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90.-III . Disolucion del matrimonio.

- El jefe de familia tuvo, durante largo


tiempo, el derecho de romper por única voluntad el matrimonio del hijo
sometido a su autoridad. Antonino el Piadoso y Marco Aurelio hicieron
cesar este abuso de autoridad. Las demás causas de disolución del
matrimonio son las siguientes:
1. La muerte de uno de los esposos.- El marido podía volver a casarse
inmediatamente; pero, en cambio la viuda debía guardar el luto durante
diez meses, y no volver a casarse antes de la expiración de esta fecha, a fin
de evitar confusión de parto, es decir, la incertidumbre, en cuanto a la
paternidad, del hijo que pudiera nacer durante este periodo. La violación
de esta prescripción arrastraba la infamia para el segundo marido, para los
ascendientes que teniendo autoridad sobre los esposos habían consentido
el matrimonio y, finalmente, para la misma mujer.
2. La pérdida del connubium, resultando de la reducción en esclavitud. Si
alguno de los esposos ha sido hecho prisionero por el enemigo se disuelve
el matrimonio, no siendo retroactivamente restablecido por la vuelta del
cautivo, pues el posiliminium no podía borrar un hecho tal como la
separación material de los esposos. Pero si han estado juntos siendo
prisioneros, no habiendo cesado entre ellos la cohabitación durante su
cautividad, y volviendo después a un mismo tiempo, entonces no ha habido
interrupción de hecho, y la esclavitud será borrada jure poslliminii; y, por
tanto se consideran legítimos los hijos nacidos durante la cautividad.
3. El divorcio.- Aunque al parecer, el divorcio fue adimitido legalmente
desde el origen de Roma, sin embargo, los antiguos romanos no disfrutaban
de esta libertad, que, sin duda alguna, no coordinaba con la severidad de
las costumbres primitivas.
Ademas, la mujer, sometida casi siempre a la manus del marido,era como
una hija bajo la autoridad paterna, reduciéndose a un derecho de
repudiación la facultad de divorciar en estas uniones, que solo el marido
podía ejecutar y siendo por causas graves. Fue solamente en los
matrimonios sin manus ( por cierto muy raros) donde en esta materia tenían los
dos esposos los derechos iguales, asi que, en efecto, en los primeros siglos
apenas hubo divocios. Pero, havia el fin de la Republica, y sobre todo bajo el
Imperio, habiéndose relajado extraordinariamente las costumbres, y siendo mas
rara la manus, podía la mujer con mayor frecuencia provcar el divorcio, hasta el
extremo que antiguamente los historiadores y los poetas se pisieron de acuerdo
para criticar la facilidad con que se rompían los matrimonios.
Asi generalizado, el divorcio podía efectuarse de dos maneras: 1.- Bona gratia,
es decir por la propia voluntad de los esposos, no siendo requerida de esta
manera ninguna formalidad , pues el desacuerdo disulve lo que el consentimiento
había unido; 2.- Por repudiación, es decir, por la voluntad de uno de los esposos,
aunque sea sin causa. La mujer tiene este derecho lo mismo que el marido,
excepto la mujer manumitida y casada con su patrono. Bajo Augusto, y para
facilitar la prueba de la repudiación, la ley Julia de adulteris exige que el que
intente divorciarse notifique al otro esposo su voluntad en presencia de siete
testigos, oralmente o por una acta escrita, que le era entregada por un
manumitido.
Los emperadores cristianos no suprimieron el divorcio, que estaba ya
profundamente arraigado en las costumbres, pero si buscaban el hacerlo mas
difícil, obligando a precisar las causas legitimas de repudiación.
Por otra parte se publicaron en numerosas Constituciones, para casos de
divorcio, infinidad de penas más o menos grave contra el esposo culpable, o
contra el autor de alguna repudiación sin causa legitima.
APENICE
Otras uniones licitas
91.-I. Del concubinato.- Los romanos dan el nombre de concubinatus a una unión
de orden inferior mas duradera, y que se distinguia asi de las relaciones
pasajeras consideradas como licitas.
Esta especie de matrimonio, completamente extraño a nuestras costumbres
actuales, aunque frecuente en Roma, parece haber nacido de la desigualdad de
las condiciones. Un ciudadano tomaba para concubina a una mujer poco
honrada, indigna, por tanto de hacerla su esposa; tal como una manumitida o
una ingenua de baja extracción. Hasta el fin de la Republica, el Derecho no se
ocupó de estas simples uniones de hecho, pues fue bajo Augusto cuando el
concubinato recibió su nombre. La ley Julia de adulteriis calificaba de stuprum
y castigaba todo comercio con joven o viuda, fuera de la justae nuptiae, haciendo
una excepción en favor de la unión duradera llamada concubinato, que recibió
de esta manera una especie de sanción legal: Desde entonces le fueron
impuestas ciertas condiciones para precisar los limites por los cuales ya
únicamente existía un comercio ilícito. Por eso el concubinato solo estaba
permitida entre personas púberas, y no parientes en el grado prohibido para el
matrimonio. No se puede tener mas de una concubina, y únicamente no
habiendo mujer legitima. Estas son las condiciones de que nos hablan los textos.
El consentimiento del jefe de familia no era exigido. Escapándose el concubinato
a las demás prohibiciones publicadas para la justae nuptiae; por ejemplo: un
gobernador que no se pudiera casar con una mujer de su provincia, podía tomar
una concubina.
En un principio, no producia ninguno de los efectos civiles unidos a la justae
nuptiae. Por eso la mujer no era elevada a la condición social del marido, pues
aunque algún ciudadano hubiese tomado para concubina alguna mujer de su
mismo rango, lo cual era muy raro, nunca era tratada como uxor en la casa y en
la familia; de donde venia el hombre de inaequale conjugium aplicado a esta
unión.
En cuanto a los hijos nacidos del concubinato, son cognados de la madre y de
los parientes matenos, pero no están sometidos a la autoridad del padre, y nacen
sui juris. Por tanto, un ciudadano puede elegir dos clases de uniones, cuas
consecuencias son distintas. Si quiere desarrollar su familia civil, contrae la
justae nuptiae, que le darán hijos bajo su autoridad; ahora, si quiere dejar fuera
de su familia los hijos que le nacieran de la mujer a la cual se unio, entonces
toma una concubina. Pero estos hijos, no siendo agnados del padre, tienen con
el al menos un parentesco natural, legalmente cierto, ¿se distinguen por esto de
los spurii concepti? En la apoca clásica, ningun texto pudo afirmarlo. Fue
únicamente en el Bajo Imperio, y desde Constantino, cuando parece haber sido
reconocido un lazo natural entre el padre y los hijos nacidos del concubinato,
designándoles con la nueva apelación de liberi naturelas. El padre puede
legitimarlos. Y Justiniano termino dando como efectos a esta filiación natural la
obligación de alimentos y ciertos derechos de sucesión.
Los emperadores cristianos buscaron la manera de hacer desaparecer el
concubinato. Constantino creyo acertar ofreciendo a las personas viviendo
entonces en concubinato, y teniendo hijos naturales, legitimarlos, siempre que
transformasen su unión en justae nuptiae, siendo también acordado por Zenon
este mismo favor sin ningún reparo. Anastasio fue todavía mas lejos, pues
decidio que, tanto en lo presente como en lo futuro, todos los que tuviesen hijos
nacidos del concubinato podían legitimarlos contrayendo las justiae nuptiae. Esta
disposición fue conservada por Justiniano, es la legitimación por matrimonio
subsiguiente. Sin embargo, el concubinato subsistio, como institución legal y
tolerada por la Iglesia. Fue prohibido en Oriente, la primera vez por Leon el
Filosofo.
ii. Del matrimonio ´´sine connubio``.- Es el matrimonio entre dos personas que
no tienen, o una de ellas no tiene, el connubium; por ejemplo entre un ciudadano
romano y una peregrina o una latina; o entre dos peregrinos. Esta unión no tenia
nada de ilícita y constituia un matrimonio valido, aunque sin producir los efectos
del justiae nuptiae.
Entonces los hijos serán cognados de la madre, aunque nacen sui juris, y casi
siempre peregrinos a causa de la Ley Minicia. El marido puede perseguir el
adulterio de la mujer, y este matrimonio se puede convertir en justae nuptiae, por
la causae probatio, y por erroris causae probatio: entonces adquiere el padre
autoridad sobre los hijos ya nacidos.
Este matrimonio se hizo mas raro con la extensión del Derecho de ciudadanía.
Bajo Justiniano, y cuando fueron suprimidos los latinos junianos, solo fue
suceptible de la aplicación para los condenados a una pena que llevara consigo
la perdida de los derechos de ciudadano.
II. Del contubernio.- Se llama asi a la unión entre esclavos o entre una persona
libre y un esclavo. Es un simple hecho destituido de todo efecto civil. El hijo sigue
la condición de la madre, y durante largo tiempo el Derecho no reconocio entre
esclavos parentesco, ni aun natural, aunque al principio del Imperio se admitió
una especie de cognalio servilis entre el padre, la madre y los hijos, por una
parte, y por otra parte, entre hermanos y hermanas. Este cognalio tenia por
objeto impedir entre estas personas, hechas libres por manumisión, matrimonios
que hubiesen sido muy contrarios al derecho natural y a la moral.

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