Este documento analiza las limitaciones del enfoque cartesiano de concebir al ser humano como un yo aislado y autosuficiente. Según el autor, este enfoque conduce a dificultades para comprender la comunión con los demás y priva al yo de su consistencia existencial. Asimismo, critica las posiciones idealistas posteriores que ignoran la problemática del hombre concreto que existe entre los demás en el mundo. Finalmente, señala que el empirismo lleva a perder al yo al reducirlo a impresiones y asociaciones.
Este documento analiza las limitaciones del enfoque cartesiano de concebir al ser humano como un yo aislado y autosuficiente. Según el autor, este enfoque conduce a dificultades para comprender la comunión con los demás y priva al yo de su consistencia existencial. Asimismo, critica las posiciones idealistas posteriores que ignoran la problemática del hombre concreto que existe entre los demás en el mundo. Finalmente, señala que el empirismo lleva a perder al yo al reducirlo a impresiones y asociaciones.
Este documento analiza las limitaciones del enfoque cartesiano de concebir al ser humano como un yo aislado y autosuficiente. Según el autor, este enfoque conduce a dificultades para comprender la comunión con los demás y priva al yo de su consistencia existencial. Asimismo, critica las posiciones idealistas posteriores que ignoran la problemática del hombre concreto que existe entre los demás en el mundo. Finalmente, señala que el empirismo lleva a perder al yo al reducirlo a impresiones y asociaciones.
34 Dimensiones fundamentales de la existencia.. Ser hombre significa ser con los demás 35
)• / Es sabido que este i n t e n t o de pensar al h o m b r e c o m o u n yo I I I el idealismo p o s t k a n t i a n o se hace plenamente visible la '
aislado y autosuficiente conduce ya en la filosofía de Descartes |M'i.íi(la del yo. K a n t había visto ya claramente que el yo de la a ciertas dificultades profundas a la h o r a de concebir la comunión M i m i c n c i a científica, orientada hacia el mundo, es u n y o vacío , c o n los demás y p r i v a al yo de su consistencia existencia!. \I densidad real. Había i n t e n t a d o salvar al verdedero yo r e - ;: L a existencia del o t r o es conocida sólo indirectamente, a t r a - i H i i i c n d o a la práctica, especialmente a la realidad ética. Los vés de las cosas puramente materiales y objetivas. Para a f i r m a r la (Umles idealistas que l e sucedieron comprueban la inconsistencia \ existencia del o t r o necesitamos u n j u i c i o de la razón, una especie \i insignificancia del yo singular. L a racionalidad objetiva es \ de r a z o n a m i e n t o ^. Ese r a z o n a m i e n t o fue l l a m a d o más tarde Itioliiiidamente independiente de la contribución de cada u n o ' «razonamiento per analogiam» *. C o m p r e n d e grosso modo estos .I»" l o s sujetos. Carece de i m p r t a n c i a el que una verdad sea pen- tres p u n t o s : p r i m e r o nos conocemos a nosotros mismos (en la •mlii p o r mí o p o r t i . E l y o que reflexiona racionalmente puede > i n t e r i o r i d a d de una conciencia cerrada); en u n segundo m o m e n t o K i i t i i i l r a r en sí m i s m o y sacar de sí m i s m o la verdad de todos los ( n o necesariamente cronológico, pero de todas formas secunda- • i i l r i D s . El yo del pensamiento r a c i o n a l y objetivo se convierte
r i o ) conocemos la exteriorización en el c u e r p o : palabras, son- mí rn un ego absoluto, en u n Espíritu absoluto y objetivo.
risas, gestos, etc.; en u n tercer m o m e n t o se descubre que entre I I I verdadera problemática del hombre concreto que existe las cosas objetivas qué encontramos hay algunas que representan M U I los demás en el m u n d o queda completamente ignorada. N o expresiones análogas a aquellas c o n las que expresamos nuestra linv espacio alguno para las dimensiones de finitud, n i p a r a la i n t e r i o r i d a d ; y c o n c l u i m o s entonces que esas expresiones tienen •'•l"'iiinza, n i p a r a la trascendencia del otro, que de ningún m o d o que ser causadas p o r u n sujeto igual a nuestro yo. IMinIc estar c o n s t i t u i d o p o r m i razón. Quedan en la sombra ciertos L o s filósofos, sobre t o d o en el siglo x x , n o h a n dejado de c r i - i M i i i i s centrales de la existencia personal, como el conflicto, el
ticar la inconsistencia de este r a z o n a m i e n t o . W . L u i j p e n ha hecho ".lio. el d o l o r , l a dependencia, el m a l , el mundo prerreflexivo,
ver que t o d o el r a z o n a m i e n t o presupone lo que se quiere demostrar, IN lacticidad, las dificultades para conquistar un poco de verdad, esto es, la existencia del o t r o , el c o n o c i m i e n t o directo del o t r o , fl iiiuor, el trabajo, las realizaciones sociales, etc. la presencia directa e i n m e d i a t a al o t r o Algunos, como por ejemplo J . P. Sartre, subrayan que p o r esta pista es i m p o s i b l e llegar a a f i r m a r con certeza la existencia del o t r o , que será t o d o I') L a pérdida del yo en el e m p i r i s m o 1 lo más p r o b a b l e , o incluso u n acto de fe. E l solipsismo es u n a ame- ki}.-'." •' ,}¿'*-^ck.-í'-j naza permanente en esta interpretación del h o m b r e lía el m i s m o m a r c o de u n yo solitario orientado p r i m a r i a - Además, el yo del cogito es u n yo fuertemente empobrecido, mi'iilc hacia el m u n d o m a t e r i a l , i'el empirismo llega a perder al yo - u n yo abstracto. Es el yo del pensamiento científico y del d o m i n i o mlvindolo de su p r o p i a a u t o n o r m a respecto al cuerpo y al m u n d o técnico; el yo-conciencia, que es preciso presuponer, p o r el hecho HWtcrialyPara D . H u m e , que sigue siendo un punto de referencia, de que la realidad del m u n d o aparece únicamente p o r o b r a de • I vo es en el f o n d o el resultado de múltiples impresiones e ideas la conciencia subjetiva. iinlcrprÉtadas también éstas c o m o una variante de las i m p r e s i o - I^l. yo está c o n s t r u i d o sobre la base de ideas e impresiones, , i .... Ji i rV.-Vv^'V"»'-*-'* WHiictidas a las leyes asociacionistas: ley de la semejanza, ley de l l concatenación t e m p o r a l o espacial, ley de la causalidad] Esas f 8. &. Meditationes I f , v o l . V I I , 3 2 : « . . . n i s i j a m forte r e s p e x i s s e m ex f e n e s t r a horñines i n p l a t e a transeúntes, q u o s e t i a m i p s o s n o n m i n u s u s i t a t e \*m deberían tener la m i s m a función que tienen las leyes de la q u a m c e r a m d i c o m e v i d e r e . Q u i d a u t e m v i d e o p r a e t e r p i l c o s et vestes, s u b miivitación en el sistema físico de N e w t o n . q u i b u s latere p o s s u n t a u t ó m a t a ? S e d j u d i c o h o m i n e s esse. A t q u e i t a i d q u o d p u t a b a m m e v i d e r e o c u l i s , s o l a j u d i c a n d i facúltate, q u a e i n m e n t e m e a est, comprehendo». 9. P u e d e v e r s e u n a b u e n a exposición e n J . B o c k e n h o f f , o. c, 36-42; \l. Cf. A. Dondeyne, Fe crisliana y pensamieiilu coiilemporúneo, Madrid C f . M . S c h e l e r , Nature et formes de la sympathie, P a r i s 1950, 3 4 7 - 3 8 4 . 188 ss. 10. C f . W . L u i j p e n , Nieuwe inleiding, i21. Cf. N. K . S m i t h , The philosophy of David Himw, London 1960, 4 9 7 - 11. J . P. S a r t r e , L'étre et le néant, P a r i s 1943, 2 7 7 .