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Verbal: es el más habitual. Sólo deja huella en la víctima. Las palabras tienen
mucho poder y minan la autoestima de la víctima
mediante humillaciones, insultos, motes, menosprecios en público, propagación
de rumores falsos, mensajes telefónicos ofensivos o llamadas, lenguaje sexual
indecente…
Esta es una de las formas más comunes de hacer Bullying, cuando alguien nos
pega, nos duele por fuera; pero, cuando alguien nos hiere con apodos o burlas,
nos duele por dentro, pues nos ridiculiza. En el año de 1999, más o menos el 13%
de jóvenes entre 12 y 18 años de Estados Unidos, afirmaban haber dirigido
palabras despectivas referentes a la raza, o etnia, la religión, alguna discapacidad,
el sexo o la orientación sexual. Tal forma de conducta violenta se producía por
igual en centros urbanos, suburbanos y rurales.
Las chicas decían ser el blanco de expresiones despectivas más que los chicos, y
los alumnos negros decían que se les dirigían más expresiones de odio que a los
blancos o hispanos (Kaufman y otros, 2001), (citado por Harris, S., y Petrie, G.,
2006).
Las amenazas verbales, los insultos, las burlas crueles acerca de la indumentaria,
del aspecto físico, de la raza, del origen étnico, de algún defecto o anomalía
visible o de alguna rareza del habla o de la conducta, son siempre hirientes y
forman parte del acoso verbal; todas estas agresiones que se presentan en el
Bullying, llegan paulatinamente a hacer que los niños que lo sufren empiecen a
creer que es alguna característica propia de ellos la que causa el acoso por parte
de sus compañeros.
Según los estudios Cisneros, acciones o actitudes habituales en el acoso son las
siguientes: