Você está na página 1de 6

DOSSIER

DE COSAS

DIDÁCTICA Y TAREAS DOCENTES

Rufino González Fernández


Lugo, 05 de Septiembre de 2012
PRIMERA TOMA DE CONTACTO

No nos conocemos, todavía.


Nos conoceremos el próximo día 7 en el Salón de Actos de la Facultad de Formación del
Profesorado de Lugo. Y más, y mejor, espero, el 10 en el Aula 20 y, también, el 13 otra
vez y algunas más a lo largo de lo que queda del año 2012.
Mi intención (casi única) en este momento es que a lo largo de este tiempo os deis
cuenta si esta profesión que acabáis de elegir os gusta, os satisface y os llena.
De no ser así, con todo el dolor de corazón, debéis elegir otra, porque, ¡no podéis vivir
vuestra vida en permanente amargura, ni, sobre todo, podéis amargar la vida a vuestros
futuros alumnos y alumnas!
Soy Rufino González Fernández, Profesor de Didáctica y Tareas Docentes de Primero de
Educación Primaria de la Facultad de Formación del Profesorado de Lugo de la USC.
Acabo de saber que estás matriculado/a en ese grado y en esta materia y es mi primera
toma de contacto contigo con un doble saludo:
- Darte la enhorabuena por haber elegido la profesión más bonita del mundo
(Como decía una joven maestra de educación infantil: ”En que otra profesión se
empieza cada día con un montón de abrazos”); y
- Advertirte de que, a la vez, como dice el profesor Frank Mccourt, en su libro EL
PROFESOR, “ser maestro es el trabajo más duro del mundo”.

En las dos anécdotas que dejo para tu reflexión, puedes ver algo de todo esto .
Al comienzo del año escolar, les pedí a mis alumnos de segundo curso que escribieran sobre algo
emocionante que hubieran hecho en verano y que lo ilustraran con un dibujo.
Un alumno relató orgullosamente su experiencia en una montaña rusa, pero no dibujó nada.
Cuando le pregunté por qué no lo había hecho, el niño dijo:
- No pude. ¡Es que no vi nada, porque tenía los ojos cerrados!

Cathy Elton. Canadá. Selecciones del Reader´s Digest. Marzo 2011 (33)

Durante una visita a un museo, una profesora de primaria se detiene frente a un cuadro y
pregunta a los niños:
- ¿Alguno de vosotros sabe por qué los artistas anotan su nombre en la parte de debajo
de las obras que pintan?
Una niña levanta la mano y responde:
- Para saber cómo de deben colgar los cuadros.

César Cornejo. Perú. Selecciones del Reader´s Digest. Junio 2006 (26)

A partir de este primer contacto, y por este mismo medio, irás recibiendo noticias mías
(documentos, imágenes, gráficos, referencias de libros que conviene leer,…) que espero
formen un Dossier (COSAS), cuyo objetivo es, no sólo, que las vayas archivando, sino que
te sirvan de elementos de reflexión e integrarlos (ALGUNOS YA LLEVARÁN EL SELLO DE
OBLIGATORIOS) en el DIARIO de lo que vamos aprendiendo, para intentar ser, muy
pronto, el mejor maestro o maestra, que es lo que se merecen tus futuros alumnos y
alumnas.

Enhorabuena y mucho ánimo.


CAFÉ PARA TODOS

Un grupo de ex estudiantes, ya muy establecidos en sus carreras, se reunió


para visitar a su viejo profesor de la universidad.
Una vez en casa del maestro, la conversación se concentró en quejas sobre el estrés en el
trabajo y la vida.

Al ofrecerles café a sus visitas, el profesor fue a la cocina y regresó con


un termo de café y una variedad de tazas -de porcelana, plástico, vidrio,
cristal, algunas comunes, algunas caras, algunas exquisitas- y les pidió
que se sirvieran el café caliente.

Cuando todos los estudiantes tenían su taza en la mano, el profesor dijo:

- Si se han fijado, todas las tazas bonitas y caras han sido tomadas, dejando
atrás las comunes y baratas.
Aunque es normal que quieran sólo lo mejor para ustedes, ése es el origen de sus
problemas y estrés.
Lo que en realidad querían era café, no la taza, pero conscientemente tomaron las
mejores tazas y las estuvieron comparando con las tazas de los demás.
- Fíjense bien –prosiguió- la vida es el café; pero sus trabajos, el dinero y su posición
social son las tazas. Las tazas son sólo herramientas para sostener y contener Vida, pero
la calidad de la vida no cambia.
- A veces -concluyó- al concentrarnos sólo en la taza, dejamos de disfrutar el café que
hay en ella. Por lo tanto, no dejes que la taza te guíe... mejor goza el café.
Hay que conocer a John
Miguel Ángel Santos Guerra.

La Opinión de Málaga de 3 Septiembre de 2011

¿A través de qué datos hacemos la valoración de las personas? ¿Qué información


tenemos para formarnos una opinión sobre ellas? Observamos lo que hacen, leemos lo
que escriben, escuchamos a esas personas hablar de sí mismas y a otras que nos hablan
sobre ellas. ¿Es rigurosa la conclusión que obtenemos después de pasar toda esa
información por el filtro de nuestra subjetividad? ¿Por qué la misma persona, le parece a
uno adorable y a otro, odiosa?

Es muy conocida la teoría de la Ventana de Johari. (John y Jarry son sus autores, de ahí
el nombre de la Ventana) hablan de cuatro zonas de la comunicación entre las personas.
Se trata de una ventana dividida en cuatro partes. En la primera se halla la información
que cada uno conoce de sí mismo y que los demás conocen de él. No suele ser muy
grande. Es mayor la segunda: contiene la información que cada uno conoce de sí mismo
y los demás desconocen. Hay una tercera parte que incluye la información que no
conoce el individuo sobre sí mismo, pero sí los demás y una cuarta que desconocen
ambos. Las dos rejillas que dividen la ventana (una vertical y otra horizontal) son
movibles.

¿Qué conocemos de los demás? ¿A través de qué medios hemos obtenido esa
información? ¿Qué calidad tienen esos datos? A pesar de la complejidad, forjamos fácil y
rápidamente una imagen de los demás y actuamos conforme a ese diagnóstico
apresurado. ¿Cuántas veces nos hemos equivocado al juzgar a una persona por
solamente algunos indicios? Es más, muchas veces, el conocimiento no es directo. No
hemos visto a esa persona, no nos ha dicho nada personalmente. Sólo tenemos noticias
a través de terceros. Otras veces conocemos el comportamiento, pero no tenemos
noticias de las opiniones y de los sentimientos del protagonista.

Leo en el libro de Javier Urra “¿Qué se le puede pedir a la vida? que, en un curso con
enfermeros y enfermeras, el profesor propuso a sus alumnos y alumnas realizar el
siguiente ejercicio. Quiso saber cómo se sentirían y cómo intervendrían ante el siguiente
cuadro de una paciente. La prueba, según nos cuenta el autor, está adaptada de un
colega apellidado Ruskin.

Este el cuadro que describe a los estudiantes para que expliquen cuál sería su estado de
ánimo y para que realicen su protocolo de intervención:

“Se trata de una paciente que aparenta su edad cronológica. No se comunica


verbalmente ni comprende la palabra hablada. Balbucea de modo incoherente durante
tres horas, parece desorientada, al espacio y al tiempo, aunque da la impresión de que
reconoce su propio nombre. No se interesa ni coopera con su aseo personal. Hay que
darle de comer alimentos blandos, pues no tiene piezas dentarias. Presenta
incontinencia de heces y orina, por lo que hay que cambiarla y bañarla a menudo. Babea
de horma continua y su ropa está siempre manchada. No es capaz de caminar. Su patrón
de sueño es errático, se despierta con frecuencia por la noche y con sus gritos despierta
a los demás aunque la mayor parte del tiempo parece tranquila y amable. Varias veces al
día y sin causa aparente se pone agitada y presenta crisis de llanto involuntario”.

Tras propiciar las respuestas termina haciendo circular entre los estudiantes la fotografía
de la paciente referida: una preciosa criatura de seis meses.

Es fácil suponer la estupefacción de los estudiantes de enfermería. Y es fácil suponer que


muchos de los lectores hayan pasado por situaciones similares, no en ejercicios
didácticos como el descrito, sino en el decurso de la realidad. ¿Cuántas veces hemos
reaccionado de forma equivocada porque no hemos comprendido bien los mensajes de
las personas y de las situaciones?

Hace tiempo que oí contar una historia en la que una persona que está intentando
conciliar el sueño, oye unos pasos acelerados en la habitación del piso superior. Grita
pidiendo que acaben los ruidos. Nervioso y enfadado, golpea el techo con un objeto
contundente. Los pasos siguen. En una y otra dirección. No sabe ya qué hacer. Tiene que
madrugar y los pasos le impiden dormir. No puede más. Se levanta. Se vista y sube las
escaleras de dos en dos. Golpea violentamente la puerta y, cuando el vecino del piso
superior abre, le lanza una sarta de insultos. El vecino, que tiene la cara descompuesta y
en sus brazos a un niño de pocos años, le dice llorando:

- Perdóneme. Mi hijo ha muerto. No puedo controlar los nervios a la espera de que


llegue una ambulancia.

No es difícil imaginar la reacción del indignado vecino. No es difícil suponer cómo se


tragó la rabia, los golpes y los insultos. No había interpretado bien aquellos estímulos
auditivos que le llegaban del piso superior. Incluso pensó que los ruidos estaban
intencionalmente destinados a romper su sueño. ¿Cuántas reacciones hacia los demás
están asentadas en meras conjeturas, en falsas apreciaciones, en informaciones erróneas
o malintencionadas? Como profesor, no puedo por menos de llevar la reflexión al
terreno educativo. ¿Qué conocemos de nuestros alumnos y alumnas? ¿Qué sabemos de
ellos y de ellas? ¿Nuestra observación es suficientemente rigurosa? ¿Sus
manifestaciones son libres y sinceras? Hay que educar los ojos para ver, hay que tener
teorías para interpretar y hay que avivar el corazón para acoger.

Algunas veces los estereotipos, las etiquetas, los prejuicios se mantienen de un año a
otro sin que las evidencias más claras puedan romperlas. Un informe superficial de un
colega sobre un chico, lleva a que otro se forje una idea que no hay forma de modificar
mediante manifestaciones reiteradas del interesado. El conocimiento de los alumnos y
alumnas es fundamental para que los procesos de aprendizaje sean efectivos. Lo decía
de forma elocuente un pedagogo italiano: “Para enseñar latín a John, más importante
que conocer latín, es conocer a John”.

Você também pode gostar