008 y
2009 no existen agravantes y son más bien debidos al interés por experimentar, a una relación
sexual de pareja o al flirteo. Los investigadores de esta entidad llaman la atención sobre los casos
de menores muy jóvenes que están usando el sexting para llamar la atención de los demás.
“Para los jóvenes, mostrar el cuerpo es considerado como un asunto de belleza, no pasa por los
códigos morales impuestos por los adultos”, según la investigadora Luz María Velázquez Reyes, del
Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México.
Según Jon Brown director del programa sobre abuso sexual de la NSPCC británica, se han
descubierto numerosos casos en ese país en los que chicas incluso de 12 años reciben presiones
de sus novios para enviarles fotos suyas desnudas.
Un estudio publicado en Julio de 2012 y realizado por University of Texas Medical Branch Health
entre adolescentes de 14 a 19 años que estudiaban en institutos públicos de los EE. UU., reveló
que más de 1/4 de los adolescentes habían enviado una foto de sí mismos desnudos por medios
electrónicos y que la mitad había recibido solicitudes para hacerlo, y que 1/3 había realizado tales
peticiones. El estudio también mostró que lo más común es que los chicos se lo pidan a las chicas
(al 27% de ellas les molesta mucho) y que los que realizan sexting coinciden en mayor número con
los que salen con alguien y con quienes mantienen relaciones sexuales. En el caso de las chicas el
estudio lo relaciona con prácticas como el consumo de alcohol o drogas antes del sexo o el tener
múltiples parejas. El estudio fue publicado en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent
Medicine.
El 20% de los alumnos de un instituto privado del Suroeste de los EE. UU. han utilizado alguna vez
sus móviles para enviar una foto sexualmente explícita, el 25% han reenviado ese tipo de
imágenes y la mitad de los varones la ha recibido alguna vez. Esto es lo que reveló un estudio
realizado por un equipo de psicólogos de la Universidad de Utah y publicado en la revista Archives
of Sexual Behavior. Un dato chocante que incluía este informe es que quienes conocían las
consecuencias legales del sexting eran los que más lo realizaban: 35% frente a 24% entre los que
no eran conscientes de dichos riegos.
Según el Child Exploitation and Online Protection Centre británico, el 38% de los chicos entre 11 y
17 años han recibido mensajes de móvil o de correo electrónico con contenido sexual explícito y el
70% conocían al remitente.
El grupo de seguridad electrónica del Oldham Safeguarding Children’s Board —que trabaja en el
área del Gran Manchester— afirma que de media dos colegios a la semana acuden a ellos en
busca de ayuda por incidentes de sexting y que la cifra va aumentando. Entre estos casos ya han
comenzado a detectar los primeros en escuelas de Primaria.
El 10% de los que envían SMS sexuales se ha equivocado alguna vez de destinatario. El estudio
realizado en el Reino Unido destaca que casi la mitad de los adultos británicos habrían mandando
este tipo de mensajes alguna vez en su vida.
Agentes de policía que vigilan las redes de pornografía infantil online han detectado desde finales
de 2010 un incremento en las autofotos (y vídeos) que son robadas y terminan en estos círculos.
Según el CEOP británico, existen miles de horas de grabaciones indecentes de web de chicas
británicas que han terminado en webs de este tipo.
Según un estudio realizado entre chicas de 14 y 15 años, el 40% no veían nada malo en sacarse
una foto en topless, y 1 de cada 6 (16,7%) no consideraba inapropiado posar completamente
desnuda para otras personas. El 30% de las chicas que han recibido un mensaje de sexting
reconocen que no sabían quién era la persona que se lo había enviado.
Un estudio publicado en la revista Pediatrics sobre el sexting entre los menores estadounidenses,
reveló que sólo el 1% envían imágenes sexualmente explícitas (es decir, que muestran pechos
desnudos, genitales o el culo, según la definición del estudio) que podrían ser constitutivas de
delito de pornografía infantil según las leyes de los EE. UU.
Otros datos revelados por el estudio son:
El Estudio sobre seguridad y privacidad en el uso de los servicios móviles por los menores
españoles, elaborado por INTECO y Orange incluye los siguientes datos acerca del sexting:
En una encuesta realizada por Associated Press y el canal de televisión MTV uno de cada tres
adolescentes y adultos jóvenes encuestados reconoció haber tomado parte en el sexting. El 61%
de ellos reconoció que el sexting es “un problema” para los internautas su edad. Solamente el 10%
de los encuestados que dijeron que habían intercambiado mensajes sexuales con personas que
sólo conocen de Internet. En un estudio similar realizado en 2009 esa cifra era del 29%.
Según un estudio del Centro de Investigación sobre Delitos contra los Niños de la Universidad de
New Hampshire, la policía de los EE. UU. trato entre 2008 y 2009 un total de casi 3.500 casos de
sexting de menores (1.750 casos por año), en 2/3 de los cuales concurrían circunstancias
agravantes, tales como la participación de un adulto (36%) o actuación abusiva por parte de un
menor (31%).
De los casos en que había un adulto implicado, la mitad de esos adultos tenían entre 18 y
25 años. En un 5% de este tipo de casos eran los menores quienes enviaban sus desnudos
a los adultos en busca de sexo, es decir, casi un 2% del total de casos analizados.
En el 6% del total de casos el comportamiento era gravemente delictivo al implicar
sextorsión o abuso sexual entre los propios menores.
En el 17% del total de casos se había producido distribución del sexting sin autorización.
En su mayoría (63%) los casos no pasaron más allá de los teléfonos móviles, es decir: no
acabaron en Internet.
En dos de cada tres casos las imágenes mostraban los genitales o relaciones sexuales, y
por tanto serían pornografía infantil según las leyes federales de los EE. UU.
El intercambio de imágenes de sexting juega un papel relevante en las relaciones sexuales
ilícitas entre adultos y menores.
Luz María Velázquez Reyes, del Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de
México, comunicó en noviembre de 2011 las siguientes cifras después de entrevistar a 708
estudiantes (232 de bachillerato y 476 de licenciatura):
80% habían visto imágenes de personas semidesnudas o desnudas en las redes sociales.
20% se tomó fotografías o videos sexualmente sugestivos.
20% recibió invitaciones para retratarse en poses eróticas o pornográficas.
El 45% compartió material erótico recibido por teléfonos celulares.
10% lo ha publicado en sus perfiles o lo ha enviado a sus contactos.
60% recibió imágenes o videos con estas características.
En el 25% de los casos, los jóvenes los comparten con su pareja, y el 10 por ciento, con
personas cercanas.
El 55% de los encuestados conoce a alguien que guarda fotografías o videos de novias.
Una encuesta realizada por el web brasileño Capricho reveló que más del 90% de las chicas habían
recibido solicitudes para mostrarse desnudas ante la webcam.
Una encuesta de la organización mexicana ASI reveló que el 90% de las personas que envían
sexting, autofotografiándose en poses eróticas o desnudas, son mujeres. En una amplia encuesta
realizada a más de 10.000 estudiantes mexicanos de cuarto de primaria hasta tercero de
secundaria (el 85% tenía entre 12 y 16 años) dio a conocer que casi el 8% de estos jóvenes
reconocen haber enviado imágenes suyas desnudos o semidesnudos a conocidos o extraños. El
36,7% de los encuestados dijo conocer a alguien que ha enviado o reenviado imágenes de ese
tipo, y el 10,2% reconoció haber enviado mensajes de e-mail o de SMS con insinuaciones sexuales
(sexting textual).
Connect Safely identifica los siguientes como los destinatarios más habituales de quienes generan
el sexting:
Según un estudio del INTECO (2010) el 8,1% de los menores españoles recibe de fotos o vídeos de
chicos/as de su entorno en posturas provocativas o inapropiadas. El 4,0% reconoce haberse hecho
fotografías o vídeos a ellos/as mismos/as en posturas provocativas o inapropiadas. La incidencia
directa es algo mayor entre los adolescentes de 15 y 16 años: 6,1%.
En 2010, el 8,6% de los casos remitidos por los internautas al servicio Denuncia-online.org, que
recibe quejas de problemas de diversa índole relacionados con las TIC, tenía que ver con el sexting.
Numerosos colegios e institutos de ese mismo país, así como en Australia y Reino Unido, están
estudiando con urgencia el tema tras la aparición de numerosos casos, y aplicando nuevas normas
al respecto para el curso 2009-2010.
La experta en educación infantil y ex-policía australiana Susan McLean afirmaba en 2010 que
organizaciones que trabajan en el área de Victoria (Australia) cuantifican en el 80% el tanto por
ciento de alumnos de 10º curso (14-15 años) que han enviado o recibido imágenes de sexting.
En una encuesta concluida en 2010 por Safernet Brasil por todo el país se descubrió que el 11% de
los chicos entre 5 y 18 años había realizado alguna vez sexting.
Según la psicóloga estadounidense Susan Lipkins ya hay chicos de tan sólo 9 años que están
haciendo sexting (datos obtenidos en un estudio entre 300 chicos). Según afirma Lipkins al menos
el 65% de los adolescentes entre 13 y 19 años están haciendo sexting.
Según un estudio del Internet & American Life Project (Pew Research Center) en EEUU un 15% de
los usuarios de teléfonos móviles de entre 12 y 17 años han recibido fotos de desnudos o
semidesnudos en sus terminales. Tan sólo un 4% admite haber enviado esas fotos. Según el
estudio de Pew, no hay diferencias entre ambos sexos pero sí que aumentan los casos con la edad:
entre los diecisieteañeros el 8% había enviado imágenes sexualmente provocativas y el 30% las
había recibido.
Un estudio realizado en 2009 entre estudiantes de varios Estados brasileños de entre 5 y 18 años,
reveló que el 12% habían publicado fotos íntimas en internet, enviadas por e-mail o publicadas en
redes sociales. Un 3,8% del total de entrevistados lo habían hecho más de 5 veces.
Según una encuesta realizada en los Estados Unidos por Harris Interactive para la empresa Cox
Communications el 19% de los adolescentes participa en actividades de sexting enviando,
recibiendo o trasmitiendo fotos de desnudos o semidesnudos por MMS o e-mail. El 60% de ellos lo
hace a su novio o novia, pero el 11% reconoce haber enviado sexting a personas que ni siquiera
conocían. El 81% de los sexters tiene menos de 18 años.
Aunque en Australia no existen (en 2009) estudios tan completos como los realizados en EE.UU.,
una encuesta realizada entre 588 chicas por la revista Girlfriend mostraba que un 40% de las
encuestadas habían recibido peticiones de sacarse fotos desnudas y mandárselas a alguien. La
línea de ayuda australiana Kids Helpline recibía en 2009 cerca de 65 llamadas relacionadas con el
bullying cada semana, de las cuales un 20% están directamente relacionadas con la combinación
de sexting y ciberbullying.
Según otra encuesta, realizada en el ámbito universitario por la revista Playboy, la mitad de los
universitarios del país lo practican. El 34% de los entrevistados reconocieron que hay fotos de
ellos desnudos en los teléfonos móviles de otra persona. El 40% de ellos había visto mensajes de
sexting que no eran para ellos y el 20% los ha reenviado. El 15% de los adolescentes y 19% de los
adultos jóvenes envían este tipo de mensajes a personas que sólo conocen de la Red.
Según la revista Family Circle la incidencia del sexting entre los adolescentes estadounidenses
estaría en el 45%.
La asociación argentina Chicos.net ha realizado otra encuesta de la que se desprende que el 36%
de los adolescentes ha enviado fotos suyas en poses provocativas.
En los colegios de Estados Unidos se han detectado casos entre menores de 14 años. También
casos en los que las fotos se han intercambiado por dinero (podría ser considerado venta de
pornografía infantil).
Según la policía del Estado norteamericano de Utah el 25% de las imágenes de pornografía infantil
que detectan, son originadas mediante sexting.
Según una investigación de la ONG Beat Bullying realizada en 2009 y citada en un debate en el
Parlamento Británico, el 38% de los niños de 11 a 18 años habían recibido un mensaje (por email o
móvil) molesto o sexualmente explícito. En otra investigación realizada en 2010 esta misma
organización reveló que el 54% de los profesores sabían que sus alumnos estaban generando y
compartiendo mensajes e imágenes de tipo sexual por medio de sus teléfonos o de Internet.
A la policía del Estado norteamericano de Maine llegaba en 2009 un caso de sexting cada 2
semanas, según informaron, y la cifra seguía aumentando.
Qué es
En nuestra sociedad, el sexting empieza a ser un término cada vez más habitual. No es un
problema de seguridad en sí mismo, sino una práctica de riesgo, sobre todo cuando implica
a los menores de edad. Mediante el sexting, se envían a través del teléfono móvil u otro
dispositivo con cámara, fotografías o vídeos producidos por uno mismo con connotación
sexual. El riesgo está en que una vez enviados estos contenidos, pueden ser utilizados de
forma dañina por los demás.
Voluntariedad. Los mensajes, imágenes y videos son creados conscientemente por sus
protagonistas y enviados inicialmente por ellos mismos a otras personas.
Carácter sexual. Los contenidos tienen una clara connotación sexual: desnudez o semi-
desnudez, así como muestra o descripción de actividades sexuales.
Uso de dispositivos tecnológicos. Lo más habitual es que utilicen su móvil o smartphone,
pero también puede realizarse usando la webcam de la tablet, el ordenador portátil o de
sobremesa. En caso de realizarse durante una videollamada o una sesión de chat con
webcam se denominaría sexcasting.
También es posible que el envío de este tipo de contenidos sea involuntario, ya que otra
persona puede utilizar el dispositivo en el que están almacenados (robo o pérdida de móvil,
uso sin permiso, etc.) y reenviarlos. También puede ocurrir que una persona sea grabada
por otra sin su consentimiento. En ambos casos, los riesgos en lo que respecta a la difusión
de ese contenido son similares al sexting.
En situación
Por qué es un riesgo para los menores
Por qué hacen sexting los menores
Pretender que ningún menor lleve a cabo este tipo de prácticas puede resultar algo poco
realista en la actualidad, cuando desde la sociedad se fomentan roles excesivamente
sexualizados y el concepto de privacidad es cada día más confuso. Debido a este contexto,
la prevención debe centrarse en la reducción de riesgos y el desarrollo de la capacidad de
crítica del menor, para que actúe de forma responsable:
Responder con calma. Estamos para apoyarles y ayudarles a resolver el problema, no para
reaccionar de manera exagerada o negativa. Todos debemos enfocarnos a buscar una
solución y proteger al menor.
Contacto con los difusores. Es recomendable contactar, si es posible, con quienes estén
difundiendo los contenidos e incluso con quienes los hayan recibido para evitar que se
sigan enviando y pedir su eliminación. Asimismo, contactar con el centro educativo puede
ser de utilidad, ya que pueden colaborar con asesoramiento y concienciación.
Reporte al proveedor de servicios. Para que los contenidos se eliminen en muchos casos es
necesario comunicarse con el proveedor de servicio (Instagram, Facebook, Twitter, etc.)
alertándoles sobre el caso. Esto no garantiza que alguien no haya hecho alguna copia, pero
sí limita en buena medida su difusión.
Denuncia. Además, dado que los contenidos incluyen información sensible de menores, es
posible que sea necesario denunciar formalmente los hechos ante las Fuerzas y Cuerpos de
seguridad, sobre todo en casos de extorsión y grooming. En estos casos, será necesario
hacer capturas de pantalla y guardar todas las pruebas.
Apoyo psicológico. Las consecuencias derivadas por este tipo de prácticas son graves, y el
menor puede necesitar apoyo psicológico y emocional. El centro de salud y su centro
educativo pueden ofrecernos orientación si es necesario.