Transcurrían los años 1975 a 1976, el teniente de Infantería
Alejandro Jumpa y Vidigal, era oficial Comando de las Fuerzas Especiales del Ejército, y había sido nombrado oficial tesorero de la Quinta Región Militar, destacamento de ejército, asentado en la ciudad de Iquitos, cuyo ámbito de acción alcanzaba las fronteras con los pises hermanos de Ecuador, Colombia y Brasil. Su comandante general por ese entonces era un general de división de apellido, Giacarini, lo conocían con el apelativo de "pajaron", eran tiempos donde un general del ejército, ejercía poder no solo en el ámbito militar, sino también su influencia podía alcanzar otros sectores de la sociedad, donde ejercía el mando. En esos tiempos nadie hubiera podido presagiar que, transcurridos veinte años más tarde, es decir a comienzos del segundo milenio, muchos oficiales generales y otros de alto rango, así como oficiales de las otras fuerzas, naval, fuerza aérea y también policía sería sentados en el banquillo de acusados, juzgados y muchos de ellos encarcelados, por delitos de función. Sin ánimo de hacer leña del árbol caído podemos decir que estos señores simplemente no cumplieron con las leyes de la república y sus propios reglamentos que seguramente ellos mismo ayudaron a redactar. El general Giacarini, era muy informal a la hora de ejecutar los recursos que el estado peruano había asignado a la quinta región para el cumplimiento de su misión, es decir, defender en ese sector geográfico la soberanía del Perú. Jumpa, oficial muy disciplinado y cumplidor a pie juntillas, de las órdenes superiores, hacia caso de las órdenes que en materia de ejecución de gastos disponía Giacarini, gasto que se ejecutaba, gasto que se pagaba sin importar mucho que sí tal ejecución tenía la asignación de fondos correspondiente dentro del presupuesto de la quinta región. La tesorería, bajo el timón de Jumpa, había cumplido cinco meses y a esas alturas del año fiscal, había acumulado una cantidad considerable de gastos, todos ordenados por Giacarini, pero eran gastos personales de este u otros por almuerzos, cenas, licores, atenciones oficiales, que obviamente no tenían la correspondiente contrapartida presupuestaria y principalmente no servían para cumplir la misión asignada. Jumpa tenía varios archivos de palanca conteniendo cantidad de documentos como recibos, facturas y otros, que no le servían para rendir cuentas a los órganos competentes del ejército. Jumpa, simplemente de la preocupación no podía conciliar sueño por las noches y no encontraba la forma de exponer su pesar a Giacarini del despelote que se había armado, y la desesperación que lo angustiaba, pensaba que si le decía a Giacarini, este seguro montaría en cólera y le recordaría a toda su generación pasada y por venir, y le cortaría la cabeza, de otro lado sino arreglaba la situación que tenía entre manos, los órganos competentes del ejército se encargarían de ajustarle las clavijas. Jumpa, suspiraba -Bonito lío en el que me metí-, comenzó a indagar con los más entendidos en la materia para solucionar el asunto y no encontraba salida, el tiempo transcurría y la situación se agravaba a medida que pasaba el tiempo. Jumpa, meditaba -Giacarini armo este lío, el que lo arregle-, armado de valor Jumpa enfrenta a Rubianes y se produce el siguiente diálogo: -Permiso, mi general, para hablar con usted-, Jumpa, se dirige a Giacarini, este responde -que le sucede Jumpa-, contesta en tono irrasible, -mi general, la verdad es que estoy muy preocupado porque han transcurrido cinco meses, se han realizado gran cantidad de gastos y no tengo ni un solo documento, para rendir cuentas, de acuerdo a lo que exigen las normas de presupuesto del estado, ¿qué voy hacer, mi general-, concluye Jumpa, con tono lastimero. Giacarini, responde: -y ¡Que quiere?, que yo le consiga los documentos y le arme su rendición de cuentas?, concluye, -Jumpa, interviene: -pero mi general usted ordeno todos estos gastos, y no corresponde a lo que señala el presupuesto, la verdad, no tengo idea de cómo solucionarlo-, termina Jumpa, Giacarini, quería devorar vivo a Jumpa, con la mirada, y agrega: -es la primera y última vez que hago esto por usted- asevera, Sentado en su escritorio de comandante general, se inclina y de los cajones de su escritorio, saca talonarios de facturas con diferente razón social y de cada talonario saca varios ejemplares y le entrega a Jumpa, al mismo tiempo que le ordena que se retire de su oficina. Jumpa con los documentos en blanco en la mano, prácticamente para el sigue en lo mismo, pasan los días y no puede dar un paso adelante, se arma de valor y vuelve a enfrentar a Giacarini, -Permiso mi general, ¡Que hago ahora con los formatos de factura en blanco que me ha dado?-, Giacarini, iracundo responde: -traiga eso para aquí-, toma uno de los formatos y a puño y letra comienza a llenarlos, llena uno, dos y tres y le extiende con la mano y los devuelve, nuevamente a Jumpa y le dice: - Imagino, que ya sabe lo que tiene que hacer-, Jumpa se retira de la oficina de su jefe y pide ayuda a sus amigos para que lo ayuden a armar su rendición de cuentas. Jumpa, logra llenar las facturas y adicionar la documentación sustentatoria, que exigen las normas, pero, tiene un problema grave, toda la documentación no lleva ni los sellos de cancelado ni los otros que debe acompañar, así como las firmas de los responsables de los actos administrativos. Jumpa no tiene mejor idea que, acudir nuevamente a su jefe y se produce el diálogo siguiente: -Permiso mi general, para hablar con usted-, con voz potente irrumpe Jumpa, -Giacarini contesta: -¡Otra vez usted? y ahora ¡Que quiere?-, Con acento de pocos amigos responde Giacarini, Jumpa, increpa: -No entiendo forma de conseguir las firmas y sellos de la documentación que conforma la rendición de cuentas, mi general, Giacarini, arrebata los volúmenes de documentos de las manos de Jumpa y le dice: -Yo te voy a enseñar-, y acto seguido, nuevamente abre los cajones de su escritorio de donde extrae, diferentes tipos de sellos, tampones de colores, y de puño y letra comienza a fabricar facturas y documentación sustentatoria para estructurar la susodicha rendición de cuentas. Jumpa queda atónito y en estado de shock, diciendo para el mismo, -No seguiré en este puesto un solo instante-, Solicitando, dicen, el relevo del puesto lo que se hizo prontamente, Jumpa, "no calificaba para el puesto". Me lo contaron en una reunión amenizada por los “Los Elephantes”, grupo de Oficiales que tocaban la guitarra, el acordeón y dominaban el canto, Jumpa era parte de este grupo, si mal no recuerdo. (pepe sanchez marin)