Você está na página 1de 4

Biografía[editar]

Nació el 25 de febrero de 1866 en Pescasseroli, en la región italiana


de los Abruzos, en el seno de una familia adinerada: la rama materna,
procedente de Pescasseroli y establecida también en Apulia y Terra di
Lavoro, estaba más ligada a los ideales liberales; la paterna, de
cuño borbónico, era originaria de Montenerodomo pero se había
instalado en Nápoles. Aunque su educación fue estrictamente católica,
a los 18 años se convirtió en ateo, no volviendo a profesar ninguna
religión durante el resto de su vida.
En 1883, mientras estaba de vacaciones con su familia en la localidad
de Casamicciola, en la isla de Isquia, un terremoto destruyó la casa
donde se alojaban. Su madre, su padre y su única hermana murieron,
mientras que él permaneció enterrado durante mucho tiempo entre los
escombros, sobreviviendo por poco. Tras este accidente heredó toda
la fortuna familiar, lo que le permitió vivir holgadamente el resto de su
vida y dedicar todo su tiempo a la filosofía.
Fue confiado a la tutela de su tío Silvio Spaventa, hermano del
filósofo Bertrando, que lo acogió en su casa en Roma, donde Croce
vivió hasta la mayoría de edad. En el círculo cultural en la casa del tío
Silvio frecuentó a importantes hombres políticos e intelectuales, entre
los cuales Antonio Labriola que lo introdujo al marxismo. Aunque se
inscribió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nápoles,
frecuentó las clases de filosofía moral de Labriola en Roma; nunca
acabó sus estudios universitarios, pero se consagró a estudios
eruditos, filosóficos, históricos y literarios. En 1886 dejó Roma y volvió
a Nápoles, adquiriendo la casa dónde vivió Giambattista Vico, muy
admirado por Croce por la concepción filosófica que, por algunos
aspectos, adelantó la suya.
Conforme aumentaba su fama, fue alentado a dedicarse a la política,
siendo nombrado senador en 1910. Criticó abiertamente la
participación italiana en la Primera Guerra Mundial por considerarla
una guerra suicida, lo cual, si bien en un principio le hizo muy
impopular, hizo que su reputación se afirmara después del final de la
guerra, convirtiéndose entonces en una figura política muy respetada.
De 1920 a 1921 es nombrado ministro para la Instrucción Pública en el
quinto y último gobierno de Giovanni Giolitti. Después
del asesinato del político socialista Giacomo Matteotti en 1924, rompió
con el movimiento fascista. Cuando en 1925 Giovanni Gentile publicó
su "Manifiesto de los intelectuales fascistas", Benedetto Croce replicó
con el "Manifiesto de los intelectuales antifascistas", en el que
denunció la violencia y la falta de libertad del régimen, alejándose
posteriormente de la vida política, a la que no volverá hasta después
del final de la Segunda Guerra Mundial, donde, en la confusión política
en la que cae el país, él intentó mediar entre los distintos partidos
antifascistas.
Se convirtió así en ministro sin cartera de varios gobiernos hasta que,
en 1943, es nombrado secretario del Partido Liberal, el cual abandona
en 1946. En ese mismo año funda en Nápoles el Instituto Italiano para
los Estudios Históricos, destinando para su sede un apartamento de
su propiedad. Durante toda su vida política hasta su muerte
en 1952 fue uno de los personajes públicos más respetados en Italia.
Fue nombrado miembro de número de la Academia Nacional de Bellas
Artes de Argentina.1

Pensamiento[editar]
La Filosofía[editar]
Croce profundiza tanto en el marxismo como en
el idealismo hegeliano: según este último, la realidad se da como
espíritu que continuamente se determina y, en cierto sentido, se
realiza. El espíritu se configura entonces como la fuerza que anima la
realidad, que se auto-organiza dinámicamente convirtiéndose en
Historia según un proceso racional.
De Hegel y de otros idealistas alemanes como Fichte, Croce toma el
carácter racionalista y dialéctico: el conocimiento se produciría a
través de procesos de mediación entre lo particular y lo universal,
entre lo concreto y lo abstracto, y a partir de ahí crea un sistema
propio que él llamó la Filosofía del Espíritu. Croce fue un ardiente
idealista, y negaba otra realidad que los conceptos puros, que eran
para él por una parte las Ideas de Platón, pero por otra también las
categorías de Kant. Llegó a la conclusión de que si toda la realidad
podía encuadrarse en una idea, toda la realidad podía reducirse a
conceptos lógicos. Gran parte de su obra trató, por ello, de la lógica.
Croce rechazaba todas las religiones, pues consideraba que éstas
presentaban una inaceptable falta de lógica, rechazo que amplió
asimismo a la metafísica, a la que consideraba una simple justificación
de las ideas religiosas.
Estética[editar]
La estética se configura en primer lugar como actividad teórica basada
en los sentidos, en las representaciones e intuiciones que tenemos de
la realidad. El objeto fundamental de la estética —que es también la
ciencia de la expresión— es el lenguaje.
El arte no es por lo tanto una producción exclusivamente sensible, sino
una reflexión conceptual que si bien no es un mero hecho social (a la
manera de los positivistas), posee un estatuto particular y específico:
el arte es la expresión de una intuición lírica que conmueve
emotivamente al intelecto, pues vincula sentimiento y sentido.
Lógica[editar]
La actividad teórica no se une solamente a la intuición (al ámbito
estético) sino que participa del elemento racional, apuntando a la
esfera de lo universal. La meta de esta actividad es la elaboración del
concepto puro, universal y concreto.
El concepto puro explica la verdad universal, mientras que los
conceptos científicos no son sino pseudoconceptos, instrumentos
prácticos construidos ficticiamente. La lógica de Croce es también
histórica, en la medida en que debe analizar la génesis y desarrollo
histórico de su objeto de estudio.
La Filosofía de la Práctica[editar]
Croce da mucha importancia a la voluntad individual, que no es sino
la economía, teniendo un fuerte sentido de la realidad y de las
pulsiones que regulan la vida humana. Como la construcción de la
realidad es racional, no tiene por qué coincidir con la de los otros,
naciendo entonces las disciplinas sociales que organizan la vida de los
individuos.
El derecho, nacido de esta forma, es en un cierto sentido amoral, pues
sus objetivos no coinciden con los de la moral. Igualmente autónoma
es la esfera política, que es entendida como lugar de
encuentro/desencuentro entre intereses diferentes, esencialmente
conflictiva pues el conflicto es lo que caracteriza la vida.
La idea de Estado de Hegel es criticada por Croce, que considera que
el Estado no tiene ningún valor filosófico ni moral, siendo simplemente
un agregado de individuos que organizan sus relaciones jurídicas y
políticas.
Concibe, así, la ética como expresión de la voluntad universal, propia
del espíritu; no hay una ética natural o una ética formal, y por lo tanto
no hay contenidos eternos propios de la ética, que se define
simplemente como la actuación del espíritu, que manifiesta de forma
racional actos y comportamientos particulares. Todo ello sucede
siempre teniendo como horizonte la mejora continua del ser humano.
El Historicismo[editar]
La teoría de Croce es fuertemente historicista; la historia tiene también
un preciso horizonte gnoseológico, porque en primer lugar es
conocimiento, y conocimiento contemporáneo, por lo que la historia no
es el pasado, sino que está viva en cuanto su estudio está motivado
por un interés que surge en el presente.
La historiografía es, en segunda instancia, útil para comprender la
racionalidad más profunda del proceso del espíritu, no siendo un
conocimiento abstracto, sino de hechos y experiencias bien precisas.
El conocimiento histórico nos ilumina sobre la génesis de los hechos.
Croce critica a los iluministas, y en general a cualquiera que quiera
individualizar los absolutos que regulan la historia y la trascienden: la
realidad es historia, en su totalidad, y la historia es la vida misma, que
se desarrolla autónomamente siguiendo sus propios ritmos y sus
propias razones. Es un camino progresivo que no debe constituir una
certeza sobre la que desanimarse: esta consciencia debe ser
confirmada por un empeño constante de los hombres, y sus resultados
no son previsibles ni deben nunca darse por descontados.
La Historia se convierte entonces en la historia de la libertad, del modo
en que el ser humano evoluciona y realiza su existencia. La libertad se
traduce en el plano político en el liberalismo: una especie de religión
de la libertad que es imprescindible en el progreso histórico-político.

Você também pode gostar