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Los siete vicios o defectos principales del hombre conocidos desde la Edad Media
como lujuria, ira, orgullo, envidia, codicia, pereza y gula, ya aparecían citados de
una u otra forma en textos y enseñanzas mucho más antiguas, como, por ejemplo,
en el Bhagavad Gita, (que forma parte de la epopeya hindú llamada Mahabharata,
escrita muchos siglos antes de Cristo) o en el mismo Antiguo Testamento (Gálatas 5,
19-21:
¨Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia,
lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a
estas…¨). Aunque los pecados capitales eran listados como ocho por algunos autores
del primer cristianismo, finalmente fueron oficializados en el s. VI con el número
siete por Gregorio el Magno, y así serían recogidos por el Dante Alighieri en la Divina
Comedia, en los inicios del siglo XIV.
Además de ese libro del Dante, los siete pecados capitales han inspirado las obras de
muchos artistas a lo largo de la historia, como la célebre ¨Mesa de los pecados
capitales¨ de El Bosco (adquirida por Felipe II, quien la colocó en sus aposentos
privados en El Escorial), así como los grabados de Pieter Brueghel, etc.
A continuación podemos analizar cada uno de los vicios y lo que recogió el Dante en
sus capítulos sobre el Purgatorio.
La ira (en latín, ira) puede ser descrita como un sentimiento desordenado e
incontrolado de molestia, enojo y odio. Dante describe a la ira como el disgusto, la
irritación y la sed de venganza, y se encuentra con almas que pedían a voces
obtener paz y misericordia.
El orgullo (del francés orgueil) y la soberbia (del latín superbia) son propiamente
sinónimos. Comprenden la altivez, la arrogancia, la vanidad, el engreimiento… El
Dante cuenta que ve pasar a un grupo de almas inclinadas humildemente bajo el
peso de enormes piedras que transportan, y luego da varios ejemplos de soberbia,
como el de Luzbel, Saúl, Holofernes, etc.
La codicia o avaricia (en latín, avaritia) es el apego a los bienes materiales y también
ambición por bienes espirituales. En el Purgatorio, Dante se encuentra con el Papa
Adriano V, atado de pies y manos y extendido en el suelo boca abajo, pues la
avaricia le hizo tener los ojos fijos en las cosas terrenales y no miraba nunca hacia
arriba.
La envidia (en latín, invidia),desear algo que otro tiene, sentirse mal por el bien de
otros, hasta desear el mal al prójimo y sentirse bien con el mal ajeno. Dante Alighieri
define esto como «amor por los propios bienes pervertido al deseo de privar a otros
de los suyos». En el Purgatorio de Dante, el castigo para los envidiosos era el de
llevar cerrados sus ojos y cosidos con alambre, para que no vieran la luz (porque
habían recibido placer al ver a otros sufrir); dice que iban como ciegos apoyados el
uno en el otro y llorando con tantas lágrimas que bañaban con ellas sus mejillas
La pereza (en latín, acidia), se define en sentido propio como una «tristeza de
ánimo» que aparta a la persona de las obligaciones espirituales, y en un sentido más
amplio se corresponde con cualquier desidia, indolencia y negligencia. El Dante se
encuentra con almas que caminaban deprisa y con un fervor ardiente para
compensar la negligencia y la tardanza que por tibieza les impidió hacer el bien.