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Necesidad de Pedro Costa

CARLOS F. HEREDERO

Pedro Costa decía que había filmado Juventude em Marcha como respuesta a un dolor y que "ese dolor
constituía la necesidad del film". Lo decía en las páginas del n° 1 de Cahiers du cinéma. España (ejem-
plar fundacional: mayo, 2007), hace ahora exactamente dos años, dentro de la primera entrevista que
publicamos con él. Después llegó una segunda entrevista (n° 14, julio/agosto. 2008), en la que expli-
caba que su concepción del cine, desde No Quarto da Vanda en adelante, pasa por "el compromiso de no
abandonar", por "intentar que el cine sea una experiencia más normal, de todos los días, más constante,
más dedicada, teniendo una correspondencia con la realidad". Entre una y otra entrevista es fácil detec-
tar un hilo conductor: el imperativo de hacer cine para hacerse cargo de lo real, para permanecer junto
a las personas reales en su hábitat real y en su cotidianidad real, despojándose de todo el artificio que
impone, forzosamente, la pesada maquinaria de la producción industrial.
Aquel programa de actuación, sustanciado con ejemplar coherencia en los dos títulos citados, ha
encontrado continuidad, posteriormente, en dos trabajos de metraje corto (Tarrafal y A Caça ao Coelho
com Pau), pero -mientras tanto- ninguna película de Pedro Costa ha conseguido todavía llegar a estre-
narse en las pantallas españolas. Su cine ha estado presente en los museos, en algunos festivales y en
soporte DVD, pero ha seguido siendo inaccesible para el resto de los aficionados.
Y es precisamente el dolor de esta ausencia, podríamos decir nosotros también (parafraseando a
Costa), lo que constituye la necesidad de este cuadernillo especial, que publicamos en sintonía con la
iniciativa conjunta de Filmoteca Española, PhotoEspaña y La Casa Encendida, a fin de rescatar y poner
en valor una obra absolutamente esencial para los caminos del cine contemporáneo: la filmografía de
un creador que ha decidido renunciar a los oropeles del "aparato cinematográfico" para reencontrarse,
mediante las pequeñas cámaras digitales, con la verdad esencial del cine de Ford, de Ozu, de Tourneur,
de Chaplin, de Straub y Huillet, de Lang y de Buñuel.
Pero no es sólo una cuestión de tecnología, por supuesto. Es también, y sobre todo, una cuestión de
actitud, de mirada y de compromiso. De actitud, porque Pedro Costa ha decidido que su lugar no es la
industria ni la profesión cinematográfica (tomadas éstas en su acepción institucional), sino el mismo
espacio vital y social en el que viven las personas a las que retrata, con las que comparte casi su pro-
pia existencia para filmar el pulso y el des-
garro cotidiano de su existencia. De mirada,
porque su cine no se conforma con registrar
las apariencias en bruto, sino que busca de
manera incesante el destilado esencial -es
decir, estético y formal- de aquéllas (o de
sus contradicciones). Y de compromiso, por-
que la opción realista que expresa hunde sus
raíces en una opción moral autoexigente, que
se impone a sí misma límites infranqueables y
que nunca traiciona su propio código.
El cine de Pedro Costa nos obliga, en con-
secuencia, a "permanecer en el barrio" (como
diría él); es decir, a intentar que nuestras pági-
nas transmitan, también, la máxima cercanía
con sus imágenes y el mayor grado posible de
compromiso y de intimidad con sus propues-
tas. Nos obliga a verlo, y a analizarlo, no por
encima de él, sino junto a él. •
Resistencias GLORIA SALVADÓ CORRETGER

Pedro Costa es uno de los cineastas experiencia reveladora, Costa volvió sus "modelos" (léase en el sentido bres-
más relevantes del cine portugués de a Portugal y entró en contacto con soniano); recopila anécdotas, historias
los últimos años, junto con Manoel de los vecinos del barrio de Fontainhas, y momentos que luego reescribe para
Oliveira y João César Monteiro. A pesar parientes y amigos de los nativos que obtener el texto definitivo que ellos
de ello, resiste en los márgenes del cine había filmado en Cabo Verde. Así mismos deben pronunciar. El acto de
europeo contemporáneo. surgió Ossos (1997), película interpre- habla puro es arrancado de la memo-
Se dió a conocer en el Festival de tada fundamentalmente por habitantes ria y de las experiencias de los per-
Venecia de 1989 con un primer largo- de Fontainhas sin ninguna experiencia sonajes. Posteriormente, éstos deben
metraje, O Sangue (1989), saturado de en el ámbito de la actuación y filmada reapropiarse de palabras que ya no son
homenajes a cineastas clásicos (Ford, en el mismo suburbio lisboeta. La com- estrictamente suyas. La brecha que
Laughton, Murnau, Lang, entre otros). plicidad con Vanda Duarte, una de las se abre entre ambos discursos denota
El film ya puso en evidencia la capaci- protagonistas, y el deseo por parte del una cierta resistencia del texto, que se
dad para contar historias y componer director de despojarse de la parafer- manifiesta en ocasiones a través del
imágenes del joven director, que en este nalia técnica del rodaje provocó que, ritmo interiorizado y mecánico del
trabajo empezó a dar forma a algunas finalmente, el cineasta topara con el recitado, y de los cuerpos.
constantes temáticas (familias disgre- universo central de su obra y diera con Esa resistencia de la palabra que
gadas, ambientes marginales, miste- el sistema de filmación ideal: el rodaje recupera el hecho histórico descubre a
rios intangibles, etc.) y formales (gusto en solitario y de largo recorrido, que un cineasta político que entronca con la
por los rostros, las diagonales compo- puso en práctica en el documental No obra de los Straub (véase: Où gît votre
sourire enfoui?, de 2001), pero también
con la de António Reis y Margarida
Costa sigue el hilo tendido por Antonio Reis: filma la persistencia Cordeiro, maestros en quienes Pedro
Costa encontró finalmente un pasado
de las ruinas en un paisaje, de una memoria que la tierra sepulta cinematográfico en el que recono-
cerse: "A partir del momento en el que
y el combate de unos cuerpos por intentar sobrevivir vi Trás-os-Montes encontré finalmente
la oportunidad de tener un pasado en
sitivas, la intimidad de una pequeña Quarto da Vanda (2000) y consolidó en el cine portugués."1 Así, el sentimiento
habitación, el recitado, el claroscuro, Juventude em Marcha (2006). de orfandad que había acompañado a
etc.) de su obra. Cinco años más tarde, De este modo, Costa se ha convertido Costa durante años desapareció. En
decepcionado por el ambiente gene- en un artesano del cine. Filma prácti- Trás-os-Montes (1976) descubrió que
ral y las políticas culturales de su país, camente sin equipo, armado con una el germen de cualquier relato cinema-
Costa decidió trasladarse a Cabo Verde pequeña cámara DV y algún reflec- tográfico se encontraba en un gesto, un
para filmar su siguiente película, Casa tor con el que modela los haces de luz paisaje, una figura; en definitiva, en la
de Lava (1994). En Isla da Fogo empezó que perfilan sus planos como si se tra- realidad: "[...] Empezar a pensar una
a fraguarse la ecuación central de su fil- tara de pinturas de las grandes figu- película siempre a partir de alguien real,
mografía: el guión de argumento tour- ras del barroco europeo. Se sumerge de un rostro, de una manera de andar,
neriano vivió un giro rosselliniano al largos meses en el universo marginal de un lugar, más que de una historia."2
enfrentarse el cineasta con el 'otro'. e invisible que habitan sus personajes António Reis fue además su profesor en
En ese momento se inició una tensión (Fontainhas, Casal Boba), cuya verdad la Escola Superior de Teatro e Cinema
que permanece en todo su cine: aque- conforma la estructura principal de de Lisboa. En aquella época, a finales
lla que une lo real con lo fantástico, el la película: previamente al rodaje, el de los años setenta, Pedro Costa era
documental con la ficción. Tras esta director realiza un intenso trabajo con un adolescente enfurecido que des-
libertad desbocada de las calles y la dis-
ciplina opresiva de un centro correc-
cional en Os Mutantes, de Villaverde; la
obsesión amorosa y erótica en la que se
ve sumergido un joven basurero homo-
sexual en O Fantasma, de Rodrigues)
se ve desbordada por la presencia de
lo fantástico (el desdoblamiento espec-
tral de la protagonista al inicio de Os
mutantes; la kafkiana mutación animal
del personaje central de O Fantasma).
Como ocurre en el cine de Costa, se
trata de películas erigidas sobre la
tensión que genera el contacto del
documental con la ficción. Asimismo,
directores más jóvenes, como Claúdia
Tomaz o Hugo Vieria da Silva (aque-
llos que pertenecen a la "quinta gene-
ración"), también dirigen una mirada
parca y despojada hacia el mundo.
Pedro Costa observa a "la bruxa" durante el rodaje de No Quarto da Vanda Interesados por territorios apartados,
marginales o malditos, y por los perso-
najes que allí habitan (toxicómanos en
cargaba su rabia a través de la música unos cuerpos por intentar sobrevivir
Noites, de Tomaz; jóvenes con adiccio-
punk. Reis, con quien forjó una estre- (los inmigrantes, vivos-muertos, invi-
nes y problemas de conducta en Body
cha amistad, le descubrió otras mane- sibles en la Europa contemporánea,
Rice, de Da Silva) se adentran en prác-
ras de convertir su malestar en arte: moderna y unida). "[...] La historia en
ticas cinematográficas al límite, que
"Yo traía la brutalidad de mis conviccio- el plano [...]".4 Sin embargo, el gran mis-
confluyen con el particular trabajo de
nes y él, con su maravillosa erudición, terio de la obra de Costa se esconde en
Pedro Costa. Ya lo dijo Pessoa: "Ya que
me transmitía su convicción de un arte el corte del montaje, en la fisura que se
no podemos extraer belleza de la vida,
brutal. Yo pensaba en el punk [...], tone- abre entre dos imágenes, en ese vacío
busquemos al menos extraer belleza de
ladas de silencio y angustia. El me mos- donde la muerte aguarda.
no poder extraer belleza de la vida". •
traba ¡os bisontes de Lascaux, los frescos Pedro Costa abandera lo que Jacques
de Giotto y los poemas persas [...]. Las Parsi denominó "cuarta generación"
lecciones de cine y de vida de António de cineastas portugueses. Todos ellos
daban la razón a mi miedo y a mi rabia. practican una escritura de la desespe- (1) Moutinho, Anabela; Da Graça Lobo, Maria (eds.).
Era eso, me daban una razón poética."3 ración. Teresa Villaverde, João Pedro António Reis e Margarida Cordeiro. A poesia da terra.
Costa sigue desde aquél instante el hilo Faro: Cineclube do Faro, 1997, pág. 65.
Rodrigues y Rita Azevedo Gomes,
tendido por António Reis: filma la per- (2) Ibídem, pág. 65.
entre otros, también se interesan por
sistencia de las ruinas en un paisaje (el el lugar que ocupan los fantasmas, por (3) Palabras de Pedro Costa recogidas en una entre-
barrio de Fontainhas en demolición), vista realizada por Jaques Lemière en Rouen, enero
la emergencia de una verdad olvidada,
de 1995. En: Dossier de prensa de Casa de Lava, Ma-
de una memoria que la tierra sepulta por hacer visible lo invisible. La cruda dragoa Films.
(la colonización portuguesa, las tradi- realidad en la que anclan sus relatos (4) Moutinho, Anabela; Da Graça Lobo, Maria (eds.).
ciones caboverdianas) y el combate de (los adolescentes que viven entre la Op. cit. pág. 66.
Película a película, la filmografía de Pedro Costa avanza y se
vuelve sobre sí misma, simultáneamente, al tiempo que se abre a
nuevos horizontes. Se despliega aquí un recorrido ordenado por
los sucesivos eslabones que ordenan su coherente evolución.

Antes de O Sangue, Pedro Costa sólo había realizado pequeñas películas para niños. El objetivo era
O Sangue crear algo allí donde no había nada, aparte de Manoel de Oliveira, quizás, y de António Reis, su pro-
(Portugal, 1989)
fesor. Un joven "huérfano" buscaba un padre cinematográfico; lo hacía también en películas de Ford,
de Murnau; descubriendo a Rossellini. De modo que cuando llega al primer largometraje, acarrea
todas las imágenes con las que consolar una ausencia que, sin embargo, persiste. O Sangue es un film
de cinéfilo, sí, pero alimentado por el fulgurante romanticismo de la juventud, con su belleza frágil,
quebradiza. Un film que, visto hoy, muestra la encantadora precariedad de los primeros pasos; sus
trazos ambiciosos pero vacilantes.
Ocurre en un pequeño pueblo del valle del Tajo; en una zona boscosa a orillas del río. La película,
nocturna, densamente poblada de sombras, dibuja en planos cuidadosamente compuestos un mundo
enigmático, un poco opaco, con lo siniestro de los mayores y la viva confusión de los jóvenes que lo
Guión: Pedro Costa. Fotografía: Martin atraviesan. Está habitada por el misterio, el secreto; hecha de desapariciones y apariciones; oculta
Schaefer. Montaje: Manuela Viegas. entre bruscas elipsis. Es un territorio propicio para el cine.
Intérpretes: Pedro Hestner, Nuno Ferreira,
Inês de Medeiros, Luis Miguel Cintra, Canto Desaparece el padre, figura sombría y tormentosa, acuciado por deudas contraídas con la mafia.
e Castro, Isabel de Castro. Henrique Viana, Deja solos a sus hijos, Vicente y Nino, el adolescente y el niño; arrojados al mundo y a la noche. Se
Luís Santos, Manuel João Vieira, Sara Breia, plantea así el problema de la transmisión, crucial en el cine de Pedro Costa. La ausencia del padre, o su
José Eduardo, A. Otero. Formato: 35 mm,
1:1,33, blanco y negro. Duración: 95 min.
muerte, es el misterio que recubre el film y resurge a cada paso, como el cuerpo que aparece a la vera
del río en la noche brumosa. Queda la deuda como herencia legada y la turbia figura de sustitución
del tío de la ciudad, que secuestra al pequeño Nino y pretende adocenarlo en su triste mundo de puer-
tas cerradas, límites impuestos y lugares mortecinos. Frente a esto se impone un ansia de liberación;
un deseo poderoso de fuga. También una búsqueda de la intimidad amorosa al margen del mundo
hostil: la de Vicente y Clara, los amantes de la noche. Está Nicholas Ray en el film; también el Bresson
de Mouchette. Está La noche del cazador y la bruma espesa de Amanecer; el secreto del bosque de El
espíritu de la colmena y los travellings de Leos Carax. Está todo eso, pero la sangre que fluye por las
venas de este film es va la del cine de Pedro Costa. FRAN BENAVENTE

Casa de Lava Casa de Lava es la primera incursión en el universo caboverdiano de Pedro Costa. Se trata de una
(Portugal, Francia, Alemania,1994) película fundacional, cuyos tentáculos se extienden por toda la obra del director portugués, y que se
entiende como una reescritura de Yo anduve con un zombi (1943), de Jacques Tourneur. El argumento
se centra en una enfermera portuguesa que viaja a Cabo Verde para cuidar a Leão, un nativo de Ilha
do Fogo que se encuentra en coma. La naturaleza zombi de Leão deriva de su condición marginal, de
su invisibilidad social. Costa establece en todas sus películas una fuerte conexión entre el inmigrante
(Leão es repatriado desde Portugal) y el zombi clásico que, a su vez, hace retornar el espectro de la
esclavitud. La maldición ancestral sigue.
Leão es el primero de los personajes liminares del cine de Costa; suspendido entre la vida y la
muerte, habitante de un territorio incierto. La isla (tanto en Costa como en Tourneur) apela a un
fuera de campo que evoca la historia, el pasado. Las Antillas y Cabo Verde no son únicamente un
Guión: Pedro Costa. Fotografía: contexto espacial, sino un marco temporal e histórico; y un espacio abstracto conectado con la
Emmanuel Machuel. Montaje: Dominique muerte, como en La isla de los muertos, de Böcklin. Esa geografía imprecisa, con tintes de limbo,
Auvray. Música Original: "Moma
se materializará posteriormente en Fontainhas, otro territorio insular (dentro de Lisboa), desco-
das Sombras", Raúl Andrade. Música
Adicional: Travadinha, Finaçon, Prince nectado, lleno de latencias.
Nico M'Barka, Paul Hindemith. Intérpretes: Desde Casa de Lava, Pedro Costa se interesa por el espacio geográfico, moral y político, que se abre
Inês de Medeiros, Isaach de Bankole, Edith
entre Cabo Verde y Portugal. El choque de culturas (la del colonizador y la del colonizado) genera la
Scob, Pedro Hestnes, Sandra do Canto
Brandão, Cristiano Andrade Alves. Raul tensión fundamental a partir de la cual surge lo fantástico y la herencia del cine clásico se reactiva.
Andrade, João Medina, João Gomes de Sin embargo, una fisura se abre cuando lo fantástico deviene en realidad imposible de asimilar: la de
Pine, Amália Tavarez. Productor: Paulo la modernidad cinematográfica. Mariana, como la Karin de Stromboli (Roberto Rossellini, 1949), no
Branco. Formato: 35 mm, 1:1,66, color.
tiene respuesta ante las experiencias que la ponen en contacto con la muerte, ante una cultura que
Duración: 110 min.
desconoce, que la inquieta y la atrae a la vez. Es entonces cuando la imagen se abre al vacío y el cine
de Costa revela que en la elipsis se esconde la muerte. GLORIA SALVADO CORRETGER
Un cine en marcha Ossos se titula así porque Nuno, el yonqui que interpreta al padre del bebé, le dijo a Pedro Costa que
Ossos lo primero en lo que uno se fija de los pobres es en los huesos. También le dijo otra cosa: que no sabía
(Portugal, Francia, Dinamarca, 1997)
si podría terminar la película porque se sentía más frágil que el bebé que llevaba en sus brazos. En
torno a estas ideas sobre la flaqueza y la erosión, como si fueran bujías para alumbrar el camino de su
tercer largometraje, Costa filmó su primera película en el deprimido barrio de Fontainhas, es decir, su
primera película con Vanda Duarte y los vecinos del barrio. Ossos representa, por tanto, el verdadero
punto de inflexión en la filmografía del portugués. Por un lado, con esta película se despide no sólo de
su productor Paulo Branco, sino del tejido industrial del cine: a partir de entonces ya no filmaría en
celuloide ni bajo la panoplia de un rodaje convencional. Por otro lado, da sus primeros pasos en ese
kasbah lisboeta que iba a convertir en una especie de "estudio" del cine pobre y resistente, con no acto-
res cuyas almas parecen estar suspendidas entre el reino de los vivos y el de los muertos, encerrado en
Guión: Pedro Costa. Fotografía:
una geografía de puertas y ventanas que delimitan un microcosmos tan cerrado como infinito.
Emmanuel Machuel. Montaje: Jackie Con economía bressoniana, pero sin sacrificar un ápice de realismo, la narrativa de Ossos planea
Bastide. Música: WIRE, Os Sabura. sobre un embarazo no deseado. Ni el padre ni la madre quieren hacerse cargo de la criatura. Si acaso, el
Intérpretes: Vanda Duarte, Nuno Vaz,
María Lipkina, Isabel Ruth, Inês de Medeiros, padre querrá tenerla en sus brazos sólo para mendigar limosnas con las que sufragar su próxima dosis
Miguel Sermão, Berta Susana Teixeira. de heroína. Un largo plano inmóvil en un punto de una plaza concurrida, mientras el padre mendiga
Productor: Paulo Branco. Formato: con el bebé entre la gente que entra y sale de cuadro, establece una suerte de ética del film: resaltar
35 mm, 1:1,66, color. Duración: 94 min.
la singularidad individual de una realidad social. Es un tercer personaje, Clotilde (Vanda Duarte), sin
embargo, quien toma el protagonismo al convertirse en intercesora entre los progenitores.
El verdadero trance del film, en todo caso, es cómo Costa relata la historia. En su inteligente uso de la elip-
sis, la estructura del film queda reducida a su esqueleto. Lo que parece interesarle al cineasta es la actitud
de los cuerpos y las miradas inválidas que filma. Si Ossos abre con la madre mirando a cámara, se cierra
con una puerta que nos impide el paso a su nueva vida. La crudeza de la imagen, la profusión de oscu-
ridad, una cierta política de la pobreza, en definitiva, ya prefiguran el camino hacia un cine que va a
quedarse en los huesos, precisamente para cruzar esa puerta cerrada. CARLOS REVIRIEGO

No Quarto da Vanda "No Quarto da Vanda es una experiencia que no puede agotarse, no importa las veces que la vea, aún así
(Portugal. Alemania, Suiza, 2000) soy incapaz de describir esa experiencia". Esta frase del gran cineasta japonés Nobuhiro Suwa puede
ayudarnos a situar la importancia de esta película-río (torrencial pero secretamente calmada) que
articula toda la filmografía de Pedro Costa, recogiendo la negrura y la vocación de exilio -no sólo exte-
rior- de Casa de Lava (1994) y Ossos (1997) y anticipando la dignidad monumental de Juventude em
Marcha (2006). Y lo hace sin fisura ni inflexión, en una maniobra de repliegue que le llevó de vuelta
al barrio lisboeta de Fontainhas para reencontrarse con algunas de las personas, entre ellas Vanda
Duarte, con las que había trabajado en Ossos. En esa maniobra, que vista ahora nos parece natural e
inevitable, Costa abandona los 35 mm. y el aparato tradicional del cine producido (equipo de rodaje,
iluminación artificial...) para abrazar la intimidad de un cine vivido. Durante más de dos años, mane-
jando él mismo su pequeña cámara digital y con un equipo reducido al mínimo, Costa filma -vive- ese
Guión: Pedro Costa. Fotografía: Pedro
barrio condenado a la desaparición mientras las excavadoras mordisquean sus contornos, como levan-
Costa. Montaje: Dominique Auvray. tando acta de lo que está pero pronto habrá desaparecido (como si documentário, la bella palabra por-
Intérpretes: Vanda Duarte, Zita Duarte, tuguesa para documental, hubiera nacido del encuentro feliz entre "documental" e "inventario").
Lena Duarte, António Semedo Moreno,
Paulo Nunes, Pedro Lanban, Geny, Paulo Pero resulta inútil hablar aquí de documental o ficción, de registro o representación; hablemos
Jorge Gonçalves, Evangelina Nelas. mejor de cine y vida. Si en Ossos la vida se ponía al servicio del cine, nutriéndolo de cuerpos e historias,
Productor: Francisco Villa-Lobos. en No Quarto da Vanda son los moradores de Fontainhas los que reclaman al cine para dar fe de vida,
Formato: 35 mm (rodaje en
DVCam), 1:1,66, color.
lo invocan, lo exigen ("Ahora retrata el verdadero barrio", le pidió Vanda a Costa). Una urgencia que
Duración: 178 min., Dolby SR alimentaba también Y la vida continúa (1991), aquel film en el que Kiarostami, al enterarse del terre-
moto que asoló la región en la que había filmado ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987), regresaba a
aquel escenario para comprobar si los niños protagonistas estaban todos bien. Ese impulso, a medio
camino entre el cine y la vida, está presente en No Quarto da Vanda, y el hermoso título de Kiarostami
bien podría aplicarse también aquí. Y la vida continúa. A pesar de todo. JOSÉ MANUEL LÓPEZ
Où gît votre sourire Tan enigmática como el grafiti ("¿Dónde yace tu sonrisa escondida?") que abre el film de Jean-Marie
Straub y Danièle Huillet Von heute auf morgen (1996), así se presenta ante el espectador la película
enfouie? que Pedro Costa ha dedicado a la pareja indomable, escrutada durante el montaje de la tercera versión
(Portugal, Francia, 2001)
de su Sicilia!, en el teatro de sombras que constituye la penumbra de una sala de montaje filmada, de
manera permanente, en un contraluz sólo iluminado por la luz que emite la moviola que manipula
Daniéle Huillet y la que entra por una puerta que permite al inquieto Jean-Marie Straub entrar y salir
del pequeño local. Cine, por tanto, de la observación y, podría pensarse, de la espera, que parece ace-
char la revelación imprevista, el momento epifánico de la creación. A la hora de la verdad, el film de
Costa enuncia la verdad contraria: sólo existe el trabajo y la paciencia, la fijación obsesiva en la mate-
rialidad de la obra que se construye mediante la atención rigurosa al detalle (tal o cuál raccord, ese
momento en el que comenzar o finalizar un plano) en un permanente "combate contra la materia",
haciendo buena la expresión tan querida por Godard de "pensar con ¡as manos". Como señala Straub
en un momento del film, "la forma tiene que salir del trabajo de la materia".
Guión: Pedro Costa. Fotografía:
Pedro Costa, Jeanne Lapoirie. Montaje: El problema que se le planteaba a Costa era, precisamente, cómo hacer un film sobre unos cineas-
Dominique Auvray, Patricia Saramago. tas tan singulares sin caer ni en la hagiografía idiota ni en la banalidad biográfica. Sin duda hay otras
Intérpretes: Danièle Huillet, Jean-Marie respuestas posibles (pienso en el Farocki de Arbeiten zu "Klassenverháltnisse"), pero la elegida por el
Straub. Capítulo de la serie: Cinéma de
cineasta portugués tiene la virtud de pegarse a lo visible del trabajo de los Straub sin dejar de mostrar
notre temps, dirigida por André S. Labarthe,
Jeanine Bazin. Formato: 35 mm, 1:1,66, cómo, en su caso, vida y cine se frotan y dialogan sin cesar, de manera dialéctica. Es decir, para conse-
color. Duración: 104 min. guir que dos se fusionen en uno hace falta, antes, que uno se divida en dos: sobre una imagen de Sicilia!
oímos la voz de Straub {"¡Aquí!") y la inmediata respuesta de Danièle Huillet ("¿quieres mi lugar"?).
De nuevo Straub: "No, de ninguna manera". La vida, el cine. SANTOS ZUNZUNEGUI

6 Bagatelas De las cerca de 130 horas sobrantes del montaje final de Oú gît votre sourire enfoui?, Pedro Costa
(Portugal, Francia. 2001) rescata apenas dieciocho minutos en estas 6 bagatelas tituladas como la composición de Anton
Webern, Seis bagatelas para cuarteto de cuerda (1911, Op. 9), que sirve de interludio y engarce
musical de las secuencias. Las cinco primeras piezas podrían funcionar como muestrario de esa
screwball comedy romántico-laboral que es Oú gît votre sourire enfoui? La última bagatela, en
cambio, acaba ejerciendo de coda a las otras cinco y también al largometraje. Por primera vez,
Costa nos muestra a la pareja fuera del entorno laboral, en el jardín de su casa. Pero este contexto
más íntimo no cambia la perspectiva hacia la pareja, su actitud no difiere de la que han mostrado
en la sala de montaje: Jean-Marie Straub sigue reclamando atención con su discurso mientras
Danièle Huillet, en un plano más discreto, se mantiene hacendosa e interviene en los momen-
tos precisos. El trabajo no se diferencia de la vida. El cine, tampoco. En un momento Danièle se
Guión: Pedro Costa. Fot.: J. Lapoirie levanta e insta a su marido a marcharse. Ya ha llegado la hora. Straub, reticente, encuentra una
Montaje: D. Auvray, P. Saramago. Int.: última excusa para no irse. Mientras ella abandona definitivamente el plano, él sigue refunfuñando
J-M. Straub, D. Huillet. Formato: DV Cam.
fuera de campo... EULALIA IGLESIAS
1:1.66, color. Duración: 18 min.

Ne change rien En este anticipo de su largo Ne change rien (2009), Pedro Costa filma a la actriz y cantante Jeanne
(Portugal, 2005) Balibar interpretando tres temas de su primer elepé: Paramour (2003). Tres canciones rodadas en
sendos planos fijos con la ayuda de Nobuhiro Suwa en la fotografía, en lo que supone la variante
musical del estilo de Costa, pero en ningún momento un giro hacia los tópicos del rockumentary.
En la primera pieza, Costa se aproxima a Balibar en el espacio más habitual de su filmografía, un
cuarto de intimidad y de trabajo, donde ella ensaya Rose. En la siguiente, Balibar aparece ento-
nando Ne change rien, ya ante un público fuera de campo, combinando su voz con un sampler de
Jean-Luc Godard dándole la vuelta al aforismo lampedusiano: "Ne change rien/Pour que tout soit
différent". Costa encuadra el rostro de la cantante en un plano cerrado sobre el que se cierne un
juego de luces y sombras que más que revelar la cara de la estrella le confiere un halo fantasmagó-
rico. Para la tercera, Torture, tomada prestada de Scorpio Rising, de K. Anger, el portugués opta por
Guión: Pedro Costa. Fot.: Pedro Costa y un plano general a contraluz donde apenas se adivina la silueta de la actriz. Cuando los espectado-
Nobuhiro Suwa, Montaje: Pedro Marqués. res se hacen presentes a través del sonido de sus aplausos, la figura de la artista se desvanece en la
Intérprete: Jeanne Balibar. Formato: DV
oscuridad del escenario. Costa tampoco cambia, pero todo es un poco diferente. EULÁLIA IGLESIAS
Cam. 1:1,33, bl. y negro. Duración: 12 min.
Juventude em Cuando Pedro Costa vuelve a encontrarse con los antiguos habitantes de Fontainhas, su cámara ya no
puede filmar aquellas chabolas insalubres, envueltas en penumbra y en suciedad, sino que registra el
Marcha nuevo, blanco y frío universo urbanístico de Casal Boba, los edificios impersonales y asépticos en los
(Portugal. Francia. Suiza, 2006)
que aquellos emigrantes han sido realojados. Ventura toma ahora el lugar de Vanda, deambula por las
nuevas calles y explora habitaciones desangeladas. La cámara lo filma en contrapicado. con un gran
angular que tiende a situarlo en la parte inferior de unos encuadres que lo muestran como prisionero
de un entorno que parece aplastarlo y que lo desvela como un desheredado desposeído de su habitat,
arrojado a un mundo que no le pertenece y en el que ya no puede encontrarse a sí mismo.
Ese punto de vista determina la naturaleza esencial de Juventude em Marcha: su belleza inasible,
su desolación y su monumentalismo, sí, pero también la tensión irresoluble que las imágenes desve-
lan entre dos vectores que se superponen, y a veces se confunden: el lamento elegiaco por un pasado
"fraternal, utópico y romántico" frente a un presente "resignado, desgraciado y mediocre" (palabras
del propio cineasta) -en lo que constituye la vertiente más incómoda y discutible del film- y el regis-
Guión: Pedro Costa. Fotografía: Pedro
Costa, Leonardo Simões. Montaje: Pedro tro formal que intenta traducir el sentimiento subjetivo de los protagonistas. El cineasta permanece
Marques. Músicas: "Labanta Braço" (Os durante un año y medio junto a ellos, pero ahora encuadra con maniática precisión estética, obliga a
Tubarões). intérpretes: Ventura, Vanda los actores a respetar las marcas, reordena visualmente las líneas de la escenografía y despliega lo que
Duarte, Beatriz Duarte, Gustavo Sumpta,
él mismo llama "un trabajo exasperante, casi matemático". La verdad interior de No Quarto da Vanda
Cila Cardoso. Isabel Cardoso, Alberto
Barros "Lento", Antonio Semedo "Nhurro", deja paso a una reconsideración estética que se impone sobre las figuras humanas y el resultado es,
Paulo Nunes, José Maria Pina. Productor: ciertamente, una obra monumental, casi estatuaria, suma y compendio manierista de todo su cine
Francisco Villa-Lobos. Formato: 35 mm anterior, pero también, muy probablemente, un itinerario casi suicida por un territorio -creativo- que
(rodaje en DVCam), 1:1,66, color.
Duración: 154 min.
se cierra sobre sí mismo y que se proyecta hacia al abismo. CARLOS F. HEREDERO

Tarrafal Como parte integrante de la obra colectiva O Estado do Mundo (proyecto promovido por la Fundación
(Portugal, 2007) Gulbenkian y completado con los trabajos cortos de Wang Bing, Vicente Ferraz, Chantal Akerman,
Apichatpong Weerasethakul y Ayisha Abraham), Tarrafal se basa en la historia real de José Alfredo,
inmigrante caboverdiano en Portugal a punto de ser deportado, para, estableciendo evidentes líneas
de contacto con el resto de la filmografía de Costa (y recuperando a Ventura como coprotagonista),
volver de nuevo los ojos, con la mirada cargada de poética protesta, hacia el trauma del desarraigo,
la exclusión y el ostracismo de los desplazados. Entran en juego entonces el misterio, el ocultismo,
la muerte y esos resbaladizos márgenes entre la realidad y lo fantástico gracias a los cuales los vivos
se confunden con los fantasmas (los que son también socialmente invisibles) para convertir Tarrafal,
al cabo, en un verdadero film de terror. Y es ahí, en esa confusión en la que la vida se solapa con la
muerte, donde resurge de nuevo la estela de Tourneur... Resuenan entonces no sólo la arbitrariedad
Guión y fotografía: Pedro Costa. con la que el estado gestiona las extradiciones (a través del relato sobre el fantasma-vampiro), sino
Intérpretes: José Alberto Silva, Lucinda también la memoria (y con ella las equivalencias) de las torturas y del sufrimiento vividos en el campo
Tavares, Ventura, A. Mendes. Formato:
de concentración de la Isla de Santiago que da nombre al corto. JARA YÁÑEZ
DVCam. 1: 1,33, color. Duración: 16 min.

A Caça ao Coelho Pedro Costa, en estas glosas de Fontainhas, a diferencia de Huillet y Straub en su bagatelle de La Genue
d'Artemide, filma a los espíritus estilizados como estatuas, mientras que el matrimonio los encuadra
Com Pau (Portugal,2007)
con peso granítico, como a rocas. A Caça ao Coelho com Pau (La caza del conejo con palo) es la segunda
de las bagatelas de Costa sobre el complejo monumental Juventude em Marcha y sobre el entorno del
personaje de Ventura. La segunda variación sobre su imperio formal, después de Tarrafal, que nace
de un encargo del festival japonés de documentales de Jeonju. Se trata de un film colectivo llamado
Memories, en el que Eugene Green y Harun Farocki flanquean la pieza de Costa. Aquí partimos de
Ventura para centrarnos en su paseo con Alfredo, un antiguo amigo que no sólo está desempleado y
expulsado del domicilio familiar, sino también muerto. No sabremos de la condición etérea de Alfredo
hasta que Ventura confiese en el comedor social que está "atenazado por los fantasmas". El drama del
Alfredo que regresa a Fontainhas en alma es constatar que su ex mujer ya no lleva luto por él y que
Guión y fotografía: Pedro Costa. ahora vuelve a vestir de amarillo (casi como Maureen O'Hara en John Ford, aunque a Suzete nunca
Montaje: Cláudia Oliveira. Int: Alfredo la veremos en plano), y que el barrio se descompone porque el ayuntamiento detecta a los amigos
Mendes, Ventura, José A. Silva. Formato:
caboverdianos y les expulsa como a zombis de la tierra de los agonizantes. ÁLVARO ARROBA
DVCam, 1: 1,33, color. Dur.: 24 min.
Antes de Vanda
Estudié en la escuela de cine y, justo después, estuve cuatro o
cinco años trabajando como asistente del director o del pro-
ductor. Hice un montón de cosas, desde llevar sándwiches a
los actores a recogerlos en coche y llevarlos al set. Esos cinco
años, justo antes de hacer O Sangue, representan el período en
el que vi muchas cosas que no me gustaron. Yo escogí hacer cine,
pero luego tuve esta experiencia sobre la dura realidad de tra-
bajar en la industria. Lo que vi fue espantoso. Hice un montón
de películas [...] y cada una de ellas fueron espejos de lo peor de
la sociedad, desde las relaciones de poder hasta lo peor de nues-
tra organización como seres humanos. Estaba un poco asustado
de que este trabajo pudiera convertirse en el resto de mi vida, Casa de Lava
porque había visto a un montón de directores colapsar, fracasar,
asustados, generalmente en malas situaciones. Todo era cuestión La gente de Fontainhas me pidió más, en el sentido político,
de dinero o de falta de tiempo. en el sentido de decirme: "Tienes que hacer cosas más directas,
O Sangue fue una primera película para la mayoría de nosotros, tienes que mostrar otras cosas, te escondes demasiado, nos escon-
especialmente para los actores, así que fue un momento bastante des a nosotros". Me lo dijeron por Ossos, por No Quarto da Vanda,
extraño y bonito, una larga sucesión de noches rodando con gran- y menos por Juventude em Marcha. Con esta tercera película en
des focos y todo eso. Fue una especie de momento encantado. el barrio, creo que nos hemos acercado un poco, eso espero. Hay
Probablemente eso se puede ver y sentir en la película. [...] En fuerzas en los barrios, jóvenes, hay sabios que me dicen: "Con
cierto modo, en ese film tuve que pagar mi deuda con un montón todo, podrías mostrar las dificultades que tenemos". Y yo digo:
de gente muerta y de películas que me gustaban. Fue también "¡Pero, si lo que hago es mostrarlas!". Es un problema de sensibi-
mi forma de terminar con todo aquello. Lo que me gusta de O lidad, lo entiendo....
Sangue es ese sentimiento de la larga noche de la infancia que No tengo el deseo de moverme a ningún otro sitio para hacer
se apodera de muchas películas y de muchos libros americanos. películas. [...] Ahora siento que hemos hecho este camino juntos.
Un escritor que me solía gustar mucho es Flannery O'Connor, y Tres películas y los cortos. Empiezo a tener esta responsabili-
probablemente el título proviene de él. Creo que robé algo, como dad, quizá estúpida, de que debo estar con ellos. Especialmente
la relación entre el chico y su tío, de uno de sus libros. : ahora, porque es un momento en el que los grandes cambios se
Cabo Verde es como una página en blanco para los portugue- acercan desde todos los flancos de sus vidas. Sienten que están
ses, no es como Mozambique o como Angola. Estas islas vírgenes perdiendo algo. Y yo siento que debo tratar de ayudarles a iden-
fueron un laboratorio de experimentos durante el siglo XV. La tificar eso que están perdiendo. Tratar de convertir ese senti-
raza de los caboverdianos se ha "fabricado" a partir de la mezcla miento incierto en una película. De este modo, podríamos decir
de esclavos del Senegal y de Guinea con las mujeres de los colo- que hay un ensayo, una especie de investigación en torno a lo que
nos portugueses que hicieron la ruta de las Indias. El personaje están perdiendo, lo que esperan del futuro, de sus horizontes más
que interpreta Edith Scob en el film [Casa de Lava] es un poco la probables, y también para mí, porque es el trabajo que hago.
versión moderna de esta vieja historia de las mujeres blancas por-
tuguesas que se quedan allí esperando a sus maridos. Esta raza,
que no es completamente africana (a los caboverdianos no les Vanda y Ventura
gusta que les llamen africanos y ellos mismos son algo racistas), Warhol tenía un sistema que me gustaría encontrar, un estudio
lleva consigo esta especie de maldición que es un poco la nuestra, para mí (el suyo era la "Factory"), con superstars. Es la idea de
que no sé definir muy bien, pero está a un pie de la muerte. que todo el mundo puede hacerlo: en mi próxima película puedo
ir hacia ti, hacia ti y hacia ti. Es verdaderamente un estudio, una
compañía, y eso no es porque uno vaya a la escuela de teatro o el
En Fontainhas otro tenga más talento. Es, simplemente, porque tienen algo que
El barrio de Fontainhas me ha permitido liberarme completa- tú haces que ocurra y en lo que tú crees. Warhol seguramente
mente de la idealización de mis primeras películas, de toda la creía que Edie Sedgwick era, sin saberlo, todas las chicas a la vez.
cinefilia que había en mí, que todo el mundo lleva a sus espal- Pero, para que eso funcione, hay que creer de verdad en la per-
das. Me he liberado porque sabía que me iba a quedar. Durante sona que tienes enfrente. No en el papel, en el personaje o en el
el rodaje de No Quarto da Vanda comprendí que no sería sólo actor, sino en la persona. Es la experiencia de Vanda.
para esa película, sino para una larga temporada. También quizá La auténtica Vanda, en cierto modo, nunca estaba ahí.
porque tenía miedo de irme de allí, no sabría qué hacer en otra Realmente ceo que ella me dijo algo así como: "Oye, esto es una
parte, no tengo ideas para guiones. Fuera como fuera, sabía que estupidez". Era monstruoso, era como la Greta Garbo que se reía
me iba a quedar, que podía hacer una película buena, mediana, de todo. Ella decía: "¿Os creéis que me hacéis un regalo, que me
mediocre o muy mala, y después hundirme allí como un viejo va a cambiar la vida?". Vanda no vino a Japón, ni a Cannes, ni a
punki, beatnik, poeta o no sé qué, sin hacer nada y quizá entrar... Venecia, cuando en Tokio la adoran. Siempre le decía "Vente", y
Había ese riesgo, lo sentí, con la heroína. El anonimato total. ella me respondía: "¿Para qué?".
Ossos No Quarto da Vanda Juventude em Marcha

"Una imagen y un sonido juntos deben ser algo de lo más importante, una suerte de explosión"

Ventura siempre estuvo ahí cuando rodé las otras películas. Le em Marcha, tuve que recurrir a la luz artificial en tres o cuatro
veía por la mañana, por la noche, y siempre saludaba. Era muy secuencias: una de ellas porque tiene lugar dentro del museo, en
amable, muy misterioso. Muy peligroso. Es un tipo muy alto. Un las otras era de noche y utilicé una lámpara en la parte baja de la
verdadero hombre. Así que, después de dos filmes, cuando pensé cámara. Normalmente pido a los actores que se sitúen cerca de
en hacer algo que pudiera contar un poco la historia del barrio las ventanas o de las puertas; cuando la luz no tiene suficiente
(algún tipo de pasado, el primer hombre, la primera chabola, y brillo, pongo un espejo o papel de aluminio. Es muy trabajoso
cómo empezó todo), inmediatamente pensé en él. Así que pre- porque requiere tiempo y elaboración, pero forma parte de mis
gunté por ahí cuál era su historia, de dónde procedía. La gente principios económicos y estéticos, incluso de mis principios
me dijo que sí, que había sido uno de los primeros en llegar al morales. Creo que la luz artificial es muy violenta y los actores
barrio. Tenía diecinueve años. Era un adolescente hermoso, un se concentran mejor sin la intensidad eléctrica. Como filmo en
negro colosal. Siempre con una navaja en el bolsillo. Muy duro, vídeo, ya hay suficiente electricidad.
muy enérgico, un joven inmigrante que había venido a Lisboa a
trabajar. Y después, al poco tiempo, creo que tuvo un accidente
laboral. Su cabeza ya no fue la misma desde entonces, sus manos El método, el trabajo
perdieron algo de movimiento. No podía trabajar más y se con- El placer de hacer una película es el de hacerla, no el de mostrar
virtió en una especie de vagabundo que paseaba por el vecinda- un problema. La primera razón para hacer un film es el placer de
rio. Así que tiene dos vertientes. Por un lado, tiene la parte del hacerlo. Si no hay placer en el trabajo, no pasa nada. Entonces,
pionero, del inmigrante que llega sin nada. Pero también tiene el ¿cuál sería la característica más importante de un documental?
lado trágico. La historia del solitario, del sufrimiento y del delirio Es ver que la persona que lo realizó hizo un buen trabajo, eso
en su cabeza. es lo primero, que él fue tras algo y que trabajó. Una película es
siempre un documental de su propia filmación, de su concomi-
tante realización.
El vídeo El cine no puede ser una decepción para quien lo hace, y para
El vídeo me da una serie de cosas que no tiene el 35 mm, pero evitarlo hay que trabajar todos los días. Hay que tomárselo como
sobre todo me da la posibilidad del tiempo, de ser más paciente, un puesto de funcionario, así lo hacían Vertov y Chaplin, sólo que
de estar disponible para los otros en cualquier momento, lo aquí no hay aseguradoras ni abogados que justifiquen que estás
que es imposible en un cine corriente. [...] Quizá es más difícil y enfermo: si un día no puedes filmar, lo haces al día siguiente. Luis
arriesgado hacer cine con una pequeña cámara. Yo me siento con Buñuel trabajaba así; la imagen que tengo de él es la de un gran tra-
mi cámara de vídeo mucho más en peligro, mucho más expuesto bajador, la de un tipo duro. Era un hombre que sabía hacer cosas,
y mucho más desprotegido que con una cámara de 35 mm. Con sabía trabajar con las manos si era necesario, y hacía muchas pelí-
una cámara de vídeo es preciso resistir mucho la primera idea, culas. Yo hago pocas, pero trabajo todos los días. El cine necesita
la primera imagen, hay que probar una segunda, una tercera... una previsión diaria y hay que tener un comportamiento cercano
La práctica de las personas cuando hacen cine, incluso cuando a lo enfermizo, a lo adolescente y a lo patético.
dicen que son artesanales, está envuelta en una maquinaria tan Mis películas son peligrosas en el sentido de que debo poner
sofisticada, hoy en día, que no es comparable a la disponibilidad en riesgo cada uno de sus planos. El escritor francés Céline, que
y el riesgo de aceptar la luz tal cual es. Muy pocos cineastas están me gusta mucho y que escribió Viaje al fin de la noche, solía decir
dispuestos a ello, aparte de Straub y algunos jóvenes. Debe haber con frecuencia que el escritor debe "poner su piel sobre la mesa".
mucha paciencia, la disponibilidad y la organización, y el cine Esa fue su expresión. Yo siento lo mismo. Si tú y la gente con la
normal no da esa posibilidad. que trabajas no te arriesgas en cada plano que haces, no está bien,
Para hacer No Quarto da Vanda siempre usé luz natural; es inútil, es sólo otra película más.
aunque a veces encendía una lámpara de mesa que tenía Vanda. Mis actores también se ponen en peligro porque están desnu-
Sólo una vez, en invierno, tuve que utilizar una luz de proyección dos. Son gente desnuda, lo han estado toda la vida, no sólo senti-
porque había mucha oscuridad. En la última película, Juventude mentalmente, sino socialmente, económicamente. Tienen muy
poco y dan mucho a la película, casi como actores profesionales, las toman los comisarios o los críticos que señalan las cualidad
aunque para mí son mucho mejor que estos. Son más sinceros. estéticas, o pictóricas, en el trabajo de un cineasta. Hoy están
Quieren compartir, quieren expresar algunas cosas, y, en ese sen- o menos aceptada esta separación entre directores comerciales
tido, están en peligro. Revelan muchas cosas. cuyos trabajos se muestran en los multiplex de todo el mundo. ¡
Soy muy lento trabajando. No me da vergüenza reconocerlo, directores artísticos que son juzgados casi como pintores, más
porque Jean Renoir lo dijo hace años en una entrevista que le cercanos a las Bellas Artes. Creo que también tiene que ver con
hicieron para Cahiers du cinéma: llegó un punto en el que el el hecho de que nosotros tenemos una relación más despegada,
periodista le acusó de emplear demasiado tiempo, y él contesto: más distante con el dinero. De hecho, es todo lo contrario, debe-
"Es que no soy capaz de ver las cosas a priori, como las pueden ver mos pensar en el dinero todo el rato por el simple hecho de que
otros". Personalmente creo que hay muy pocas personas con esta no lo tenemos. Personalmente, preferiría mostrar mis películas
capacidad, si acaso Godard... Casi todos los cineastas dicen que la en salas multiplex...
tienen, que saben exactamente lo que quieren hacer y que tienen Me colocan al lado de Abbas Kiarostami cuando considero
las ideas muy claras, pero cuando ves sus películas, allí no hay que estoy mucho más cerca de Quentin Tarantino. De verdad
nada de lo que han contado. Yo lo admito; no puedo ver las cosas que me siento ligado a esa tradición cuyo último representante,
con antelación y, a medida que pasa el tiempo, me resulta más o el más visible, es Tarantino. Me gustaría que me considera-
difícil: la dispersión del ambiente que rodea el rodaje me con- ran dentro de esa realidad ordinaria. Pero existe esa sensación
funde cada vez más, y necesito mucho tiempo para saber cómo de pánico, todos esos miedos ligados al dinero, o las estrate-
va a quedar una escena. gias que pretenden ser científicas y que son cualquier cosa: "La
gente no quiere ver eso, no saben lo que es". O: "Es demasiado
larga"; es decir, todo tipo de prejuicios. •
El valor de la imagen
Una imagen, un sonido, la mirada de un actor, o el choque entre Recopilación realizada por Carlos Reviriego
dos planos en una secuencia no pueden ser considerados como
una moneda, como un acto de comercio, como cuando vamos a
un café, como cuando damos algo a cambio de otra cosa. Si eso
es el cine, discúlpenme, entonces es una nimiedad, algo medio-
cre. Una imagen y un sonido juntos deben ser algo de lo más
importante del mundo. Es así de sencillo: deben ser una suerte
de explosión.
Todos los cineastas que me gustan trabajaron mucho sin mover
la cámara, pero en el fondo son los que más movimiento ofrecen.
Las películas americanas contemporáneas, de gran acción, están
llenas de puntos de vista y de perspectivas cruzadas y contradic-
torias en el mismo plano, pero no hay más movimiento en estos
filmes que en los de Jacques Tati, compuestos de planos fijos. Ni
hay más velocidad en ellas que en las obras de Buster Keaton y
de Charles Chaplin. Y en el caso de Yasujiro Ozu, por ejemplo, es O Sangue
también muy claro, porque las suyas son las películas más vaci-
lantes que existen, en ellas la cámara se estremece. En No Quarto
da Vanda tuve varias veces la sensación de que aquellas paredes FUENTES PE LAS DECLARACIONES
se transformaban en materia viviente. Cuando comienzo a sentir (1) Declaraciones a Michael Guillén. Tengo que arriesgar cada plano". Web Green
Cine. Abril, 2008.
cosas de este tipo, creo que soy cada vez más fiel a esos cineastas,
https://www.greencine.com/central/pedrocosta?page=0%252C0
a esa libertad que ostentaron.
(2) Declaraciones a Frédéric Strauss. "Pedro Costa, de Lisbonne au Cap-Vert". Ca-
Creo que hoy, en el cine, cuando hay una puerta abierta, es casi hiers du cinéma, n° 490. Abril, 1995.
siempre bastante falsa, porque le dice al espectador: "Pasen a la (3) Cyril Neyrat "Un mirlo dorado, un ramo de flores y una cuchara de plata". Cofre
película y estarán bien, tendrán un buen momento", y finalmente DVD Intermedio. Agosto, 2007
lo que pueden ver en este género de cine no es otra cosa que a (4) Entrevista de Kenichi Eguchi. "Pedro Costa The Trembling Moment". Web Out-
ustedes mismos, una proyección de ustedes. No ven un film, sino side in Tokio. Abril, 2008
a ustedes mismos. [...] No ven otra cosa, no ven la película en la http://www.outsideintokyo.jp/e/interview/pedrocosta/index.html
pantalla, no ven una obra, no ven gente haciendo cosas, se ven a (5) Entrevista de Carlos Reviriego. "El arte en una prisión". Cahiers du cinéma. Espa-
ustedes mismos, y todo Hollywood está basado en esa concep- ña, n° 14. Julio-agosto, 2008.
ción. Es muy extraño que un espectador pueda ver una buena (6) Entrevista de Daniel V. Villamediana, Manuel Yáñez, Caries Marques y Eva Mu-
película, él siempre se ve a sí mismo, ve lo que quiere ver. ñoz, Letras de Cine. Junio, 2006. http://letrasdecine.blogspot.com/2008/07/
la-mejor-entrevista-de-letras-de-cine.html
(7) Conferencia en la Universidad de Sendai (Japón). Pedro Costa Film Retrospec-
tive in Sendai. Sendai Mediatheque, marzo 2005. Traducción: Roger Alan Koza en
El cine y los museos http://ojosabiertos.wordpress.com/2008/08/23/
No depende de los cineastas. Somos desplazados a los museos, a (8) Mesa redonda con Pedro Costa Catherine David y Chris Dercon, publicada en
las galerías de arte. Normalmente, las decisiones o las opciones De Witte Raaf-, septiembre, 2007.
Los años Vanda TEXTO: GONZALO DE LUCAS / FOTOS: RICHARD DUMAS

Una película es la relación entre dos protegen en alguna de las tendencias en


historias: la primera, es su trama, la suce- boga. Películas viejas, a deshora, ama-
sión de hechos narrativos, más o menos neradamente imitativas, que propician
dramáticos y literarios; la segunda es su la inflación de la primera historia (que
proceso, las experiencias que se tejen saturan de conceptos: lo vacío, lo espiri-
entre el cineasta y la gente que filma, o tual, lo radical) para esconder la segunda.
con la que filma. Los malos cineastas y Se les advierte desde el primer plano, ya
los malos críticos sólo piensan o ven la que, en un buen film, después de un plano
primera historia: sostienen que las pelí- hacen falta más, o por lo menos hace falta
culas fallan o no funcionan -como un un segundo plano: ver que ha nacido un
televisor averiado- porque los persona- deseo o un conflicto, y que la pregunta
jes disgustan o aburren o no son como narrativa (¿qué sucederá a continuación?)
esperábamos. Se habla de un film igual tiene un paralelo artístico (¿qué filmará
que se lee mal una novela, casi con idén- ahora, hacia dónde le empuja o desvía este
ticas palabras e idéntica empatia psicoló- plano?). La previsibilidad de tanto cine
Pedro Costa
gica (como si las películas y las novelas holgazán es su fracaso: después de hacer
las hicieran mágicamente los persona- un plano, y de envolverlo en alguna idea
jes). Pero aprender a ver películas, justa- tonta y altisonante, sólo se atreven a repe-
mente, pasa por reconocer los signos de tirlo, sin someterlo a duda ni a crítica, sin
esa otra historia, más secreta y privada, explorar ni arriesgarse en su película. Un
y casi siempre más tensa y contradicto- cineasta envejece con su film, mientras
ria, que es la experiencia de un trabajo. La que prescindir de los diálogos, del relato
relación entre la historia y su proceso, o o de los actores (o de todo ello a la vez),
lo que la película cuenta hacia dentro (el o bien rellenarlos con violines de Vivaldi
mundo de los personajes) y hacia fuera suele venir del miedo a lo incontrolable: a
(el de los cineastas). exponerse, a equivocarse o incluso a hacer
el ridículo. Sin embargo, el segundo film
¿Por qué en la vorágine de eventos
siempre trabaja subterráneamente por su
y festivales hay tantas películas, más o
cuenta (es precisamente el más incontro-
menos alabadas, casi siempre con rutina
lable para el cineasta) y acaba por mostrar
o por inercia, que no muestran realmente
la miseria moral.
nada? Porque esa segunda historia, la de
su proceso, resulta trivial y vacía: reali- Estas reflexiones surgen a propósito
zadores que no arriesgan nada, que se de las películas que Pedro Costa realizó
con Vanda Duarte, porque si nos toma-
mos el tiempo de ver en continuidad
Aprender a ver películas pasa por reconocer los signos de esa Ossos, No Quarto da Vanda y Juventude
otra historia, más secreta y privada, y casi siempre más tensa y em Marcha, percibiremos que su gran
historia -y ésta es de una emoción graní-
contradictoria, que es la experiencia de un trabajo tica- es el proceso de autocrítica al que el
Arriba: a la izqda., Zita Duarte; a la dcha., la Bruxa.
Abajo, a la izqda., Vanda Duarte; a la dcha., fotogra-
fías sobre una pared en la habitación de Vanda

cineasta somete su primer film rodado en


Fontainhas con Vanda. Ossos es un film
muy estimable, pero los otros dos lo reve-
lan en su tendencia más idealista y román-
tica, en su amparo en una contenida
puesta en escena y una mesurada estili-
zación. Costa recuerda cómo después de
ese film, que le proporcionó prestigio crí-
tico y que le hizo rozar el León de Oro de
Venecia, Paulo Branco, su productor, le
comentó: "La siguiente va a ser increíble".
"Me asusté mucho", dice Costa en ese libro
tan hermoso (Un mirlo dorado, un ramo de
flores y una cuchara de plata), "porque me
vi haciendo un Ossos aún más estilizado, o luación de su trabajo con una severidad
menos..., o más... [...] No estaba muy con- sólo comparable a la de Jean-Luc Godard
tento del éxito de Ossos, digería mal los tras abandonar la brillantez romántica de
debates a los que iba, aquí, en París, por sus "años Karina" por el proyecto polí-
todos lados. Había algo que no pasaba. Es tico del Grupo Dziga Vertov y culminar
una historia bastante incompleta y bas- esa búsqueda en Numéro deux (uno de
tante cobarde, porque está protegida por el los grandes filmes de la historia del cine)
cine, por el equipo de producción. No afron- si acaso para pensar en las posibilidades
taba la realidad". que el cine tiene de reinventarse. Ese
Cuando Pedro Costa regresó a esos film sucio, brusco, áspero, inmisericorde,
materiales (el cuerpo de Vanda, el barrio imperfecto y único, sólo engarza con una
de Fontainhas), lo hizo desde una reeva- película: No Quarto da Vanda, el número
pinceles, su método. Compra una cámara
de vídeo doméstica y empieza un trabajo
ordinario: primero, fija un espacio (será en
la habitación de ella) y después, el tiempo
(registrará a diario). Se sienta, espera, ella
habla, luego repite lo que dice, todo se va
componiendo y transformando.
No Quarto da Vanda y Juventude em
marcha muestran una historia que no
habíamos visto en el cine: el largo tiempo
que lleva acoplarse al ritmo de una mujer,
a otra vida y otro lugar. No es el intenso
tiempo de la felicidad (con el que ya sabe-
mos que no se hacen películas), pero toda-
vía menos el de la desdicha y el drama (no
hay ficción en ese sentido en estos filmes).
No es algo enteramente moroso ni banal,
ni una sucesión de gestos, palabras, silen-
cios. Se trata, más bien, de una auténtica
historia, de la forma en que la experien-
cia va dejando sedimentos imperceptibles
en nuestro cuerpo: la historia de un inter-
cambio real, o mejor de un espacio y un
tiempo compartido, de lo que hay "entre"
dos, entre ella y la cámara, entre el hombre
y la mujer, o entre la película y ellos.
Los diálogos de No Quarto da Vanda y
Juventude em marcha son los más bonitos
del cine de los últimos años porque su len-
guaje es el más popular y limpio que escu-
Pedro Costa durante el rodaje de No Quarto da Vanda
chamos: todo lo que se nombra es literal,
tiene una existencia concreta y plena.
Películas que no quieren abandonar lo que muestran, que luchan No hay jerga, ni eufemismos, ni siquiera
metáforas. Y Pedro Costa consigue filmar
por conseguir filmar una pared, por verla realmente, por sentir lo esas palabras, las palabras de Vanda y su
que puede sentir quien la hizo o la chica que vive allí mundo, con absoluta nitidez. De ahí la
diferencia entre la carta de Casa de Lava
y su relectura en Juventude em marcha.
dos de Ossos. Pero, ¿qué nos muestra el Esta solidez del mundo, esa limpieza del
número 1 de Pedro Costa? cine, es lo que aprendió de Ozu.
Alguien que encuentra a una mujer, a La aspereza ordinaria de la habitación
la que no sabe muy bien cómo filmar: no de Vanda y su barrio muestran una belleza
consigue verla, la obliga a decir cosas, a no que surge de la literalidad más radical, de
sonreír, la trata como un icono, un cliché una representación adherida a las cosas.
fotográfico, no la deja espacio, sino que El cine, el arte que está más abajo, el más
la encaja en él. Le llega el éxito por esa pegado a la realidad y a su materia pobre,
imagen, pero sólo a través de la primera es en sus mejores instantes una valoriza-
historia (la trama, la bella fotografía): ción, una percepción intensa, hecha con
un malentendido. Costa, entonces, debe el corazón, de lo cotidiano: la penum-
reconsiderar íntimamente la segunda, su bra en un jarrón, la luz sobre una mesi-
proceso: despide a los técnicos, prescinde lla. Las películas de Costa están llenas de
de los camiones y de los grupos electró- ese amor, o de ese amor trabajado, en su
genos. Cuando puede acceder a un cine forma más estética y política, de resisten-
lleno de medios, renuncia y se queda solo. cia y amparo. Películas que no quieren
A diferencia de Rossellini, cuando llevó a abandonar lo que muestran, que luchan
Ingrid Bergman a su isla, Costa se acerca a por conseguir filmar una pared, por verla
la isla de ella: no la emplaza violentamente realmente, por sentir lo que puede sentir
en su cine, sino que decide cambiar sus quien la hizo o la chica que vive allí. •
Lo por venir, ese es el significado etimológico de Ventura.
Nombre real de la persona/personaje, síntesis perfecta de los
interrogantes que arroja Juventude em Marcha. El compañero
de Ventura, Lento, "es un Ventura más joven: el mismo hombre
con un poco de pasado y un poco de futuro", palabras de Pedro
Costa que tomaremos como punto de partida para una lectura
de esta poderosa carta a escribir.

1.
Lento: "Necesito que escribas una carta para mi mujer
(...) una especie de carta de amor".

Una sólida presencia cinematográfica para mostrar la ausencia.


Un punto de vista asentado en el espacio interior de la casa y en
la atemporalidad de Ventura y de Lento, fuera de la cronología
del resto de la película, esa imagen-tiempo donde lo imaginario
y lo real son indiscernibles. Una mirada fílmica inmóvil, ante-
rior a las llegadas de los personajes y testigo de sus salidas, sen-
sible al más ínfimo movimiento o sonido: "El movimiento está
en la realidad y no en la cámara. Ahí, delante de nosotros, algo se
mueve, el aire se mueve", nos dice el cineasta.

Ventura: "Coge un bolígrafo".


Lento: "No hay bolígrafos en la barraca".
Ventura: "¿No hay bolígrafos en la barraca? Qué triste".

2.
Lento: "Es una carta bonita".
Ventura: "Sí, una carta bonita. Apréndetela de memoria.
Buenas noches, Lento".
Texto manuscrito de la carta de Ventura en Juventude em Marcha
Lento: "Buenas noches, Ventura".

3. 4.
Lento: "Un bolígrafo verde y otro negro".
Ventura: "Tengo hambre, ¿tú no?".

El cine es entonces capaz de esculpir en el tiempo, "despertar


recuerdos de la verdad", en palabras de Tarkovski. Podríamos
imaginar a Straub y Huillet en la mesa de montaje, a la bús-
queda del fotograma exacto donde yace esa verdad escondida,-
el cuerpo encorvado de Ventura, la mirada parpadeante que le
dirige Lento, la extinción de la música que deja ausentes sus
manos entrelazadas. La carta de amor a Arcângela como repre-
sentación de la memoria, no de un amor en una historia, sino de
Una misiva que se repite una y otra vez, siempre desde el princi- la memoria colectiva en la Historia, huella imprescindible para
pio, sin descanso, en analogía a la estructura de reiteración que soportar la ausencia y evitar la pérdida identitaria.
encontramos en las posiciones de cámara y en los encuadres. El
décalage temporal inherente a la carta, revocado en su lectura, 5.
como la continuidad atemporal que impone la voz de Ventura
por encima de los saltos temporales.
LOURDES MONTERRUBIO

7.
Ventura: "Ven a estudiar, por favor".
Lento: "Ya no vale la pena. La carta nunca llegará a Cabo
Verde (...) Ya no hay correo, Ventura. No hay barcos, ni
aviones, ni nada. Están todos en huelga".

8.

Ventura recita por segunda vez la carta completa, ahora en una


poderosa presencia, la de un primer plano, en contrapicado, que
si en los generales daba gravedad a los cuerpos y a sus movi-
mientos, aborda el rostro cercano del personaje desde el sincero
interés y respeto que permite leerle, más allá de sus palabras.

Lento: "Qué carta más fea, Ventura".

9.
Ventura: "¿Ya no quieres la carta?".
Lento: "No me la puedo aprender. Yo no sé escribir y tú
no quieres".

Lento renuncia a su escritura, no sabe escribir y tampoco puede


memorizar la carta. El "lo por venir" de Ventura no puede ayu-
darle en el acto íntimo de la resistencia, no puede escribir (vivir,
recordar, resistir) por él. La voluntad de Ventura debe ceder
ante una realidad desesperanzada que se impone, y deja caer la
venda a sus pies descalzos, en silencio.

10.
Ventura: "Duermo solo, Lento".

El espacio atemporal de las ruinas, donde Lento hace suyas las


palabras de la misiva, responde por fin al mensaje de Ventura,
resiste en la memoria de los expulsados; primero de Cabo
La primera vez que Ventura recita la carta al completo. El men- Verde, más tarde de Fontainhas, quizá también de las nuevas
saje llega a nosotros desde el fuera de campo, voz desprovista casas de Casal Boba. "Quería atrapar las cosas antes de que des-
de presencia física, sólo acompañada por el sonido de los pasos aparecieran", expresa Pedro Costa, participar en su memoria
perdidos de Ventura por la habitación, con la cadencia del andar como sólo puede hacerse: en una experiencia del tiempo y de
de toda una vida. El intento parece fracasado, nadie parece reco- su escritura. La carta que Lento quiere enviarle a Arcângela, la
ger su mensaje, frágil huella sonora de la memoria a conservar, carta que Ventura quiere que Lento memorice, la carta fílmica
voz extraviada de los ausentes. que Costa escribe, junto a los habitantes de Fontainhas, para el
espectador. Aquellas cartas que el cineasta llevó de Cabo Verde
6. a Fontainhas, y que fueron el comienzo de toda esta necesaria
Ventura: "Lento, ¿eres tú? (...) Lento, ven a estudiar". experiencia cinematográfica, para resistir en la memoria. •
De la disolución al monumento
CARLOS LOSILLA

¿Qué se puede decir de un fotograma


en negro? ¿Hay que recurrir a los tópicos
del vacío o la muerte del arte para darle
un sentido? ¿Es lo mismo Branca de Neve
(Joao Cesar Monteiro, 2000), donde las
voces de un diálogo nunca visualizado
ilustran las distintas sombras de la oscu-
ridad, que el final de La cuestión humana
(Nicolas Klotz, 2007), donde el monólogo
over del protagonista se diluye en una
textura densa y penetrante? En otro final,
el de No Quarto da Vanda (2000), Pedro
Costa propone otra forma del negro.
Antes de los títulos de crédito finales, la
imagen desaparece y suena la música de
Gyorgy Kurtág sobre un fotograma vacío
y lleno a la vez, un encuadre donde no
puede leerse ni verse nada y, sin embargo,
todo está presente. Lo dice el propio
Costa: "Era evidente que teníamos que determinada tradición, y el convenci-
dar algo nuestro al barrio, y pensé en esta miento de que eso no significa renunciar
música de Kurtág [...]y decidimos ponerla al presente. La ofrenda de la que habla
como un regalo a la película y también a la Costa es precisamente ésa: cómo llevar
gente, 'algo que continúa el barrio'. No que- el cine punk ante las puertas de Griffith,
ríamos ponerla en los créditos, porque los devolverlo a donde pertenece en un movi-
espectadores habrían leído en vez de escu- miento de retroceso que es también un
char. Entonces pusimos un negro. Era una avance, una especie de espiral hitchcoc-
ofrenda, como se dice en música. 'Me has kiana. Y el monumento es también eso,
dado esto, yo te doy esto'. Y se acabó. Esta algo así como recoger esa esquina de la
pieza musical es una elegía, lo que corres- Dos imágenes de No Quarto da Vanda casa y elaborar con ella una conmemora-
ponde un poco al sentimiento general de ción, una forma que permanezca.
las tres horas [de duración de la película].
Una cadencia que está próxima..." plano igualmente revelador: lo que queda
de una casa derruida, apenas una esquina, Una transformación gigantesca
No Quarto da Vanda, película sobre la un rincón, la confluencia entre lo que una Por eso son tan importantes las últimas
desaparición del barrio de Fontainhas vez fueron dos paredes, ahora convertido películas de Pedro Costa, por eso nos
bajo las nuevas formas de la urbanización a la vez en una ruina y un monumento. importan tanto, nos implicamos de tal
contemporánea, termina con ese lento La propia película es también eso, ruina manera en su transcurso, en la minuciosa
declinar. Antes hemos visto imágenes de y monumento. Por un lado, va reducién- elaboración de sus formas. Porque ahora
la gente que recoge sus objetos persona- dose a lo mínimo, sumerge las figuras y es el momento en el que el cine está atra-
les, que se dispone a cerrar sus casas para los contornos en la disolución, como si vesando otra de esas fases, una transfor-
siempre, que es testigo de la labor impla- se tratara de los vestigios del cine, de lo mación de proporciones gigantescas que
cable de las excavadoras, que entra y sale que una vez fue el cine, por mucho que no está afectando a todo para dejarlo como
del plano en una despedida que es tam- haya el menor atisbo de nostalgia cinéfila estaba. De eso se trata, pues, de una his-
bién un trajinar, un ir arriba y abajo. El en esa estrategia. ¿La muerte del cine? En toria del cine que no sea un progreso, ni
cine nunca detiene su trabajo, su reflejo de absoluto. Quizá, simplemente, el esfuerzo siquiera una evolución, sino un constante
las desapariciones. Y antes del negro, un por seguir haciéndolo en el dédalo de una mirar hacia atrás que nos devuelva los
Las películas de Pedro Costa muestran el esfuerzo de seguir
haciendo cine en el dédalo de una determinada tradición y
el convencimiento de que eso no significa renunciar al presente
Ventura, el hombre que quiere recuperar
a su mujer en medio de toda esa devas-
tación, nace en el intersticio entre No
Quarto da Vanda y Juventude em Marcha.
De hecho, en el cine de Pedro Costa
importan tanto las películas como aque-
llo que queda entre una y otra, el agujero
negro de una ausencia que se reformula
en la siguiente. También Jia Zhang-ke, en
The World o Naturaleza muerta, incluso
en 24 City, revela ese gran cambio, esa
regurgitación de la Historia que le per-
mite partir de lo que desaparece para
construir formas sólidas, que parecen casi
esculpidas, muy distintas a esa estética de
lo precario que representan la cámara en
mano y los encuadres vacilantes de una
determinada estética posrealista, pon-
gamos La clase (Laurent Cantet, 2007).
Philippe Garrel, en Les Amants réguliers
o La Frontière de l'aube, intenta inmorta-
Arriba y abajo, sendos fotogramas de Juventude em Marcha lizar un cierto pasado mítico, sea Mayo
del 68 o la leyenda romántica de la pasión
amorosa, a través de sombras en blanco
ánimos renovados. Y para eso hay que des- puede intercambiar su sitio con los otros,
y negro que se quieren inmortales desde
truir y volver a construir, tanto en el inte- y además porque con ellos forma una geo-
su nacimiento, forjadas por una cámara a
rior de cada obra como en la topografía grafía que alcanza buena parte del mundo,
fuego lento. Y David Lynch, sobre todo en
general. Lo hacen constantemente Claire o por lo menos buena parte de la geografía
Inland Empire (2007), recurre a la arqui-
Denis y Olivier Assayas, de dos maneras cinematográfica: el chino Jia Zhang-ke, el
tectura laberíntica para decir que aquello
distintas: la primera, convirtiendo meras francés Philippe Garrel y el norteameri-
que parece tan inestable, incluida nues-
huellas y rastros en verdaderas presencias cano David Lynch.
tra identidad, puede formar parte de un
a lo largo de toda una película, imagen a El espacio que se puede transitar entre gran relato que la fortalezca, paradóji-
imagen; el segundo, alternando la celebra- todos esos cineastas es el mismo que camente, a través de la autodestrucción:
ción y la elegía, sacando fuerzas del cine aquel que va de No Quarto da Vanda a como Hollywood, el cine siempre renace
de acción oriental en Demonlover (2002) Juventude em Marcha (2006), del foto- de sus sombrías cenizas.
o Boarding Gate (2007) para devolver- grama en negro o la excavadora al plano
nos a Bergman en Las horas del verano del edificio desde el que se lanzan mue- He ahí entonces un posible flujo de
(2008), de donde surge una rama que nos bles al inicio de esta última. Ese desalojo sentido entre las películas y entre los
lleva al Arnaud Desplechin de Un cuento es el principio de una reconstrucción cineastas que dibuja un cierto perfil de
de Navidad (2008), a su vez tan emparen- que nos lleva de nuevo al punto de par- lo contemporáneo, así como la impor-
tado, en juegos de espejos narrativos y tida, pero a través de otro movimiento: los tancia de Costa en su formación: del fun-
especulaciones ensayísticas, con el Miguel nuevos edificios del barrio se alzan impo- dido en negro, de la inexistencia del cine,
Gomes de Aquele Querido Mês de Agosto nentes, pero también, entre ellos, una a su renacer en monumentos funerarios,
(2008). Pero sobre todo hay tres cineastas figura de otro tiempo, surgida del magma en mausoleos de su propia inmortalidad.
que configuran un triángulo en el centro del pasado para invadir el presente, para Paradojas que construyen formas contra-
del cual se sitúa cómodamente Costa, erigirse en monumento entre las ruinas dictorias, pero también enérgicas y diná-
porque sabe que en cualquier momento de una contemporaneidad que nace .vieja. micas como pocas. •
Hacia un hiperrealismo
de la imagen digital
ÁNGEL QUINTANA

Durante el año 2000, Pedro Costa rueda


con una cámara digital de baja definición
No Quarto da Vanda (2000), un largome-
traje que surge desde un claro deseo de
documentar un microcosmos concreto. El
punto de partida no es otro que la disec-
ción de las formas de vida del barrio lis-
boeta de Fontainhas, una zona de gran
pobreza amenazada de muerte lenta por
los planes urbanísticos municipales. Costa
captura el momento en el que las casas
empezaron a ser derruidas y en el que los
habitantes fueron trasladados a pisos de
protección oficial. La apuesta del cineasta
portugués no es otra que la de trabajar con
un equipo muy reducido, apoyándose en
uno de los postulados del documental: la No Quarto da Vanda
posibilidad de atrapar el fluir del tiempo
en un momento de cambio y de transfor-
mación de un mundo. El rodaje mediante El miserabilismo y la estética de la pobreza se transfiguran,
una cámara digital permite al cineasta
seguir, día a día, el proceso de muerte del
en el cine de Costa, para dar paso a un espacio pictórico en el
barrio. La ligereza del dispositivo per- que la textura digital otorga una nueva plástica a la imagen
mite entrar en la habitación de la chica
para capturar los pequeños momentos de
terpretación de algunas cosas que le han pero al final las dos acaban articulando un
su existencia cotidiana y atrapar, con un
sido contadas previamente, permitiendo cierto deseo de puesta en escena. La dife-
claro sentido de la distancia correcta, algo
que la puesta en escena de la experiencia rencia reside en que la mirada de Pedro
que podría llegar a resultar impúdico.
module la propia realidad. Este juego con Costa es más bruta y su estética busca,
El director esboza mediante el uso de la representación, a partir de la realidad, mediante la textura de la tecnología digi-
la cámara digital una posible estética del mediante el uso de una cámara de textura tal, una especie de hiperrealismo.
miserabilismo, construida sin efectismos, pobre, acaba otorgando a la película una
sin falsas coartadas y con una clara volun- estética muy concreta. El efecto docu- La estilización de lo real
tad de implicación personal en el entorno. mental no abandona en ningún momento Cuando Costa vuelve al barrio de
No obstante, la gran revolución operada la puesta en escena. A lo largo de la pelí- Fontainhas para rodar Juventude em
por el cineasta en No Quarto da Vanda cula todo ha estado perfectamente con- Marcha (2006) no parte de ningún pre-
consiste, sobre todo, en haber intuido trolado, pero este control no impide que texto narrativo, ni de ningún deseo de
que la cámara digital permite llegar a surja la verdad de un mundo. captura de las transformaciones tempo-
trabajar el tiempo de la transformación. Resulta curioso comparar No Quarto rales, sino de una serie de situaciones que
Costa no improvisa. Contempla el mundo da Vanda con En construcción, de J. L. le permiten llevar a cabo, mediante el uso
y recrea las cosas a partir de los ensayos Guerín. Ambas películas utilizan el digital de una cámara digital, el proceso de esti-
con su protagonista, mediante la rein- para filmar las ruinas y para crear retratos, lización de lo real hasta convertirlo en
imagen. El miserabilismo y la estética de la
pobreza, que hasta aquel momento habían
caracterizado su cine, se transfiguran
para dar paso a un espacio pictórico que
rechaza toda inscripción naturalista y en
La audacia es bella
el que la textura digital otorga una nueva JAIME PENA
plástica a la imagen, que desde los postu-
lados de lo hiperlocal (Fontainhas) acaba
estableciendo un claro punto de contacto
con algunas de las investigaciones lleva-
das a cabo, con la estilización de la tex-
tura digital, por directores de Hollywood
como Michael Mann en Collateral (2005)
o James Gray en Two Lovers (2008).
Juventude em Marcha es la crónica
de una errancia. No obstante, el tránsito
que el personaje de Ventura efectúa por
los barrios de Lisboa no se lleva a cabo a
partir del movimiento físico, sino a partir
de una serie de encuentros estáticos.
Ventura parece un revenant que visita a
los suyos y alza su silueta fantasmagórica
en medio de una serie de estancias vacías.
La cámara filma, de forma estática, cada
uno de los encuentros con los suyos. Los
planos de Juventude em Marcha exploran
los flujos internos de la imagen digital a
partir de contraluces, contrastes bruscos
y líneas de fuga en la composición. Parece
como si toda la película se construyera
como el ensayo de una nueva figuración
en la que la plástica no viene determi-
nada únicamente por la luz (el blanco de Juventude em Marcha
las paredes contrastando con la piel negra
de Ventura), sino por la propia textura del
Pedro Costa reconoce que tardó tumbrada (fueron cincuenta años de
medio. Costa anula el movimiento de los
mucho en darse cuenta del mundo vida y trabajo en común) a las divaga-
cuerpos para establecer un distancia-
de posibilidades que se esconde tras ciones del viejo cascarrabias.
miento que rompe con la fisicidad de las
una puerta. Ocurrió durante el pro- En todo caso, una puerta abierta
cámaras móviles y potencia la abstracción.
ceso de montaje de Oú gît votre sourire permanentemente para dejar fluir
Los cuerpos se transforman en volúme-
enfoui? (2001), cuando fue consciente las ideas, la ficción. A diferencia de
nes. La frialdad digital se opone a la alta
de la omnipresente puerta al fondo Lubitsch, John Ford nos había ense-
temperatura de la imagen fotoquímica y
del encuadre por la que salía y volvía ñado que toda historia se inicia con una
propone una nueva estética de lo real que
a entrar constantemente Jean-Marie puerta que se abre, al exterior, a la luz,
no pasa por la observación documental,
Straub. Como sabrá cualquier especta- a la ficción... Y concluye con esa misma
sino por un cierto sentido de la reescri-
dor de Lubitsch, las ficciones más suge- puerta cerrándose y devolviéndonos a
tura que se apodera de la imagen.
rentes e inimaginables (las posibles y las la realidad. Pedro Costa lleva contándo-
El paso de la imagen de lo real hasta la imposibles) se esconden tras una puerta nos, desde 1994, una historia que, por el
estética de lo hiperreal, sustanciado con cerrada. No podemos negar cuánto hay momento, no tiene visos de haber con-
un film como Juventude em Marcha, es de comedia (no diré que de Lubitsch) cluido. Esa historia nos habla de Cabo
sintomático de un proceso clave del cine en una película como ésta, en la que Verde, la antigua colonia portuguesa, y
contemporáneo. En un momento como el Costa muestra a Danièle Huillet y Jean- de los inmigrantes caboverdianos que
actual, en el que todo puede convertirse Marie Straub en su trabajo diario, en su hoy habitan en las barriadas lisboetas.
en imagen, la cuestión esencial reside en mesa de trabajo, la moviola. Él no deja Arranca no con una puerta que se abre,
ver cómo esas imágenes de ficción, que no de entrar y salir una y otra vez, como si sino con el accidente de un inmigrante
han perdido el aura de su carácter docu- precisase refugiarse en el exterior, en el a resultas del cual queda en coma. Una
mental primigenio, pueden ser consi- fuera de campo, para retornar de inme- enfermera habrá de acompañarle a su
deradas la recreación de un mundo que diato con nuevas ideas, propuestas que tierra de origen, Cabo Verde, en donde,
pretende hacerse más visible. • apenas serán atendidas por ella, acos- entre volcanes y una tierra quemada, se
explicarnos cómo los hechos se convier-
ten en leyenda. O cómo la historia se rees-
cribe como Historia. Ford filma su lado
oscuro, en este caso la masacre de la caba-
llería en Little Big Horn, en 1876, una de
las pocas victorias de los indios (como
hará otro portugués, Manoel de Oliveira,
con No o la vanagloria de mandar, otra
historia de las derrotas sobre las que se
ha edificado una nación). Si en lugar del
discurso final de John Wayne tuviése-
Las mujeres despiden a los soldados en Fort Apache Ventura, Xana y Bete ante el cortejo fúnebre de Zita mos una placa conmemorativa, halla-

operará el milagro de su recuperación.


En Casa de Lava asoman muchos de los Con el tiempo, las películas de Pedro Costa se han ido
temas y los tropos del cine posterior de acercando a una síntesis de la formalización propia de
Costa: los inmigrantes caboverdianos,
Tarrafal, el grito "Juventude em Marcha", Jean-Marie Straub y la épica de la derrota de John Ford
la carta: "Nha crecheu, meu amor...". Todo
ello sobre un terreno que parece remitir todo, en sus películas sobre la caballería. ríamos el atajo más directo hasta Profit
a Stromboli (Rossellini) y a un relato que Toda la épica de esos instantes se con- Motive and The Whispering Wind, pelí-
no disimula sus ecos de Yo anduve con centra en unos rostros sabedores de que cula con la que John Gianvito recons-
un zombi (Tourneur) y todas las versio- la victoria o la derrota traerán inevita- truye toda la historia americana, desde
nes más o menos disimuladas que se han blemente algún grado de dolor. En esas la colonización hasta fines del siglo XX,
hecho de Jane Eyre (entre ellas, La senda miradas, como en las numerosas escenas a través de la straubiana filmación crono-
de los elefantes y Cuando ruge la mara- de tumbas a lo largo de toda su filmogra- lógica de monumentos y lápidas con los
bunta), al tiempo que parece anticipar fía, radica también la grandeza de Ford: que se recuerda a las distintas víctimas
Rompiendo las olas (Von Trier). En Oú nadie como él, quizá tan sólo Ozu, supo (indios, sindicalistas, feministas, activis-
gît votre sourire enfoui?, Straub citaba a cómo mirar a la muerte. tas negros...) que han protagonizado esa
Charles Péguy: "Hacer la revolución tam- otra historia oscura y paralela que no
bién es poner en su sitio las cosas antiguas", Tumbas y epitafios tiene cabida cuando de lo que se trata es
poniendo el acento en ese también. Si Casa de Lava presentaba el retorno de imprimir la leyenda.
A lo largo de los años Pedro Costa ha ido forzado de la inmigración caboverdiana Del mismo modo, Pedro Costa ha que-
dejando muy claro cuales son sus cineas- a su tierra, No Quarto da Vanda es el rido poner un epílogo a sus películas
tas de cabecera: Straub/Huillet, Godard, retrato crepuscular de un modo de vida, sobre Cabo Verde con el plano final de
Bresson, Ozu, Walsh, Hawks, Warhol, el del barrio de Fontainhas, en las afueras Tarrafal, su contribución al film colec-
Tourneur, Ford... Con el tiempo, no obs- de Lisboa, que los caboverdianos habían tivo O Estado do Mundo. Un plano que
tante, sus películas se han ido acercando convertido en su nuevo hogar. La pelí- exhibe una simple carta, la notificación
a una síntesis del cine de Straub y Ford. cula describe las últimas horas del barrio, oficial de deportación de José Alberto
La formalización de Straub y la épica de su proceso de rehabilitación. Habrá que Tavares Silva, en la que podemos leer,
la derrota de Ford, podríamos decir. Hay esperar hasta Juventude em Marcha también, el epitafio a la forma de vida
un plano en Juventude em Marcha que es para saber el destino de sus habitantes. que representaba Fontainhas. Tarrafal es
el más fordiano de toda la obra de Costa y, Es por eso que tiene algo de "otoño de una pequeña población de Cabo Verde y,
quizá, de todo el cine contemporáneo. Es los caboverdianos", El gran combate de en consecuencia, el título de la película
aquel del paso del cortejo fúnebre de Zita, Ventura y los suyos, trasplantados a un evocaría ese lugar de origen al que, en las
la hermana de Vanda; cortejo que sólo lle- espacio artificial, un reducto en el que películas de Pedro Costa, sólo se vuelve
garemos a oir pero no a ver, pues Costa habrán de rehacer sus vidas, alejados medio muerto o deportado. Pero Tarrafal
focaliza toda la atención en la actitud de sus raíces. A diferencia de No Quarto es mucho más o, al menos, carece de ese
respetuosa y en los rostros de Ventura, da Vanda, Juventude em Marcha es una tipo de connotaciones nostálgicas. Costa
Xana y Bete. Centrarse en la mirada de película sobre el desarraigo, en la que las nos está hablando de la historia que no
los personajes antes que en lo que miran, nuevas edificaciones blancas y uniformes suele ser escrita, de la que está más allá de
como en Ford, recalca Tag Gallagher, que intentan cumplir el mismo efecto que la las leyendas, de una historia consagrada a
pone en relación esta escena con otra de metadona con la que Vanda ha sustituido las víctimas. Pues Tarrafal fue ante todo,
The Sun Shines Bright (Ford). O, añadi- a la heroína. entre finales de los años treinta y princi-
mos por nuestra parte, con los múltiples pios de los cincuenta, un campo de con-
Especialista, como decíamos, en filmar
planos de madres y esposas angustiadas centración en el que fueron recluidos y
escenas de tumbas, John Ford sabía tam-
viendo cómo los soldados (sus hijos o fusilados muchos militantes antifascistas
bién como nadie filmar epitafios. Su print
maridos) parten hacia la batalla, sobre opositores al régimen de Salazar. •
the legend aparece ya en Fort Apache para
Serenidad
MIGUEL GOMES

Hay un momento en No Quarto da Vanda que parece un gag de Jacques Tati. Pango está en la casa que acaba de
ocupar. Va a buscar un cajón abandonado que coloca en el suelo, en horizontal, con el fondo vuelto hacia arriba. Da
una calada al cigarro mientras ve un banco improvisado. No le gusta. Vuelve a coger el cajón y, esta vez, lo coloca
en vertical, con la abertura dirigida hacia él. Va a buscar un pedazo de madera que incrusta en mitad del cajón.
Acaba de inventar un armario.
Será un mero detalle en un film donde las tareas domésticas son omnipresentes, llegando a rivalizar con los ritua-
les del consumo de drogas, actividades todas ellas rutinarias, que siempre se efectúan dentro de casa. El gesto, en
todo caso, le sirve tanto a Pango como a Pedro Costa. Mientras afuera los buldozzers reducen a polvo calles y casas
del barrio de Fontainhas, realizador y personaje reinventan lo que pueden a partir de los destrozos y los materiales
abandonados. No los traen de fuera, ya están allí. Desde que comenzó a filmar en digital, Pedro Costa se ha referido
a su nuevo modelo de producción como algo refundador, que lo liberó del peso del cine y de aquello que se inter-
ponía entre la cámara y lo que era filmado.
Lo que creo que diferencia a No Quarto da Vanda de las tres películas que la anteceden es sobre todo la aparición
en el cine de Costa de una serenidad radicalmente nueva. Para mí, esa serenidad es sobre todo el resultado del des-
cubrimiento de una comunidad: un lugar, las personas que ahí viven, el circuito de relaciones que establecen entre
ellas. La monumentalidad de No Quarto da Vanda tiene que ver con la creciente sensación de que asistimos a una
reconstitución, concreta y abstracta, de la vivencia de esa comunidad (reconstitución y no recreación, porque todos
sabemos que de un cajón se puede hacer un armario sin dejar nunca de continuar siendo un cajón). Este es el film en
el que el realizador se reconcilia con una posibilidad de sociedad. No la Sociedad, sino una sociedad, al margen.
Al margen estaban los protagonistas de O Sangue, Casa de Lava y Ossos; y cada una de esas películas, de maneras
distintas, organizaba la confrontación entre personajes y sociedad. Al entrar en el barrio y hacer del cuarto de Vanda
(el interior con las paredes más permeables a los ruidos de la calle de la Historia del cine) una caja de resonancia
de la vida del barrio, Costa reformula completamente las claves maestras de su obra.
Hasta este film, para materializar su imaginario romántico Pedro Costa siempre necesitó fabricar un pathos
dramático ostentoso. O Sangue, de una poética casi gótica, nace de la más oscura de las noches y envuelve a los
personajes en una cápsula mítica reforzada por la puesta en escena, por la fotografía y por el montaje. En Casa de
Lava, Costa busca un decorado, la Isla de Fuego en Cabo Verde, que concentre ese ideario romántico y salvaje; es la
primera aproximación a una realidad material autónoma, anterior y posterior a la fabricación del film. Con Ossos
descubre a Vanda; con ella y con los otros hace un film de terror en el que los cuerpos emanan y encarnan los con-
tornos dramáticos de su cine. Costa es un vampiro y sus actores son zombis, y esa dimensión profana es la que hace
de Ossos una obra tan perturbadora. Y, después, ¡sorpresa! Pedro Costa se infiltra en Fontainhas y deja de filmar
la exclusión entre personajes (es el propio barrio el que ya está excluido de la ciudad). En el barrio donde viven,
con la representación de su cotidiano, los actores no necesitan que un realizador intervenga para exponer el dra-
matismo porque éste ya está ahí, no hay que importarlo. Retrospectivamente, vemos que, de película en película,
Costa intentó materializar sus fantasmas. Aquí, finalmente, esos fantasmas tienen cuerpos, un lugar, y sus rituales.
Y de esta nueva realidad es de donde procede la serenidad. Es a partir de aquí que Costa puede invocar a Ozu, otro
cineasta que tan obsesivamente filmó los rituales domésticos.
En Oú gît votre sourire s'enfoui?, que se podría llamar "No Quarto dos Straubs", Pedro Costa hace la misma ope-
ración con el cine. En el discurso de Danièle Huillet y Jean-Marie Straub y en la moviola donde se monta el film
Sicilia!, el cine encuentra una materialización, se torna una realidad física. Costa lo registra, pacientemente, y lo
equilibra con el retrato doméstico del matrimonio, sorprendentemente ligero y vivo.
Al contrario de lo que se ha dicho, pienso que Juventude em Marcha no es una continuación de No Quarto da
Vanda, sino una reaproximación a las películas pre-Vanda sustentada por lo que conquistó entre tanto. Con una
estructura y con unos encuadres de nuevo más "visibles", Pedro Costa regresa a la carga mítica de sus primeros
trabajos con la serenidad de quien se sabe en un lugar que (también) es suyo. •

Miguel Gomes (Lisboa, 1972), cineasta, ha dirigido los largometrajes


A Cara que Mereces y Aquele Querido Mês de Agosto

Traducción: Aline Casagrande y Carlos Reviriego

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