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Parcial Final Ética y Bioética

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Daniel Alejandro Martínez Hernández

Código: 20171025010

El derecho a morir Dignamente

1. Desarrollar una discusión en términos de bioética sobre morir dignamente

La autonomía en las decisiones de las personas obedece a una ética personal y el recuento de las
experiencias y situaciones, sin embargo, cuando esta ética entra en conflicto con la ética de una
comunidad, se producen discusiones éticas en torno a la problemática. El derecho a morir como
una decisión personal como resultado de una experiencia personal, una decisión médica. Esta
decisión personal entra en conflicto con la bioética que protege la vida como el máximo derecho y
la preservación de esta como el ultimo deber de las organizaciones, el estado y las personas
generando una discusión sobre las circunstancias en las que son válidos o no los argumentos para
morir dignamente

Los ciudadanos de cualquier país del mundo son personas libres, como miembros gozan de varios
derechos individuales que les dan la capacidad de libertad y autonomía como personas
independientes, todo esto en el marco del respeto hacia los derechos individuales y colectivos de
los demás miembros de la comunidad.

Las decisiones que tome la persona con respecto a su cuerpo, hacen parte de su derecho
individual de decidir sobre su propio cuerpo, es deber del estado asegurar las condiciones que
permitan mantener las condiciones óptimas de salud en general de esta persona garantizando el
acceso a las diferentes alternativas estatales o privadas destinadas para este fin. Aunque en
muchas partes del mundo estas condiciones no son más que un ideal, el bienestar de una persona
es garantizado por la sociedad en la que se encuentra y aunque las condiciones físicas y mentales
de cada persona sea diferentes, a nivel social tiene todas las posibilidades de alcanzar una
condición de bienestar.

Sin embargo, al no tratarse de una sociedad ideal, estos servicios se ven limitados por la capacidad
del ente prestador del servicio. Al no poder garantizar estas condiciones de bienestar para la
persona, no se puede estar seguro de que la persona goce de una buena calidad de vida. Debido a
la incapacidad del estado, de las instituciones, de las personas, etc., está realidad limita la calidad
debida de las personas y puede generar condiciones físicas temporales o permanentes que
mermen el desarrollo normal de su vida.

Son precisamente estas condiciones limitantes de la persona las que generan un conflicto
permanente entre sus capacidades, su estado de salud física y mental. Estos factores limitantes
generados por causas adversas a la voluntad de las personas, pueden generar una condición que
suscitar en ellas la decisión de acabar con su vida de manera voluntaria.

El hecho de que una persona desee terminar su vida genera un debate fuerte en términos éticos
debido primero a la responsabilidad o no de 3eros implicados en la decisión tomada por la
persona. La responsabilidad de 3eros implicados en el acatamiento de la decisión personal del
paciente de manera asistida e incluso la responsabilidad de esta persona al tomar la vía del
suicidio.

Las causas que causaron o no el factor limitante realmente no son un elemento importante a
discutir en este texto, se tratarán como causas fortuitas completamente ajenas a las personas que
causan dolor o limitan las capacidades de las personas hasta el punto de ser insoportables. Sin
embargo, la decisión de terminar con la vida de una persona involucra muchos ámbitos de la vida
del individuo, la persona como un miembro de una comunidad, está relacionada con varios
círculos sociales que pueden o no apoyar la decisión de esta@ de terminar con su vida. Aparte de
las discusiones éticas en torno al aspecto social, la discusión entra en un ámbito moral, en el que la
iglesia puede o no jugar un papel importante según la postura del jefe en cargo de la iglesia
aportando su punto de vista moral, ético y religioso de la decisión tomada por la persona; La
iglesia católica se ha caracterizado por defender la vida como un milagro de la creación, por lo que
las posturas de la iglesia con respecto al “suicidio asistido” siempre suelen ser contradictorias a la
decisión personal del paciente. Fuera de la ética y la moral, no en todos los países está permitido
que un paciente acceda al suicidio asistido, llegando a prohibirlo hasta tal punto, en el que el 3ero
que asiste a la persona se convierte en un homicida. El estado colombiano en particular a
adoptado una postura “imparcial” al permitirlo solo en situaciones extremas como lo contempla la
constitución, salvaguardando la vida como derecho principal y la unidad más protegida por está.

Vemos entonces que un paciente que desee morir dignamente tiene bastantes obstáculos
personales, morales, éticos y ahora constitucionales. Generalmente una persona que desea
acceder al derecho de morir dignamente, no se encuentra en la condición física y emocional para
librar un debate justificando las causas de su decisión, por el destino incierto y las condiciones
adversas de la vida, es deber de la sociedad tomar partido por estas personas y pensando en un
hipotético caso en el que le ocurra esto. Uno de los ejemplos más notorios y representativos en
Colombia sucedió con el padre del caricaturista Matador; Esta persona trató por todos los medios
físicos y constitucionales el lograr avalar su deseo de morir dignamente a pesar de que según el
criterio médico y el estado colombiano debía seguir viviendo.
Este punto en el cual el estado prácticamente obliga a la persona a vivir, se cuestiona realmente el
papel que están jugando las leyes y la ciencia médica en función de mejorar la calidad de vida de la
persona. Obligar a vivir a una persona es una aberración ética y una contradicción al libre albedrío
del que gozan los ciudadanos de una nación, sin embargo, es últimamente las ciencias médicas las
que determinan la potencial capacidad de vivir de una persona, su expectativa de vida y sus
posibilidades de salir adelante con su condición.

Por otra parte, lo que se busca con estas decisiones de salvaguardar la vida, más que estorbar y
entorpecer los procesos de muerte digna, es evitar crear un cuerpo de “asesinos” dentro del
estado que se dedique a rematar a las personas moribundas de los hospitales; aparte de las
responsabilidades constitucionales que tiene el ejecutar una persona, a pesar de contar con su
voluntad explícita, tenemos que el medico ahora debe ser capaz de cargar con la responsabilidad
ética y moral de asesinar una persona que así lo desee. Casi la mayoría de los médicos y una gran
parte de la población no se encuentra dispuesta a tomar una vida por mano propia.

Esto nos deja tres caminos; El suicidio asistido por un cuerpo estatal que se encargue de cumplir el
deseo de la persona a morir dignamente, El suicidio asistido por un cuerpo clandestino que
satisfaga de la misma manera el deseo de la persona de morir a escondidas o el suicidio de la
persona por manos propias, expropiando así de cualquier responsabilidad por su muerte a
cualquier tercero

La primera alternativa, el suicidio asistido por un cuerpo oficial del estado, brinda las garantías de
que sele de al paciente un trato digno al momento de su muerte, pero genera un ente
controversial en la sociedad que puede llegar a ser considerado como inútil al solo cumplir una
tarea. Así mismo que el estado pague por terminar con la vida de las personas es algo
contraproducente, ya que este mismo se encarga de mantener a sus ciudadanos en un estado de
salud óptimos.

La segunda alternativa no brinda la seguridad y las garantías necesarias para el paciente que toma
la decisión de morir dignamente, trae consecuencias legales sobre el grupo que realiza esta serie
de bien llamados asesinos, ya que no cuentan con una autorización expresa del estado. La falta de
regulación puede llevar problemas sociales más grandes con el paso del tiempo

La última alternativa, aunque exenta de consecuencias penales, es la peor de todas las decisiones;
un estado que tenga que recurrir al suicidio de la persona como la única salida ante un dolor
insoportable hace que la muerte deje de ser digna, simplemente se convierte en un acto de reflejo
de una sociedad intolerante a las secciones personales de un paciente brindando excusas de corte
constitucional o peor aún, moral.
Vemos que el tema del libre albedrio de la persona, es algo más que una decisión personal; para
un ente comunitario como el estado, la problemática de acceder a la muerte de las personas por
decisión propio se convierte en un problema legislativo y administrativo grave. Por otro lado,
socialmente suscita un debate fuerte en términos éticos y morales en los que la iglesia, las normas
y las experiencias de las personas juegan un papel fundamental a la hora de tomar partido en uno
de los dos bandos. También tenemos el punto de vista del 3ero que se ve en la obligación o no de
perpetrar el acto de arrebatar una vida, las consecuencias que puede tener su decisión sobre el
mismo y la vida de las personas y en ultimas su responsabilidad sobre la muerte del paciente.

El derecho a morir dignamente es una decisión a término personal, una decisión que, si bien no
debe ser tomada a la ligera por las personas, en la mayoría de los casos es provocada por una
condición limitante lo suficientemente grave como para querer que está termine junto con su
vida. Más allá de un debate moralista que avalé o no la decisión de la persona, debemos tener un
debate legislativo y normativo que le brindé a la persona los instrumentos y las formas necesarias
para poder descansar en paz dignamente.

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