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Pero hay un tercer punto con aún más relevancia: la actitud que se asume en
relación a estos casos de eutanasia. Hemos pasado de una actitud de condena y
rechazo muy clara, precisa y fuerte, a una actitud de tolerancia con relación a los
casos más graves; más aún, hemos ido más lejos y la actitud más difundida
parece ser la de la aceptación. No faltan personas que extienden más esta actitud
y se empeñan en favorecer y promover la eutanasia. Es cierto que usualmente se
apresuran a decir que se trata de los casos más graves, pero luego la gravedad se
define en las formas más elásticas o contradictorias.
Otro punto de la eutanasia hoy se relaciona con las motivaciones interiores que
mueven a solicitar la eutanasia. Una de las más difundidas es la así llamada
piedad ante los sufrimientos indecibles e insoportables. Pero hay otra motivación
más: la de quien habla de una vida que en algunos casos no tiene valor. Otros van
más lejos y piensan que los enfermos y los ancianos significan un problema muy
grave para nuestra sociedad, porque constituyen un peso, no sólo económico, sino
también psicológico.
Quisiera señalar también esta otra motivación. En una sociedad capitalista como
la nuestra nos encontramos con personas que piensan que con su vida ellos
pueden hacer lo que quieran. Es un pensamiento muy extendido en las economías
más avanzadas.
Ante todo, debo distinguir con mucha claridad la eutanasia del ensañamiento
terapéutico. En segundo lugar, me detendré de manera específica en la eutanasia
verdadera y propiamente dicha. Finalmente, concluiré con algunos compromisos
morales prácticos.
Solo que este aspecto que parece fácil, lo es en teoría. No se trata de enunciar los
criterios, sino de verificar si estos criterios se dan en el caso concreto. He aquí la
segunda exigencia: la aplicación correcta de estos criterios. Al respecto el
interesado es el médico y, cuando el médico permanece en la duda, la prudencia y
la moral quieren que no sea sólo el médico quien juzgue, sino que el juicio sea
formulado colegialmente. Hay un asunto particular al que se debe prestar
atención: incluso cuando nos encontrásemos en esta situación, debemos
continuar suministrando los cuidados ordinarios, como dar de beber y de comer.
Sobre todo, no debe jamás faltar el cuidado humano fundamental, que es el de
estarpresentes y de compartir de algún modo el momento de la muerte. También
la reciente encíclica "Evangelium vitae" de Juan Pablo II, que tiene algunos
números dedicados a la eutanasia, claramente afirma que cuando estamos ante
un ensañamiento terapéutico verdadero y propiamente dicho es lícito renunciar a
esta terapia. Es más moral recurrir a las curas paliativas. Ya con Pablo VI en 1970
hubo una intervención muy importante en este campo: excluir la eutanasia "no
significa obligar al médico a utilizar todas las técnicas de supervivencia, que le
ofrece una ciencia infatigablemente creadora. En tales casos, ¿no sería una
tortura inútil imponer la reanimación vegetativa en la última fase de una
enfermedad incurable? El deber del médico consiste más bien en esforzarse por
calmar el sufrimiento, en vez de prolongar los más posible, con cualquier medio,
con cualquier condición, una vida que ya no es plenamente humana y que va
naturalmente hacia su conclusión".
a todo problema relativo a la vida, es éste: ¿la vida del hombre es una realidad
disponible que puede ser
usada por los hombres o más bien es una realidad de la que no se puede
disponer? Este interrogante
conduce a una pregunta aún más radical: ¿el hombre pertenece a sí mismo o
pertenece a otro? Debemos
escoger entre dos visiones del hombre: según la elección, será lícito aceptar o
será necesario refutar la
de la trascendencia.
porque se siente el creador de todo: el hombre como absoluto. "Si Dios ha muerto,
todo está permitido",
olvidar que esta es propiamente la primera tentación de la que nos habla la Biblia,
y es la tentación
no moriréis, sino que Dios sabe que, cuando comáis de se abrirán vuestros ojos y
seréis como Dios,
conocedores del bien y del mal". Un teólogo amigo mío ha escrito: "La primera
tentación de Satanás es
muy instructiva: Dios no es Dios; por lo tanto, el hombre decide lo que está bien y
lo que está mal y así
tentación.
momento del surgir de una nueva vida, así también con la eutanasia es el hombre
quien decide el
del hombre se agota al responder sólo por sí mismo. No tiene sentido una
responsabilidad religiosa ante
Dios y no tiene sentido una responsabilidad social ante los otros, porque esta es
una concepción
por la razón, se torna una fuerza ciega, que convierte peligrosamente la libertad en
puro arbitrio. El
culmen de tal proceso es la afirmación de la libertad del individuo sobre todos y
contra todos. La
Entonces, el sufrir y el morir deben ser eliminados. En una cultura, que adora y
sirve como sus ídolos el
entonces, en esta visión del hombre, pedir e insistir en que venga legalizada la
eutanasia?
es ante todo un ser esencialmente relativo, relativo al Absoluto por excelencia, que
es Dios. La
el contrario, están impresas dentro como notas esenciales del ser humano. La
visión cristiana de la
relación, que hacen existir al hombre, que dan al hombre su mismo ser. Se sigue
que el hombre en todo su
Entonces la vida y la muerte son propiedad de Dios, porque el hombre como tal es
propiedad de Dios, en
la Carta a los Romanos escribía: "sea que vivamos, sea que muramos, somos del
Señor". La conclusión es
que la identidad del hombre es la del ser un don; proviene de Dios, que es amor
donante, y su ser más
profundo es ser un don. He aquí por qué Juan Pablo II en el Angelus de ayer ha
recordado el concepto de
En este concepto, la vida humana es un gran bien, pero no el mayor bien. Estas
dos expresiones tan
dolor. Ya Pío XI decía que era lícito el uso de los narcóticos, incluso si pudiesen
acortar el tiempo de la
vida. La vida, sin embargo, no es el bien más grande: en ciertos casos es lícito, e
incluso obligatorio,
sacrificar la propia vida: es el caso del mártir. Por otra parte, todos nosotros de
hecho cada día gastamos
conocida, acogida responsablemente, tal vez hasta con fatiga, con sacrificio; como
somos responsables en
los diversos momentos de la vida, tampoco la muerte debería ser una algo que
sucede, sino algo que se
de la eutanasia, como un nuevo puerto de muerte luego del aborto, debe ser
tomado como un dramático
llamado a todos los creyentes y a todos los hombres de buena voluntad a moverse
con urgencia para
promover con todos los medios una verdadera opción cultural de nuestra
sociedad", es decir la cultura de
la vida.
insertos, nos encontramos ante la corriente hedonista, que excluye a todos los que
no son capaces de
Los enfermos y los que sufren se tornan un peso a la sociedad y por lo tanto se
decide su sacrificio. Otra
dar una ayuda técnica, ¡sino que sobre todo es necesario saber dar una ayuda
humana!
Concluyo recordando que somos solidarios con cuantos sufren y mueren: hay una
solidaridad con el que
Entonces, hay una otra solidaridad que nos debe interpelar: la solidaridad de la
presencia, que se expresa
con la palabra, pero también, y no menos, con el silencio. Sólo esta solidaridad
abre a la esperanza y da la
de otras personas