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“Ahora bien, el hombre encuentra realmente dentro de sí una capacidad por la cual se
distingue de todas las demás cosas e incluso de sí mismo en tanto que se vea afectado por
los objetos, y tal cosa es la razón. (…) En cambio la razón exhibe bajo el nombre de las
ideas una espontaneidad tan pura que sobrepasa con mucho todo cuanto pueda procurarle
la sensibilidad, revelando su más ilustre tarea al distinguir entre el mundo sensible y el
mundo inteligible, a la par que indica sus limitaciones al propio entendimiento.” (Kant,
2012, p.175-176)
IV.III Límites del mundo inteligible y sensible // No fundamentar o explicar las leyes
inteligibles en motivos sensibles
“Que esa libertad, en cuanto determinación negativa, va unida al mismo tiempo con una
capacidad (positiva) e incluso con una causalidad de la razón, a la que nosotros llamamos
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una voluntad, capacidad para obrar de tal modo que el principio de las acciones sea
conforme a la modalidad esencial de una causa racional, es decir, a la condición de que
la validez universal de la máxima sea homologable con la de una ley. Pero si en ese mundo
inteligible la razón práctica fuese a buscar además un objeto de la voluntad, o sea, una
motivación, entonces sí traspasaría sus confines y pretendería conocer algo de lo que nada
sabe.” (Kant, 2012, p.185)
“Y así son posibles los imperativos categóricos, gracias a que la idea de libertad me
convierte en un miembro del mundo inteligible; si fuese únicamente tal, todas mis
acciones serian siempre conformes a la autonomía de la voluntad, mas como quiera que
me intuyo al mismo tiempo como miembro del mundo sensible, deben ser conformes a
dicha autonomía.” (Kant, 2012, p.178)
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V.III Moralidad sólo desde la libertad de la voluntad // Necesidad y existencia del
deber por la confrontación entre las leyes morales y los intereses impulsivos
“Él cree ser esta persona mejor cuando se traslada al punto de vista de un miembro del
mundo inteligible, algo a lo que involuntariamente le apremia la idea de libertad, o sea,
la independencia de las causas determinantes del mundo sensible; en ese mundo
inteligible cobra consciencia de una buena voluntad que, según su propia confesión,
constituye para su mala voluntad la ley cuya autoridad conoce en cuanto la contraviene.
El «deber-ser›› moral es propio por tanto de un querer necesario como miembro de un
mundo inteligible y sólo será pensado por él como un miembro del mundo sensible.”
(Kant, 2012, p.180)
“Así pues, la pregunta sobre cómo sea posible un imperativo categórico puede ser
contestada en tanto que pueda indicarse el único presupuesto bajo el cual es posible dicho
imperativo, a saber, la idea de libertad, e igualmente en tanto que pueda comprenderse la
necesidad del mencionado presupuesto, lo cual resulta suficiente para el uso práctico de
la razón, esto es, para convencerse sobre la validez de tal imperativo y con ello también
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de la ley moral, si bien cómo sea posible ese mismo presupuesto es algo que jamás se
deja comprender por ninguna razón humana.” (Kant, 2012, p.190)
IV. Bibliografía:
Kant. Fundamentación para una metafísica de las costumbres. Madrid: Alianza
Editorial, 2012.