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Enrique V
…brutalmente astuto y astutamente brutal, cualidades necesarias para ser un gran Rey.
1
Bloom, Harold. (1998). Shakespeare. The invention of the human. Riverhead Books. New York.
USA:
La batalla sigue y los pobladores de Harfleur se rinden. En la victoria,
vuelve el caballero: Enrique le ordena a sus tropas que no cometan ningún acto
agresivo contra la población.
2
Shakespeare, William. (1996). Obras completas. Edición bilingüe del Instituto Shakespeare
dirigida por Miguel Angel Conejero. Editorial Cátedra. Madrid, España. Acto 4. Escena 7
No estuve enojado desde que llegué a Francia
hasta este instante…
Les cortaremos la garganta a todos los que atrapemos
Ni uno solo de ellos probará nuestra misericordia.
Cuando una persona desarrolla esta relación con los demás, también se
está desarrollando a sí mismo. Shakespeare enseña que pasar tiempo con las
personas que van a ser nuestros colaboradores significa aprender a liderar.
Uno de los tres, Scroop, era su amigo más cercano con el que no tenía
secretos. Obviamente, estaba al tanto de todos los detalles de la invasión.
3
Senge, Peter. (1998). La danza del cambio. Editorial Granica, Buenos Aires.
Scroop, el amigo íntimo del Rey, actuaba como su confidente, cuando en
realidad lo estaba traicionando y estaba dispuesto a asesinarlo. La apariencia
del amigo enmascaraba la realidad del enemigo.
Aun conociendo la traición, Enrique duda acerca del castigo que merecen,
ya que eran amigos muy queridos.
Reunido con ellos, inventa una historia. Les cuenta que un súbdito que
había bebido en exceso, le había faltado el respeto al Rey. En realidad, estaba
probando a los traidores para ver qué castigo le sugerían para el borracho.
Scroop sugiere que debería ser duramente castigado, ya que era una
falta que no podía quedar impune. En este momento, Enrique alienta a los tres
traidores a que, en función del cariño que le tenían al Rey, le sugirieran un
castigo para el borracho que lo había ofendido con sus palabras.
Una importante lección pasa por el tiempo que insumió Enrique para
prepararse para la batalla. No es solo cuestión de resolver los problemas
logísticos, sino estar preparado personalmente para ser un gran líder en
circunstancias difíciles, de modo que tanto el líder como sus colaboradores
tengan confianza en el logro de los objetivos.
Continúa Drucker5:
4
Drucker, Peter. (2001). The essential Drucker. Harper Business. New York, USA.
5
Drucker, Peter. op. cit.
6
Shakespeare, William. (1996). Obras completas. Edición bilingüe del Instituto Shakespeare
dirigida por Miguel Angel Conejero. Editorial Cátedra. Madrid, España. Acto 3. Escena 6.
El ejército de Enrique estaba débil, en inferioridad numérica y en una
localización desventajosa. Para tener alguna chance, debía maximizar el
rendimiento de sus recursos.
Enrique tenía una ventaja táctica: sus arqueros podían disparar doce
flechas por minuto, mientras que las ballestas francesas solo podían disparar
dos proyectiles en el mismo lapso. Pero también sabía que era fundamental
levantar la moral de sus tropas, aunque estaba seguro que si mentía acerca de
las posibilidades de ganar la batalla, nadie le creería.
Durante la noche habló con los soldados sobre la batalla y sobre su Rey.
El era capaz de hablar en el lenguaje de los soldados y entendía perfectamente
su cultura.
Uno de los soldados le dice a Enrique que seguramente iban a morir, sus
familias quedarían en la pobreza y sus almas serían condenadas por una causa
que no compartían y que todo eso era culpa del Rey.
Por supuesto, esta es una posición que pone toda la culpa en el otro lado.
Una de las maneras de ejercer el rol de seguidor es dejar de lado la capacidad
individual de decisión y reemplazarla por las decisiones del líder. En este caso,
no hay posibilidades que los colaboradores tomen la iniciativa ni generen
ninguna innovación. La gente hace las cosas porque se las ordenaron. Si el
resultado no es el esperado, la culpa la tiene el que emitió las órdenes.
En la discusión con los soldados, Enrique afirma que ellos tienen libre
albedrío. Afirma que cada soldado debe hacerse responsable de su posición y
mejorarla en la medida de lo posible. Existe una deuda con el Rey, pero cada
uno tiene una deuda con sí mismo. Los individuos son responsables por sus
propias acciones y por sus propias almas. El rey no es responsable de ello.
Los dos soldados que charlaban con Enrique coinciden con el punto de
vista. De esta manera, justo antes de una batalla en la cual tanto el Rey como
los soldados esperaban morir, el Rey logra convencer a dos de ellos que están a
cargo de su propio destino. Incluso uno de ellos está tan convencido que afirma
que va a utilizar su libre albedrío para luchar a muerte por el Rey.
Sabía que sus hombres pensaban que ellos iban a morir y que era
bastante probable que el Rey pudiera salvarse de alguna manera. Para
empeorar la situación, uno de sus comandantes, su primo Westmoreland, en
frente de los hombres, le expresa su deseo de contar con los hombres que
quedaron en Inglaterra.
7
Shakespeare, William. (1996). Obras completas. Edición bilingüe del Instituto Shakespeare
dirigida por Miguel Angel Conejero. Editorial Cátedra. Madrid, España. Acto 4 Escena 3.
No deseo ni un hombre más…
Ten fe, primo, no desees más hombres de Inglaterra:
No quisiera compartir tan grande honor
Ni siquiera con un hombre más.
Tal es la esperanza que tengo.
Este desafío también les otorga a los hombres la salida que ellos
suponían que el Rey iba a utilizar para sí mismo. Las tropas creían que el Rey
podía salvarse de la muerte en la batalla, gracias a su posición.
Para poder apelar con éxito a sus soldados como hermanos de sangre,
hace falta un profundo conocimiento del lenguaje y de la cultura.
El éxito también radica en que apela a su orgullo como soldados.
Vinieron a Francia a pelear. No hay motivación más potente que el significado
de la tarea.
Ricardo III
Así como Enrique V no era un héroe perfecto, sino un ser humano con
sus ambigüedades y momentos oscuros, Ricardo III es un villano, pero a la vez
es un mago del poder con gran retórica, una persona brillante, que retiene a
sus seguidores con amenazas terribles y sentimientos de culpa, enredándolos
cada vez más.
Consigue convencer a la princesa Ana para que se case con él, luego de
haber asesinado al suegro y al marido de ella, convenciéndola con el reclamo
de haberlo hecho solo por amor hacia ella.
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Shakespeare, William. (1997). Ricardo II, Ricardo III. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires,
Argentina. Acto 1 Escena 1.
9
Shakespeare, William. op.cit. Acto 1 Escena 1
y a odiar los huecos goces de estos días.
Tracé planes, sospechas arriesgadas,
divulgué profecías, ebrios sueños
que al Rey enfrenten con Clarence, mi hermano,
y con odio mortal; si el Rey Eduardo
es tan justo y leal como yo falso,
sutil y traicionero, en este día
será encerrado Clarence.
Queda a cargo de la nación, pero no puede ser coronado rey, porque los
dos hijos de Eduardo están vivos. Simplemente tiene que mantenerles el trono
preparado a sus sobrinos.
10
Shakespeare, William. op. cit. Acto 3 Escena 4
Buckingham: ¿Quién? ¿Yo? Nos conocemos bien los rostros,
pero él no sabe más que hay en mi corazón
que yo en los vuestros; ni yo más de su alma
que de la mía vosotros. Lord Hastings, usted se
halla ligado a él por una amistad estrecha
Hastings: Se lo agradezco, y sé cuanto me aprecia,
más qué piensa de la coronación,
ni lo sondeé, ni tuvo a bien mostrar
su graciosa opinión en modo alguno:
pueden fijar ustedes el momento
y yo, en nombre del Protector, daré un voto
que, espero, tomará de buen talante.
Estos son los aliados más cercanos de Ricardo, pero están aterrorizados
de lo que pueda suceder. El Obispo de Ely tiene razón: Buckingham es la
persona más cercana a Ricardo. Pero Buckingham es realista y dice:
“conocemos nuestras caras, pero no nuestros corazones”.
La realidad indica que, antes del final de ese día, Hastings fue ejecutado
por orden de Ricardo (“¡Que lo maten! ¡Ya encontraremos un motivo!”). El
precio de la proximidad al mundo de Ricardo era demasiado alto.
Ninguno de los que están cerca de él sabe cuál será su próximo paso.
Sea lo que sea, será en su propio beneficio.
Ricardo sabe que los demás han sido asesinados o han desertado. Como
si ese miedo de sí mismo no fuera suficiente, reconoce que, al igual que los
fantasmas de las personas que asesinó, él tampoco se apiada de su propia alma.
11
Shakespeare, William. op.cit. Acto 5 Escena 3
No tuvo piedad de su hermano ni de sus sobrinos, ¿cómo iba a apiadarse
de aquel que los asesinó?. En el momento de su última batalla, Ricardo está
completamente solo.
Ricardo demuestra que una clara ambición, combinada con una voluntad
extrema para actuar bajo cualquier circunstancia, puede alcanzar el éxito,
incluso contra todos los pronósticos. Pero en el proceso se pierde la confianza
de todos los que lo rodean.
Shakespeare quiere mostrar que tal tipo de camino hacia el poder puede
“funcionar” pero, en última instancia; se va a volver en contra de la persona
que lo eligió.
El poder, incluso el de un Rey, no puede ser ejercido sin la confianza de
otras personas. La ambición individual llevada al extremo puede lograr el éxito,
pero al mismo tiempo contiene el desastre.
Ricardo III es una clara muestra de lo que ocurre cuando un líder falla
en el lento y meticuloso trabajo de construir relaciones con los demás.