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Buen día, mis estimados.

En los siguientes días, con la frecuencia que sea posible,


estaré difundiendo las vidas de Mártires poco conocidos. Espero que sigan
compartiendo las historias, para que cada vez sean más personas las que sepan de
estos grandes personajes, que, aunque no se hable mucho (o nada) de ellos,
pertenecen a la innumerable pléyade de los valientes católicos que no vacilaron en
entregar su sangre por Cristo Rey y por la Iglesia católica y que, también, merecen
que su vida sea dada a conocer.

Recuerden que, si ustedes quieren que publique alguna historia, anécdota o


fotografía, adelante. La bandeja de entrada está lista para recibir la información.

Mateo Elías Nieves Castillo nació el 21 de septiembre de 1882, en la isla de San


Pedro rodeado por las aguas del lago de Yuriria en el estado de Guanuajuato. Sus
padres tuvieron que trasladarse al convento agustino del pueblo de Yuriria, donde
alguna vez residió el también Beato Bartolomé Gutiérrez (3 de septiembre), para
que su pequeño hijo fuera bautizado. Desde una temprana edad, Mateo tenía la
intención de ser sacerdote. Por desgracia, su anhelo se vio truncado debido al
asesinato de su padre. El joven de doce años tuvo que dejar sus estudios para
ayudar a su madre a obtener el sustento de su familia.

Posteriormente partió a Celaya, Guanajuato en busca de un mejor salario, donde


trabajó de todo. Luego se marchó a Irapuato, donde se preparó para ingresar a la
Orden de San Agustín. Sin embargo, en el transcurso de sólo diez días, fallecieron
su madre y su tío fray Antonio Castillo. Entristecido y desalentado, Elías se dedicó
a cultivar el campo.

En 1904, fue reabierto el colegio de San Pablo, sostenido por el convento agustino
de Yuriria. Elías se presentó para ser admitido, a pesar de que un primo suyo había
tratado de convencerlo de que él estaba hecho para el campo y no para el convento.
El joven no se dio por vencido. Aceptado en el convento siguió trabajando para
mantenerse, pero terminó perdiendo la vista. Ayudado por varias personas logró
viajar a Morelia, Michoacán, a visitar a un médico, quien le dijo que necesitaba
muchos cuidados para recuperar en un año la vista. Elías se encomendó a Nuestra
Señora del Socorro imagen venerada por la provincia agustina como su patrona y
que había sido un obsequio de Santo Tomás de Villanueva a los primeros agustinos
enviados a territorio novohispano. En tres meses, Elías recuperó la vista.

El 19 de enero de 1910 recibió el hábito agustino y un año después hizo su profesión


y cambio su nombre por el de fray Elías del Socorro Nieves, en agradecimiento a
Nuestra Señora del Socorro por el milagro de recuperar su visión. Fue enviado a
Aguascalientes para seguir preparándose y ser ordenado sacerdote el 9 de abril de
1916 por el obispo Ignacio Plasencia y Moreira. En su pueblo natal, Yuriria, Elías
celebró su primera Misa y fue nombrado vicario cooperador de la parroquia.
Posteriormente, estuvo dos años en Aguascalientes. A finales de 1921 fue
nombrado vicario del pueblo de Cañada de Caracheo. Allí el padre Nieves, como
era cariñosamente conocido, se dedicó a concluir la construcción del templo y en
1925 colocó un reloj público. Asimismo, se opuso en varias ocasiones a las
exhibiciones cinematográficas, que consideraba contrarias a la moral.

Al comenzar las tensiones entre la Iglesia y el Estado, el padre Nieves decide


esconderse en una cueva en la barranca de El Leñero, localizado cerca del cerro
de la Gavia, y organizó a sus feligreses en siete grupos para que fueran a escuchar
Misa y recibir los sacramentos el día de la semana que les tocara. Por las noches
el padre Nieves descendía al pueblo para atender a enfermos y ancianos que no
podían ir a la cueva a escuchar misa y aprovechaba a oficiar bodas y bautizos.

No faltaron las personas que, por lo riesgoso de las circunstancias, le propusieron


que huyera para ponerse a salvo. Pero él, como un buen pastor que no abandona
a sus ovejas, replicó: “No les abandonaré ni vivo ni muerto”.

El 7 de marzo de 1928, martes, llegó un regimiento al mando del capitán Manuel


Márquez persiguiendo a unos ladrones. Buscando un sitio donde pasar la noche,
los mílites llegaron a la casa cural y al no poder entrar intentaron derribar la puerta.
Entonces dos vecinos, Gregorio López y Nicolás Bernal, intentaron evitar que
destruyeran la puerta, por lo que fueron aprehendidos en el acto. En respuesta a
esa injusta acción, los vecinos empezaron un tiroteo que duró tres horas.

A la mañana siguiente, López y Bernal fueron fusilados, al entrarse de tan terrible


noticia el padre Nieves decidió recluirse en oración todo el jueves. Esa noche la
pasó en casa de los hermanos Sierra, en el rancho de San Pablo, y celebró el Santo
Sacrificio el viernes por la mañana.

Al medio día, el padre Nieves salió a dar un paseo disfrazado como campesino con
un amplio sombrero, pero se encontró con los militares al mando del mayor
Leonardo Rodríguez quien se percató que por debajo del pantalón de manta salía
las orillas del pantalón negro del sacerdote. El hijo de San Agustín fue arrestado de
inmediato.

Los soldados entraron a casa de los hermanos Sierra buscando agua, pero
sorprendieron que uno de ellos ocultaba un rifle. Después de destrozar el arma, y el
mayor ordenó detener a José Dolores y Jesús Sierra y conducir a los detenidos a
Cañada de Caracheo. Durante el trayecto, los soldados iban montados a caballo y
los tres reos a pie. Llegados a Cañada, un vecino de nombre Toribio Martínez, por
atención al sacerdote, les ofreció pasar la noche en su domicilio. Los militares
accedieron.

Ahí, el capitán Márquez entabló burlonamente una discusión sobre teología con el
padre Nieves que se prolongó durante toda la noche. El señor Toribio ofreció al
capitán y al mayor la cantidad de mil pesos por la libertad del padre Nieves. El mayor
estaba de acuerdo, pero el capitán no; esto derivó en una violenta discusión, al
grado de que los oficiales desenfundaron sus pistolas. Don Toribio y el clérigo
tuvieron que intervenir para calmar los ánimos. El padre Nieves, enterado de la
situación, dijo a los mílites: “No, Toribio no conoce esa cantidad de dinero, ni yo
puedo aceptar que nadie se comprometa por mí. De modo que no hay lugar a
discusiones. Que se haga la voluntad de Dios y nada más”.
El mayor Rodríguez decidió partir esa noche dejándole toda la responsabilidad al
capitán Márquez. El padre Nieves se acercó a los hermanos Sierra para decirles
que huyeran debido a que ellos les harían falta a sus familias, pero estos se negaron
alegando que, si ellos hacían falta a sus familias, más falta hacía él, que era el padre
espiritual de tantas familias. Aprovechando que estaban solos, el p suplicó al capitán
que dejara en libertad a los hermanos Sierra, que a él hicieran lo que quisieran, pero
a ellos les diera la libertad. Los hermanos Sierra dijeron al padre que estarían con
él hasta el fin y que solamente aceptarían la libertad si a él se la daban.

A las diez de la mañana del 10 de marzo de 1928, el contingente emprendió la


retirada. Una hora más tarde, en la hacienda de Las Fuentes, se ordenó el
fusilamiento de los hermanos Sierra. José Dolores cayó muerto de un infarto antes
de ser fusilado y Jesús fue abatido por las balas mientras con sus últimas palabras
clamaba "¡Viva Cristo Rey!". A ambos se les dio el tiro de gracia.

El padre Nieves pidió ser fusilado en otro sitio y fue llevado a tres kilómetros de ahí,
donde había un árbol de mezquite y un poste de teléfono. “Ahora le toca a usted” le
dijo el capitán sardónicamente, y añadió: “Vamos a ver si morir es como decir Misa”.
El agustino lo miró mansamente y le respondió: “Has dicho, hijo, una gran verdad.
Morir por la fe es un sacrificio agradable a Dios”. Luego se arrodilló y se recogió en
oración. A continuación, ya dispuesto, le dijo al militar: “Capitán, estoy listo para
morir por mi religión”. El capitán le preguntó la hora al sacerdote y éste le respondió
que faltaban cinco minutos para las tres de la tarde. Inmediatamente le obsequió su
reloj al capitán y sus demás pertenencias a los otros soldados. El hijo de San
Agustín les pidió a sus captores que se arrodillaran para recibir la bendición, lo que
inmediatamente hicieron los soldados, pero el capitán algo molesto sacó su pistola
y le dijo: “Yo no necesito bendiciones de curitas, a mí me basta mi pistola”, y en el
acto disparó al padre Nieves en el momento en que el fraile bendito trazaba la señal
de la Cruz. Al caer al suelo, el sacerdote logró exclamar, ya moribundo: “Dios te
perdone, hijo mío. ¡Viva Cristo Rey!”. El capitán Márquez se acercó y le dio el tiro
de gracia, para después partir hacia el pueblo de Cortázar.
Una mujer que presenció el martirio escondida en unos matorrales se acercó a tratar
de auxiliar al sacerdote y pudo escuchar que sus últimas palabras fueron: “Hombres
de poca fe”. Luego de esto, la mujer fue a comunicar lo acontecido a los demás
vecinos.

Un pastor que también fue testigo del acto vio que un tozo del cráneo se había
desprendido, lo devolvió a su lugar y envolvió la cabeza del padre Nieves para evitar
que se volviera a desprender. Todo fue inútil: el sacerdote ya había expirado. Al
llegar los vecinos recogieron el cuerpo del padre Nieves y el de los hermanos Sierra
y los llevaron para ser velados y los tres fueron sepultados en el panteón de la
localidad al día siguiente. En 1936 los restos del padre Nieves y los hermanos Sierra
fueron trasladados a la iglesia de la Virgen de los Dolores de la Cañada de
Caracheo.

Fray Elías del Socorro Nieves fue beatificado por el beato papa Juan Pablo II, el 12
de octubre de 1997. En su pueblo natal, Yuriria, cada año se realiza la
representación de “la pasión del padre Nieves” y el santo entierro del padre Nieves,
llevando una imagen del beato en un ataúd, revestido con los ornamentos litúrgicos,
para después celebrar la misa en su honor.

Fuentes consultadas

De Híjar Ornelas, T. (31 de marzo de 2018) De cómo hace 90 años fue martirizado
el agustino fray Elías del Socorro Nieves, en la cañada de Caracheo, Michoacán.
Recuperado el 21 de abril de 2018 de http://arquimedios.org.mx/2018/03/31/90-
anos-fue-martirizado-agustino-fray-elias-del-socorro-nieves-en-la-canada-
caracheo-michoacan/

González Fernández, F. (2005). Sangre y corazón de un pueblo II. Guadalajara,


México: Impre-Jal.
Orden de San Agustín (s.f.). Beato Elías del Socorro Nieves, presbítero.
Recuperado el 21 de abril de 2018 de
http://augustinians.net/index.php?page=esocorro_es

Parroquia de San Martín (s.f.). Beato Elías del Socorro Nieves del Castillo.
Recuperado el 21 de abril de 2018 de
http://www.parroquiasanmartin.com/eliasdelsocorronievesdelcastillo.html

Rabre, R. (10 marzo de 2016). Beato Elías del Socorro Nieves, agustino mártir.
Religión en Libertad. Recuperado el 21 de abril de 2018 de
https://www.religionenlibertad.com/beato-elias-del-socorro-nieves-agustino-martir-
48254.htm

Rojo, F. O.S.A. (s.f.) Elías del Socorro, Beato. Recuperado el 21 de abril de 2018
de http://es.catholic.net/op/articulos/35881/elas-del-socorro-beato.html#

Santuario de los Mártires de Cristo (2 de julio de 2011). Beato P. Mateo Elías del
Socorro Nieves, O.S.A. Mártir. Recuperado el 21 de abril de 2018 de
http://www.santuariodelosmartiresdecristo.org/wp/beatos-martires/beato-p-mateo-
elias-del-socorro-nieves-o-s-a-martir/

Créditos iconográficos

Parroquia de San Pedro y San Pablo (s.f.). Diócesis de Celaya (Historia).


Recuperado el 21 de abril de 2018 de
https://parroquiadesanpedroysanpablocya.wordpress.com/diocesis-de-celaya-
historia/

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