Você está na página 1de 18

ISSN 2347-081X

http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

Los museos como


dispositivos de desterritorialización:
el caso del Museo Leleque
The museums as deterritorialization
devices: the case of the Leleque Museum

Cristian Hermosilla Rivera


UNPSJB
cristianhermo@yahoo.com.ar

Resumen
El museo se fue consolidando como institución consagrada a la ciencia a lo largo del
siglo XIX y puede decirse que su propósito ha sido mucho más complejo que el de
darle un orden histórico, evolutivo o taxonómico a los diversos saberes, objetos y ele­
mentos del mundo colonizado. Han simbolizado, tal como el Museo de Ciencias Na­
turales de La Plata, el triunfo de quienes lo construyen, es decir, de las clases
dirigentes nacionales y regionales, de la modernidad eurocéntrica, del “progreso”,
permitiendo la exhibición de un pasado “primitivo”, “bárbaro” y/o “atrasado” que ya
ha sido necesariamente superado.

En este sentido, el museo se ha convertido en un dispositivo político de exce­


lencia que ha justificado el despojo material y cultural de las subalternidades, deste­
rritorializando y reterritorializando lo no deseado, lo inconveniente, transfor­
mándose en autoridad intelectual para negociar los límites socio­políticos externos e
internos del Estado nación. En este marco, el trabajo propone problematizar el rol
del Museo Leleque en Patagonia, en tanto herramienta ideológica que reconstruye un
pasado geo­histórico y que legitima la actual conformación jurídica y política del te­
rritorio, el cual desconoce, entre otros, los derechos ancestrales de los pueblos origi­
narios en la región.

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 27


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

Palabras clave:
museo, desterritorialización, Patagonia, poder

Abstract
The museum has been consolidated as an institution devoted to the science throug­
hout the nineteenth century, and it may be said that its purpose has been much more
complex than to give a historical, evolutionary or taxonomic order to the various co­
llections of objects and elements. The museum has symbolized, as the Museum of
Natural Sciences in La Plata, the triumph of those who built it, that is to say, of the
national and regional ruling classes, the Eurocentric modernity, of the “progress”,
allowing the display of a "primitive", "barbaric" and/or "backward" past, that has al­
ready been necessarily overcome.

In this sense, the museum has become a political device of excellence that has
justified the material and cultural despoil of the subalterns, deterritorializing and re­
territorializing the unwanted and the inconvenient. The museum has become an in­
tellectual authority to negotiate the internal and external socio­political limits of a
nation­state. In this framework, the work proposes to problematize the role of the
Leleque Museum in the Patagonia, both as an ideological tool that reconstructs a
geo­historical past and that legitimates the current legal and political make­up of the
territory, which unknowns among others, the ancestral rights of the natives in the re­
gion.

Key Words:
museum, deterritorialization, Patagonia, power

28 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

Introducción geo­histórico y legitima la actual confor­


El museo se fue consolidando como ins­ mación jurídica y política del territorio,
titución consagrada a la ciencia a lo lar­ repensando esta situación como la
go del siglo XIX y puede decirse que su emergencia de tensiones territoriales
propósito ha sido mucho más complejo entre los pueblos mapuche­tehuelches y
que el de darle un orden histórico, evo­ aquel que surge de las connivencias
lutivo o taxonómico a los diversos sabe­ históricas entre el Estado nacional y el
res, objetos y elementos del mundo capital privado en sus diversas formas.
colonizado. En este sentido, el museo se
ha convertido en un dispositivo político
de excelencia, ya que ha justificado el Inauguración del Museo Leleque.
despojo material y cultural de las subal­ Contradicciones de la historia.
ternidades, desterritorializando y rete­
rritorializando lo no deseado, lo incon­ El Museo Leleque se encuentra dentro
veniente; transformándose en autoridad de la estancia del mismo nombre, a es­
intelectual para negociar los límites so­ casos metros del Kilómetro 1.440 de la
cio­políticos externos e internos del Es­ Ruta Nacional 40, distante a 20 kilóme­
tado nación. tros de El Maitén, 90 de Esquel y 80 de
A partir de las últimas décadas del El Bolsón. Fue inaugurado en el año
siglo XX, la región patagónica (como así 2000 y su materialización fue posible
también gran parte de Latinoamérica) gracias a la convergencia de intereses
ha sido testigo del resurgimiento de entre la Compañía de Tierras del Sud
Argentino, Benetton Group SPA, la Fun­
identidades colectivas que ponen su eje
dación Ameghino y la Secretaría de Cul­
en la reivindicación de derechos ances­
tura de la Nación.
trales, por lo tanto, el reclamo parece no
anclarse simplemente en la recuperación La ceremonia inaugural tuvo la
de la tierra, sino que fundamentalmente presencia de más de trescientos invita­
apunta al reconocimiento del territorio, dos nacionales e internacionales, todos
sus territorios. Esta situación remueve elegidos especialmente por el grupo Be­
luchas que parecían haberse resuelto a netton, entre los que se encontraban
fines del siglo XIX e incorpora compleji­ políticos de alto rango y personalidades
dades que van desde el plano material del mundo empresarial, más una amplia
hasta el simbólico. En este contexto, el cobertura de la prensa estatal y extran­
Museo Leleque aparece como un dispo­ jera.
sitivo de excelencia para reafirmar la
historia hegemónica y endilgar a los Del exterior llegaron periodistas de las
más prestigiosas cadenas como CNN,
pueblos originarios un reconocimiento
RAI, y la publicación National Geo­
que solo tiene lugar en el pasado, despo­
graphic, entre muchos otros. Y de la
litizando de esta manera la lucha actual, Argentina los principales diarios y pe­
circunscribiendo la cuestión de la tierra riodistas de televisión. También estu­
en una dimensión exclusivamente legal. vieron presentes legisladores y autori­
En este marco, el trabajo propone dades académicas y políticas, científi­
problematizar el rol del Museo Leleque cos, descendientes de los pioneros y
en Patagonia, en tanto herramienta representantes de alguno de los gru­
ideológica que reconstruye un pasado pos mapuches. El acto se realizó con

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 29


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

toda pompa: una conferencia de pren­ do tan efectivos como los que sufrieran
sa en un antiguo almacén devenido en sus antepasados cercanos. El grupo que
cafetería, el tradicional corte de cintas se hacía presente estaba representado
y hasta un refinado almuerzo servido por veintiséis familias de la Comunidad
en una enorme carpa climatizada, Vuelta del Río, las cuales corrían serio
montada especialmente para la oca­ riesgo de ser desalojadas por diversos
sión (Nabel, 2000). fallos judiciales.

Pero el glamour mediático, social Enarbolaron la bandera azul, blanca y


y político se vio empañado por la pre­ amarilla, con una flecha azul en el
sencia de un colectivo de comunidades centro, mientras hacían sonar sus ins­
mapuches­tehuelches en las afueras trumentos y gritaban a coro: “Nuestro
del museo, quienes se manifestaban pueblo está vivo”, mientras el gober­
con el objetivo de visibilizar, frente a nador Lizurume cortaba la cinta inau­
los medios apostados en el lugar, los gural […] “Nuestra gente no tiene
graves conflictos socio­territoriales en tierras y termina yéndose a los pue­
la región. blos para trabajar como mano de obra
barata o vivir del asistencialismo” […]
Algunas de las palabras fueron re­ “Allí nos convertimos en marginales,
gistradas por los mismos medios, testi­ algunos se refugian en el alcohol, otros
gos de una historia que el museo parecía en el delito y la violencia. Y el Estado,
no contener. en vez de darnos soluciones, responde
con represión” (Videla, 2000).
“El Estado le da garantías al hombre
adinerado y se olvida de nosotros, que Estas palabras registradas por un
estamos empobrecidos”, se quejó Luis importante medio nacional, son una
Millán, huerquen (mensajero) de una síntesis de las contradicciones y para­
comunidad mapuche, integrante de dojas históricas que se fusionaban
una comitiva de aborígenes que cruzó aquella tarde de agosto. Los pueblos
la tranquera de los Benetton para ha­ originarios serían protagonistas de
cer oír su reclamo ante más de 200 aquel día, no tanto por la historia que
periodistas de medios locales, nacio­ se contaba sobre ellos dentro del mu­
nales y de todo el mundo […] El Go­ seo, sino por haber hecho oír su propia
bernador salió a atender los reclamos historia afuera del mismo. Se encontra­
de los aborígenes, pero no aportó nin­ ban frente a frente, el pasado indígena
guna respuesta concreta. “Las solucio­ congelado por los intelectuales orgáni­
nes van a ser de acuerdo a lo que cos ante ese presente en ebullición que
establece la ley”, les dijo (Videla, representaba la Comunidad Vuelta del
2000). Río.

Las contradicciones históricas en­ Pero para entender lo sucedido


tre pueblos originarios, terratenientes y aquel día de la inauguración, es necesa­
Estado nacional, no pudieron ocultarse rio retrotraerse en el tiempo y adentrar­
en aquel inicio del nuevo siglo. Habían se en la génesis de los conflictos terri­
pasado más de cien años de la “Conquis­ toriales, lo cual ayudará a comprender
ta del Desierto” pero los despojos, me­ también, la función y el contexto en el
diante diversas estrategias, seguían sien­ que fue creado el Museo Leleque.

30 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

De la “Campaña del Desierto” al do en dichas comarcas veinte años


grupo Benetton, la continuidad antes de la efectiva instalación de las
del despojo estancias.

La Compañía de Tierras del Sud Argenti­ El acaparamiento de tierras fue un


no (ASLCo) se estableció en la región en ejemplo de la complicidad entre los in­
1889, luego de finalizada la mal llamada tereses privados y estatales, ya que como
“Conquista del Desierto”. Entre 1880 y expresa Gaviratti (citando a Dumrauf)
1900 el Estado nacional fomentó la ocu­
pación de la región cordillerana a través la buena disposición de las autorida­
de las denominadas “Colonias Pastoriles des argentinas en favorecer los intere­
Aborígenes”, como así también a través ses ingleses se manifestó en la sanción
de las “Empresas de Colonización” (co­ de la ley 2875, en 1891, por la que se
mo es el caso de la ASLCo), muchas de anulaba la obligación de colonizar,
las cuales no prosperaron, permitiendo otorgando la plena y libre propiedad
que las tierras adjudicadas quedaran en de la tierra con la devolución del vein­
manos de grandes compañías cuyos ca­ ticinco por ciento de las tierras conce­
pitales eran en su mayoría ingleses (Fin­ didas, cláusula que fue fácilmente
kelstein, Gaviratti y Novella, 2005). La burlada (2005, p. 81).
ASLCo se constituyó así en la más im­
portante empresa productiva de la re­ En julio de 1975, las acciones de
gión, gracias a la explotación ganadera la ASLCo fueron compradas por la So­
de distintas estancias como Leleque, El ciedad Argentina Paz y Ochoa, y en
Maitén, Fitrihuin, Picañeu, Lepá, Fofo­ 1991 aparece el grupo Benetton, que
Cahuel, Cholila y Maquinchao, confor­ mediante la Edizione Holding Interna­
mando un bloque productivo desde el cional N.V., compra el paquete accio­
Oeste de la provincia de Río Negro hasta nario de la compañía. La llegada del
la actual ciudad de Esquel en la provin­ grupo inversor italiano se dio en un
cia del Chubut. Dentro de esta gran pro­ contexto en el cual las políticas neoli­
piedad quedarían también familias berales tenían amplia aceptación en los
mapuches­tehuelches, las cuales abaste­ sectores intelectuales y populares de la
cerían de fuerza de trabajo (casi siempre Argentina. La compra de tierras es­
como peones) al sector rural (Sánchez, tratégicas por parte de extranjeros co­
2007). mo Ted Turner, Joseph Lewis, Douglas
Tompkins, Florent Pagny entre otros,
Si bien el objetivo del proyecto es­ fue presentada como una política ne­
tatal era la cesión de tierras estratégicas cesaria para insertar a la Argentina en
a la ASLCo para fomentar la coloniza­ las filas del primer mundo1.
ción, es un hecho que el proyecto fraca­
saría, solo en parte, ya que el interés de Con esta operación, el grupo Be­
fondo de la compañía era la explotación netton alcanzaba prácticamente el
económica de las tierras. En este senti­ millón de hectáreas productivas siendo,
do, Gavirati (2005) expresa que los ca­ al momento, los mayores propietarios
pitalistas ingleses sabían perfectamente privados en el país, la más importante
dónde invertían, ya que lo hiceron en empresa agropecuaria de la Patagonia y
base a los informes que el expediciona­ una de las cinco más rentables del país
rio inglés George Musters había realiza­ (Sánchez, 2007).

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 31


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

Frente a esto, la presencia de la co­ hectáreas. Bueno, estábamos discu­


munidad de Vuelta del Río, el día de la tiendo por algo mucho menor (Sán­
inauguración del museo, fue la manifes­ chez, 2007, p. 141).
tación, el afloramiento, de una lucha
indígena que se ha venido gestando, ca­ En octubre del mismo año el ma­
da vez con mayor fuerza, desde hace más trimonio fue desalojado violentamente
de dos décadas en todo el continente. La por la policía, haciendo efectiva la orden
recuperación de los territorios ancestra­ dictada por un juez de instrucción de
les y el derecho real a una cultura que ha Esquel, en respuesta a las demandas pe­
sido relegada históricamente, han sido nales y civiles por usurpación realizada
las principales causas de este movimien­ por el encargado de la Estancia Leleque
to, y el contexto con el que el grupo in­ (Vidal y Agosto, 2008).
versor italiano debió lidiar a su llegada a
la Patagonia. A pesar de ser desalojados violen­
tamente en 2002, la pareja decidió vol­
Fue así, por ejemplo, que hacia ver a la tierra de sus ancestros en 2007
2002 el grupo inversor italiano se iba a en las que se encuentran hasta la actua­
enfrentar con uno de los primeros gran­ lidad, esta vez como comunidad Santa
des conflictos en su propiedad. En agos­ Rosa Leleque:
to de dicho año, el matrimonio mapuche
Atilio Curiñanco y Rosa Nahuelquir, se durante ese mismo año se manifestó
establecería en una fracción de tierra otro de los instrumentos utilizados por
(385 hectáreas) del Paraje Santa Rosa de los hermanos Benetton para intimidar
Leleque, de la que es originario Atilio. El a la comunidad, la militarización de la
accionar de la familia se sustentó, no so­ región. El GEOP (Grupo de Operacio­
lo en el derecho ancestral sobre la tierra nes Especiales) de la Policía de Chubut
del pueblo mapuche, sino sobre las irre­ fue autorizado para realizar entrena­
gularidades en la tenencia legal de la tie­ mientos en la estancia Leleque […] La
rra por parte de los Benetton. Gustavo comunidad, sintiéndose amedrentada,
Macayo, abogado de la familia mapuche, hizo un pedido de informes al Minis­
estableció la defensa en la irregularidad terio del Interior, la Defensoría del
de las mensuras realizadas en 1892, ape­ Pueblo y la Secretaría de Derechos
nas finalizado el avance militar sobre Humanos, pero sin recibir respuesta
Patagonia. alguna (Ibíd., p. 131).

Ellos presentaban una mensura que es Luego de ganar en 2004 el juicio ci­
anterior a la mensura de los títulos, en vil2 a la familia Curiñanco debido a que la
1896. Además de que los títulos eran misma usurpaba tierra no fiscal sino de la
ilegibles […] Santa Rosa está en un Estancia Lepá (Delrío, Lenton y Papazian,
vértice, y las mensuras no son ciento 2010), Benetton comienza a realizar gestos
por ciento fieles, pueden tener un de “buena convivencia” donando tierras,
margen de error. Desde principios de de dudosa calidad, a las comunidades ma­
siglo fue muy complicado mensurar. puches (aparentemente con el fin de me­
Por eso la tierra se repartió a ojo […] jorar la imagen de la empresa a nivel
Ellos hablaban de un margen de error mundial). A su vez, han desarrollado di­
del uno por ciento en una estancia de versas acciones de “responsabilidad so­
90.000 hectáreas. Eso equivale a 900 cial” en la región, rozando muchas veces

32 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

el asistencialismo y la compra de volunta­ de la territorialidad”, inherente a la


des, tanto de políticos como de diversos condición humana, la desterritoriali­
medios de comunicación locales. En este zación es simplemente la otra faz,
sentido, la compañía mantiene canales de siempre ambivalente, de la construc­
diálogo con distintos intendentes todos ción de territorios (Ibíd., p. 302).
los días del año, tienen presencia publici­
taria en la mayoría de los medios de co­ Sucede que cada colectivo social
municación y socialmente cubren un posee su propia filosofía con el espacio­
lugar que el Estado no quiere o no ha po­ naturaleza, su propia territorialidad,
dido cubrir (Sánchez, 2007). aunque ésta no pueda consolidarse te­
rritorialmente en el espacio geográfico
en disputa (como diría Henri Lefebvre,
Conflictos por la tierra: apropiación sin propiedad), ya que hay
territorialidades en disputa mecanismos políticos y culturales que lo
impiden, pero no por ello desaparecen.
Los conflictos por el territorio en Pata­
gonia entre pueblos originarios y el Esta­ En un territorio hay, siempre, múlti­
do han tenido históricamente una fuerte ples territorialidades. Sin embargo, el
disputa desde lo material y lo simbólico. territorio tiende a naturalizar las rela­
Aun así, la territorialidad mapuche­ ciones sociales y de poder, pues se ha­
tehuelche lejos de menguar o extinguir­ ce refugio, lugar donde cada cual se
se, ha ido tomado nuevas y complejas siente en casa, aunque en una socie­
formas. ¿Cabe pensar entonces en clave dad dividida. En la formulación de
de desterritorialización la intervención Heidegger: “la historicidad de toda
cultural que establece el museo? Como humanidad reside en ser enraizado
expresa Rogerio Haesbaert (2011), la (Heimliche), y ser enraizado (Heimli­
desterritorialización por sí misma no es che), es sentirse en casa (Heimliche) al
más que un mito, no puede pensarse co­ ser desenraizado (Unheimliche)”
mo proceso diferente, disociado de la re­ (Porto Gonçalves, 2009a, p.127).
territorialización.
Cuando se expresa que el Museo
Para seguir con este razonamiento, no Leleque ha funcionado como un meca­
habría desterritorialización sólo por el nismo de desterritorialización, se alude
hecho de que ésta es “el otro lado” de entonces no a la desaparición de la dife­
la territorialización, su “otro” dialécti­ rencia o la eliminación de la filosofía y
camente conjugado […] lo que surge de los derechos ancestrales del colectivo
no es el dominio de un segundo ele­ mapuche tehuelche al territorio, sino a la
mento –la desterritorialización sobre subordinación de estos a la concepción
la territorialización– sino la afirma­ de territorio que imponen las fuerzas de
ción de un tercero al que llamamos mercado.
multiterritorialidad o multiterritoriali­
zación (Haesbaert, 2011, p.303). Vista así, la multiterritorialidad
emergente (convivencia simultánea de
Por lo tanto, las territorialidades de la diferencia) no
es armónica, ya que la misma es confi­
Ni el “fin de la espacialidad”, inheren­ gurada, “ordenada” por el poder he­
te a la existencia de mundo, ni el “fin gemónico. Una permanente desreterri­

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 33


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

torialización, “de” y “para” el poder, en En este sentido, Casamiquela se


este caso, de las fuerzas de mercado en habría basado en criterios raciales, en
consonancia con algunas agencias esta­ determinados caracteres biológicos para
tales. presuponer diversas identidades étnicas
y culturales entre tehuelches y mapu­
El Museo Leleque interviene como ches, pasando por alto que los diversos
institución clave en el ordenamiento de pueblos construyeron (y construyen) sus
las territorialidades que se tensionan en identidades fundamentalmente por el
Patagonia, logrando de esta manera con­ contacto. Si bien las teorías raciales y
solidar el orden territorial existente. nacionalistas han tenido profunda pene­
“Los mapuches en realidad vinieron de tración en el sentido común4 del pueblo
Chile. No estaban ahí desde el comienzo patagónico, gracias a su difusión en las
de todo. Ahí estaban los tehuelches” ex­ currículas escolares “tradicionales”, en la
presaba en una entrevista Diego Perazzo actualidad están siendo cuestionadas y
(Sánchez, 2007, p.172), representante de superadas, al menos en ciertos sectores
la familia Benetton en la Argentina y vi­ del ámbito académico. La teoría de la
cepresidente de la Compañía de Tierras “invasión” del mapuche sobre el tehuel­
Sud Argentino Limitado. Esta visión che pierde sustento ante la “evidencia
político­ideológica funciona como lógica histórica de que el mestizaje y la intrin­
desterritorializadora de lo preexistente cada red de matrimonios provocaba que
pero al mismo tiempo, reterritorializa todos fuesen parientes de una u otra
argumentando la imposibilidad de dere­ forma” (Vezub en Jones, 2008, p. 3).
chos del colectivo mapuche­tehuelche
sobre el territorio. Esta teoría que posi­ En cuanto a la “membrecía” nacio­
ciona como “invasores” a los pueblos nal que se les impuso a los pueblos ori­
mapuches ha tenido en Rodolfo Casami­ ginarios, como por ejemplo, “mapuches
quela a uno de sus principales defenso­ chilenos” o “tehuelches argentinos”,
res, casualmente creador y artífice de la puede decirse que:
Fundación Ameghino en 1978 y del Mu­
seo Leleque en 2000. las relaciones de contacto entre los
pueblos prehispánicos son anteriores a
A esta teoría se la conoce formal­ la formación de los Estados nación y a
mente como “Araucanización de Pampa toda delimitación que tenga que ver
y Patagonia”3 y da sustento a quienes con límites provinciales. Los diferen­
ponen en cuestión los derechos mapu­ tes pueblos originarios que habitaban
ches sobre las tierras que hoy se encuen­ hacia ambas vertientes de los Andes
tran en territorio argentino. Según vivían en contacto por el comercio,
Lazzari y Lenton (en Jones, 2008), esta como así también por las relaciones de
teoría tiene sus primeras manifestacio­ lazos familiares. Esto echa por tierra
nes en la obra La conquista de quince toda tesis esencialista de la etnia como
mil leguas de Estanislao Zeballos, la cual algo puro, estático, inmóvil. Más bien
se inscribe dentro de la narrativa nacio­ lo que vemos desarrollarse en lo que
nalista que ve a los mapuches como una hoy es Pampa y Patagonia es un gran
etnia invasora, proveniente de Chile, proceso de parentesco entre diferentes
símbolo de la “barbarie” que debía ser parcialidades de tehuelches, pampas y
combatida con la “civilización”, materia­ mapuches que dio lugar a diferentes
lizada con la “Conquista del Desierto”. gentilicios y jefaturas (Ibíd., p. 1).

34 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

Directa o indirectamente variados mediados de los noventa y se materializa


trabajos han desacreditado la tesis de la en los albores del siglo XXI, impulsado
“Araucanización de Pampa y Patagonia”, por el recién desembarcado grupo Be­
ya sea desde la arqueología (presencia de netton a la región. Su creación coincide
cerámica mapuche en el actual Río Ne­ con una escalada de fuerte conflictividad
gro y Neuquén con más de mil años de social por el territorio, que tiene sus orí­
antigüedad), la historia (diversas fuentes genes en el despojo territorial­cultural
militares, científicas, etc.) o la toponimia del Estado y el capital privado sobre los
(topónimos lacustres en mapuzungun pueblos originarios.
como Epuyén, Puelo y Colhue Huapi que
se registran desde los siglo XVI y XVII). En este contexto la Compañía de
Por ello, concluye Jones, dicha teoría Tierras del Sud Argentino S.A., el Benet­
ton Group SPA, la Fundación Ameghino
está impregnada de un profundo (dirigida por Rodolfo Casamiquela) y el
carácter nacionalista y es una nefasta Estado nacional (auspiciando y decla­
construcción histórica por parte de los rando de interés cultural este proyecto)
científicos sociales, que vetan así todo aunarían esfuerzos para crear un museo
tipo de reivindicación actual a las par­ con objetivos aparentemente mucho más
cialidades de mapuches que se hallan profundos que el de incorporar un “pro­
en el territorio argentino (Ibíd., p. 13). ducto” turístico­cultural más al circuito
de la Patagonia.
Estas “verdades” se han ido cues­
tionando lentamente gracias a las cre­ El Museo Leleque se autodescribe
cientes movilizaciones indígenas tanto a como la vidriera de un proyecto científi­
nivel nacional como internacional, po­ co­cultural de antecedentes y proyeccio­
tenciadas por el debate y la reflexión que nes originales.
han generado las consecuencias de los
quinientos años del colonialismo y los Detonado por la motivación romántica
doscientos años de despojo capitalista en de una suerte de pionero patagónico
Patagonia. Esto ha puesto en conciencia demorado en el tiempo, ruso de ori­
la necesidad de superar la racionalidad gen, Pablo Korschenewski, sacó carta
única, aquella proveniente de la moder­ de ciudadanía en Leleque, paraje de
no­colonialidad, que invierte la historia resonancias indígenas a partir de su
y muestra a los pueblos originarios como propio nombre, que en lengua de los
invasores. En esta batalla cultural, los Tehuelches Meridionales de la Pata­
pueblos originarios han tenido grandes gonia nomina un arbusto regional. Y
logros, principalmente (y paradójica­ cargado de simbolismo, desde que fue
mente) sobre el derecho burgués5, pero además escenario de la última escara­
aún sigue siendo muy lejana la real resti­ muza en la lucha protagonizada por
tución de derechos al territorio. tropas nacionales contra las postreras
partidas indígenas Tehuelches en po­
sesión de armas ofensivas (lanzas), en
Museo Leleque, el “saber 1888 […] El proyecto en cuestión se
científico” a la luz de los propone rescatar y exponer los rasgos
conflictos socio-territoriales esenciales de la historia patagónica, a
partir de los aborígenes, los pueblos
El Museo Leleque se comienza a gestar a milenarios del ámbito. Pero ello como

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 35


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

resultado de tareas científicas de in­ muestra algunos lineamientos de la ma­


vestigación regional, con la correlacio­ triz ideológica, producto de la racionali­
nada formación de recursos huma­ dad con la que han sido pensados. Esto
nos, a través de publicaciones, videos, sería anecdótico si no se tuviera en
exposiciones (Información oficial del cuenta que una entidad de estas carac­
Museo Leleque). terísticas funciona como archivo legiti­
mador de la historia y el actual
Es interesante en esta descripción territorio. Se trata de una autoridad in­
observar cómo se destaca lo tehuelche y telectual con capacidad para negociar los
se invisibiliza lo mapuche, cuestión que límites internos y externos del Estado
podría entenderse como una sutil adhe­ nación (LivónGrosman, 2003), un dis­
sión a la teoría de la “araucanización”, en positivo político de influencia funda­
línea con el posicionamiento ideológico mental a la hora de dirimir las tensiones
de Rodolfo Casamiquela, mentor del socio­territoriales actuales.
museo. Esta interpretación entra en cla­
ra contradicción con la posición de quie­ Apenas se comienza el recorrido
nes intentan comprender las caracterís­ por el museo, en su primera sala deno­
ticas geo­históricas de los pueblos origi­ minada “Los Pueblos Autóctonos”, que­
narios como resultado de la complejidad da en claro que estos “ocupaban el área
social existente en la región, ya que, co­ extra­andina” de la Patagonia, y que
mo bien expresan Jones y Vezub, las eran un pueblo “ingenuo” y “libertario” a
parcialidades no eran estáticas ni inmó­ quienes se los denominaría “tehuelches”
viles sino que se han caracterizado por o “patagones”:
una larga historia de inestabilidades,
conflictos y manifestaciones político­cul­ Herederos de una tradición de una
turales de carácter híbrido. En este sen­ docena de milenios en suelo patagóni­
tido, los grupos tehuelches estaban co, conservaron de sus antepasados
emparentados con los mapuches, ya sea paleolíticos el hábito de la caza nóma­
por relaciones familiares, culturales, da de grandes presas, el patriarcado, el
políticas o comerciales y, por lo tanto, amor por la libertad y su ingenua vi­
para analizar la complejidades de esta sión del universo y de los hombres
región bien podría hablarse de pueblos (Información oficial Museo Leleque,
mapuche­tehuelches. las cursivas son nuestras).

Otro hecho controversial, aunque Sumadas a estas notables caracte­


más discutible, es el origen etimológico rizaciones, en la segunda sala “Encuen­
que se le asigna al topónimo Leleque, tro entre Dos Mundos”, el museo parece
que según el Museo proviene de la len­ desprender una sutil legitimación o jus­
gua de los tehuelches meridionales, lo tificación a la “Campaña del Desierto”.
cual se contradice con las aseveraciones,
ampliamente aceptadas, de que el topó­ La distribución masiva del caballo, a
nimo en realidad proviene de la lengua fines del siglo XVI, permitió a los
mapuche, es decir, del mapuzungun “le­ tehuelches atravesar la frontera norte
lej”, que significaría “serranía”. de la Patagonia para ocupar el Neu­
quén y el ámbito pampeano. Sumados
En este sentido, la argumentación allí a los pueblos indígenas andinos y
expresada desde la propia institución trasandinos, fueron parte de la mezcla

36 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

explosiva que, a la larga, produjo la “bárbaros” parecen ser la excusa para


acción armada sistemática por parte llevar adelante las guerras de ocupación
del hombre blanco: la llamada “Con­ capitalista.
quista del Desierto” (Información ofi­
cial Museo Leleque, las cursivas son La tercera sala, “Hacia la Sociedad
nuestras). Sedentaria”, destaca el avance definitivo
del Estado nación en la región.
Según esta versión, el genocida ac­
cionar militar parece haber sido motiva­ Sobre los fogones todavía calientes del
do por el propio pueblo indígena, debido ejército habrían de avanzar la coloni­
a esa “mezcla explosiva de pueblos origi­ zación, el parcelamiento de la tierra, la
narios” al norte de Patagonia, lo cual ganadería del ovino, el desplazamiento
puede traducirse como una permanente a la Patagonia de los pueblos indíge­
e inaceptable amenaza de los “bárbaros” nas pampeanos y neuquinos, el asen­
hacia la civilización y el progreso. Este tamiento de indígenas trasandinos, el
tipo de relatos surgido de un saber tradi­ comercio sistematizado […] Con todo
cionalista, que legitima el colonialismo y ello, la aculturación de los viejos
el capitalismo con todas sus formas de tehuelches entraba en su etapa final
opresión, encuentra en el malón (perso­ […] En el norte, a través del sincretis­
nificado y popularizado en la cultura ar­ mo con la religión araucana, sí se con­
gentina por pintores como Ángel Della servó –hasta hoy– la danza tehuelche
Valle o escritores como Esteban Eche­ milenaria del laberinto (Información
verría), el dispositivo que justificó la ma­ oficial Museo Leleque).
sacre, costo que debieron pagar los
pueblos originarios por enfrentar los de­ En tanto que la cuarta sala, “Los
signios de la modernidad. Estos argu­ Pioneros”, pone el foco en los inmigran­
mentos siguen siendo válidos en la tes llegados luego de la consolidación del
actualidad, de manera más sofisticada o Estado nación en la región:
igualmente rudimentaria, tal como lo
plantean algunos miembros de la Acade­ En ese poblamiento, los indígenas, y
mia Argentina de Historia: en particular los descendientes de
tehuelches, ocuparon un papel secun­
Roca agregó 15.000 leguas de campos dario, pasivo, en tanto se empeñaban
para nuestra agricultura y ganadería y por preservar sus hábitos cazadores,
gracias a él se pudo vivir en adelante sus creencias religiosas y su estructura
sin la amenaza continua del robo per­ social, con base en el “cacicazgo”. ¡Y la
manente del ganado y la angustia de la creencia en el Gualicho, el alto dios
muerte o el rapto que acompañaban transformado hoy en ente maligno! ¡El
las lanzas de cada malón (Porcel, dueño de la Patagonia…! (Información
2007, p. 51). oficial Museo Leleque. Signos de ad­
miración del museo).
Las víctimas convertidas en victi­
marios. No parece existir demasiada le­ Nuevamente, el saber indígena es
janía a las estrategias imperialistas ac­ menospreciado por su ingenuidad, tal
tuales y sus guerras por los recursos (por como se expresa al inicio del recorrido
ejemplo en Medio Oriente), donde la de­ donde se destaca justamente la “ingenua
monización y la maldad intrínseca de los visión del universo y los hombres” que

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 37


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

tenían los tehuelches. La cultura origina­ de las clases dominantes y sus intelec­
ria es encerrada en una etapa infantil de tuales orgánicos en la región comenzaba
la “evolución” de la especie humana, a ser cuestionada, más aún a partir de
cuando no considerada inferior racial­ las luchas y conquistas de los pueblos
mente. La admiración del museo sobre mapuche­tehuelches, algunas de ellas
las creencias en el Gualicho parece mos­ descritas en este trabajo. No debiera
trar, en realidad, la incapacidad de la ra­ sorprender entonces que este proyecto
cionalidad occidental para convivir con museológico surgiera de la asociación de
diversidades de saberes no eurocéntricos. los sectores cuestionados, aquellos que
organizaran el bloque histórico7 de la
El museo, a lo largo de su recorri­ región post “Conquista del Desierto”: el
do, evita hablar de los mapuches, los de­ capital terrateniente, los intelectuales
ja en segundo plano, refiriéndose en orgánicos y el Estado­nación, represen­
todo caso a ellos como “trasandinos” o tados aquí por el grupo Benetton,
“araucanos”, gentilicio que los coloniza­ Rodolfo Casamiquela ­ Fundación Ame­
dores españoles dieran a quienes se con­ ghino y la Secretaría de Cultura de la
sideraban “gente de la tierra”. Esta Nación.
cuarta sala además no deja lugar a la vi­
sibilización de los conflictos de los pue­ Esta vieja alianza ha intentado re­
blos originarios por el territorio, ni a flotar, relegitimar, un sentido de territo­
“blanquear” la subalternización (a lími­ rialidad para justificar su permanencia
tes lumpenizadores) de quienes debieron actual, desterritorializando la amenaza
migrar a la ciudad, corridos por los emergente (a la vez que pre­existente),
alambrados o desalojados por los nuevos reordenando de esta manera las disputas
dueños de la tierra. Sólo tibiamente se geopolíticas de la región. El museo se
mencionan algunos males que los pue­ presenta como una excelente herra­
blos originarios recibieron por una suer­ mienta para penetrar el sentido común,
te de “poblamiento aluvional”, caracte­ la imaginación popular, dando lugar a
rización que el Museo da al contexto en una suerte de batalla cultural que tiene
que llegan los pioneros. como fondo la búsqueda del consenso
social para mantener a su favor la opi­
A grandes rasgos, el recorrido esta­ nión pública en una temática tan sensi­
blece una suerte de omnipresencia de lo ble como lo es la lucha por el territorio.
tehuelche, quedando implícita la idea de
pueblo originario de la región. A la su­ En este marco, “La historia de la
bestimación de su cultura se suma acul­ Patagonia” que relata el museo es elabo­
turación por parte de los “araucanos”, lo rada desde una concepción ajena a los
cual termina por cerrar una sutil adhe­ pueblos originarios, a quienes paradóji­
sión a las teorías nacionalistas de la camente les es desplazada la posibilidad
“araucanización”, más aún cuando lo de intervenir en su propia historia, cum­
mapuche prácticamente no es nombrado pliendo pasivamente el rol de objeto de
a lo largo del recorrido, sino como algo conocimiento. Nuevamente, esto no es
externo, invasor. algo que se reproduzca exclusivamente
en el Museo Leleque, es más bien propio
El Museo Leleque puede entender­ del accionar cultural hegemónico en el
se como una respuesta del grupo Benet­ marco de la colonialidad del saber y el
ton a un contexto en que la hegemonía6 poder.

38 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

La producción del conocimiento que seo Leleque, y que asimismo es repro­


parte de la relación sujeto­objeto […] ducida en folletos y páginas webs,
es la misma que funda la relación del simboliza, mediante la repetición sis­
propietario privado con su objeto. Así, temática, la imagen iconográfica des­
más que una episteme hay una rela­ historizada y despolitizada de los
ción de poder que define el modo có­ pueblos originarios.
mo concretamente sobre el terreno se
funda la propiedad privada de los bie­ Consecuentemente, estos pueblos
nes y las relaciones de hombres y mu­ transitan de la invisibilización a la hi­
jeres entre sí. El conocimiento sería, pervisibilización, que lleva a vaciar de
en esa episteme, producido en la rela­ contenido sus culturas, a la mercanti­
ción sujeto­objeto y no en una relación lización de sus ceremonias. Transfor­
inter­subjetiva (Porto Gonçalves, ma a las personas en objetos exo­
2009a, p. 131). tizados, museificados, especialmente
notable en el momento en que la cá­
Ante la ausencia de un diálogo in­ mara fotográfica del turista se deposi­
ter­subjetivo, la historia indígena pasa a ta sobre ellos para “quitarles” el alma
ser cosificada y despolitizada, congelada (Bidaseca, 2010, p. 155).
o condicionada al momento en que fue
observada por naturalistas decimonóni­ La capacidad del museo de incor­
cos. Cualquier reclamo indígena por el porar a los indígenas al pasado nacional
territorio en la actualidad queda subver­ (aunque como parte de un pasado inci­
tido así al plano de lo anecdótico, la ana­ vilizado, salvaje e ingenuo), bien podría
cronía, el olvido o la incomprensión en entenderse como un servicio de la cien­
el sentido común de la sociedad. cia a la custodia de la soberanía del Es­
tado nacional y del capital privado.
¿Cómo llega esta verdad distorsio­ ¿Quién podría decir que los mapuches
nada al conjunto de la sociedad? Como tienen derechos ancestrales sobre el te­
expresa Benedict Anderson (1993) en su rritorio en conflicto si son externos a la
análisis sobre los museos en el sudeste Nación argentina? ¿Cómo contrarrestar
asiático, de los procesos profanadores estas “verdades” que se construyen con
(desterritorialización ­ reterritorializa­ dispositivos tan potentes como la con­
ción) y logoizadores (la repetición de un junción ciencia­mercado?
mensaje) al mercado hay un solo paso.
Es decir, el museo en este sentido no es­
caparía a la lógica del mercado, enten­ Los Museos, dispositivos de
diendo que su finalidad es imponer una acumulación por
verdad a una cantidad determinada de desterritorialización
consumidores. El capitalismo permite
que un producto, una imagen se convier­ Como se viene planteando a lo largo del
ta en una estrategia potente y eficaz para trabajo, puede decirse que las disputas
penetrar la atención y el sentido común que los pueblos originarios están soste­
de los ciudadanos, sean estudiantes, tu­ niendo, tanto en Patagonia como en
ristas, políticos o medios de comunica­ gran parte de América Latina, no pare­
ción. Por ejemplo, la mirada congelada cen apuntar simplemente a la recupera­
en el tiempo que se observa en el ros­ ción de la tierra, sino a algo mucho más
tro­logo del cartel que publicita el Mu­ profundo y complejo: el territorio.

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 39


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

Como expresa Porto Gonçalves cios, experiencias, que permitan supe­


(2009b), esto debe entenderse a partir rar las actuales contradicciones impe­
de que las identidades colectivas impli­ rantes. La lucha por el territorio se
can un espacio hecho propio por los se­ convierte así en una lucha material­cul­
res que las fundan, vale decir, implican tural, en la defensa de un intrincado
un territorio. Estas identidades colecti­ patrón de relaciones sociales y cons­
vas pueden estar representadas por cla­ trucciones culturales basadas en el lu­
ses sociales, fracciones de clase, movi­ gar. Lo que está en juego en estos
mientos campesinos, indígenas, etc. y su procesos es el concepto mismo de terri­
desarrollo se inscribe dentro de un or­ torialidad como un elemento central en
den específico de significados, entre los la construcción política del lugar.
que se encuentra el modo en que cada
una marca la tierra, la geo­grafía, vuelve La acumulación por despojo (o
propio, hace común un determinado es­ desposesión)9 que llevó adelante el Es­
pacio, adueñándose de él. En este tado nacional junto con el capital priva­
contexto, proponer o imponer significa­ do desde la incorporación de Patagonia
ciones implicaría, por lo tanto, relacio­ al mercado nacional­mundial, ha tenido
nes de poder en un determinado espacio históricamente una estrategia que pervi­
concreto, físico, con límites y fronteras ve hasta el presente, apuntando al des­
bien definidos, que a través de un largo pojo de la tierra, la desarticulación de las
proceso termina siendo apropiado sim­ territorialidades originarias y la apro­
bólica y materialmente. piación de la fuerza de trabajo existente.
En la actualidad, y ante la re­emergencia
implicaría que los propios miembros de de las territorialidades originarias, el
esta comunidad humana hubieran cons­ museo parece tener un objetivo funda­
truido el sentimiento de ese espacio que mental: desacreditarlas y colocarlas
es su espacio, su espacio común, lo que nuevamente en el lugar que le corres­
significa que se comunican a través del ponde, el pasado incivilizado, bárbaro,
mismo, como parte constitutiva de su despolitizando de esta manera una lucha
ser social (Ibíd., p. 6). actual por el territorio.

La burguesía ha construido e im­ El Museo Leleque participa e in­


puesto su propio territorio8, a fuerza de terviene directamente en esta disputa de
sofisticadas maquinarias de guerras y territorialidades legitimando la hegemó­
consensos, el cual manifiesta las contra­ nica y subalternizando las preexistentes.
dicciones propias de su modo de produc­ Es que el museo occidental, en tanto
ción. La explotación de la sociedad y la portador y diseminador del saber colo­
naturaleza a límites sin precedentes en nial, ha cumplido históricamente10 un
la historia de la humanidad caracterizan rol desterritorializador, justificando di­
la territorialidad que ha desplegado el versos tipos de despojos, tanto materia­
capitalismo en prácticamente todos los les como culturales. Como expresa Livon
rincones del planeta. Grosman (2003), la noción de que jun­
tar o coleccionar implique riqueza o
Las diversas identidades colectivas pueda determinar la identidad de una
que han tomado conciencia de su situa­ nación no es extensiva a todas las cultu­
ción de sometimiento se plantean ras sino de la modernidad y por sobre
(consciente o inconscientemente), espa­ todo del capitalismo actual.

40 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

En definitiva, la acumulación, no En definitiva, el Museo Leleque


siempre de objetos o mercancías sino de surge en los albores del siglo XXI como
consenso es lo que ofrece la institución dispositivo, en tanto engranaje clave en
museológica a los sectores hegemónicos. la sofisticada maquinaria de guerra y del
La acumulación de legitimidad a partir consenso que ha construido el capitalis­
de un proceso continuo de desterritoria­ mo en la región. A pesar de esto, no se
lización­reterritorialización, de crear un pueden ocultar las tensiones territoriales
pasado que sea funcional a los actuales que en la actualidad emergen, resultado
propietarios del territorio, la reactualiza­ de un cuestionamiento de los sectores
ción permanente de una verdad única, históricamente subalternizados, que lu­
basada en la colonialidad del saber y el chan por otro tipo de organización socio­
poder son evidencia de ello. territorial, distinta a la establecida desde
finales de siglo XIX.
Amparado en la rigurosidad y la
asepsia científica positivista, el saber he­
gemónico eurocéntrico ha reinterpreta­ Conclusiones
do, organizado elementos y piezas El trabajo ha propuesto problematizar el
mediante una visión unilineal del tiem­ rol del Museo Leleque en Patagonia,
po, mediante un reloj único, un reloj eu­ surgido en pleno auge de las identidades
ropeo, blanco, burgués y fálico (Porto colectivas originarias a fines del siglo XX.
Gonçalves, 2009a), silenciando otras En dicho contexto, la institución se ha
temporalidades que conforman simultá­ conformado como herramienta ideoló­
neamente el mundo. En este sentido, la gica que ha reconstruido un pasado geo­
temporalidad de la modernidad (o la na­ histórico con el fin de legitimar la actual
rrativa del progreso) elimina la posibili­ conformación jurídica y política del te­
dad de simultaneidad o multiplicidad de rritorio.
territorialidades, es decir, coarta la posi­
bilidad de un espacio en el que puedan El museo como tal representa su
coexistir diversas trayectorias, en defini­ verdad en base las teorías eurocentricas
tiva, de territorialidades alternativas, ya y colonialistas, dejando de lado las posi­
que esto puede erosionar su propia he­ ciones de las subalternidades, en este
gemonía. En este sentido, para la visión caso representadas por los pueblos ma­
hegemónica, los lugares no tienen dife­ puche­tehuelches. Como institución in­
rencias genuinas sino que tenta anular diversos saberes, tildán­
dolos de irracionales, bárbaros, incivili­
cuando utilizamos términos como zados, ingenuos. Se ha apropiado de las
“avanzado”, “atrasado”, “en desarro­ identidades originarias para juzgarlas y
llo”, “moderno” para referirnos a dis­ sentenciarlas a un pasado pétreo, nece­
tintas regiones del planeta, lo que sario de “superar” para ingresar a los
ocurre es que imaginamos las diferen­ designios del progreso. Esta usurpación
cias espaciales en términos temporales cultural, esta reinvención de otredades,
[…] así, los lugares no tienen diferen­ este sometimiento de las culturas colo­
cias genuinas, sino que se ubican más nizadas, parece tener como finalidad dar
adelante o más atrás en el mismo rela­ legitimidad a los sectores dominantes
to: la única “diferencia” es su ubica­ para continuar el despojo que sistemáti­
ción en la secuencia histórica (Massey camente han ido perpetrando. Ha sido el
en Albet y Benach, 2012, p.113). museo entonces, una institución del po­

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 41


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

der que a través de sus clasificaciones ha ba de que, a pesar de todo, se han escrito
contribuido en la consolidación de de­ y se siguen escribiendo otras historias,
terminadas relaciones de dominación, otras geo­grafías, de que se siguen refor­
mediante la generación de sentido mulando, complejizando otras territo­
común. Este tipo de museos lejos ha es­ rialidades.
tado de buscar un diálogo de saberes que
supere la colonialidad del saber y el po­
der y, más bien, han consolidado una vi­ Notas
sión unilineal del tiempo, silenciando
otras temporalidades (Porto Gonçalves, 1 Una frase del ex presidente Menem ilustra la
2009b). política sobre tierras que dio la bienvenida a
los Benetton: “Vengan a la Argentina, que
Es interesante también observar acá lo que sobra es tierra” (Sánchez, 2007, p.
cómo a lo largo del trabajo se ha mani­ 130).
fiestado la histórica connivencia entre
capital privado y Estado, la cual puede 2 Para un análisis más profundo de las impli­
rastrearse en la región desde fines de si­ cancias mediáticas y discursivas del juicio
glo XIX hasta los albores del siglo XXI, y lo entre la familia Curiñanco y Benetton se re­
que es más llamativo aún, es que sigue comienda leer a Briones y Ramos (2005). En
representada por los mismos sujetos tanto que para analizar las tensiones entre
(Compañía de Tierras del Sud Argentino, las agencias estatales y el agenciamiento ma­
Estado nacional e intelectuales orgáni­ puche, revisar Delrío, Lento y Papazian
cos) y con los mismos mecanismos des­ (2010).
territorializadores (despojo material y
cultural). 3 Según los sostenedores de esta hipótesis (entre
ellos Casamiquela) en el siglo XVII los mapu­
Problematizar la relación entre sa­ ches, al verse presionados por la presencia de
beres y territorios es, ante todo, poner los españoles, habrían cruzado la cordillera ha­
en cuestión la idea eurocéntrica de cono­ cia el este y en ese proceso habrían producido
cimiento universal. La modernidad y el una invasión sobre otros “pueblos indígenas”
capitalismo no aceptan la diversidad de (tehuelches, pampas, etc.) que algunos estu­
saberes, aunque desde lo discursivo sea diosos no dudan en calificar de “argentinos”
el fundamento de los eslogans marketi­ aunque no existía un país, ni un estado con tal
neros con los que el grupo Benetton in­ nombre y menos aún el Virreinato del Río de la
tenta construir su imperio a nivel Plata (Jones, 2008).
mundial. La tolerancia y la lucha contra
el odio tienen sus límites cuando los de­ 4 Para Gramsci (2004), el sentido común es
rechos ancestrales ponen en riesgo los aquella concepción del mundo absorbida
derechos adquiridos en la legalidad del acríticamente por los distintos sectores so­
derecho burgués. ciales y culturales, en la que se desarrolla la
individualidad moral del hombre medio.
La presencia de la Comunidad Sería una concepción del mundo elemental,
Vuelta del Río el día de la inauguración acrítica, no sistémica, pero contiene ideas
del Museo, y la presencia de la Comuni­ que condicionan la práctica histórica.
dad Santa Rosa de Leleque en un sector
marginal de las tierras que legalmente 5 Prueba de ello es que en 1989 la Organización
pertenecen al grupo Benetton, son prue­ Internacional del Trabajo (OIT) debió sancio­

42 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015


ISSN 2347-081X
http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

nar el Convenio 169, reconociendo el derecho 8 Esto no es nuevo ni exclusivo de Patagonia,


al uso del idioma propio, al territorio y las con­ ya Henry Lefebvre explicaba que el capitalis­
sultas por parte de los gobiernos. También la mo sobrevive, por ejemplo, a través de deter­
ONU debió hacer lugar a este debate en 1993, minadas formas de producción de espacio, a
aprobando en la Conferencia Mundial de Dere­ imagen y semejanza del capital.
chos Humanos, entre otros puntos: la libre de­
terminación, el autogobierno o la autonomía 9 La acumulación por despojo significa una
de los pueblos indígenas con sus propios asun­ reevaluación general del papel continuo y
tos internos y locales. En el mismo año, la persistente de las prácticas depredadoras de
Asamblea General de la ONU proclamó el la acumulación “primitiva” u “originaria” en
“Año Internacional de las Poblaciones Indíge­ la amplia geografía histórica de la acumula­
nas del Mundo” y el “Decenio Internacional ción de capital es, por tanto, muy necesaria,
de las Poblaciones Indígenas del Mundo” como han observado recientemente varios
(Cruz, 2010). En este sentido, muchas refor­ autores. Dado que no parece muy adecuado
mas constitucionales en América Latina de­ llamar “primitivo” u “original” a un proceso
bieron dar lugar a estos derechos conseguidos que se halla vigente y se está desarrollando
en el ámbito supranacional: Colombia en en la actualidad, en lo que sigue sustituiré
1991, Paraguay en 1992, Perú y Ecuador en estos términos por el concepto de “acu­
1993, Argentina y Bolivia en 1994 y Venezuela mulación por desposesión” (Harvey, 2007,
en 1998 son algunos ejemplos (Ibíd., 2010). p.116).
En Argentina los derechos fundamentales de
los pueblos indígenas se encuentran consa­ 10 Una noción de colección que guarde una va­
grados en el art. 75 de la Constitución Nacio­ ga asociación con lo que hoy se entiende por
nal y en el art. 34 de la Constitución de la museo, se remonta a uno de los primeros
provincia del Chubut. catálogos publicados, en Amsterdam, por
Samuel Quickelberg en 1565 (LivónGrosman,
6 En términos gramscianos, la hegemonía es 2003, p.132).
un proceso de dirección política y cultural de
un grupo social sobre otros segmentos socia­
les, subordinados a través de él. A través de Referencias bibliográficas
la hegemonía, un grupo social colectivo (na­ Albet, Abel y Nuria Benach (2012). Massey Do­
cional o internacional) logra generalizar su reen: un sentido global del lugar. Barcelona:
propia cultura y sus valores para el otro y le Icaria.
permite de esta manera, ejercer un poder so­
bre otros (Kohan, 2011). Anderson, Benedict (1993). Comunidades Ima­
ginadas: reflexiones sobre el origen y la difu­
7 Si consideramos un bloque histórico, es de­ sión del nacionalismo. México: Fondo de
cir, una situación histórica global, podemos Cultura Económica.
distinguir, por una parte, una estructura so­
cial –las clases– que depende directamente Bidaseca, Karina (2010). Perturbando el texto
de las relaciones de fuerza productivas y, por colonial: los estudios (pos) coloniales en Améri­
la otra, una superestructura ideológica y ca Latina. Buenos Aires: SB.
política. La vinculación orgánica entre estos
dos elementos la efectúan ciertos grupos so­ Briones, Claudia y Ramos, Ana (2005). “Audien­
ciales cuya función es operar no en el sistema cias y contextos: la historia de «Benetton contra
económico sino en el superestructural: los los mapuches»”. E­misférica, Hemispheric Ins­
intelectuales (Portelli, 1977, p.9). titute of Performance and Politics, New York

Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015 43


Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

University, Issue 2 (1), spring. Disponible en Livon Grosman, Ernesto (2003). Geografías
http://hemi.nyu.edu/journal/2_1/briones.html imaginarias: el relato de viajes y la construc­
ción del espacio patagónico. Rosario: Beatriz Vi­
Cruz, Alberto (2010). Pueblos originarios en terbo.
América. Pamplona: Aldea Alternativa
Desarrollo. Nabel, Paulina (2000) Relato de la inaugura­
ción de un museo que cuenta la historia de quie­
Delrío, Walter; Diana Lenton y Alexis Papazian nes poblaron la Patagonia. En Ciencia Hoy,
(2010). “Agencia y política en tres conflictos so­ agosto/septiembre 2000, volumen 10, número
bre el territorio mapuche: Pulmari/Lele­ 58. Disponible en: http://www.cien­
que/Lonko Purrán”. En Sociedades de paisajes ciahoy.org.ar/ch/ln/hoy58/leleque.htm#inicio
áridos y semiáridos, Volumen II, año II. (Fecha de consulta: 25 de julio de 2014).

Finkelstein, Débora; Marcelo Gavirati y María Porcel, Roberto Edelmiro (2007). La araucani­
Marta Novella (2005). “Sociedad y economia del zación de nuestra pampa: los tehuelches y
noroeste del Chubut (1880­1920)”. En D. Fin­ pehuenches. Los mapuches invasores. Buenos
kelstein y M. Novella (comps.) Poblamiento del Aires: Edivern.
noroeste del Chubut: apuntes para su historia.
Esquel: Fundación Ameghino. Portelli Hugues (1977). Gramsci y el bloque
histórico. México: Siglo XXI.
Gavirati, Marcelo (2005). “Las colonias que no
fueron. Inmigración programada versus inmi­ Porto Gonçalves, Carlos (2009a). “De saberes y
gración espontánea en el área cordillerana de territorios: diversidad y emancipación a partir de
Río Negro, Chubut y norte de Santa Cruz (1885­ la experiencia latino­americana”. En Polis, volu­
1905)”. En D. Finkelstein y M. Novella (comps.) men 8, número 22, Universidad Bolivariana.
Poblamiento del noroeste del Chubut: apuntes
para su historia. Esquel: Fundación Ameghino. Porto Gonçalvez, Carlos (2009b). Geo­grafías:
movimientos sociales, nuevas territorialidades
Gramsci, Antonio (2004). Los intelectuales y la y sustentabilidad. México: Siglo XXI.
organización de la cultura. Buenos Aires: Nueva
Visión. Sánchez, Gonzalo (2007). La Patagonia vendi­
da: los nuevos dueños de la tierra. Buenos Ai­
Haesbaert, Reogerio (2011). El mito de la deste­ res: Marea.
rritorialización: del fin de los territorios a la
multiterritorialidad. Buenos Aires: Siglo XXI. Vidal, Martín y Patricia Agosto (2008). “La
disputa por el territorio: el «genocidio» de los
Harvey, David (2007) El nuevo Imperialismo. derechos ancestrales del pueblo mapuche”. En P.
Madrid: Akal. Agosto (recop.) Patagonia: resistencias popula­
res a la recolonización del continente. Rosario:
Jones, Matías (2008). “Geopolíticas imaginadas: América Libre.
discutiendo con los intelectuales de la araucaniza­
ción”. En II Jornadas Nacionales de Investiga­ Videla, Eduardo (2000) Reclamo de tierras con
ción en Ciencias Sociales, Universidad Nacional buen rating. Protesta de los mapuches durante
de la Patagonia San Juan Bosco, Trelew. la inauguración. En , 13 de mayo de 2000. Dis­
ponible en: http://www.pagi­
Kohan, Nestor (2011). “¿Por qué Gramsci hoy?” na12.com.ar/2000/00­05/00­05­13/pag16.htm
En Revista Sudestada, año 10, número 97. (Fecha de consulta: 15 de julio de 2014).

44 Textos y Contextos desde el sur, N° 3, Vol II (1), julio 2015

Você também pode gostar