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Debates actuales: ¿Hay estructuras clínicas?

Las marcas de un paradigma - Marité Colovini

María T Colovini

Proyecto: Debates actuales en la clínica psicoanalítica. 1PSI 232. Facultad de


Psicología/Universidad Nacional de Rosario.

Resumen:

El trabajo versa sobre uno de los debates actuales de la clínica psicoanalítica: la cuestión de las
llamadas “estructuras clínicas”. A través de la lectura de psicoanalistas lacanianos
contemporáneos, nacionales y franceses, se despliega el debate, que critica la formulación de una
tríada constituida por neurosis, psicosis, perversión, y que se transmite sin interrogar, sobre todo
en la enseñanza del psicoanálisis en la Universidad. Siguiendo a un historiador de la psiquiatría:
Georges Lanteri-Laura, se ubican los interlocutores psiquiátricos de Freud y de Lacan, encontrando
en la tríada criticada las marcas del paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas, que
domina el período del discurso psiquiátrico desde la Segunda guerra mundial hasta la muerte de
Henri Ey en 1977. La importancia que adquiere este debate, reside en considerar las posibles
derivas psiquiatrizantes y psicopatologizantes que adquiere la enseñanza y transmisión de
psicoanálisis. Un beneficio adicional, lo constituye la interrogación de los fundamentos del
psicoanálisis, ya que las posturas en debate, obligan a su revisión.

Palabras clave: estructura, estructuralismo, estructuras clínicas, clínica psicoanalítica, psicoanálisis

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El trabajo del pensamiento no es denunciar un mal

que supuestamente habita todo lo que existe, sino

presentir el peligro que amenaza en todo lo que es

habitual y hacer problemático todo lo que sea sólido.

Michael Foucault. Acerca de la genealogía de la ética.


Introducción:

Uno de los debates de actualidad que atraviesan la teoría psicoanalítica es el debate acerca de las
llamadas estructuras clínicas.

Asistimos a algunas voces dentro de los psicoanalistas lacanianos, que pretenden llamar la
atención sobre el modo acrítico en que se transmite cierta tripartición atribuida tanto a Freud
como a Lacan, respecto al campo del sufrimiento subjetivo, que incluiría como “estructuras
clínicas” a neurosis-psicosis-perversión, cada una de las cuales se especificaría por un mecanismo
propio: represión, forclusión y renegación.

Jean Allouch,1 uno de los autores que intervienen en el debate, llama a esta tríada:Pernerpsi, en
un juego de lenguaje con los términos antes aludidos, pero también con un neologismo en lengua
francesa que traducido dice: padre nacido psi o padre psi de nacimiento (pér, né, psy).Volveremos
sobre este punto.

Conviene situar de entrada que, en una lectura cuidadosa tanto de Freud como de Lacan2, no se
advierte que ambos autores hayan situado verdaderamente como tal esta tríada, ni siquiera como
un modo de simplificar las categorías nosográficas de la psiquiatría de sus épocas.

Como sitúa muy bien Ricardo Rodriguez Ponte, psicoanalista argentino contemporáneo, el
problema con esta deriva psicopatologizante en la transmisión del psicoanálisis es que no deja
para el analista otro lugar más que el de psicoterapeuta, perdiéndose así el precioso lugar
transferencial de la escena analítica y situando al posible analizante “en una posición de objeto
constituido al que solo resta psicoterapeutizar”.3

Interlocutores psiquiátricos de Freud y Lacan:

En principio, nos disponemos a revisar cuales han sido los interlocutores de Freud y Lacan en ese
campo, ya que sus textos deben leerse en contexto.
Si seguimos a Georges Lanteri-Laura en su Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatría moderna,
podemos ubicar la existencia de tres períodos en los dos siglos de psiquiatría, cada uno de los
cuales está regido por un paradigma. Tomando de Kuhn las categorías de paradigma y crisis
paradigmática, Lanteri-Laura sitúa un primer paradigma, el de la alienación mental o enfermedad
única, que permanece entre fines del siglo XVIII y 1850/60, luego el paradigma de las
enfermedades mentales, entre 1850/60 y 1926, y finalmente el de las grandes estructuras
psicopatológicas que permanece entre 1926 hasta la muerte de Henri Ey, en 1977.4

Es interesante seguir los desarrollos de este autor, para poder sopesar las influencias recíprocas
entre la psiquiatría y el psicoanálisis, sobre todo en cuanto a la crisis del paradigma de las
enfermedades mentales y el surgimiento del tercer paradigma. La distinción neurosis y psicosis,
fundamentada por el psicoanálisis freudiano, es un importante elemento de este paradigma, así
como el modo en que se introduce el papel de la historia personal y las vivencias del enfermo a
partir de la fenomenología, más el intento de estudiar la totalidad del ser humano, derivado de la
influencia de la teoría de la Gestalt.3

El paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas, se produce en reacción frente a la


fragmentación y la acumulación de categorías nosográficas, con el objeto de simplificación de la
clínica, pero también en cuanto a situar las categorías en base a síntomas principales de los cuales
pudiera inferirse el proceso mórbido. Tomamos como ejemplo el trastorno generador, estudiado
por Minkowski respecto a la melancolía, en tanto trastorno de la temporalidad, mientras en el
automatismo mental de Clerambault, se ubica un trastorno de la relación con el espacio. En base a
este modo de pensar, puede inscribirse, a partir de Minkowski, un diagnóstico en tres niveles: a)
semiológico, estudio de los signos, b) ideoafectivo: el papel de los conflictos en la biografía del
enfermo y c) estructural, en cuanto al trastorno generador.

Podemos a partir de aquí, situar a Freud en interlocución con la psiquiatría concernida por el
paradigma de las enfermedades mentales, interviniendo en el desbroce de las clasificaciones, por
ejemplo cuando justifica la separación de la neurastenia de las neurosis de angustia, pero también
donando, a través de la división entre neurosis narcisísticas y neurosis de transferencia, el germen
para la distinción de un dominio neurótico y otro psicótico. Ya dijimos que en la crisis de este
paradigma el psicoanálisis jugó un papel, conjuntamente con la fenomenología y la teoría de la
Gestalt.

Lacan dialoga con otro momento de la psiquiatría, ya que toda su enseñanza se desarrolla durante
el período en el que se instala el paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas.
En la Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos, Lacan dice: “Hay
tipos clínicos. Hay una clínica, pero ésta está de antes del discurso psicoanalítico.”5 O sea: la
clínica es la médica, la de la psiquiatría. Allí Lacan reconoce el impacto que en esa clínica ha
producido el psicoanálisis. Como decíamos, en cuanto a la distinción neurosis y psicosis y también
en cuanto al valor que tiene para el enfermar el modo en que el sujeto ha vivido, se ha
desarrollado y ha resuelto o no sus conflictos.

Entonces, veamos de qué se trata esta clínica: la psiquiátrica, que constituye el espacio en el que
Lacan se ha formado y con el que discute y conversa permanentemente. La importancia que
encuentro en este desarrollo es que es justamente este paradigma el que deja sus marcas en la
transmisión del psicoanálisis que tomo como punto en debate. El paradigma de las grandes
estructuras psicopatológicas revoluciona el discurso de la Psiquiatría, especialmente en cuanto a la
manía clasificatoria instalada respecto al paradigma anterior. Se sabe que el Tratado de Kraepelin,
pasó de ser un Compendio, breve texto clasificatorio, a una edición de 2500 páginas, en el que se
sucedían las innumerables especies de enfermedades mentales en un poderoso esfuerzo
nosográfico y nosotáxico.

Este paradigma entra en crisis a partir de que el método anátomo- patológico no logra situar las
lesiones que operarían como causa de los síntomas, y la comunidad psiquiátrica es presa de un
“furor categorizador”: una colección sin límite de artículos científicos irreductibles, que no
permiten intercambios, ni comparaciones, ni enseñanzas. Esta explosión desordenada se produce
tanto en lo que se refiere a las enfermedades como a los signos semiológicos.

En el período situado entre la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los ochenta, la
Psicopatología prima por sobre la Psiquiatría, que queda como campo de aplicación práctico de
sus principios, y se impone entonces el paradigma que se centra en la oposición entre la estructura
neurótica y la estructura psicótica, que como ya hemos dicho se construye a partir de la influencia
del psicoanálisis freudiano, de la teoría de la Gestalt y de la fenomenología. Este paradigma
conlleva una nueva noción de sujeto para la Psiquiatría: un sujeto histórico, social, conformado
por la relación con otros y ya no un individuo centrado en el funcionamiento de su organismo. Esta
época, es la del surgimiento de las Ciencias sociales, y con ellas se introduce también el
cuestionamiento al encierro psiquiátrico de la locura, inaugurándose el tema de los derechos de
los pacientes, lo que produce un gran viraje en cuanto a las prácticas terapéuticas.6

Dos campos confluyen en la constitución de la Psiquiatría de esta época:


- la Medicina que contribuye con las bases científicas de la fisiología del sistema nervioso

- la Psicología que aporta una teoría de la Personalidad, que es un constructo mucho más
complejo que el de las facultades mentales de la Psicología clásica.

Mencionemos por último como representante de este tercer paradigma al psiquiatra francés
Henry Ey que fundará la corriente Órgano-dinámica en Psiquiatría, intentado armonizar la
perspectiva psicoanalítica y la neurológica.

Es importante consignar, que la noción de estructura utilizada por la Psicopatología, privilegia la


totalidad frente a la fragmentación o el reduccionismo biologista, proporciona un nuevo concepto
de semiología, situando un síntoma único, global y totalizado que pueda dar cuenta de todo el
proceso mórbido; y redimensiona el papel de la psicopatología por sobre el de la clínica
psiquiátrica, tal que será pensada como contribuyendo al conocimiento general del hombre,
acercándose de este modo a la antropología, como Claude Bernard lo proponía para la medicina
con la Fisiología General.

El texto lacaniano Acerca de la causalidad psíquica 7 es una controversia con su compañero Henri
Ey, lo que da cuenta de la importancia que los autores de esa época poseían para Jacques Lacan.
Incluso, es posible seguir el modo en que en la escritura de su tesis de doctorado8, Lacan nos
presenta a la psiquiatría deudora de este paradigma.

Podemos situar aquí, la referencia de la Introducción a la edición alemana de un primer volumen


de los Escritos respecto al modo en que el discurso psicoanalítico ha iluminado a la clínica
psiquiátrica. Lacan dice: “Es seguro, pero no cierto.” Dicho de otra manera: el psicoanálisis ha
incidido en la clínica psiquiátrica, seguramente, pero queda todavía demostrarlo, esto es: situar
esas incidencias con rigor científico.

Aquí encontramos una de las preocupaciones centrales del Seminario 4 de Lacan.9 En los primeras
clases, él mismo dice que se trata de ubicar las “estructuras freudianas” en cuanto a la relación de
objeto. Y aclara que al seminario anterior, lo llamó: “Las estructuras freudianas en el campo de las
psicosis”. En la primera parte de este seminario, Lacan se dedica al análisis estructural de dos
casos freudianos: Dora y la joven homosexual. Análisis que va a tomar en préstamo del análisis
estructural de los mitos efectuado por Levy-Strauss. 10 A posteriori, y ya en el desarrollo del caso
Hans, Lacan hace el esfuerzo de lo que llama la “logificación”, escribiendo en fórmulas las
transformaciones del caso, diciendo, no sin cierta resistencia, que ese es el futuro del análisis
clínico y terapéutico en la evolución de los casos. “cualquier caso, al menos en sus etapas iniciales,
debería llegar a resumirse en una serie de transformaciones”.11

Es decir: Lacan quiere demostrar, no sólo incidir. Quiere poder demostrar el modo en que el
psicoanálisis procede. Y esa demostración es lo que él cree está en el futuro del discurso
psicoanalítico, sobre todo en su relación con otros discursos. Aún estamos en deuda con esta
preocupación de Lacan…. y esta deuda nos sitúa en posición desventajosa respecto al diálogo
necesario con otros discursos.

Ahora bien, en todo el Seminario 4, Lacan está tomando como referencia los casos freudianos y las
categorías freudianas utilizadas para nombrar sus casos. En ningún momento ubica ninguna
novedad respecto a estas categorías, que como sabemos, son los de la psiquiatría de la época
freudiana, transformadas en “grandes estructuras psicopatológicas” por el paradigma vigente.
Entonces, que Lacan hable de estructura neurótica o histérica no es de sorprender, ya que habla
en la lengua de su tiempo. Los psicopatólogos contemporáneos a Lacan, por ejemplo Jaspers,
proponen alejarse de la nosografía clásica, para pasar a considerar las distintas formas del
sufrimiento como diferentes modos de vida espiritual. La personalidad, estudiada en la tesis de
Lacan en su relación con la paranoia, se ponía entonces en cruz con el puntillismo semiológico,
atendiendo a la totalidad de la vida del enfermo, lo que inauguraba una verdadera “ciencia de la
personalidad” 12

Estructuras freudianas:

La novedad presente en el Seminario 4 es justamente llamar estructuras freudianas a las


estructuras del lenguaje: condensación y desplazamiento en tanto leyes del ICC, metáfora y
metonimia en el decir lacaniano, a la luz de los préstamos tomados de la lingüística.

Pablo Muñoz, en su texto Las locuras según Lacan, 13 retoma el debate justamente en este punto.
Luego de afirmar que el término “estructuras clínicas” es inexistente en la obra de Lacan, plantea
que “El sintagma que efectivamente se ha desprendido de su pluma es estructuras freudianas.(….)
Cuando Lacan lo utiliza-y con insistencia-en el Seminario 3, lo hace del siguiente modo:
“Abordamos el problema de las psicosis a través de la cuestión de las estructuras freudianas”, lo
cual quiere decir que intentará dilucidar la economía de la psicosis por el camino de un análisis de
la estructura (que es la del lenguaje y la palabra)”. 14 Según este autor, Lacan no afirma que la
estructura psicótica sea una estructura freudiana, sino que sitúa a las estructuras freudianas de la
psicosis: la estructura linguística de los fenómenos psicóticos.

Muñoz prosigue denunciando el efecto psicopatologizante y psiquiatrizante que se produce al


considerar a las variedades clínicas o a los tipos clínicos como estructuras, ya que así, se convierte
a las estructuras en su término más opuesto: en entidades, esencias, con el perjuicio consiguiente
de que, al incluir en ellas al sujeto, él mismo se transforma en algo tan continuo, eterno y
consistente. Así, el sujeto termina siendo neurótico, psicótico o perverso. Concluye entonces el
autor, situando que el uso del sintagma “estructuras clínicas” en el psicoanálisis es un gran
obstáculo y proponiendo dilucidar, en una práctica del diagnóstico específica del psicoanálisis, la
estructura del síntoma.

Ricardo Rodriguez Ponte en una intervención en la Escuela Freudiana de Buenos Aires, bajo el
título Estructuras Clínicas, propone revisar términos tales como psique, aparato psíquico,
psicopatología.15 El autor plantea que ya en el mismo término psique se halla contenido el de
patología (y por lo tanto el par normal/patológico) .Ubicando lo que en el título de este trabajo
llamamos las marcas de un paradigma como “relictos”, Rodriguez Ponte nos alienta a exorcisarlos
ya que son “lastres que arrastran nuestro pensamiento”

En su ponencia, interroga la pertinencia y las consecuencias lógicas del “tríptico” neurosis,


psicosis, perversión. Es importante la genealogía que Rodriguez Ponte le atribuye al tríptico: habría
sido Oscar Masotta quien define a represión, renegación y forclusión como “modos de defensa
constitutivos de estructuras”. Sin embargo, el autor critica esta definición, situando en Freud
teorizaciones sobre la represión, la renegación y el rechazo que no autorizan a considerarlos como
modos de defensa constitutivos de estructuras. Pasando a Lacan, ubica la teorización sobre la
forclusión del Nombre del Padre como conclusiva sobre la diferencia entre neurosis y psicosis.

Otra cuestión de mucha importancia en cuanto a los debates actuales de la clínica psicoanalítica es
el esclarecimiento que Rodriguez Ponte produce respecto al tema de la metáfora paterna y los tres
tiempos del Edipo. Para él, la metáfora paterna es sincrónica, es estructura y por lo tanto, liquida o
sustituye los tiempos del Edipo, que son desarrollo diacrónico. Finalmente, Rodriguez Ponte cita a
Lacan quien en el seminario La identificación, clase del 13 de julio de 1962, dice: “el neurótico, el
psicótico como el perverso no son más que caras de la estructura normal”. Concluyendo entonces
en que la estructura es una, que presenta diversas caras que son las diferentes maneras de
responder a la falla de la estructura, nombrada por Lacan como carencia del Otro.

La clínica y la práctica analítica:

Otro grupo de autores que participan en este debate son Jean Allouch y psicoanalistas de la
Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Aquí se trata, además, de cuestionar la idea de que habría una
clínica psicoanalítica.

Ya hemos mencionado el texto de Jean Allouch llamado Perturbación en Pernepsi. Allouch se


pregunta dónde localizar la locura, para decir que la locura a la que le teme el loco no es la misma
que la que lleva a un psiquiatra a diagnosticarla. Al marcar la importancia de la articulación del
síntoma con la transferencia, Allouch viene a decirnos que es por la transferencia que desde el
psicoanálisis se produce una perturbación en la tríada clasificatoria que hace de neurosis, psicosis
y perversión entidades cuasi naturales. Al jugar homofónicamente con las palabras, sitúa a ese
“padre psi…por nacimiento” que tranquilizaría los espíritus con el establecimiento de la tríada. El
autor comenta la intervención de Lacan en Deauville, en 1978, Jornadas sobre el pase: “ser
mordido por Freud es creer en esa cosa absolutamente loca que se llama el ICC”. La creencia en el
ICC era considerada necesaria por Freud para sostener la posición del psicoanalista, pero
considerarla una cosa absolutamente loca es una novedad que nos presenta Lacan. Allouch
subraya que ya Lacan había transliterado el Unbewust con l´une bévue, una equivocación. Esta
operación es lo que le permite a Lacan plantear el Icc como el Sujeto Supuesto al Saber. Y así, pone
el peso de lo que ocurre en el análisis en la transferencia y no en el Icc. Lacan plantea una gran
diferencia entre Freud y los psicoanalistas: Freud fue mordido por el Unbewust, cada uno de los
demás psicoanalistas resultan mordidos por Freud y como consecuencia se vuelven creyentes en
el Icc. O sea: es posible que haya dos esencias diferentes del psicoanalista. La función creencia se
desplaza entonces, de un Freud incrédulo, pero mordido, a psicoanalistas y analizantes
creyentes….en esa cosa absolutamente loca. Aquí Allouch se pregunta: “¿Cuál es el estatuto de
esa locura absoluta: la creencia en los psicoanalistas? “ Lacan se pronuncia en Deauville: a quien
da el paso de ir a demandar un análisis al psicoanalista hay que llamarlo psicótico. Entonces: aquí
sí hay un criterio para realizar una efectiva discriminación: todo el mundo tiene síntomas
neuróticos, pero sólo algunos llegan a demandar un análisis empujados por sus síntomas: esos son
los que psicoanalíticamente se pueden definir como psicóticos. Pero entonces tenemos que habría
psicóticos de síntoma neurótico. Y es en este punto que Allouch lanza la piedra del escándalo: hay
dos categorías de neuróticos: los que hacen la demanda de análisis y los que no la hacen. Pero
también hay más…..están los psicóticos que tienen la cordura de no ir a demandarle a un analista
que se ocupe de ellos. Entonces: hay psicóticos de síntoma neurótico, psicóticos que creen…en
cosas absolutamente locas…y hay psicóticos con cordura!....Una verdadera perturbación en las
categorías que tranquilizaban……y ella oficiada por la transferencia!

En ese mismo sentido, Juan Carlos Piegari, 16 comenta un texto de Jinkis 17 en el que se critica
abiertamente el uso del sintagma clínica psicoanalítica. Toma luego una publicación del Quinto
encuentro Internacional del Campo freudiano, de la misma época: Clínica diferencial de la
psicosis18, para afirmar que esta modalidad del lacanismo que privilegia las “estructuras clínicas”
lo hace al servicio del diagnóstico diferencial. Piegari habla de la enorme dispersión que afecta al
lacanismo, situando las diferencias doctrinales en su seno: por un lado el énfasis que promueve al
psicoanálisis como extensivo de la clínica, por el otro la objeción, incluso la advertencia, entre
clínica y psicoanálisis. Desplazando el escenario del el debate hacia Europa, se refiere a las
Jornadas sobre el pase, en Deauville en 1978. Piegari insiste en que se trata del pase, de la
producción de los analistas, y de lo que afecta a la transmisibilidad del saber. Hay una afirmación
en el texto que me interesa destacar: El análisis no es el saber clínico que conoce la tradición, y la
estructura no es un saber objetivo y objetivante.

Guy le Gaufey, en El signo de desconocimiento19 nos propone una incursión por la gestión
historiadora de Alain Corbin, especialista en el siglo XIX, cuyos estudios han llamado la atención
del público precisamente por dedicarse a cuestiones muy singulares. 20 En la ocasión, comenta el
estudio de un personaje totalmente oscuro, que no dejó ninguna huella, un hombre mudo entre
los mudos, un tipo común. “Un tal Jean Valjean que no había robado nunca pan”. Para ello, Corbin
se afana en un trabajo archivístico, a partir de la selección del “tipo común” al azar, tratando de
reconstruir su horizonte espacial y temporal, su cuadro familiar, amistoso, comunitario; los valores
y creencias a las cuales estaba probablemente ligado. Una verdadera historia en el vacío. ¿Qué
encuentra Corbin en su investigación? En una petición a las autoridades, figura la firma del
personaje en cuestión. Este personaje era analfabeto, así que firmó con una cruz, y Corbin resalta
que habiendo tres firmas de tres personas distintas, (tres cruces) ninguna se parecía. Allí está, para
Corbin, la prueba de la existencia del personaje. Le Gaufey relata la genealogía de la cruz como
firma, entre los cristianos. Esa especie de cruz fue considerada durante mucho tiempo el
patronímico de familias cristianas. Entre la X del nombre de Cristo y la imagen de la cruz, símbolo
cristiano. Esa cruz, dice el autor, está a medio camino entre la letra alfabética y la imagen. Luego,
la cruz se añadía al nombre propio de alguien para darle valor de firma. Finalmente, la cruz
designó al iletrado, pero su potencia deíctica dependía de lo inigualable de su trazo. Esa cruz
temblorosa comparte con el signo saussuriano una cualidad fundamental: cada una es diferente
de todas las demás. El temblor revela la solidaridad entre el cuerpo y la pluma. Ninguna
descripción entonces, sólo la cruz, torpe y temblorosa, impone la certeza de que allí hubo alguien
en su absoluta singularidad. Con el temblor y la torpeza, el analfabeto, el iletrado, estando fuera
del signo, hace signo. Esa cruz, no es una letra, no es un dibujo, esa cruz es un acontecimiento-
signo, como las marcas en los huesos que Lacan observa en el Museo Saint-Germain. Le Gaufey
concluye el apartado con una pregunta: ¿Qué es entonces lo que hace signo más allá de los
signos?

Continúa su texto en una discusión acerca de la clínica. Parte de situar que la clínica hace efecto de
elemento unificador, frente a la dispersión de las teorizaciones, y la multiplicidad de lecturas.
Irónicamente dice: “La clínica, un territorio donde habría lugar para todo el mundo, en la estima y
el respeto mutuo”. El autor inicia su discusión con una afirmación potente: “Resta saber si la
posición del analista lo autoriza a tomar tan naturalmente la postura del clínico.

El analista, para Le Gaufey, cuando tiene que vérselas directamente con los signos, debe romper el
señuelo del signo al estar advertido de cierta división del sujeto que opera tanto en el lenguaje
como en lo sexual. Lo que conjuga el signo y el significante es la transferencia, en tanto
proporciona el “alguien” a quien el signo llama para mostrarle “algo”: Sujeto Supuesto al Saber,
ratio de la transferencia. Es importante para ello que el analista distinga lo que, del significante,
representa al sujeto en toda la maraña de signos dirigidos al Sujeto Supuesto al Saber.

Así, entonces, Le Gaufey concluye: “Quiten la transferencia o más exactamente el recibimiento tan
específico que el analista ofrece a la transferencia, suspendiendo cualquier tercero individuado y
tendrán toda la clínica que quieran.” Para preguntarse cómo, en la maraña de signos que tan
fácilmente tiende a formular cuadros clínicos, encontrar al sujeto que no al individuo.

En otro de sus textos21, Le Gaufey se pregunta sobre la clínica y la función del analista. Para él, la
línea divisoria entre analista y clínico pasa por la pregunta sobre el signo, “en tanto la
aproximación clínica se basa en una política semiótica, en profundo acuerdo con la concepción
clásica de signo, mientras que el psicoanálisis es mucho más ambigüo sobre este asunto.” En su
texto hace un riguroso desarrollo acerca de la categoría de signo para Pierce, ubicando en él la
presencia de tres elementos: el signo, la cosa que representa y el interpretante (quien va a
resolver si el enlace entre el signo y la cosa es válido). A partir del nacimiento de la clínica
moderna, presenta la labor del clínico como aquel que debía verificar la realidad del signo,
conectada directamente con la verdad. Esta tarea específica, constituyó para el autor, una gran
escisión entre Charcot y Freud: no sólo estaban divididos en torno al tópico de la lesión, sino
también por sus diversas posiciones frente al simulacro (referidos a la paciente histérica)22 La
pregunta por la realidad, fue motivo de teorización freudiana, quien decide otorgarle al término
distintos planos, todos con igual valor: realidad material, realidad psíquica, verdad histórica, lo que
amplía el campo de sus investigaciones a la fantasía, por ejemplo, o a la verdad del delirio.
Finalmente, Freud mismo, en La Interpretación de los sueños, concluye que hay elementos a los
cuales hay que negarles realidad. Le Gaufey sitúa entonces allí al significante, que ha roto, por
definición, sus lazos con los objetos. Tal como Lacan lo usa, el significante borra el lazo entre él
mismo y el significado. Es en esta situación, en que la posibilidad de una clínica es muy estrecha,
ya que supondría alguien capaz de saber la mayor cantidad de contenidos latentes preformados.
Según el autor, al estudiar el signo, Pierce no le otorga al interpretante la categoría de un ego o
sujeto trascendental, sino que puede muy bien ser otro signo. Ahora bien, si el interpretante es un
signo, eso llama a otro y así al infinito. Wittgenstien llamó a eso vaguedad de la significación, lo
que hace imposible encontrar una significación última de cualquier signo. Son los seres humanos
los que concluyen con la significación, sin que esto mismo sea una propiedad del sistema
semiótico. Es en este punto, que Le Gaufey plantea su crítica respecto al lugar de donde viene la
interpretación. Este tema afecta a lo que Lacan llamó el Sujeto Supuesto al Saber. Si con Lacan,
decimos que desde que hay SSS hay transferencia, esto es así porque es el lugar donde se deposita
la ilusión del sentido, de la verdad del sentido….de los signos!. Entonces, se trata de que el
personaje y el lugar del analista están hechos del “alguien” peirceano urgentemente requerido
para hacer que los significantes puedan tornarse signos. 23 Es en este momento que el analista no
es un clínico, ya que no se ocupa de desentrañar ninguna realidad enlazada con la significación del
signo. Se trata entonces de la vaguedad de Witgenstein, de la fuga que encontró Pierce del lado
del interpretante, de la idea de que el significante no significa nada, sólo representa al sujeto para
otro significante. El analista no es un clínico porque no puede más que semblar ese objeto que
causa el deseo y estar, dando voz al silencio en medio del sentido.

Entonces aquí estamos en el punto del debate en el que volvemos a recordar que en 1975, Lacan
sitúa a la clínica estando desde antes que el discurso analítico. La clínica es médica, según este
tópico y según los autores que acabamos de mencionar. Por lo tanto, las “estructuras clínicas”, son
parte de ese mismo proceder médico, el que se aboca al diagnóstico y el que debe poder
diferenciar las entidades sobre las que opera, ya que según sean, podrá decidir un pronóstico, un
tratamiento, una evolución. 24 Despegarse de la medicina y de la clínica (médica y psicológica) es
un proceso muy costoso, que puede situarse en la historia tanto de Freud como de Lacan y que es
parte de la reinvención que nos toca a cada uno de los analistas.

Hechos de lectura:

Antes de finalizar este texto, mencionaremos a un autor argentino que participa activamente en
este debate y cuya posición puede singularizarse ya que pretende aportar una novación teórica al
construir “la estructura de las estructuras clínicas”. Nos referimos a Alfredo Eidelsztein y a sus dos
tomos de Las estructuras clínicas a partir de Lacan. 25
Eidelsztein también afirma que Lacan nunca utilizó el sintagma estructuras clínicas, pero que sí
empleó con frecuencia los términos estructura perversa, estructura histérica, estructura
paranoica, etc. Para él, se trata de un hecho de lectura otorgarle a la expresión estructuras clínicas
filiación lacaniana.26 En un movimiento que coincide con el planteado anteriormente en la reseña
de la posición de Rodriguez Ponte, el autor prefiere ubicar los términos del debate en estas
preguntas:” ¿qué se designa con estructura clínica? ¿Para qué se lo hace así? ¿Qué se gana o se
pierde la hacerlo? Y finalmente: ¿Cuál sería la posición más psicoanalítica frente a esta
problemática?”27

Ya hemos mencionado algunas respuestas a estas preguntas derivadas de las posiciones de los
autores que hemos tomado como referencias en este debate: el problema es la deriva
psicopatologizante y psiquiatrizante de la práctica analítica. El situar a las estructuras clínicas como
“cuadro”, aún si lo es de la psicopatología, se transforma una posición subjetiva en un ente
permanente, sustancializado y con ello el sujeto que le corresponde pasa a ser también un ente y
no aquello que un significante representa para otro significante y que desaparece frente al
segundo significante. O sea: perdemos lo que ganaron Freud y Lacan respecto a la especificidad
del psicoanálisis frente a otras prácticas: la médica, la psiquiátrica, la psicológica. El campo psi es
un campo muy heterogéneo y diverso, pero que se unifica en un polo cuando se interroga acerca
del sujeto que sostiene. Hay un sujeto que es el derivado de las ciencias sociales: un sujeto de
derechos, un sujeto social, político, histórico…un sujeto en tanto que conciencia que da sentido a
las cosas, los signos y los acontecimientos. Este sujeto no es aquel al que el psicoanálisis se refiere
como el sujeto que resulta dividido por acción del significante. Si bien es también un sujeto al que
no deja de referirse, ya que el psicoanálisis no renuncia a su lugar de interlocución con el campo
de la ciencias sociales. Creo que este es un punto muy delicado de este debate, ya que presenta el
peligro de la marginalidad del psicoanálisis, por un lado, y de la pérdida de especificidad por el
otro.

Eidelsztein presenta, en lo que llama la estructura de las estructuras clínicas, una lógica que no
lleva a la tríada cuestionada (neurosis, psicosis, perversión), sino una divisoria de aguas entre lo
que llama la clínica del intervalo y la clínica de la holofrase, al tomar en cuenta la operación de
extracción o no del objeto a del campo de la realidad. Este modo de presentar las cosas, ubica una
posición no continuista, del tipo todo o nada, ya que la extracción del objeto se realiza o no, y esto
define dos posiciones claramente delimitadas. Dentro de la clínica del intervalo (éste, significante,
por extracción del objeto a) ubica a las neurosis y a las perversiones (con diferencias entre ambas)
y en la llamada clínica de la holofrase, a la psicosis, la debilidad mental y el fenómeno
psicosomático. Igualmente advierte que hay una serie de fenómenos y figuras del sufrimiento
subjetivo que quedan por fuera de su lógica y de su tabla, ella misma afectada por el No-todo de
las teorizaciones psicoanalíticas.28 Estas son la melancolía, las locuras, las adicciones, la anorexia
mental, las caracteropatías, la hipocondría.
Como decíamos anteriormente, las estructuras clínicas para este autor, no son la triada criticada
en este texto, sino que al intentar elaborar una estructura de las estructuras, ubica una lógica
intrínseca a la doctrina lacaniana y da relevancia a una operación, como la extracción del objeto a,
que le permite armar esta tabla con categorías trabajadas por Lacan en su enseñanza. Advertimos
la diferencia entre “Pernepsi” y su tabla, tal que de la lectura de su trabajo no se desprende una
caracterización tipo “cuadro clínico” de histeria, obsesión o psicosis, sino una lógica con la que leer
los elementos así como las leyes de su funcionamiento.

Eidelsztein enfatiza que se trata de ubicar la concepción de la estructura con la que se opera, y
esta es justamente lo que puede establecer los parámetros con los que producir nuestros hechos
de lectura, nuestras decisiones al momento del leer, así como favorecer una lectura que sea
verdaderamente crítica y no religiosa.

Conclusión:

Concluimos este trabajo, situando la importancia que, para la enseñanza del psicoanálisis en la
Universidad, presenta el estudio de los debates que actualmente se producen en su campo,
ofreciendo a los estudiantes la posibilidad de conocer las diferentes posiciones para que ellos
mismos produzcan sus opciones de lectura.

El espectro del pensamiento único, aún reina por los dominios universitarios, y es de lamentar que
pueda afectar a la enseñanza de un saber como el psicoanalítico, que justamente se conforma
atendiendo a una posición de ignorancia docta.

Parafraseando a Lacan, los conceptos son determinados por la función que tienen en una praxis, y
estos conceptos dirigen la manera de tratar a los pacientes. A la vez, la manera de tratarlos
gobierna el concepto.

Hemos visto a través del despliegue del debate, que se trata de interrogar aquellas nociones que
son precisamente de fundamento para la práctica analítica: la transferencia, el Inconsciente, el
sujeto que le corresponde, la estructura y su uso en el psicoanálisis, la falta, el objeto, el síntoma.
Quedan así planteados una serie de temas que conviene revisar, reinterrogar, problematizar y
reproblematizar:

1. La noción de estructura utilizada por el discurso psiquiátrico durante el siglo XX, al conformar el
paradigma de las Grandes Estructuras Psicopatológicas.

2. Los cambios que Lacan produce respecto a la noción de estructura, para el psicoanálisis.

3. La afirmación acerca de que las estructuras freudianas son las del lenguaje.

4. La conveniencia o inconveniencia de llamar clínica a la práctica del psicoanálisis.

5. Que la reinvención del psicoanálisis que nos toca a cada uno incluye interrogar la posición del
practicante frente a la clínica médica/psicológica.

6. La posición y la función del analista en la escena transferencial.

7. La relación entre el sujeto del psicoanálisis y el de las ciencias sociales.

Notas pie de página

1 Allouch, J. Perturbación en Pernepsi. Revista Litoral nº 15. Córdoba. 1993

2 Ver: Eidestein, A Las estructuras clínicas a partir de Lacan; Muñoz, P Las locuras en la enseñanza
de Lacan. Y Rodriguez Ponte, R. Estructuras clínicas.
3 Rodriguez Ponte, R. (9 de septiembre de 1996).Que quiere decir hablar. Escuela Freudiana de
Buenos Aires. Recuperado el 9 de junio de 2013, de http://www.efba.org/efbaonline/rodriguezp-
03.htm

4 Lanteri-Laura, G. Ensayo sobre los paradigmas en la Psiquiatría Moderna. España: Tracastella.


2000.

5 Lacan, J. (1975) Introducción a la edición alemana de un primer volumen de de los Escritos. En J.


Lacan, Otros escritos (págs. 579-587). Buenos Aires: Paidos. 2012.

6 Que llega hasta nuestros días, desde la antispiquiatría inglesa, los movimientos de reforma
italianos hasta las políticas de Salud Mental en todo el mundo.

7 Lacan, J. (1946). Acerca de la causalidad psíquica, Escritos I y II. Buenos Aires: Paidos.1984.

8 Lacan, J. De las psicosis paranoicas en sus relaciones con la personalidad. 1984. Sigo XXI. Buenos
Aires

9 Lacan, J. El Seminario , libro 4: Las relación de objeto (1956-1957). Buenos Aires: Paidos. 1994.

10 Para esos años, década del cincuenta, el pensamiento estructural se abría paso en el campo del
pensamiento francés, ubicando a las ciencias sociales dentro del espectro científico con pleno
derecho.

11 Lacan, J.Seminario 4, pag 404-405.

12 Allouch, J. Freud, y después Lacan. Capital Federal, Argentina: Edelp. 1993.

13 Muñoz, P. Las locuras según Lacan. Buenos Aires: Letra Viva. 2011.
14 Muñoz, P. ob.cit. pag 31

15 Rodriguez Ponte, R. (4 de mayo de 2010). www.efbaires.com.ar. Recuperado el 9 de julio de


2013, de www.efbaires.com.ar/files/texts/TextoOnline_1537.pdf

16 Piegari, J. Sucedió en Deauville. Opacidades nº 3 , (2004). Pag. 15-53.

17 Jinkis, J. Acerca de la presentación de enfermos. Conjetural nº 15 . 1988

18 AAVV, M. y. Clinica diferencial de las psicosis. Buenos Aires: Manantial. 1991.

19 Le Gaufey, G. El signo de desconocimiento. Opacidades nº 3 , pag. 53-73. 2004.

20 Por ejemplo: El perfume o el miasma: el olfato y el imaginario social, siglos XVIII y XIX.

21 Le Gaufey, G. ¿Es el analista un clínico? Opacidades nº 3 , Buenos Aires, 2004 pag 255-264.

22 “En el momento mismo en que Freud aceptó no investigar más allá para establecer si en verdad
la paciente estaba simulando o no, también diferenció su trabajo de esta autoridad de la realidad
sobre la cual la clínica de Charcot estaba basada.” Le Gaufey, Ob cit. Pag 257/258

23 Le Gaufey cita a Lacan , quien en Radiofonía dice: “Que así sea ese punto de partida donde el
significante vira al signo, ¿pero dónde encontrar ahora el alguien, quien es preciso procurarle con
urgencia al signo?”

24 Este proceder es llamado en medicina diagnóstico diferencial, estando dentro del método
clínico.
25 Eidelsztein, A. Las estructuras clínicas a partir de Lacan, volumen I y II. Buenos Aires: Letra Viva.
2008.

26 Más arriba hemos situado la hipótesis de que este modo de referirse a las estructuras en Lacan
podría ser una marca de su filiación al paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas, y
que Rodriguez Ponte lo ubica como perteneciente a la enseñanza de Oscar Masotta. En lo que
coincidimos con Eidelsztein es en cuanto a que se trata de un hecho de lectura.

27 Eidelsztein, A. ob.cit. Volumen II Pag 19.

28 “Hay que señalar que la oposición entre intervalo y holofrase no da cuenta de las relaciones
lógicas de todas las entidades presentes en la clínica”. Volumen I Ob.cit. pag 85.

Bibliografía:

AAVV, M. y.. Clinica diferencial de las psicosis. Buenos Aires: Manantial. 1991

Allouch, J.. Freud, y después Lacan. Capital Federal, Argentina: Edelp. 1993

Allouch, J. Perturbación en Pernepsi. Litoral Nº 15, Edelp,Córdoba, 1993.pag 7-36

Eidelsztein, A.. Las estructuras clíinicas a partir de Lacan, volumen I y II. Buenos Aires: Letra Viva.
2008

Jinkis, J.. Acerca de la presentación de enfermos. Conjetural nº 15 . 1988

Lacan, J.. El Seminario , libro 4: Las relación de objeto (1956-1957). Buenos Aires: Paidos. 1994
Lacan, J.. Acerca de la causalidad psiquica. En J. Lacan, Suplementos de escritos (págs. 61-111).
Barcelona: Argot. 1984

Lacan, J.. Introducción a la edicion alemana de un primer volumen de de los Escritos. En J. Lacan,
Otros escritos (págs. 579-587). Buenos Aires: Paidos. (2012)

Lanteri-Laura, G.. Ensayo sobre los paradigmas en la Psiquiatría Moderna. España: Tracastella.
2000

Le Gaufey, G. ¿Es el analista un clínico? Opacidades nº 3 , 2004 pag.255-264.

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Muñoz, P.. Las locuras según Lacan. Buenos Aires: Letra Viva. 2011

Piegari, J. Sucedió en Deauville. Opacidades nº 3 , 2004 pa.15-53.

Rodriguez Ponte, R. (9 de septiembre de 1996). Escuela Freudiana de Buenos Aires. Recuperado el


9 de juio de 2013, de http://www.efba.org/efbaonline/rodriguezp-03.htm

Rodriguez Ponte, R. (4 de mayo de 2010). www.efbaires.com.ar

Leer más: http://clinicaypsicoanalisis1.webnode.es/news/debates-actuales%3a-%c2%bfhay-


estructuras-clinicas-las-marcas-de-un-paradigma-marite-colovini/

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