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Civilización Mesopotámica

Hacia el año 6000 a. C., los grupos nómadas empezaron a organizarse en


comunidades en la zona baja de los ríos Tigris y Eufrates. Cerca del golfo se
establecieron los sumerios y más al norte los acadios.
Durante el período de la civilización mesopotámica de destacaron 4 pueblos
importantes:
– Sumerios
– Acadios
– Babilonios
– Asirios
Los sumerios
Eran amantes de la agricultura y la vida organizada, Levantaron chozas de paja y
barro, sembraron la tierra, domesticaron animales y organizaron socialmente las
primeras comunidades.
Los acadios
Habitaban al norte de los sumerios, eran un pueblo semita que invadió toda
Mesopotamia.
Los babilonios
Eran dos pueblos procedentes de Arabia llamados los amoritas y los elamitas que
conquistaron Mesopotamia y fundaron dos ciudades: Mari y Babilonia.
Los asirios
Eran un pueblo semita muy guerrero, se apoderaron de Mesopotamia con sus
carros de combate y arietes avanzados. Realmente eran un azote para los demás
pueblos.
El Imperio neobabilónico
Después de la caída del Imperio asirio, Babilonia vuelve a ser un estado
independiente, con el gran gobernante Nabucodonosor II , alcanzó un gran
esplendor.
El Antiguo Egipto fue una civilización que surgió al agruparse los asentamientos situados en
las riberas del cauce medio y bajo del río Nilo. Tuvo tres épocas de esplendor en los periodos
denominados por los historiadores Imperio Antiguo, Imperio Medio e Imperio Nuevo.
Alcanzaba desde el delta del Nilo, en el norte, hasta la isla Elefantina(la actual Asuán, junto a
la primera catarata del Nilo, en el sur), llegando a tener influencia desde
el Éufrates hasta Gebel Barkal, en la cuarta catarata del Nilo, en épocas de máxima
expansión. Su territorio también abarcó, en distintos periodos, el desierto oriental y la línea
costera del mar Rojo, la península del Sinaí y un gran territorio occidental que dominaba los
dispersos oasis. Históricamente, fue dividido en Alto y Bajo Egipto, al sur y al norte,
respectivamente (véase: Kemet).
La civilización egipcia se desarrolló durante más de 3000 años. Comenzó con la unificación de
varias ciudades del valle del Nilo,1 alrededor del año 3150 a. C.,2 y se da convencionalmente
por terminado en el año 31 a. C., cuando el Imperio romano conquistó y absorbió el Egipto
ptolemaico, que desaparece como Estado.3 Este acontecimiento no representó el primer
período de dominación extranjera, pero fue el que condujo a una transformación gradual en la
vida política y religiosa del valle del Nilo, marcando el final del desarrollo independiente de
su cultura. Su identidad cultural había comenzado a diluirse paulatinamente tras las
conquistas de los reyes de Babilonia (siglo VI a. C.) y Macedonia (siglo IV a. C.),
desapareciendo su religión con la llegada del cristianismo, en la época de Justiniano I, cuando
en 535 fue prohibido el culto a la diosa Isis, en el templo de File.
Egipto tiene una combinación única de características geográficas, situada en el África
nororiental y confinada por Libia, Sudán, el mar Rojo y el mar Mediterráneo. El Nilo fue la
clave para el éxito de la civilización egipcia, ya que éste permitía el aprovechamiento de los
recursos y ofrecía una significativa ventaja sobre otros oponentes: el légamo fértil depositado
a lo largo de los bancos del Nilo tras las inundaciones anuales significó para los egipcios el
practicar una forma de agricultura menos laboriosa que en otras zonas, liberando a la
población para dedicar más tiempo y recursos al desarrollo cultural, tecnológico y artístico.
La Civilización Griega
Los egeos, como ya se ha visto, desarrollaron en el Mediterráneo oriental la primera gran civilización
histórica europea. Los griegos, en la península helénica y en las islas y costas que antes poblaron
aquéllos con sus gentes y sus obras, la segunda. Los protagonistas de esta nueva hazaña cultural no sólo
heredaron de los egeos el ámbito geográfico para su vida histórica, sino también no pocos de sus muchos
saberes, técnicas y obras. Pero, en este caso, los herederos así beneficiados no se limitaron a vivir de lo
recibido; lo incrementaron de modo notable y alcanzaron, en todos los órdenes de la vida y el quehacer
humanos, logros que sus antepasados no llegaron siquiera a vislumbrar.
En la historia de los griegos advenidos al viejo ámbito de la civilización egea, pueden distinguirse, por lo
menos, cuatro períodos característicos. El primero se extendería desde los orígenes hasta fines del siglo
IX a. de J. C., tiempos de formación y consolidación en el nuevo hogar conquistado. El segundo,
caracterizado por un vigoroso proceso de expansión colonial, abarcaría desde fines del siglo IX a. de J.
C. hasta las postrimerías del VII; el tercero, entre los años 600 y 400 a. de J. C., marca una época de
plenitud en el desarrollo de las instituciones sociales, políticas y económicas helénicas, e incluso de
culminación en no pocos aspectos de las creaciones artísticas y literarias.
Por último, a partir del año 400, comienza la decadencia política de Grecia; en la segunda mitad del siglo
IV a. de J. C., las ciudades-Estado helénicas pierden su independencia ante el imperialismo macedónico
que acaudilla Alejandro Magno, y dos centurias más tarde son absorbidas por la expansión imperial de
Roma. La investigación científica y filosófica, la literatura y otros aspectos culturales helénicos no
decayeron al mismo tiempo que se desquiciaban y caían las instituciones y formas políticas
tradicionales.
La historia de Roma es la historia de la ciudad como entidad urbana y la historia de los
estados e instituciones de los cuales ha sido capital o sede a lo largo del tiempo. Se puede
dividir en prehistoria, Roma Antigua, Roma Medieval, Roma Moderna y Contemporánea; o
bien en Roma Antigua, Roma Pontificia y Roma italiano contemporánea.
El período más fecundo de la historia de Roma en términos políticos, económicos, sociales y
culturales fue su desarrollo en la Antigüedad. Fue la cabeza de un gran estado imperial y sede
de una nación establecida en tres continentes. En su momento de mayor desarrollo el imperio
creado por Roma alcanzó los 3,5 millones de kilómetros cuadrados y unos 70 millones de
habitantes, entre ciudadanos y no ciudadanos. Roma fue, y sigue siéndo5Hllo, una de las
ciudades más importantes de la historia. Se le ha llamado la «Ciudad Eterna». Roma, junto
a Grecia, ha sido la madre cultural de las modernas nacionalidades occidentales.
La historia posterior de Roma, sea en la Edad Media y en las épocas sucesivas, presenta un
carácter más bien comunal, localista, y está casi siempre ligada a la historia del Pontificado, la
de Italia y la de pueblos, reinos e imperios que intentaron (lo hicieron en ocasiones) ejercer
dominio sobre la ciudad.
Con casi 3000 años de historia, la ciudad es un buen ejemplo del desarrollo cíclico que puede
tener una entidad urbana: un desarrollo geográfico y demográfico hasta el límite de lo posible
(Roma Antigua), el estancamiento y el declive hasta casi desaparecer (Edad Media), y un
nuevo desarrollo (Edades Moderna y Contemporánea). Pocas ciudades han tenido tal
evolución y jugado a la vez un rol tan importante en la Historia universal, ya sea como crisol de
civilizaciones o sede de importantes movimientos artísticos y de instituciones, tanto civiles
como religiosas. La persistencia de esta ciudad y de su población, en medio de tantos
avatares históricos, constituye un hecho destacado.

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