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Tal como se discutió a lo largo del presente trabajo, la Convención de Viena de 1980 sobre

Compraventa Internacional de Mercaderías representa un valioso instrumento para el desarrollo


del comercio internacional, sobre bases de igualdad y seguridad jurídica.

Es de importancia mencionar que EL Salvador forma parte de esa gran mayoría de países que han
ratificado la Convención ya que esta constituye el texto jurídico más completo que regula en materia
de Compraventa Internacional, ampliando la escasa regulación interna que existía en nuestro país,
aun y cuando existían dispersas disposiciones aplicables a esta área; pero las cuales no podían dar
una solución jurídica concreta, por lo que en 387 nuestro país se evidenció la necesidad de ir
adecuando y dando cabida a nuevas formas de contratación que deben ser reguladas , y dado que
en nuestra economía, no exista la posibilidad de otras Modalidades de Contratación Internacional,
si existía la necesidad de dar seguridad jurídica a los comerciantes nacionales por tanto con motivo
de ampliar, unificar y sistematizar la Compraventa Internacional el gobierno de la República de El
Salvador, se adhirió por medio del Acuerdo Ejecutivo Nº 553, de Fecha 2 de junio de 1999 a la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de
Mercaderías y la ratificó mediante el Decreto Legislativo N°759 de fecha 18 de noviembre de 1999
y que fue Publicada en el Diario Oficial Nº 239; Tomo Nº 345 del 22 de diciembre de 1999.

Por tanto la Convención deja abierta la posibilidad de que haya una reforma en nuestro Código de
Comercio a través de la incorporación de una norma que remita a la aplicación directa de la misma,
ya que no obstante una vez ratificada por nuestro país y por ser una Convención con carácter de
“Self. Executing” (autoaplicativa), y en la que no existe una obligatoriedad para el Estado que la
ratifica esta puede ser o no aplicada por el aplicador del derecho; pero como no presenta ningún
inconveniente jurídico al aplicarlo el juez tiene una certeza jurídica de su aplicación.

La Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de


Mercaderías, por estar elaborado bajo el método de 390 derecho uniforme, y en la cual también se
incluyen normas de conflicto, no hay obligación para los Estados contratantes de incorporarlas en
su derecho interno, es decir, y en nuestro caso en particular una vez rarificada por nuestro país y en
base al artículo 144 Cn. es parte de nuestro derecho interno; pero no obstante existe necesidad
primero de hacer una reforma en el Código de Comercio a través de la incorporación de una norma
específica que este redactada de la siguiente manera “La Compraventa Internacional se regirá por
la Convención de las Naciones Unidas de 1980 sobre los Contratos de Compraventa Internacional
de Mercaderías o CCIM y supletoriamente se aplicarán los principios sobe los Contratos Comerciales
Internaciones del Instituto para Unificación para el Derecho Internacional Privado(UNIDROIT)” , lo
cual traería como consecuencia incorporar una norma de conflicto en el que se produjera una
aplicación y un sometimiento extensivo a otros ordenamientos internacionales que se relacionen
con la Compraventa Internacional, generando de esta manera una mayor regulación que conlleve a
someterse a las partes afectadas a ordenamientos jurídicos internacionales que regulan de manera
extensiva y uniforme este tipo de Contrato; segundo la uniformidad de la Convención conlleva a que
la obligación para los Estados contratantes de incorporar las normas de la Convención a su derecho
interno es que entre los estados parte en la Convención, sus jueces y tribunales, consulten a la
Convención y apliquen dicha normativa como si fuera una norma material interna, o sea de manera
directa y para resolver el fondo del asunto.
Sobre el ámbito de aplicación de la Convención cabe hacer alusión al establecimiento de las partes
contratantes, ya que la misma Convención establece como criterio básico para su aplicación a los
Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías que los establecimientos de las partes se
encuentren en Estados diferentes. De ahí si una de las partes contratantes tiene mas de dos
establecimientos el pertinente será aquel que guarde relación mas estrecha con el contrato; de esto
también podemos mencionar que la Convención no se aplica a Contratos de Compraventa
Internacional cuando las partes tienen sus establecimientos en un solo Estado, con lo que la
Convención al concentrase en el Contrato de Compraventa Internacional de Mercaderías entre
partes cuyos establecimientos están en Estados diferentes pretende en primer lugar reducir la
búsqueda de una legislación cuyas normas sean mas favorables para una de las partes; en segundo
lugar busca la necesidad de recurrir a las normas de Derecho Internacional Privado; y en tercer lugar
busca aportar un cuerpo de normas uniformes que permitan regular apropiadamente las
transacciones de carácter Internacional.

Otro aspecto que establece la Convención es que sus normas no se aplica a lo concerniente a la
validez del contrato, ya que en muchos países es requisito celebrar por escrito el Contrato de
Compraventa ya que constituye una materia estrechamente relacionada con la validez del contrato
por lo que queda relegado al derecho interno de las partes contratantes; así por ejemplo la misma
Convención establece que el Estado contratante cuya legislación exige que se celebre o se pruebe
por escrito el contrato, queda facultado para emitir una declaración señalando que no se aplique
los dispuesto por la Convención cuando una de las partes tenga su establecimiento en ese Estado.

Para finalizar, mencionaremos que de acuerdo al análisis de la legislación nacional e internacional


como: principalmente el Principio de la Autonomía de la Voluntad de las Partes; los Usos y Prácticas,
así como los Términos de Contratación Internacional; la Convención de las Naciones Unidas sobre
los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías; Derecho Internacional Privado, en
nuestro caso el Código de Bustamante y el Código de Comercio, la Ley General Marítima Y Portuaria,
constituyen en su conjunto una regulación jurídico suficiente que permite dar seguridad jurídica a
los Contratos de Compraventa Internacional ya que como se mencionó anteriormente se
complementan uno con otro permitiendo una sistematización entre todas ellas.

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